Capítulo 22
Caria esperaba en el sofá mientras Thanatos salía de la habitación. Realmente, estaba perdida entre sus pensamientos y fantasías, todo por tomarse muy en serio la pregunta de Garena.
¿Podría quedar embarazada? Para Caria, no sería la mayor de sus inquietudes, y eso que sus emociones estaban adormiladas por el confort de la alegría.
Cuando era niña, su madre solía contarles lo feliz que se sintió cuando supo que sería madre. Era indescriptible la felicidad de su mirada, la misma que Hades presentaba. No existía duda de que sus padres las amaban desde el primer instante.
Se imaginó como sería ella de madre...y cómo sería Thanatos como padre. Le dio cosquillas en todo el cuerpo. No existía otra opción, Thanatos era y siempre será el hombre que quería para su vida, con él viviría cada etapa y nueva experiencia. Estaba segura que Thanatos sería muy buen padre.
Pero no había que precipitarse. Jugar con su imaginación no significaba que fuera a ser real, aunque no le molestaría.
De nuevo su mente la regresó al mismo punto de ansiedad y alegría.
¿Y si llegaba a embarazarse?
Comenzó a reírse sola.
Thanatos se acercó a donde estaba y la observó por un breve tiempo. Se sintió curioso por saber qué la tenía en un sube y baja de emociones pues sonreía y de repente intentaba ser seria.
La hizo sobresaltarse al darle un beso en la mejilla.
—¿En qué tanto piensas?
Caria dio un pequeño brinco hacia un laso del sofá, viendo como Thanatos se sentaba a su lado sin desprenderle la mirada de encima. Lucía intrigado.
—En algo que me dijo Garena, pero no es nada —Minimizó la situación.
—¿No es nada? —Preguntó incrédulo—. Intuyo a que es más significativo de lo que quieres hacerme creer.
En eso tenía razón.
Caria buscaba la manera de compartir sus ilusiones con él pero no sabía cómo plantear el tema. Thanatos escuchó que su móvil sonó en un segundo. Inspeccionando las intenciones de Thanatos por ir a revisar su móvil y sintiéndose presionada por la posibilidad de no tener pronto otra oportunidad para hablar sobre ese asunto, lo tomó del brazo, deteniéndolo.
—En realidad, sí es significativo —comenzó a ponerse nerviosa. Lo que la alentaba era recibir la misma emoción de Thanatos que ella tenía. Compartir juntos esos sueños futuros—. No había pensado antes sobre lo que me dijo Garena hasta este momento. Quisiera saber qué piensas.
Thanatos estaba confundido pues no lograba canalizar lo que Caria intentaba decirle pero su corazón esparció un frío en su pecho.
—¿Qué te dijo?
<<Suéltalo ya>>, pensó Caria para animarse.
—No sé mucho al respecto y sé que es un planeamiento muy rápido pero sólo es por curiosidad, ¿crees que llegue a quedar embarazada? —Fue lomás directa que pudo porque no lograba controlarse. Justo en el momento en que terminó su pregunta, Thanatos puso una expresión de pánico—. Nosotros...no hemos tomado ninguna precaución y, bueno, podría ser. Te lo repito, sé que suena precipitado pero, ¿te has imaginado...?
Thanatos alzó una mano a la altura de sus rostros que la interrumpió; eso era lo que él había querido que hiciera.
Caria esperó a que él dijera algo pero le costaba hacerlo, incluso notó que su respiración era entrecortada.
Su reacción fue totalmente opuesta a lo que llegó a imaginarse, llegó a sentirse mal.
Thanatos cerró los ojos con fuerza y se levantó del sofá con severa molestia. Murmuraba algo que Caria no logró distinguir. Para cuando logró mirarla otra vez, sus plateadas órbitas destellaban con amargura.
Su móvil volvió a sonar y esta vez, lo leyó enseguida. Enarcó una ceja al ver dos mensajes de Garena:
"Ayuda"
"No quiero molestar pero, ¿podrían venir? Ralen se acaba de ir"
Y lo sabía. Sintió que su presencia desapareció desde haca ya unos minutos.
—Es Garena. Nos pide bajar a su departamento, no sé que le pasó.
Su expresión ahora fue estoica y su voz ronca e implacable. No lo entendía.
—Pero, Ralen ya debió llegar.
—No. No tiene mucho que partió —Apagó su móvil y lo plantó en el mismo lugar con mínima severidad—. Hay que ir a ver qué le ocurre.
Thanatos fue directo a la puerta y sólo esperaba que Caria se dispusiera a ir. Ella se levantó de donde estaba, acercándose y alzando la mirada para encontrarse con sus ojos una vez que estaban por salir.
—Mi intención no fue hacerte enfadar. Lo siento...
—No estoy enojado contigo. De verdad que no...—suspiró desviando de nuevo la mirada—, tenemos que hablar pero...necesito un poco de tiempo para asimilar las cosas. Hablaremos después de saber qué le pasa a Garena.
Caria no tuvo de otra. Su corazón se vio abrazado por un mal presentimiento. La reacción negativa de Thanatos le destruyó su seguridad.
¿Qué era lo que estaba pasando que ya ahora tanto Thanatos como Ralen estaban enfadados con ella?
***
Garena sacaba y sacaba un montón de ropa buscando que ponerse. Le frustraba tanta atención de su parte por verse distinta, ¿para qué? Era una simple salida...¿o no?
¡Estaba alucinando!
Caria ingresó a la habitación de Garena y se encontró con un desastre. Ropa volando por todas partes y una Garena más temblorosa que una gelatina.
—¡Al fin llegan! Creí que estaría sola en esto —dijo Garena lanzando una chaqueta al suelo.
—¿Qué...ha pasado? Cuando me fui no estabas así.
—Efectivamente, porque aún no sabía que hemos sido engañadas estos días.
—¿Cómo? —Caria palpó su frente.
—Ralen...ese hombre obsesionado por ser el mejor guardián del mundo, siempre supo que yo no estaba lastimada —Caria abrió sus ojos como plato.
—¿Qué? ¿Cómo te has enterado?
—Él me lo ha dicho y no conforme con verme como una imbécil, me ha pedido salir.
Caria se sorprendió demasiado por el simple hecho de que Ralen era reservado.
—¿Y te dijo a dónde ha ido?
—No —sacó varias camisetas—. Dijo que vendría en la tarde y que iba a compensarme el haberme perdido la sesión de spa en el hotel.
Garena lanzó una camiseta negra y luego salió de la habitación a beber un vaso de agua bien frío. En el camino vio que Thanatos estaba de pie frente a la puerta principal con total absorto.
—¿Y qué piensas hacer? —preguntó Caria tratando de distraerse. Garena golpeó la mesa con el vaso, por suerte y no se rompió.
—No lo sé, es muy astuto y no quiero pensar que me ha pedido salir para sacarme información.
Thanatos despertó de su trance y tensó más su semblante.
—¿Me has pedido que vengamos sólo porque vas a tener una cita? —La confrontó.
—¡No es una cita!...Y no es algo que me importe —respiró muy hondo, tanto que le dolió el pecho—. Pero que ni crea que me ha engañado esta vez. Voy a aceptar ir de paseo para ponerlo en su lugar. Muy recto él pero como me ha mentido.
Thanatos alcanzó a ver un montón de ropa regada por el suelo de la habitación de Garena. Ni siquiera tuvo que moverse.
—Si no te importa, ¿por qué buscas qué ponerte? Sé tú misma y ya.
¿Cómo discutir ese punto si ella no tenía idea de porqué se empeñaba en ponerse algo distinto?
Caria pensó que Garena se enfadaría por la confrontación de Thanatos. Para sorpresa de ambos, se acercó a él con una mirada divertida.
—Thanatos, Nathan, dios de la muerte...como prefieras que te digan, ¿verdad que me consideras tu amiga y que si Ralen sólo busca burlarse de mí, tu harás algo al respecto? Con un pequeño infarto estaría bien, no pido mucho —Le dio unos golpecillos en el hombro.
Thanatos volcó la mirada y suspiró.
—No soy tu verdugo y no veo razón para que él se burle de ti.
—¿No pusiste atención? —Se calmó para no alzar demasiado la voz—. Tú...tú que eres hombre, lo conoces y eres despiadado, ¿qué crees que esté tramando Ralen?
¿Despiadado?
Se habría ofendido de no ser porque estaba lo suficientemente molesto consigo mismo y con el destino.
—No traté mucho a Ralen pero no es de los que miente y engaña para tener información. En todo caso, eres tú quien más ha actuado mal con él —La acusó sin cohibirse—. Quiere salir contigo y tú tienes miedo. Punto.
—¿Miedo yo? ¡Qué va! ¿Por qué habría de tenerlo? —fingió demencia.
—Dímelo tú.
La tensión de Garena estaba por convertirse en más que desesperación, así que Caria tomó la iniciativa para calmar el ambiente.
—Estoy de acuerdo con Thanatos, Ralen no te habría propuesto salir por motivos manipuladores. Creo que sus intenciones son buenas y deberías ir con él.
—¿Tú crees? —preguntó intentando calmarse.
—Sí. Ralen es buen amigo, así que no debes temer ni pensar nada malo de él.
—Si tú lo dices...—Aún tenía sus dudas. Regresaron a la habitación y cerraron la puerta—. Oye, ¿qué le pasa? Lo noto algo bajo de ánimos —hizo referencia a Thanatos.
Caria no quería pensar en eso o estaría todo el día intrigada y desilusionada hasta que pudiera hablar con él.
Pasó de largo a la pregunta.
—Tienes demasiada ropa negra, Garena —comentó dibujando una delicada sonrisa.
Garena no insistió.
—Seh. ¿A que no adivinabas mi color favorito? —bromeó con sarcasmo.
—¿Y nada de esto te agrada ponerte?
—No —alzó los hombros mostrando indiferencia—. Ni siquiera sé porque me esfuerzo. Quizás me estoy dejando guiar por un comentario que me dijo una vez.
—¿Qué comentario? —preguntó curiosa y sonriente.
—Pues...lo que te había dicho, de que me observaba demasiado y se atrevió a criticar mi estilo de una manera "constructiva" —entrecomilló con los dedos—. Es una estupidez pero llegué a pensar en ponerme algo basándome en lo que me dijo, demostrándole que no intento esconder mi verdadera personalidad con atuendos y maquillaje oscuro. Que no importa lo que use, yo soy así —entrelazó los brazos—. Desistiré de esa idea porque no tengo nada que no sea negro en ese closet y no pienso quedar en ridículo y ponerme la ropa de mi madre.
Caria sonrió más ameno sintiéndose conmovida por lo que Garena le dijo. A diferencia de ella, Caria inmediatamente supo que debía usar.
—Te prestaría ropa que me ayudaste a comprar en Nápoles pero creo que sería mucho mejor si utilizaras el vestido que tu madre te regaló.
Garena casi se ahoga con su propia risa irónica. Negó al instante.
—Mi cordura no está lo suficientemente deteriorada para usar eso.
—Yo no le veo nada de malo, ¿dónde lo tienes?
Garena hizo un mohín y fue a sacar el vestido de la maleta que uso durante los viajes. No lo había sacado desde entonces. Le echó otro vistazo aún sin poderse convencer.
—Me voy a sentir como payaso de circo. Es darle otra razón más para que Ralen se burle de mí.
—¿Eso piensas? —Caria hizo de lado el rostro, divertida—. Más bien, yo pienso que le gustará.
Garena vio de reojo a Caria con notorio interés el cual escondió con una atípica sonrisa.
—¿Ah, sí?
—Sí. Tu idea inicial seguirá en pie.
La chica observó de nuevo el vestido buscándole el gusto.
—Supongo que tienes razón. ¿Qué más me aconsejas?
—No usar pintura llamativa en los labios ni en los ojos.
—¿Qué? Si ya lo he hecho, del labial negro pasé al rojo. Es un gran paso.
—Yo sólo digo que por esta vez, luzcas más natural. Recuerda, queremos que Ralen se trague sus palabras —Caria estaba muy emocionada en el interior. Le gustaba verlos juntos y que crearan una conexión más grande. Además, podría ser que ocurriera algo más entre ellos ya que estaba casi segura de que se gustaban—. Voy a ayudarte, ya verás que todo saldrá bien.
Garena enarcó una ceja.
—Sí que aprendiste mucho sobre citas en estos días, ¿verdad?
***
Inframundo.
Hades golpeaba la mesa con sus dedos. Su mirada estaba absorta en la gruesa madera. El parpadeo fue cosa del pasado.
Perséfone cuchareaba la comida mientras analizaba sus nulas reacciones. Desde hace algunos días que se mostraba tan serio y pensativo. Se lo había preguntado un centenar de veces y siempre recibió la misma respuesta negativa, pero ella lo conocía muy bien. Era bien sabido que Hades tenía un carácter sólido e irascible cuando las cosas no iban exactamente bien y no se había enterado antes para darle una solución preventiva.
La cuestión en este caso era:
¿Qué lo tenía as? Más aún era extraño que se lo escondiera a Perséfone.
Ella se levantó de la silla y caminó hasta sentarse en el asiento de a lado de Hades. Hades se percató de su recién proximidad cuando Perséfone puso una mano encima de la suya, calmando el tanteo ansioso de sus dedos.
—Hades, dime qué tienes. No me gusta sentirte tan apartado —La mirada de Hades era imperturbable pero Perséfone vio un destello que le indicó que le había hecho bien su repentino confort—. ¿Tiene que ver con la última visita que hiciste al Olimpo hace días?
—No fui al Olimpo.
Perséfone se mostró sorprendida y comenzó a temer que se hubiera enterado de algo.
—¿A los Elíseos?
—Iba a hacerlo pero surgió un imprevisto y tuve que desviarme de camino.
—¿Entonces a dónde fuiste? —frunció el ceño confundida.
Como si hubiera sido un mejor momento, Minos apareció en el gran comedor haciendo reverencia.
—Señor Hades, Hypnos ha liberado sus funciones y está listo para hablar con usted, como lo ha pedido.
Perséfone notó la seriedad de Minos, era distinta a como solía recordar y eso que el juez era reservado.
Hades apartó la mano de Perséfone y se levantó haciendo la silla hacia atrás.
—Enseguida vuelvo —dijo marchándose y pasando enfrente del juez—. Vamos Minos.
Hécate caminaba por el pasillo y vio que Hades se dirigía a su despacho junto a Minos. Hasta ella se dio cuenta que algo no estaba bien. Perséfone sintió alivio de ver a Hécate llegar, se estaba acostumbrando a su compañía.
—¿Te ha dicho por fin qué le pasa? —preguntó avanzando y golpeando el suelo con su bastón.
—No. Esperaba que lo hiciera pero llegó Minos. Ahora no sé si pasa algo con Hypnos —respiró profundo—. Hades nunca había sido tan reservado conmigo en asuntos que le preocupan o molestan. No sé qué es lo que tiene —puso su rostro entre las cavidades de sus manos.
—Yo sí sé que tiene, se llama demencia senil.
En otros momentos habría reído pero su angustia sobrepasaba cualquier sentimiento.
—No bromees, Hécate. Lo digo en serio. Tengo un mal presentimiento —entrelazó sus manos y las colocó justo debajo de su boca—. ¿Has podido lograr encontrar a Melínoe?
Hécate había hecho todo lo que podía por rastrear a Melínoe, sin embargo, existía una especie de bloque que impedían continuar con su búsqueda. Intentó de mil maneras derribar esa barrera sin éxito.
—Como pensé, Melínoe ha tenido más dominio de sus poderes. Sin duda no quiere que la busquemos...a menos...
Perséfone sintió heladas aquellas palabras.
—A menos...¿qué?
—No es preciso pero y sé que no te gustará oírlo, ¿no has pensado que quizás la tengan retenida?
—Si lo he pensado...—dijo con voz entrecortada—. Incluso, he llegado a pensar lo peor —tomó aire de nuevo, tratando de calmar sus nervios—. ¿Crees que mi madre tenga algo que ver?
Hécate rio irónica y enseguida tosió para evitar seguir riéndose.
—Deméter es la primera en la lista de crímenes contra la familia del Inframundo, ¿cómo no sospechar de ella? —Hécate vio el desconsuelo cubrir a Perséfone—. Melínoe está viva y como punto bueno, ha aprendido a controlarse. Esa desquiciada mujer no va a salirse con la suya...si es que en realidad tuviera algo que ver.
Perséfone mordió sus labios a punto de romper en llanto por la culpa. Se esforzaba por no desenterrar aquellos horribles recuerdos sobre lo que padeció en el Érebo debido a la ira de su madre.
—¿Y si llega a hacerle lo mismo que a mí? No podría soportarlo...—Unas sinceras lágrimas brotaron de sus ojos—. Yo tengo la culpa. Si les hubiera puesto mayor atención a mis hijas...esto jamás estaría ocurriendo. ¿Qué clase de madre soy? —deslizó sus dedos por sus mejillas.
Hécate frunció el ceño y golpeó más fuerte el suelo con el bastón.
—¡¿Pero qué sandeces estás diciendo?! Con todo respeto a ti, aquí la única con la peor madre del Universo eres tú. Perséfone, eres todo lo contrario a Deméter y ni Macaria ni Melínoe serían puras de corazón sino fuera por ti...bueno, Melínoe padece más oscuridad en su interior pero eso se justifica con la maldición de tu madre.
—No se me olvida lo que hizo...pero tampoco puedo odiarla. Al final de cuentas, es mi madre.
—¿Ves? A eso me refiero. Eres mucho mejor que ella. Que no se te vuelvan a enroscar los cables y pienses que eres una mala madre.
Perséfone sonrió por las gentiles palabras de Hécate.
—Gracias, Hécate —siguió limpiándose la humedad con el roce de las muñecas—. ¿Crees que Caria haya leído ya la carta?
—Esa cabeza dura...¿por qué seguiste dejándola ahí dadas las circunstancias? Pensé que la harías recapacitar y traerla a base de amor de madre.
—Eso iba a hacer, hasta que los viejos y hermosos recuerdos abarcaron mi mente. Caria y Thanatos se quieren, no quería arruinar la felicidad de mi hija en esos momentos. Si podía ayudarla a que estuviera unos días más con él, iba hacerlo...es lo que estoy haciendo, pero temo que como está Hades, tendré que intervenir antes de que se ponga peor.
—Mira, tú sabes controlar a tu irascible esposo, si quieres, yo voy con Caria y de paso, haré una visita encantadora con tú madre.
—Pero...¿no crees que sea peligroso? No me gustaría que intentara hacerte daño.
—Zeus la tiene controlada, no se atreverá a usar sus poderes en contra de alguien. Es por eso mismo que no creo que haya lastimado a Melínoe —Se detuvo. Había que creerse lo que acababa de decir; era muy complicado—. Aun así, me aseguraré de que no tenga nada que ver.
***
Vicenza, Italia
Dos horas después.
Caria y Thanatos habían regresado al departamento de arriba una vez que Garena estuvo a punto de terminar de arreglarse.
Caria cerró la puerta tras de sí, siguiendo con la mirada a Thanatos. Él se sentó en el sofá en completo silencio. Dudó en acercarse a él por lo voluble que se había vuelto después de su conversación. Sin embargo, ya no había un rastro de molestia en él pero sí de desesperanza y desconsuelo. Caria sintió que su corazón se partía al verlo de esa manera.
¿Qué había dicho de malo?
Caria se sentó a su lado tomando distancia necesaria. Thanatos volteó a verla lentamente, no tenía por qué sorprenderse que quisiera darle su espacio. Él había reaccionado mal y lo lamentaba, pero más se arrepentía de no haberle dicho la verdad desde mucho antes. Jamás se le cruzó por la cabeza que Caria sacaría el tema del embarazo tan pronto. Fue egoísta y ahora debía afrontar las consecuencias.
Caria lo veía de reojo. Podría estar equivocada pero parecía que quería decirle algo. No soportando más esa lejanía, Caria acabó con la distancia que los separaba. Lo abrazó con tanta calidez y le besó en la mejilla. Thanatos cerró los ojos y correspondió el abrazo, dejándose llevar por el cariño que la mujer que amaba le regalaba.
—No me he portado bien contigo y aun así haces esto...
—Porque no me gusta verte así —puso su frente sobre el brazo de Thanatos—. Si he dicho algo que te molesto...discúlpame.
Thanatos le tomó de la barbilla y levantó su rostro, contempló sus ojos vidriosos. Sintió un golpe interno en el estómago. Buscó sus manos y la haló para que pudiera levantarse. La sentó entre sus piernas y la rodeó por la cintura.
—No es que me haya molestado por lo que dijiste, sólo no supe cómo reaccionar.
Caria sentía que la estaba aferrando más a sí pero con repentinos y rápidos temblores.
¿Qué lo desestabilizaba tanto?
—Entiendo...pero esa reacción no me la esperaba. Llegué a pensar que a ti te ilusionaría al igual que a mí —Caria agitó la cabeza—, como dije, es algo muy temprano pero igual quise saberlo.
—¿Crees que a mí no me ilusiona ser padre? —Al concluir la pregunta, un nudo áspero se le formó en la garganta. Caria lo veía con interés—. Sí lo hago pero intento no obsesionarme con eso.
—¿Por qué?
Thanatos no apartó la mirada aunque quisiera. Suspiró.
—Caria, te he dado mi corazón. Mi alma y daría mi vida a cambio de tu felicidad. Todo lo que quieras, puedo hacerlo...pero...un bebé es lo único que no puedo darte.
Caria sintió espasmos en todo el cuerpo siguiendo el ritmo acelerado de su corazón. Aún no lograba comprenderle del todo pero sintió muchas ganas de llorar ahora mismo.
—¿Qué quieres decir?
Esa pregunta le complicaba aún más las cosas a Thanatos. Tragó saliva con dificultad.
—Soy el dios de la muerte. Le quitó la vida a las personas cuando llega su momento pero soy incapaz de darla. Es una balanza; todo debe estar equilibrado. Por mucho que desee ir en contra de mi propia naturaleza, es imposible —Caria se llevó una mano a la garganta como si quisiera deshacer el nudo que estaba incomodándola. Se negaba a creerle pero el ver sus ojos gritando de dolor y conteniéndose para no romperse ante la frustración, dejaba todo claro—. Debí habértelo dicho antes de comenzar algo entre nosotros. No es justo para ti. Entenderé si a partir de ahora decides alejarte de mí.
Caria negó sin siquiera pensárselo dos veces. Lo abrazó de nuevo con tanta fuerza, temiendo que pudiera perderlo.
—Te amo, Than. No pensaría nunca en alejarme de ti —Se separó de él y pasó sus delgados dedos sobre el contorno de los ojos de Thanatos. Una lágrima cayó en ellos—. Than, no importa si me lo hubieras dicho antes, eso no iba a cambiar las cosas ni lo que siento por ti. Te amo a ti y lo único que quiero, es estar contigo.
Thanatos estaba quebrándose, fue lo más hermoso que le pudieron decir pero aún se rehusaba a creerlo.
—Ya te has imaginado siendo madre. Algún día podrías cambiar de opinión.
—Es verdad que ya lo he imaginado pero no cambiaré de opinión. Luché por estar junto a ti y seguiré haciéndolo. Te agradezco mucho que me hayas confesado la verdad pero eso no altera mi corazón —Tomó su rostro con las manos—. Te amo tal cual eres, Thanatos.
Thanatos mordió sus labios, impidiendo no deshacerse por entero.
—No te merezco, Caria —dijo abrazándola, hundiéndose en su esencia y grabando cada parte de ese hermoso recuerdo.
Las lágrimas comenzaron a caer en los ojos de Caria y en cada una fue alejando las imágenes que le habían hecho sonreír por la mañana. No le dolía demasiado porque lo que en verdad quería era estar junto a él.
Lo amaba profundamente y no se ligraba imaginar una vida sin él.
Era lo único que quería.
***
Ralen llegó al departamento de Garena y golpeó la puerta. Garena hizo su corazón un puño ante el llamado, sólo había alguien que tocaba la puerta así en vez de usar el timbre. Se paró frente a la puerta, inhaló y exhaló varias veces. Volteó a ver a Creepy que estaba sentado encima del sofá, viéndola como si no la conociera. Garena enarcó una ceja y comenzó a abrir la puerta.
Ralen esperaba a ser invitado a pasar. Estaba tan calmado cuando llegó y nunca pensó que esa tranquilidad lo iba a abandonar en ese campo de batalla. De no ser por ese cabello azul, no habría estado tan seguro de quien era esa mujer que le abrió la puerta. Usando vestido de colores claros y sin tanto maquillaje. Estaba perdido. Pestañear era cosa del pasado.
Garena estuvo a punto de cerrarle la puerta en la cara por el agobio que estaba sintiendo. Que Ralen se le quedara mirando como animal en el zoológico, no le ayudaba nada.
—¡Oye! Deja de mirarme así, es una falta de respeto —Se cruzó de brazos. Sólo había buscado una excusa para no ser la primera en desboronarse.
Ralen corrigió su postura y levantó la mirada. Garena casi ríe por lo rojo que se puso pero ella no estaba tan alejada de esa reacción.
—Discúlpeme señorita, fui muy descortés. Disculpe mi grosería...
—Ya basta, está bien —Lo detuvo antes de que terminara de disculparse de diferentes maneras—. ¿Nos vamos?
—Sí...sí...
Garena vio que Ralen no se movía y que se esforzaba por no mirarle para no incomodarla de nuevo. Agradecía que no lo hubiera hecho.
—¿Qué esperamos? ¿Qué llegue la Navidad? Ya vámonos.
Ralen asintió y le cedió el paso a Garena. Al llegar a las escaleras, Ralen incluso se puso a su lado para ayudarla a bajar los escalones. Garena se había dado cuenta de sus intenciones y aceleró el andar por los nervios. Fue un verdadero milagro no haberse caído con esa increíble acrobacia.
***
Hécate llegaba a la biblioteca de nuevo. Ahí había encontrado a Caria la última vez gracias al anillo que seguramente llevaba consigo. Sin embargo, primero iría a hablar una ve más con Garena para dejarle las cosas en claro. Aún sentía resentimiento hacia ella.
Sonó la campanilla y buscó con la mirada a Garena. No estaba en el mostrador ni cerca de la entrada. Esperó unos momentos hasta que alguien apareciera. En vez de tratarse de Garena, una mujer ya mayor se acercaba a ella con una cordial sonrisa.
—Buon pomeriggio. ¿Puedo ayudarla?
—Busco a una chica que trabaja aquí. Se llama Garena.
—Oh, es mi nieta pero ella no ha venido a trabajar hoy.
<<Con que su abuela, ¿eh?>>, pensó Hécate al recordar que Garena le reclamaba por el collar de su "abuela".
Ahora había encontrado otra razón más para discutir.
—Ya que ella no se encuentra, entonces usted podrá explicarme ciertas cosas.
La mujer no se sobresaltó por la severidad en las palabras de Hécate, algo que le extrañó a Hécate.
—¿Qué ha hecho Garena? ¿La ha molestado?
—Vaya que sí —Hécate se quitó su collar y se lo enseñó a la mujer en la distancia—. ¿Quiere explicarme porque esa mentirosa dice que este collar le pertenece a usted y que a ella se lo regaló?
Hécate estaba preparada para una riña, gritos e incluso advertencias...pero la mujer no se alteró. Lucía tan calmada.
—Garena no le ha mentido. Ese collar es mío y yo se lo he regalado —sonrió delicadamente.
Hécate rechinó los dientes.
—Con razón esa irrespetuosa es así, usted le ha enseñado a mentir. No tengo idea de donde ha sacado este collar pero le informo que sólo hay uno en el mundo y es mío. Le exijo que me explique de dónde lo sacó.
—Fue un regalo de mi madre —comenzó a explicar sin verse perturbada por la agresividad de Hécate—, me lo dio antes de morir.
—Sí claro...—dijo Hécate incrédula y volcando los ojos—. ¿Y cómo se llamaba su madre? —preguntó con burla.
—Alice.
Hécate se quedó de piedra al escuchar como pronunció su nombre. El recuerdo de la imagen de su hija se dibujó en su mente con ferocidad. Inmediatamente, la ira y la ofensa la cegaban.
—¡¿Cómo te atreves a mentir así?! ¡Exijo la verdad o si no...!
—Le estoy contando la verdad. Mi madre se llamaba Alice y ella me dio ese collar una noche cuando unos sujetos la estaban persiguiendo por practicar brujería. La hirieron. Llegó a casa moribunda. Me dio el collar y me hizo desaparecer. No pude hacer nada por ella porque sólo era una niña sin experiencia. El único recuerdo que tengo de mi madre es su rostro grabado en mi memoria y ese collar.
Un dolor le caló en el pecho a Hécate. Conocía las causas de la muerte de Alice y eran tal cual las describió la mujer.
—Es una infamia. No te creo.
La mujer no podía protestarle nada porque la entendía. Hécate la desconocía pero ella sabía mucho.
—Sé que es difícil de asimilar y sobre todo, de aceptar. Sin embargo, mi madre me contó sobre usted. En ningún momento me negó información. Me contó que casi no la veía porque usted estaba más familiarizada en asuntos con los dioses que con los humanos, lo contrario a mi madre. Después de su muerte, crecí sola y me mantuve oculta usando la magia que mi madre me enseñó para protegerme, y así permanecí desde entonces. Practiqué la hechicería en secreto y le enseñé lo mismo a mi hija.
—¿Y lo mismo a tu nieta?
—No. Decidimos que Garena se mantuviera aislada de toda esa vida, sin embargo, no fue posible apartarla de ese mundo por completo. Sé que durante los últimos años ha desarrollado curiosidad por la brujería y que ha decidido usarla sólo por instinto.
Hécate se aferró a su bastón. La mujer no titubeaba ni apartaba la mirada de la suya. Si mentía, lo hacía muy bien. Por otro lado, entre más información le daba, más sentía aprehensión.
—¿Cómo sé que todo esto no es producto de la hechicería que has empleado para engañarme?
—Sería imposible. Usted sabría distinguir la brujería de la realidad. Lo que siente es escepticismo.
Hécate estaba en trance. Sólo una vez se sintió de esa manera tan vulnerable y fue cuando Alice murió. Cuando buscó obsesionadamente si su hija había tenido descendencia y había ocultado artilugios, se encontró en el mismo punto de partida.
¿Ahora debía aceptar el hilo de la descendencia?
—¿Cómo te llamas?
—Isine.
La mirada impenetrable de Hécate volvió a posarse en ella. Isine era el nombre que Alice le había puesto a un canario que cuidó hasta que se marchó.
Era imposible que supiera tanto.
Hécate dio unos pasos hacia atrás y desapareció de allí.
Isine suspiró aliviada y contenta de haber conocido a su abuela, la mujer de la que tanto le había hablado Alice. Hace días había sentido una presencia en la biblioteca que pronto había realizado un hechizo. Con grandes esperanzas, caminó deprisa para averiguar si la responsable de dicha hechicería era Hécate. Al llegar a la biblioteca, sólo vio a Garena con Caria.
Sintió desilusión de no encontrarla ahí a tiempo.
Ahora por fin la conoció y estaba segura que al pasar los días, Hécate aceptaría la verdad.
***
Garena llevó a Ralen a una cafetería, de esas que tenían mesas en el exterior con una gran sombrilla cubriendo los rayos del sol. Al estar varios días encerrada, no le apetecía estar dentro de un establecimiento. Se había sentido muy extraña cuando Ralen le arrimó la silla para que pudiera sentarse. Adaptarse a su personalidad tan educada era difícil.
Le habían llevado una malteada a cada uno. Ralen se le quedó mirando a la montaña de crema batida como buscando la forma de comerla. Garena lo vio intrigada, ya se lo imaginaba haciendo un espectáculo como cuando comió spaghetti.
Mientras lo miraba dándole una probada a la crema y sonreír porque le gustó, vio que no llevaba puesta la misma ropa que tenía cuando lo vio en la mañana.
Si bien no vestía como los hombres que conocía, tampoco era extraño. Le gustaba como se vestía. Si analizaba los colores que más usaba, se daba cuenta que su color favorito era el olivo.
<<Así que fue a cambiarse>>, pensó Garena sonriendo por dentro. Por ahora, Caria estaba teniendo razón en que Ralen no la había invitado sólo para sacarle información.
—Se siente tan bien haber salido. Me faltaba algo de aire fresco —comenzó una conversación amena.
Ralen la vio sonriendo.
—Fue su culpa, sino hubiera mentido habría salido como de costumbre, señorita.
—Muy gracioso, ¿vas a recordármelo cada vez que se presente la oportunidad?
—Podría ser —Ralen tomó con la cuchara un gran pedazo de crema batida y lo llevó a su boca. Sin querer, ensució sus labios y relamió el sobrante.
Garena lo observó casi embelesada. Cuando se dio cuenta de cómo estaba, se estremeció y apartó la mirada. Intentaba explicarse porqué se puso así.
¿Cómo un simple e inocente acción pudo haberle parecido atrayente?
<<¿Qué diablos te pasa, Garena? ¡Reacciona!>>, se exigió.
Tomó la pajilla con sus labios y bebió de golpe la malteada. Bebió tanto en un sorbo que el frío le caló en el cerebro. Se llevó las manos a la cabeza y se quejó. Ralen pestañeó al verla con ligero dolor.
—¿Está bien, señorita? ¿Qué le ha pasado?
—Está frío...bebí demasiado rápido —dijo esperando que el dolor se pasara—. Es porque tiene helado y leche fría.
Ralen vio la pajilla de su malteada y sorbió el contenido. Garena lo vio con el ceño fruncido. Pronto, Ralen también tuvo la misma reacción.
—Tiene razón, señorita. Esto se siente horrible —Sus gestos fueron más atenuantes que los de Garena. Ella no pudo evitar reírse de él.
Ralen contagiado por su risa, lo hizo también.
—¿Por qué lo hiciste? Viste como me puse.
—Quería que me compartiera de su dolor y averiguar si podía hacer algo para ayudarla.
Garena dejó de reír y lo vio conmovida por el gesto de consideración que Ralen demostraba. Se distrajo del hombre que tenía enfrente cuando escuchó varias risas burlonas a un lado.
Cuando vio de quienes se trataba, maldijo como nunca antes lo había hecho.
—No puedo ser, si es ella —comentaba una chica.
—¿Es la chica de la biblioteca? ¿La que siempre está de luto? —preguntaba otra.
Garena torció la boca tratando de ignorarlas.
—La que iba con nosotras en la Universidad...la misma que andaba con Flavio —Las risas volvieron a hacerse presentes.
El hombre que las acompañaba se burlaba con una mezcla de desagrado e ironía.
—No sé en qué andaba pensando. Definitivamente es lo más desagradable que he hecho.
Garena le dedicó una cruel mirada a Flavio, él seguía con una actitud cínica. Ralen se percató que algo no andaba bien por la incomodidad de Garena. Volteó a ver los de a lado y fue obvio que su atención estaba puesta en ella.
—Era lo mismo que iba a decir.
—Ahora mírenla, intentando ser normal. ¡Qué fiasco! —expresó Flavio con más brusquedad.
Garena respiró hondo, con unas ganas imperdibles de levantarse y tirarlo al suelo. Ralen puso una mano sobre su mano hecha puño que la calmó de un tajón. Lo observó largamente y él le sonrió. Se levantó enseguida y se acercó a la mesa.
—Buenas tardes, he escúchalo lo que han estado diciendo y les agradecería que guardaran sus penosos comentarios.
—¿Y tú quién te crees para decirnos lo que debemos hacer? —Flavio se puso a la defensiva—. No puedes venir aquí a decirnos lo que debemos hacer.
—Claro que sí puedo porque están ofendiendo a esta señorita.
—Ralen...—murmuró Garena con intenciones de irse.
Ralen permanecía tranquilo y era lo que más irritaba a Flavio.
—¿Señorita? Deberías conocerla bien antes de llamarla de esa manera. Es una arpía.
Los ojos ámbar de Ralen mostraron ira después de un buen rato de estar manteniendo la compostura. En una rápida y sorpresiva sublevación, Flavio terminó en el suelo con un dolor en el estómago.
—¡Flavio! —gritaron sus acompañantes.
Garena se levantó con ahínco y tomó del brazo a Ralen.
—¡Ralen, vámonos!
Haciéndole caso, se fueron de allí corriendo. Garena no se detuvo a contar cuantas calles habían recorrido pero se detuvo cuando ya no pudo más. Volteó a ver a Ralen y sintió envidia de no verlo sin aire. No estaba siquiera cansado.
—Señorita, fue una locura que corriera de esa manera con esos zapatos —dijo Ralen tranquilo de nuevo.
—¿Por qué...por qué le pegaste? No valía la pena...—dijo entrecortadamente. Le dolía el pecho por el agotamiento.
—Normalmente no hago eso. Soy cabal. Yo quise hablar con él diplomáticamente pero no me gustó que la ofendiera —Se llevó una mano a la cabeza y luego al cuello sin dejar de mirar el cielo—. ¿Qué diría mi madre si se enterara de esto? —preguntó para sí angustiado y apenado.
—Seguramente que ha criado un hijo violento —rio como pudo. Ralen se carcajeó por el comentario.
Garena se recargó en la pared. Los pies la estaban matando por la distancia que corrieron. Ralen se acercó a su lado.
—No quiero ser irrespetuoso pero, ¿de dónde conoce usted a esas personas?
—Era supuestos amigos de la Universidad...y él...—sintió un profundo coraje de nuevo. Maldecía por no poder defenderse como solía hacerlo—. Alguien que no vale la pena.
Ralen prestaba mucha atención. Analizó sus facciones empatizando con ellas.
—Tiene razón, cualquiera que se atreva a faltarle al respeto, no vale la pena. Es una lástima que no supiera valorarla —Garena alzó sus ojos negros hacia Ralen—. No haga caso de los comentarios despreciables de otras personas, son unos completos ignorantes.
Garena sonrió alegre por lo que escuchaba.
—¿Me lo dice quien ha golpeado a alguien recientemente?
—Eso tenía justificación —Se cruzó de brazos—. Me habría gustado conocerla antes para defenderla de ese cretino —Ella suspiró por la sinceridad de Ralen. Mentiría si dijera que lo que hizo y dijo Ralen no había cambiado nada en su interior—. ¿Quiere ir a sentarse? Debe seguir cansada.
Garena asintió sin ser capaz de pronunciar alguna otra palabra.
***
El calor era soportable pero el viento sofocante. Sin embargo, para como estaba su estado de humor, no era relevante.
Sentada sobre la arena con sus brazos rodeando sus rodillas, pensaba en lo que recién sucedió y cuanto le había molestado. Su sangre hervía por el coraje, la frustración y lo injusto que le resultaba.
Haber estado en ese lugar la había sanado y vuelto más fuerte. Al fin podía tener mayor control de sí misma. La felicidad ante su logró se vio extinta en tan poco tiempo que lo único que quería era irse de allí. Se sentía traicionada y burlada de nuevo por el destino.
Melínoe suspiraba con agitación. Luchaba por mantener sus emociones neutrales. Como razón para deslindarse de esos sentimientos, pensó en su vida cuando estaba en los Elíseos. Hizo una comparación de la Melínoe débil e infeliz con la de ahora.
¿Cómo pudo llegar a pensar que nada iba a lastimarla de nuevo?
¿Cómo algo tan simple y que tanto se negó a creer, podría hacer que resurgiera su profundo resentimiento?
Alzó la mirada y puso su mano por encima de sus cejas para que el Sol no le lastimara.
En los últimos días se había enterado también que la estaban buscando, que Caria había viajado a la Tierra para encontrarla y regresar a los Elíseos. Que se encargó de que nadie se percatara de su ausencia.
Sabía dónde estaba su hermana y no había querido ir con ella...hasta ese día. Pero no iría por su propia cuenta, rompería la barrera que puso para que nadie la rastreara.
Ya no existía razón para quedarse ahí pero sí muchas para regresar.
Su interior le gritaba de nuevo, pero era tan lejano que apenas podía distinguir lo que decía. Melínoe apretó sus brazos tratando de contenerse.
Si el destino no era justo con ella, entonces, buscaría su propia justicia sanando lo que tanto le lastimaba.
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¡¡Por los dioses!!
¡Este capítulo tuvo de todo!
Antes que nada, sé que muchas se habrán quedado impactadas con la confesión de Thanatos. Gracias a @Melanie_Girl_18 quien me otorgo información hace tiempo y lo que pude indagar en una pequeña fuente de un libro de mitos griegos, indican que la muerte efectivamente es infértil, por lo tanto Thanatos también...SIN EMBARGO, y quiero aclarar, que esto no necesariamente va a ser igual en esta historia (dependerá de sus opiniones al respecto y así poder acomodar esta situación) Así que mucha calma :)
¿Qué opinas al respecto?
NOTA: He leído todos y cada uno de sus comentarios con respecto al posible embarazo de Caria y fueron los únicos que no respondí para no dar spoiler de este capítulo, pero ya voy a responderlos :)
Ahora bien, como dije antes, este capítulo tuvo de todo.
Hades está misterioso y no deja ninguna pista de porqué está así, ¿Qué crees tú que sea?
Hécate al fin se enteró de su descendencia, ¿quién diría que terminaría siendo tatarabuela de Garena?
Ralen es un encanto, ¿apoco no? ¿Garena caerá pronto ante sus inocentes encantos?
Y para finalizar....¡¡Melínoe está de regresó en la historia!!
¿Qué tanto habrá hecho desde que desapareció de los Elíseos?
Aquí debo mencionar que estoy actualizando la historia de "Memorias en la Oscuridad" que cuenta los hechos ocurridos de "Siempre has sido tú" pero desde la versión de Melínoe, es decir, todo lo que hizo mientras no aparecía.
Apenas voy en el primer capítulo pero aún así, podemos comentar las suposiciones sobre qué pasó con ella.
Y por cierto, ¿qué creen que le pasó para que su resentimiento resurgiera?
Esto se va a poner interesante!!! Ya espero con ansias sus comentarios!! :)
Creo que eso es todo por hoy, estaré atenta a su dudas y opiniones....
Les dejo unos "memazos" que hice la semana pasada y que publiqué en mi página de Facebook:
Jajajaja xD
Espero les haya gustado el capítulo y nos leemos muy pronto!!!
Cuidense y abrazos!!!
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