Capítulo 33 - Parte 2

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Nota: Lee con mucha atención los sueños y recuerdos que aparezcan casi al final del capítulo, los cuáles estarán dentro de " " y en cursiva. Los pensamientos de los personajes estarán dentro de << >>.

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Olimpo.

Después del altercado en la celebración de compromiso de Thanatos y Caria, los dioses regresaron al Olimpo por órdenes de Nyx. Asimismo, ella les ordenó que no se involucraran en ningún asunto respecto a lo sucedido con Thanatos. Zeus aceptó la orden de inmediato y huyó de la enfurecida mujer, esperando que no lo persiguiera. No obstante, después de algunas horas, cada dios regresó a su respectiva función.

Zeus permaneció sentado en su trono desde que llegó. Fue calmando sus nervios y luego se puso muy pensativo. Ni siquiera podía moverse, pero fue porque de tanto pensar, se puso a imaginar algo imposible:

<<Zeus se veía en una playa en plena oscuridad. Sentado en la arena y jugando con ella con un semblante nostálgico. Observaba a las sirenas llamarlo en la distancia con mucha insistencia. Al notar que las ignoraba, ellas le gritaban lo mucho que lo amaban, y sólo alcanzó a sonreír. Después de darse cuenta que las sirenas no lo dejaban en paz, tuvo que aceptar a sus llamados con el dolor de su corazón. Antes de que tocara el agua con sus pies, vio que Nyx se aparecía a unos metros lejos de él. Lo observó con un semblante de tristeza y él sólo se limitó a mirarla neutral. Así permanecieron hasta que Zeus rompió el contacto.

-Te vi desde hace un rato y al fin me decidí a venir a verte -decía Nyx abiertamente.

Zeus puso una mano en dirección a ella, indicándole que no continuara.

-Detente, ya te dije que lo nuestro no puede ser -añadió Zeus, mirando hacia las olas.

-¿Cómo? ¿Ya sabes lo que siento por ti? -preguntaba Nyx con espanto y nerviosismo.

-Sí, y no puedo corresponderte. Tengo esposa.

Cuando Zeus dijo esto sin titubear, un brillo en los ojos de Nyx comenzó a emerger. Se acercó desesperadamente al dios, sin tocarlo.

-¿Y qué hay de mis sentimientos? No puedo ocultarlos ni con la espesura de la noche.

Zeus comenzó a negar con mucho porte y alzando el mentón melodramático.

-Lo siento, pero mis sentimientos ya están ocupados. Ahora...debo irme -indicaba Zeus mientras se sumergía en el mar para ir con las sirenas.

-¡No! -exclamaba Nyx largamente, arrodillada sobre la arena.>>

Hestia caminaba fuera del templo de Zeus. Vio de reojo que Zeus estaba solo y callado, tanto que hasta se espantó. Retrocedió y entró al templo.

-Querido hermano, ¿por qué tan serio? -Hestia quería reír de ver a Zeus de esa manera, pero tampoco se podía tomar tan en serio su actitud por lo dramático que era.

A pesar de que Zeus se dio cuenta de que Hestia reprimía su risa, respondió a sus preguntas con una voz que concordaba con su semblante.

-Estoy preocupado, Hestia. No sé cómo lidiar con este situación -confesó Zeus, recordándose mejor en su trono.

Hestia curveó los labios.

-Vaya, después de tanto tiempo, al fin te veo preocupado -Su tono era algo sarcástico.

-No bromeo. Es en serio -recalcó Zeus y suspiró con pesar-. Esta situación no me deja de dar vueltas la cabeza.

Hestia era paciente, pero tenía un límite y justo ahora lo estaba perdiendo. Resopló largamente.

-Ya sé. Nadie entiende lo que pasó con Thanatos. Yo me encuentro en la incertidumbre.

Zeus la escuchó atento, pero su ceño se frunció.

-Sí, es algo que yo tampoco comprendo, pero la innombrable dijo que ella lo resolvería y sé que lo hará -sintió escalofríos y le dio un tic en el cuello.

-Vaya vaya...no te estoy entendiendo. ¿Entonces qué te preocupa?

El dios del rayo puso un semblante curioso y misterioso. Se inclinó hacia enfrente y llamó a Hestia con la mano, indicándole que se acercara más. Intrigada, Hestia dio los pasos suficientes para acabar con esa distancia y sentarse a lado de Zeus. Debía hablar de algo verdaderamente importante.

-Por cierto, ¿dónde está mi esposa? -susurró Zeus.

Hestia suspiró de nuevo.

-En sus aposentos, devastada de que la celebración de compromiso que organizó se arruinara y arrepentida de no haber casado a Caria y Thanatos cuando tuvo la oportunidad.

-Ay esta mujer preocupándose por pequeñeces -hizo un ademán con la mano-. Bueno, en vista de que no está cerca, te voy a contar.

-Bien.

-Pero, ¿prometes que no se lo dirás a nadie?

-De acuerdo -La diosa se intrigó más por saber la confesión de Zeus.

-¿Estas segura?

-Sí -respondió Hestia con hastío.

Zeus se le quedó mirando e infló los pulmones.

-¿En serio lo prometes? Porque si no me castran.

Hestia impaciente le dio un golpe en la cabeza con su mano.

-¡Habla ya! No sé por qué tanto misterio contigo -Hestia se acomodó su flequillo y respiró varias veces. Al mismo tiempo, se colocaba sus dedos por encima de uno de sus párpados donde pronto emergería un tic si no se calmaba-. Te pido disculpas. Me he pasado...pero dime, ¿qué es eso que tanto te preocupa?

Zeus tenía el ceño fruncido. Cuando Hestia se ponía así, se preguntaba que tanto explotaría a diferencia de Hera y Deméter.

-De acuerdo, ya te digo -dijo Zeus, sobándose la cabeza y no volvió a hablar hasta que resurgió su semblante de angustia y se acercó de nuevo a Hestia-. ¿Sabías que la innombrable...ama a un hombre en secreto?

-¿Eh? ¿Nyx? -expresó Hestia con incredulidad.

Zeus sintió demasiados escalofríos.

-Que no digas su nombre -reclamó en voz baja.

-Supéralo ya, estás viejo. Pero bueno, no, no lo sabía. ¿Y eso por qué te preocupa?

-Porque...yo soy ese hombre -respondió Zeus, poniendo una mano sobre su pecho mostrando orgullo y olvidando por un instante su angustia.

Hestia comenzó a tener un tic en la ceja sin poder decir nada. Antes de que Zeus pudiera esperar una reacción de su hermana, ella comenzó a reír descontroladamente. Sus carcajadas hacían un eco impresionante. Era tal la gracia que Hestia ya tenía un dolor en el estómago.

-No entiendo de qué te ríes -Zeus estaba confundido.

La diosa seguía riendo y se limpió las lágrimas que brotaron de sus ojos.

-De ti -confesó Hestia mientras respiraba hondo para poder hablar-. Siempre creí que exagerabas y estabas loco, pero tampoco esperé que fuera demasiado como para decir estas tonterías.

-¡Pero no son tonterías! Yo escuché cómo hablaba de sus sentimientos hacia mí.

-Bueno, esto poco a poco va perdiendo su gracia -confesó Hestia más seria al ver a Zeus bien seguro de lo que decía-. ¿Acaso escuchaste que Nyx revelara sus sentimientos hacia ti? -El sólo preguntarlo, sintió ganas de reír de nuevo.

-Dijo que su enamorado era guapo, divertido y gentil -respondió Zeus con el mismo porte de orgullo.

Hestia estalló de nuevo en carcajadas. Zeus comenzó a ponerse rojo del coraje. Seguía sin verle el lado divertido a lo que le contaba a Hestia con tanta preocupación.

-Ese chiste es buenísimo -confesó Hestia limpiándose de nuevo los ojos-, pero no es real. Nyx te odia y te quiere castrar. Acuérdate de eso -Le puso una mano en el hombro.

Zeus fue sintiendo cada vez más escalofríos. Recordó lo furiosa que estaba cuando él quiso atacar a Hypnos. Esa imagen destruyó cualquier esperanza que tuviera sobre los sentimientos de Nyx hacia él para que no lo lastimara.

-Sí, ¿verdad? Ya decía yo que había algo raro.

Hestia volcó los ojos y se levantó.

-Si eso era todo, lo mejor será que me vaya a descansar. Por la mañana iré a averiguar si Deméter no tiene nada que ver con lo que le pasó a Thanatos.

-¿Deméter? No, ella no. La advertencia que le hice hace mucho tiempo sigue en pie y le he quitado gran parte de sus poderes. No puede hacerle nada.

-Para lo importante eres incrédulo, y para lo que no, eres ridículo -confesó Hestia sin importarle que Zeus pusiera semblante de sorpresa y ofensa-. Sabes bien que Deméter odia a Hades y que jamás ha querido a sus nietas. Para mí, ella es capaz de hacer lo que sea por vengarse de Hades y no será un inconveniente ni la advertencia que le hiciste ni el que le hayas quitado sus poderes. Por eso voy a ir a verla.

Zeus no estaba muy de acuerdo, pero no había mucho que pudiera hacer. Su familia era demasiado obstinada. No existía barrera que pudiera impedirles hacer lo que se les ha cruzado por la cabeza. En ese momento a solas, sólo se le ocurrió decir algo.

-¿Y si le hubiera dicho que lo pensaría?

***

Inframundo.

-Por los dioses...

Garena tenía la boca bien abierta ante el impresionante lugar en el que se encontraba. Un par de veces se preguntaba cómo era el Inframundo, incluso minutos antes de marchar hacía allí, pero sus ideas no se comparaban con la realidad. Ralen al verla sorprendida, sólo alcanzó a sonreír. Él sí se imaginaba cómo sería su expresión.

-Le gusta el lugar, ¿verdad?

-¿Tú qué crees? -preguntó Garena en cuanto reaccionó-. Para serte muy honesta, me encantaría dar un tour por el Inframundo.

-¿Tour?

-Una excursión -específico Garena-. ¿Y a dónde iremos ahora?

Ralen sonrió de nuevo, tomó a Garena de los hombros y la giró a ciento ochenta grados. A Garena no se le ocurrió mirar hacia atrás con lo impresionada que estaba de ver la plenitud de la zona rocosa y sombría. Ahora podía ver un enorme castillo oscuro y vigilado por guardias y demonios que los observaban con poca cordialidad. Garena volvió a quedarse muda y no dijo nada ni porque Ralen la tomó de la mano y caminaron juntos hacia el castillo.

-Ralen, creímos que estabas dentro del castillo -dijo uno de los guardias.

-Estaba, pero salí por un momento. ¿Mi padre dónde está? -preguntó Ralen con ligero nerviosismo.

-Dentro. Resolviendo un asunto con un humano intruso -En cuanto el guardia dijo eso, todos los demás se le quedaron mirando a Garena.

La tensión que generaron todos esos pares de ojos, fue difícil de ignorar.

-¿Qué me ven? A mí me invitaron -dijo Garena defendiéndose.

Ralen intervino al notar su incomodidad y al especular lo que pensaban los guardias de Garena.

-Es tataranieta de Hécate y yo la he invitado a venir.

Los guardias enderezaron la espalda en un dos por tres.

-¿Tataranieta de Hécate? Vaya, le ofrezco una disculpa general por nuestra actitud. No queremos problemas. Adelante señorita -dijo el guardia principal con cortesía.

Ralen agradeció con la cabeza y entraron al castillo.

Los guardias los miraron marcharse y sonrieron entre sí.

-Ahora se entiende mejor porqué abandona su puesto -comentó un demonio.

-Yo apostaría mi propio puesto a que Radamanthys será abuelo -decía el guardia principal con total seguridad-. ¿Se lo imaginan?

-La verdad no...pero vaya que va a pegar un grito hasta el Olimpo -comentó un tercer guardia.

Mientras los guardias hacían conjeturas en horario de trabajo, Ralen y Garena siguieron caminando en el interior del castillo.

-¿Te enojaste? -preguntó Ralen.

-Al principio me molesté, pero ahora me preguntó qué es lo que les ha hecho la anciana para que cambiaran de actitud -dijo Garena.

-Yo tampoco lo sé con exactitud, pero le tienen respeto...quizás miedo.

-Seguramente. Si cuando Hades fue a verla con intenciones de cortarle la cabeza, ella lo seguía molestando. Esa mujer le hace burla a la misma muerte...con todo respeto a Thanatos -dijo Garena, ocultando que estaba preocupada por saber dónde se había metido Hécate-. ¿Y quién crees que sea ese intruso del que hablaron?

-Debo averiguarlo, pero antes, me gustaría que estuviera en un lugar cómoda y segura. Después la llevaré a conocer a mis padres.

Garena detuvo su andar, obligando a Ralen que hiciera lo mismo. Él la observó con perplejidad.

-Me imagino que tienes demasiado trabajo. No te preocupes por mí. Me quedaré aquí donde no estorbe y si alguien me toma por intrusa, ya sé qué decirles -decía Garena con una amplia sonrisa.

Ralen se sintió cautivado con la propuesta, pero definitivamente se negó a llevarla a cabo.

-Señorita Garena, usted no estorba y no vuelva a decir algo así. Por consiguiente, la he traído aquí porque no quería dejarla sola y no voy a estar tranquilo hasta que no esté en un lugar cómodo para usted. No importa el lugar.

La forma de hablar de Ralen fue distinta a otras ocasiones. No fue con tintes tan románticos como solía hacerlo, sino con más determinación y su voz vibró más ronca de lo normal. Garena inconscientemente suspiró y enseguida se percató de lo que sentía y con mayor dificultad le costaba contenerse.

-Está bien. ¿Ahora a dónde vamos?

-Por acá -Inocentemente, Ralen puso la mano detrás de la espalda de Garena. Debajo del cuello, en el punto central de la espalda donde a Garena le daban intensas cosquillas y lo descubrió recientemente en la casa de Hécate. No eran cosquillas que hacían brincar de risa, sino que le espesaban la mente sentía que perdía el control de sus acciones. Por concentrarse en lo que sintió, no se dio cuenta que había dejado de moverse-. Señorita Garena, ¿qué le pasa? -Ralen se fijó en la mirada de Garena y no supo qué hacer después. Ella lo miraba como si planeara algo-. ¿En qué...está pensando? -Ralen se acordó de la manera en cómo Garena lo miró cuando bebieron esa extraña soda.

-¿Seguro que quieres saber en qué estoy pensando? -Le preguntó Garena y Ralen dudó.

-Me...mejor no -dijo Ralen intentando apartarse.

Inesperadamente, Garena puso las manos sobre el torso de Ralen y lo puso contra la pared.

-Ralen, estoy pensando cosas impuras y es por tu culpa -confesó Garena.

Ralen tragó saliva con dificultad.

-¿Mi culpa? Pero yo no he hecho nada...

-Deja de hacerme masajes o tocarme la espalda. He descubierto que eso me pone loca.

-No entiendo. De verdad no entiendo -Ralen se estaba poniendo más nervioso-. Señorita Garena, dígame por favor que no ha bebido algo raro de nuevo.

Garena respiró hondo y se apartó de Ralen. Pasó sus cabellos por detrás de sus orejas.

-No, no. No he bebido nada raro. Pero...no me toques la espalda o voy a besarte.

Comprendiendo la perspectiva, a Ralen ya no le pareció tan malo.

-Bueno, eso no es tan malo. Sin embargo, le prometí que no me propasaría con usted hasta que no fuéramos una pareja formal.

-¿Ni siquiera un beso?

Ralen no supo que responder.

-Mejor no. Por ahora no. Es por nuestro bien.

Garena no lo sabía, pero hizo un puchero. El haberse sincerado con sus sentimientos también le resultaba complicado porque ahora reconocía que le gustaba besar a Ralen y ahora él se lo estaba negando.

-¿Y a qué te refieres con ser una pareja formal? -preguntó Garena con alta demanda.

En el momento menos oportuno y de mayor inquietud para Garena, Ariadna apareció y vio a Ralen con profundo alivio.

-¿Dónde rayos estabas? Te estuve buscando desde que te fuiste del bosque y nada. Mi tío está muy enojado contigo y yo me voy a meter en un problema muy grande con él y con mi padre -Le reclamaba Ariadna. Se alegraba de ver a Ralen de vuelta, pero sabía muy bien que iban a recibir una buena reprimenda-. Dijiste que no tardarías y fue todo lo contrario.

-Perdóname, Ariadna. Las cosas se salieron de control y...

Ariadna vio a Garena y sonrió, a pesar de su enfado.

-Y se te olvidó -completó la frase de Ralen.

-Lo siento. Pero ahora mismo voy a arreglar esto. Sólo llevo a la señorita Garena a un lugar tranquilo -indicó Ralen.

-Yo la llevo, pero tú debes ir urgentemente a buscar a mi tío. Está bien estresado y enojado y quiere verte ya. Yo te alcanzo en cuanto lleve a Garena a otro lugar -propuso Ariadna.

Ralen miró a Garena como si no quisiera irse, pero tuvo que aceptar lo que Ariadna le dijo o empeorarían las cosas. Tras despedirse con una mirada, Ralen se fue a buscar a Radamanthys. Garena por su parte, no sabía cómo comportarse con Ariadna ni tampoco si ella le reclamaría. Sin embargo, Ariadna le sonrió con gentileza, como si nunca se hubiera enfadado con Ralen.

-Si no te molesta, creo que estarás mejor en mi habitación. Ahí nadie te molestara -dijo Ariadna.

Mientras tanto.

Ralen se apresuraba para ir a buscar a su padre. Ya se lo imaginaba furioso y no era para menos. Ralen siempre había complico con su responsabilidad, pero últimamente ha tenido otras prioridades que Radamanthys desconoce. En cuanto resolvieran lo del intruso en el Inframundo, hablaría con él para explicarle que se ha enamorado de Garena.

Suponía que eso iba a comprenderlo aún más cuando aclarara que no se trataba de una humana sino de una descendiente de Hécate, ya que ese aspecto era de mayor preocupación para sus padres. La positividad de Ralen le hizo imaginarse que no habría ninguna complicación.

-¡Maldita sea, Ralen!

Los pensamientos de Ralen fueron bloqueados por el llamado aguardentoso del hombre que esperaba ver. Radamanthys aceleró el paso hasta donde estaba su hijo. Minutos atrás había tenido una mezcla de preocupación y enfado hasta que vio a Ralen. A partir de eso, sólo pido sentir enfado.

-Papá, te estaba bus...

-¡¿Dónde carajos estabas?! ¡Dejaste tu puesto desprotegido! ¡Es inaudito, Ralen! -Radamanthys exclamó con mucha fuerza.

Ralen no había visto a su padre tan enojado con él. Para aminorar su rabia, decidió explicarle todo a modo de resumen.

-Fui a la Tierra porque...

-¡Las excusas no vienen ahora! -Los ojos de Radamanthys eran llamas puras que pretendían quemar todo lo que estuviera a su paso. Sin embargo, el juez giró en sus propios talones y comenzó a dar pasos largos para regresar de donde había venido-. Vámonos. Después de que resolvamos los asuntos de trabajo, tú y yo vamos a hablar seriamente y sin excusas. ¿Entendiste? -Le hablaba a Ralen dándole la espalda.

Él iba dos pasos atrás de su padre.

-Sí -respondió Ralen, tratando de enfocarse en su trabajo. No obstante, era complicado porque el recuerdo de Garena se presentaba en todo momento.

***

Tártaro.

Nyx miraba desde unos metros atrás del lecho a Hécate mientras curaba a Caria. Ella permanecía inconsciente. Cuando fue por Caria a la Tierra, la encontró delirante y con graves heridas. De haber llegado antes, habría las habría detenido. Al estar hablando con Hécate y Zagreo y ocuparse de Thanatos, descuidó otras funciones.

Hécate curaba a Caria con diversos hechizos. Se sentía mal por verla en ese estado. Le hacía recordar el pasado cuando Hades fue el que estaba completamente herido y agonizante. En parte había sido su culpa. Le daba mucho coraje.

-Debiste llamar a Asclepio. Él es mejor en curaciones que yo -confesó Hécate. Nyx refutó inmediatamente.

-No quiero que ningún otro dios se involucre en esto. Es mejor que tú lo hagas.

Hécate movió ligeramente los hombros sin continuar con el tema.

-Todo esto ya se salió de control -comenzó a hablar Hécate-. Primero Thanatos, y ahora Caria y Melínoe. ¿Quién más sigue? -preguntó irónica y se respondió a sí misma-. Lo olvidaba, Hades y Perséfone pelearon. Sólo falta que Deméter se presente como la madre amorosa y la única salvadora de esto para que todo se vaya al carajo -hizo un mohín repulsivo. No lograba crear ninguna imagen en su mente sobre lo que acababa de decir.

-Estos problemas son sólo parte de un círculo vicioso bien manipulado -dijo Nyx con total franqueza-. Melínoe actúa de acuerdo a lo que le impone su condición maligna, Caria iba a explotar tarde o temprano por el estrés, la pelea de Hades y Perséfone es producto de un tercero y lo de Thanatos no lo explico aún. Pero cada uno de estos escenarios tiene un final.

Hécate tuvo una sensación muy extraña con esa aseveración tan seria y determinada. El que Nyx haya conversado con Némesis antes de que Zagreo y Hécate se acercaran, indicaba mucho. Indicaba un final y eso no era precisamente bueno.

-El tercero en discordia es ese sazonador de cocina que sigue loca por Hades. El cara de cuenco fue a mi casa a exigirme respuestas sobre dónde estaba Macaria y olía como si hubiera tenido una fiesta de té-expresaba Hécate a su estilo.

Nyx arrugó la nariz.

-¿La llevó al Inframundo?

-Yo que sé. Probablemente sí. Este dios está más ciego que un topo -expresó con más molestia, pero sonrió en sus adentros al imaginarse a Hades con cara de topo-. A propósito, creí que sabías esto de Menthe.

-No y no dudó que se hayan visto en el día con toda la intención de que yo no me diera cuenta.

-¿Dudas de Hades?

-De Menthe -aclaró Nyx-. Como podrás recordar, Menthe le servía a Érebo hace mucho tiempo. Aprendió mucho de él, sobre todo a manipular a los hombres con palabras. Sin mencionar la manipulación natural por el tacto y olfato.

-Los embrutece -agregó Hécate-. Sin embargo, a diferencia de años atrás, Hades estaba peor. Agresivo y loco. Así no se portó antes. ¿A qué se deberá?

Nyx no respondió, pero tenía una conclusión y todo apuntaba a que Érebo tenía algo que ver.

-Ya lo averiguaré.

La bruja resopló y negó con la cabeza en varias ocasiones.

-Le voy a dar un coscorrón a Perséfone. Pudo deshacerse de Menthe y no lo hizo. Yo creí que el haberla convertido en planta iba a ser permanente.

-No lo fue y de cierta manera lo entiendo. Perséfone no se equivocó, sólo confió en alguien que aprovechó la lástima para recibir misericordia. Su acción no fue mala. Lamentable sí, pero mala no -Nyx caminó hacia Caria y le acarició el rostro con ternura-. Va a recuperarse pronto. Es más fuerte de lo que aparenta.

Hécate vio a Caria también y sonrió de lado.

-Testaruda como su padre, pero noble como Perséfone. Debo confesar que a mí se sorprendió enterarme que se enamoró de Thanatos, y más aún que él sintiera lo mismo por ella.

Nyx sonrió.

-Yo no. Yo sabía que ambos terminarían juntos.

-Ah que sí...hiciste que anocheciera en los Elíseos. Por eso te enteraste, ¿no?

Para sorpresa de Hécate, Nyx negó de inmediato.

-Lo sabía desde antes.

Hécate tosió con la confesión de Nyx.

-¿Qué? Eso no me lo imaginé, ¿desde cuándo lo supiste?

Nyx la miró fijamente sin dejar de sonreír.

-Desde que decidí que debía anochecer en los Elíseos -respondió-. Soy madre. Tengo intuición -añadió-. Dejemos a Caria que descanse -Nyx se apartó y fue acercándose a la salida.

Hécate se rascó la cabeza con confusión y comenzó a hacer cuentas con los dedos, sorprendiéndose con la estimación.

-Increíble. Es rarísimo imaginarse los hechos, pero no hay nada normal entre nosotros -decía Hécate mientras seguía a Nyx.

Arrastrada por la curiosidad, Hécate estaba por preguntar más acerca de su intuición pasada pero Nyx se detuvo y le dio una indicación.

-Quise que fueras a dejar a Zagreo en el Inframundo de vuelta para evitar que empeoraran las circunstancias y tú pudieras regresar para curar a Macaria, pero ahora, deberías regresar con Zagreo. Con lo que pasó con Macaria, la conversación no terminó como pretendía. Yo iré a ver a Thanatos.

-A mí me pareció que lo dejaste muy convencido -añadió Hécate, recordando que Zagreo se sentía como acorralado por la filosa mirada de Nyx y la dureza de sus palabras. No obstante, él había comprendido fácilmente las cosas a diferencia de Hades-, pero confundido. Es normal su reacción. Por otro lado, de sólo pensar que Deméter nunca quiso a sus nietas, no quiero ni imaginarme cómo trató a Zagreo si es una réplica de Hades.

Nyx exhaló. Ojalá lo supiera, pero cuando ella se presentaba en el cielo, nunca vio a Deméter y él relacionándose. Así que desconocía cómo lo trató realmente. Por las noches, cuando Deméter estaba cuidando a Zagreo, no lo trató mal. ¿Habría sido lo mismo durante el día?

-Eso lo sabremos pronto. Pero antes quisiera que fueras con él e interfirieras en caso de que Hades y Perséfone no le crean o actúen impulsivamente contra Deméter.

-Lo que es más probable -suspiró con desahogo-. Sí, mejor me voy. Regresaré en cuanto esto se calme.

Ni más ni menos, Hécate desapareció de ahí. Nyx siguió su camino como si Hécate no hubiera estado ahí. Regresó a la enorme mazmorra donde estaba Thanatos y entró sin pensarlo dos veces. Hypnos, quien estaba ahí para hacer que Thanatos soñara, vio a Nyx rápidamente y continuó con su labor. Nyx tragó saliva. Cerró las puertas tras de sí y alentó sus pasos mientras veía a Thanatos.

-Aún no duerme del todo -dijo Nyx en voz suave.

Hypnos negó sin dejar de mirar a su hermano.

-Se resiste. Pero un poco más y logrará dormir.

Nyx mostraba dureza, aunque en el fondo se derrumbaba al ver a Thanatos de esa manera.

Thanatos estaba de rodillas contra el suelo, con cadenas de titanio en cada tobillo. Sus brazos colgaban a los extremos por las cadenas. Su cuello también estaba sujeto con el titanio. Su rostro caía ligeramente de lado. El torso lo tenía desnudo y en su espalda, donde antes se encontraba su tatuaje, estaban sus grandes alas negras, cayendo por los lados.

Esa era una imagen que nadie querría ver.

Nyx iba acortando la distancia hacia Thanatos. Hypnos no estaba muy de acuerdo con que se acercara demasiado, pero al mismo tiempo confiaba en ella. Nyx pasó sus manos por el rostro pálido de Thanatos y después acarició su cabello.

-Vas a recuperarte y voy a encontrar a quien se atrevió a hacerte esto -dijo Nyx, evitando que sus sentimientos traspasaran su garganta. En breves momentos, Nyx comenzó a darse cuenta de un olor particular y muy identificable. Giró el rostro, guiada por su olfato para encontrar el punto preciso de dónde provenía. Miró por debajo de ella y vio unas manchas de sangre. Deslizó sus dedos por el rastro de sangre y acercó su mano a su nariz: el olor era más fuerte-. ¿Menthe estuvo aquí?

Hypnos se tambaleó un poco por la pregunta debido al desconcierto.

-No. Nadie más ha estado aquí más que nosotros dos. Le aseguro que nadie ha entrado a este lugar.

Nyx se levantó y acercó a Hypnos, frotando sus dedos cerca de él.

-¿Hueles esto?

Hypnos negó, pero sus expresiones reflejaban gusto por el olor aunque su olfato ya no distinguiera el olor y sabiendo de antemano que era por Menthe, comprendía que Hypnos no se haya percatado.

-No huelo nada, y sobre esa sangre, es de Thanatos.

-¿Thanatos? -Nyx frunció el ceño.

-Sí. Comenzó a escupir sangre después de que usted salió de aquí la última vez -explicó.

Nyx apretó la mano con fuerza, embarrando la sangre en el resto de su palma.

La ira que sintió en ese instante fue indescriptible.

***

Inframundo.

Hades, Perséfone y Zagreo se habían reunido en el despacho de Hades, hasta ahora, era el lugar más tranquilo y privado del castillo, además de que Hades se sentía cómodo ahí. Cuando se instalaron en el lugar, la tensión fue peor. Donde quiera que mirara, Hades no se sentía mejor y de ser quien propuso que hablaran, ahora ya no estaba tan seguro de hacerlo. Ya no tenía iniciativa. Ver a Perséfone era como si se clavara una daga bien merecida y ver a Zagreo le daba mucha intriga y desconfianza.

¿Su hijo? Ciertamente, su físico lo respondía todo, pero los hechos no y es que él jamás le fue infiel a Perséfone. Sus acciones respecto a Menthe daban a entender lo contrario, pero no. Así que consideraba que había un gran malentendido. Zagreo no era su hijo por mucho que se pareciera.

El dios del Inframundo pensaba en tantas cosas que no veía el tiempo pasar. Perséfone no tenía ánimos para comenzar con la conversación porque desconocía cómo iba a reaccionar cuando Zagreo revelara quien es su madre.

¿Y si era Menthe?

La acidez del cuerpo incrementó de sólo imaginarlo.

De los tres, el más tranquilo era Zagreo porque Nyx y Hécate ya le habían contado brevemente sobre sus padres y Deméter. Estaba conmocionado porque hasta hace unas horas había creído únicamente en las palabras de Deméter, y ahora, también estaba la versión de Nyx y Hécate y contrastaban muchísimo con la de Deméter. Por mucho que estimara a la diosa de la agricultura, no podía hacer caso omiso a las demás perspectivas. Presentía que si sus padres le contaban lo sucedido, su mente se despejaría y vería la verdad. Aunque tuviera que reconocer que Deméter le había mentido.

-Quisiera disculparme con ustedes -dijo Zagreo de repente. Perséfone prestó atención a Zagreo mientras que Hades prefirió mirar hacia otro lado-. Yo sé que mi presencia puede ser más que molesta para ambos, pero principalmente, incómoda. Les doy mi palabra de que si no quieren saber nada de mí después de esta conversación, no volveré a molestarlos.

Escuchar a Zagreo le provocó algo a Perséfone. Tenía la sensación de querer abrazarlo.

-Estás pasando por alto que viniste al Inframundo sin autorización -dijo Hades de repente, con un tono repelente.

Perséfone miró de reojo a Hades, estando en contra de su áspera actitud.

-Debía conocerlos y hablar con ustedes. Conocí a Hécate y ella me trajo aquí...-explicaba Zagreo. Hades pareció ignorarlo.

-Y que te hayas enfrentado a mí, es insulso -continuaba Hades.

Zagreo casi podía tocar la molestia de Hades y en cuanto recordó aquella breve batalla, también se molestó.

-Evidentemente no podía quedarme de brazos cruzados viendo cómo peleaba con ella -Lo contraatacó con mucha calma, refiriéndose a Perséfone-. Si le soy muy sincero, ella era a quien me preocupaba por defender.

Este punto no lo comprendió Perséfone, ¿por qué confesaba algo así si no se conocían? Entendería que Zagreo quisiera defender a Hades, ¿pero a ella?

Hades rio a medias, escéptico. No iba a aceptarlo por orgullo, pero le agradecía que haya intervenido en su pelea con Perséfone. Un acontecimiento que quería olvidar.

-Sea como sea, has intervenido más de lo que se te ha autorizado. Tú no tienen ninguna atribución para interferí en nada -recalcó Hades.

-Sí la tengo porque soy su hijo -respondió Zagreo sin reparo.

Perséfone dejó escapar una bocanada de aire. Lo había dicho de nuevo y frente a Hades. El dios del Inframundo hizo gestos de querer replicar mil cosas, pero las palabras pensadas no escaparon de su boca.

-¡Eso es mentira! Tú no puedes ser mi hijo -escupió Hades-. Eso es imposible.

-Comprendo su reacción, pero no es mentira. Usted es mi padre y mi madre es...

Zagreo fu interrumpido por un Hades estresado y molesto.

-No digas ni una sola palabra. Di de una buena vez que es lo que quieres y lárgate. Sólo deja de mentir.

El joven suspiró profundo. Hades era menos comprensivo que él mismo.

-Sólo he querido conocerlos.

Hades comenzaba a tener otro de sus típicos tics de frustración. Quería echarlo o mejor aún, ¿por qué no lo enviaba a las prisiones?

-No sirve de nada que lo sigas negando -comentó Perséfone con sequedad e intenciones de irse de allí. Hades se puso frente a le puerta, evitando que se fuera-. Apártate.

-No...esto se va a solucionar ahora mismo -decía Hades casi con súplica. Miró a Zagreo nuevamente y arrugó la frente-. Me tienes harto. Voy a encerrarte hasta que digas la verdad. Voy a torturarte de ser necesario.

-Ese sería un gran error.

Hades miró hacia sus espaldas y abrió la puerta. Detrás estaba Hécate, quien había intervenido en la discusión. Que Hades la haya visto, no calmó su humor.

-Aquí está alguien más que ignora mis órdenes y se mete en conversaciones ajenas -dijo Hades con intención de ofender.

Hécate le habría dado en la cabeza con su bastón si lo tuviera a la mano. Lástima que haya cambiado su apariencia.

-Mira cerebro de chinche, yo estoy aquí para aminorar conflictos y ayudar, en cambio tú te presentaste en mi casa para amenazarme y ahora me reclamas como todo un cavernícola territorial. No tengo humor y si quieres resolver nuestras diferencias, que sea ahora -Hécate se levantaba las mangas de su vestido, dispuesta a abalanzársele a Hades y descargar la ira que reprimió por muchos años.

Zagreo se puso enfrente y vio a Hécate con mirada de súplica. Hécate volcó la mirada y aguantó su ira. La manera en cómo la vio, le recordaba a Perséfone.

-No lo haga, por favor -dijo Zagreo.

-Deja que lo conozcas más y tú mismo querrás ahorcarlo -masculló Hécate.

-Miren, yo no tengo tiempo que perder con ustedes. Lárguense-ordenó Hades con un creciente dolor de cabeza.

-A mí no me importa que me eches, pero ¿estás echando a tu hijo? -Hécate demandó saber.

-¡Que no es mi hijo! -exclamó Hades.

-Lo es, te guste o no. Si es la misma réplica tuya, pero con mejor personalidad -continúo Hécate-. Es descabellado pero lo que te ha dicho Zagreo es verdad. A mí me consta y a eso he venido. A reafirmar lo que dice.

Hades siguió en la misma postura del inicio. No creía en nada de lo que le decían. Quien menos sentía que soportaría por más tiempo esa situación, era Perséfone. El pecho le ardía ante la traición de Hades. Si Hécate ya lo afirmaba sin más, significaba que ya sabía la verdad y también se la oculto. Quizás y hasta lo sabía antes de que apareciera Zagreo en su vida.

La cabeza le estaba dando vueltas y sentía que nuevamente perdía el control sobre sí misma.

<<Debo salir de aquí>>, pensaba Perséfone.

Hécate fue la primera en darse cuenta que los ojos de Perséfone cambiaban de tonalidad y que su semblante volvía a ser gélido y amenazante. Eso no deparaba nada bueno.

-Perséfone, no te vayas -pedía Hécate, tomándola de los brazos.

Perséfone trataba de alejarse.

-Ya no soporto más engaños, Hécate. Necesito irme -decía Perséfone con voz temblorosa.

Hades se preocupó al momento por su esposa y aunque quiso ayudarla, Hécate se lo impidió.

-Primero debes saber todo sobre Zagreo -seguía insistiendo Hécate, pero Perséfone se negaba con más firmeza.

-¡No! No quiero saber con qué mujer me ha engañado Hades.

Hades se puso de nuevo frente a Perséfone y la tomó de los hombros, haciendo que Hécate se retirara. Él ya se estaba dando cuenta de su cambio.

-Mi amor...yo no te engañé con nadie. Créeme.

Perséfone bufó y apartó a Hades con mayor agresividad. Estaba enloqueciendo.

-Yo ya no te creo nada. ¡Nada! -exclamó Perséfone con ojos rojos de mayor intensidad.

Zagreo al verla así, se invadió de aflicción. Percibir que tanto Hades como Hécate trataban de calmar a Perséfone con tanto ahínco, imaginaba algo terrible y todo por un malentendido.

-Mamá, no te vayas -habló de repente Zagreo.

Las expresiones de Hades, Perséfone y Hécate eran las mismas y sus miradas se fijaron en el joven. Sus rostros mostraban destemple y excesiva inquietud. El enojo de Hades se esfumó y Perséfone experimentó una ola de diversas emociones.

-¿Cómo me llamaste? ¿Mamá? -cuestionaba Perséfone, escéptica.

Esta vez, Hécate habló enseguida para aclarar sus dudas.

-Es por esto que vine a hablar con ustedes...Zagreo es hijo de ambos.

Al escuchar esto, Hades y Perséfone se miraron entre sí y no podían decir nada por el shock.

-Pero eso es imposible. ¿Cómo podría ser su madre si no tengo noción de ello? -Perséfone no dejó de ver a Zagreo y su corazón sintió un confort más grande. Saber eso explicaba porque no lo repelía a pesar de suponer que era hijo de alguna amante de Hades.

-¿Qué tipo de broma mala es esta, Hécate? -preguntó Hades sin encontrar otra explicación.

-No es broma -Hécate suspiró profundamente-. Es su hijo.

Zagreo sintió ardor en la garganta. Se mantuvo neutral en su postura y comportamiento, pero por dentro, se sentía inseguro. Desde que era niño siempre quiso sentir el afecto de parte de sus padres, el cual le fue negado. Deméter le hizo creer que era su madre, pero jamás fue afectuosa. Él fue un niño solitario hasta que Deméter lo abandonó con las dríadas, sin embargo, eso no recompensó su falta de afecto. Veía a varias niñas con sus madres o padres siendo felices y recibiendo amor fraternal, mientras que él sólo se tenía a sí mismo.

Ahora sabía quiénes eran sus verdaderos padres, y ellos lo miraban como lo que era: un intruso. Si llegó a pensar que lo aceptarían tan fácil en cuanto se enteraran y que lo abrazarían con afecto, había imaginado demasiado. Llegar a esa formulación le hizo agachar la cabeza con incomodidad.

Perséfone lo veía y tuvo el impulso de querer abrazarlo. Reconocía que no le gustaba verlo así, con los pensamientos revueltos y con sus sentimientos ocultos. Reflejaba un dolor desconocido.

¿Cómo habrá sido su vida? ¿Cuántos años tendría? ¿Dónde estuvo todo ese tiempo?

-Si esto en verdad es cierto...¿por qué no supimos nada de ti? ¿Cómo es que naciste? -cuestionaba Perséfone a Zagreo. No obstante, él no pudo decir nada más y sólo vio a Hécate.

Otra pregunta difícil. Hécate hizo aparecer el brebaje restante que le dio a beber a Perséfone hace unas horas y se lo repartió a Hades y Perséfone. Hades puso gestos de desaprobación y Perséfone tuvo un mal presentimiento porque ya sabía para que servía el brebaje.

-¿Esto para qué? -preguntó Hades de mala gana, despertando del absorto.

-Confíen en mí. Deben beberlo o no podré decirles la verdad aunque me torturen a mí y a Zagreo -comentó Hécate. Zagreo sólo alzó las cejas al verse involucrado.

Hades no quería beberlo y volteó hacia Perséfone para saber qué iba a hacer ella. Se notaba dudosa, pero terminó por bebérselo todo. Que Perséfone haya tomado esa iniciativa fue suficiente para que Hades lo considerara y lo bebiera. Hizo gestos de asco. Era un sabor tan desagradable que no querría beber de nuevo.

-Listo. ¿Ahora qué vas a decirnos? -preguntó Hades con exigencia.

Hécate llenó sus pulmones de aire y miró a Perséfone. De antemano sabía que ambos se enojarían, pero al menos ya estaba más que asegurado que no actuarían impulsivamente por unas horas. Hécate esperaba que ese tiempo fuera suficiente para que pudieran pensar cómo enfrentar a Deméter sin ocasionar más problemas.

Aunque Deméter se lo mereciera, no era lo mejor en ese momento.

-Zagreo no fue concebido como cualquiera pensaría. Nació de una fracción del alma de Hades que puso en la flor que te regaló cuando llegaste al Inframundo por primera vez, y también de tu sangre. Ambos componentes fueron unidos y fue como se concibió un bebé, claro que fue necesario que alguien lo hiciera. Suena loco, pero bien saben que eso es posible. Nyx tuvo hijos por sí sola en varias ocasiones.

Hades y Perséfone cruzaron sus miradas. Ninguno de los dos podía comprender aun lo sucedido.

-Pero eso no es posible. ¿En qué momento expuse mi sangre? -Se preguntaba Perséfone.

-No lo sé, pero es parte de tu sangre -respondió Hécate.

-Esto suena horrible. Quien lo haya hecho, lo hizo con toda la intención, pero ¿por qué? ¿Quién pudo atreverse a tanto? -Seguía preguntando Perséfone, tratando de comprender la situación-. Si sabes quien fue, por favor, dínoslo. ¿Conoces al responsable?

-Sí. Y ustedes también -Hécate repasó con la mirada a cada uno de los integrantes. La ansiedad se veía en cada parpadeo. Ya no había marcha atrás-. Fue Deméter.

Los ojos de Perséfone se abrieron por completo y sus pupilas se achicaron mientras dejaba caer el vaso al suelo.

***

A la mañana siguiente...

Sicilia, Italia.

Deméter estaba en los trigales, en el punto exacto donde su corazón dejó de tener vida, alegría y armonía. Las marcas de destrucción seguían en el suelo sin poder recuperarse. No era algo que hubiera querido hacer después de todo. Quiso que se quedara ese hueco así para evitar destruir la esencia que quedaba del único hombre que amó. La diosa se puso de rodillas y movió un poco de la tierra con sus manos hasta sacar un trigo de oro. Apartó el exceso de tierra de la joya y la miró fijamente, envolviéndose por los recuerdos que parecían ser muy recientes:

"-¿Un trigo de oro?

-Sí, es para ti.

Deméter suspiró lentamente sin dejar de mirarlo.

-Sabes que no me gusta el oro. No debiste haber gastado en algo así.

-No lo compré. Yo lo hice -La diosa alzó las cejas con desconcierto. Desconocía que Iasión tuviera conocimientos sobre la forja-. Mientras estuve en Creta, un campesino que se dedica también a la joyería fue quien me enseñó a hacer esto. Pensé sólo en ti y quise hacerte un detalle.

El semblante de Deméter cambió. Se sintió sumamente enternecida por el gesto de Iasión y lo besó sin pensarlo. En cada caricia y beso dejaba una marca del inmenso amor que sentía por él.

-Entonces, al ser así, lo usaré -Alzó sus manos y colocó el trigo sobre su cabello.

-Luces hermosa -Le dijo con un brillo en la mirada-. Tengo otra sorpresa.

-¿Otra? ¡Estoy emocionada!

-Yo lo estoy aún más.

Iasión y Deméter se levantaron y caminaron en una dirección distinta a la que Deméter acostumbraba. No tomó en cuenta el tiempo que les llevó llegar hasta las orillas del bosque y no importaba porque estaba con Iasión. No obstante, cuando Deméter vio una colina, no pudo evitar preguntar a dónde la llevaba.

-Debe ser una sorpresa muy interesante como para que me lleves lejos de los campos.

-Eso lo decidirás tú y será más pronto de lo que crees. Ya llegamos, sólo hay que subir la colina.

Ese misterio le provocaba ansiedad y excitación. Iasión ayudó a Deméter a escalar la colina. Cuando llegaron arriba, Deméter frunció el ceño.

-¿De quién es la casa?

-Es tuya -Deméter se quedó sin palabras. Lo que veía fue más sorprendente que el trigo de oro. Iasión rio por la sorpresa de Deméter-. En una ocasión me dijiste que no te sentías cómoda viviendo en el Olimpo y que deseabas vivir aquí.

Y así era. Deméter no disfrutaba estar en el Olimpo y al único que se lo confesó fue a Iasión. Cuando lo conoció, tuvo mayor interés por vivir en la Tierra.

-Iasión...no sé qué decirte. Es hermosa -respondió Deméter-, pero...¿cuándo la construiste si acabas de llegar?

-Te mentí. Regresé a Sicilia hace unas semanas pero me quedé haciendo la casa. Es otra sorpresa que planee para ti.

Deméter sentía un nudo en la garganta por las constantes sorpresas que recibía.

La casa ante sus ojos era pequeña pero maravillosa. No podía creer que no se diera cuenta de que Iasión estaba muy cerca de ella y que estaba construyendo una casa para ella.

-Sobre la casa, aún no digas nada. Sin embargo, este obsequio incluye una propuesta -tomó ambas manos de la diosa y besó sus nudillos-. Deméter, desde que te conocía supe que serías especial en mi vida y estaba en lo correcto porque me enamoré de ti y no he pensado en otra cosa que estar contigo por el resto de mi vida. Es por eso que quiero que te cases conmigo.

El pecho de Deméter saltaba agitado. Creyó que se desmayaría. Seguía sin poder creer lo que sucedía. De un momento a otro, comenzó a llorar sin darse cuenta. Estaba muy feliz.

-No podría negarme ante la felicidad que siento. Te amor Iasión, no podría amar a nadie más.

Iasión secaba las lágrimas de Deméter con sus dedos.

-¿Eso es un sí?

Deméter rio y asintió haciendo gestos debido al llanto.

-Sí. Quiero estar contigo por siempre."

Deméter bufó por el recuerdo y talló la mitad de su rostro con su mano, sin importarle que quedaran marcas de tierra sobre su blanca piel. Por mucho tiempo que pasara, el dolor por la pérdida de Iasión no había disminuido porque se lo arrebataron de la manera más injusta que podía existir. Su felicidad y cordura se habían muerto con él. A pesar de que llegó a sentirse plena de nuevo cuando Perséfone nació, no era lo mismo. El amor por su hija no iba a reparar su corazón destrozado por un amor que nunca pudo ser.

Colocó el trigo de oro de nuevo en la tierra y lo ocultó muy bien, ahí donde Iasión murió. Pocos conocían lo que sucedió en ese lugar y los campesinos que conocían a Deméter tenían prohibido acercarse ahí. Conociéndola, no se atrevieron a ir en contra de sus exigencias.

Deméter acarició el pedazo de tierra con afecto, imaginando que acariciaba el rostro de Iasión una vez más.

-Si estuvieras aquí, todo sería tan diferente...todo -dijo Deméter en voz muy baja. Tras un suspiro nostálgico, apartó la mirada de la tierra y volteó hacia atrás con una mirada fría-. No tienes permitido venir aquí -dijo con voz muy tosca.

Hestia no tenía intenciones de discutir con Deméter. Menos aún que había visto a su hermana en un estado vulnerable por tan sólo unos minutos. Había extrañado esa parte afectiva de Deméter.

-Ya sé y no quería venir aquí, pero te estaba buscando.

Deméter masculló mientras se levantaba del suelo y se sacudía las manos.

-¿Y qué necesitas o para qué me buscas?

-Para hablar. Hace mucho tiempo que no hablo con mi hermana y deseo hacerlo -respondió Hestia con total calma-. Extraño a mi hermana.

-Después de que se pusieron en mi contra, ¿ahora vienes a decirme que me extrañas? Eso es ser hipócrita -Las palabras de Deméter eran toscas, pero ni así, Hestia desistió-. Yo no quiero hablar contigo. Así que vete.

-Ya sé que no quieres hablar conmigo y yo a quien extraño es a mi hermana del pasado, no a la que fue destruyéndose por el rencor.

Deméter mordió el interior de sus labios.

-Esa hermana ya no existe -recalcó Deméter.

-Eso no fue lo que yo vi hace un momento -dijo Hestia y vio cómo Deméter ya no tuvo más palabras en contra de ella-. ¿Me invitas una taza de té? -preguntó con una ligera sonrisa.

***

Erebo.

-¿Cómo dice? ¿Es verdad? -cuestionaba Kesia con sobresalto. Había perdido el control de sus emociones como solía hacerlo y cuestionó a su amo. Cubrió su boca sabiendo que cometió un error.

Érebo alzó su mano y tomó la de la chica para que dejara de cubrir su boca. Esos delicados gestos sólo los tenía con ella y a pesar de eso, no se acostumbraba.

-Lo es. A este paso, pronto el Inframundo será mío -respondió Érebo con orgullo-. Han pasado muchos siglos desde que acabó la titanomaquia y Hades comenzó a regir el Inframundo...me complace que su reinado se está destruyendo y lo mejor, que sea su propia familia.

Sin dejar de verlo, Kesia acariciaba los largos cabellos de Érebo que estaban expandidos por el lecho.

-¿Y si llegan a resolver sus problemas?

-Eso no sucederá. En estos momentos, Hades y Perséfone se separan cada vez más, Macaria se está revelando en contra de todos los que la limitan y Melínoe...

Al mencionar el último nombre, Érebo cambio de actitud. Se veía sumamente molesto. Kesia no quería decir nada que pudiera agravar su carácter, pero optó por confiar en que Érebo no se desquitaría con ella. Nunca lo ha hecho.

-Melínoe sigue sin cooperar, ¿verdad?

-Melínoe es una basura. No permite que su maldad concluya las cosas. Lo mejor es que se pudra en su condena o mejor aún, que se muera -explicaba Érebo con brutalidad.

-¿Eso es posible?

-Me encargaré de que lo sea. Al igual que de Macaria. Haré que odie más a su padre. Al ver de lo que es capaz de hacer en un estado de descontrol y rabia, es más útil que Melínoe.

Kesia puso semblante de preocupación. Cualquier imprevisto podría cambiar el transcurso de los planes de Érebo. Ella consideraba que Macaria explotó por el estrés, pero también podría volverse vulnerable rápidamente por las razones correctas para la joven diosa. Una de esas razones era Thanatos.

-Cuando Thanatos se recupere, él quizás se entere del cambio de Macaria e intervendrá para que no lastime a nadie. Ella al amarlo, podría olvidar toda esa rabia -comentaba Kesia sus suposiciones.

Érebo chasqueó la lengua incrédulo ante lo que decía la mujer. Volvió a tomar su mano y la haló hacia su pecho desnudo, incitándola a que lo acariciara.

-Eso no sucederá. ¿Tú crees que él tendrá el valor de mirarla a la cara después de matarla? Por supuesto que no. Thanatos en estos momentos no recuerda nada, pero seré yo quien se lo haga saber -La sonrisa de Érebo evocaba malicia-. Además, debo recordarle un incidente del pasado. Eso será suficiente para que él se aparte -comenzó a reír un par de veces-. No sé qué haya hecho Ápate, pero ha funcionado perfectamente. Hasta que hizo algo útil la imbécil.

Eso era algo malo. Ápate podrá ser malvada, pero demasiado inteligente. Kesia lo sabía al igual que Érebo. El que haya funcionado su plan, cualquiera que sea, no significaba que fuera a funcionar más adelante.

Érebo veía por el rabillo del ojo a Kesia. Estaba tan pensativa que resultaba aburrido. La haló con fuerza hacia él, haciéndola caer sobre su cuerpo. Tenerla cerca fue gratificante. Tomó su cabeza y aprisionó su boca sin ningún tacto.

Quería poseerla justo ahora.

-Érebo.

Kesia se apartó de Érebo y miró a Nyx con temor. No se había dado cuenta de cuando apareció ahí y cuánto había escuchado de la conversación, pero al ver a Érebo tranquilo aunque molesto por la interrupción, la calmó.

Nyx acababa de llegar y no escuchó nada de lo anterior.

Érebo no se molestó por levantarse. Miró a Nyx con cansancio.

-¿Necesitas algo, querida hermana? -preguntó con sarcasmo.

-Hablar contigo. A solas -respondió Nyx tajante. Kesia entendió la referencia. Bajó del lecho y se fue de la habitación. Nyx siguió esperando unos segundos a que Érebo se levantara-. No tengo tu tiempo ni la paciencia, así que levántate.

Ante la orden más recia, Érebo masculló y se levantó de mala gana. Se ató la larga tela y caminó hacia Nyx fuera de la habitación hasta llegar a la sala principal.

-De haber imaginado que vendrías, te habría recibido de la mejor manera -comentó Érebo con sequedad-. No obstante, diría que eso no serviría de nada, ya que estás de un genio terrible.

Érebo iba a sentarse en su trono, pero Nyx se sentó primero y le clavó una mirada recia y demasiado analítica.

-¿Ya te has enterado de lo que le sucedió a Thanatos? -Nyx demandó saber.

-Sí. Recientemente. Es una lástima, aunque ya deberías saber que esa agresividad es una característica oculta de Thanatos. Acuérdate de lo que sucedió con Dolos.

Nyx entrecerró los ojos. Sentía que su interior ardía por el revuelo de emociones. Aquel suceso del pasado no lo soportaba porque para ella, eso seguía siendo un asunto fracturado. No creía que Thanatos hubiera matado a Dolos ni que Dolos no hubiera hecho algo para acabar de esa manera.

-Una cosa no tiene que ver con la otra. Thanatos no actuó por voluntad propia y Hades estuvo desquiciado los días anteriores -dijo Nyx claramente.

-Si tú lo dices. Aunque no entiendo qué tengo que ver yo con esto -dijo Érebo con indiferencia.

-Yo tampoco y es por eso que estoy aquí -aclaró Nyx-. Hades pasó por una actitud agresiva desde hace días y da la casualidad de que Menthe estaba cerca de él.

Érebo se carcajeó enseguida sin importarle que su reacción enfadara a su hermana.

-¿Qué te puedo decir? Menthe está obsesionada con Hades y es capaz de hacer cualquier cosa por tener a Hades comiendo de su mano. Sigo sin ver dónde entro yo.

-Menthe trabajaba para ti -respondió Nyx sin más.

-¿Y eso qué? Yo no la obligué a que se encaprichara con Hades. En todo caso, si el problema es esa golfa, quien tendría la culpa es Perséfone por no haberse deshecho de ella por compasión -dijo Érebo con mayor fuerza.

Nyx se cruzó de brazos y parpadeaba en pocas ocasiones para no perder de vista nada de las reacciones de Érebo.

-No soy idiota, Érebo -dijo Nyx, casi interrumpiéndolo-. Es verdad que no has tenido nada qué ver con la condición de Menthe, pero sí en cómo se maneja. A todos tus subordinados les enseñas cómo deben actuar y dudo mucho que Menthe no haya aprendido nada de ti.

La ofensa en Érebo no se hizo esperar. Dio un grito frustrado y movió los brazos con desesperación.

-¡¿Es que ahora lo que haga esa puta es culpa mía?! ¡¿Y qué carajos tiene que ver esto con Thanatos?! -exigió saber con voz seseante.

Nyx ahora mantenía la compostura y sonrió de lado. Una sonrisa mezclada con ira comprimida y socarronería.

-Thanatos escupió sangre mientras Hypnos intentaba dormirlo. Adivina qué olor desprendía la sangre.

Érebo se tragó las palabras que iba a gritar, muestra de su perplejidad.

-¿Menthe?

-Eso parece -dijo Nyx después de ver que Érebo en verdad parecía no saber sobre la intervención de Menthe-. Lo voy a preguntar una sola vez...¿esa mujer sigue trabajando para ti?

-No. Desde que se fue al castillo de Hades en el pasado, no ha vuelto a seguir mis órdenes -aclaró Érebo con una actitud más recta.

-Eso espero, porque a partir de ahora, voy a buscar a esa mujer y va a arrepentirse de lo que hizo, al igual que todos aquellos estén involucrados -Nyx sonreía levemente, controlando sus impulsos por no ir buscar a Menthe en ese mismo instante-. Ah, Érebo. ¿Tú no tienes nada que ver con todos estos conflictos?

La pregunta de Nyx estaba cargada de amenazas ocultas. Érebo lo sabía. Aun así, alzó el mentón con orgullo.

-No. Tengo asuntos más importantes como para meterme en estupideces.

-Menos mal. Por cierto, ¿por qué interferiste cuando quise detener a Thanatos en la Tierra?

Érebo alzó una ceja, disimulando que no sabía de lo que le hablaba.

-¿Por qué estás tan segura que fui yo como para culparme?

-Porque Helios no lo haría -Lo afirmó con certeza-. Y ciertamente, Thanatos tampoco es de tu agrado -expresó Nyx antes de levantarse del trono y caminar a lado de Érebo yo observarlo de reojo-. Si me entero de que tienes algo que ver en el asunto de Thanatos e incluso en el de Hades...vas a conocerme como enemiga.

Después de la advertencia, Nyx desapareció. En cuanto Érebo se encontró solo, apretó los dientes hasta sacarse sangre de la lengua. Sus planes iban bastante bien como para que su hermana intentara arruinarlos.

<<Maldita Nyx>>, pensó Érebo sin contemplación.

Kesia se acercó a Érebo poco después de que Nyx se fuera. Mantuvo una prudente distancia al ver que su amo estaba sumamente enfadado.

-Señor...¿todo se encuentra bien? -preguntó Kesia con algo de temor.

-No todo. Cuando Ápate venga, indícale que espera hasta que vuelva -ordenó mientras se cubría el pecho.

-¿Se irá de aquí? -preguntó Kesia con consternación.

Era extremadamente raro que Érebo abandonara sus dominios.

-Sí. Iré a controlar la situación por mí mismo.

***

Elíseos.

-Melínoe...Melínoe...

El llamado se escuchaba en la lejanía, y poco a poco recobraba mayor fuerza hasta hacerla despertar. Melínoe tenía los ojos entreabiertos. Le costaba abrirlos. Los sentía demasiado pesados y tuvo la sensación de querer volver a dormir por la debilidad de su cuerpo.

-Que no vuelva a dormir.

Melínoe abrió de nuevo los ojos al escuchar a alguien más cerca de ella.

-Melínoe...no cierres los ojos.

Zagreo llamaba a Melínoe desde hace un rato, pero apenas comenzó a reaccionar. Para evitar que volviera a dormir, Hécate le dio a Zagreo un trozo de tela húmero con un líquido de hierbas fuertes que desaparecerían la somnolencia lentamente. Melínoe estaba acostada de lado y Zagreo colocó la tela muy cerca de su rostro. El olor era muy fuerte, pero se acostumbraba muy rápido al aroma.

Hécate resopló con cansancio. Creyó que Caria había terminado herida de manera cruel y profunda, pero no había visto aún a Melínoe. Ella estaba más herida y debido a su maldición, no podía curarla por completo como lo hizo con Caria, por lo que explicaba muy bien que Melinoe se sintiera demasiado débil.

-Menos mal que decidiste buscarla. Así logramos que despertara -comentó Hécate.

-¿Va a ponerse bien? -preguntó Zagreo, preocupado.

-Es difícil saberlo cuando se trata de Melínoe. Con ella no hay mucho que yo pueda hacer -Hécate se sinceró-. La única forma de que Melínoe se recupere es que guarde reposo y que de ninguna manera se exponga. Si pasa por algo similar o incluso algo mínimo a lo sucedido con Macaria...sería crucial.

-¿La hechicería no funciona con ella?

-No. Melínoe está maldecida y desde que era niña he intentado erradicar la maldición sin éxito. Lo mismo sucede ahora mismo al intentar curarla. He cerrado sus heridas, pero no he logrado estabilizar sus energías. Ni un poco.

Zagreo no podía creerlo. Cuando la conoció y no sabía que era su hermana, ya estaba consciente de que tenía una maldición gracias a las palabras de Deméter, pero no se detuvo a profundizar en su condición. De haber sabido que era su hermana menor, habría hecho más por ella.

-¿Quién la maldijo?

Otra pregunta difícil de responder. Hécate quería descansar un momento de tanta tensión. Bien podría haberle dicho a Zagreo otra verdad más de Deméter, pero mejor no. No ahora.

-Hablaremos de eso después. Mejor dejemos a Melínoe que descanse unas horas y volveremos a revisarla. Debo ir a ver cómo está Macaria y Thanatos.

Melínoe escuchó ambos nombres y puso la mayor atención que pudo, pasando desapercibida por Hécate y Zagreo.

-Es extraño lo que me has contado que le ocurrió a Thanatos. A consideración personal, creo que fue lo mejor resguardarlo en el Tártaro. Y eso que no lo conozco -comentó Zagreo.

-Sí, fue lo mejor. A propósito, lo conveniente es que Macaria no sepa que Thanatos está en el mismo sitio que ella. De haberlo pensado mejor, me la habría traído a los Elíseos, pero con todo estos asuntos bochornosos, no pensé en eso -confesó Hécate.

-Me parece que también debe estar descansando -dijo Zagreo.

-¿Irás conmigo al Tártaro?

-Preferiría quedarme aquí hasta ver que Melínoe se ha recuperado y mis padres despierten.

Hécate comprendía aquello. Zagreo resultaba ser un sujeto muy apegado a la familia. Recién los conocía y ya se preocupaba mucho por cada uno.

-Sólo dale su espacio. Déjala sola unas horas y luego vienes a checar cómo esta. Cuando yo regrese, iremos a ver a Hades y Perséfone para saber si han despertado. Con lo que bebieron, no tardarán muchas horas en despertar.

-Lo haré -Zagreo miró nuevamente a Melínoe y se giró por última vez a Hécate-. ¿Puedo preguntarte algo más?

-Dime -indicó mientras recogía las hierbas secas y el pequeño cuenco de fusión.

-¿Será posible que pudieras contarme más acerca de mis padres? Yo comprendo que no quieran verme por ahora, pero a mí me gustaría saber realmente cómo se conocieron.

Hécate sonrió levemente con complicidad.

-No me viste antes, pero yo soy demasiado vieja y sé que tienes doble propósito para preguntarme sobre la relación de tus padres.

Zagreo mantuvo la compostura mientras salían de la habitación de Melínoe.

-Es válido que yo tenga curiosidad, ¿no? -Se defendió.

-Sí. Pero ese destello en tus ojos ya lo he visto antes en tu padre -continuó Hécate-. ¿Quién es ella?

Zagreo se desestabilizó rápidamente y comenzó a ponerse nervioso.

-No me refiero a nadie.

-Vamos, muchacho. Te dije que a mí no puedes engañarme. Además, soy bruja y puedo averiguar el nombre de la mujer que ocupa tus pensamientos si quiero -Hécate sólo buscaba jugar, pero no pensaba que Zagreo fuera a tomárselo tan en serio-. Anda, has sido mi asistente desde ayer y al menos merezco saber su nombre, ¿no? ¿La conozco al menos? -preguntó sabiendo que difícilmente Zagreo conocería ese dato.

La oscura mirada de Zagreo reflejaba duda e incomodidad. Hécate notó su reacción y estuvo por indicarle que olvidara el asunto porque sólo era un juego. Demasiado tarde.

-No sé si la conozca, pero ella es...-Zagreo se inclinó hacia Hécate. En cuanto le dijo el nombre de la mujer, la sonrisa de Hécate se evaporó y puso semblante de agobio.

-¡¿Qué?! ¿Pero qué manía tiene esta familia por fijarse en amores imposibles y complicados? -expresó Hécate sin inhibición.

Zagreo hizo señas con sus dedos para que dejara de hablar.

-Por favor. Esto no debe saberlo nadie. Si se enteran...no quiero que le afecte a ella -dijo Zagreo con angustia.

-Perdón, pero tengo razones para actuar así -Hécate puso una mano sobre su frente-. Me va a dar algo...mejor vayamos a dar una vuelta por los campos.

Melínoe esperó unos minutos más hasta que dejó de escuchar voces en el pasillo. Apartó la tela de su rostro y fue levantándose con mucha complicación. Estaba demasiado débil, pero no era momento de quedarse acostada. Apenas se puso de pie y abandonó la habitación con la transición, yendo al castillo del Inframundo. Con ayuda de las sombras del interior del lugar, se escondía mientras avanzaba hasta el despacho de Hades. Sería más rápida si estuviera recuperada, pero por ahora, sólo debía soportar la frustración. Avanzó por el pasillo que se encontraba solitario y se paró delante de ella. Puso la mano sobre la madera para identificar si Hades o alguien más estaba en su interior. Afortunadamente, estaba vacío. Entró de inmediato y se dirigió a un lugar en específico. O más bien, a un objeto.

El casco de invisibilidad de Hades.

***

Sicilia, Italia.

Hestia veía atenta cómo el chorro de agua caliente se vertía dentro de una taza cuarteada que parecía que se rompería en cualquier momento con la mínima fuerza posible. Con los delgados dedos de ambas manos sostuvo la taza y bebió del té. Quedó complacida con el sabor.

-Jengibre. Delicioso. Siempre me sorprendió lo bien que has hecho los té -Hestia halagaba a Deméter. Ella movió sus labios con desagrado sin mirarla por prestar atención al verter el té sobre su propia taza-. ¿Lo recuerdas? En el Olimpo preparabas de lo que fuera y todos eran exquisitos.

Deméter dejó la tetera de cobre sobre la mesa y prosiguió a sentarse.

-No me gusta recordar nada de lo que ha sucedido en el Olimpo -dijo Deméter con hastío-. Detestaba estar allí.

Hestia miraba a Deméter después de cada sorbo de té.

-¿Desde el inicio?

La diosa castaña movió los labios hasta hacer un mohín.

-No -miró fijamente a Hestia-. ¿A qué viene tanta pregunta?

-Entablo una conversación. No pretendo molestarte -Hestia dio un sorbo gran y analizó el interior de la casa. Para tener muchísimos años de ser construida, estaba perfectamente cuidada-. Está muy bien construida y tú la has cuidado mucho.

Deméter suspiró en silencio y miró el interior de la taza.

-Iasión lo hizo bien y yo no tengo otro remedio que cuidar del lugar donde vivo -comentó con indiferencia. Hestia sabía que ese comentario era superficial.

-Jamás te pregunté esto pero, ¿qué más hiciste por Iasión? -La pregunta inocente de Hestia pareció helar a Deméter. No la miró con rabia como solía hacer, sino que reflejaba confusión y sorpresa. Claramente, Deméter no estaba preparada para preguntas relacionadas con Iasión. A pesar de que esperó alguna respuesta de Deméter, no lo consiguió-. ¿Alguna vez le contaste a Perséfone sobre él?

En esta ocasión, Deméter respondió con mayor facilidad.

-En ese entonces era Koré y no, jamás le conté de él. Mi hija resultó ser tan impredecible que seguramente me habría juzgado y a él lo habría detestado.

Hestia sonrió mientras tenía la taza cubriendo sus labios. Deméter era quien parecía no conocer a Perséfone.

-Ella lo habría admirado por todo lo que hizo por ti y por lo que significa para ti. No veo ningún sentido en el que Perséfone te juzgaría -comentó Hestia con calma.

-Lo dices como si conocieras a mi hija y estás equivocada. Tan sólo mírala...casada con Hades. El peor hombre con el que se pudo quedar -escupía Deméter con rencor.

-Uy, no sabes lo que dices. Hades tendrá sus errores pero de ninguna manera ha sido un mal marido ni padre y mira que te lo digo yo -dijo Hestia con orgullo.

Deméter volcó la mirada y rio con ironía.

-Claro...es un grandioso esposo y padre, por eso engañó a mi hija con la zorra de Menthe y le hace la vida imposible a su hija sólo por no estar de acuerdo con su romance con Thanatos. Eso es desagradable.

Hestia silbó con cierta molestia y asombro por la manera en que se atrevía a juzgar a Hades siendo que Deméter había hecho cosas terribles.

-Mi visita no estaba relacionada con Hades y sus actos, pero me parece conveniente mencionar que él no ha engañado a Perséfone con Menthe ni con ninguna otra mujer de manera sexual o romántica. Sí, ayudó a Menthe en varias ocasiones pero sin ninguna doble intención. En cuanto a lo de Macaria...-Hestia resopló abatida-, es más complejo. Ha cometido una serie de errores debido a las malas impresiones, cizañas y malentendidos. Nunca voy a justificarlo, pero en el fondo lo hace porque está preocupado por el bienestar de Macaria. Él no se da cuenta que lo que hace está lastimando más a su hija y ella no se da cuenta de las razones por las que Hades actúa así. Su problema es la falta de comunicación. No tengo hijos y jamás los tendré, pero ser padre es difícil y lo comprendo mucho más de lo que parece. No por nada soy la diosa del hogar.

-Para mí el problema principal es que Perséfone y Macaria no son iguales, así como Hades y como yo.

Hestia enarcó una ceja y dejó la taza sobre la mesa.

-¿Específicamente, a qué te refieres?

-Perséfone me traicionó, Macaria no traicionó a sus padres sino que Hades le puso a Thanatos en medio, era cuestión de tiempo para que surgiera algo entre ellos. También debo añadir que Hades está recibiendo el karma por sus actos y eso me da mucho placer. No tienes idea de cuánto.

Su actitud era de suponerse.

-Siento que te estás poniendo de lado de Macaria y Thanatos sólo porque así arruinas a Hades.

-Sí, la verdad sí. Hasta podría apoyar a sus hijos en caso de que pudieran tener -En cuanto dijo esto, Deméter dejó de hablar debido a cómo se habían expandido sus pensamientos.

Cuando algo no se podía tener, era cuando más se deseaba y la impulsividad ganaba sobre la razón. Apostaba su propia divinidad a que Thanatos y Caria harían lo que fuera por tener un hijo...y sólo ella podría ayudarlos.

Eso sería peor para Hades.

Hestia notó como Deméter cambió su actitud y postura. Sabía que pensaba en algo y si lo relacionaba con lo último que dijo, daba un resultado repulsivo por la verdadera intención.

-Estoy segura de que Iasión no aprobaría todo lo que has hecho -comentó Hestia sabiendo de antemano la siguiente reacción de Deméter.

Deméter golpeó la mesa con la mano y luego se masajeó la sien como si le doliera. Hestia se hizo ligeramente hacia atrás, teniendo cuidado de no soltarla taza.

-¿Qué acabas de decir? -preguntó Deméter en un tono amenazante.

-Que Iasión jamás habría querido que actuaras como lo has hecho y como piensas hacerlo -especifico-. Él te amaba mucho y este lugar es la prueba perfecta para afirmar lo que digo. El hecho de que tú cuides de la casa refleja el amor que aún sientes por él. Es despreciable lo que le sucedió y aunque su cuerpo se extinguiera, su alma no y desaprobaría hasta tu mismo ser.

Hestia había logrado algo ese día: que a Deméter le dolieran sus palabras.

-No quiero hablar de Iasión porque él ya está muerto y no hay manera alguna de que vuelva. Sus recuerdos los tengo enterrados y ahí se van a quedar. No vengas a intentar inquietarme con eso -profesaba Deméter con fuerza en cada una de las palabras.

Hestia no dejó de analizar a Deméter ni un solo segundo. Se mantuvo neutral con sus expresiones pero por dentro ya sabía cómo hacer que Deméter tuviera un vuelco de consciencia. Sería casi imposible que su hermana se arrepintiera de todo lo que ha hecho, pero al menos la dejaría inestable para que pudiera permitirse pensar en sus actos. Esto lo hacía por el bien de Perséfone y sus hijas, y porque realmente le preocupaba su hermana.

-Lo que le hizo Zeus es imperdonable. Se lo recriminé todo el tiempo. Incluso ahora.

Deméter rechinó los dientes. Se contuvo de ir con Zeus y vengarse de él, aunque eso trajera consecuencias para ella.

-¿Y eso de qué sirve? Ya no es necesario que te recuerde que no serviría de nada.

-Serviría para que cambies. ¿Es que no te cansas de ser así? Por mucho que quieras a Perséfone, jamás te atreverías a hacerle lo que le hiciste a ella a Iasión. Él ha significado demasiado para ti y al menos podrías ser mejor mujer por Iasión -Hestia se levantó de la silla con cuidado y puso los dedos sobre la mesa-. Lo que te dije hace rato, acerca de que extraño a mi hermana, es verdad. Siempre has tenido el carácter fuerte, pero al menos eras más optimista. Nunca voy a aprobar lo que has hecho y nunca me permitirse decirte nada desde ese día, pero te quiero por el simple hecho de ser mi hermana y me gustaría que fueras feliz de nuevo. Si cambiaras, lo volverías a hacer.

Deméter sólo se dispuso a ignorarla. Sus palabras no valían de nada. Sin embargo, no se esperó que Hestia la abrazara con tanta calidez que pronto le dio ardor en la garganta y en el pecho, además de picazón en los ojos. Hestia se separó de su hermana y se fue de allí, esperando que su conversación cambiara en algo a Deméter.

Mientras la diosa regresaba al Olimpo, específicamente, a sus aposentos, se hizo una pregunta curiosa pero que estaba segura que tendría impacto.

<<¿Qué pasaría si Deméter se reuniera una sola vez con Iasión>>, pensó seriamente la diosa.

***

Tártaro.

El semblante de Caria comenzó a moverse debido a que estaba despertando. En los primeros segundos que abrió los ojos, se mostró indiferente a todo su alrededor, pero después de algunos minutos, fue más consciente. Sus ojos denotaban inquietud y se movían con sobresalto. Levantó la espalda y sintió algunas punzadas en sus hombros. Los miró y vio que no tenían cicatriz, pero estaban demasiado sonrojados y dolían en el interior. Puso sus manos delicadamente en las marcas, rememorando cómo Melínoe la apuñalaba mientras estaba encima de ella. Sintió fuego en el estómago. Respiró hondo y apartó esos pensamientos de su cabeza. Se dedicó a mirar la habitación. Era enorme y desconocida.

¿Dónde estaba?

Su curiosidad la impulsó a ponerse de pie y explorar la zona. Salió de la habitación y el lugar seguía impresionándola. Tenía un aspecto similar al del Inframundo, pero sabía muy bien que no lo era, al menos que se tratara de una zona que desconociera. Los pasillos eran enormes al igual que las puertas. Le costó un poco cerrar la enorme puerta tras de sí por lo pesada que era. Enseguida, caminó sigilosamente por el corredor hasta que encontró una esquina. Asomó la cabeza y no vio a nadie. Continuó con su camino y a mitad del pasillo, se escucharon rugidos en la distancia.

¿Qué era eso?

Parecían pertenecer a algo muy grande. Sea lo que sea, no la limitó a seguir investigando el lugar.

***

La mazmorra donde se encontraba Thanatos emanaba sosiego. Ligeramente se escuchaba el movimiento de las cadenas.

Thanatos seguía inconsciente, sumergido en su sueño profundo. En un inicio, sus sueños habían sido blancos y poco a poco adquirían forma.

El primer sueño que surgió fue un recordatorio del pasado cuando conversó con una de sus hermanas en el Inframundo.

"

-Pero, ¿qué dices? Es una locura -comentó Thanatos incrédulo y avergonzado, pero evitando que fuera demasiado evidente.

-El destino es una locura, pero una muy cierta -comentó Láquesis con cierta diversión en su semblante.

Láquesis había ido a buscar a Thanatos al Inframundo para pedirle que se reuniera con Cloto y ella acerca de cómo funcionaba el hilo de la vida de los humanos, ya que no habían tenido la oportunidad de hablar antes con él sobre eso. Cuando supo que él estaba paseando por las orillas del río Cocitos, fue a buscarlo. En cuanto lo vio, Láquesis lo vio pensativo y decaído, por lo que no pudo evitar contarle una delgada hebra de su destino para que se animara.

-Esto sí. ¿Cómo se te ocurre decirme eso?

-¿Y a ti cómo se te ocurre fingir que no te importa, si yo sé que sí? -Lo enfrentó Láquesis.

Thanatos volcó la mirada. Era inútil discutir con ella porque siempre iba a ganar y tenía toda la razón. Lo que le dijo ya lo había conmocionado.

-No lo vuelvas a hacer. No me gusta saber las cosas a medias y menos siendo viniendo de ti porque nunca vas a decirme todo completo -pidió Thanatos con determinación.

-Oh, disculpa. Sólo quería verte animado. ¿Cuándo irás a vernos? -preguntó Láquesis cambiando un poco de tema debido a que llevaba mucha prisa.

-No sé. Quizás mañana.

-Bien. Entonces nos vemos -dijo Láquesis supuestamente concluyendo, no obstante, volvió a dirigirse a Thanatos-. Recuérdalo...vas a enamorarte de una mujer que va a corresponderte y darás lo que sea por ella.

Láquesis se fue inmediatamente antes de que Thanatos la reprendiera por recordárselo. Thanatos suspiró resignado y siguió pensando en las palabras de su hermana. Estas tenían más peso en sus emociones del que creía."

El sueño acabó muy pronto y el escenario fue distinto. Más colorido que el anterior. La diferencia más notoria era que Thanatos estaba consciente que no era un recuerdo como el anterior, sino un sueño puro.

" Thanatos se encontraba en los Elíseos sentado entre los amplios prados de los campos. Estaba en plenitud. Aspiraba el viento con los ojos cerrados, expandiendo aún más su sonrisa. Desde hace mucho tiempo que no sentía tal libertad. De pronto, sintió una caricia tan suave en el rostro que parecía ser el mismo viento quien le reconocía la paz. Abrió sus ojos y se dio cuenta que no había sido el viento, sino una mano. Cuando vio a la dueña, su corazón se hinchó de amor.

-Caria, ¿dónde estabas, mi amor? -preguntó Thanatos dulcemente al mismo tiempo que tomaba su mano y la besaba.

Caria se ponía de cuclillas lentamente y con algo de dificultad por llevar algo en su otro brazo.

-Fui a buscarte en el castillo, pero no te encontré. Hasta ahora -confesó Caria con voz sutil-. Además de mí, alguien más quería verte.

Lentamente, Caria fue descubriendo el pequeño bulto que tenía en su brazo. Una cabecilla rubia quedó al descubierto al igual que unos preciosos ojos azules y un rostro regordete.

Thanatos al ver al bebé, sonrió anchamente y lo tomó entre mis brazos. El hermoso bebé le sonrió al verlo y puso sus pequeñas manitas en la cara de Thanatos. Ante tal acto de ternura, Thanatos abrazó al bebé. Su bebé. Era el hijo que siempre había deseado. Volvió a centrar su mirada en Caria y extendió el brazo hacia ella, acariciando su rostro.

-Te amo demasiado. Gracias por hacerme el hombre más feliz -confesó Thanatos con la mirada brillosa.

-Y tú a mí me has hecho la mujer más feliz. Te amo, Than. Mi corazón no habría encontrado mayor hito de felicitad que el que tengo cuando estoy contigo.

Caria abrazó a Thanatos y al bebé con demasiado cariño. Le dio un beso a su bebé en la frente y luego besó a Thanatos como si nunca más lo volviera a ver."

Aquel breve sueño, tan hermoso y aprehensivo, fue evaporándose como si fuera nada.

Y así era. Un simple anhelo que jamás iba a ser posible.

Jamás iba a estar tranquilo en los Elíseos.

No podría ser feliz con Caria.

Jamás iba a ser padre.

Lo que más deseaba y quería, jamás lo tendría.

Mientras el sueño terminaba por desaparecer, unas lágrimas brotaron de los ojos cerrados de Thanatos.

***

Hypnos sintió una presión fuerte en el pecho con el sueño de Thanatos. De todos los sueños de su hermano, ese había sido el más triste. A pesar de que estaba consciente de lo que Thanatos quería, no había experimentado cómo se sentía ante la imposibilidad por medio de los sueños. Se sintió mal de haber juzgado superficialmente a su hermano. De haberlo reprendido sin haberse puesto en su lugar.

¿Cómo se atrevió a reprocharle el haberse enamorado de Caria?

¿Cómo pudo decirle tan fácilmente que se alejara de ella?

Fue egoísta e injusto con Thanatos. Su hermano sufría más de lo que podía imaginarse.

Al intentar entrar a la mazmorra para ir con Thanatos, vio que alguien se acercaba. Era Caria.

¿Qué hacía ahí?

Hypnos retrocedió y fue acercándose a Caria. Ella en cuanto lo vio, le dolió el corazón. Por un segundo, pensó que era Thanatos, pero cuando Hypnos estuvo más cerca, frenó sus intenciones por abrazarlo. Aunque su tristeza seguía.

-¿Cómo llegaste aquí, Macaria? -preguntó Hypnos.

-También quisiera saberlo -dijo Caria con voz firme, sorprendiendo a Hypnos-. ¿Dónde estamos?

-En el Tártaro -Caria alzó las cejas con asombro. Con razón ese lugar le parecía similar al Inframundo y al mismo tiempo lo desconocía-. Viniste a ver a Thanatos, ¿verdad?

El semblante de Caria tuvo una transformación evidente. De ser rígido, pasó a mostrar vulnerabilidad.

-¿Thanatos está en este lugar? ¿Dónde está? -cuestionaba con insistencia.

Hypnos puso las manos hacia enfrente, indicándole que debía calmarse.

-Sí, está aquí. Pero se encuentra indispuesto. Lo puse a dormir hasta que los efectos de su trance desaparecieran.

-Quiero verlo...necesito verlo, por favor -suplicaba Caria con mucho sentimiento.

-No es posible. Aún puede ser peligroso -decía Hypnos con paciencia, esperando que Caria pudiera entender-. Seguimos sin saber los motivos de su comportamiento, pero a ti te quería hacer daño. Si despierta y te vuelve a ver, podría intentar lastimarte de nuevo. Eso no puedo permitirlo. Es por tu seguridad.

-Pero yo quiero verlo -dijo Caria insistente.

Hypnos percibió que algo cambiaba en la mirada de Caria y que sus manos comenzaban a temblar anormalmente. Asimismo, supo que Thanatos había despertado. Mientras hablaba con Caria, intentó persuadir a su hermano de volver a soñar, pero fue imposible, por lo que consideró mejor llevarse a Caria de allí.

-Esperemos unos minutos más. Debes calmarte si quieres ver a Thanatos. Caminemos un poco -propuso Hypnos con la intención de que Caria se des estresara al menos un poco.

Caria no estaba muy de acuerdo, pero no protestó y terminó por acceder a la proposición cuando vio que sus manos temblaban descontroladamente. Puso sus manos debajo de sus brazos y comenzó a caminar a lado de Hypnos.

Dentro de la mazmorra, un somnoliento Thanatos no estaba seguro si había escuchado a Caria o había sido producto de sus sueños.

-¿Caria? -La llamó en voz muy débil.

Thanatos vio lentamente su posición. Sus brazos y piernas encadenadas, además de sentir hierro grueso alrededor del cuello. Jamás esperó encontrarse en esa situación.

¿Por qué estaba así?

No lo sabía. Movió sus brazos y fue difícil poder moverse ya que, además de estar encadenado, estaba débil. Soltó el cuerpo de nuevo, dejando que las cadenas lo sostuvieran.

-Llego en un buen momento, ¿no?

Thanatos abrió de nuevo los ojos con pesar y alzó el rostro. Conforme iba subiendo la mirada veía a Érebo de pie frente a él. Por poco y no lo reconocía debido a que no lo veía desde que era demasiado joven.

Desde que murió Dolos.

-¿Tú me hiciste esto? -preguntó Thanatos frágilmente.

Érebo dio con la boca cerrada.

-Aunque me habría encantado, no. No he sido yo. Has sido tú mismo quien se puso en este lugar y en estas condiciones.

-¿Cómo? ¿De qué hablas?

-¿En serio no recuerdas nada? -Érebo se fue agachando hasta ponerse de cuclillas-. ¿No recuerdas que intentaste lastimar a Macaria?

Escuchar aquello tan cruel hizo que Thanatos sintiera el cuerpo helado y al mismo tiempo, que no creyera en lo que le decía.

-No es cierto...yo jamás podría hacerle daño -dijo Thanatos con franqueza.

-Pero lo hiciste. Hay muchos testigos que podrán corroborarlo en caso de que sigas dudando de lo que te digo -Érebo sonrió con malicia-. Es lógica, sobrino. Si no intentaste matar a Macaria, ¿por qué otra razón estarías aquí, en el Tártaro? -preguntó para jugar con las emociones de Thanatos. Lo disfrutaba plenamente-. Aunque...sí existe otra razón por la que podrías estar aquí. ¿Te acuerdas de Dolos o es que también lo has olvidado?

Thanatos bajó la mirada. Ese era un suceso del que no quería escuchar.

-No lo olvido, ¿cómo podría?

-Así es...¿cómo podrías olvidar que mataste a tu propio hermano? -Érebo comenzó a reír endemoniadamente-. Déjame preguntarte otra cosa, sobrino. ¿Te acuerdas de lo que Laquesis te dijo?

La tensión se acumuló en Thanatos de manera exorbitante.

-No te atrevas porque...

-¿Vas a amenazarme? -preguntó Érebo con falsa ofensa-. No te conviene. Por eso debes seguir guardando el secreto...nuestro secreto o tú y tu amada Macaria va a pagar las consecuencias.

Thanatos intentó moverse con todas las fuerzas que tenía en ese momento, pero fue inútil.

-¡Con ella no te metas!

-Entonces sigue cumpliendo tu palabra y no abras la boca. Aunque a decir verdad, ¿quién te creería? Todos ya te están considerando el ser más impredecible y peligroso. Empezando por Hades. Estoy seguro que él jamás te dejará ver a Macaria de nuevo después de lo que quisiste hacerle. Ella está sufriendo por la relación que tiene contigo, ¿eso no es cruel para alguien a quien se supone que amas?

La razón que tenían las palabras de Érebo eran suficientes para desistir de estar con Caria, pero lo cierto era que la amaba y que quería estar con ella sin importar los castigos injustos que recibiera.

-No puedo separarme de ella...no voy a hacerlo porque la amo.

Érebo distorsionó su sonrisa.

-Recuerdo que me contaron que tu hermana Láquesis dijo que amarías incondicionalmente a una mujer. Sólo a una. ¿Sabes? Todo esto pudo haberse evitado de no ser porque tú me traicionaste cuando te pusiste de lado de Hades en lugar de matarlo y también se pudo evitar si el imbécil de Dolos no fuera una carga. Si eso no hubiera sucedido, tú habrías sido feliz con Macaria.

-No he dicho la verdad en ningún momento y jamás lo haré. Así que deja a Caria en paz -recalcó Thanatos con frustración.

-No le haré daño...pero debes alejarte de ella y no volver a meterte en mis planes. ¿Entiendes?

Las cadenas que sujetaban a Thanatos no se comparaban con esas amenazas. Thanatos se sintió sofocado y muy desesperado. Estaba cansado de luchar contra ese pasado injusto y que lo seguía atormentando.
Comenzó a recordar el pasado, cuando él era mucho más joven y no le agradaba que Hades fuera el rey del Inframundo. Todo eso cambió cuando comenzó a darse cuenta que Hades no era cruel e injusto y cuando se enteró que salvó en su momento a Pandora de un injusto castigo.

Ese era le principio del propio infierno de Thanatos:

"

Thanatos estaba confundido y pensativo sobre su comportamiento hacia Hades. El saber que él había evitado que Pandora fuera castigada en el Tártaro por acciones que la forzaron a esparcir los males sobre la Tierra, impresionó mucho al dios de la muerte. Él no iba a confesárselo a nadie pero le desagradaba la violencia y los castigos crueles y severos a los inocentes.

¿Quién creería eso del dios de la muerte?

Absolutamente nadie.

Hypnos tenía razón, él había juzgado mal a Hades y ahora se había prometido serle fiel. Obedecerlo y estar a sus órdenes. Comenzaba a tenerle mucho respeto.

-¿Estás molesto, hermano?

Thanatos miró de lado y vio fijo a su hermano. Era la primera vez que Dolos se presentaba en el Inframundo de esa manera. Thanatos podía apreciar un brillo en su mirada; un brillo de excesiva confianza.

-¿Qué haces aquí? -demandó Thanatos.

-Vine a buscarte -confesó Dolos mientras se acercaba.

Thanatos buscó discretamente con la mirada a alguien más.

-¿Y Ápate dónde está?

Dolos bufó con fastidio. Lo que le dijo Érebo ahora tenía más significado.

-¿Qué sé yo? Estoy solo y vine a buscarte -repitió.

Thanatos no ocultó su indiferencia.

-No entiendo para qué.

-Es lógico, pero lo comprenderás mejor cuando te explique -Dolos sonrió de una manera muy malvada-. ¿Cómo te va siendo el sirviente de Hades?

El gesto estático de Thanatos al fin tuvo una reacción. Comenzó a impacientarse con esa conversación sin sentido. Al menos para él.

-Si vienes a jugar, no tengo tiempo. Y no soy sirviente de Hades -recalcó con molestia.

-¿Y por qué le sirves? -Dolos sonrió nuevamente al percibir una reacción distinta en su hermano. Una de hostilidad.

-No tuve elección. Mi madre me puso a su servicio, pero eso no te importa -miró fijamente a Dolos-. Supongo que estás aquí sin autorización.

Dolos colocó ambas manos detrás de la cabeza, con una severa arrogancia.

-Estás equivocado. Érebo me dio autorización -Thanatos enarcó una ceja-. Él tiene la solución perfecta para acabar con Hades -Dolos se aseguró de que no hubiera nadie cerca que pudiera escuchar-, y yo me encargaré de cumplir ese cometido.

Thanatos alzó las cejas, atando cabos sobre lo que Dolos le decía y sobre los posibles intereses que lo rodeaban.

Tenía un mal presentimiento.

-Te ha prometido algo a cambio -afirmó rápidamente.

-¿Y qué si lo hizo? -preguntó con molestia.

-Érebo no es de fiar. No creas todo lo que te dice ni mucho menos creas lo que promete. Es sólo una advertencia.

Dolos se mordió la lengua por la frustración.

-Tú no sabes nada. Eres el dios de la muerte y no has matado a nadie. Patético, ¿no?

Thanatos permaneció inmóvil ante la burla agresiva de Dolos.

¿Qué podía decirle?

Tenía razón, y todavía se atrevía a juzgar a Hades sobre su cargo como dios del Inframundo.

-Podría matar a alguien si me lo propongo -dijo Thanatos, tanteando la situación y hacer que Dolos revelara más información acerca de sus intenciones.

Dolos volvió a mirarlo con perversión.

-Demuéstralo -Dolos hizo aparecer la espada de Thanatos, un regalo de Nyx. Thanatos miró la espada y estiró el brazo con cierta reclamación. Dolos sobrepasaba las ofensas-. Dale un buen uso al regalo que te dio nuestra madre. Asesina a Hades y haz valer tu título como dios de a muerte. O al menos, cúbreme mientras yo lo hago. Sin que nadie se dé cuenta...su esto funciona bien, tanto tú como yo, tendremos mejores privilegios.

A Thanatos le costaba creer que Dolos estuviera proponiéndole eso con tanta seguridad. Él no solía ser así cuando estaba lejos de Ápate. Sea lo que sea que le haya prometido Érebo, debió haber sido demasiado tentador como para volverse independiente. 
Sin embargo, ya sabía lo que estaban planeando Érebo y sus hermanos. Thanatos iba a impedirlo a como diera lugar. No iba a permitir que le hicieran daño a Hades. Así y que optó por engañar a Dolos, haciendole creer que estaría de su lado.

Thanatos estiró el brazo y tomó la espada desde la empuñadura. La alzó y miró el filo de la misma.

-Lo haré. Tú serás quien vigilará."

"

Hades e Hypnos caminaban por las orillas del río Cocitos mientras que Dolos y Thanatos esperaban que Hades apareciera. El dios de la muerte había sido quien le rebeló a su hermano dónde se reuniría Hades. Se escondieron en un punto intermedio donde no hubiera alguien cerca que fuera testigo de lo que harían, o más bien, de lo que Thanatos le hizo creer a Dolos.

Thanatos miraba por el rabillo del ojo a su hermano. Se veía realmente motivado por ver derrocado a Hades por la ambición que Érebo le fomentó. Claro que Thanatos se encargaría de que eso no sucediera. En cuanto Hades e Hypnos se aparecieran, evidenciaría a Dolos y acabaría con ese malévolo plan de Érebo.

Dolos esperaba impaciente y se saboreaba la victoria. Era la primera vez que mataría a alguien y estaba eufórico de imaginarse que su primera víctima sería el mismo dios del Inframundo. Thanatos estaba atento al actuar de Dolos.

-¿Por qué decidiste guardar la espada? -preguntó Dolos.

Thanatos pasó una mano por sus cabellos.

-No la necesito para esto.

Dolos minimizó la decisión de Thanatos, por la impaciencia que sentía de atacar a Hades.

-¿Imaginabas que esto sucedería en algún momento? -preguntó Dolos, riendo.

Thanatos no compartía la misma actitud.
Pronto iba a desenmascarar a Dolos.

-No. Jamás lo esperé.

-Bueno, me alegra que te hayas unido en esto y seas testigo de la grandeza que nos espe...

Las palabras de Dolos ya no salieron de su boca desde que sintió que lo atravesaban con facilidad.

Thanatos estaba asombrado con lo que acababa de suceder. Estaba atónito de ver a Dolos siendo atravesado por su propia espada y más aún de ver al responsable.

Érebo atravesó a Dolos rápidamente, moviendo la espada en el interior de Dolos con tan crueldad que hasta Thanatos logró sentir el dolor de su hermano. Dolos bajó la mirada para ver su herida y abrió sus párpados con extremo desconcierto e impotencia al ver la parte de la espada fuera de su estómago.

-Señor...¿por qué? -preguntó Dolos con debilidad. Comenzó a sentir caliente la zona. Puso las manos en el filo de la espada para intentar quitársela, pero Érebo alzó y bajó la espada dentro de él, generando un corte más grande.

Thanatos intentó apartar a Érebo de Dolos, pero lo único que pudo hacer es ver la amarilla mirada de Érebo y su sonrisa maliciosa antes de que desapareciera.

<<No te atrevas a decir nada o vas a pagarlo muy caro>> Le dijo Érebo. <<Yo estoy enterado de lo que Láquesis te contó acerca de la mujer que vas a amar profundamente y que nunca vas a permitir que sufra...así que si te atreves a decir algo, tanto tú como esa mujer la van a pagar muy caro>>.

El dios de la muerte reaccionó a la amenaza de Érebo.

-Eso no es suficiente para que yo les cuente a todos lo que has hecho y lo que pretendías hacerle a Hades -dijo Thanatos.

<<¿Estás jugando con el destino, Thanatos? ¿Con tú destino?>>decía Érebo, manipulando a Thanatos. <<Habla de nuevo con Láquesis y que te confirme de nuevo lo que ya te había dicho. Si sigues sin creer en el destino, delátame pero por ahora, sólo toma la espada y vete>>.

Thanatos odiaba que lo amenazaran, sin embargo, algo en su interior le impidió enfrentarse a él y hacer caso a lo que le decía sobre volver a hablar con su hermana acerca de la mujer que iba a amar incondicionalmente. Así que tomó la empuñadura de la espada y la sacó del cuerpo de Dolos. Cuando lo hizo, Dolos cayó desplomado en el suelo sobre un gran charco de sangre.

Su cuerpo estaba inerte. Thanatos se mostraba perplejo al ver la sangre goteando de la espada y ver a su hermano muerto. Miró hacia su lado izquierdo y vio a Ápate. Ella parecía estar en shock, sin poder dejar de ver a Dolos.

-¡No! ¡No! -gritaba Ápate con desesperación y fue corriendo hacia el cuerpo sin vida de Dolos.

Un grito de lamento desgarrador se escuchó de repente. Los dioses se alarmaron y corrieron hacia donde eran los gritos. Cuando llegaron a ese lugar, vieron a Thanatos con su espada cubierta de sangre entre su mano y a Ápate a lado del cuerpo de Dolos, lamentando su muerte.

Hypnos fue quien reaccionó primero, acercándose a Thanatos y quitándole la espada.

-¿Por qué lo has hecho? -preguntó en voz baja. Thanatos no se movió.

Hades no podía creer lo que veía. No conocía ni a la mujer delante de él ni al hombre que estaba muerto, pero eso había sido demasiado y no pudo tolerarlo más.

-¡Thanatos! ¡Explica lo que acaba de suceder! -exigió saber con ira. Thanatos miró a Hades con dificultad pero no respondió-. ¡Dímelo!

Ápate apartó las manos del cuerpo de Dolos y fulminó a Thanatos con su mirada. Le costó un mundo no lastimarlo enfrente de Hades e Hypnos.

-Mató a nuestro hermano...y sin razón aparente -dijo Ápate con voz entrecortada por la rabia.

Hades observó a Dolos y podía apreciar la enorme abertura del cuerpo.

-Thanatos, te exijo que me digas por qué has asesinado a tu hermano -dijo Hades con voz más ronca.

Thanatos alzó la barbilla y dejó caer la espada.

-Él quería hacer lo mismo con usted -respondió Thanatos.

-¿Qué dices? -preguntó Hades confundido.

Hypnos tampoco podía comprenderlo. Thanatos tuvo que ser más preciso.

-Dolos me confesó que pretendía acabar con usted...y me propuso que lo ayudara.

Hades contenía su ira ante lo que escuchaba. Era una de las cosas principales que no podía pasar por alto. Antes de hacer acusaciones apresuradas, demandó que Thanatos siguiera explicándole lo sucedido.

-Sé más concreto, sólo te daré una oportunidad de hablar o yo mismo llegaré a una conclusión -advirtió Hades.

Hypnos se acercó a Thanatos.

-¿Lo que dices es verdad, Thanatos?

Thanatos comenzaba a mostrarse impaciente y frustrado.

-Lo fue -Miró fijamente a Ápate con sospecha-. Dolos quería matarlo y me propuso ser su cómplice en esto.

-¿Y accediste? -Hades estaba realmente enojado, a punto de explotar.

Al momento en que iba a responderle que sólo fingió estar apoyando a Dolos para desenmascararlo, recordó lo que Érebo le dijo al igual de lo de Laquesis.
Necesitaba hablar con ella otra vez y posteriormente, le diría la verdad a Hades. Sólo si lo que dijo Laquesis acerca de la mujer que amaría, era realmente verdad.
Mientras tanto, seguiría un hilo de mentiras.

-Sí, pero no por las razones que usted se imagina. Yo acepté, pero lo hice para protegerlo a usted...y lo cumplí -Thanatos mintió.

Ápate cerró los ojos con fuerza, evitando ver a Dolos. El dolor que sentía se fue formando en un odio cada vez más profundo. Dolos cometió el error de confiar en Thanatos y ahora estaba muerto por su culpa.

Hades se acercó a Thanatos y lo vio con la misma ira en la mirada.

-Hablaremos de esto en el castillo -dijo Hades a modo de orden. Luego, se dirigió a Ápate-. ¿Tú también estás involucrada en esto?

Ápate se levantó de donde estaba y se puso frente al dios.

-No. Estaba buscando a Dolos...sólo hacía eso...hasta que vi que él lo mató -señaló a Thanatos.

-Si Dolos intentó matar al señor Hades, no merece que lo defiendas -repuso Hypnos frente a su hermana-. Será mejor que tú también vengas.

-¿Qué? Yo no hice nada -Se defendió Ápate.

-No tienes otra opción -dijo Hypnos con determinación.

Ápate bufó con mayor disimulo, así como lo hizo cuando le hizo ver a Thanatos la ira que sentía hacia él con la mirada. Evitó mirar nuevamente a Dolos, incluso después de que Hades mandó llamar a algunos guardias para que se encargaran de él.

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<<Te vas a enamorar incondicionalmente de una mujer y vas a sufrir por ella, lucharás contra ti mismo por protegerla. Incluso de tus propios sentimientos. De hecho, en unos minutos más vas a pensar en su futuro aunque no sepas quién es. No vas a hacerle nada que pueda dañarla>>

Esas habían sido las palabras que repitió Láquesis en su breve visita después de que Hypnos fue a buscarla por petición de Thanatos. Justo después de la muerte de Dolos. Láquesis no dio detalles ni tampoco los exigía. Thanatos sabía de antemano que sus hermanas, las moiras no mentían y eso le calaba. Había dudado de su certeza cuando Hades le cuestionó si se había puesto de lado de Dolos para "matarlo".

Tanta razón tenía su hermana Laquesis que desde que volvió a quedarse solo en esa habitación, ya estaba pensando en el futuro.
No. En realidad fue desde antes. Desde que decidió callar en el momento que Érebo mato a Dolos.

¿Cuándo podría amar a alguien?

¿Quién sería?

Aunque no supiera quien fuera, no deseaba lastimar a esa mujer de ninguna mujer. Dudaba que Érebo supiera quien fuera, pero si él llegaba a enterarse de quién era la mujer podría lastimarla.

Desde ese punto, Thanatos no quería que eso ocurriera y sólo había una manera de evitarlo.

Después de todo, tenía la sensatez de no jugar con el destino.

Thanatos estaba tan pensativo que no escuchó llegar a Hypnos. Su hermano fue a verlo para hablar con él sobre lo que pasó, esperando que por fin quisiera hablar. Cuando llegó a la habitación de Thanatos, lo vio agachado, con los brazos reposados sobre sus rodillas. Cada vez que lo veía con la intención de saber qué sucedió, adquiría esa misma postura.

Hypnos puso una mano sobre el hombro de su hermano. Ni siquiera reacción con el contacto.

-Desde ayer te he visto en el mismo lugar. Quisiera hablar contigo. Tengo qué saber qué fue lo que sucedió -Thanatos no parecía querer acceder para responder-. Tu reputación está en riesgo y quiero ayudarte, pero no puedo hacer mucho si no me das tu propia versión acerca de lo que sucedió antes de que llegáramos -Hypnos era de mucha paciencia pero comenzaba a frustrarse por no recibir respuesta de él-. Thanatos, dime algo...lo que sea.

En esta ocasión, Thanatos movió despacio la espalda y levantó un poco su cabeza, pero en ningún momento vio fijo a su hermano. Quería decirle lo que en verdad sucedió con la muerte de Dolos, pero su lengua no se movió. No podía dejar de pensar en el destino.

Así que tomó una decisión.

-Hice lo correcto. Ya dije todo lo que puedo y no quiero volver a hablar sobre esto.

-Pero tendrás que hacerlo para defenderte.

-¿Para qué? Hice lo que tenía qué hacer.

Hypnos resopló con cansancio. La necedad de Thanatos no iba a resolver nada.

-¿Qué hiciste con la espada?

Thanatos demoró un poco para responderle.

-La he ocultado. No volveré a usarla.

Hypnos frunció el ceño en ésta ocasión.

-Pero, es algo que también tendrás qué hacer. Eres el dios de la muerte -Le recordó.

Thanatos tragó saliva y tensó el cuello.

-Sí, y es algo que no podré cambiar por mucho que lo desee...pero estoy seguro de algo...

El suspenso inquietó más a Hypnos. Thanatos no solía ser así y eso le desconcertaba a un grado increíble.

-¿Qué? -Lo animó a hablar nuevamente.

Thanatos al fin observó a Hypnos.

-No voy a derramar sangre. Nunca me apasionó la idea y con esto que pasó, sé ahora lo que haré -explicaba-. Soy dios de la muerte, pero nunca voy a ser cruel. No después de esto."

Desde esa ocasión, el transcurso de la vida de Thanatos sería un infierno del cual no podría hablar en absoluto.

Ahora sabía quién era la mujer que iba a amar incondicionalmente y por quien iba a sufrir. A quien protegió desde antes de conocerla y por quien seguiría haciéndolo sin importar lo que a él le sucediera.

Érebo al verlo rendido, comenzó a reírse con malicia.

Todo le estaba saliendo perfectamente bien.

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¡Hola!

¿Cómo se encuentran hoy?

¡Espero que muy bien!

¡He regresado con un capítulo nuevo antes de comenzar mi semestre!

A pesar de esto, seguiré escribiendo de a poquito para no retrasarme con las actualizaciones. Pero bueno, vayamos a lo interesante que es este capítulo.

Sólo puedo decir...¡Woooooa! Al fin se pudo revelar esto. Desde cuando quería decirlo pero no, tenía que esperar hasta ahora.

Acerca del Tío Poseidón y su séquito, iba a ponerlo en este capítulo pero me di cuenta que ya estaba demasiado largo, así que decidí dejarlo para el siguiente. Espero puedan comprenderlo.

Algo más que puedo decir es que yo quisiera un Thanatos en mi vida jajaja. ¿Y ustedes?

Ahora, vayamos con las preguntas:

1.- ¿Qué te pareció la imaginación de Zeus? Jajaja

2.- ¿Qué crees que hagan Hades y Perséfone, cuando despierten, ahora que saben que Zagreo es su hijo?

3.- ¿Quién es esa mujer de la que habló Zagreo por la que siente algo? Les daré una pista, está entre estas mujeres (Dafne, Niké o Tetis -la nereida-)

4.- ¿Para qué crees Melínoe fue a buscar el casco de Hades?

5.- ¿Qué crees que pase con Menthe ahora?

6.- Papá Radamanthys está muy enojado con Ralen, ¿crees que aceptará a Garena a pesar de se entere que no es una humana?

7.- ¿Qué te pareció el breve sueño de Thanatos?

8.- ¿Crees que Deméter puede cambiar o tiene algo planeado para vengarse de Hades?

9. - Ahora que ya sabemos lo que en verdad pasó con Thanatos y Dolos, ¿qué opinas al respecto?

10.- Si tuvieras a Érebo, Ápate y Menthe enfrente, ¿qué les dirías? ¿A quién detestas más?

Como siempre, espero que el capítulo te haya gustado.

Esta historia ya casi llega a su fin y los momentos de tensión aún no terminan.

Espero leerlos pronto. Esperaré con ansías sus comentarios y trataré de responderlos lo más rápido posible.

¡¡Nos leemos muy pronto!!

¡Cuídense mucho y les mando un gran abrazo!

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