Capítulo 6
NOTA: He "re-publicado" este capítulo ya que me encontré con un error de publicación, lamento lo ocurrido.
No olvides leer hasta el final :)
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Macaria no había dormido mucho durante la noche por culpa del aleteo que sentía en su estómago y porque su mente no dejaba de crear imágenes fantasiosas. Palpaba constantemente su rostro para borrar aquella sonrisa imborrable. Se había levantado varias veces para beber un poco de agua e intentar calmarse pero era más difícil de lo que pensaba. Para ser sincera, ella quería que la noche pasara rápido para volver a verlo y como no lo conseguiría durmiendo, sería haciendo otra cosa. Se levantó de la cama nuevamente y fue por uno de los libros extraños que Hécate le había dado pero al buscarlo entre los demás, no lo encontró. Comenzó a recordar donde lo había dejado pero estaba segura de que no lo había movido de la mesilla. Salió de la habitación esperando no haberlo dejado afuera de la habitación y al alcance de Ralen o Ariadna; esperaba fuertemente que no lo hayan tomado ellos. Siguió caminando por el pasillo y pasó por la habitación de Melínoe, se detuvo frente a la puerta porque escuchó unas voces dentro. Se acercó totalmente consternada a la madera y colocó su oreja sobre ella tratando de comprobar lo que había escuchado. Ahora sólo había silencio y Macaria pensó que fue una equivocación de su parte pero sorpresivamente un golpe fue directo contra la puerta. Ella retrocedió asustada y volvió a avanzar queriendo averiguar qué pasaba dentro de la habitación. Detuvo su intención al tocar la perilla, aún recordaba lo que sucedió la última vez que abrió la puerta de Melínoe durante la noche.
—¿Melínoe? ¿Estás despierta? —Prefirió llamar pero nadie respondió.
Volvió a retroceder y se quedó por casi cinco minutos frente a la puerta esperando escuchar de nuevo algo o que Melínoe le respondiera, pero nada y continuó con lo que fue a hacer aunque quedó intrigada por lo que pasaba dentro de la habitación de su hermana. Buscó y buscó pero no lo encontró, fue a la sala de descanso y tampoco estaba ahí. Si alguien más leía ese libro se daría cuenta de lo que estaba planeando y todo se arruinaría. Deslizó sus manos por su rostro y miró el diván. Fue hasta él y tomó el diario que había tenido escondido. Lo abrió y leyó lo último que había escrito y comprendió mucho mejor lo mal que se sintió por la ausencia de Thanatos y lo feliz que estaba ahora que lo volvió a ver. Estrechó el diario contra sí y se acomodó sobre el diván, si no podía leer, quizás podría escribir un poco.
Pasaron algunas horas más y Macaria se quedó dormida y el diario sobre su estómago, estaba tan sumergida en sueños. Ralen recién había llegado a los Elíseos y con quien se topó primero fue con ella durmiendo. Tomó el diario que estaba sobre ella y lo cerró dejándolo sobre una mesa. Se quitó su capa y cubrió a Macaria con ella. La contempló un momento más hasta que lo jalaron hacia atrás.
—Ni se te ocurra despertarla—Advirtió Ariadna.
—No pretendía hacerlo, sólo la estaba cubriendo con algo.
—Y admirándola—Suspiró la chica. —Sé que la admiras y aprecias pero cada vez estás siendo más obvio.
—No lo creo.
—Claro que sí y sobre todo ayer, escucha Ralen...será mejor que no la incomodes, recuerda que es hija del señor Hades, eso complica las cosas.
—Ariadna, lo que siento es respeto y eso mismo se lo dije a la señorita Melínoe ayer, me preocupo por ambas.
—Pues tienes una forma muy desbalanceada de demostrarlo, sólo me preocupo por ti.
—Más que preocuparte parece que sabes algo más.
Ariadna abrió los labios para implorar algo pero se retractó, mejor no contar sobre sus suposiciones por respeto a Macaria y por los hechos no concretos.
—No sé nada más, sólo no hay que incomodarlas.
Melínoe recién había salido de su habitación y se acercó a la sala al escuchar susurros.
—Olvidé que volverían a venir—Confesó bostezando y viendo que Macaria estaba dormida tras de ellos. —¿Qué hace aquí Caria?
—No lo sabemos, acabamos de llegar y estaba ahí—Respondió Ariadna. Melínoe se acercó más y vio la capa de Ralen cubriéndola, entonces lo vio largamente.
—¿Qué ocurre? —Preguntó el joven al sentir dos grupos de ojos sobre él. Ariadna miró al techo. Al sentirse incómodo, buscó una salida que lo sacara de ese embrollo y entonces vio el brazo de Melínoe y se preocupó por ella. —¿Qué fue lo que le pasó?
—¿De qué hablas? —Preguntó inconsciente y luego vio su brazo, ni ella misma sabía qué le había pasado pero tenía muchos rasguños. —Ah...tenía un poco de comezón y me rasqué demasiado—Mintió cubriéndose inútilmente con su mano las heridas.
—No le creo—Respondió enseguida Ralen. —¿Alguien le hizo eso?
—Ya te dije que no, fui yo...deja de ser tan pesado Ralen. —Reprochó Melínoe.
Debido a que comenzaron a hacer mucho ruido, Macaria fue despertando y vio a todos hablando cerca de ella.
—¿Qué hacen en mi...?—Volteó a ver el lugar y se perpleja. —¿Qué hago aquí?
—¿No te acuerdas? —Preguntó Ariadna con duda.
Macaria hizo un retroceso mental sobre lo que había hecho durante la noche y recordó todo, suspiró cuando sus pensamientos se acomodaron.
—Sí, ya recordé...
—¿De...verdad? —Preguntó Ralen con una mirada bastante expresiva. Melínoe se adelantó hacia Macaria y la tomó del brazo.
—Qué bueno que despertaste. ¿Ya cómo te sientes con tu dolor de cabeza? —Macaria arrugó la frente.
—¿Dolor de cabeza? —Melínoe apretó más el brazo de su hermana esperando que le siguiera el juego.
—¿Nos pueden dejar solas? Creo que Caria aún no se siente tan bien—Ariadna asintió ante la petición pero Ralen no pretendía moverse de ahí hasta que la chica lo jaló con fuerza hacia ella y poderlo llevar a otro lado. Melínoe se aseguró de que se habían ido lejos. —Por poco y se dan cuenta de nuestra mentira.
—Lo siento, olvidé lo que les habías dicho en mi ausencia—Quitó la capa que la cubría con la intención de levantarse. —Debo darme prisa.
—¿Para qué? —Preguntó a modo de queja.
—Ya lo sabes, tengo que ir a ver a Thanatos.
—No puedes irte ahora, al menos espera unas horas, todavía es temprano.
—Pero no puedo perder más tiempo, debo hablar con Thanatos.
—¡Por favor! ¿A quién quieres engañar? Es obvio que no vas a tratar de convencerlo de que vuelva ni mucho menos a decirle que fuiste tú quien habló con él ayer—Macaria no dijo nada, era evidente que Melínoe estaba molesta. Bajó la mirada y vio su brazo.
—¿Qué te pasó? —Tomó su brazo y vio mejor las heridas.
—No sé, debí hacerlo mientras dormía.
Macaria vio a Melínoe con dolor e intriga. ¿Se habrá hecho eso cuando ella estaba fuera de su habitación? ¿Será bueno mencionarle lo que pasó?
—Melínoe, ayer estuve llamándote.
—Tú no estabas aquí hasta antes de que anocheciera—Se adelantó a responder con cansancio.
—No, en la noche—Melínoe tuvo una mirada inquieta. —Salí de mi habitación para buscar un libro y al pasar por la tuya...hubo un golpe en la puerta pero además y antes de eso, escuché una voz exagerada.
—Debiste habértelo imaginado, yo no escuché nada y estos rasguños debieron ser mientras dormía—Dijo excusándose sin estar siquiera segura de lo que decía. —Vamos a qué te cambies y luego hablas con Ralen, te apuesto lo que quieras que es tan exagerado que ahora mismo piensa que perdiste la memoria.
—No digas eso—Rio.
—Es la verdad, debiste verlo ayer, todo se va a complicar con él aquí—Melínoe tomó el diario de Macaria y se lo puso en el pecho. —Y cuida dónde dejas tus cosas, pudo haberlo leído.
—No lo haría, estoy segura—Melínoe volcó los ojos.
—Supongamos que no....¿Qué excusa vamos a inventar de nuevo? —Macaria suspiró de nuevo.
—Intentemos con lo mismo, que me siento mal—Dijo e inmediatamente Melínoe no estuvo de acuerdo pero antes de expresar su inconformismo.
—Estás bien loca Caria y yo más por ayudarte—Suspiró hondamente. —Sólo hoy, no te voy a ayudar más tiempo, resuelve este asunto antes de que vuelvas—Concluyó con determinación, Macaria sintió un vació en el estómago pero entendía la postura de su hermana, se estaban arriesgando por su necedad.
***
Hades observaba cada uno de los pequeños frascos o contenedores de pociones que estaban perfectamente acomodados pero llenos de polvo y telarañas, cada uno de ellos tenía una nota con su respectivo nombre.
—No vayas a tirar ninguno de ellos, como podrás recordar, son de vital importancia—Advirtió Hécate. Hades tornó la mirada.
—Y peligrosos—Añadió—Deberíamos deshacernos de todo—Indicó con sorna, Hécate lo vio con agresividad.
—Ni se te ocurra hacerlo o te convierto en oruga—Apuntó con un libro.
—No peleen más, no estamos aquí por esa razón—Protestó Perséfone.
—Tienes toda la razón, tenemos que continuar con la creación de la pócima para Melínoe y aprovechamos para crear una Hades, quizás esa sea la solución a su pésimo sentido del humor y mal genio—Sonrió Hécate. Perséfone miró al techo.
—Y una para ti, a ver si con eso vuelves a ser joven—Contraatacó Hades.
—¿Van a dejar las cosas en paz o me puedo retirar? —Preguntó Perséfone cansada. —Estamos aquí por algo importante y es el bienestar de mi hija...con ustedes dos peleando por tonterías hacen que la convivencia sea igual de tensa que con mi madre.
Ambos la miraron sorprendidos y no evitaron sentirse ligeramente agraviados.
—Eso es lo más ofensivo que nos has dicho—Replicó Hécate, Hades frunció el ceño.
—Por Deméter es que estamos en este lío...¡Estoy cansado de que nuestros mayores problemas sean por causa de ella!
—Lo sé Hades, pero actuando así no es la mejor opción—Dijo Perséfone.
—¿Sabes cuál es la mejor opción? ¡Atacarla de una vez por todas y obligarla a que revierta esa maldición! —Exclamó con agravio en su voz. Perséfone negó. —¿Por qué no puedes apoyarme en esto?
—Porque ambos sabemos los resultados de una disputa así y te recuerdo que ya no estamos solos, ahora tenemos dos hijas y debemos ocuparnos de protegerlas.
—Por el momento, ellas están bien protegidas, ni siquiera se les ocurriría hacer una osadía.
"No estaría tan segura" Pensó Hécate conteniendo una sonrisa.
—Por ahora...amo a las dos pero en estos momentos me preocupa Melínoe, por eso estamos aquí, tratando de resolver las cosas pacíficamente...
—Sí, es difícil pero no imposible, hay que dejar de perder más tiempo y continuemos buscando respuestas en los libros—Dijo Hécate.
Hades respiró hondo para calmarse, tomó uno de los libros de magia que había y comenzó a leerlo.
—¿Qué mal crees que esté atacando a mi hija realmente? —Preguntó Hades.
—Con certeza, podría ser algo más serio que sólo pérdida de memoria, incluso creo que Deméter no tiene ni idea de la maldición que le dio a Melínoe. Como te dije una vez, si Perséfone estaba embarazada cuando le hizo beberlo, habría abortado...pero eso no sucedió sino que tardó muchísimo tiempo en concebir un hijo y una maldición rodeará a Perséfone o la transmitirá a alguien más.
—Es lo que me hace detestarla aún más, nosotros creíamos que esa era la maldición, que no pudiéramos tener hijos durante tantos años.
—Pero con lo sucedido con Melínoe, sabemos que no fue así, estoy segura que su situación tiene que ver con Deméter, por eso debemos trabajar en una poción de reversión o convencer a Deméter de que la libre de ese mal.
Hades volcó los ojos y Perséfone resopló con melancolía, había que descartar esa posibilidad sí o sí. Los dioses seguían investigando y hablando sobre el asunto de Melínoe mientras alguien afuera estaba escuchando todo.
—Vaya vaya...que tema tan interesante—Sonrió aquella mujer bajo una gruesa capa mientras se alejaba del lugar.
***
Vicenza, Italia
Macaria había regresado a la Tierra en el mismo lugar que el día anterior por lo que fue más sencillo para ella desplazarse. Caminó adelante y pasó por el mismo lugar donde había visto su reflejo. Se acercó al vidrio y se miró de nuevo. Ese disfraz era hermoso, por eso Thanatos hablaba y se reía tan fluidamente. Tomó aire tratando de no ser negativa y analizó un detalle físico que había pasado por alto en los Elíseos; llevaba la misma ropa que ayer. No sabía las costumbres de la Tierra ni mucho menos la manera de vestirse pero al menos en el Inframundo y en los Elíseos no se usaba la misma ropa seguido, si lo hacía frente a Thanatos podría sospechar.
—¿Puedo ayudarla? —Preguntó una mujer. Macaria la vio mejor y era la misma que le había hablado por primera vez el día anterior y no llevaba la misma ropa.
—Quisiera ropa, eso me ayudaría.
—Por supuesto, no tengo muchos conjuntos pero son preciosos.
Macaria vio tres de los conjuntos que le mostró la mujer, ni siquiera podía elegir alguno, todos eran estrafalarios para ella. Resopló y señaló el que era más cercano a un vestido.
—Deme ese.
—¿Quiere probárselo? —La chica asintió y fue conducida a una habitación diminuta donde se quitó la ropa que tenía y se fue poniendo la nueva la cual era un poco similar a un vestido y esperaba que fuera así. Salió de la pequeña habitación después de largos minutos, se sentía bastante diferente e incómoda porque sus rodillas estaban expuestas. —Se te ve muy bien, espera...falta algo.
La mujer le colocó una pashmina de manchas alrededor del cuello levantándole el cabello ondulado. Con ese pedazo de tela suave, Caria se sentía más cubierta.
—Gracias.
—Espero que haya sido de su agrado, es un estilo muy casual...cuesta veintitres euros.
Esa revelación fue impronunciable para Macaria y no específicamente hablando sino que desconocía el significado.
—Disculpe es que yo...no soy de aquí y no tengo eso para pagarle.
—¿Cómo? —Preguntó asustada la mujer.
—S-Sí, no tengo lo que me pide pero puedo traerle algo más tarde para recompensarle.
—Es que...esto no funciona así, parece de confianza pero sólo la he visto dos veces. En todos lugares es así y debe saberlo, los clientes pagan con monedas y se llevan algo a cambio—Dijo en sentido significativo.
—¿Moneda?... —Preguntó para sí misma y se le vino a la mente Aqueronte. —No tengo monedas pero tengo esto—Se quitó una delgada pulsera de su muñeca y se la extendió a la mujer. Ella analizó el material y no resultaba ser algo conocido pero tampoco parecía barato por su apreciable brillo. —¿Así está bien?
—Sí...eso creo.
—Muchas gracias.
Caria salió de la tienda y siguió caminando. La mujer la vio irse y al entrar al probador vi que había dejado su ropa. ¿Se le habría olvidado? Pensó además de considerarla una mujer rara. Caria siguió su andar y reconoció el punto exacto donde aquel hombre desconocido había intentado hacerle algo, esta vez, miró hacia atrás varias veces esperando no encontrárselo de nuevo y buscando a Thanatos. Se detuvo donde se despidieron pero él no estaba. Permaneció allí de pie por casi quince minutos y él no se aparecía, empezaba a tener la inquietud de que no iría porque había descubierto quién era; se mordió el labio. Con la intención de calmar sus nervios, observó algo que le llamara la atención y la distrajera, lo encontró. A unos cuantos metros de distancia estaba un pequeño establecimiento con muchos libros detrás de un gran vidrio, podía relacionarlo a una biblioteca.
Se acercó con paso lento y empujó la puerta del lugar, al hacer esto, una campana se escuchó y la espantó y al poco rato, una mujer mayor se fue acercando a ella.
—Buongiorno. ¿Puedo ayudarla señorita? —Otra vez ese raro idioma que comprendía perfectamente. —¿Buscaba algún libro en especial?
—Sí, gracias...Quería...quiero uno sobre la historia de...Italia—Tardó en formar la oración con la intención de no equivocarse.
—Tengo muchos sobre esos. ¿Algún autor o título en especial? —Macaria negó.
—El que sea está bien, quiero conocer más sobre este lugar.
—Oh ya entiendo, no es de por aquí...no se preocupe, le traeré algunos y podrá leerlos donde guste—La invitó a pasar.
Macaria se adentró más a la biblioteca, era modesto el lugar y reconfortante, a pesar de ser pequeño, contaba con varias estanterías de madera y algunas mesas vacías. Se sentó frente a una de ellas y espero a que la mujer llegara, alzó la vista por el vidrio el cual proyectaba bien el exterior y podía estar al pendiente por si Thanatos aparecía.
La mujer apareció con un andar cansado y tres libros con ella. Los colocó sobre la mesa.
—Aquí están los mejores, lee el que quieras y si decides llevarte uno a casa, sólo hay que llenar un formulario.
—Gracias, yo le avisaré—La mujer se marchó hacia lo que parecía ser una pequeña recepción. Macaria tomó el primer libro y quitó el leve rastro de polvo de la portada. Este era azul y opaco con hojas amarillas. Lo abrió y fue hojeándolo despacio mientras buscaba algo que pudiera servirle de ayuda.
Después de casi dos horas, Macaria seguía leyendo el primer libro. Aunque quería buscar algo rápido y práctico, terminó por leerlo desde el comienzo y resultó muy interesante, tanto que no sintió ansiedad por la espera. Se levantó y se acercó de nuevo a la mujer.
—¿Deseas llevártelos a casa?
—Sí, aún no termino de leer ni la mitad de uno—La mujer comenzó a sacar unas hojas pequeñas y membretadas y un bolígrafo.
—¿Puedes darme tu nombre completo y dirección?
—¿Mi...dirección? —La pregunta era confusa, no tenía ni idea de que le estaba preguntando.
—Sí, el lugar donde te estas alojando.
—Oh...yo...no me sé la dirección, acabo de llegar aquí—Macaria vio el exterior del lugar y vio a Thanatos pasar, aunque no le vio el rostro, su complexión era indiscutible. —Lo siento yo...regresaré después.
—Claro...está bien.
La mujer no supo entender lo que acaba de pasar pero Macaria llevó prisa de repente. Salió de la biblioteca y miró de un lado a otro de la calle, Thanatos ya no era visible.
—Se ha ido...¿Y ahora qué hago? —Se preguntó a si misma cuando se rindió de buscarlo con la mirada.
—Creí que no vendrías—Al escuchar su voz, su corazón se detuvo. Ella se giró a verlo, lucía tan bien y volvía a tener aquella hipnotizaste sonrisa en su rostro. Thanatos esperaba que dijera algo pero se perdió mirándolo, hecho que lo hizo sonreír más. —¿Ya no recuerdas quién soy?
—¿Eh?...Ah no, yo sólo estaba...yo creí que tu no vendrías—Sonrió lamentando lucir tan tonta frente a él.
—¿Llevas tiempo esperándome? —Preguntó ahora con impresión.
—Sí...¡Digo no! Acabo de llegar—Se cruzó de brazos.
—Menos mal, no me gusta hacer esperar a nadie, por eso acordamos vernos a esta hora.
—Sí sí, de ninguna manera llegué antes—Aseguró con mentiras.
"Llegue horas antes...genial" Pensó.
—Bueno. ¿A dónde te gustaría ir?
—Pues...dime tú, yo no sé nada de este lugar—Rio.
—Eso es cierto...bien, creo que ya sé a dónde llevarte. ¿Quieres tomar el autobús o podemos irnos en tren?
La expresión de Macaria quedó entumida y odiaba quedarse así sin saber de qué le estaban hablando, era bastante difícil aparentar normalidad.
—No, quisiera ir caminando.
—¿Caminando? —Preguntó sorprendido Thanatos. —¿Estás segura? A dónde vamos está algo retirado.
—Sí y no creo que importe tanto, puedo conocer mejor Italia.
A Thanatos le agradaba su actitud decidida y aventurera aunque él no estuviera convencido de que haya sido una buena elección para ella.
—Entonces vayamos por acá—Él le extendió el brazo para que ella lo tomara. Algo titubeante lo hizo y comenzaron a caminar. Caria tenía que alzar un poco sus brazos por la diferencia de estatura. —Mientras andamos para allá. ¿Por qué no me cuentas más de tu vida?
—Oh no...mi vida no es interesante—Dijo zafándose del posible problema.
—Toda vida es interesante a ojos de alguien más—Dijo y ella sonrió por lo bajo, Thanatos siempre contaba con palabras sabias y reflexivas.
—Aun así, prefiero contarte después de mí...al final del día y tú puedes contarme sobre la tuya.
—¿Estás tratando de hacer un trueque conmigo?
—Es el segundo que hago el día de hoy—Sonrió.
—Está bien. ¿Qué quieres saber de mí? Algo que no te haya contado ayer.
—Son muchas cosas entonces pero habrá mucho tiempo para saberlo—Sonrió y comenzó a andar a lado de Thanatos, esperando que rumbo conocería.
Elíseos
Melínoe se había encerrado en su habitación mientras Ralen y Ariadna daban su recorrido por el castillo. Estaba sentada frente a su tocador tratando de mantenerse calmada. Sin mirarse el brazo, pasó sus dedos sobre su piel causando ardor con el roce, Melínoe tensó los labios antes de volver a ver esas extrañas heridas; ocupaban la mayor parte del brazo y algunas lucían profundas. ¿Cómo es que pudo hacerse eso? No podía culpar a los demás por pensar que estaba encubriendo a quien le hizo daño teniendo en cuenta el nivel de las heridas pero no había nadie a quien apuntar con el dedo; sólo ella estaba sola.
—Tal vez estoy exagerando—Rio con nerviosismo. Para evitar elevar su preocupación, agitó su cabeza y dejó posar su mirada en cualquier otro lado al igual que su mente sin embargo, eso sólo la hizo darse cuenta de algo más que tampoco comprendía. Observó el florero que estaba en encima del tocador y pasó sus dedos sobre unas manchas rojas oscuras. Rascó con su uña, deshaciendo una parte de la mancha. Intentó analizar los pequeños fragmentos con sus dedos y enseguida volvió a observar el florero. En él, se podía apreciar perfectamente su reflejo; su pulso se aceleró y sus labios se abrieron casi temblorosos, su imagen estaba pasmada, ninguno de los recientes gestos se veían en el reflejo, hasta que sonrió de oreja a oreja. Melínoe saltó hacia atrás tirando el florero de oro al suelo. Se llevó las manos adentro de sus rizados cabellos y se arrodilló con temblor.
—No otra vez...por favor, no otra vez...—Repitió con voz entrecortada, buscando consuelo en un optimismo que tardaba en presentarse y en su lugar, esos fuertes dolores de cabeza surgieron con una intensidad más grande de la que jamás había sentido. —No me lastimes....ya no me lastimes...—Dijo en voz alta, luchando contra lo que la estaba atacando. Sus lágrimas fluían sin control pero esto era lo que menos le preocupaba. Intentaba levantarse a pesar del intenso dolor, estaba cansada de que ese mal siempre la derrumbara; quería ser más fuerte que eso.
Melínoe dio un grito muy fuerte y largo, lleno de triunfo. El dolor se había desvanecido increíblemente y se mantenía de pie sin titubeos. Melínoe no podía creerse ni explicarse lo que había sucedido pero sonrió con remota alegría por dejar de sentir aquel amargo dolor. Si fue ella la que lo hizo o si fue algo que desapareció naturalmente, ya no le importaba.
—Lo derroté...al fin soy libre—Dijo en voz baja. Al caminar fue cuando se dio cuenta que estaba un poco débil, pero tampoco le importó. Deseaba salir, alejarse de su recámara por un tiempo. Abrió la puerta lentamente y siguió andando. Puso las manos en el borde de la puerta y sus movimientos volvieron a paralizarse.
"Aún no" Dijo una voz apenas entendible. Una fuerza invisible golpeó a Melínoe uniformemente, arrojándola hacia la pared de atrás. La potencia la hizo rebotar de la pared al suelo, golpeándose en dos ocasiones la cabeza y quedando inconsciente al segundo impacto.
Ralen y Ariadna llegaron en poco tiempo y fueron a auxiliarla; estaban totalmente alarmados.
—¡Señorita Melínoe! —Exclamó Ariadna hincándose a un costado, apartando los rizos oscuros del rostro de la diosa. Ralen apretó la mandíbula.
—Voy a revisar el lugar, cuídala—Exigió con exalto. Ariadna asintió mientras intentaba reanimar a Melínoe.
***
Deméter se encontraba sentada desinteresadamente sobre una silla de madera, viendo la puerta de su morada. Los recuerdos más amargos que ha tenido, los a avivado cada vez que se queda sola, sin su Koré...a pesar de tantos años, nunca pudo ni quiso llamarla Perséfone; odiaba ese nombre y a Hades pero debido al tratado que hubo entre ellos y Zeus como intermediario, debía ocultar sus despreciables pensamientos.
Como era costumbre, los primeros días de la separación entre su hija y ella, se esforzaba por mantener la compostura, de actuar normal y relajada...pero al cabo de algunas semanas, sentía su pecho desgarrarse por la ausencia de su hermosa hija.
Deméter frunció el ceño y cortó con aquellos pensamientos con brusquedad. Se levantó de la silla e hizo aparecer su guadaña en la mano.
—Creí que habías cambiado...—Dijo una voz que iba incrementando el tono y su silueta aparecía frente a la diosa. —Pero sigues siendo de armas tomar—Se burló literalmente.
Deméter tensó los labios y permaneció de la misma manera; estaba alerta.
—¿Qué carajo haces aquí? Creí que había sido muy clara...¡No quiero tener nada más que ver contigo! — Ladró. La mujer frente a ella se quitó la capa sin dejar de sonreír.
Sus cabellos negros cayeron por el contorno de su rostro, su mirada oscura conservaba la misma malicia y profundidad que hace mucho tiempo.
—Sí lo dijiste, el problema es que teníamos un trato y mi señor quiere resultados.
—Hice lo que tenía que hacer, ya no tengo más para dar...estoy atada a un maldito convenio—Apretó los dientes. —Y yo no le debo nada a tu "señor".
—Deja refrescarte más la memoria, cuando Hécate, tú y yo hicimos un trato para ayudarte a separar a tu hija de Hades, yo, te advertí que no sería gratis—Apuntó con el dedo hacia la diosa. —Tú, con tu mente nublada por el odio y sed de venganza prometiste darle a mi señor algo a cambio y le hiciste el peor daño posible a Perséfone. ¿Lo recuerdas?
Deméter bajo el arma, sabía de lo que estaba hablando pero no recordaba todo lo que pasó y dijo debido a la ira de ese momento.
FLASHBACK
Deméter había secuestrado a Perséfone volviéndola prisionera en el Érebo con la finalidad de separarla de Hades y vengarse por la humillación y traición que recibió por parte de ambos. Cegada por la ira y por su completa pérdida de juicio la hicieron lastimar a Perséfone de la peor manera; se arrepentía de haberle hecho algo así.
-¡Mamá! ¡¿Qué me haces?!
-Lo que debí haber hecho desde que tuve la oportunidad...deshacerme de ti.- Deméter se puso detrás de ella y le arrebató la capa y le rompió el vestido dejándole la espalda completamente desnuda.
-¡No! ¡Por favor déjame ir!
-Vas a pagar por toda la humillación y decepción que padecí por culpa de Hades y la tuya.- En sus manos apareció un látigo, Deméter lo blandió con fuerza a un costado, Perséfone se inquietó por el extraño ruido.- Voy a hacer que Koré regrese de cualquier forma, aunque tenga que desprenderte la piel.
Deméter blandió el látigo esta vez en Perséfone. Ella jamás había sentido algo similar, de un solo roce ya sentía que la piel se le había caído y gritó demasiado fuerte. En tan solo unos segundos volvió a sentir la misma intensidad en su espalda. Ni siquiera sintió que las lágrimas caían por sus mejillas mientras su rostro casi rosaba la piedra.
Como si el daño físico hubiera sido poco, no se conformó con eso. Deméter no estaba satisfecha y quería acabar con su propio dolor. ¿Cómo iba a lograrlo? Deshacerse de Hades, hacer pagar a su hija por la traición e impedir que un fruto de esa unión tan aborrecible creciera.
Deméter entró enseguida a la cueva y Perséfone se alteró un poco, volvió a levantarse y se recargó discretamente sobre la pared. La diosa al verla tan vulnerable sólo se rio.
-Me gusta el miedo que reflejan tus ojos, eso debí haber hecho desde un principio.
-No quiero hablar contigo.
-Desconocía que debía preguntarte cuando quieres hablar conmigo.- Dijo con demasiado sarcasmo y luego dejó ver su molestia.- No tienes ningún derecho de opinar...así que hagamos las cosas rápido.
Deméter sacó debajo de su capa una botella extraña. Era segunda que veía Perséfone y esta le provocaba una desconfianza aún más grande.
-¿Qué es eso?
-Dijimos que haríamos las cosas rápido ¿no?...entonces bébete el contenido y me iré.
-No lo haré.
Deméter mostró los dientes y los rechinó con fuerza, acercándose amenazadoramente.
-Tómatelo.
-No lo haré.- Repitió.- No hasta saber qué es.
Perséfone no vio venir la bofetada que le dio y que la hizo golpearse la espalda contra la pared. Deméter la tomó de las mejillas oprimiéndola con fuerza, un leve rastro de sangre salía de sus labios.
-Te lo dije y te lo repito, no tienes ningún derecho de opinar...si no te bebes eso, te lo tendré que dar por la fuerza y no seré sutil.
-¡Golpéame todo lo que quieras! Eso no va a borrar la realidad...no tendrías por qué sentirte la víctima, sólo deberías de aceptar lo que quiero pero ahora comprendo que es imposible.- Perséfone se puso a la defensiva y Deméter sólo se quedó con la mano alzada, nunca antes le había gritado como lo hizo ahora y eso sólo la hacía sentirse peor.- Hades ya debe estar buscándome, sé que no va a descansar hasta lograrlo.
-Estás demasiado equivocada, él no te está buscando, descansa en el castillo plácidamente mientras tú lo sigues defendiendo.
-No te creo, ya no puedo creerte.- Deméter mordió su labio inferior.- Voy a defender el amor que siento hacia Hades sin importar que me desprendas toda la piel del cuerpo.
-¿Ah sí?...Pues, esto es lo que opino yo de tu amor.
Deméter se acercó a ella y la forcejeó, Perséfone se defendía lo mejor que podía pero no podía hacer demasiado al tener manos y pies encadenados. Deméter logró que se pusiera de rodillas y le jaló de los cabellos hasta hacerle la cabeza hacia atrás, rápidamente abrió la botella con una mano y se la acercó a su boca. Perséfone luchaba para que no la hiciera tragarse el líquido, sus manos no alcanzaban a detenerla por las cortas cadenas. Deméter logró que el principio de la botella entrada, Perséfone sintió desesperación al sentir el líquido ya dentro de su boca, quiso escupirlo sin embargo Deméter tiró la botella y cubrió sus labios con su mano.
-¡Bébetelo!.- Deméter la siguió lastimando del rostro para evitar que escupiera, desgraciadamente logró que Perséfone lo tragara. La soltó sintiéndose satisfecha, Perséfone puso fuerza en sus muslos para no caer. Sentía sus labios lastimados por la fuerza pero más se sentía herida por beberse lo que le dio. Era tan débil y eso le molestaba.- Aquí he terminado por hoy, mi deber para impedir una epidemia acabó.
Deméter salió de la cueva dejando de nuevo a Perséfone lastimada en el alma y cuerpo. Siempre buscaba una manera de hacerle pagar por su dolor.
Deméter caminaba alejándose de la cueva cuando se topó a Hécate derramando ira por sus ojos.
-¡¿Cómo pudiste hacerlo?!.- Exigió.
-Hacer que.- Dijo con desgano.
-¡¿Y todavía lo preguntas?! ¿Qué le diste a beber a Perséfone y por qué?
-Te dije que no quería escuchar ese nombre.
-¡Me importa un bledo! ¡Contesta lo que te pregunté!
La diosa se cruzó de brazos y se atrevió a sonreír de manera perversa.
-Le di una sustancia abortiva, algo que tú creaste.
-¿Te atreviste a robarte pociones? ¡¿Qué derecho crees tener para hacer todo esto?!
-El que me corresponde como madre, sólo hago lo mejor para recuperar a mi hija.
-¡Estás loca! ¡Ni siquiera sabes si está embarazada!
-No, pero es mejor prevenir que lamentar. ¿No crees? Además, si no estuviera embarazada ahora...tú sabes mejor que nadie las consecuencias.- Hécate negó con la cabeza, sentía que se le aventaría a arañazos y golpes pero eso sería complicar las cosas aún más. Ya odiaba esa sonrisa que se cargaba Deméter y ese cinismo para creer que estaba haciendo bien las cosas.- Iré a descansar, por fin podré hacerlo.
FIN FLASHBACK
—Lo has recordado. ¿Cierto? —Le preguntó. Deméter alzó la mirada. —En esos momentos, fuiste quien lastimó a Perséfone y aunque no lo hayas dicho, tú deseabas entregarle a Perséfone a mi señor Érebo, no te importó nada hasta que empezaste a sentir culpa.
—Me arrepiento de haberle hecho eso a mi hija. Me desquicié y nada funcionó, ni siquiera la poción que le di...ahora tienen dos hijas—Dijo con notable desagrado.
—Yo no diría exactamente eso—Deméter la observó con severidad.
—¿Qué quieres decir?
—Acabo de enterarme que la poción que le diste a Perséfone aquella vez no fue abortiva pero sí creo una maldición y no directamente a tu hija sino a tu nieta—Deméter enarcó una ceja, no tenía idea de lo que estaba hablando pero por vez primera, no la interrumpió. —Perséfone y Hades están buscando una cura para la maldición de su hija Melínoe y sólo tú tienes la respuesta.
—¿Yo? ¿Por qué habría de ser yo?
—En palabras de Hécate, si Perséfone hubiera estado embarazada cuando se la diste habría abortado pero como eso no sucedió, una maldición rodeará a Perséfone o la transmitirá a alguien más...eso fue lo que sucedió, Melínoe está pagando.
Deméter dibujo una liviana sonrisa que pronto ocultó con más interrogatorios.
—Si es cierto o no, no la ayudaré y si nada más viniste a decirme eso. ¿Qué esperas ganar?
—Ya te lo dije, ambas podemos sacar provecho de esta situación. ¿No lo entiendes? Mi señor Érebo podrá tener lo que quiere y se le prometió y tú podrás concretar tu venganza.
—Venganza—Repitió con mayor satisfacción. —¿Qué tienes en mente Pat?
—Deshacernos de las dos hijas de Hades y Perséfone, acabaremos lo que empezamos—Indicó y ambas mujeres sostuvieron la misma sonrisa perversa y cruel que pudieron crear.
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¡Hola!
Sé que en estos momentos puedan tener muchas dudas, sobre todo quienes no han leído mi otra historia de "Abrázame hasta la muerte" por lo que ahora mismo aclararé algunas dudas:
Como hemos visto al final de este capítulo, Deméter, cuando se enteró que Perséfone o Koré estaba con Hades, le "agarró" un odio interminable al dios pero este sentimiento oscuro se dispersó en contra de su hija cuando se enteró que ella se había enamorado y se había entregado a él. Los "flashback" que se presentaron sólo fueron un resumen de lo que pasó cuando a base de engaños, Perséfone fue hecha prisionera. La violencia presentada por parte de Deméter fue realmente cruel y ahora vemos que se arrepiente de haberle hecho eso a Perséfone pero no lamenta que Melínoe sufra las consecuencias.
Para quienes no conocen a Pat, su nombre real es Ápate, diosa del engaño que sirve al dios Érebo también en el Inframundo y solía visitar los territorios de Hades y ayudarle en pequeñas labores. Siempre se mostró a Perséfone como una agradable mujer que sólo quería ayudarla y en quien debía confiar, persuadiendo a la joven diosa a marcharse del Inframundo. Ella sólo ayudó a Deméter a regresar con Perséfone por conveniencia pues ella planeaba que Perséfone se convirtiera en servidora de Érebo, algo que él también puso de condición. (Esto último no se mostraba en ninguna de las historias, es un dato extra). Por ello fue que al secuestrar a Perséfone fue llevada al Erebo, territorio que no cuenta en los dominios de Hades.
Por último, quienes estuvieron involucradas en el secuestro fueron Pat, Deméter y Hécate. Esta última reflexionó sobre sus acciones cuando se percató del maltrato de Deméter hacia su propia hija, por eso fue que la ayudó a escapar del Erebo y regresar con Hades. Desde entonces, Hécate fue perdonada por lo que hizo y se le permitió el libre acceso al Inframundo.
Eso fue un pequeño resumen para aclarar dudad sin embargo, a quienes se le presenten algunas otras, no duden en mandarme mensaje privado o colocarlo en los comentarios para que todos pueden leerlo :)
Este capítulo es largo por lo que lo dividí en dos partes, ahora mismo estoy trabajando en la segunda parte. Les dije que aquí también habría maldad >:)....PREGUNTA PARA TODOS....
¿Quien creen que sea el villano directo en esta historia? Apuesto a que ya lo saben.
No olviden dejar sus comentarios o dudas, los leeré todos y los contestaré lo más pronto posible. Sus hermosas contribuciones me ayudan a plasmar y orientar mejor la historia :)
Lamento mucho haberme demorado en publicar, fueron unas semanas difíciles y agradezco mucho a las personitas que me mandaron mensajes para que actualizara la historia.
Les mando un gran saludo y espero publicar hoy mismo el siguiente capítulo.
MUCHAS GRACIAS!!! :3
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