Cada elección tiene consecuencias

El avión está hecho pedazos y sus ocupantes han tenido muchísima suerte al salir con vida del accidente. Charles corre hacia Moira una vez Erik lo libera del agarre, pues se había colocado contra el suelo del avión usando sus poderes, para que ni él ni el telépata salieran disparados del avión.

–¿Moira, estás bien? –cuestionó a la agente de la CIA, quien aún se encontraba con el cinturón de seguridad abrochado.

Raven por su parte decide soltarse y cae con suavidad en el techo del avión, el cual ahora está boca-arriba, Bestia apresurándose por echarle una mano.

–He leído al teletransportador. –les dice Charles a los mutantes–. Shaw está poniendo la potencia del reactor al máximo. Quiere convertirlo en una bomba atómica.

–¡No tenemos tiempo! ¡El contador Geiger está como loco! –exclama Moira, preocupada, cuando de pronto, Erik aparece en el avión con la hermana del telépata en sus brazos.

–¡(T/n)! –exclama el joven de ojos azules–. Erik, ¿está bien mi hermana?

–No lo sé, Charles. –admite el joven de ojos verdes, preocupado por la muchacha de cabellos pelirrojos, quien no ha recuperado la consciencia–. Respira, pero está inconsciente debido al golpe. –comenta, su voz llena de preocupación, mientras la deja tumbada en un lugar seguro dentro del avión.

–Moira, avisa por la radio y di a las dos flotas que despejen la zona inmediatamente. –le ordena con una voz severa, incluso si debe priorizar a los humanos que hay en los barcos por encima de su hermana.

–Yo voy a entrar. –sentencia Erik con sus puños cerrados, pues ahora está muy enfadado–. Casi matan a (T/n). No voy a quedarme de brazos cruzados.

–Bestia, Caos, Chronos, acompañadle. –les indica el joven de cabellos castaños, quien ahora vigila el sueño de su hermana, que parece haber palidecido.

–Entendido. –comenta la de pelo azul, afirmando con su rostro.

–Erik, yo te guiaré cuando hayas entrado, pero necesito que apagues lo que me está bloqueando. –le indica con una voz pausada–. Y luego, esperemos que no sea muy tarde para detenerle.

–¡Entendido!

–¡Suerte! –le desea con un tono algo esperanzado, pues desea evitar cualquier tipo de conflicto–. Raven, tú no. –le ordena, su voz de pronto autoritaria.

–¡Yo puedo ayudar! –rebate la de piel azul y ojos ámbares.

–No discutamos. –apostilla el joven–. Te necesito para cuidar de (T/n) si despierta. De todas formas, si aparece alguien en la entrada, tú te ocuparás de él ¿de acuerdo?

–De acuerdo. –concede Mística, sentándose al lado de la joven pelirroja.

Erik sale del avión junto a Bestia, Caos y Chronos. Por otro lado, la joven de cabello azul estaba preparándose para usar sus poderes de manipulación del tiempo. Se colocan frente al avión, observando a sus contrincantes: Ángel, Azazel y el joven de los tornados. Ángel comienza a volar usando sus alas, pero incluso antes de que pueda moverse, Chronos chasquea sus dedos, deteniendo el tiempo para ella y sus aliados.

–Rápido. Daros prisa en noquearlos. –comenta la muchacha de ojos azules–. No podré mantener el tiempo detenido por mucho más.

–Entendido. –replica Caos, lanzando un haz de energía hacia una de las alas de Ángel, incapacitándola y dejándola inconsciente, para después lanzar otro al joven de los tornados.

Bestia por su parte se encarga de atacar a Azazel, sin embargo, los poderes de Chronos se agotan en ese preciso instante, lo que provoca que el demonio rojo se teletransporte a la espalda de Caos y Bestia, teletransportándolos con él. Por su parte, Erik usa sus poderes para apartar la pared del submarino, logrando aplastar bajo ella al joven que crea tornados.

–Eso por mi novia. –comenta Erik mientras corre hacia el submarino, pasando por encima del metal que acababa de arrancar, logrando escuchar cómo el joven se quejaba de dolor, lo que provoca que sonría–. Con permiso...

"Erik, ve hacia el centro del submarino. Es ahí donde mi mente no logra penetrar. Hemos de asumir que es ahí donde está Shaw." –le dice Charles a su amigo usando sus poderes telepáticos.

Por su parte, Bestia se teletransporta de nuevo a la playa junto con Azazel, mientras que Caos queda en el agua del mar. Banshee aparece en el momento oportuno y logra ayudar a Alex, planeando con su sonar hasta la playa, cayendo ambos a la arena en pocos minutos. Azazel está a punto de clavar su cola a Bestia, cuando la voz de Shaw lo hace detenerse.

–Azazel.

El demonio rojo se levanta y observa a Shaw, y ese es el preciso instante que Bestia aprovecha para atacarlo, dejándolo K.O. Cuando Hank vuelve su vista a Shaw, éste se transforma en Raven, dejando claro que había sido ella desde el primer momento, ambos sonriéndose el uno al otro.

Erik, ya en el interior del submarino de Shaw, comienza su búsqueda de aquel hombre que hizo de su vida un infierno viviente, y quien ahora se había empeñado en hacerle daño a la hermana de Xavier, a quien él amaba. No desea dejarlo con vida, pero al haberle prometido a la pelirroja que por ella daría una oportunidad a la humanidad, Erik no se ve capaz de desdecirse.

"Ése es el reactor nuclear. Desactívalo." –le indica el telépata al manipulador de metal, quien cumple con la directriz de su amigo, bajando la palanca y apagando la fuente de energía de Shaw.

Una vez apagado el reactor nuclear, Erik abre la compuerta adyacente entrando a la estancia contigua.

"Erik, ya estás ahí. Has llegado a la zona muerta." –le informa Charles.

–No está aquí, Charles. Shaw no está aquí. Debe de haber salido. –niega el joven de 32 años, girándose sobre si mismo en varias ocasiones, intentando encontrar a ese hombre.

"¿Qué? ¡Vamos, tiene que estar ahí!" –exclama Charles molesto y sorprendido por las palabras de su amigo, y ahora novio, de su hermana–. "¡No puede estar en ninguna otra parte! ¡Busca bien!"

–¡Te digo que no está! ¡Aquí no hay nadie, maldita sea! –grita el manipulador de metal de ojos verdes.

En ese preciso instante, la pared que quedaba a la espalda de Erik comienza a abrirse lentamente, sin que el joven de ojos verdes se percate en ningún momentos de ello. Al escuchar un ruido seco y metálico, Erik se gira lentamente y observa el interior de la sala del reactor: allí estaba Sebastian Shaw.

–Erik... Que agradable sorpresa. –comenta el hombre con un recalcado tono de satisfacción y misterio.

"¡Erik! ¡Erik!" –exclama Charles.

–Me alegra volver a verte. –indica el mutante que absorbe la energía, mientras observa con deleite cómo Erik camina con pasos lentos hacia él.

Al entrar en la sala del reactor, Charles pierde el contacto con Erik, lo que lo frustra de sobremanera. El joven de 32 años por su parte ahora se encuentra con aquel hombre de Auschwitz frente a él. Ese mismo hombre que había amenazado a quien ahora desea proteger con su vida de ser necesario.

–¿Puedo hacerte una pegunta? –inquiere Shaw–. ¿Qué haces en su bando?

–No es asunto tuyo. –replica Erik, su voz gélida de desprecio.

–¿Por qué luchas por una raza condenada, que nos perseguirá en cuanto se de cuenta de que su reino ha llegado a su fin? –le pregunta Shaw con voz solemne.

–No todos son como tú. –replica Erik con rotundez.

–Ah... Claro. –comenta el hombre del casco–. (T/n) Xavier. –apela a su nombre, comprobando con deleite que el cuerpo de Lehnsherr se tensa al instante–. Ahora te has vuelto compasivo, Erik. Ahora que ella es una mutante...

–¡Cállate! –exclama Lehnsherr, completamente fuera de sus casillas–. ¡No sabes nada sobre ella! ¡Nada!

–Oh, pero sí que sé que la amas... –comenta Shaw–. Me pregunto qué pasaría si le ocurriese algo malo... O si ella misma se viera obligada a tomar una decisión drástica. Todo, por salvar a los que ama.

Erik no se contuvo más al escuchar esa clara amenaza a la vida de la pequeña hermana del telépata. Con gran furia lanzó un gancho izquierdo al rostro de Shaw, que sin embargo, no se inmutó. La energía que había absorbido actúa ahora como un chaleco antibalas, el cual le protege de cualquier tipo de daño intencionado. Lehnsherr lo observa confuso por lo que está sucediendo, sin comprender del todo cómo es que el golpe no lo ha aturdido en lo más mínimo.

–Lamento lo que pasó en esos campos. Te lo aseguro. –indica el hombre con el casco, su tono falsamente apenado.

–No digas eso como si fuera cierto. –sentencia el manipulador de metal.

Shaw sonríe y da un pequeño toque con el índice a la frente del joven, usando su energía para lanzarlo de espaldas, por lo que Erik se golpea la espalda contra el cristal de la sala, resquebrajándose éste. El resquebraje del cristal provoca que Charles recupere de nuevo la conexión con Erik.

"¡Erik, no sé qué estás haciendo, pero sigue. Empieza a funcionar!" –exclama el telépata.

–Pero todo lo que hice, lo hice por ti. Para desatar tu poder, y hacerte más fuerte. –indica Shaw, acercándose más a Erik, momentos antes de colocar su mano en su mentón, volviendo a lanzar al joven de 32 años contra la pared.

–"¡Continúa!" –lo alentó Charles–. "Empiezo a verle, pero aún no puedo entrar en su mente."

–Ahora haces mucho más que mover verjas. –comenta Shaw, visiblemente deslumbrado por la mejoría de Erik en el control de sus poderes–. Estoy orgulloso de ti. –indica, mientras que Erik se levanta del suelo con dificultad.

En ese momento, el joven de ojos verdes comienza a manipular todo el metal que rodea la sala del reactor, haciendo que varias vigas de metal rompan los cristales y la sala, golpeando a Shaw en el proceso. Erik coloca la mayoría del metal entre él y ese hombre, con la intención de poner distancia entre ambos.

–Pero solo has empezado a arañar la superficie. –comenta Sebastian Shaw, comenzando a caminar hacia Lehnsherr, apartando con su energía atómica el metal que los separa–. Piensa hasta dónde llegaríamos... juntos. –comenta, incluso cuando Erik trata con todas sus fuerzas en manipular la viga de metal que los separa, intentando alejarlo de él, lo que resulta inútil, pues Shaw es mucho más poderoso que él.

El joven de 32 años acaba por ser aprisionado por la propia viga de metal que intentaba manipular, la cual lo tiene retenido contra a pared, pues ahora Shaw está justo frente a él.

–No quiero hacerte daño. Nunca quise hacerlo. –le dice a Erik, posando su mano izquierda en su cabeza, acariciando su cabello–. Deseo ayudarte. Es nuestro momento. Es nuestra era. –comenta Shaw, su voz fría–. Somos el futuro de la raza humana.

La voz de Shaw comienza a volverse sugestiva para Erik, quien empieza a sentir la presencia de una voz autoritaria en su mente, como aquella sombra del pasado que nunca ha dejado de perseguirlo. Esa voz oscura y manipuladora que intenta arrastrarlo a la oscuridad una vez más.

–Tú y yo, hijo. Juntos. –continuó Shaw, tratando de hacer que Erik volviera a estar en su bando–. El mundo podría ser nuestro.

Por un instante, Erik estuvo a punto de caer en sus oscuras y manipuladoras palabras, cuando de pronto, la imagen de (T/n) apareció en su mente, junto con todos los recuerdos felices que había cosechado aquellos meses, junto a los otros mutantes, lo que acabó por hacerlo decidirse.

–Todo lo que hiciste... Me hizo más fuerte. Me transformó en el arma que soy hoy. Eso es cierto. –admite Erik con un tono de voz suave, resignado–. Lo he sabido siempre. –comenta, lo que hace sonreír a Shaw–. Tú eres mi creador... –le dice, instantes antes de usar el metal del submarino para quitarle el casco a Shaw–. ¡Ahora, Charles!

Charles en ese momento logra interceptar la mente de Sebastian Shaw, paralizándolo y evitando que se moviera. Erik deja que la viga que lo sujetaba caiga al suelo con un golpe seco, antes de caminar frente un paralizado Shaw.

–Lo siento, Charles. –se disculpa el joven, haciendo un gesto y cogiendo el casco de Shaw en sus manos.

"Erik por favor, ¡tú puedes ser mejor que él!"

–No es que no confíe en ti. –comenta Erik, colocándose el casco.

"¡Erik, no podrás volver atrás-!" –es lo último que Charles puede decirle a su amigo, antes de que el casco bloquee sus poderes.

–Si estás ahí... –dice Lehnsherr tras acercarse a Shaw–. Quiero que sepas que estoy de acuerdo con todo lo que has dicho: nosotros somos el futuro. –admite, antes de que su voz se vuelva gélida–. Pero es nuestra decisión si vamos a convivir o no con los humanos. No somos superiores a ellos. Somos el futuro, ya que nosotros tenemos la tarea de enseñarles que no somos un peligro para ellos. –le dice con una voz más severa, recordando a la pelirroja y su promesa–. Pero –continúa caminando lejos de él–, desgraciadamente, mataste a mi madre y has hecho daño a (T/n). –indica, girándose hacia Shaw, sacando una conocía moneda nazi de su bolsillo, sujetándola entre sus dedos índice y pulgar–. Te diré lo que vamos a hacer: voy a contar hasta tres, y voy a mover ésta moneda. –sentencia, comenzando a mover la moneda hacia Shaw–. 1,... 2,... y 3.

***

Despierto con dificultad: estoy en el interior del avión estrellado. A mi izquierda se encuentran Charles y Raven. Tras incorporarme y acercarme a una de las ventanas, veo a varios de mis compañeros que han luchando contra los aliados de Shaw. Trato de correr hacia ellos y comprobar si se encuentran bien, pero Charles me detiene, agarrándome el brazo izquierdo. Parece que algo va mal, pues en su rostro veo una profunda desesperación. De pronto me doy cuenta: no veo a Erik por ninguna parte... ¿Dónde está? En ese preciso momento Charles da un grito de dolor que me hiela la sangre. Cuando al fin deja de gritar, lo observo con preocupación: su expresión me dice todo lo que necesito saber.

–Erik... Ha acabado con Shaw, ¿verdad? –logro preguntar con pesadez e incredulidad al mismo tiempo.

Mi hermano asiente lentamente, su rostro empapado en sudor por lo que acaba de experimentar. No puedo creer que Erik haya decidido anteponer su venganza ala justicia...

***

En el gabinete del gobierno estadounidense...

–Los rusos comparten nuestra opinión, y se unirán a un ataque a los mutantes. Podemos acabar con ésta amenaza ahora. –dice Striker–. Nunca tendremos otra oportunidad así.

–Tenemos una agente en esa playa. –indica el jefe de Moira.

Una agente. –recalca Striker con desprecio.

–Una buena agente.

–Son daños colaterales. –le asegura Striker sin el más mínimo resquicio de humanidad.

***

Cuando Charles, Moira y yo salimos del avión, veo que Erik está saliendo del interior del submarino con un casco en su cabeza. Veo también el cuerpo sin vida de Sebastian Shaw frente a él: lo ha matado, tal y como había jurado que lo haría. Aquello me hace estremecer, pues se trata de una acción inhumana hasta para él.

–Hoy acaban nuestros enfrentamientos... –comienza a decir Erik.

Sin perder apenas un segundo, Erik deja caer ese cadáver a la arena, estrellándose con un ruido seco una vez toca el suelo. Charles y yo comenzamos a caminar hacia él, incrédulos ante lo que estamos siendo testigos. Tras descender del aire, se acerca al borde de la playa, donde las cristalinas aguas saladas tocan la arena.

–Quitaros la venda de los ojos, hermanos y hermanas. –nos dice con calma–. El verdadero enemigo está allí. –indica, señalando a la flota de navíos–. Siento sus cañones moviéndose sobre el agua. Sus armas, apuntándonos. Americanos, soviéticos,... Humanos. Unidos en su miedo a los desconocido.

No puedo creer lo que Erik está diciendo. No puedo creer que a pesar de lo que hemos hecho por ellos nos traicionen.

–Los neandertales nos tienen miedo, congéneres mutantes. –explica Erik, lo que me hace gritarle.

–¿¡Qué ha sido de la promesa que me hiciste!? ¿¡Qué hay de darles una oportunidad a los humanos!? ¿¡Acaso esa promesa no significa nada para ti!?

–¡Lo he intentado, (T/n)! –me grita–. Al salir de éste submarino me encontraba dispuesto a perdonar y olvidar, ¡pero sus armas nos apuntan! ¡Los humanos nunca cambiarán! ¡No todos son como tú!

Charles y yo caminamos hasta el borde de la playa, donde el agua toca la arena con suavidad.

–Adelante Charles, (T/n), decidme que me equivoco.

Los humanos nos están apuntando con sus cañones. Tienen miedo de aquello que no conocen... Y nos matarán a todos con tal de protegerse de ésta nueva amenaza. Erik tenía razón. Noto la expresión desesperanzada de Charles, quien se encuentra a mi izquierda, observando los navíos soviéticos y estadounidenses. Si disparan esos cañones Erik detendrá los misiles con sus poderes, pero... ¿A qué coste? Se los devolverá con igual o mayor intensidad. Morirán todos. Familias inocentes quedarán devastadas si eso ocurre. No puedo permitirlo.

–Es cierto. –escucho musitar a Charles, quien da una mirada rápida a Moira, que corre rápidamente al interior del avión para intentar contactar por radio

–¡Comandante! –la escucho gritar desde el interior del avión–. ¡Aquí Ex-Rey Bravo 70! ¡Responda, cambio! ¡La playa está asegurada: suspenda el ataque!

***

–Apuntando a la playa y listos para abrir fuego, señor. –dice el tirador de la flota naval estadounidense.

–Espere. –le indica el capitán.

–A la espera, señor.

–Señor, nuestras armas apuntan a la playa y estamos listos para abrir fuego. –le comunica el tirador soviético a su capitán.

–¡FUEGO! –exclamaron los capitanes de ambas flotas, los misiles siendo lanzados.

***

Ocurre lo que había anticipado: han disparado sus misiles. Erik se dispone a detenerlos. Si lo hace matará a los humanos de los barcos. Con unos pocos pasos me coloco frente a él, dándole la espalda.

–¿(T/n)...? –lo escucho preguntar, totalmente confuso por mis acciones.

Tras unos pocos segundos de duda comienzo a caminar con pasos lentos. Si lo que ellos quieren es un enemigo... Yo se lo daré.

He tomado mi decisión.

–¡Chronos, ahora! –le grito a la que antaño fuera mi mejor amiga, quien detiene el tiempo para todas las personas de la playa, exceptuándome a mi–. Gracias, vieja amiga... –agradezco con una sonrisa, instantes antes de comenzar a caminar sobre las aguas.

En ese preciso momento siento aquella familiar sensación en mi mente y ojos. Aquella otra yo... La otra yo que me he negado a reconocer que se haya en mi interior. Cierro los ojos, la oscuridad haciendo presa de mi. Allí, me rindo ante su poder, pues si quiero salvar a mis amigos, debo traer todo mi poder y toda mi destrucción conmigo. No importa qué ocurra a partir de éste momento... No me arrepiento. Dejo paso a mi otra yo... Dejo paso al Fénix. Al abrir los ojos, éstos son del color del fuego, y todo mi cuerpo se halla rodeado de fuego cósmico. Con una sonrisa casi rozando la locura, extiendo mi mano hacia los misiles, desintegrando la mayoría. Noto que el poder de Chronos se ha apagado, ya que siento que a mi espalda hay movimiento, y escucho el ruido de una pelea, mas no tiene importancia ahora. Noto que los misiles se giran de nuevo contra los humanos, por lo que dirijo mi fuego cósmico contra Erik, quien los está manipulando de nuevo. No quiero hacerle daño, pero no me deja otra opción. Tras haberlo atacado y dejado en el suelo, comienzo a desintegrar el resto de los misiles uno por uno, pues quiero evitar a como de lugar, que Erik se convierta en un monstruo. Apenas me había elevado en el aire, cuando escucho una voz.

–¡ERIK! ¡NO LO HAGAS! –grita a mi hermano–. ¡BASTA!

Aquella voz logra detener mis acciones, por lo que lentamente me giro hacia ellos, observando que Erik y Charles están peleando entre sí. El fuego cósmico vuelve al interior de mi cuerpo, la sensación de mis ojos desapareciendo poco a poco. Veo a Charles en el suelo, y antes de que pueda darme cuenta de lo que ocurre, Erik usa el metal de mi traje y me hace bajar del aire, lanzándome contra la arena. Noto que no usa todo su poder, pues no quiere hacerme daño, de igual manera que yo no quiero hacerle daño a él. En ese preciso momento escucho el claro sonido de un disparo, y observo a mi hermano Charles caer al suelo con una expresión adolorida en su rostro. Sin perder un segundo, me levanto y corro hasta él, logrando percatarme de que Erik ha hecho estallar el resto de los misiles que yo no he destruido, de los cuales había retomado el control de nuevo, continuando en su afán de devolvérselos a los humanos. Al correr me doy cuenta de que Moira tiene una pistola en sus manos, y que ha sido ella quien ha disparado, mas las balas no iban dirigidas a mi hermano, sino a quien yo amo desesperadamente: Erik. Él las ha desviado, y ha causado que mi hermano quede herido. Observo cómo Erik corre a su espalda, sacando la bala que acababa de impactar contra él, cogiéndolo en brazos. De forma leve, escucho a los humanos celebrar que han salido vivos de aquello... Todo es por su culpa.

–Lo siento, Charles... –se disculpa Lehnsherr, antes de mirarme a los ojos, los cuales están recuperando su color azul–. Lo siento (T/n) –se disculpa conmigo, en su voz una total sinceridad y pena–. ¡He dicho que os apartéis! –les grita al resto de mutantes–. Tú... –dice, mirando a Moira–. Tú has hecho esto... –confronta, comenzando a asfixiarla con la cadena de metal que lleva al cuello.

–Erik... Por favor... –escucho la voz débil de mi hermano.

–Ella no ha sido, Erik. –sentencio yo, alzando mi voz ligeramente–. Has sido tú. –lo acuso con severidad, mis ojos sin apartarse de él.

Erik entonces posa su mirada en mi, las palabras que acabo de dirigirle habiéndolo lastimado profundamente, pero sé que tengo razón, pues si no hubiera acabado con Shaw podríamos haber evitado todo esto. Podríamos haber evitado que los humanos se volverán en nuestra contra, que yo hubiera dejado al Fénix poseer mi cuerpo y mente, y tampoco habríamos tenido que pelearnos. Erik suelta a Moira, y nos mira a mi hermano y a mi.

–Nos estamos enfrentando... Eso es lo que quieren. Ya te lo advertí, Charles. –dice el trágico hombre al que no puedo dejar de amar–. Yo te quiero a mi lado. –mira a mi hermano–. También a ti, (T/n). –me mira a los ojos–. Debemos estar todos juntos, protegiéndonos. Deseamos todos lo mismo.

–Amigo mío, lo siento, pero no es así. –logra responderle Charles.

Veo miles de emociones pasar por los ojos de Erik al escuchar esas palabras salir de la boca de mi hermano. Con un semblante serio me mira y deja que coja a Charles en brazos. Después de aquello, Erik pide a los mutantes que se encuentran en la playa que se unan a a él, en una cruzada contra los humanos. No puedo creer que Erik esté dispuesto a sacrificar lo que tenemos por una ideología así. Ya no es el mismo hombre del que me enamoré aquel día. en última instancia, Erik trata de que vaya con él.

–(T/n), ven conmigo. –me dice, extendiendo su mano izquierda hacia mi.

–Lo siento, Erik. Mi lugar está con mi familia. –niego sin siquiera atreverme a mirarlo a los ojos, ya que si lo hiciera, no podría evitar lanzarme a su brazos. MI voz traiciona mis palabras, ya que el dolor que siento es colosal.

No comprendo exactamente por qué, pero Mística decide irse con él. Sin embargo, veo en su mente que su propósito es ayudar a los mutante que sean discriminados, e inclusive, intentar que Erik entre en razón y vuelva con nosotros. Ella me dice que me mantendrá informada sobre él, y que no comulga con su ideología. Solo necesita estar cerca para ayudarlo a ver el sendero correcto. Sabe que yo no puedo abandonar ahora a Charles, por lo que irá ella en mi lugar. Tras unos segundos, Erik desparece de allí, dejando mi corazón hecho pedazos: ¿nunca me amó?

"(T/n),..." –escucho decir a mi hermano–. "Erik te ama con locura. Solo debemos esperar... Tú eres la luz que podría traerlo de vuelta."

"Espero que tengas razón, Charles. No puedo vivir sin él..."

"Sé que no ha sido una decisión fácil de tomar. Gracias."

Moira se acerca corriendo a nosotros, al igual que Bestia, Caos y Banshee. Intentamos levantar a Charles, pero es inútil: no siente las piernas.

***

Los días pasan de forma inexorable, y Moira se encuentra en la mansión de Charles, empujando la silla de ruedas de éste.

–¿Y cuántos alumnos crees que tendrás aquí? –le pregunta al joven de ojos verdes–. Una vez que hayas puesto en marcha la escuela...

–Tantos como me sea posible. –replica el telépata–. O puede que más.

–¿Sabes? Algún día, el gobierno se dará cuenta de la suerte que tuvo de tener al Profesor X de su parte. –le comenta con una sonrisa y un tono de voz dulces.

–Sí... Supongo que ya soy un profesor de verdad, ¿no? –se pregunta con ironía–. Y dentro de nada estaré calvo.

Moira no pudo reprimir una carcajada ante el comentario de Charles, quien posó su vista en una de las ventanas de la mansión, donde se podía ver a su hermana menor con la mirada perdida en el horizonte.

–Aún estamos del lado del gobierno, Moira. –le dice Charles–. Aún somos Gi-Men.

–No, ahora sois otro equipo, y mejor. –comenta ella–. Sois X-Men.

–Ya... Eso suena bien. –concuerda Charles–. Moira, para nosotros el anonimato será la primera línea de defensa.

–Lo sé. –replica ella–. Aunque me amenacen con lo que sea, Charles, nunca les diré dónde estáis. Nunca.

–Y sé que no. Seguro. –concuerda Charles instantes antes de inclinarse y besar a Moira en los labios.

***

Estoy en el alfeizar de mi ventana y observo cómo Charles besa a Moira en los labios, mi corazón lleno de pena, ya que observo cómo mi hermano usa sus poderes para borrarle los recuerdos. Dejo que tengan su momento íntimo, ya que mis ojos y pensamientos están fijos en el horizonte, donde Erik se encuentra. Aún no pierdo la esperanza... Sé que Erik volverá. Solo es cuestión de tiempo, ya que siempre hay elección. Él tiene en su mano la decisión de cambiar... Y yo lo esperaré hasta entonces.

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