Capítulo 29

¡¡Hola!!

NOTA: Habrá momentos de tensión >o<!!

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Elíseos

Caria se separaba de Thanatos con las mejillas humedecidas de dulces lágrimas de felicidad. Thanatos tomó su rostro y apartó los intrusos cabellos oscuros de Caria. Veía su iluminado rostro y tenía la sospecha de que él lucía igual. Su promesa de amor estaba plasmada en cada fibra de sus cuerpos, de su esencia...de su amor y felicidad.

—Vámonos Than...vámonos ahora mismo —repetía Caria.

Thanatos asintió porque era la única solución ante su impedimento. Además de su deseo por querer estar juntos, él daba prioridad a la seguridad de Caria. Sentía que iba a estar más segura si estaba cerca de él.

—Nos iremos pero no estaremos en Italia. Sería el primer lugar en donde nos buscarían —Suspiró. Su semblante fue más apagado; estaba pensando a donde deberían irse—. Lo resolveremos, buscaré un buen lugar.

Caria sonrió de oreja a oreja. A donde sea que la llevara, no iba a cambiar su felicidad.

El rechinido de la puerta se escuchó y ambos se levantaron de golpe pero no se separaron. Thanatos le sostenía de los brazos a Caria y la cubría al ponerla detrás de él. Caria se espantó al imaginarse a su padre entrando a la biblioteca e intentando hacerle daño a Thanatos para separarlos. Todo eso se lo imaginó en cuestión de nada.

Thanatos por su parte, se mantuvo alerta y esperaba que Hades entrara. Su sorpresa fue más grande cuando vio a Melínoe entrar u cerrar la puerta tras de sí.

Eso tampoco era bueno.

Melínoe volteó a verlos cuando se aseguró que la puerta estaba cerrada, Estaban casi abrazados y por su cara, sabía que no se alegraban de su presencia.

No los culpaba.

No obstante, le había dolido que fuera verdad lo que Hades le dijo hace tres días:

"¿Tú sabías que Macaria estaba con Thanatos? —preguntó Hades midiendo su sinceridad porque ya sabía la respuesta.

Melínoe movió los labios con intención de que fuese a responder de inmediato.

—Ellos estaban juntos, eso lo sabía pero cuando regresamos aquí, ellos ya no estaban juntos.

Hades negó sin pensarlo. Hypnos suspiró en silencio.

—Eso no es verdad. Ambos están juntos. Los vi en la biblioteca después de la cena.

Melínoe alzó las cejas de forma inesperada.

No era lo que ella sabía. No tenía sentido.

—Claro que no. Yo fui testigo de cuando se separaron...—dijo confundida—. Yo veía cuando Caria estaba llorando por él.

Hades compartió una mirada recia con Hypnos.

—Debieron haberte mentido o tú no quieres decirme la verdad".

Caria tragó saliva. Ya no se podía dar marcha atrás para seguir fingiendo ante ella. Esperaba alguna muestra de desagrado de su parte, el más mínimo que fuera.

Melínoe fue la primera en apartar la vista y mover ansiosamente los brazos.

—Si van a irse, háganlo ya...alguien más podría venir —dijo. Thanatos hizo más gestos de lo que intentó decir. Al ver que ninguno decía nada, tensó los labios—. No voy a decir nada y sobre lo de ustedes, ya lo sé...ustedes nunca terminaron su relación —Ambos se miraron rápidamente con un sinfín de preguntas por realizar—. Nuestros padres están hablando en estos momentos pero pronto podrían dejar de hacerlo.

—¿Cómo sabemos que no es un plan tuyo? —preguntó Thanatos por fin—. No sé cómo te has enterado o quizás siempre lo supiste pero ya no importa, no confío en ti.

Melínoe alzó el mentón sin hacer ningún otro gesto que demostrara una emoción pura.

—Lo sé pero no les queda otra opción. Tienen suerte de que haya sido yo la que los haya encontrado ahora mismo —Se defendió. Ladeó un poco la mirada y vio que Caria negaba sutilmente. Tensó los labios.

Caria alzó la vista, llamando a Thanatos con movimientos palpables.

—Hay que irnos de una vez, Than.

Thanatos asintió con la cabeza y entrelazó sus dedos con los de Caria.

—No pueden irse juntos —interrumpió Melínoe justo a antes de que desaparecieran—. Podrían darse cuenta que Caria va contigo.

—Pero, eso no es cierto. Cuando fui a ver a Fobos junto con Eros, él no sabía que yo estaba con él —Caria explicó brevemente.

Melínoe abrió más los ojos al escuchar ese comentario.

<<¿Por qué fue a ver a Fobos?...¿Cuándo?>>, pensó en una sacudida de dudas.

Estuvo a punto de preguntarle pero se contuvo.

—Tal vez no sabía que eras tú pero sin duda sabía que Eros iba con alguien. Si te vas con Thanatos, sería muy obvio con quien se ha ido dada la situación actual —explicó.

Caria volteó a ver a Thanatos, esperando que dijera algo al respecto.

—Tiene razón. Hades se dará cuenta enseguida —maldijo en sus adentros ya que por la ansiedad de irse de ahí, estuvo a punto de cometer un error.

Esa había sido la razón por la que no se habían viajado en la Tierra por transporte, para que no supieran que Caria estaba ahí.

—Es decir, que si yo intento hacer la transición, van a darse cuenta de igual manera, ¿no? —dijo Caria mientras pensaba en una solución rápida, recordando lo que había estudiado desde hace días.

—Eso sería más arriesgado aún —dijo Thanatos con voz lánguida.

Caria sintió escalofríos y pronta desilusión.

—Entonces, ¿no hay manera de irnos sin que se den cuenta?

Melínoe observó la limitada desesperación de su hermana. Puso extrema atención a sus manos entrelazadas y alcanzó a verle un anillo en su mano. Sus deducciones le hicieron sentir un bulto en la garganta.

No había escuchado la conversación entre ellos dos antes de entrar pero sí sabía la razón de porqué Thanatos fue a ver a Caria gracias a Hades.

—Yo puedo ayudarles —La expresión que pusieron ambos, dijo más que cualquier palabra—. Aprendí a esconder mi presencia, bien saben que por eso no podían encontrarme.

—Es verdad...pero aun así, eso funciona sólo contigo —dijo Thanatos a lo que Melínoe negó enseguida.

Melínoe no contaba sólo con sus poderes para hacerlo...tenía parte de los de Fobos, esos que la habían tenido calmada los últimos días y que pretendía que así fuera por varias semanas. Movió sus dedos con nervios al mismo tiempo que los hacía puño.

—Sería demasiado dar detalles pero puedo llevar a Caria a la Tierra, sólo que contaría con muy poco tiempo. Tendría que ser muy rápido para que tampoco se den cuenta de que yo me he ido también.

—¿Cómo sé que puedo confiar en ti? —cuestionó Thanatos.

Melínoe tensó el cuello.

—Porque sólo tienen dos opciones. Pueden irse juntos y ser atrapados al poco tiempo o pueden creerme...sólo una vez más. Después de esto, si deciden olvidarse de mí e ignorarme, lo aceptaré —propuso Melínoe sin titubeos.

Thanatos no estaba muy confiado y no era para menos, Melínoe había sembrado la duda en cualquiera después de su comportamiento e intenciones misteriosas. Sintió que Caria le apretaba la mano. Su sonrisa le indicaba que todo estaba bien. Caria por su parte, esperaba que confiar una vez más en Melínoe podría ser arriesgado pero no tenían otra opción.

Lo haría una vez más.

—Ayúdanos Melínoe, por favor —pidió Caria.

Melínoe no iba a mentirse; ese gesto dulce de Caria le abrazó el alma.

—¿Ya saben a dónde irán?

***

Perséfone llegó a la gran sala e inmediatamente se sentó en el trono del castillo de manera imperturbable. Con los brazos cruzados a la altura del pecho, miraba a Hades de mala manera. El dios del Inframundo se esforzaba por mirar hacia otro lado sin abandonar su postura diplomática, aunque por dentro, se sentía raro. Desde que Perséfone se convirtió en su esposa o mejor dicho, desde que comió las semillas de granada, había visto y escuchado a Perséfone ser dura cuando era necesario. Se había sentido orgulloso de que Perséfone tuviera ese carácter fuerte a pesar de su dulce apariencia. Sin embargo, jamás se había puesto en el lugar de quienes ofendían a su mujer. La mirada azul de Perséfone sobre él, le alteraba los nervios. Habían discutido anteriormente pero tenía muy mala memoria para recordar si alguna vez, Perséfone lo fusiló con la mirada. Hades se masajeó el brazo al sentir un nuevo cosquilleo.

—¿De qué querías hablar, Perséfone? —preguntó por fin. No creía soportar más tensión.

Irónico.

Perséfone no le despegó la mirada de encima. Se pensó dos veces lo que iba a decirle porque había mucho de qué hablar pero no sabía por dónde comenzar.

—Sabes la razón pero por si aún tienes duda, voy a ser muy directa, no me gusta tu comportamiento —Soló sin tapujos.

Hades enarcó la ceja y la miró fijamente.

—¿Mi comportamiento? —preguntó resentido.

—Sí, ¿por qué te sorprende? No se te ocurra decirme no sabes de lo que estoy hablando. Después de que hablaste con Melínoe hace algunos días, discutimos por lo mismo y no llegamos a ningún lado.

—A mi parecer, ya habíamos hablado de todo —dijo Hades, alzando los hombros—. No sé qué otra cosa quieres que te diga.

Perséfone arrugó la lisa piel de su frente y se levantó, sabía que eso respondería.

—¿Qué le estabas diciendo a Thanatos? —respondió con otra pregunta, cambiando de orientación.

Hades sintió ácido en el estómago y recordó que debía encargarse de otra cosa.

—Es un asunto personal. Lo siento Perséfone pero tengo que solucionar algo —dijo sin mayores complicaciones y dio media vuelta para salir de allí.

Confiado y apresurado por irse para asegurarse de que Thanatos hiciera lo que le dijo, puso las manos en la puerta pero las apartó con malestar. Profesó algunas maldiciones y se miró las manos; había sentido descargas eléctricas que lo hicieron retroceder.

—No vas a salir de aquí hasta que no hablemos —advirtió Perséfone con determinación.

Hades la miró sorprendido, receloso y finalmente, enfadado.

—¡¿Por qué me has hecho eso?!

—Ya te lo dije, ¿estás sordo?

Perséfone lo estaba retando y Hades lo sabía. Sacudió las manos antes de acercarse a su esposa.

Ahora sí estaba enfadadísimo.

—No voy a permitirte que tengas esas osadías conmigo o voy a...

—¿O qué? —preguntó escéptica, con total calma—. Te conozco desde hace mucho tiempo y es la primera vez que te he visto tan necio y tan ciego con lo que ocurre alrededor —Perséfone miró hacia arriba un segundo y levantó dos dedos—. Corrección, es la segunda vez que te comportas de esa manera y ya deberías saber que no me gusta. No me causas miedo y has hecho cosas que me decepcionan y me duelen. Has echado a Hécate después de todo lo que ha hecho por nosotros. Intentas casar a Macaria con alguien que no quiere y a Thanatos lo tratas como si fuera el enemigo. Así que...¿Qué vas a hacer, Hades?

Hades estaba inamovible. Su determinada y enfadada actitud, disminuyeron considerablemente. Observaba con reparo a Perséfone en silencio por un tiempo más.

—Tú también me has decepcionado —dijo Hades con voz apagada.

Perséfone alzó las cejas, sorprendida.

—¿Cómo? Dime en qué te he decepcionado —Terminó de decir y pronto cayó en cuenta de la razón.

Hades ligó los brazos y resopló.

—Tú encubriste lo que estaba haciendo Macaria y sabías que Thanatos estaba con ella. De todos los que esperé que podían traicionarme, jamás me imaginé que tú estuvieras involucrada —Perséfone quiso hablar pero Hades con un movimiento de su mano, la detuvo—. Hace mucho tiempo, tú y yo habías llegado al acuerdo de contarnos todo. Cuando supe que me habías ocultado todo eso, decidí hacer lo mismo, incluyendo mis decisiones.

Perséfone ignoró esta vez el gesto de Hades e intervino en lo que decía.

—Sé que lo que hice no estuvo bien y entiendo que consideres que yo rompí con el acuerdo que teníamos. Lo que quiero que tengas claro es que yo recientemente me enteré donde estaba por Hécate.

—¿Y aun así te molesta que haya echado a Hécate? —respondió limitado. Perséfone podía escuchar cómo sus dientes rechinaban. Hades tomó aire—. Aun así, lo supiste y apoyaste a Macaria. ¿Pretendías decírmelo algún día o ibas a guardarlo como secreto entre madre e hija?

—Iba a decírtelo tanto a ti como a Caria porque ni ella sabía que yo estuve en la Tierra.

Hades bufó de inmediato. La ira se incendió de nuevo en su mirada.

—¿Estuviste en la Tierra? —preguntó con ofensa, buscando por varios medios alguna razón para no explotar ahí mismo—. ¡No puedes hacer eso en estas fechas! Deméter lo habría usado en mi contra —Le reclamó sin contemplación.

—Tuve cuidado, no sabe que estuve allí —respondió—. Lo lamento pero yo me sentí terrible y culpable al enterarme de lo que habían hecho. Fui a ver a Caria y no sabes el orgullo que sentí de verla feliz con Thanatos —A pesar que el brillo de furia en los ojos de Hades incrementó cuando mencionó a Thanatos, Perséfone no se detuvo ni se arrepintió de lo que dijo—. Comprendo que tú no te hayas tomado nada bien sus sentimientos pero no logro explicar por qué de ser uno de los dioses en quien más confiabas, ahora lo intentes alejar de Caria.

—Tal parece que no conoces nada acerca de sus demás hermanos ni de su madre. Conociste a Ápate, confié en ella y me pagó de la peor manera. ¡Nos engañó!

Perséfone bajó la mirada mientras recordaba a Pat. Había sentido mucho coraje y cierta tristeza cuando Hades le contó que ella había ayudado a Deméter para esconderla en el Erebo y que aparte, tenía otros planes en contra de su esposo.

Y tanto que había llegado a confiar en Pat.

—Pero Thanatos no es como Ápate. Ni siquiera Hécate que a pesar de lo que hizo, ha demostrado que cambió y que se arrepiente de haber apoyado a mi madre —Perséfone se acercó a Hades y le tomó del brazo. Alzó la mirada para volver a encontrarse con la suya—. Desde antes que te conociera, mi madre siempre me habló de cosas horrorosas sobre ti. Cuando me trajiste al Inframundo, no podía creer que tus sentimientos fueran sinceros pero decidí darte una oportunidad porque comenzaba a sentir amor por ti y conocí al hombre que me ha hecho feliz por mucho tiempo —Hades suavizó el semblante y desvió la mirada con nostalgia. Esos recuerdos los tenía clavados en el alma—. Si yo tenía prejuicios sobre ti y te di una oportunidad de demostrarme que estaba equivocada, ¿por qué no lo haces con Thanatos?

Hades analizó las palabras que le decía Perséfone, viajando en los recuerdos agridulces que le sucedieron desde que conoció a Perséfone. Puso una mano sobre la de ella, transmitiendo cierta calidez.

—No soy tan cruel y siempre le doy una oportunidad a todos. Se la di a Pat y me traicionó. Se la di a Hécate y también lo ha hecho al ayudar a Macaria. Se la di a Thanatos y...¿qué puedo esperar de él? Ápate me dijo que Thanatos había planeado enviar a nuestras hijas a la Tierra con la intención de que Deméter pudiera hacerles algo y que después iba a enamorarla por petición de Érebo.

—¿Qué has dicho? —Perséfone creo un semblante de extremo malestar—. ¿Cuándo hablaste con Pat?

—Cuando Athena me contó que Macaria estaba con Thanatos y que Melínoe había matado a muchas personas. Ápate estaba con ella y estoy seguro que ha sido una estrategia de su parte para que Athena pudiera intervenir si yo me atrevía a hacer algo en su contra —Cerró los ojos, enfocándose en el agitado palpitar de su corazón por todo lo que estaba pasando. Se había enterado de muchas cosas en tan poco tiempo y aún le costaba asimilarlo.

El corazón de Perséfone también se agitó demasiado rápido. No sabía que Melínoe había hecho tanto daño y eso que desconocía la manera en lo que lo hizo.

Le recordaba a...

—Hades, ¿le has creído a Pat? —Hades no respondió—. Es increíble, ¿cómo puede creerle? Thanatos no sería capaz de hacer algo así y Melínoe...

—No le creí en ese momento a pesar de que Athena también le respaldaba. Investigué los hechos junto a Hypnos hace dos días, lo de Melínoe resultó ser cierto. Yo había creído que Ares estaba detrás de todo eso pero no fue así. Su maldición la descontroló y Fobos...—Hades ahora quería contarle algo más ahora que había resaltado de nuevo la confianza pero dudaba de hacerlo por no tener las suficientes pruebas—. Si Pat miente o no, yo no puedo confiar en Thanatos, sería demasiada coincidencia que ocurriera de manera natura todo lo que Ápate dijo.

Perséfone seguía negando. Volvió a molestarse porque Ápate estaba involucrándose en la vida de otros, especialmente de sus hijas y miró a Hades siguiendo ese sentimiento.

—Entonces, ¿vas a seguir interviniendo entre el amor de Thanatos y tu hija?

Hades se burló en seco.

—Sigues creyendo que Thanatos en verdad está enamorado —afirmó en desacuerdo—. Yo lo que quiero es proteger a mis hijas de quien sea y Thanatos nunca será digno de Macaria. Es una amenaza para ella y jamás podrá hacerla feliz.

Perséfone soltó el brazo de Hades y entrecerró los ojos.

—¿Sabes? Mi madre decía exactamente lo mismo de ti.

Hades se había ofendido aún más. Su expresión lo decía todo.

—No me compares con Deméter nunca más —exigió entre dientes.

—Entonces no actúes como ella —respondió sin amedrentarse.

El dios pasó ambas manos sobre su cabeza, como si la sostuviera en cado de que se desprendiera de su cuerpo. Toda su cara se ponía colorada de la rabia.

—¡Yo no actúo como Deméter! ¡Yo me preocupo por Macaria y no voy a dejar que Thanatos la utilice!

Hades dio media vuelta y puso las manos sobre la puerta, a pesar de estar sumamente enfadado, estaba alerta por su volvía a electrocutarse las manos.

Perséfone lo vio irse como alma que llevaba el diablo y corrió tras de él. No tenía pinta de que fuera a ser sutil con Thanatos.

Hades daba zancadas en dirección a la biblioteca. Entró sin siquiera avisar y se alteró de ver la habitación vacía.

Pensó lo peor y la mente se le nublaba en un dos por tres.

—Hades...—Lo llamó Perséfone una vez que ella también llegaba a la biblioteca.

Hades pasó por su lado con severas intenciones de irse asesinar a alguien.

—¡¿Dónde están?! —preguntó Hades con toda la fuerza y aire que sus pulmones retenían. Una ninfa se había acercado al escuchar los gritos iba acercándose por el pasillo con extremo asombro. Ver a Hades estallando de rabia era único. Hades la divisó—. ¡Enerit! ¡¿Has visto a Macaria y a Thanatos?!

Enerit estaba nerviosa de ver a Hades echando chispas

—Se acaba de ir a su habitación, estaba llorando y cuando le pregunté la razón, me ignoró y se encerró —explicó Enerit.

El pecho de Hades se levantaba y regresaba a su lugar de manera progresiva. Lo que le dijo Enerit apenas había hecho que dejara de gritar.

—Voy a verla —dijo decidido.

—Hades, déjala tranquila...no va a querer verte —dijo Perséfone con sobresalto por sus suposiciones.

—Sólo voy a ver que ella esté aquí —dijo contraatacando mientras se iba alejando.

—No la molestes...—dijo inútilmente Perséfone.

Volteó a ver a Enerit, sonrió por lo bajo y se marchó en dirección hacia los jardines.

Hades llegó a la habitación de Caria y golpeó la puerta.

—¡Macaria! ¡Abre la puerta! —Su agitada respiración chocaba con la fuerte madera.

Si Caria no estaba ahí, Thanatos podría prepararse para...

—No quiero hablar con nadie —Se escuchó del otro lado.

Hades alzó las cejas, era la voz entrecortada de Caria.

—¿Dónde está Thanatos? —demandó saber.

—¡No sé! ¡Déjame en paz! —gritó entre sollozos.

Hades levantó el mentón. No iba a negar que le daba gusto que Thanatos se haya ido pero no le causaba gracia que su hija llorara, a pesar de que eso era lo que quería.

Thanatos finalmente había hecho lo que le pidió.

Alzó la mano para volver a golpear la puerta.

—¿No escuchaste, Hades? Déjala en paz —dijo Perséfone con los brazos cruzados y renegando con la cabeza.

—Sólo quiero verla.

—Y ella no lo desea, así que déjala en paz —Le exigió.

Hades resopló con amargura y de mala gana se fue de allí. Perséfone logró suspirar cuando lo perdió de vista. Se recargó en la puerta y llamó a Caria en voz baja.

—Caria, ¿puedo hablar contigo?

Caria tardó en responder.

—No, no quiero hacerlo...quiero estar sola —dijo con voz más calmada.

Perséfone tenía el corazón hecho puño.

—De acuerdo, te dejaré sola...pero quiero hablar contigo una vez que estés lista de hacerlo —No recibió respuesta y poco a poco fue apartando las manos de la puerta.

Mientras tanto, dentro de la habitación se encontraba Melínoe sentada sobre la cama de Caria. Creaba con sus poderes una simulación de la voz de Caria.

Cuando regresó de dejar a Caria dónde acordaron, se encontró con Enerit a quien le pidió que dijera que había visto a Caria entrar a su habitación. Enerit temerosa de que Melínoe pudiera hacerle algo por sus antecedentes, aceptó sin chistar. Melínoe había corrido a la habitación de Caria justo antes de que Hades y Perséfone fueran hacia la biblioteca.

Cuando Melínoe sintió que Perséfone se marchaba, dejó de crear esa alucinación.

Suspiró hondo. Tenía bastante agitado el corazón. Cubrió uno de sus ojos con la palma de la mano. Respiró hondo mientras trataba de regularizar su malestar. El haber ayudado a Caria a irse de allí sin que nadie se percatara, había eliminado por completo el rastro de poder que Fobos le había dejado.

Era un riesgo del que estaba consciente pero que había valido la pena. Si perdía el control, ya no le importaba...ya no tenía nada más que perder.

"Melínoe estaba atónita pero su mente cavaba en cada sangriento recuerdo de todo lo que había hecho. Hades se lo recordaba, ignorante de que ese pasado le dolía. Hypnos la miraba en silencio, podía darse cuenta que Melínoe era culpable de todo lo que Hades dijo pero no se atrevía a decir nada.

Hades no se sentía contento por lo que estaba pasando. Ninguna de sus hijas estaba bien. Melínoe estaba en mayores problemas de los que jamás se imaginó. Muchos habían apuntado el dedo hacia ella y corría el rumor de que había atacado violentamente a Tabitha hasta arrebatarle la vida antes de que se marchara de ahí. Lo que lo hacía peor, es que no era la única acusación contra ella; la muerte de Emeraude hace años, la doncella personal de Melínoe, comenzaba a incriminársele.

El dios sabía que Melínoe tenía mucho poder dentro de ella que exigía ser liberado de la peor manera. Su hija no lastimaba sólo a humanos ni a ninfas, lastimaba a quien fuera. Caria era uno de esos ejemplos.

Le dolía saber que los castigos a las reglas que se han establecido en el Inframundo y los Elíseos eran dirigidos a todos sin excepciones. Aunque él se negara a cumplirlas, alguien más lo haría y podría ser menos piadoso que él. En una ocasión hace dos años vio cómo Melínoe había lastimado cruelmente a una ninfa que entró por descuido a su habitación; el mismo error que cometió Caria. Esa vez pudo pasarlo por alto, pero ahora no había mucho por hacer.

Vio largamente como Melínoe se esforzaba en no romper en llanto ahí mismo.

Melínoe...no tengo otra alternativa. Si se descubre que tú has hecho todo lo que te acabo de contar, estarás en graves problemas —dijo Hades, intentando no doblegarse—. Debes contarme si algo te ha pasado en la Tierra. Por muy fuerte que quieras aparentar ser, te conozco desde que naciste y nunca te había visto con tanto miedo como ahora.

Melínoe tragó saliva. Si todos supieran lo que ha padecido en los Elíseos y en la Tierra, no le saldrían palabras de ningún consuelo. Nada que pudieran decirle podría ser empático.

—No me ha pasado nada...—dijo sin levantar la mirada.

—Fobos me ha dicho otra cosa cuando...

—No me ha pasado nada...—repitió, interrumpiéndolo—. No deberías creerle, él no sabe nada.

Hades no podía dar eso por sentado. Si bien se enfadó con todo lo que Fobos le dijo porque estaba resentido por la discusión que tuvo con Caria, lo había dejado pensando en lo que pudo haberle pasado a Melínoe. Si lo que le dijo era verdad, habría agradecido que hubiera aparecido hace muchos años atrás. Ya no era momento de lamentaciones por algo que jamás se borraría.

—¿Aceptas todo de lo que se te acusa? —preguntó seriamente.

Melínoe suspiró con pesar.

—Si así fuera, ¿qué va a pasarme? —Se esperaba lo peor. Por un lado aceptaba el castigo y por el otro se le hacía injusto. Tan injusto como es resto de su vida.

Hades tuvo que centrar todas las fuerzas que acumuló todo ese coraje que ha sentido sólo para decirle lo que tanto quiso postergar en esa discusión.

—Todos están exigiendo que se te encierre en un calabozo del Inframundo hasta que seas juzgada —tensó la quijada—. Podrías ser enviada al Tártaro".

Melínoe comenzó a llorar sin el mayor esfuerzo. Su vida no era justa porque todos los actos malos que cometió no fueron porque quisiera hacerlo. Sabía que quien sufriría todas las consecuencias sería su verdadero yo y no la maldición. Si era encerrada en el Inframundo o en el Tártaro, nunca más volvería a ver a nadie.

Ni siquiera a él.

Sonrió levemente por la débil fuerza.

—Espero que tú seas feliz, Caria...—dijo para sí mientras se abrazaba a sí misma como el único consuelo que podía tener ante su amargo futuro.

***

Olimpo.

Zeus deslizaba de arriba abajo y a los costados sobre un lienzo el carbón. Miraba de vez en cuando detrás del lienzo donde estaba Hera sentada con un pavo real sobre sus piernas, luciendo un hermoso vestido de seda amarilla. El dios estaba muy contento por su obra de arte pues llevaba tiempo practicando dibujo en sus tiempos libres. Apolo permanecía sentado a unos cuantos metros de Zeus para no ver aún el avance de ese dibujo con una actitud desanimada. Siempre que a Zeus se le ocurría una idea alocada sobre las artes, lo obligaba a ser su mentor.

Apolo suspiró largamente, de manera repetitiva y que fuera notable. Incluso llegó a exagerar para que fuera tomado en cuenta su extremo aburrimiento.

Ni caso le hizo.

Hera llevaba horas ahí sentada sin moverse demasiado y comenzaba a sentir tiesas sus mejillas de tanto sonreír. Sin embargo, comenzaba a fastidiarse. Había hecho su mayor esfuerzo.

—¿Te falta mucho? —preguntó sin mover mucho los labios.

Zeus alzó la mano en señal de protesta...cordial.

—Querida, ya casi termino. No te muevas que estoy dando los últimos detalles —indicó el dios con gran sonrisa.

Hera hizo caso pues estaba emocionada de ver el resultado y más le valía que estuviera bien.

Apolo volcó los ojos y abrió la boca como si quisiera bostezar.

—¿Ya vas a dejarme ver? —Zeus no le respondió pero siguió trazando sobre el lienzo con una confianza insuperable—. Tengo otras cosas qué hacer y son importantes —Se cruzó de brazos.

—Qué poca paciencia. Si acabo de empezar —comentó Zeus despreocupado.

—No me digas —dijo irónico—. Llevamos aquí casi todo el día.

—Apolo tiene razón, yo no estoy segura si pueda levantarme de aquí —dijo Hera en señal de apoyo.

Zeus dio un golpeteo sobre el lienzo y sonrió con satisfacción.

—Listo, querida. Ya puedes levantarte —indicó.

Apolo estaba agradecido de que terminara su tortura.

Hera suspiró aliviada y puso el pavo real sobre el suelo con dificultad. Se sentía increíble poder estar de pie de nuevo. Estiró los brazos y las piernas,

—¿Ya puedo ver cómo quedó?

—Sólo después de que Apolo me califique —Seguía confiado.

—Bueno, entonces iré por un poco de ambrosía. Cuando regrese, espero poder verlo y cerciorarme de que es magnífico —Zeus asintió. Conociéndola, esa fue una advertencia disfrazada.

—Apolo, ya puedes ver mi hermoso dibujo —Apolo se levantó del banquillo de mármol y se paró a lado de Zeus para apreciar el resultado—.¿Verdad que es hermosa?

Apolo puso una expresión babélica. Era difícil saber cuántas veces había parpadeado al ver a la mujer del dibujo.

—Sí, es hermosa, pero...¿quién es?

Zeus deshizo esa intensa sonrisa. Su semblante mostraba agravio absoluto.

—¿Cómo que quién es? Es mi hermosa esposa Hera.

—¿Seguro? —preguntó Apolo incrédulo.

—Por supuesto que lo estoy.

—¿Y dónde está su pavo real? —Lo retó.

—No le vi la necesidad de involucrarlo —Se defendió—. ¿Qué más da? Dibuje la belleza de mi esposa.

Apolo no se veía para nada convencido y volvió a ver el dibujo.

—No sabía que Hera tenía aletas —dijo sarcástico.

Zeus pestañeó varias veces y vio el dibujo con mucho esfuerzo. Al poco tiempo, comenzó a reír a carcajadas.

—Caramba, ¿cómo es que he dibujado eso? Me he pasado —actuaba muy calmado y divertido—. Sólo seguí tu consejo, me dijiste que fuera subjetivo.

—Fuiste demasiado subjetivo, deja que se entere Poseidón...si Hera ve este dibujo va a colgarte y no precisamente del cuello —Apolo lucía más espantado que Zeus.

—Oh ho...¡Tienes razón! —Por fin había caído en cuenta —Hera regresaba muy animada con una copa de ambrosía. Zeus sintió escalofríos—. Ayúdame y prometo sacarte de algún apuro —Se levantó del banquillo.

Apolo puso los ojos en blanco y transformó el dibujo de sirena en uno de Hera. La diosa se acercó a ver el trazo y se sintió muy feliz de ver el resultado.

—¡Oh Zeus! Has mejorado tus habilidades. ¡Es maravilloso! —Hera lo abrazó y tomó el lienzo entre sus manos—. Voy a ponerlo en nuestra habitación.

—Has lo que desees, dulce esposa —La animó.

Hera se fue de allí con el mismo buen humor con el que llegó. Zeus la observó alejarse con mucha felicidad. Apolo alzó las cejas con hastío.

—Me voy, tengo cosas que hacer —dijo el dios del Sol sin esperar aprobación de su padre.

Zeus suspiró largamente y se sentó sobre el diván de mármol. Justo en ese momento de comodidad y placer, Hermes ingresó a la sala con apuración. Zeus levantó la mirada de manera desinteresada.

Hermes se detuvo e hizo una reverencia.

—Señor Ze...—Fue interrumpido.

—Hermes, ¿cuántas veces te he pedido que no me molestes cuando estoy ocupado?

El joven dios no cabía en incredulidad a ver a Zeus acostándose en el diván sin mayores preocupaciones.

—Pero usted me he dicho que siempre esté al pendiente por si se le ofrece algo —Alzo los hombros y habló bajo.

—Ahora no se me ofrece nada, Hermes —recalcó con paciencia. Hermes se veía ansioso—. En fin, ¿cuál es el apuro?

—Señor, han venido a buscarlo —indicó con voz apurada.

Zeus se vio muy interesado esta vez, incluso se levantó del diván.

—Ya era hora, hay que organizar el festín de primavera. Dile a Artemisa que no queremos venado, Hera dice que le causó indigestión —Zeus se adelantó.

—No señor, no es Artemisa es...

—¿Es el decorador que recomendó Poseidón? Mira que nos urge tener un nuevo estilo en el templo. Se acaba de ir Apolo, búscalo y dile que le borre la memoria al decorador antes de que se vaya.

Hermes tenía los nervios alterados por tanta interrupción y conclusiones infundadas.

—¡No! ¡Es su nieta la que ha venido a verlo! —Zeus mostró su sorpresa y asentía lentamente, muy pensativo. Hermes apostaba lo que fuera a que no sabía de quien se trataba—. Es Macaria.

—¿Macaria? —preguntó escéptico. Salió de la sala para ir hacia la recepción del gran templo.

Caria y Thanatos esperaban de pie a que Zeus diera la autorización de recibirlos. Caria estaba muy nerviosa y jugaba con sus dedos. Thanatos la alcanzó a ver por el rabillo del ojo. Pasó su mano delicadamente sobre sus dedos, relajándola con increíble rapidez.

—Todo va a estar bien —Le susurró. Caria agradeció que se lo dijera. El sonido de su voz y su presencia, la animaban.

—¿Crees que mi abuelo nos apoye? —preguntó con duda.

Thanatos sonrió.

—Estoy seguro de que lo hará, de lo contrario, habríamos ido a otro lugar.

Caria sonrió con dificultad. Zeus llamó su atención al llegar a la recepción con presura. Caria se alejó de Thanatos para saludar a Zeus.

—Mi hermosa nieta —Zeus extendió los brazos con felicidad. Caria terminó por abrazarlo.

—Abuelo, hace mucho tiempo que no te veía. Lamento si te he interrumpido. Debes estar muy ocupado —dijo Caria muy segura.

Zeus mintió un poco y exageró para no quedar mal.

—Recién terminaba de hacer mi arduo trabajo. Resolver asuntos en el Olimpo es de tiempo completo —Esperaba que se la creyeran, últimamente nadie le creía mucho—. ¿Y dónde están tus padres? ¿Vienen retrasados? —Zeus alzó la vista y sólo vio a Thanatos esperándola. Reparó su atención de nuevo en Caria quien lucía muy preocupada—. ¡Oh por todos nosotros! ¿Te has fugado? —concluyó de manera más eficaz y persuasiva que con el dibujo que hizo.

Caria agachó ligeramente la cabeza.

—Sí...es que nosotros...

Caria fue interrumpida por un grito de emoción que se escuchó a espaldas de Zeus. Cuando vieron que se trataba de Hera acercándose como si fueran a regalar la última ambrosía. Cuando estuvo junto a ellos dos, lo primero que hizo fue tomar la mano de Caria y mirar el anillo de su dedo.

—¡Esto es una gran noticia! —Seguía emocionada. Zeus acercó el rostro para ver mejor el anillo. Ni él que estaba más cerca pudo ver el encantador adorno—. Hasta que por fin tu hija esparce rumores reales —Le comentó a Zeus sin necesidad de mirarlo.

Caria miró hacia Thanatos porque no entendía de qué estaban hablando. Estaba conmocionada.

—¿Cuáles rumores? —preguntó Caria confundida.

Hera respondió complacida.

—Afrodita nos dijo recientemente que tú te negaste a casarte con Fobos porque estás enamorada de alguien más —volteó a ver a Thanatos—. ¿Cuándo van a casarse? Puedo hacerlo ahora mismo si quieren.

Caria fue interrumpida antes de que pudiera responder. Thanatos terminó por acercarse.

—Querida, no los presiones. Los estás espantando —dijo Zeus.

—Señor Zeus, probablemente hayamos cometido una imprudencia al venir aquí pero...—decía Thanatos antes de ser interrumpido.

—¿Te parece si hablamos en privado? Prometo que será rápido —dijo Zeus con mayor seriedad pero con evidente cordialidad.

Thanatos asintió y compartió una última mirada con Caria antes de irse. Caria sonreía un tanto asombrada por la efusividad en la que Hera comenzaba a hablarle de preparativos de boda en menos de cinco minutos. Fue agradable dentro de un contexto estresante. Siguió a Zeus a una habitación cercana donde habían múltiples asientos de mármol alrededor de forma circular. Zeus se sentó en uno de ellos y le indicó a Thanatos que ocupara el asiento de a lado. Así lo hizo. Una vez que se sentó, tomó la iniciativa.

—Sé lo que debe estar pensando y antes de que pueda hablarle sobre nuestra intención al venir aquí, quisiera explicarle lo que pasó. Yo estoy enamorado de Caria y si decidimos fugarnos fue porque...—Zeus levantó la mano para que se detuviera y luego la puso sobre su hombro.

Thanatos estaba sorprendido, y eso que confiaba en que Zeus fuera más accesible que Hades.

—No necesitas explicarme nada, Thanatos. Puedo darme cuenta de lo que sientes por Macaria y no podría estar más feliz por ella —indicó sonriente—. En cuanto a Hades, me imagino su actitud para haber tomado una decisión así. Debo agradecer que hayan venido aquí a buscar apoyo y más que nada, querer hablar conmigo sobre lo que sientes cuando no tienes la obligación. Así se nota aún más cuanto te importa Macaria.

Thanatos sonrió y asintió más relajado. Increíblemente, Zeus le transmitió mayor efusión en cuestión de minutos que la que sintió con Hades en muchos años.

—Agradezco su comprensión. Llegué a dudar de su apoyo porque a se habpia concretado el compromiso de Caria con Fobos.

Zeus se carcajeó y pronto minimizó la situación.

—Ese matrimonio estaba destinado a ser fallido. Fobos rechazó casarse con Macaria cuando fue a los Elíseos.

Thanatos frunció el ceño.

—¿Fobos canceló el compromiso?

Zeus asintió aficionado.

—Ya te imaginarás la cara que puso Hades, no me extraña que haya sufrido irritación por el coraje.. Por otro lado, Afrodita estuvo más que feliz por la decisión de su hijo. Ahora, esa ya es noticia vieja del Olimpo —susurró como si fuera un secreto—. Sé que yo le di la idea a Hades de que comprometiera a Macaria con algún hijo de Ares pero jamás creí que e tomara en serio. Aún desconozco su cambio repentino y de haber sabido que tomaría te cuenta mi consejo, mejor te hubiera recomendado desde el inicio y con suerte, se hubieran ahorrado todo este relajo. Soy tan descuidado que ni me percaté que sentías algo por Macaria.

Thanatos no creía que eso fuera a ser posible por otras razones, pero no quiso darle la contraria al dios.

—Jamás pretendí enamorarme y ahora no puedo estar sin ella —confesó.

Zeus le palmeó la espalda.

—Eres muy valiente, aun cuando sabes que podrías morir —comentó y observó como Thanatos borraba su sonrisa y ponía expresión de espanto. Estalló a carcajadas—. Es una broma, relájate —Thanatos tardó varios segundos más en recuperar su actitud anterior—. Me gustaría que se quedaran aquí, hacen falta nuevos integrantes en el Olimpo pero cuando Hades se entere que no está Macaria en los Elíseos, éste será uno de los primeros lugares donde buscará.

—Estoy consciente, quería arriesgarme al averiguar si contábamos con su apoyo.

—Claro que sí, eso no se pregunta. Mientras mis nietas sean felices, yo apoyo lo que sea.

Thanatos agradeció tal gesto de comprensión. Le habría gustado que Hades hubiera reaccionado igual que él.

—Gracias, de verdad —resopló—. Deberíamos irnos ahora, aún falta buscar un lugar donde no sea fácil encontrarnos.

Zeus puso semblante pensativo, recargando el codo sobre el posa brazo.

—Puedo decirle a Hermes que lleve a Macaria a la Tierra de incógnito, puedo sentir que aún no posee tales poderes para ocultar su presencia. Tú debes comenzar a hacerlo desde ahora para que Hades no sepa dónde estás. Por cierto, ¿cómo es que llegaron aquí sin que me diera cuenta? De ti lo entiendo porque ocultarte presencia pero ella...¿Cómo lo hizo?

—Fue Melínoe, ella la trajo aquí —respondió Thanatos.

—¿Melínoe? ¿Y dónde está?

—Regresó a los Elíseos. Ella dijo que nos cubriría el mayor tiempo posible.

Zeus había tenido algunas dudas que aclaró enseguida por él mismo. Ya recordaba que Afrodita les había contado algo acerca de Melínoe.

—Hizo bien, sólo espero que las consecuencias no sean más graves para ella —Estaba al tanto de todos los asuntos conflictivos en los que estaba envuelta Melínoe. Suspiró—. Retomando lo de ustedes, necesitan estar en unos lugares tranquilos pero no solos, sino con alguien que pueda apoyarlos y ocultarlos por un tiempo.

—¿Usted sabe que podría ayudarnos en la Tierra?

Zeus asintió sin pensarlo demasiado.

—Es un poco pesado y muy necio pero no se negará a ayudarlos —sonrió de oreja a oreja—. Tiene experiencia en estos asuntos. ¡Hermes! ¡Hermes! —Llamó al dios.

Hermes tardó un poco en llegar y lo hizo corriendo con sus sandalias aladas. Hizo una reverencia eufórica a Zeus y luego a Thanatos.

—Disculpe la demora, señor. ¿Qué necesita?

Zeus se levantó del lugar y puso los puños sobre su cintura, viendo a Hermes algo disgustado.

—¿Por qué has demorado? ¿No te había dicho que debías estar al pendiente cuando necesitara algo? —Hermes estuvo a punto de replicar pero guardó sus palabras porque sabía que Zeus era así siempre—. Quiero que vayas con cada dios del Olimpo y les des un mensaje especial sin excepciones. No quiero que ninguno se atreva a decirle a Hades que su hija ni Thanatos han estado aquí —Comenzó a decir y Hermes hizo aparecer un pergamino con una pluma de tinta que flotaba en el aire mientras el dios escribía todo lo que se le indicaba—. Nadie debe desobedecer mis órdenes, quién lo haga va a sufrir las consecuencias por mí mismo. Y diles que preparen sus más elegantes trajes negros que esto puede ponerse feo —Hermes dudó en escribirlo pero hizo caso. Thanatos alzó ambas cejas mientras que Zeus volteó a verlo con un pulgar hacia arriba. Thanatos ya no sabía si estaba bromeando de nuevo o le decía lo que sucedería a través del sentido del humor—, pero antes, quiero que lleves a Macaria a la Tierra sin que nadie más pueda saber a dónde ha ido.

Hermes asintió y luego se rascó la cabeza.

—¿A dónde debo llevarla?

Media hora más tarde...

El Pireo, Grecia.

El cielo estaba poniéndose anaranjado para pronto ser tintado de negro. Exactamente en un cierto lugar, todo parecía ir en pleno orden.

El golpeteo de las olas contra las rocas del mar alcanzaba a escucharse en la mansión simple y sencillamente porque se encontraba en una colina muy cerca del mar. La vista era aún mejor por los extensos jardines de la propiedad, su color poco a poco adquiría un color más verde; más vivo por la llegada de la primavera...y porque el buen humor de Deméter se lo permitía.

En uno de esos jardines, estaba un hombre con unas tijeras para podar. Se abrían y se cerraban mientras cortaban las desperfectas ramas de los arbustos. Cuando terminó de podar el largo arbusto, dejó las tijeras sobre el suelo y se acomodó la gorra. Sacó una hoja doblada del pantalón y volvió a leerla por quinta vez en la tarde.

—Podar los arbustos, listo —deslizó su pulgar por debajo de lo que leyó. El siguiente punto no pudo leerlo en voz alta porque le resultaba desagradable, más que lo que había hecho ya—. Cocinar...¿Es en serio? —Guardó de mala gana la hoja en su pantalón—. Que se conforme con el cereal, yo ya me cansé.

Tomó el rastrillo y comenzó a jalar los restos del arbusto para juntarlos en un mismo punto.

Una joven morena de largos cabellos castaños se acercó al sujeto, dudando si debía molestarlo o no porque se veía de un humor irascible. Él volteó y fue demasiado tarde para que la chica pensara qué hacer.

—Señor, no he querido molestarlo pero es importante. Le llaman —La chica creyó ser específica. Escuchó un fuerte suspiro de hastío.

—¿Qué más quiere de mí? Sólo me falta hacer una cosa de la lista y no pienso hacer nada más. ¿Es que esa mujer no se tienta el corazón? —Se preguntaba a sí mismo como reproche pero en el fondo, quería escucharla y saber de ella porque no la había visto desde hace unas semanas—. Enseguida voy, Dessa. Dile que le regresaré la llamada cuando termine de recoger todo este desastre.

—Pero señor, es que no es su esposa quien le llama.

Él se quitó la gorra y dejó ver mejor su fruncido ceño. Decidido y curioso, entró a la mansión y casi se va de espaldas al ver a Hermes, Caria y Thanatos. Hermes al verlo conmocionado, dio unos brincos largos y le entregó una nota.

—Señor Poseidón, el señor Zeus le ha enviado esto —Poseidón miró duramente a Hermes y prosiguió a leer la nota. Abrió la boca enormemente—. Ese viejo de...—No terminó de pronunciar sus maldiciones porque Hermes acababa de desaparecer.

Poseidón miró hacia Caria y Thanatos y supo enseguida en el problema en que se iba a meter.

—¿Tío? —preguntó Caria con duda. Hace tiempo que no lo veía y su vestimenta desarreglada no le favorecía. Hasta Thanatos no le reconoció—. ¿Puedo hablar contigo?

Poseidón ya se lo imaginaba, lo hizo desde hace tiempo. En unas escasas ocasiones, había ido a visitar a Hades y Perséfone a los Elíseos y Caria tenía al menos dieciséis años. Entre una plática que tuvo con su hermano, vio algo familiar en la mirada que Caria le dedicó a Thanatos cuando se despidió de él; esa mirada que puso Hades cuando vio por primera vez a Perséfone. Aun así, no dijo nada por darle el beneficio de la duda...

Ahora estaban ellos dos en su casa con cara de fugitivos y las manos entrelazadas.

Se iba a venir la grande.

—No creo que haga demasiada falta —Pasó sus manos por el cuello, pensando qué debía hacer—. Macaria, entiendo tus razones y créeme que estoy acostumbrado a estar rodeado de problemas pero no quiero a Hades de enemigo. Aprendí de lo que le pasó a tu padre y no quiero pasar por lo mismo.

Thanatos vio por el rabillo del ojo que Caria estaba por preguntarle sobre lo que quería decirle, afortunadamente no lo hizo aún.

—Nos vamos a casar —dijo confiada y sorprendiendo a los dos.

Poseidón se quedó mudo y sintió que comenzaba a sudar frío.

—Al menos no se han casado y espero que Thanatos esté aquí por su propia voluntad —dijo a modo de chiste malo—. De acuerdo, me imagino por lo que van a pasar y no voy a darles la espalda. Le diré a Dessa que les preparen una habitación o pueden ir a la casa de huéspedes que se encuentra del otro lado de los jardines. Ahí tendrán mayor privacidad.

—Gracias —dijo Caria feliz.

Poseidón asintió y pasó su mano por detrás de la cabeza.

—S-Sí...iré a quitarme esto. La cena se servirá pronto, dudo que hayan comido algo. Voy a revisar en la cocina qué pueden traerles —Poseidón no esperó respuesta y fue hacia la cocina, muy agitado.

Buscó entre los muebles de la cocina algo que pudiera servir de aperitivos. Eustace apareció de nuevo y lo vio haciendo desastre cuando apenas había terminado de limpiar. Miró con horror la escena.

—Señor Poseidón, ¿Qué hace aquí?

—Busco algo qué ofrecerle de cenar a mi sobrina y a Thanatos...¡Pero no hay nada en este lugar! ¿No se supone que te encargas de la despensa? —reclamó exasperado. Hace un momento había considerado cenar cereal pero quedaría muy mal sirviéndoles algo así. Abrió una última alacena y le brilló la mirada al encontrar algo comestible—. Toma, llévales estos chocolates en lo que regreso para cocinar algo —Le dio un frasco de vidrio a Eustace.

—Señor, esas son alubias...—Sintió miedo de sólo imaginar que Poseidón había dicho la palabra "cocinar".

—¿Eso se come? —preguntó desconcertado.

A Eustace le costó un mundo no explotar por el desorden y porque su jefe no tenía iniciativa para aprender nada acerca de la cocina.

—Yo me encargo, usted salga de aquí y vaya a cambiarse —sugirió con emergencia. Estaba a punto de darle un ataque si Poseidón no se iba.

Poseidón alzó los hombros y se fue. Eustace replicó muchas cosas para sí mismo. Sacó un plumón de su mandil y escribió en su pizarra personal algo en letras grandes:

"FAVOR DE NO ACERCARSE A LA COCINA SIN PREVIA AUTORIZACIÓN" Se limitó a no escribir el nombre de Poseidón para no hacerlo sentir aislado. Volvió a guardar todo en su lugar.

Poseidón llegó a su habitación y preparó la ducha. Leyó nuevamente el mensaje de Zeus y apretó los dientes con resignación:

"Querido hermano, siempre te has quejado de que no te involucramos en asuntos familiares, así que se te ha concedido la tarea de cuidar bien de Macaria porque eres experto en cuidar de sobrinos fugitivos.

PD. Si Hades va a visitarte, no le abras la puerta".

Arrugó la hoja hasta que no pudo hacerlo más. Sentía que iba a tener grandes problemas de ahora en más.

¿Quién le mandaba quejarse porque le faltaba acción a su vida?

***

Érebo miraba fríamente hacia enfrente como si quisiera buscar el más mínimo detalle que le impidiera cumplir con la petición que le hacían. Ya había tenido suficiente con escucharla y esperar resultados que le convencieran.

Le había encantado divertirse al escuchar los múltiples planes de Ápate después de que Perséfone se convirtió en reina absoluta del Inframundo. No iba a negar que algunos le resultaban interesantes pero nada más. Había dejado que Ápate continuara con su venganza y sus intentos por ganarse su plena confianza cuando a él ya poco le importaba. Desde que una ninfa sobresalió más que Ápate en sus planes, la diosa del engaño perdió credibilidad.

Y a pesar de todo, ella ahí estaba contándole los avances de sus planes con mucho orgullo, como si eso fuera a hacer la diferencia.

Se lo seguiría haciendo creer por lo divertido que resultaba. Melínoe era un ejemplo perfecto y del cual no se reusaría a repetir.

Ápate había solicitado ver a Érebo ya que no podía ir por su propia cuenta a verlo. No fue difícil. Esa quizás podría ser la última vez que Érebo aceptara verla si no lo convencía de que confiara en ella. Estaba cegada por el resentimiento y por no poder sobresalir a diferencia de sus hermanos.

—Todo está fluyendo como se espera. Athena me ha creído en todo lo que le dije y sé que Hades también. Él ya desconfía de Thanatos —explicaba con una sonrisa en su rostro.

Érebo no se perturbó, apenas y movía los dedos y sólo por reflejo. Ápate tragó saliva.

—La maldad de Melínoe ha despertado y sé que ella atacara a su hermana por el odio que siente. Va a haber un desequilibro en el Inframundo y en los Elíseos...muchos van a pagar el haberse metido con nosotros.

—Lo mismo dijiste cuando Perséfone llegó al Inframundo, ¿por qué he de confiar en ti ahora? —preguntó desinteresado.

—Porque ésta vez, las cosas son distintas. He atacado varios puntos en varios dioses para que puedan atacarse mutuamente. Sólo me falta impulsar más el engaño hacia ellos pero no puedo lograrlo sin mis poderes.

Érebo separó el rostro de la mano en la que se recargaba. Su mirada amarilla era impenetrable. Imposible que Ápate supiera qué se cruzaba por su mente.

—¿Poderes, Ápate? ¿Sigues creyendo que al tener poderes, podrás cumplir lo que te propones? —rio en seco—. Cuando los tenías no hiciste nada. Una mujer con menos intenciones de vengarse pudo lograr más que tú hasta tal punto de ganarse la confianza y afecto de Hades...y ella no tenía poderes divinos.

Ápate apretó los dientes con mucha fuerza que casi lograba rompérselos. Odiaba a esa mujer y que las compararan.

—Pero no logró nada. Sus planes no funcionaron —recalcó—. Soy mejor que ella y no descansaré hasta demostrárselo —Fijó sus oscuros ojos en el dios—. Voy a conseguir que Melínoe se apodere del Inframundo. Estuvo a punto de matar a Perséfone y a Caria hace tiempo, si lo hace ahora, Hades perderá el control. Melínoe es la clave para acabar con Hades y él, será quien acabe con Thanatos...por fin sufrirá lo que Dolos padeció. ¿Acaso lo ha olvidado?

No, Érebo no había olvidado a Dolos pero ya no le importaba a diferencia de Ápate. Érebo al fin esbozó una maliciosa media sonrisa e inclinó el cuerpo hacia adelante con perspicacia.

—¿Y Macaria? La has eliminado del panorama con mucha facilidad.

Ápate hizo una seña altiva con la mano.

—No es fuerte...morirá fácilmente y a manos de su hermana.

Érebo enarcó una ceja.

—¿Y quién va a controlar a Melínoe si decide no seguir tus planes? ¿Tú?

—Por supuesto —respondió confiada—. Tengo cuentas personales con ella. Me hará caso, de eso estoy segura.

Érebo se relamió los labios.

—Si tan segura estás de todo lo que dices y si quieres que yo confíe en ti de nuevo, tráeme a Melínoe —indicó sin tapujos—, pero no como la última vez...la quiero con su verdadera esencia. Ella me servirá mucho —Puso mirada lasciva—. Tráemela y tendrás todo lo que quieras.

Ápate asintió mientras Érebo extendía un brazo hacia ella. La diosa sintió de nuevo una fuerza interior muy fuerte; sus poderes habían regresado. Sonrió como mejor pudo e hizo una reverencia hacia Érebo.

—No lo defraudaré, señor...esta vez no.

Érebo se recargó en su trono.

—Eso espero...por cierto...deberías apurarte, quizás alguien más inmiscuirse de nuevo en tus propósitos.

La sonrisa perversa de Ápate perdió fuerza. En su lugar, su mirada fue agresiva y su voz más ronca.

—¿Regresó?

Érebo alzó los hombros con indiferencia.

—Tal vez...será mejor que te apures.

Ápate se reverenció de nuevo y se fue alejando con tensión en el cuerpo. Tenía sed de sangre.

Érebo observó sólo un poco a Ápate mientras se alejaba hasta perder el interés y beber de su copa de oro el líquido rojizo.

—Kesia, acércate —ordenó Érebo sin mirar a otro lado.

Kesia, una hermosa mujer de cabellos plateados caminó hasta su lado. No hizo ninguna reverencia. Tal detalle de actitud hizo ver el grado de confianza que se tenían.

—¿Necesita algo? —Érebo volteó a verla.

—¿Qué noticias hay con respecto al castigo de Melínoe?

Los rumores habían llegado demasiado rápido hasta en esos rincones oscuros y gracias a una espía que estaba en el Inframundo.

—Está en proceso. Muchos seres divinos exigen que Melínoe sea enviada al Tártaro por la peligrosidad que ella representa...sin embargo...—Érebo no le apartó la vista y bebió nuevamente de su copa—, se espera que su actitud cambie y no vuelva a simbolizar ningún peligro. Si eso ocurre, el castigo será inevitable.

—Interesante —dijo muy sonriente—. Ya veremos qué es lo que sucede con ella —Habló de una manera que reflejaba que algo sabía, producto de su extrema arrogancia—. Dame tu opinión, ¿crees que Hades sea capaz de hacer algo contra Thanatos?

Kesia inhaló profundo. Era costumbre que Érebo le preguntara acerca de su opinión a pesar de que no haría lo que le aconsejara.

—Podría ser. Su relación con la hija de Hades y con los engaños que realizó Ápate, serían perjudiciales para su sobrino.

Érebo cruzó los brazos con aire divertido.

—La vida es irónica y espero que ambos reciban su merecido.

Kesia no lucía empática a su comentario.

—¿Qué ocurrirá cuando Nyx se entere?

Érebo hizo una mueca desagradable.

—Entonces no se ensañará contra nosotros —Érebo de puso de pie y le extendió la mano a la joven—. Vamos, pasemos un momento juntos —propuso con esa sonrisa malvada.

Kesia sonrió levemente y puso la mano contra la de él. Sabía a lo que se refería.

***

El Pireo, Grecia.

Caria entraba a la casa de huéspedes que Poseidón les había ofrecido. Dessa encendió la luz y Caria pudo contemplar mejor el lugar. Había creído que se trataba de una casa pequeña porque eso parecía desde el exterior. Era la mitad de grande de lo que era la mansión pero eso no restaba que a ella le pareciera enorme. Los muebles estaban bien acomodados. El ambiente era fresco y agradable.

—El señor Poseidón me ha indicado que le informe que cualquier cosa que se le ofrezca, puede tocar el timbre de aquí —Señaló la chica con sus dedos—. Cuando lo haga, alguien vendrá a auxiliarla.

Caria sonrió y asintió insegura.

—No hace falta, eso sería demasiado y podemos ir a la mansión. No está lejos.

—Es por su comodidad, señorita —indicó Dessa con amabilidad—. Si no se les ofrece nada más, me retiro. Que descansen.

Dessa se despidió y emprendió su caminata de regreso a la mansión. Thanatos cerró la puerta tras de sí y soltó una bocanada de aire. Era demasiada la tensión que sentía en todo su cuerpo.

—¿Estás bien? —preguntó Thanatos con preocupación. Caria se giró hacia él.

—Sí, sólo ha sido unas horas largas.

—Lo lamento, me habría gustado que las cosas sucedieran diferente...

—Pero estoy contigo...de nuevo pero esta vez por mucho más tiempo —sonrió dulcemente—. Me sorprende que...nos hayan apoyado fácilmente. Me dio la impresión de que sabían algo...Ninguno lució realmente sorprendido y me causó curiosidad que mi tío dijera que te traje por voluntad propia —decía mientras caminaban hacia la habitación. Fue fácil dar con ella porque estaba la puerta abierta.

Thanatos rio como si no hubiera pillado lo que quiso decir Poseidón.

—Sólo era una broma que hizo —Siguió con el juego—. No sé si Hades ya se haya enterado que no estás en los Elíseos pero, nos conviene descansar. Tú necesitas descansar —Le acarició la mejilla. Caria sintió cosquilleos en el estómago como las primeras veces que él le dedicaba una caricia así—. No había tiempo de decírtelo antes pero sé que no has podido dormir bien —delineó con su dedo el contorno inferior de los ojos de Caria.

—No dejé de pensar en que algo malo pudo haber sucedido...pensaba en qué pudo haberte dicho mi padre si es que habías hablado con él. Ahora sé que fue lo que te dijo —Caria terminó por abrazarlo de una manera tan apegada que hacía sentir que estaba presionando con fuerza cuando no lo hacía—. No sé qué hubiera hecho si hubieras hecho caso de lo que te pidió.

Thanatos pasó sus manos por su espalda y apoyó la barbilla sobre la cabeza. Sintió una impresionante tranquilidad al estar a su lado de esa manera. Él tampoco se imaginaba que hubiera hecho si cometía ese error.

—Descansa —Le dijo besándole la frente—. Estaré en la sala por si necesitas algo —Le acarició las manos antes de intentar salir de la habitación.

Caria mordió su labio inferior.

—Than...—Thanatos volteó para ver a Caria—. ¿Podrías quedarte conmigo? No quiero estar sola.

Thanatos sonrió livianamente. Él tampoco quería estar solo.

Mientras tanto...

Poseidón estaba a punto de estallar de nervios. Ya daba por hecho que no podría dormir. Se imaginaba a Hades yendo tras su cabeza; con mirada de loco y una guadaña parecida a la de Deméter.

Aska recién entraba a la mansión y caminó por el largo pasillo con dirección al segundo piso, sin embargo, retrocedió al ver a Poseidón sentado sobre la barra de la cantina. Se acercó con curiosidad y casi se espanta cuando vio que delante del dios había un vaso de vidrio con té.

¿El dios de los mares bebiendo té?

Había resultado más normal su actitud cuando anduvo todo el día feliz, dando días de descanso y repartiendo dinero garrafalmente.

—Señor, ¿está usted bien? ¿Quiere que llame al médico?

Poseidón no volteó a ver a su guardián pero sabía que estaba ahí.

—Definamos "bien" —dijo pasando sus dedos por su barbilla—. Aska...dime, ¿qué he hecho yo para merecer esto? Mi casa se ha convertido en un albergue de sobrinos incomprendidos desde hace años.

Aska curveó los labios, llegando a una posible conclusión ante su estado.

—Señor...no me diga que ha vuelto a ponerse sensible al ver el mandil que Anteros y Hebe le hicieron —dijo en un tono conmovido.

Poseidón entrecerró los ojos, clavándole la mirada a Aska con dureza.

—Ordené que no volvieran a recordar eso. Ese mandil lo mandé quemar hace mucho tiempo —dijo con ligero hastío.

Aska no le llevó la contraria por mucho que supiera que eso era mentira pues otro guardián lo encontró en un baúl de la bodega.

Como buen auxiliar, el móvil de Poseidón sonó de inmediato. Lo sacó y revisó la pantalla. Respondió esperando sentirse mejor.

—¿Hola? ¿Por qué no me has respondido antes la llamada? —cuestionó la chica por el otro lado de la línea.

Poseidón resopló.

—Tuve un impedimento y lo olvidé, dime, ¿ya vienes en camino? —Escuchó un suspiro largo.

—No, por eso te llamé. Llegaré en varios días más. Debo cerrar algunos tratos con unos clientes y es importante.

Poseidón soltó una risa irónica. Movió el cuello hasta que éste le tronó dos veces.

—Espero que sean negocios —Volteó hacia sus espaldas y vio que Aska había mantenido su distancia—. Ojalá y valores todo lo que hago. He hecho todo lo que me has escrito sin descanso. Tómalo en cuenta antes de hacer alguna acción ilícita —dijo dramatizando un poco pero en voz baja, debía de cuidar su imagen de dios imponente.

Por el otro lado de la línea, la chica se mantuvo en silencio por un momento y Poseidón comenzó a preocuparse.

—No me digas que te pusiste el mandil de "El mejor tío del mundo" —dijo la chica, conteniéndose la risa.

Poseidón bufó y apretó el móvil contra su oreja.

—¡Ese mandil ya no existe! —exclamó—. ¿Cuándo vuelves? —preguntó más tajante.

—Probablemente en una semana —La chica ya se imaginaba la cara que ponía Poseidón con inconformidad—. Si quieres, puedes alcanzarme y así estarás seguro.

Y vaya que quería ir. No le gustaba estar encerrado ni de vacaciones y quería estar con su esposa.

Habría aceptado su pedido de no ser porque recordó que Caria estaba ahí con Thanatos. Ya vería la forma de decirle la verdad a su mujer sobre eso.

—¿Y quedar como un hombre inseguro? No, aquí te espero y seguiré cumpliendo las indicaciones que me diste como un esposo responsable.

—Claro —dijo con duda—. Mañana hablamos, descansa.

Poseidón trancó la llamada. Amaba a su esposa pero le disgustaba que se creyera la "inteligente", por mucho que tuviera razón.

***

Thanatos observaba a Caria dormir entre sus brazos, había perdido el conocimiento poco después de que las sábanas cubrieron su cuerpo y su cabeza quedó recostada sobre su regazo. Apreciándola dormir, pasó sus dedos por el contorno de su rostro, sintiéndose afortunado de tenerla con él. Sí estaba preocupado por lo que fuera a suceder por haberse fugado pero en ese momento, sólo quería olvidar todos los problemas y disfrutar de estar a su lado. Se acomodó sobre la cama y la abrazó más fuerte. Estaría con ella todo el tiempo y se sentiría más confiado que Caria se quedara con Poseidón mientras él iba a aclarar unas cosas pendientes con Ápate. No le iba a permitir que quisiera hacerle daño a nadie por culpa de su naturalidad y su resentimiento.

Conocía a Ápate y sabía de lo que sería capaz de hacer. Era la diosa del engaño y podía ser la mejor, después de todo, había engañado a todo el Inframundo con sus supuesta lealtad a Hades...incluso Hypnos y a él mismo le habían creído.

Se arrepentía de no haberse dado cuenta antes.

Thanatos miró nuevamente a Caria, sintió una presión en el pecho, un símbolo de protección que quería ofrecerle.

Si Ápate se atrevía a hacerle algo a Caria...iba a conocerlo furioso.

Caria se movió para acomodarse pero fue despertándose. Con somnolencia y asombro porque desconoció dónde estaba, hizo la cabeza hacia arriba donde se encontró con Thanatos serio. Cuando él la vio, una sonrisa sobresalió de nuevo.

—¿Te he despertado? —preguntó entre susurros.

Caria negó sutilmente.

—Había olvidado dónde estábamos.

—Dicen que eso sucede cuando tu inconsciente quiere olvidar algo —indicó. Caria posó la frente sobre el pecho de Thanatos.

—Seguro que sí —dijo abatida.

Eso era precisamente lo malo de regresar a la realidad. Recabó cada suceso del día y no pudo evitar sonreír al abrazar cada hermoso recuerdo. Rozó su pulgar contra el anillo de su mano.

Eso no era ningún sueño.

—¿De qué te ríes? —preguntó curioso y feliz al escuchar cómo Caria retenía sus risas y movía particularmente la cabeza.

Caria se separó un poco de él para mirarlo mejor, apoyando y abrazando la almohada.

—Me rio porque me hace feliz saber que pronto vamos a casarnos.

Thanatos se escurrió un poco sobre el colchón hasta que su rostro quedó a la misma altura que la de Caria. Se acostó de lado para verla mejor.

—¿En serio eso te hace tan feliz? —preguntó a modo de juego.

—Sí, y mucho —Suspiró y rio de nuevo—. ¿Sabes una cosa? Cuando te fuiste a hablar con Zeus, Hera me dijo muchas cosas acerca de la boda. Ni siquiera pude hablar. Hera estaba muy emocionada con la noticia...me ha propuesto que ella se encargaría de todo. Por su extensa descripción, parece ser una gran celebración —Se había imaginado todo cuando Hera le describió la genialidad de la boda. Estaba feliz por ello, aunque de repente esa felicidad se opacaba por el anhelo de que su padre estuviera de acuerdo. Le deba cierta nostalgia que su relación llegara a ese término y se sentía culpable por no haber hablado con Perséfone antes de irse, además de que no sabía cómo agradecerle a Melínoe por lo que hizo.

—Tu felicidad ha cambiado de repente —dijo Thanatos con encanto en su voz.

Caria tomó su mano y acostó su cabeza contra ella.

—A pesar de que había deseado que nuestra relación fuera aceptada por todos, no me arrepiento de estar aquí contigo —Suspiró nuevamente—. Fue bonito todo lo que me dijo Hera.

Thanatos acarició con el pulgar la ceja de Caria.

—¿Habrías deseado que fuera hoy mismo?

Caria soltó algunas risillas.

—Sí pero también sabía que no sería así hoy...Me he imaginado que la boda sería muy pronto pero sabré esperar el momento indicado.

Thanatos reparaba en ella. El brillo de sus ojos concordaba con el palpitar de su corazón.

—Yo no creo poder esperar demasiado.

Caria quedó atónita con la respuesta. Ella pensaba que le respondería de acuerdo a lo que le dijo de "esperar el momento indicado", yendo de acuerdo a su racionalidad.

—¿Lo dices en serio?

—Por supuesto —Se acercó más hacia ella, hasta sentir muy de cerca su aliento—. Cuando te propuse matrimonio, esperaba que fuera lo más rápido posible —sonrió—. Podemos casarnos mañana mismo si tú lo deseas.

Caria se contuvo de gritar acorde a su emoción. Era muy difícil de creer que todo eso estaba pasando.

—Te amo demasiado, Than —dijo con voz temblorosa.

Thanatos se levantó lo suficiente para ponerse sobre ella. Acarició con ambas manos su rostro, admirando su embriagadora belleza.

—No más que yo —Le dijo antes de besarla, tomándose su tiempo.

Apreciando con sus labios el sabor de los suyos. Ahogándose en las múltiples caricias que estaba ansioso por realizar.

Caria alzó los brazos, sujetándolo por el cuello y acariciando la piel que la yema de sus dedos alcanzaban a rozar.

***

Al día siguiente.

Melínoe estaba sentada en una de las tantas sillas del comedor de los Elíseos. Estaba sola. Estaba pensativa. Tenía la espalda recargada sobre el respaldo desenfadadamente. Sus ojos lucían cansados por la falta de descanso; la ansiedad había sido su tortura toda la noche. Ahora en pleno día, repasaba todos los momentos en los que ha sido feliz como si fuera la última vez que pudiera hacerlo. Tenía el amargo presentimiento de que algo iba a ocurrirle y no podía hacer nada para evitarlo. Contaba con dos posibilidades, una era ser castigada como Hades se lo dijo y otra sería morir...

Cerró los ojos con fuerza y permaneció así mientras se imaginaba lo que podía pasarle. Tomó aire hasta inflar sus pulmones con la intención de no romperse a llorar.

Creyó ciegamente que al tener conciencia de sus poderes, tendría el motivo suficiente para dejar de llorar en la oscuridad. Qué equivocada estaba.

—¿Cuánto tiempo llevas aquí, cariño?

Melínoe abrió los ojos y miró hacia detrás suyo donde estaba Perséfone sonriéndole como tano extrañaba.

—Un poco —respondió desviando la mirada. Su madre era muy observadora y sabría de inmediato que algo le ocurría y no quería preocuparla. Perséfone haló una silla con ambas manos y se sentó a lado de Melínoe. La miraba sutilmente por varios segundos. Melínoe la vio de reojo—. Caria sigue en su habitación. Debe esa muy mal por lo que pasó...no ha querido verme —dijo intuyendo que Perséfone quería preguntarle sobre su hermana.

—Hablaré con ella más tarde, dejémosle más tiempo. De lo que quiero hablar es de ti.

Melínoe puso expresión escéptica.

—¿De mí? A mí no me ocurre nada —Se mantuvo fuerte. Sus manos se tensaban por debajo de la mesa.

Perséfone hizo de lado su cabeza.

—No me ocultes nada, Melí...soy tu mamá y sé que algo no está bien —puso la mano sobre su brazo. Melínoe sintió el confort que su caricia le propiciaba. Sin querer, Perséfone alcanzó a ver una marca roja asomándose por el cuello del vestido detrás de su espalda. Estiró la mano y deslizó su dedo sobre el carmesí; era sangre apenas brotando. Melínoe se hizo a un lado, manteniendo distancia con su madre—. Melínoe, ¿qué es esto?

—No es nada, debí haberme lastimado con algo —respondió, restándole importancia. Sin embargo, al moverse, dejó ver que la sangre se había impregnado en la tela del vestido.

Perséfone se veía muy preocupada.

—Déjame asegurarme para estar tranquila —pedía Perséfone. Melínoe se seguía rehusando—. Por favor, quiero saber que no te has lastimado gravemente. Estás sangrando —Melínoe no pudo seguir negándole nada. Los ojos de Perséfone brillaban de tristeza—. Hija, amor mío...por favor, déjame verte.

Melínoe estaba exaltada, se había jurado que nadie vería esas marcas en su cuerpo. Irónicamente, entre menos quería que se enteraran, alguien terminaba dándose cuenta, como ahora. Con el corazón obstruyendo su garganta, le dio la espalda lentamente a Perséfone para que pudiera mirarla, sujetando su cabello y poniéndolo a un costado de su cara. No quería ni imaginarse la expresión que pondría.

Perséfone tenía la respiración agitada. Lentamente, tomó el cuello del vestido y lo haló con cuidado para poder verle un poco la espalda. No se veía muy bien pero tenía heridas recientes en su espalda. Se llevó la mano a la boca con mucho asombro.

Melínoe movió sus labios y pasó su cabello de nuevo hacia su espalda. Se giró a ver a su madre y la vio a punto de llorar.

—No es nada, no te preocupes —dijo minimizando las cosas.

—¿Quién te hizo eso, hija? —preguntó con voz entrecortada—. Dímelo, por favor.

Melínoe sonrió de lado.

—Nadie...lo que me pase, sólo son consecuencias de lo que he hecho —dijo sin dejar tranquila a Perséfone. Melínoe escuchó que Hades iba acercándose—. Te contaré todo pero no se lo digas a papá...por favor.

Perséfone era lo primero que iba a hacer pero la petición de Melínoe le hizo reconsiderarlo, al menos en ese momento. Se mantuvo fuerte a pesar de lo que vio y se sentó en la silla de nuevo, fingiendo estar bien.

Hades llegó al comedor y las vio rápidamente para luego seguir buscando a alguien más.

—¿Macaria no ha llegado? —preguntó tratando de sonar indiferente.

Melínoe no le miró directamente.

—Está en su habitación, no creo que se sienta en disposición de venir —dijo Perséfone esquivando su mirada.

Hades alzó las cejas. Algo en la voz de Perséfone no estaba bien. Otro factor que le daba la razón a su suposición, era que no lo había volteado a ver.

Quizás seguía muy enfadada con él.

¿Es que ya iba a ser así la actitud de todos contra él?

Nadie podía ver que todo lo que hacía era por el bien de ellas y porque era parte de su deber como padre y como dios.

—Debería estar aquí como es costumbre en estas fechas —dijo con cierto disgusto—. Anelisse...Enerit —Llamó a las ninfas que estaban cerca de allí. Melínoe alzó la mirada, escondiendo su sobresalto. Las chicas hicieron una reverencia—. Vayan a buscar a Macaria y díganle que quiero que venga, ahora —ordenó.

Melínoe se puso de pie.

—Yo iré, de cualquier forma quiero descansar —dijo con la intención de seguir encubriendo a su hermana.

Hades la detuvo en seco.

—Quédate ahí, no vas a irte hasta que estemos todos como familia. Como si no hubiera pasado nada de esto —Hades no tenía muy buen humor.

Perséfone trató de ignorar lo que sucedió con Melínoe para apoyarla.

—Melínoe no se siente bien, ella debe ir a descansar.

—He dicho que no —recalcó con furia comprimida—. Vayan por Macaria y si es necesario, abran la puerta.

Las mujeres asintieron. Enerit miró hacia Melínoe, ya no había manera de seguir haciendo lo que le pidió. Se fueron a toda prisa por el largo pasillo mientras Hades se sentaba y esperaba que la mañana fluyera normal.

Melínoe cerró los ojos. Estaba perdido, ya no podía encubrirlos más a menos que se le ocurriera algo rápido pero eso sería casi imposible. En menos de lo que pudo esperar, las mujeres regresaron al comedor con semblante pálido.

—Señor Hades, hemos ido con la señorita Macaria pero...—Explicaba a medias Anelisse.

Hades volteó a verlas. No fue más amable.

—Pero...¿qué? —exigió saber.

—No está en su habitación —continuó Enerit, compartiendo de nuevo miradas con Melínoe—. No está desde ayer.

Hades y Perséfone no creían lo que les decía. Perséfone reparó en Hades quien tardó en asimilar lo que la ninfa le dijo.

Melínoe maldijo en sus adentros. Enerit la había traicionado y supuso que se debía al deseo que tenían de que ella fuese castigada.

Hades puso las manos sobre la mesa y se puso de pie lentamente sin despejar esa mirada imperturbable sobre las chicas, sobretodo de la ninfa.

—¿Cómo que no está desde ayer? Tú me dijiste que la habías visto entrar a su habitación y yo la escuché —Aún intentaba mantener la calma. Sin embargo, sentía ácido en el estómago. Ácido burbujeante que se esparcía por cada extremidad de su cuerpo con mayor fuerza.

Enerit se mostró valiente a pesar de la dura mirada de Melínoe.

—Le mentí. Yo no vi a la señorita Macaria encerrarse en su habitación. La última que la vi, fue antes de que entrara a la biblioteca —confesó por fin, y lo que se venía, era peor.

—¡¿Qué has dicho?! —Hades se movió tan brusco que la silla fue a dar contra el suelo con mucha fuerza—. ¡¿Cómo te has atrevido a mentirme?! —cuestionó Hades furioso.

Enerit tenía miedo pero ni así se siguió callando.

—La señorita Melínoe...ella me ha pedido que lo hiciera.

Hades volteó a ver de un tajo a Melínoe al igual que Perséfone. Ambas miradas poseían distintas emociones pero Melínoe no prefería ninguna.

—Melínoe...¿tú hiciste eso? —preguntó Perséfone desconcertada.

Melínoe no asintió ni tampoco lo negó. Hades se fue acercando a Melínoe lentamente, como si una bestia asechara a su presa. Ella sólo lo vía por el rabillo del ojo.

—¿Es cierto lo que Enerit ha dicho? —preguntó con voz de ultratumba—. ¡¿Es cierto?!

Melínoe escuchó perfectamente el vibrar de su voz ronca y llena de ira. Levantó la barbilla y le clavó la mirada sin mostrar ningún tipo de miedo.

—No lo recuerdo.

Hades tomó su respuesta como si fuera burla. Con la mente nublada por la rabia, levantó la mano y le dio una bofetada a Melínoe. Ella casi se cae del asiento por la fuerza.

—¡Hades! ¡¿Cómo te has atrevido a hacerle eso?! —Perséfone se levantó de un movimiento con igual o mayor furia que la que rodeaba a Hades. Aún así, él siguió con su actitud sin dejar de ver a Melínoe poniendo una mano en su mejilla.

—¡Macaria se ha ido con Thanatos! ¡¿Es que no lo entiendes?! —enfrentó a su esposa—. ¡Ella los ayudó a escapar! ¡¿No es así?! —Le preguntó a Melínoe. Ella se levantaba de la silla.

—¡Si te metes con ella, te metes conmigo! —Perséfone lo amenazó.

Hades no se inmutó ni un poco, al contrario, se enfadó con ella también.

—¡¿Tú lo sabías?!

—No, no lo sabía —respondió con determinación.

Hades sentía que emociones más peligrosas se apoderaban de él. Se dirigió nuevamente a Melínoe.

—¡¿A dónde se han ido?! ¡Dímelo ahora!

Melínoe apartó la mano de su mejilla roja por el golpe. Se mostró aún valerosa, corriendo el riesgo de que volviera a ser golpeada por él.

—No te lo diré. Enciérrame si quieres en el calabozo, tortúrame si quieres pero de mí, no recibirás respuesta —Lo retó con valentía.

Hades explotaba, no podía creerse que era nuevamente traicionado. Señaló con el dedo a ambas.

—Nadie...ni siquiera ustedes, van a entrometerse en esto —dijo rechinando los dientes. De un ágil movimiento, se abrió paso hasta llegar a Melínoe a quien la tomó del brazo y la llevó rápidamente por el pasillo.

Melínoe hizo lo que pudo para zafarse pero fue inútil. Ni siquiera Perséfone pudo hacer algo para detener a Hades. El dios abrió la puerta de la habitación de Melínoe y la empujó hacia el interior, cerrando la puerta con un bloqueo de su poder.

—¡¿Qué crees que estás haciendo?! —Perséfone seguía intentando luchar contra él.

—Melínoe se quedará allí sin poder salir hasta que confiese dónde está Macaria o hasta que aprenda la lección, lo que suceda primero —Concluyó y comenzaba a marcharse.

Perséfone no sabía qué hacer, si ir por Hades o ayudar a Melínoe. De cualquier forma, presintió lo peor.

—¿A dónde vas? —preguntó mientras lo seguía.

—Voy por Macaria...y la traeré a la fuerza —Fue por su casco invisible y su espada.

—¡No vayas, Hades! ¡Vas a cometer un error! —exclamaba con cierta súplica.

Hades le dedicó una mirada fría antes de irse.

—No comprendes nada, Perséfone —desapareció.

Perséfone estaba desesperada. Quería ayudar a sus dos hijas y habría querido hacerlo de buena manera. Algo en su interior cambiaba en ella con mucha fuerza pero se esforzaba por controlarse porque sólo empeoraría las cosas si se dejaba llevar por las emociones.

***

Melínoe intentó abrir la puerta como pudo pero fue inútil. Golpeaba la madera como si pudiera romperse fácilmente. Sus movimientos forzados fueron disminuyendo cuando sintió una fuerte presión en la cabeza. Cayó de rodillas sin previo aviso, con las manos sobre la cabeza. El dolor era muy fuerte. Comenzó a salirle sangre por la nariz; nunca le había pasado algo así. Su interior quemaba tortuosamente.

<<¿Disfrutas esto? Es lo que te has merecido por no rendirte ante mí">>, Se escuchó esa voz nuevamente en su cabeza.

Melínoe comenzó a temblar.

—¡No!...¡Déjame tranquila! —Suplicaba desesperada, entre sollozos y lágrimas resbalando por todo su rostro.

<<Sabes que nunca lo haré>>

Melínoe veía con mucho trabajo cómo la sangre había formado un círculo debajo de ella. Comenzó a sentir mayores punzadas por todo el cuerpo hasta caer inconsciente por el dolor.

<<Nunca podrás dominarme...nunca>>

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Hola!!! ¿Cómo están? ¿Todo bien?

Espero que sí J

No sé ustedes pero esto, ¡ha sido muy intenso! ¡Cuánta presión para Thanatos y Caria! Huir de los Elíseos fue sólo el principio, como pudimos apreciar, se vienen cosas peores. Al menos y por suerte para ellos, muchos dioses están de su lado y han decidido apoyarlos en todo...aparentemente.

Este capítulo me ha dejado agotada y yo que creía que llevaba la mitad pero no, ha sido demasiado....y me muero por saber qué opinan.

POR CIERTO!!

Las discusiones de Hades y Perséfone aún no terminan, sólo que va para otro capítulo 

1.- ¿Se imaginaban que Melínoe fuera quien ayudara desde un inicio a Caria y a Thanatos para fugarse?

2.- ¿Crees que se lleve a cabo el castigo que intentan ponerle a Melínoe?

3.- ¿Cómo ven que los dioses han decidido ayudar a Caria y Thanatos?

4.- ¿Cómo ven a Poseidón y a Zeus? Jajaja

5.- ¿Podrá Hades encontrar a Caria? ¿Crees que cometa una locura?

6.- ¿Qué creen que haga Pat ahora?

7.- Esta pregunta ya la había hecho anteriormente pero quiero saber qué consideran ahora que han leído este capítulo, ¿Melínoe podrá controlar su maldición?

8.- ¿Thanatos y Caria podrán casarse?

¡Espero sus comentarios con mucho amor! J

Igual esto ya se los había dicho antes pero, había cosas que cubrir en la historia, sin embargo...

Estos son los últimos capítulos de "Siempre has sido tú" ToT....Y no quiero....

Ojalá que les haya gustado el capítulo <3

Muchísimas gracias por todo el apoyo, espero tener un poco más de tiempo estos días para seguir escribiendo y no demorarme en actualizar J

Espero leerlos muy pronto!!!

¡Cuídense! ¡Les mando un gran abrazo!

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