Capítulo 5
Nota: No sé porqué pero presiento que este capítulo les va a gustar :).
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Los días habían pasado tan rápidamente que apenas y se presenciaban pero esto no había sido posible ni tan motivante sin alguna ocupación.
Macaria había regresado a los Elíseos con una actitud más colorida y una fascinación por la lectura que incluso Melínoe no se explicaba. Hécate le dio unos libros que resultaron impresionantes para la diosa debido a sus portadas más cuidadas, hojas perfectamente recortadas y escritura perfecta. No tenía ni idea de donde había sacado aquellos libros pero no era relevante; sólo quería saber el contenido. Sin embargo y como dijo, trataba de pasar más tiempo con su hermana y ella parecía estar más contenta por eso pero aun así no pasaba desapercibido aquel nuevo interés de Macaria.
Melínoe a pesar de querer llevarse por la curiosidad sobre lo que estaba tramando, prefirió ignorar este hecho por el momento. Ella tenía otro asunto del que necesitaba su compromiso y por el cual tendría la respuesta que tanto había anhelado; aun así no era el momento.
Actualmente, ambas estaban en la sala de descanso bebiendo un poco de ambrosía que recientemente las ninfas les habían dado.
—¿Aún no has hablado con papá? —Preguntó Melínoe quien el mismo día de lo sucedido, se enteró de la discusión entre Hades y Macaria.
—No y no deseo hacerlo—Confesó Macaria resoplando. Melínoe asintió mientras bebía la ambrosía. —¿A ti te ha dicho algo?
—Intentó pero al ver mi indiferencia, se abstuvo. Sé que el motivo de la discusión no me involucraba tanto pero me molestó que no retomara su decisión aun sabiendo que no fue verdad. Ojalá Thanatos regresara y lo enfrentara.
Macaria pensó en él y se imaginó como sería volver a verlo. ¿Se alegraría de verla? De ser lo contrario, no lo dejaría hablar, se disculparía y hablaría con él de todo lo que sea necesario para que vuelva.
—Ya no puedo más—Dijo Melínoe con ligera exaltación. —¡Estás tramando algo!
—¿Qué?...No...
—Claro que sí, desde que llegamos a los Elíseos te la pasas leyendo unos libros raros y varias veces te quedas pensando largam...
—¡Ya llegó! —Macaria se levantó de un golpe del diván y corrió hasta el muro de mármol donde se asomó para ver a Hécate acercarse a Perséfone.
Melínoe fue tras ella e igualmente vio a Hécate llegar.
—¿Qué hace aquí? ¿Y por qué estás tan emocionada de verla? —La interrogó. Macaria la tomó de la mano y se la llevó corriendo hacia su habitación sin haber sido vistas por alguien.
Una vez ahí, Macaria cerró la puerta no sin antes asegurarse de que no hubiera alguien en el pasillo. Volteó a ver a Melínoe, su mirada era del todo agradable.
—No vayas a hablar fuerte, te contaré lo que pasa porque necesito tu ayuda.
***
—¿Estás lista? —Le preguntó Hécate a Perséfone. La diosa se colocaba sobre su cabeza una capa oscura y la ató bajo su cuello.
—Sí, lo estoy. ¿Mi madre no...?
—No se dará cuenta siempre y cuando no salgas de mi morada—Advirtió Hécate ante la inseguridad de Perséfone. —¿Dónde está Hades?
—Fue al Inframundo, no debe tardar, fue por Ariadna y Ralen.
Hécate anchó sus ojos y mordió sutilmente su labio inferior; aquello eran problemas y no le gustaba nada.
—No me digas que nos van a acompañar—Esperaba que así fuera.
—No, se quedarán en los Elíseos. Hypnos no puede quedarse porque tiene asuntos que resolver en el Inframundo, mientras él vuelva, ellos se van.
Eso era genial irónicamente hablando. Ese era un día complicado, era el momento en que se realizaría la transición de Macaria y la partida de Perséfone a la Tierra como para que fuera arruinado por terceras personas. Tenía que hablar con Macaria.
—¿Tienes un brazalete? —Preguntó fugaz Hécate. Era un modo de distracción.
—Sí...uno de oro pero...¿Para qué? —Preguntó confundida.
—Voy a necesitar que lo traigas, te explicaré la razón cuando lleguemos.
—Pero tendré que buscarlo, hace tiempo que no me lo pongo.
—No llevo prisa, además tenemos que esperar a tu esposo, tenemos tiempo de sobra para que vayas a buscarlo.
Perséfone asintió con duda, no podía reaccionar de otra manera y fue a buscar el brazalete que le pidió. Cuando ella se desvió del camino, Hécate aprovechó para ir a buscar a Macaria rápido e informarle sobre la pronta llegada de Ariadna y Ralen y para dar marcha al plan.
***
—¿No crees que sea demasiado arriesgado después de haber discutido con mi papá sobre esto? —Preguntó Melínoe una vez que Macaria terminó por contarle sus propósitos. —Te apoyo pero no sé, quizás mi padre ya no nos tenga mucha confianza al dejarnos solas.
Ambas estaban conscientes que tanto Hades como Perséfone marcharían pero desconocían el destino y los motivos sin embargo y debido a sus asuntos prioritarios, no se involucraron ni siquiera para saberlo.
—Lo tengo presente pero es un riesgo que debo tomar. Hécate me dijo que hoy podía hacer la transición por mí porque nuestros padres no iban a estar presentes, tal vez no pueda tener otra oportunidad. Y necesito de tu ayuda.
—Es que...—Melínoe estaba contrariada, quería ayudar a su hermana e incluso acompañarla pero si lo hacía, ella podría perder la oportunidad de que Hypnos la ayudara. —No puedo irme, tengo que resolver un asunto.
—No deseo que me acompañes, sólo te pido que cubras por si alguien viene a buscarme.
—¿Acaso piensas tardarte?
—No estoy segura, sólo es un comodín.
La puerta se abrió sin ser consultado y Hécate entró cerrándola sin meditarlo.
—Debemos darnos prisa, yo casi me voy y pronto tendrán compañía imprevista—Macaria y Melínoe palidecieron y sintieron que su piel se erizaba por el susto. —Hola—Dijo Hécate al verlas al borde del desmayo.
—Hécate...Avisa antes de entrar, pensé que era alguien más—Dijo Macaria poniendo una mano en su pecho.
—Dije que no teníamos tiempo y tocar la puerta lo es, lo mismo que si te doy explicaciones—Hécate dirigió su mirada a Melínoe y asintió sin una razón aparente. —Hiciste bien en decirle, necesitamos aliados—Hécate caminó hasta el centro de la habitación y giró sobre su propio eje hasta verlas de nuevo. —¿Estudiaste todo lo que te pedí?
—Sí...tengo ligeras dudas pero...
—No importa, sólo irás un día—Interrumpió con prisa. —Todo está listo, incluído un disfraz.
—¿Di...disfraz? —Repitió Macaria.—¿Por qué? Tú misma lo dijiste, es sólo por un día y sólo me conoce Thanatos.
—Sí sí pero si Thanatos te reconoce enseguida. ¿Qué crees que haga? No dejará ni que le digas "hola" antes de que se vaya y todo este plan se irá a la basura, además...—Hécate se quedó mirando el hermoso vestido de seda blanco de arriba abajo. — Y además, necesitas un cambio de ropa más usual en la Tierra al menos que quieras ir a una boutique.
—¿Boutique? —Preguntaron las dos chicas, Hécate puso los ojos en blanco.
—Olvídenlo, será mejor un disfraz y ya lo tengo.
—¿Y cómo es?
—Eso averígualo por ti misma—Hécate se acercó a ella, le tomó la mano derecha y le colocó en el dedo una sortija de oro con tres incrustaciones de cristal verdes. Macaria miró su mano y el anillo que le puso, era bonito pero raro.
—¿Para qué es esto?
—Sabía que no tendría tiempo para hacer una transición física contigo así que diseñé esto, al llevarlo puesto y recitar estas palabras, podrás hacer la transición sin problema—Hécate tomó aire antes de seguir explicándole las características místicas del anillo. —Los cristales tienen un periodo de vida el cual se va a ir perdiendo cada vez que pases tiempo en la Tierra, deberás contemplarlo y regresar a esta época antes de que su brillo se extinga. —Le dio un trozo de papel con algo escrito a Macaria.
—¿Y si no lo hace? —Preguntó Melínoe preocupada.
—Sólo podrá regresar si domina la transición divina como debe ser.
—Pero sólo es un día—Dijo con mayor extrañación Macaria, el significado de esa sortija y su propósito no coincidían; algo no cuadraba. —¿El brillo de los cristales duran un día?
—No, pueden durar meses o años, depende de ti—Esa respuesta la dejó aún más confundida pero Hécate ya no pensaba seguir perdiendo más tiempo, caminó hasta la salida con disposición de irse. —Deben ser cautelosas y sobre todo tú, el mundo humano no es lo que aparenta a pesar de su belleza, utiliza el anillo con precaución e inteligencia y encuentra ese equilibrio del que hablamos.
Macaria asintió presionando contra su otra mano el anillo y el trozo de papel.
—Lo haré Hécate, no le fallaré a nadie—Dijo sonriendo.
—No te voy a ver pronto, sólo espero que estés bien y que logres todos tus propósitos—Hécate abrió la puerta. En un impulso, Macaria decidió hacer su última pregunta antes de que se fuera.
—Espera...¿Cómo voy a lograr convencer a Thanatos si...?—La puerta se cerró y Hécate se fue, Macaria permaneció con la boca abierta.—Si no me reconoce...—Terminó de hablar.
—Llevaba mucha prisa pero te dejó lo más importante—Dijo Melínoe. Macaria volvió a ver el extraño anillo y volvió a leer en silencio lo que decía.
—Esto es tan raro. ¿Por qué me daría un anillo así? No es que fuera a viajar a la Tierra más de una vez— Melínoe alzó los hombros.
—Quizás no tenía otro.
"Quizás" Pensó Macaria.
—Ni siquiera sé qué tipo de disfraz eligió para mí.
—¿Y por qué no lo averiguamos?
Macaria vio que en el trozo de papel venían frases escritas muy extrañas y apenas pronunciables en tinta negra una muy separada de la otra y cada una venía con su especificación.
—Si digo esto supuestamente "me pongo el disfraz" —Repitió sin convencimiento y suspiró para darse valor. —Aquí vamos...Ufilgi dasten cumbra osten min—Al término de la frase, una luz muy brillosa cubrió a Macaria.
Melínoe tuvo que cubrirse los ojos por la intensidad pero dejó los dedos ligeramente abrirlos para presenciar su culmino. Cuando la luz se esfumó, despegó las manos de su cara y quedó boquiabierta al ver a Macaria.
Macaria no fue testigo de la luz y a simple vista no notó ningún cambio. Miró sus manos y estas eran solo un poco más delgadas y la piel era del mismo tono.
—No pasó nada. ¿Verdad? —Preguntó Macaria a Melínoe quien asintió aún con mucha perplejidad.
—Deberías verte en un espejo—Le aconsejó. Macaria iba a tomarle la palabra de no ser por una interrupción inesperada; unos golpeteos decentes se presenciaron en la puerta.—¿Quién es?
—Buenos días señorita Macaria, soy Ralen.
Ambas chicas sintieron un frío recorrerle la espalda, la presencia del hijo de Radamanthys iba a complicar las cosas. Macaria no sabía qué hacer, el joven se había confundido, pensaba que le había hablado Macaria en vez de Melínoe. Iba a abrir la puerta de no ser porque fue empujada y recibió una negación con la mano.
—Dame un segundo Ralen—Dijo Melínoe y retrocedieron varios pasos lejos de ahí.
—Esto no puede ser, no tenía idea de que él iba a venir—Susurró Macaria con desesperación.
—Yo me encargo, tú debes irte ahora mismo.
—Pero ya no acordamos nada.
—Escucha, puedo cubrirte y no diré nada pero bien sabes que no puedo hacerlo al llegar la noche...debes estar aquí antes de esa hora o te descubrirán—Susurró también. Melínoe hizo unos movimientos con sus manos que intentaban transmitir tranquilidad a Macaria. —Vete, yo me encargo, cuídate.
La inseguridad de Macaria iba a tomar partido pero lo evitó a tiempo. Tomó la nota y leyó la otra frase.
—Destenos uriane hibaq oulon dar.
La misma luz rodeó a Macaria pero esta vez desapareció al momento.
"Funcionó" Pensó Melínoe sonriendo para ella y pronto salió de la recámara. Ahí se encontró con Ralen, un joven rubio y muy alto con una armadura plateada puesta y su casco bajo el brazo y a su lado estaba Ariadna quien saludó a Melínoe con la mano al aire.
—Señorita Melínoe...no esperaba verla aquí—Dijo perplejo Ralen.
—Es que hablaba con mi hermana, no se siente muy bien.
—¿De verdad? ¿Le ocurre algo? —Cuestionó angustiado.
—No, le duele demasiado la cabeza y quiere descansar, será mejor no molestarla en todo el día. ¿Ustedes qué hacen aquí?
—El señor Hades nos envió señorita en ausencia del señor Hypnos.
—Oh, qué bien—Dijo con seco entusiasmo. —¿Les parece si hablamos en otro lado? No deseo hacer ruido y que moleste a Caria.
—¿Y si se le ofrece algo? —Preguntó Ralen angustiado. Ariadna volcó los ojos con hastío.
—Deja de dramatizar—Pidió Ariadna con sofocación.
—Sí Ralen, si se le ofrece algo a mi hermana, créeme que lo sabremos—Continuó Melínoe.
Ralen no estaba muy dispuesto a dejar las cosas así pero aceptó y todos comenzaron a dirigirse por el largo pasillo. Melínoe miró hacia atrás hacia la habitación de Macaria.
"Espero que todo salga bien" Pensó Melínoe.
***
Vicenza, Italia.
Macaria parpadeaba sin parar y volteaba a todos lados para analizar el lugar donde estaba; este no era muy parecido a la última vez que estuvo en la Tierra. Observaba los edificios de tres pisos con intriga, para ella eran castillos muy pequeños y de un acabado dorado y café que los distinguía del mármol blanco. Las calles eran muy tranquilas y por el momento no se había encontrado con ningún humano. Comenzó a caminar por la calle empedrada admirando el lugar. El viento era calmo y la vista única, aunque era extraño para ella no podía negar que se aspiraba la paz y la belleza, por alguna razón Thanatos decidió quedarse ahí.
Macaria pasó a lado de unos locales de grandes vidrios, es uno de ellos tenía escrito una palabra que repitió en voz alta.
—Alessandra...—Leyó. Pasó los dedos sobre el cristal donde estaba escrito el nombre. Estaba frío y liso. Siguió sintiendo la resbaladiza textura y fijó su vista al frente. Al prestar mayor atención, vio a una chica de cabellos cobrizos y rizados frente suyo copiándole la misma postura en la que se encontraba. Su reacción no se hizo esperar y casi cae de espaldas al mismo tiempo que soltaba un grito corto y hueco. Puso las manos en sus labios para controlar sus emociones y vio en el reflejo el anillo incrustado en el dedo. Movió su mano y vio directamente el anillo; era el mismo y esa chica era ella.
Macaria sin poderlo creer aún se acercó más confiada al vidrio y se autoanalizó. Pasó sus manos por su abundante y hermoso cabello. Contorneó sus pómulos mientras veía el color de sus ojos; esto era lo único que no cambió. Bajó sus dedos y se deslizaron por los labios los cuales eran un poco más gruesos de lo normal. En general, ella se veía hermosa con ese disfraz y sintió envidia por él. Haciendo un lado su comparación física, examinó sus ropas y volvió a llenarse de confusión. Su hermoso vestido blanco había sido cambiado por una blusa de tirantes delgados sin mangas y unos vaqueros oscuros. ¡Hasta sus zapatos eran diferentes! Si tan solo Hécate le hubiera hablado de lo que iba a cambiar, ahora mismo no estaría perdiendo tiempo viéndose por el reflejo.
—Buongiorno signorina—Dijo una mujer que se acercó a Macaria.
Macaria era consciente de que le había hablado en un idioma nuevo para ella pero extrañamente podía entenderlo.
—Buenos días—Respondió con nerviosismo.
—¿Buscaba algo? —Preguntó al verla tan interesada frente al vidrio.
—No, gracias—Respondió más nerviosa y sólo pudo alejarse de ahí sin detenerse.
Intentó duramente mantener la calma pero estaba muy asustada para lograrlo. Ignoraba la manera de cómo comunicarse con los humanos porque no sabía qué decir ni tenía idea de cómo reaccionaría. No conocía absolutamente nada de ese mundo ni pensaba hacerlo, sólo quería encontrar a Thanatos rápido aunque eso ya comenzaba a parecerle demasiado difícil.
"Todo sería más eficiente si Hécate me hubiera dicho exactamente la ubicación de Thanatos. ¿Ahora por dónde comienzo a buscar?" Pensó impaciente Macaria y tan distraída estaba que no sintió que inmediatamente comenzaron a seguirla.
Se detuvo en una esquina y volvió a mirar a todos lados, existían tantos caminos por los cuales seguir que quería gritar; no pensó que su búsqueda sería tan complicada. Todo parecía indicar que no encontraría a Thanatos ese día. ¡Esa es la razón por la cual le dio ese anillo! Apretó los puños de sólo pensarlo, ni siquiera se lo dijo y ahora estaba sola en ese lugar. Si encontraba a Thanatos ese mismo día podría considerarse afortunada.
—¿Buscas ayuda? —Le preguntaron. Macaria medio volteó a ver al hombre que le hablaba, él tenía una sonrisa de oreja a oreja pero con un toque de malicia que le erizó la piel. No respondió y se desvió a la derecha caminando más rápido. —Te estoy hablando. ¿Estás perdida?
Macaria al borde de los nervios comenzó a correr sin embargo los zapatos le impedían hacerlo a la perfección y sobre todo en un camino rocoso. El hombre no tardó en alcanzarla y la tomó del brazo.
—¡Suélteme! —Gritó tratando de zafarse con brusquedad y él terminó soltándola. Macaria perdió el equilibrio y cayó secamente sobre el suelo.
—Yo solo pretendo ayudarte, se nota que estás perdida. ¿Qué tiene de malo?
Aquella postura le hizo recordar la primera vez que fue por su cuenta a la Tierra. ¿Todos los hombres eran así en la Tierra? Incrementaba su miedo y su rechazo al mundo humano por ese tipo de cosas. Macaria lo vio con mucho temor sin tratar de levantarse del suelo.
Los livianos rayos de sol que tocaban su rostro fueron desvanecidos por una sombra que se posó tras de ella. Levantó el rostro hacia atrás y abrió sus ojos de golpe y por fortuna no su boca.
"Tha...Thanatos" Pensó ante el asombro.
No había duda que era él, era su mismo rostro y complexión pero también estaba vestido con esas ropas tan exóticas de la Tierra. La mirada de Thanatos estaba fija en el hombre que la había tirado; tan seca y a la vez tan fría.
—¿Y tú qué tanto me miras? —Preguntó irritado el hombre.
—Acabas de cometer un error al tratarla así y cometerás otro si no te alejas de ella—Dijo Thanatos sin contención.
"No...¿Me ha reconocido bajo este disfraz?" Se preguntó con desilusión, él ni siquiera la dejaría hablar.
—¿Ah sí? ¿Y qué piensas hacerme?
—¿Quieres averiguarlo? —Lo retó.
Al mismo tiempo que terminó de preguntarle, el sujeto empezó a sentir un malestar en el pecho el cual incrementaba poco a poco hasta sentir que le faltaba la respiración. Miró a Thanatos confundido y espantado que prefirió alejarse de ahí lomás rápido que pudo.
Thanatos suspiró una vez que dejó de verlo y dirigió su atención en Macaria. Ella apenas y lo quería observar después de lo que escuchó decirle al sujeto y a pesar de que pudo haberle hecho daño, tampoco le gustaba la idea de que fuera a morir a causa de él. Sentía su mirada penetrante sobre ella y ya sólo esperaba que la regañara por estar ahí y le ordenara regresar a los Elíseos. Todo había sido un gran fracaso.
—¿Estás bien? —Preguntó Thanatos con sutileza. Macaria tragó saliva aun sin animarse a verlo directamente.
—Sí, gracias—Las palabras que no quería escuchar se estaban acercando. Antes de que pudiera ocurrir, miró de reojo que la mano de Thanatos se extendía hacia ella.
—Déjame ayudarte a levantar. ¿De acuerdo? —Ella asintió y le tomó de la mano. Sintió una energía electrizante recorrerle la piel. Nunca le había tomado de la mano y rogaba internamente por no sonrojarse frente a él.
—Gracias—Repitió. Thanatos la analizaba, ella en verdad se veía muy nerviosa y se estaba poniendo aún peor por su mirada.
—No eres de aquí ¿Verdad? —Macaria frunció ligeramente el ceño y lo vio de nuevo al rostro, sus miradas se cruzaron después de tanto tiempo. —No, luces demasiado asustada como para ser de aquí—Se respondió a sí mismo.
"¿No me reconoce? ¿O es que está jugando conmigo?" Estaba confundida por su actitud.
—No...no soy de aquí.
Volvió a surgir otro silencio "eterno" entre los dos y es que él de nuevo la estaba observando meticulosamente.
—¿Nos hemos visto antes?
En verdad no la reconocía, Macaria sintió que un fuerte peso se le caía de los hombros, al menos por ahora. Ella negó y prefirió seguirle el juego esperando que no fuera una trampa.
—Vengo de muy lejos, soy nueva aquí.
—Lo supuse, eres una presa fácil para los ladrones. Puede aspirarse el miedo y la desorientación que posees—Le dijo sabiamente mientras bajaba la mirada hacia el brazo de Macaria. —Estás herida.
Macaria se miró el brazo también y tenía un raspón algo grande debajo del codo; este tenía unas gotas de sangre. Ahora que prestaba mayor interés a lo que le pasaba, sentía el dolor de la caída y el ardor de la herida.
—Está bien, sólo necesito limpiarlo.
Thanatos levantó la mirada de nuevo hacia ella y le tomó el brazo herido para ver mejor el daño.
—Ven conmigo, vamos a curarte.
—¿Cómo? —Preguntó por reflejo, su presencia la ponía vulnerable.
—No soy un ladrón si es lo que piensas, sólo quiero curarte.
Se veía preocupado y hablaba tan fluidamente y tan atento que llegó a desconocerlo. Ni en su estado más amable le había hablado así.
—Gracias.
Macaria asintió sin decir nada más y caminó a lado de Thanatos siguiendo sus pasos. Mientras caminaban en dirección a un lugar pequeño que decía "farmacia" se detuvo a esperarlo afuera por unos segundos hasta que regresó con una pequeña bolsa café. Siguieron caminando hasta llegar a un parque pequeño donde estaba una banca de piedra. Thanatos le indicó con la mano que se sentara y ella no se opuso. Miró atenta al contenido que sacaba de la bolsa mientras se sentaba a su lado.
—Déjame ver—Le dijo sin previa autorización y le tomó el brazo. —Va a arder un poco pero lo haré con cuidado— Sacó un pañuelo húmedo y limpió la herida. Justo como le dijo, le dolía y quiso quitar le brazo pero se resistió. Posteriormente, pasó por encima un trozo de algodón con yodo el cual ya no le ardió.
Al estar ya más tranquila, Macaria no estaba enfocada en preguntarse qué era todo eso que le ponía, lo veía sin darse cuenta. Thanatos se veía diferente y aunque no lo aceptara del todo, él se veía mejor con esas ropas. Su largo cabello estaba más corto; llegaba un poco más debajo de los hombros y tenía dos zarcillos en una de sus orejas. Él la vio de reojo dándose cuenta de cómo lo miraba y sonrió. Macaria desvió la mirada a otro lado con vergüenza.
Thanatos terminó de limpiar la herida y le cubrió la herida con un trozo de parche y finalizó cubriéndolo con un poco de vendaje.
—He terminado—Le dijo soltándola y guardando las cosas de nuevo en la bolsa.
Macaria vio el trabajo finalizado y sintió un profundo agradecimiento, aún sentía sus toques en la piel y su comportamiento era un gesto lindo e inusual.
—Gracias—Sonrió. Thanatos estaba conmovido y luego comenzó a reír un poco.
—No hay problema pero no creo que "gracias" sea la única palabra que sabes—Macaria sonrió también ante el influjo de Thanatos. —¿Cuál es tu nombre?
Una pregunta difícil de responder por la escasa información. Simplemente podía decir la verdad, era su momento pero no lo hizo. Macaria no se sabía ningún nombre humano, todos los que se sabía eran de dioses y no podía mencionar ninguno así o terminaría por descubrirse. La presión se hacía evidente y rascó en los recientes acontecimientos que vivió en la Tierra buscando algo que pudiera ayudarla a salir de ese problema.
—Alessandra...me llamo Alessandra—Dijo recordando el nombre que estaba escrito en el vidrio de aquel local ya que sonaba "femenino". —¿Y tú? —Siguió la conversación.
—Nathan—Macaria encontró la derivación del nombre pero no pensaba decir nada al respecto. —¿Y qué haces en Italia Alessandra?
—Pues...vine de visita, vengo de tan lejos...también vine a buscar a alguien—Macaria no estaba segura de que fingir ser alguien más fuera a resultar porque no sabía cómo actuar frente a él así que sería mejor decirle la verdad ahora que había salido el tema al aire.
—¿Y cuántos días llevas aquí?
—Es el primero.
—Y por lo que veo, no fue el mejor día...¿Piensas quedarte mucho tiempo?
—No lo sé aún—Respondió tratando de sonreír mejor. Estaba perpleja. ¿Thanatos estaba entablando una conversación larga? ¿Cómo actuar ante algo que desconocía de él? —Tampoco eres de aquí. ¿Cierto?
—No, no lo soy—Sonrió con cierta melancolía en su rostro. —Bueno Alessandra, no quiero quitarte más tiempo, debes llevar prisa—Thanatos se levantó más propiamente que Macaria quien se alarmó ante la despedida.
—¡No! —Exclamó. Thanatos la vio vacilante. —Yo no llevo prisa, de hecho...me gustaría conocer un poco más el lugar...al menos que tú desees irte.
Thanatos sonrió de lado y negó con la cabeza, vaya que él estaba siendo muy accesible.
—¿Quieres ir a caminar un poco más? —Macaria asintió, así tendría más tiempo de meditar cómo le diría que es ella y a qué fue a la Tierra. Además, quería estar más tiempo cerca de él.
***
En la sala de descanso estaba Melínoe jugando ajedrez con Ariadna, ella buscaba la revancha a toda costa pero seguía perdiendo. Ralen estaba de pie cerca del pasillo con inquietud hacia Macaria. Melínoe lo veía cada vez que hacía un movimiento de piezas por la desconfianza de que fuera a insistir en ver a Macaria.
—Si sigues ahí de pie te convertirás en árbol—Le dijo Melínoe bromeando.
—Quiero saber cómo sigue la señorita Macaria.
—Dile Caria, no le gusta que le digan su nombre como tal—Aconsejó la diosa.
—¿En serio? —Enarcó una ceja.
—Sí sí, no digas que yo lo mencioné, ahora...¿Puedes acercarte? A Ariadna le vendría bien un poco de apoyo motivacional—Rio.
Ariadna no se dejó desconcentrar por los comentarios de Melínoe, pensaba estratégicamente como mover su reina y al cabo de algunos segundos, la movió con orgullo; su sonrisa lo decía todo.
—Por fin logré ganarte—Se cruzó de brazos.
—No cantes victoria tan rápido Ariadna—Le dijo Melínoe quien movió su pieza final sin pensar demasiado. —Jaque mate.
—¡¿Qué?! —Se levantó Ariadna analizando lo que acababa de pasar. —¿Cómo es que siempre ganas? Estaba segura que te vencería esta vez.
—Práctica, mucha práctica y horas de observación con los mejores—Dijo estirando los brazos hacia arriba. —Puedes mejorar pero por ahora, Ralen es mejor jugando que tú—Ariadna estaba indignada y miró con celos a Ralen. —¿Quieren hacer otra cosa o ya casi se van? —Trató de no sonar tan atacante.
—¿No te dijeron? Nos quedaremos varios días—Confesó Ariadna.
—Eso es...maravilloso—Dijo Melínoe distorsionando su sonrisa. —¿Algún problema con mis padres?
— No, es una orden de protección—Respondió Ralen volviendo a mirar hacia el pasillo. —¿Crees que...?
Melínoe se levantó de golpe poniendo las manos a lado del tablero de ajedrez y mirando al joven con contrariedad.
—Escúchame Ralen, si vuelves a preguntar por Caria juro que te mando con las ninfas y créeme que puede ser traumante—Amenazó.
—¿Cómo la vez en que un espectro se equivocó de lugar y fue con ellas? —Preguntó Ariadna con sátira.
—Sí, no estaba preparado para tanto acoso—Dijo recordando al pobre espectro con una crisis nerviosa y mudez de una semana.
—Yo sólo estoy preocupado, mi deber es protegerlas, si usted estuviera en su lugar haría lo mismo—Se justificó Ralen.
—Claro—Arrastró la palabra con incredulidad. —¿Por qué no mejor yo voy a ver a mi hermana y tú te quedas enseñándole a Ariadna como se juega el ajedrez? —Ralen no tuvo oportunidad de decidir, Melínoe lo empujó por la espalda hasta que logró que se sentara en la silla. —Voy a ver a Caria, no tardaré—Dio media vuelta y caminó en dirección hacia la habitación.
"En verdad espero que no tarde demasiado" Pensó mientras andaba por el pasillo.
***
—¿Y cuánto tiempo llevas aquí? —Preguntó Macaria queriendo saber más sobre la vida que había estado llevando Thanatos lejos del Inframundo.
—Algunos meses, me adapté demasiado rápido, el lugar es tan pacífico y apreciable que es casi imposible no sentirse bien—Respondió.
—Eso significa que te gusta vivir aquí—Dijo con palpante hipocondría.
—Veo que a ti es a la que no le gusta Italia.
—No es eso es sólo que...he tenido mala suerte visitando lugares, es la segunda vez que me quieren atacar.
—Es lamentable pero hay que aprender a vivir sin miedo y encontrarle el lado bueno a la vida—Aquello sonaba como una reflexión como las que comúnmente le daba durante las lecciones; quedó pensativa por un largo tiempo. —¿Tienes hambre?
Levantó la cabeza. ¡Por supuesto que tenía hambre! Pero ahora que lo pensaba, debió preguntar muchas cosas más antes de hacer su viaje. Macaria iba a responderle que no para evitar nuevos problemas pero Thanatos le señaló un pequeño y rústico lugar que estaba a unos cuantos metros lejos de ellos. Puso una mano detrás de su espalda y ambos fueron hasta ahí. Todo pasó en un instante que apenas y pudo pensar. Thanatos y Macaria se sentaron en una mesilla de madera y en algunos segundos fueron a tomar nota de los aperitivos que deseaban; estos los escogió Thanatos sin leer el menú.
—Espero te guste, es mi favorito.
—¿Qué es?
—Ya lo sabrás, la comida es deliciosa—Dijo con fascinación. — ¿Y de dónde eres Alessandra? —Macaria quedó con la boca abierta después de su pregunta.
—Adivina—Le propuso. Thanatos sonrió sin despegar su mano debajo de la barbilla. Verlo sonreír era hermoso.
—De acuerdo—Él escaneó su rostro con determinación. Ella desvió la mirada mientras lo hacía. —¿Eres de Escocia?
—Sí...soy de Escocia—Afirmó porque no tenía una mejor respuesta.
—Pues para ser escocesa, tienes nombre italiano.
—Sí, a mis padres les gustó ese nombre—Dijo esperando haber contestado bien. —¿Y tú no piensas regresar a tu hogar?
—Este es mi hogar.
—Bueno, me dijiste que no eras de aquí.
—Sí pero...Vicenza es ahora mi hogar y no voy a marcharme—No le gustó su respuesta, se oía tan decidido, ninguna palabra fue de duda. —¿Y tú...has venido a Italia a buscar a algún pariente?
Esa era la otra pregunta clave para decirle quien era, para ofrecerle disculpa y para pedirle que regresara. Su estómago se comprimió.
—No exactamente—Respondió y frotó sus manos bajo la mesa. —Debo decirte algo, yo...
Su conversación fue interrumpida cuando una joven llevó la comida a la mesa. Macaria perdió el hilo de la confesión cuando vio ese apetitoso platillo. Olía bien y se veía bien, fue inconsciente que humedeciera sus labios.
—Tuve el atrevimiento de escoger la comida por ti, como es la primera vez que visitas Italia, creí que sería correcto orientarte un poco—Se explicó.
—¿Cómo se llama el platillo? —Preguntó con ansiosas ganas de probarlo.
—Es spaghetti, es algo tradicional pero delicioso—Tomó los cubiertos y con el tenedor comenzó a enredarlo en la pasta. Macaria echó un vistazo a cómo lo hacía.
—Se nota—Sonrió. Tomó el tenedor e hizo lo mismo que Thanatos, estaba asombrada hasta con esos pequeños detalles. Tenía tanta hambre que no quiso quedarse con la ansiedad y acercó el tenedor a la boca.
—Si vienes a visitar Italia, no dudes en probar toda la comida, terminarás atada aquí.
Macaria se quedó quieta con la boca abierta y el tenedor cerca de ella. Thanatos comenzó a reírse al ver su expresión tan helada. Ella fue cerrando la boca y alejando el tenedor, estaba escuchándolo reír por primera vez. Su risa era sutil y encantadora, por primera vez, veía a Thanatos feliz y comportándose como realmente era. La conmovió.
—¿Qué pasa? —Preguntó con diversión.
—Te estás espantando por todo, relájate...se nota que no deseas quedarte aquí pero no es para tanto—Respondió dejando de reír. —Te va a gustar la comida, sólo que te digo, vas a quererla probar por más tiempo.
Macaria esperaba que lo dijera en sentido figurado y la Tierra no compartiera la misma regla del Inframundo que era lo que temía tanto por él ya que aparentemente ya había probado mucha comida humana como para ella que estaba por hacerlo. Probó el contenido del tenedor y fue increíble. Los condimentos se mezclaban bien con la pasta y se deshacían en la boca sin perder su temperatura adecuada. Complacida por el sabor, siguió comiendo sin percatarse que Thanatos la veía con cierto brillo en su mirada.
Minutos más tarde, Thanatos y Macaria habían salido del restaurante totalmente satisfechos. Macaria no se arrepentía de haber probado el spaghetti, al menos no por ahora, porque en verdad que fue delicioso y volvería a comerlo sin dudarlo. Thanatos la veía de vez en vez en silencio, ella ya se mostraba más relajada y confiada, ahora ella no dejaba de sonreír. Sin embargo y a pesar de haberse pasado analizando sus gestos y comportamiento todo el tiempo, al concentrarse sólo en sus ojos comenzó a sentirse perdido. Su mirada era igual a la de Macaria, el mismo color y el mismo brillo, la misma inocencia reflejada en ellos. Pensar en Macaria le borró la sonrisa no por algún sentimiento negativo sino por la extrañeza que sentía en el pecho.
Macaria se dio cuenta que su actitud había perdido la calidez inicial. ¿Estará sospechando de ella? De ser así, ya no había problema, era hora de terminar la confesión que estaba por hacerle, después de todo, a eso había ido.
—¿Te encuentras bien? Te pusiste serio—Thanatos reaccionó.
—Sí, es sólo que...debo resolver unos pendientes que tengo. Lo mejor será irme—Su respuesta parecía ser un intento por huir, al menos así lo veía Macaria. —Pero antes de eso, había algo que querías decirme.
—Algo que quería decirte...—Repitió buscando más tiempo para responderle.
—Sí, en el restaurante antes de que llevaran la comida—Dijo. Macaria lucía nerviosa y no intentó ocultarlo. Thanatos pensó que quizás no le había agradado su compañía, algo completamente contrario a lo que el pensaba. —¿Sabes? Fue un gusto conocerte.
—¿Eh?
—Tu compañía fue agradable, me divertí mucho.
—¿De verdad? —Preguntó incrédula al mismo tiempo que se sentía halagada.
—Sí, me gustaría que volviéramos a vernos...claro, si es lo que deseas también.
Ahí estaba el punto en el que se estancó Macaria. Thanatos le acababa de confesar que le gusto estar con ella, fue testigo de sus risas y de la ayuda tan solidaria que le brindó. En todo momento fue atento y eso la asombraba pero le encantaba. Thanatos era diferente o, como lo pensó antes, estaba siendo él mismo, alguien que no podía ser en el Inframundo y conocer esa parte de él era extraordinario para ella. Quería volver a pasar tiempo con él así como ese día pero era consciente que no sería lo mismo si le decía quién era realmente. ¿Qué hacer ahora? ¿Decirle la verdad o seguir disfrutando de la mentira? No dañaba a nadie pero al fin de cuentas, una mentira.
—Me encantaría—Respondió. Aún podía retractarse pero su corazón ya iba en otra dirección. —Podría ser mañana.
—¿Ya sabes dónde vas a quedarte?
—Sí...ya tengo el lugar—Macaria miró a sus espaldas y señaló la primer construcción de dos pisos que vio. —Ahí me estoy quedando.
—Pensé que era más lejos, te acompaño.
—No es necesario—Lo detuvo. —Son unos cuantos metros y tú ya debes irte, ya te quite demasiado el tiempo...por cierto, gracias nuevamente por todo—Thanatos asintió.
—No es nada, era lo mínimo que podía hacer...¿Mañana nos vemos aquí a la misma hora? —Macaria asintió sin pensarlo.
Thanatos sonrió por última vez y se despidió de ella antes de dar media vuelta e irse. Macaria suspiró largamente, lejos de lamentarse por lo que acaba de hacer, estaba realmente feliz porque podría volver a verlo y conocerlo mejor. Al darse cuenta de que volvía a estar sola a pesar de estar con más personas alrededor, aún no confiaba en los demás por lo que era mejor irse de ahí.
***
Elíseos.
Melínoe estaba en el cuarto de Macaria esperándola pero con mayor preocupación y ansiedad. ¿Y si pasó lo mismo que la última vez y por eso no había regresado? ¡Eso era una tragedia! Pero quizás sólo se haya demorado, es lo más sano de pensar. Sin embargo, si llegaba más tarde, ya no podría seguir cubriéndola porque ya debía encerrarse en su recámara como de costumbre. ¿Qué debía hacer?
De pronto, una luz apareció en la habitación y Melínoe se giró de repente. Era Macaria y estaba bien. Fue corriendo hacia ella y la abrazó inmediatamente.
—Estaba pensando lo peor—Le confesó. —¿Todo estuvo bien? —Macaria antes de responder, pronunció la primera frase escrita del hechizo y volvió a su apariencia natural. Seguía teniendo una sonrisa embelesada en el rostro, Melínoe enarcó una ceja al verla tan rara. —¿Qué te pasa? ¿Pudiste convencer a Thanatos de que regrese? —Macaria negó.
—No, no pude hacerlo.
—¿Entonces? —Se llevó las manos al rostro. —¿No sirvió de nada?
—No lo diría así—Suspiró. —Pero fue un día increíble.
Melínoe la vio ofuscada y casi la zarandea por la poca información que le estaba dando y la falta de reacción de Macaria.
—No entiendo nada, explícate. ¿Viste a Thanatos?
—Sí.
—¿Y?
Macaria sonrió de nuevo de oreja a oreja mirando largamente a su hermana quien estaba al bordo de un ataque nervioso.
—Mañana volveré a estar con él.
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¡¡Wooow!! >o<!!! En lo personal, me encantó este capítulo!
Comencemos con lo primero....Hola!! nos leemos nuevamente, logré tener un poco de tiempo para escribir y no dude en plasmar mi inspiración con esta historia. Espero que así sea siempre y no sólo con este sino con todas las que tengo pendientes jaja.
¿Cómo vieron el capítulo? ¿Les ha gustado? Como hemos podido apreciar, Thanatos no tiene ni idea de que se acaba de cruzar con Macaria y ella ha tomado la decisión de fingir ser alguien que no es sólo para estar más cerca de él. ¿Será que fue la mejor decisión que pudo tomar? ¿Qué pasará ahora?
Podemos llegar a tener unas cuantas dudas con lo que ha planeado Hécate para ayudar a Macaria, como por ejemplo. ¿Por qué le dio un anillo con una durabilidad de más de un día? Nota importante: Hécate no hace nada que no tenga premeditado y todo lo hace por alguna razón...no es ningún error :D.
También vimos la primera aparición de un personaje nuevo, si fueron muy observadores ya se habrán percatado de quién es y es que me lo habían pedido desde la anterior historia.
En fin, espero que les haya encantado tanto como a mí y no duden en comentar, ya saben que son bienvenidas sus palabras, ideas, sugerencias y shippeos xD.
Nos leemos en el próximo capítulo!!
Abrazos y besos!!!
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