Capítulo 25

¡¡¡Hola!!!

Espero estés muy bien :).

NOTAS A CONSIDERAR EN ESTE CAPÍTULO:

Antes de que leas este capítulo, debo informarte que se contará un poco diferente a como suelo hacerlo. Será redactado por momentos presentes y por recuerdos (flashback o pasado). Dichos recuerdos están escritos de atrás hacia adelante, según el orden de los sucesos ocurridos después del capítulo anterior, por lo que es muy probable que al principio te confundas, pero ten calma ;)

**Los recuerdos están entrecomillados y en cursiva.

1.- He omitido el último de los recuerdos en este capítulo pero en el siguiente, lo revelaré.

2.- Toma asiento, ten calma y disfruta del capítulo :)

CONSEJO: Sé paciente, no te enojes mucho al principio.

Como siempre, te espero al final del capítulo ;)

No hagas trampa, léelo corrido 😁🙊

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Después de haberse entretenido con las reacciones de Caria y Thanatos y de que seguramente él se habría enfadado con ella, Melínoe fue a disfrutar más de las desgracias de otros inculcándoles dolor y miedo, como solía hacerlo. Melínoe se sentía dichosa de que su primer movimiento contra Caria funcionara. No había sido difícil dar con esa mujer porque ya sabía cómo era su apariencia y porque anteriormente, ya la había visto en esa ciudad.

Al aburrirse por no saber qué más hacer esa noche, regresó.

Melínoe no tenía mucho tiempo que se había transportado de vuelta a la habitación. Se tumbó sobre la cama, completamente satisfecha. Pensaba en la travesura que le hizo a su hermana. De no ser porque ya sabía el desenlace, no se habría molestado en quedarse y ser testigo de su discusión. La situación debió haberse complicado porque Caria aún no llegaba al departamento y Ralen estaba hablando con Garena en la terraza.

No le importaba...aún.

Cerró los ojos complacida. Volvió a abrirlos cuando escuchó que alguien entraba al departamento. Se mantuvo aislada hasta que escuchó sollozos, profundizó a través de ese sentimiento y supo que se trataba de Caria llorando con desconsuelo.

Bosquejó una sonrisa desagradable.

Levantándose de nuevo, salió de allí para comprobarlo. Caria estaba hecha un mar de lágrimas sobre el hombro de Garena. Tal parece que se encontraron en la entrada del departamento.

Melínoe deslizó su mirada hacia Ralen. Su rostro ostentaba coraje reprimido. Cuando el joven se cruzó con su mirada, Melínoe aparentó estar sorprendida y se acercó a Caria.

—Caria, ¿qué te ha pasado? —preguntó con falsa angustia.

Caria le miró apenas, veía borroso debido a la gran cantidad de lágrimas que se formaban en sus ojos sin detenerse. No pudo decir nada y siguió llorando.

—Calma, Caria. No debes llorar así —decía Garena, tratando de calmarla.

Ralen surcaba sus facciones. Melínoe que lo conocía mejor, sabía que estaba bastante enojado y adivinaba con quién. No sería problema para ella.

—¿Dónde está? Esta no se la paso —decía crudamente Ralen.

Caria negó de inmediato y lo tomó del brazo.

—No hagas nada, por favor. Ya no quiero que las cosas empeoren —le costó un mundo poder decir la frase completa sin detenerse por su voz quebrada.

—¿Qué no haga nada? Dame una razón para no hacerlo. Tan sólo, mírate cómo estás. Para mí, esa es una buena razón para darle su merecido. Te dije que no debías alejarte de él...y ahora estás llorando por su culpa.

—Ralen —Garena le miró mostrando su desacuerdo a través de sus oscuros ojos—. ¿Te parece que es el momento? Si se te ocurre hacer algo que la haga ponerse peor, yo me desquito contigo.

Ralen alzó las cejas impresionado por la advertencia. Eso no fue lo peor, sino el haberlo considerado.

Melínoe se acercó más a Caria y puso una mano sobre su hombro. Podía sentir mejor su dolor.

—¿Qué pasó? ¿Qué te hizo Thanatos?

Los tres esperaron a que Caria se calmara o que al menos lograra responderle. No fue de inmediato, pero logró hacerlo y que fuera entendible.

—Le dije la verdad, sobre el anillo y que me hice pasar por alguien más para verlo hace dos años pero...—estaba explicando, conteniendo el sollozo pero Ralen la interrumpió.

—Espera, ¿qué dijiste? Eso no lo sabía —Su enojo se intensificó.

Garena volvió a mirarlo duramente.

—Cállate, te lo he advertido —dijo entre dientes. Caria se secó los párpados y las mejillas con el dorso de la mano—. Lo mejor sería dejar este tema hasta que Caria esté lista para hablar de ello.

Ralen movió la planta de su pie de arriba abajo, con notoria desesperación.

—Que sea hoy mismo porque mañana nos vamos. No nos quedaremos ningún día más —Fue directo y conciso. Repasó una mirada lánguida a Caria y Melínoe antes de salir de allí y dar un portazo.

Garena rechinó los dientes, ya se encargaría de reprochárselo cuando tuviera la oportunidad.

—No le hagas caso, vamos a la habitación para que puedas descansar —Le dijo mientras caminaba junto a Caria.

Melínoe sonrió a medias y regresó a la habitación. En su pecho se formó un consuelo extraordinario que fue alimentado por el sufrimiento de su hermana. A ese punto, sólo lamentaba no haberse quedado a ver la escena completa. Sólo así habría estado en extremo feliz.

***

La tarde y la noche habían pasado en un abrir y cerrar de ojos. La mañana parecía ser todo lo contrario.

Caria llevaba casi una hora sentada sobre la cama, pensando en todo lo que había sucedido en las últimas horas.

Se sentía desanimada pues era hora de partir a los Elíseos. Regresar resultaba ser un problema de nuevo, por Thanatos. Le costaba mucho deshacer el nudo de sentimientos de la garganta y el pecho.

¿Cómo sentirse bien después de lo que pasó?

Todo el recorrido que había hecho desde el inicio cuando llegó a la Tierra, volvía a recorrer el mismo circuito. La salida era un misterio muy cercano a la imposibilidad.

Melínoe llevaba unos minutos tras la puerta, pensando en el siguiente paso a dar pero se distraía al recordar que Caria y Thanatos se habían separado. Eso era bastante claro. Cuando vio llegar a Caria llorando, se mordió la lengua para no reír. Salió de la habitación sólo para ser testigo directo de su dolor.

No iba a mentir ahora, había dormido plácidamente y despertado con el mismo entusiasmo.

Abrió la puerta de la habitación, viendo a Caria en una posición deprimente, al menos para otros.

—¿Estás mejor? —preguntó recargándose en la puerta.

—He dejado de llorar, es lo único bueno que he hecho —decía Caria sin levantar la mirada.

—Thanatos es un idiota por no haberte creído. Tantos años enamorada y tanto que hiciste por él sólo para que te diera la espalda. Qué lamentable —Melínoe miró al cielo, encontrando las mejores palabras para darle ánimos falsos.

Caria agarró las cobijas con las manos, cabía decir que no le había gustado la manera en que se refirió a Thanatos pero no protestó nada. Además, se acababa de dar cuenta de algo.

—¿Sabes si Ralen ya está listo? —preguntó desviando la atención ante ese dolor.

—Está afuera, supongo que ha ido a hablar con Thanatos. ¿Irás a buscarlo tú también?

Caria negó, ¿para qué hacerlo? No iba a cambiar las cosas. Se levantó y miró por fin a su hermana por algunos segundos.

—Ya quiero irme de aquí. Ojalá Ralen no tarde mucho.

Como un llamado furtivo, Ralen entró al departamento y vio a ambas debajo del marco de la puerta. Fue un escaneó rápido pues estaba enfadado con ambos.

—¿Ya están listas? Debemos partir cuanto antes, debimos habernos ido ayer pero por las diferentes cuestiones, no pudimos hacerlo.

Melínoe asintió, ocultando el aburrimiento que le daba recordar a cada oportunidad todo lo sucedido.

—Caria quiere irse ya y yo no tengo más que esperar aquí.

Garena fue entrando al poco tiempo al departamento. Las miradas entre Ralen y ella se cruzaron a sólo un parpadeo para luego ignorarse. Se fijó en Caria y en su semblante abatido. Caria hizo algunos gestos melancólicos y se acercó a Garena para abrazarla. Entre ambas se había creado un lazo afectivo y amistoso.

—Garena, gracias por todo lo que has hecho por mí. Te voy a extrañar mucho.

A Garena le costaba hablar. Caria era la mejor amiga que nunca tuvo; la más honesta y la más noble. Tenía la sensación de que lloraría y más aún porque no le gustaban las despedidas.

—Me alegra haberte conocido, Caria —Se separó del abrazo—. Ojalá algún día, volvamos a vernos...espera, sí tenemos que vernos de nuevo. Me habías prometido un autógrafo de tu padre Hades, tengo que pegarlo en mi pared.

Caria sonrió al recordarlo, fue aquella vez en que le confesó quienes eran realmente Thanatos y ella.

—Veré la forma de mandarlo —respondió entrecortadamente.

Garena puso las manos en su cintura y respiró hondo.

—No soy buena en esto de las palabras así que...espero que todo salga bien y...me iré a la habitación hasta que se vayan.

—No será necesario, señorita. Esto no quitará demasiado tiempo.

Garena estuvo al tanto de la indiferencia de Ralen y no iba a discutirle nada.

¿Para qué? No había sentido.

Melínoe, con total hastío y sin motivos de despedirse, desapareció enseguida para irse a los Elíseos. Caria miró a Ralen y Garena después de ver que Melínoe se había ido.

—Te espero afuera, Ralen. Sé que quieren decirse algunas cosas.

Garena negó pero eso no detuvo a Caria para irse. La incomodidad le rodeó en un santiamén. Ralen pasó la mano por sus cabellos y se fue acercando a ella.

—No es necesario que digas nada sólo para ser fiel a tus buenos principios. Entre tú y yo, no hay nada más que decirnos.

—Ser hostil no le ayudará en nada. ¿No le ha quedado claro que ya no puede mentirme?

Los ojos negros de Garena se resistían a doblegarme aunque su corazón quisiera lo contrario. Prefirió apartar la mirada de Ralen, así sería más fácil sobrellevarlo pero no contó con que Ralen le tomaría de la mano y le besaría los nudillos.

—¿Qué haces? —preguntó confundida.

—A pesar de que ha traicionado mi confianza, le agradezco por su ayuda y su compañía.

Garena se quedó sin palabras. Ralen el soltó la mano y salió del departamento. Garena tenía el corazón hecho puño. El roce de Ralen y sentirlo separarse de ella, le hizo tener las palabras suficientes para hablar con él.

—Ralen...—dijo Garena, yendo inmediatamente a la puerta. Cuando abrió la puerta, ni Caria ni Ralen estaban. Se quedó allí parada, sintiendo un vacío en el estómago y una duda existencial que nunca había tenido, acompañada de un profundo arrepentimiento—. ¿Qué hago ahora?

Garena apoyó la cabeza sobre el borde de la pared mientras recordaba:

"Desde que Thanatos y Caria se fueron, el departamento de Thanatos se convirtió en centro de capacitación y castigos impuestos por Eros. Ralen había estado que no soportaba su cabeza y menos las reprimendas del dios. Eros insistió en hacerle entender lo mucho que se había sentido decepcionado, ignorando por completo que Ralen no estuviera interesado en escucharlo.

Ahora, Eros había hecho aparecer una pizarra enfrente de Ralen y ahí, Eros iba anotando cada punto a tratar y que quería que Ralen tomara en cuenta.

Ralen suspiraba con hastío al mismo tiempo que sobaba sus sienes.

—Por enésima vez, no me grites que no soporto este malestar —indicaba Ralen.

Eros puso semblante de agravio.

—¿Te duele? —preguntó irónico e hizo aparecer un pañuelo—. Toma.

—¿Esto para qué?

—¡Para que seques tus lágrimas! —exclamó. Se burlaba de Ralen pero con molestia—. Si te duele la cabeza por tus acciones de "hombre decepcionado", te lo mereces. Imagínate cómo se sintió ella.

Ralen lanzó el pañuelo y arrugó más la frente.

—¿Quién?

Eros inhaló y exhaló varias veces. No era ni sería la última vez que lo hicieran exasperar tanto por temas del amor que terminaban mal porque no sabían manejarlo correctamente.

—No sé cómo Dionisio soporta a personas así —suspiró—. Va de nuevo, punto número uno...pon mucha atención. Las mujeres lanzan señales indirectas de cuando un hombre les gusta....y créeme, hay hombres que son demasiado distraídos —Lanzó una indirecta—. Punto número dos, si una dama enamorada se va corriendo con mucho drama, no es que quiera que la dejes en paz sino que vayas tras ella. Tras ella —recalcó, golpeando la tiza en la pizarra—. ¿Para qué continuamos? Has fallado en todo, amigo mío. No me facilitas el trabajo.

—Y tú se lo complicas a todo el mundo —Se defendió Ralen ante las acusaciones.

—Eres tan necio y ciego...¿Por qué tenías que ir a buscar a Melínoe? Déjame informarte que no sólo arruinaste un momento dramático con posible romance...sino que arruinaste dos momentos dramáticos con posible romance —repuso con mayor fuerza.

Ralen había entendido a que se refería el dios y considerando su personificación, era lógico que se enfadara pero él estaba inconforme.

—Uno, dos o tres...los que sean. Tenía que cumplir con mi deber y por otro lado, sí quise ir detrás de la señorita y lo habría hecho de no haber sido por Melínoe. Créeme que deseo hablar con ella porque hay muchas cosas por aclarar.

Eros le lanzó la tiza que fue a dar a su hombro.

—Enojado no, así no tiene sentido la magia del amor.

Ralen volcó los ojos.

—¿La magia del amor? ¿Siempre hablas así?

—Sí. Así que...¿Por qué no mejor me alegras el día y dejas que el sentimiento sea el que razone esta vez? Y ni se te ocurra negarlo porque a mí no me vas a engañar en ese tema.

Ralen se tomó su tiempo y resopló.

—¿De qué sirve lo que siento si va a haber mentiras de por medio?

Eros, desesperado, tiró la pizarra y luego la recogió para ponerla debajo de su brazo. Dio pasos firmes y apuntó con el dedo.

—Estoy harto, contigo no se puede trabajar —salió del departamento muy ofendido.

Ralen se sintió mejor de que se marchara y se echó en el sofá de nuevo, cubriendo su cara con el cojín. Se arrepentía de haber bebido.

Eros fue bajando los escalones fin abandonar su semblante enfadado. Cuando iba a continuar hasta la planta baja, vio que Garena saca las llaves de su mochila, ya que nadie le abría. Garena llegaba temprano de la biblioteca, habían cerrado pronto ya que ninguna de las dos estaba serena con hablar sobre los hechos. Estaba tan pensativa mientras buscaba la llave correcta que no percibió cuando Eros se fue acercando a ella hasta que no se paró a su lado. Ese enojo del dios, se había disipado sorprendentemente.

Garena maldijo tanto por el susto como por Eros. También era su culpa que se sintiera así con Ralen, y por cómo estaban las cosas, no podía agradecerle.

—¿Qué quieres? —preguntó poco cordial.

—Venía a despedirme de ti y a decirte que Caria desea que vayas a verla.

Garena alzó una ceja, enseguida, fue buena idea hablar con ella.

—¿Caria? ¿Dónde está?

—Allá arriba, dice que vayas rápido. Es una fortuna que recién hayas llegado —sonrió amenamente, invitándola a seguirlo.

Garena volvió a guardar las llaves y se dirigió hacia el piso de arriba, a unos pasos detrás de Eros.

—¿Está con Thanatos y Ralen? —preguntó a punto de llegar al departamento.

Eros abrió la puerta y le indicó a Garena con la mano que pasara primero. Cuando lo hizo, cerró la puerta y no dejó que ella la abriera. Garena golpeó la puerta a modo de advertencia para Eros.

Ralen masculló algo por las punzadas en la cabeza debido a los golpes.

—Eros, déjame en paz con mi resaca por una sola vez. No quiero ver a nadie.

Garena dejó de golpear cuando escuchó a Ralen. Se dio la media vuelta y lo vio tumbado sobre el sofá sin moverse mucho.

<<¿Así que ha bebido?>>, pensó Garena.

Infló los pulmones y se acercó a él. Se alegraba de verlo bien, después de todo. Pateó un poco sus pies para llamar su atención.

—¿Así que andas de vago de casa en casa?

El corazón se le detuvo a Ralen cuando la escuchó con su ya común reproche. Se apartó el cojín de la cara.

—¿Señorita? —preguntó aún con duda y se sentó sobre el sofá, retomando una postura más formal. Retomó su mirada en ella; no se veía contenta—. Creí que era alguien más.

Garena hizo un mohín.

—Cada vez más me doy cuenta de tus cualidades. Desapareces por las noches y ahora sé por qué. No sólo buscas asilo en otras casas sino que te alcoholizas hasta perder la noción.

Ralen recordó lo que Thanatos le dijo acerca de que Garena ya sabía quiénes eran ellos y que él vivía en el piso de arriba. Se levantó con torpeza.

—Eso no es lo que hago, anoche fue distinto y...¿sabe de qué me enteré?

—¿De qué? —Lo instigó a hablar sin saber a qué se iba a enfrentar.

—De que usted me ha mentido nuevamente, y fue desde que la conozco —Garena abandonó un instante su mirada retadora y sintió escalofríos en su espalda—. Usted sabía que Thanatos estaba en este mismo edificio y ayudó a Caria a que se siguiera viendo con él. Incluso, usted ya era consciente de quienes eran ellos dos, y aún así, no me dijo nada.

Eros estaba detrás de la puerta, escuchando todo. Se golpeó la frente cuando Ralen comenzó a hablar sobre eso.

Garena ya no podía zafarse de esa. Era brillante, irónicamente hablando.

—Está bien. Me descubriste de nuevo pero si no dije nada fue porque yo no te conocía lo suficiente y porque no me pareció justo que quisieras que Caria se alejara del hombre que ama...pero ayer me di cuenta de porqué te aferrabas a que estuvieran alejados. Tú solo estabas celoso.

Eros volvió a golpearse la frente.

Ralen la observó contrariado.

—¿Justo? Lo dice con tanta rectitud. ¿Y por qué dice que me he puesto celoso?

—Porque te escuché. No lo negaste pero tampoco lo afirmaste del todo. Sólo estás jugando con las mujeres. A unas las proteges y a otras las besas —Se cruzó de brazos y desvió la mirada. Le había hecho una indirecta que Ralen supo entender.

Ralen alzó las cejas, incrédulo.

—¿Yo la besé? Discúlpeme señorita, pero yo no la besé, usted me besó y no sólo una sino dos veces. La que juega conmigo es usted. No es correcto robarle besos a los demás ni mentirles con alevosía.

—Ja, falta que me quieras culpar de tus problemas con el alcohol —Hablaba con sátira.

Ralen no discutió eso pues en parte, era verdad.

Eros mientras tanto, se arremangaba su fina ropa de seda blanca con exagerada deteminación.

—Va a ver ese par, a mí no me van a arruinar mi momento —decía decidido a entrar si volvían a gritarse y disminuir la chispa que Eros quería.

Ralen suspiró y tomó asiento en el sofá de nuevo. Masajeaba su cabeza.

—No estoy muy bien para debatir con usted. Cuando sepa cómo curarme de esto y se me pase, seguiremos hablando —concluyó Ralen.

La mirada de Garena permaneció estable y sin chispa alegre hasta que comenzó a reír con un rastro sarcástico que llamó de nuevo la atención de Ralen.

—Sabes curar heridas básicas, tienes un repertorio histórico en tu mente y sabes cuando alguien miente...¿y no sabes cómo curar una resaca? —Garena negaba constantemente mientras iba hacia la cocina. Ralen alzó la cabeza y le siguió con la mirada. Garena buscaba en la despensa y la nevera pero no encontró nada factible. Claro, seguramente un dios como Thanatos no tendría necesidad de evitar ese tipo de malestares. Garena caminó hacia la puerta e hizo un gesto con la cabeza—. Vamos a mi casa, ¿o es que piensas que voy a cargarte?

Ralen esbozó media sonrisa, extrañando esa actitud descortés. Garena abrió la puerta y Eros se fue de espaldas pero afortunadamente para él, ninguno de los dos se dio cuenta que los había estado escuchando. Eros se quedó oculto tras la puerta mientras ambos salían del departamento. Se arrastró hacia atrás, poniéndose tras una maceta que no le cubría mucho. Se quedó allí hasta que ambos se perdieron de vista.

Suspiró aliviado.

Más decidido que nunca, se levantó y los siguió para continuar con la ardua labor de espionaje.

Diez minutos después y sin distracciones, Garena sirvió en un vaso de cristal, una bebida para la resaca que preparó con ingredientes de su despensa. Ralen apoyó la barbilla sobre la mesa, mirando el color confundible; tenía dudas sobre si era de color rosa o naranja. Eso no era lo peor, si no el olor que desprendía y su consistencia.

Garena le observó por un buen rato, figurándose que estaba tratando con un niño.

—Bueno, ¿vas a beberlo o no? —preguntó ya impaciente.

Ralen golpeó con su dedo el vaso.

—Perdóneme si la ofendo pero...¿qué es?

—Mejor no saberlo. Lo único que debe importarte es que es un remedio muy eficaz contra las resacas —intentó animarlo amargamente a que bebiera el contenido. Ralen no se veía muy decidido—. Oh, vamos...haces combinaciones raras con el spaghetti, podrás con esto. Además, eres un guardián y estoy segura que te han enseñado una lección a través de castigos peores que este —contó hasta diez para estabilizarse—. Tú te lo has merecido. Eso te enseñará a no volver a meterte a bares y beber como marinero del siglo dieciocho.

Ralen volvió a pensárselo dos veces antes de tomar el vaso y moverlo circularmente para comprobar mejor la consistencia. Apenas y se movía. Su evidente cara de asco casi hace reír a Garena.

—¿Usted bebe esto cuando tiene resaca? —Ralen estaba dándole vueltas al asunto.

—Claro, por eso te digo que es muy efectivo.

Ralen le miró recio.

—¿Usted bebe como marinero del siglo dieciocho?

Garena no supo asegurar si su pregunta era debido a alguna molestia o si se estaba burlando a su estilo usando la retrospectiva.

—¿Vas a bebértelo o no? Mira que no suelo prepararle nada a nadie y contigo ya tuve bastantes consideraciones. Bébete eso o salte de mi casa.

Ralen estaba estupefacto por la agresividad de Garena. Claramente, eso era una forma de manipulación que Ralen no pudo rechazar. Tragó saliva, se acercó el vaso a la boca y bebió lo más que pudo, aguantando la respiración. Parecía no acabar. Tragó y fue más espeso de lo que creyó y el sabor no era nada bueno. Revisó el vaso, sólo bebió la mitad. Miró a Garena como si le preguntara si así estaba bien. La chica hizo un gesto que le pedí que se lo acabara.

Ralen exhaló lentamente y bebió lo que quedaba. Dejó el vaso sobre la mesa y se recargó sobre una silla mientras esperaba a que el sabor nauseabundo de su boca desapareciera. Garena sonrió complacida.

—¿En cuánto tiempo se supone que se me pasará la jaqueca? —Su cara seguía haciendo gestos raros.

Garena pronunció los hombros.

—No tengo idea.

Ralen pestañeó varias veces, con incredulidad.

—¿Cómo dice? —El silencio fue breve después de su pregunta—. Lo que me dio es para quitar la resaca, ¿verdad? —Su tono de voz fue mucho más ronco.

—Lo sabré cuando tú lo corrobores —regresó a la cocina a servirse un vaso de agua.

Ralen la siguió con la misma expresión.

—¿Se está burlando de mí?

—No, pero espero que eso te enseñe dos lecciones, una ya te la he dicho y la otra es para que no vuelvas a querer discutir conmigo sin saber las razones detrás del problema...aparte de que no debes dejar sola a una mujer que has invitado a salir —Le extendió el vaso.

Ralen lo recibió y lo bebió sin apartarle la mirada, recordando lo que Eros le había dicho en el departamento de arriba.

<<Así que tenía razón...quería que fuera tras ella>>, pensó mientras se acababa la apetecible bebida incolora.

—Si eso es lo que la ha molestado, discúlpeme. Acepto mi error y le prometo que no volverá a ocurrir.

<<Como si hubiera una próxima vez>>, pensó Garena con algo de molestia.

—Vale, las acepto —dijo aparentando desinterés.

Garena fue a recoger el desastre que hizo por prepararle esa bebida. Mientras pasaba un paño por la encimera, sintió que Ralen se había puesto detrás de ella. El corazón se le paralizó.

—Otra vez demostrando que nada le importa —dijo Ralen con la mirada clavada en su cabeza.

—Claro que no —respondió sin poder moverse.

—Lo estaba afirmando, señorita.

Garena se mordió los labios. Apretó el paño como si eso fuera un medio para llenarla de valor para enfrentarlo, se giró y el alma casi se desprende de su cuerpo. Ralen se había erguido la espalda para quedar a la altura de Garena, sin embargo, ninguno de los dos se esperó que ella girara abruptamente ni que al hacerlo, sus rostros quedarían tan cercanos. Los dos estaban sonrojados e inmóviles.

Eros mientras tanto, tomaba nota de todo lo que pasaba. Tenía un oído tan agudo que pudo escuchar toda la conversación y al no escuchar nada más, casi grita de emoción.

—Necesito hacer un libro con esto —dijo y de inmediato cubrió su boca con sus manos.

Había hablado alto.

Garena y Ralen voltearon en dirección a la puerta. Volvieron a verse y mantuvieron la distancia con vergüenza. Garena dio media vuelta y se puso a tallar los trastos con mucho esmero. Ralen por su parte, fue a ver al responsable que estaba tras la puerta. Si no se equivocaba, había sido Eros. Cuando se asomó, no había nadie.

Eros bajó los escalones como si su divinidad dependiera de ello. Puso demasiada atención por si Ralen decidía ir a la planta baja. Habría desaparecido pero así era más fácil que sospechara de él.

Caria llegaba al complejo y vio a Eros casi sobre el suelo y sin dejar de mirar hacia los escalones.

—¿Qué haces? —Su inocente pregunta casi hace que vuelva a delatarse con un grito.

—Caria, no me asustes así, ¿no ves que estoy trabajando?

Caria parpadeó confundida.

—¿En qué?

—Te lo explicaré después —decía a la vez que anotaba algo en su libreta—. Esto será una obra de arte...tus escenas y los métodos de conquista de Thanatos, ya están agregados.

Caria suspiró largamente, pasando de ese tema.

—Eros, me alegra que estés aún aquí. Necesito pedirte un favor...quería saber si podrías llevarme a ver a alguien.

—Dime, ¿a quién quieres ver? Sólo que va a tardar, tengo una agenda ocupada —seguía escribiendo. Caria miró hacia arriba con pesar. Se acercó a Eros y le susurró al oído. Eros dejó caer la libreta y volteó a verla con una mezcla de sorpresa, confusión e intriga—. Esto será un drama."

***

Elíseos.

Hécate se paseaba de un lado a otro con mucha ansiedad. Esperaba a que los tres regresaran de la Tierra muy pronto. Circe la veía caminar así desde hace quince minutos y ya le dolía la cabeza. Ariadna permaneció de pie cerca de la puerta. Si los tres llegaban bien, oficialmente, su alma regresaría a su cuerpo pues no había descansado nada bien al tener que cubrir la ausencia de Caria y Melínoe y fingir que todo estaba en orden. Menos mal que nadie sospechó nada, hasta donde ella sabía.

—Hécate, por favor...estate quieta. Me dará migraña si no te calmas —pedía Circe. Puso las manos sobre su cabeza y enredó los dedos en los rizos oscuros.

En esos momentos, mantenía la forma de Melínoe.

Hécate no se detuvo pero sí le plantó semejante mirada que la asustó.

—¿No entiendes nada? Es esencial que lleguen el día de hoy. Hades vendrá en cualquier momento y esta vez, es oficial. Si viene aquí y ellos no están, habrá severos problemas.

Circe se rascó la cabeza.

—Pero dijiste que nunca se daría cuenta porque era un tonto.

—¡No fue literal, Circe! —exclamó en un ataque de nervios y después añadió un poco de sarcasmo a sus palabras—. Hades no es estúpido y conoce a sus hijas. Si ve tu estupenda actuación como una de ellas, nos mandará al Tártaro a servirles té a los titanes. Si es que no nos cortan la cabeza antes.

Circe tragó saliva y se llevó las manos al cuello.

—¿Cortarnos la cabeza? Pero tú me dijiste que Hades no sería tan cruel —Apuntó con el dedo—. ¿Me mentiste?

—Tenía que hacerlo, había que correr muchos riesgos.

Hécate al fin se detuvo y miró en una sola dirección. Justo en ese punto, Melínoe apareció y en ningún momento se mostró gustosa de volver. Repartió una mirada inexpresiva a las tres y reparó en Circe con cierta molestia.

—Quiero una explicación, ¿quién es ella y qué hace aquí? —preguntó Melínoe.

Circe mostró su asombro a verla.

—¡Ella es Macaria! —dijo con total seguridad.

Hécate puso los ojos en blanco.

—Cállate Circe...vuelve a tu apariencia real.

—¿La real o la que yo quiera? Porque a mí sí me gusta lucir más joven.

—¡La que quieras pero ya!

Circe hizo caso y deshizo la apariencia de Melínoe, regresando a su cabello largo, rubio y semblante más maduro. Ariadna analizó a Melínoe profundamente, algo no le gustaba mucho pues no parecía ser la misma, empezando por su ropa.

Hécate hizo lo mismo.

—Señorita Melínoe, me da mucho gusto verla de nuevo aquí —Ariadna estuvo a puno de acercarse a ella pero su mirada fría mantuvo al margen.

Ni siquiera la saludó.

Hécate intervino para no hacer ese momento más tenso.

—¿Dónde está Caria y Ralen? —preguntó demandante.

Melínoe se percató de la falta de amabilidad en su voz pero no se inmutaría por algo tan banal.

—Se quedaron un poco más de tiempo para despedirse —Le contestó sin mirarla siquiera—. Si no les molesta, salgan de aquí. Debo cambiarme y fingir que nada pasó.

Hécate quiso hablarle con dureza pero se contuvo. Le indicó a Circe y a Ariadna que debían salir de la habitación.

Cuando al fin estuvo sola, Melínoe se quitó la ropa que llevaba y la escondió. La piel desnuda mostraba nuevas heridas, con un hilo de sangre en cada una. Buscó entre sus cosas algún vestido. Había jurado nunca volverse a poner alguno porque los odiaba; le había traído problemas en los últimos dos años. Escogió el que fuera de mala gana y lo puso sobre la cama. Fue hacia su baño privado y bloqueó la puerta. Se acercó hasta un cuenco grande de agua fría. Mojó sus manos y fue pasándolas por el cuerpo.

***

—Oye, ¿qué le pasa a esa chica? No pensé que fuera tan desagradable —comentaba Circe.

Ariadna lamentaba el incidente y negó con la cabeza.

—Ella no es Melínoe. Es distinta, nunca se portó así conmigo.

Hécate chasqueó la lengua.

—Necesita una muy buena ayuda.

Caria y Ralen aparecieron afuera de la habitación de Caria. Inmediatamente, las res corrieron hacia ellos.

—Señorita Macaria...usted también está bien.

Al menos por fuera aparentaba estar bien con esfuerzo. Por dentro, era un desastre.

—Gracias Ariadna por tu ayuda. Espero de alguna manera, recompensarte —dijo Caria, emitiendo una sonrisa.

—No se preocupe, con saber que están de vuelta es más que suficiente —hizo una leve reverencia.

Hécate miró a Caria de arriba abajo.

—Tú también deberías cambiarte. Si tu padre te ve así, va a colapsar.

Caria asintió y entró enseguida a su habitación. Era extraño volver a estar ahí, era como si no reconociera nada de eso. Suspiró hondamente, nada de eso importaba realmente. Detestaba la lejanía de Thanatos y el no poderse despedir de él.

¿Qué estaría haciendo él ahora?

Sacudió la cabeza, no era momento de pensar en eso sino de ocultar las evidencias de su viaje y actuar con normalidad. No se detuvo a elegir ningún vestido, Tomó el que fuera y se lo puso; se sentía tan raro, ya se había acostumbrado a la ropa humana. Terminó de alistarse y salió de la habitación. Al fondo del pasillo, Hades y Perséfone iban acercándose. Perséfone al ver a Caria, se llenó de alegría infinita. Soltó la mano de Hades y fue acercándose a Caria con mucha contemplación. Caria sintió que lloraría, la había extrañado mucho y en ningún momento estuvo feliz de haberle mentido a ella.

—Ya quería abrazarte, Caria —dijo Perséfone en voz baja y pronto se separó—. ¿Y Melínoe?

—En su habitación, seguramente —dijo desanimada.

Perséfone compartía su sentir.

—Iré a verla —mencionó por último y fue a buscar a Melínoe.

Caria bajó la mirada ante Hades. Lo tenía enfrente de nuevo y ahora no poseía el valor de enfrentarle la mirada por haber traicionado su confianza y porque podría descubrir mil cosas con sólo verle a los ojos. Aun así, poco a poco fue deslizando su mirada hacia arriba hasta ver el rostro de su padre.

Hades estaba inexpresivo. Sus oscuros ojos parecían querer mirar en su alma. Caria llegó a sentirse intimidada por su respetable porte. Aguantó el no mirar a otro lado por varios segundos más, afortunadamente, Hades parpadeó y fue el primero en decir algo.

—Hace tiempo que no te veo, Macaria, ¿cómo han estado las cosas en los Elíseos?

Caria sintió que los pensamientos se detuvieron al igual que su respiración.

¿Acaso era una pregunta capciosa?

—Bien, todo ha estado en orden —respondió, esperando que no la haya descubierto en su mentira.

—Me alegra escucharlo —dijo con su voz ronca. Se acercó lentamente a ella y la abrazó.

Mentiría si dijera que no lo echó de menos y que estar enojada con él era pesado. Correspondió al abrazo pero sintió algo extraño, aun así, no se separó. Hades pasaba su mano por la cabeza de Caria. Al ser su semblante ajeno a miradas, sus ojos mostraron cierto abismo.

Perséfone entró a la habitación de Melínoe y la vio cepillándose el cabello húmedo. Melínoe la vio a través del espejo. Cada una de las palabras de esa carta estaban gravadas con fuego en su mente. En un inestable instante, se pensó el porque Perséfone no la quería tanto como a Caria. Sólo podía hallar una respuesta fundamentada, su maldición.

¿Quién querría estar cerca de ella?

—Mi hija hermosa, ¿cómo estás? —Se acercó a pesar de la dura mirada de Melínoe.

—Supongo que bien, de regreso —Melínoe no iba a fingir que nada pasó frente a su madre. Al cabo que ella ya sabía la verdad—. ¿No vas a ir a ver a Caria?

—Me la encontré afuera de su habitación pero he querido verte a ti.

—¿Para qué? Conmigo no hay cambios, soy el mismo desastre que era —Mintió pero eso no fue lo que resaltó de esa conversación sino el escozor de su voz.

—No hables así, te he extrañado mucho. Quisiera saber dónde estuviste pero ahora, sólo quiero abrazarte.

—Madre, no...

Demasiado tarde. Perséfone la había abrazado de imprevisto. La dulzura y calidez de su madre se transmitió en su piel. Lo sintió tan sincero y afectuoso que no habría podido pedir nada más. Tardó en alzar las manos y abrazarla pero cuando lo hizo, las heridas nuevas que tenía, comenzaron a arderle sin piedad al igual que el pecho. Tocó apenas la espalda de Perséfone y la alejó.

Perséfone se sintió mal por el rechazo de Melínoe. Volvió a verle a los ojos y notó cierta oscuridad en ellos. Mordió sus labios con dolor por saber la razón.

—Te dejaré sola. Después vendré a verte.

Melínoe asintió, mirando hacia el otro lado. Hasta escuchar la puerta cerrarse, apretó los dientes y se miró al espejo.

—Voy a acabar con todos...no pararé hasta que se arrepientan de haberme dado la espalda.

***

Algunas horas habían pasado y Caria no disfrutaba de estar encerrada. Necesitaba distraerse con algo y pensó que quizás un poco de aire fresco le ayudaría. Observar la verde yerba de los cambios adornados de coloridas y variadas flores.

Caria estaba sentada en bloque de mármol, con la cabeza y espalda recargadas en el pilar. En un inicio, parecía funcionar pero el recuerdo de Thanatos comenzó a aparecer sin querer irse. Caria abrazó sus piernas, rindiéndose y dejándose guiar por la ola de emociones, tanto buenas como malas. Esperaba que la petición de Hades sobre el regreso de Thanatos, no se haya fracturado.

¿Y si Thanatos cambiaba de idea después de lo que pasó?

El estómago se le encogía de sólo pensarlo.

Apoyó su frente en las rodillas, ladeando la cabeza. Debía pensar en otra cosa o la ansiedad la derrotaría.

—¿Pensando aún en lo inevitable?

Caria separó al frente de las rodillas lo suficiente para ver a Melínoe.

Con una postura imperturbable, Melínoe se acercó y se sentó cerca de ella. Caria percibía la burla en sus ojos y juraba que quería reírse. Fingió no darse cuenta.

—No puedo evitarlo, lo extraño y me duele que se haya enfadado conmigo.

—No me gusta decirlo así pero, si le hubieras dicho la verdad a tiempo, las cosas no habrían llegado hasta ese punto. Tarde o temprano, iba a enterarse de alguna manera.

Caria se mantuvo inexpresiva, analizando las reacciones desinteresadas de Melínoe además de repasar las palabras que dijo y detectar cómo parecía disfrutarlas.

"Hécate había buscado a Caria después de haber hablado con Garena, no fue difícil porque al reactivar el poder del anillo, sabría dónde estaría Caria. Sin embargo, no contaba con que dejaría de ponérselo o que estaría afuera cuando más necesitaba verla. Llegó al departamento e incluso entró sin ser invitada pero nadie estaba. Esperó algunos minutos y se fue de allí, preguntándose donde se había metido. Pensó seriamente en regresar a la biblioteca pero estaba de mal humor por culpa de Garena y si se cruzaba una vez más con ella y con ese carácter tan sarcástico que se cargaba, la convertiría en piedra. Quedó en un punto de la ciudad donde ya no supo ni para donde ir. Se giró sobre su bastón y al final soltó varias maldiciones y tomó la decisión de ir a la biblioteca. Estuvo a punto de llegar caminando cuando vio que Caria caminaba del otro lado de la calle con un ánimo bastante apagado.

—¡Caria! —La llamó.

Caria buscó de dónde provenía la voz hasta que vio a Hécate, sólo entonces, su triste semblante se iluminaba.

—Hécate, a ti te estaba buscando.

—¿Ah, sí? Que coincidencia...escucha, tengo algo que decirte y es muy importante.

—Yo también pero este no es el lugar —decía insegura.

Hécate alzó las cejas.

—Bien, vayamos por acá.

Caria fue detrás de Hécate, caminaron hasta llegar a una calle solitaria. El lugar le trajo los recuerdos de la vez que viajó con Melínoe y casi las lastiman. Se detuvo en seco al igual que esos pensamientos cuando Hécate se giró a verla.

—¿Has visto a tu hermana?

—Sí —suspiró largamente—. La he visto en la mañana y...—Hécate la interrumpió poniendo una mano frente a ella.

—¿Qué? ¿Estaba contigo? —Hécate trataba de entender las cosas.

—Ralen la encontró ayer y ha estado conmigo, a excepción de...—Volvió a ser interrumpida.

—¿Has leído la carta que te di?

Caria puso una mano sobre su frente, ni siquiera se acordaba de su existencia.

—Lo he olvidado, no recuerdo donde la he dejado.

Hécate bufó pero pasó de eso.

—Ya te enterarás, lo que debo contarte es sobre Melínoe y su maldición.

—¿Maldición? —preguntó desconcertada—. ¿De qué maldición me hablas?

—De lo que le ocurre, del por qué olvidaba todo lo relacionado al desarrollo de sus poderes y por qué tenía que estar antes del anochecer en su habitación. Eso no es casualidad, es debido a esa maldición.

—Pero...¿quién le haría algo así?

<<Si supieras>>, pensó Hécate.

—Tu abuela...sé que desconoces muchas cosas sobre tus padres, tu abuela, tu hermana...en fin, de toda tu familia y no me corresponde a mí contarte todo eso pero sí te voy a advertir algo. Cuídate de Melínoe. Está fuera de sí y no puedo asegurarte que las cosas van a estar bien sin hacer algo al respecto. Yo iba a ver a Deméter para saber si estaba con Melínoe, ¿y cuál fue mi sorpresa? Que sí estaban juntas pero no como yo pensé. Melínoe se ha descontrolado.

—Lo sé, Hécate.

—¿Lo sabes? —preguntó confundida—. ¿Cómo que ya lo sabes?

Caria se encogió de hombros.

—Desde que volví a verla, es distinta. He me dado cuenta de algunas cosas y lo que me dices, no me tranquiliza. Aún tenía la esperanza de poder equivocarme —Se cruzó de brazos.

Hécate estaba muy asombrada. Si bien, Caria lucía decepcionada, no se había alterado con la confesión. Estaba demasiado pensativa.

—Entonces, ¿ya sabes que planea hacer algo contra ti? —Caria reparó en Hécate de nuevo.

Ya podía irse despidiendo de esa esperanza a la que quería aferrarse.

—¿También dijo eso? —Hécate confirmó con movimientos verticales de su cabeza. Caria cerró los ojos y masajeó sus labios—. Yo no le hice nada, Hécate y desde ayer me ataca. Pensé que se le pasaría el día de hoy pero no fue así.

—¿Te pasa algo más que esto?

—Sí. Alessandra ha aparecido.

Hécate arrugó la frente, varios canales de arrugas se figuraron.

—¿Eh? ¿Quién es Alessandra?

—La mujer por la que me hice pasar para ver a Thanatos —explicó sin detenciones.

—Oh, ya entiendo...¿Qué? ¿Cómo que ya apareció?

—Estaba con Thanatos en el hospital y ella casualmente apareció a pocos minutos de haberle contado a Thanatos la verdad. Y no sólo eso, sino que...—Cubrió su boca y su nariz con las manos, mirando al cielo como si de él cayera una solución—. Tengo un mal presentimiento Hécate, pero voy a descubrir la verdad.

—Cuánta decisión y yo que creí que defenderías plenamente a Melínoe —Hécate se alegraba que no llegara a puntos de discusión por el asunto de Melínoe.

—Lo haría pero ya no puedo confiar en ella...por ahora, así debe ser. ¿Podrías ayudarme a pensar en qué debo hacer? Tengo un par de ideas pero me gustaría saber tu consejo. Quiero ayudarla sin exponer a nadie, incluyéndome a mí.

—Aún te preocupas por ella.

—Es mi hermana y quiero que vuelva a ser la misma —respondió con voz apagada. Algo en su interior le decía que eso sería casi imposible.

Un frío penetrante se esparció por su interior ante la imagen de Melínoe sobre ella, hiriéndola con una daga. Su mente se cubrió del mismo tono rojo de la sangre que salía de su cuerpo.

Caria respiraba con agitación al revivir las imágenes.

Hécate la observaba pero no la interrumpió; ya se imaginaba que se le había clavado en sus pensamientos. Mientras tanto, ella en el fondo, se sentía culpable por haber ayudado a Deméter y por haber dejado al alcance aquellas pócimas. Sintió lástima por Melínoe pero habría que detenerla.

—Tendremos que charlar largamente, sobre todo, explicarte a fondo lo que le pasa a Melínoe —aferró las manos al bastón—. ¿Y Thanatos? ¿Dónde está?

Esa pregunta cambió aún más a Caria y no precisamente para bien. Su corazón recibía las punzadas de la ansiedad y las lamentaciones."

Caria estaba absorta en sus pensamientos que casi no prestó atención en las falsas palabras de Melínoe que no eran otra cosa más que habladurías recias y amargas hacia Thanatos y hacia ella, disfrazadas de una empatía que había dejado de existir.

—¿Me estás escuchando? —preguntó Melínoe de mala gana.

Caria reaccionó como si nada.

—Sí, pensaba en Thanatos. ¿Sabes? No te conté pero nuestro padre le ha pedido volver.

La reacción de Melínoe fue evidente; no estaba muy contenta.

—¿Lo ha perdonado?

—No sé muy bien pero supongo que sí, si le ha permitido volver...—Mantuvo una actitud decaída.

—No entiendo, ¿estás feliz o no te parece la idea?

—Si la situación hubiera sido distinta, me habría puesto feliz pero él ahora no quiere saber nada de mí. Me cree una mentirosa y tú lo has dicho, si hubiera sido honesta con él desde el principio, no estaría lamentándolo tanto.

Melínoe estaba siendo perspicaz y muy observadora con Caria. Había dudado por un segundo de Caria pero al verla casi llorar, no se lo cuestionó mucho y menos aún porque justo en ese instante, sentía miedo. Lo percibía y se trataba de Thanatos; no quería que la odiara. Sonrió livianamente.

***

Inframundo

Ariadna y Ralen estaban de pie cerca de la puerta principal del Inframundo. No sólo estaban ellos sino más guardianes custodiando la puerta. Intentaron guardar silencio cómo siempre pero la actitud distraída y tan desapartada de Ralen, le interesó a Ariadna.

—¿Qué tienes? Dímelo —Le preguntó en voz baja. Ralen la miró de reojo y le respondió después de que viera a Radamanthys alejarse.

—Nada, ¿por qué?

—No eres bueno mintiendo, Ralen. Estás bastante perdido.

—Claro que no, no me pasa nada.

Ariadna esbozó una divertida sonrisa.

—No se estará tratando de una mujer, ¿verdad?

Ralen la volteó a ver casi asustado y sumamente confundido.

—¿De dónde sacas eso?

—Por favor, Ralen. Te conozco y soy mujer, además soy muy observadora.

Ralen entrecerró los ojos mientras la veía, no era agradable que Ariadna utilizara las mismas frases que le había dicho a Garena.

Suspiró.

Pensar en Garena era lo único que hacía y no podía evitarlo. Extrañaba a esa señorita.

—Sí, conocí a alguien...—seguía susurrando.

—Ralen —Ralen y Ariadna miraron hacia enfrente, retomando la postura formal. Ralen se puso algo nervioso al escuchar la voz autoritaria de su padre. Sudaba frío. Radamanthys se puso frene a él, imponente como solía ser—. ¿Has olvidado us labores los pocos días que has estado en los Elíseos?

Ralen bajó la mirada.

—No. No volverá a suceder.

—Eso espero, Ralen. Guarda tu posición.

Ralen asintió con un movimiento de su cabeza. Exhaló aliviado de que no lo haya escuchado.

Radamanthys caminó hasta donde estaban Éaco y Minos, se cruzó de brazos con molestia.

—¿Enfadado con tu hijo? —preguntó Éaco con sátira.

—Hablaré con él cuando el señor Hades nos solicite retirarnos —repuso tajante.

—El señor Hades ha estado muy reservado y distraído últimamente, sin contar con que no ha asistido a las reuniones en los últimos días —comentaba Minos.

—¿Los parece repentino que tomara la decisión de que Thanatos regresara? —preguntó Éaco.

Los jueces estaban de acuerdo con él. Hades ni siquiera pidió la opinión de nadie.

Mientras tanto, dentro del despacho de Hades estaba Hypnos, Thanatos y el mismo Hades. Él estaba sentado en su silla mientras que los gemelos estaban frente a ellos haciendo una leve reverencia.

Thanatos portaba de nuevo una túnica y una capa con hombreras de hierro. Había olvidado cuánto pesaba. Mantuvo la mirada fija en el suelo mientras esperaba que Hades diera su primera palabra. Ocultaba su nerviosismo con su porte formal y serio.

Hades golpeaba la madera con sus dedos, evocando ansiedad. No era necesario constar que su mirada impenetrable se instaló en Thanatos desde que llegó. Thanatos sentía que quería analizar su alma misma.

—Thanatos, estoy agradecido de que hayas decidido volver —dijo Hades, de pronto.

Thanatos sintió su interior azotarse, no era de extrañar que Hades hablara con los demás con fuerza en su voz, es sólo que él perdió la costumbre.

—Yo soy quien debe agradecerle. Me disculpo por haberlo pensado —explicaba Thanatos.

—Te entiendo y no te juzgo —Hades hizo hacia atrás la silla y se puso de pie—. Thanatos, te debo una disculpa —El dios alzó las cejas y se atrevió a mirar a Hades por fin—. Lo que te hice, no fue justo. No debí tomar una decisión así por la ira y el impulso. Fue un error.

—Está bien, ya lo he olvidado, señor Hades —dijo Thanatos, desviando la mirada nuevamente. Si supiera lo que ha pasado en los últimos, seguramente no tendrían esa charla.

Hades asintió con la cabeza.

—Bien, ¿te molestaría que retomemos algunos asuntos de trabajo lo antes posible?

—No, no hay problema pero, ¿cuáles funciones desea que desempeñe ahora?

Hades se aferró a un silencio sepulcral. Thanatos creyó que había cometido alguna insolencia con su pregunta hasta que Hades logró responderle con neutralidad.

—Serán las mismas de antes. Irás a los Elíseos cada cinco días para instruir a Macaria —Su corazón se detuvo al escuchar su nombre. Encima, sintió la mirada penetrante de Hypnos, ya se imaginaba que no estaba de acuerdo—. Los demás días, estarás aquí en el Inframundo. ¿Estás de acuerdo?

Thanatos respiró hondo y afirmó enseguida para no levantar sospechas.

—Por supuesto que sí, ¿cuándo desea que vaya a los Elíseos?

—Mañana.

Otro golpe de nuevo para Thanatos y una reacción que debía ocultar muy bien frente a Hades.

Iba a volver a ver a Caria, ¿qué sentiría?

Algo era seguro, sería muy complicado estar con ella y fingir que nada ha ocurrido entre ellos, sobre todo con lo que recientemente ha ocurrido.

Ambos dioses recibieron otras instrucciones por parte de Hades y salieron de la habitación. Caminaron por los largos pasillos hasta que no hubo guardias cerca. Hypnos le miró por el rabillo del ojo.

—¿Qué vas a hacer? —preguntó directo y esperando una respuesta de la misma manera.

—¿Sobre qué? —Thanatos se mostró irritable.

—Ya lo sabes —Hypnos no continuó hasta que no entraron a su propio despacho—. Hablo sobre Macaria.

Thanatos puso los ojos en blanco.

—No va a pasar nada.

—Eso mismo dijiste la primera vez que te hice una advertencia y ambos sabemos qué ocurrió.

—No continúes, Hypnos —Thanatos fue hasta su antiguo escritorio, viendo los libros apilados y acordándose de uno especial que dejó por ahí—. Ya te he contado mi decisión. Voy a mantener mis límites con ella. Lucharé contra lo que siento pero es lo que voy a hacer. Con Macaria no tendré contacto más que para las instrucciones. Eso es todo.

Hypnos no estaba convencido de creerle porque cuando lo hizo, terminó partiéndose la cabeza cuando supo lo que su hermano estaba haciendo. Ahora que había llegado a un nivel mucho más superior con Caria, se le hacía casi imposible que Thanatos deshiciera esos sentimientos de un día para otro. Últimamente, Thanatos le resultaba bastante impredecible, un claro ejemplo fue cuando él mismo hizo uso de sus poderes para buscarlo mientras seguía en la Tierra y le hizo saber su decisión de volver al Inframundo. Por un lado aseguraba que esa decisión de volver y asegurar que se alejaría de Caria, fue fomentada por una discusión que tuvo con ella. Si bien no le dio explicaciones, su expresión era de decepción. Hypnos no insistiría en el tema porque quizás no le guisaría la respuesta, así que lo dejó como estaba. Que estuvieran disgustados no era motivo de alegría para él pero si lo aliviaba...al principio. Era verdad que lo veía bastante enojado con ella pero, ¿qué iba a pasar cuando se le acabara el coraje? Ahí era donde desconfiaba. Lo que Hypnos esperaba era que Thanatos no se metiera en problemas.

Por su bien, ojalá y lo que le decía se volviera realidad.

***

Al día siguiente.

Caria estaba delante de una mesa sin poder dejar de jugar con sus dedos debido al arranque de ansiedad que intentaba controlar. Les habían dado la noticia de que las cosas volverían a ser como hace más de dos años. Thanatos iba a plantarse de nuevo frente a ella como su maestro. Sólo eso.

¿De verdad iban a ser las cosas como antes?

Caria dudaba completamente eso.

Melínoe la veía de reojo. No tardaría en llegar Thanatos y no deseaba perderse del incómodo momento que tendrían esos dos cuando se vieran. Quería ver el desprecio de Thanatos desbordarse sin contemplación y a Caria sufriendo en silencio por eso.

Recargó su mejilla sobre la palma de su mano.

—Estás bastante nerviosa por verlo.

Caria le miró por el rabillo del ojo.

—¿Cómo no estarlo? Volveremos a vernos y Thanatos ni siquiera desea verme. Aquella vez me dijo que no quería estar cerca de mí después de lo que hice.

Melínoe movió los hombros de manera desenfadada.

—Actúa igual que él. Mantente al margen.

Caria ladeó su cabeza en su dirección.

—Sí, debería actuar igual que él —dijo, aceptando su consejo.

Melínoe se enderezó y fijó su vista hacia la puerta, detrás de ella, escuchó pasos. Pronto, Thanatos entró a la habitación, sin gesto alguno en su rostro. Se contuvo muy bien. Ver a Caria le trajo muchos buenos y malos recuerdos que tuvo con ella y aunque ya no quisiera sentir nada, su corazón aún palpitada por su presencia. Melínoe movió sus labios y volteó a ver discretamente a Caria. Estaba perdida en su mirada. Notaba como Caria se mostraba arrepentida y cohibida, no pudo retenerla mirada por mucho tiempo y agachó la cabeza.

Melínoe se burlaba por dentro.

—Mucho tiempo de no verte, Thanatos. Espero que hayas estado bien.

Thanatos reparó en ella. Era verdad, hace unos días que Melínoe apareció pero no se había cruzado con ella hasta ahora.

—Espero que tú también —No comentó nada más.

Se tomó su tiempo para asimilar lo que estaba haciendo. Estar de nuevo ahí, instruyendo frente a la mujer que amaba, lo desorientaba un poco. Respiró lo suficiente para continuar con las lecciones desde donde él recordaba, lo habían dejado. No preguntó nada ni consideró la opinión de ninguna acerca de lo que ya habían aprendido mientras él no estuvo, si es que la había. Ni siquiera le preguntó a Melínoe a qué se debía su presencia. Si ella estaba ahí, era lo mejor.

Para Caria fueron los minutos más largos desde que Thanatos se convirtió en su maestro. Antes tenía que controlarse y aceptar que él no iba a quererla de la misma manera, ahora tenía que aceptar que él no quería verla por un error que cometió, pero ahí estaban ambos fingiendo.

¿Cuánto tiempo más iban a soportarlo?

Caria no era muy paciente y Thanatos estaba tan entrado en su indiferencia que en serio se planteó que ya le había dejado de importar.

No lo quería y temía que eso sucediese.

En toda la clase, Caria no prestó atención de nada. No tenía cabeza para concentrarse en nada teórico. Melínoe en cambio, había puesto interés "disfrazado" porque ya sabía de todo lo que estaba hablando.

—La clase por hoy ha terminado, espero puedan estudiar todo lo que les acabo de decir y repesar lo anterior. La próxima vez que nos veamos, quiero saber que en verdad han puesto interés por aprender.

Melínoe se dio cuenta que Thanatos ya sabía que ella podía recordar lo que tanto conflicto le causó en el pasado.

No dijo nada al respecto.

—¿Ya te vas, Thanatos? —preguntó Melínoe.

—Sí, regresaré al Inframundo.

El pecho de Caria se comprimió. Esperar varios días a verlo de nuevo, sería un suplicio.

—En ese caso, estudiaré —Melínoe se levantó—. Me retiro antes, tengo algunas cosas qué hacer.

Thanatos asintió y Melínoe salió de la biblioteca sólo para aparentarles que se habían quedado solos. No tenía ninguna intención de irse hasta no escucharlos discutir.

Caria miró delicadamente a Thanatos mientras él la ignoraba a propósito. Se mordió los labios y se levantó también. Fue acercándose hacia él a paso lento. Paso temerosos. Thanatos veía su silueta acercándose e inmediatamente se levantó.

—Por favor, no te vayas aún —Caria alcanzó a tomarle del brazo.

Thanatos cerró los ojos. Le costó muchísimo no halarla y besarla. Era tan débil ante sus sentimientos. Apartó el brazo lentamente, aun así, Caria se sintió mal por el rechazo.

—Como he dicho, debo volver al Inframundo. Tengo trabajo y usted debe estudiar. La veré en algunos días.

Thanatos caminaba hacia la salida y le fue imposible continuar porque Caria se puso delante de él. Se cruzó con su mirada de nuevo.

—Sé que estás molesto conmigo y lo entiendo pero...no estoy de acuerdo en que me trates como si nada hubiera pasado entre nosotros —tenía una mano enfrente, casi rozando el torso de Thanatos, como si eso fuera a impedirle irse—. Me duele la manera en cómo me ignoras y cómo evitar mirarme. Por favor, no lo hagas...yo te...

—Ahorre sus palabras, señorita Macaria. No son necesarias —La interrumpió con dureza. Caria cerró la mano—. No me vuelva a pedir que la trate de una manera sutil porque yo no soy así.

—Eso no es cierto. Tú no eres así...Than. A pesar de lo que dices, nuestros sentimientos nos unen, eso no podrás ocultarlo. ¿O es que acaso ya no sientes nada por mí? —preguntó con dificultad.

Thanatos no suavizó su mirada.

—Lo único que nos une, es mi deber y responsabilidad con usted. Nada más.

Caria sintió ardor en sus ojos y en su corazón. Sus palabras fueron más duras que su misma mirada.

Le costaba soportarlo.

Melínoe mientras tanto, disfrutaba de escucharlos y de sentir el dolor de Caria.

—Melínoe, ¿qué haces aquí?

Melínoe volteó a ver a Hypnos con extrañeza.

—Acabo de salir de una clase con Thanatos —respondió.

Hypnos escuchó que Thanatos y Caria estaban discutiendo. Curveó la mirada. Qué bueno que no había nadie en el castillo que pudiera escucharlos pero ya hablaría con Thanatos al respecto.

—Me enorgullece tu entusiasmo por acaparar conocimientos pero es mi turno —Le enseñaba unos libros.

Melínoe alzó una ceja.

—No hablarás en serio.

—No veo porqué no. Soy tu maestro. Por cierto, le he pedido al señor Hades más tiempo para permanecer aquí el día de hoy. Tendremos una conversación muy larga porque hay asuntos que hay que aclarar —Le dijo sin detenciones.

Melínoe tensó la quijada y lo siguió de mala gana pero al menos, estaba satisfecha.

Thanatos y Caria seguían retándose con la mirada. Los ojos de Caria se llenaron de cristalinas lágrimas por la triste emoción. Thanatos fue relajando su semblante y esta vez, se mostró mal. Caria por su parte, fue alegrando la mirada y una sonrisa se dibujaba en su rostro. Thanatos se acercó a ella y le tomó del rostro. Sus pulgares pasaron por el contorno de sus ojos, limpiando la humedad.

—No quise hacerte llorar, perdóname —Se sentía culpable.

Caria negó. Alzó las manos y le tomó del rostro.

—Sé que no lo dijiste en serio, ambos estamos en esto. Sólo estamos haciendo lo necesario.

"Thanatos se mantuvo confundido y con miles de preguntas a las que quería darle respuesta lo más pronto posible. Caria seguía mirando tras el cristal, consternada. Era inaceptable lo que le estaba pasando. Volteó sin querer a otro lado y vio a Melínoe levantarse y salir de allí. Por un segundo, creyó haberla confundido pero no...sabía que era ella. Su mismo cabello sujeto torpemente y esas ajustadas y resistentes ropas. Que nadie alrededor se sintiera extrañado por Melínoe, lo hacía cada vez más extraño. Separó las manos de la puerta y fue tras ella, apresuradamente sin que su pecho dejara de vibrar por la situación.

—¡Caria! —exclamó Thanatos al verla irse corriendo.

Caria no se detuvo. Tenía que ver a Melínoe.

¿Qué hacía ahí?

Sus manos se tensaron mientras corría desbocada. Salió del hospital con mucha agitación y se detuvo sólo para examinar dónde se había metido. Varias personas caminaban, otras estaban de pie conversando o llamando por el móvil pero no veía a Melínoe cerca. Hizo hacia atrás los cabellos que se le han alborotado y se estancaron en su rostro.

—Esto no...puede ser...todo era un hechizo, ¿cómo? —Se decía a sí misma. Ante esa confusión, sólo Hécate podía decirle qué estaba pasando.

—Caria —Su corazón dio un golpe en seco cuando la llamó. Ojalá no empeoraran las cosas con Thanatos después de lo que se dijeron anteriormente.

Caria dio media vuelta para enfrentar su mirada y su reacción.

—Thanatos...no sé qué decirte. No me explico lo que ha pasado. Yo te aseguro que no te mentí en nada de lo que dije...no vayas a creer que...—comenzaba la desesperación. Era lo que más próximo esperaba.

Súbitamente, Thanatos le tomó de las muñecas tan delicadamente que apenas podía sentir su tacto.

—Tranquila, no te alteres —Le dijo con gracilidad. Caria le miraba pasmada, por su reacción—. Todo está bien. Estoy confundido pero no enojado —Thanatos pareció adivinar el significado de su semblante y nerviosismo. Sintió como Caria iba calmándose.

—¿De verdad? No dudes de lo que dije...

—No. Te creo. No estoy pensando lo contrario. Posiblemente Hécate se haya basado en el aspecto de alguien para ayudarte y que haya aparecido esta chica justo aquí, no cambia nada.

El escepticismo brillaba en todo su esplendor.

—A pesar de haberla visto...¿sigues creyendo en mí? Por favor, no me engañes.

Thanatos negó y besó su mano. Los latidos de su corazón chispaban por ese roce tan delicado y tan breve. Le encantaba que lo hiciera.

—No lo haría. Confío en ti plenamente, mi amor —decía cabalmente—. Debo confesarte que me resulta un tanto sospechoso o bastante curioso. Lamento no tener una respuesta a lo que acaba de pasar pero sí creo que hablar con Hécate sería lo mejor para aclarar las cosas.

Caria sintió que su alma volvía a su cuerpo. Estaba completamente agradecida.

—Debería hacerlo, no puedo pensar en alguien más que pueda ayudarme —hizo hacia atrás su cabello.

No dejaba de pensar en cómo vio que Melínoe salía del hospital, ni en sus nuevas actitudes ni de las revelaciones que identificó cada vez que hablaban. Tenía el presentimiento de que todo había sido planeado.

—No te sigas preocupando, quizás sea algo sin importancia. Hay que mantener fresca la mente por cualquier cosa—rozó la punta de su nariz con el dedo—. Habría preferido que no fingieras ser alguien más para hablar conmigo.

—Eso iba a hacer, pero de haberlo hecho, ¿tú habrías accedido a hablarme?

Probablemente no, Thanatos tenía que darle un punto.

—Bueno, las acciones del pasado no se pueden pero si las del futuro. Mientras, tú tranquila, estoy contigo —Le besó ambas manos como si eso fuera a calmarla. Funcionaba—. ¿Por qué has salido corriendo?

Caria suspiró largamente y cerró los ojos.

—Vi a Melínoe aquí. De verdad sé que fue ella.

—¿Melínoe? No sentí su presencia.

Caria negaba sutilmente.

—Siento que ya no me sorprendería hasta donde han llegado sus poderes —decía con un dejo de decepción.

—¿Qué quieres decir?

—Que Melínoe no es la misma —Thanatos podía apreciar que no sólo su voz mostraba decepción sino también su mirada—. Su actitud de ayer fue bastante agresiva. Su mirada, Than...no era la misma. Hizo muchas especulaciones que no me confesó por entero. Y además, ha aprendido mucho sobre sus poderes, me lo ha dicho. Melínoe ya es capaz de recordar y ser consciente de lo que hace un día anterior.

—Suenas bastante segura.

—Lo estoy. Hablé con Melínoe por la noche y casi al medio día. Dejando su actitud tajante, me hablaba acordándose de nuestra plática. Hay algo que me dijo hoy que me dejó intrigada y no se lo hice saber porque me preocupe más por ti y por Ralen.

Caria al principio se negó a tomárselo enserio pero, considerando su pesadilla, lo que recientemente pasó y el haberla visto marcharse del hospital, le hizo reconsiderarlo. Aparte, Melínoe era impredecible desde que regresó.

—¿Te sientes agredida por Melínoe? Toma muy en cuenta tu instinto.

—Sí, así me siento. Intenté que nuestra relación fuera la misma que antes porque la quiero y la extraño. Quise negarlo y suponer que sólo eran ideas mías pero la verdad es que no es así. No sé si pueda permanecer más tiempo cerca de Melínoe.

Thanatos se preocupaba por ver cómo estaba Caria. Algo tampoco le pintaba bien de lo que le explicaba.

—¿Qué le has contado?

Caria se perdió en sus pensamientos e ideas. Vaya que había sido un alivio que Thanatos no la creyera mentirosa o no podría concentrarse ahora en lo que debía hacer. Tomó las manos de Thanatos.

—Than, cometí el error de contarle a Melínoe sobre lo nuestro, entre otras cosas que ahora ya sabes —hizo una pausa larga y se aferró a él—. Creo que lo mejor sería que Melínoe no se enterara de nada más pero no sé cómo. No lo olvidará.

Thanatos analizó mejor la situación, acaparando todos los detalles por muy mínimos que fueran. Si su especulación era certera, podía casi dar por sentado que Melínoe sí tenía que ver con la aparición de esa chica y que lo hacía con fines maliciosos en contra de Caria, e incluso de él.

Si Melínoe había desarrollado sus poderes más de lo que creían mientras estaba desaparecida y si los había desarrollado negativamente, podían esperarse cualquier cosa. No alteró más a Caria contándole lo que ya suponía pero sí le ha advertido. También se le ha ocurrido algo.

—Caria, vuelve a los Elíseos. Allí estarás mejor.

—¿Y tú?

—Buscaré a Hypnos y le diré que acepto regresar. Sé que él sigue aquí en la Tierra. Mientras yo voy con él, tú hablarás con Hécate. Ella está aquí también y sé dónde. Te acompañaré hasta ella pero no debe verme contigo. A partir de ahora, será mejor aparentar."

Thanatos sonrió a medias. Echó un vistazo hacia la puerta antes de besarla con fervor. Dejó caer un poco su peso hacia ella pero la sostuvo rodeándola por la cintura. Caria apretó lis dedos sobre su espalda, esperando que ese beso nunca terminara.

Sin embargo, las circunstancias no se los iban a permitir hacerlo libremente.

Tenían que seguir fingiendo que sufrían y estaban separados, pero no existía otra verdad que no fuera el amor que se sentían y la fuerza del mismo.

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¡¡Hola, de nuevo!!

¡Me alegro que hayan llegado hasta acá. 

¿Quién se enojó al principio del capítulo y se encontentó al final? ¡Levanten la mano!

Vaya, si alguien tenía duda de que Thanatos y Caria no eran buenos actores, con esto creo que sí lo demuestra :)

Todo lo han tenido que fingir para dejar al descubierto a Melínoe y para que no haga nada en contra de Caria hasta que descubran como controlarla. 

Ahora sí, se vienen las preguntas y las teorías:

1. ¿A quién crees que quería ver Caria y porqué se lo ha pedido a Eros?

2. ¿Hades se notaba raro o creen que está comportándose normal?

3. ¿Melínoe ya se habrá dado cuenta del plan de Thanatos y Caria?

4. ¿Thanatos y Caria podrán seguir fingiendo por mucho más tiempo?

5. Eros es un encanto y muy cómico, ¿no creen?

6. Ralen y Garena...¡qué momento! ¿Les ha gustado? ¿Qué pensaron de esa parte?

6. ¿Tienes alguna duda de todo el capítulo?

Como siempre, estoy al pendiente de sus comentarios y me alegra leerlos todos :)

Para quienes leen la historia de "Lo más preciado del mar", pronto les tengo la actualización :).

¡Les mando un gran abrazo a todos!

Espero leernos muy pronto.

¡Cuídense mucho!

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