Capítulo 21

Horas antes

Amilette encaminaba a Lirio a una habitación solitaria donde nadie estaba pasando por allí cerca. Amilette cruzó los brazos y vio a la chica con reclamo.

—¿Lirio? ¿En serio? Así no iba a sospechar nada —Lirio resopló y bajó la mirada.

—No se dio cuenta. Tú lo viste...aunque me habría gustado que lo hiciera.

—Tú fuiste la de la idea de los disfraces.

—Y sabes por qué te lo pedí. Mi madre no puede saber que estoy aquí en esta temporada. Aún faltan algunos días para que yo regrese con ella.

—Lo sé...—suspiró comprendiéndola—. ¿Pudiste hablar con Caria?

—Sí...—afirmó con melancolía y reproche—. ¿Cómo pude haberlas descuidado tanto? Mis dos hijas han sufrido sin que lo yo lo sepa. La admiración hacia Thanatos se transformó en amor desde hace algunos años. Caria ha cometido errores por seguir el instinto de su corazón más que por los consejos que yo llegué a darle —cubrió el rostro con sus manos.

—Wow, espera un momento...—Hécate puso sus manos al frente, tratando de entender a Perséfone. Deshizo la apariencia falsa que poseían volviendo a la normalidad—. ¿Tú ya sabías lo que Caria sentía por Thanatos?

Los brillantes ojos azules de Perséfone se mostraron blandos.

—Sí. Lo sabía. También me di cuenta que Thanatos cambió sus sentimientos hacia mi hija.

—¿Qué? Pero...¿cómo? —Estaba muy sorprendida de lo que escuchaba.

Perséfone comenzó a recordar lo que sucedió justo después de que Hades desterrara a Thanatos. Todo había sido una coincidencia:

"El Inframundo se encontraba tenso al igual que los Elíseos. La partida forzosa de Thanatos dejó cierto malestar en algunos, ya sea para bien o para mal. Hades estaba tan enfadado que era mejor no molestarlo. Incluso se dedicó al trabajo con mayor veracidad y diplomacia.

Al regresar al Inframundo, Perséfone se enteró de la mala relación que llevaba Macaria con Hades y la tristeza que se albergaba en el corazón de su hija. Se le partía el alma de verla así porque ya sabía cómo se sentía estar de ese lado. Había encontrado mil razones para hablar con Caria y ayudar a disuadir su dolor, sin embargo no sabría cómo reaccionaría. Caria era tan parecida a Hades, tan necia y orgullosa cuando un sentimiento la dominaba. Seguramente, si Perséfone le decía que ya estaba enterada de su amor hacia Thanatos y que no le molestaba en absoluto, iría a buscarlo sin medir las consecuencias.

Perséfone dejó solo a Hades después de tener una ligera discusión. La diosa trató de hacerlo entender que Thanatos no era el culpable directo de la mala decisión que tomaron sus hijas al ir a la Tierra sin tener un dominio exacto de sus poderes. Falló al hacerlo y prefirió irse de la habitación para que se le enfriara la cabeza. Mientras, iría a dar una vuelta por el castillo para pensar y encontrar la manera de hacer que su esposo entendiera que estaba exagerando.

Para que Thanatos pudiera regresar.

Llegó al despacho de Hypnos y Thanatos. Estaba vacío. Era el día en que Hypnos iba a los Elíseos a darle clases a Melínoe, así que entró. Era complicado no imaginarse a ninguno de los gemelos trabajando como siempre. Miró hacia el lugar de Thanatos.

¿Qué sería del dios ahora mismo?

Perséfone se acercó al escritorio y a un canal de libros apilados y acomodados en un librero. Se endulzó su corazón al ver que ahí estaba el libro de Hades; el cuervo y la Luna.

¿Qué hacía ahí, justo entre las cosas de Thanatos?

No lo entendía.

Tomó el libro y cayó una cajita al suelo. Curiosa, se agachó y la tomó. La abrió y vio un hermoso collar rosado además de una pequeña nota expresada indirectamente:

Ojalá supieras lo mucho que te quiero.

Sólo eso. No había destinatario pero sabía quién lo había escrito. Había estado tan familiarizada con los informes de Thanatos que era imposible no reconocer la letra. Perséfone alzó la mirada de la nota y analizó la situación. Desde que conoció a Thanatos, mostraba una actitud tan segura y burlona que rozaba con la arrogancia. Además, aunque nadie se metía en su vida íntima, tampoco era mucha sorpresa que admiraba a una que otra ninfa.

Eso y los rumores que existían sobre él poniendo en tela de juicio su lealtad hacia Hades, Perséfone jamás lo creyó un mal sujeto. Mucho menos cuando notó que su actitud iba cambiando y reservándose más. Evadía a las ninfas y sólo se enfocaba en su trabajo. En alguna conversación con Hypnos, él le afirmó que Thanatos estaba diferente y que muchas veces lo veía absorto en sus pensamientos. Melancólico y resignado.

No sólo él. Antes, había visto a Caria más alegre unos días que otros. Especialmente los días en que Thanatos iba a los Elíseos. Su motivación era muy percibible pero interpretada objetivamente. Durante años fue así y nadie se interesaba en analizarla subjetivamente. Sólo Perséfone.

Abrió su boca con sorpresa al encajar las piezas. Estrechó contra sí esa cajita y el libro, saliendo de allí con cuidado. Dejar esos objetos en ese lugar, era demasiado peligroso. No quería ni imaginarse si alguien más los hubiera encontrado.

Entonces, Thanatos..."

Perséfone veía lo irónico de los hechos hasta ahora. No quiso tocar con Caria el tema de sus sentimientos hacia Thanatos para evitar que actuara emocionalmente y aun así, eso fue lo que pasó. No sólo eso, las cosas estaban poniéndose peor.

Le explicó las cosas a Hécate y ésta casi cae de espaldas. Y pensar que creyó que Perséfone se infartaría al saberlo.

—Después de eso, quise hablar con Thanatos pero fue imposible. Al estar en la Tierra, mi madre no se aleja de mí y en el Inframundo estoy con Hades. Cuando me contaste lo que Caria hizo, vi la oportunidad de hablar con él...lo que no pensé fue que mi hija y esa chica se encontrarían con él.

—Y tanto que lo estuvimos siguiendo...¿Sabes qué es lo raro? Que se suponía ellas estaban en una biblioteca y se encontraron con Thanatos muy fácilmente, como si alguien le hubiera dicho dónde estaba.

—Ahora que tocas el tema, ¿de dónde conoces a esa chica que acompañaba a Caria? ¿Y por qué irritaste su piel de esa manera? No me pareció ser mala chica —Hécate hizo un mohín.

—No la conoces. Es una bruja que cree que lo sabe todo. No tiene respeto por los demás y se burla.

Perséfone la escuchaba y la veía cómo se entumía del coraje. Sonrió ante la descripción.

—A mí se me figuraba mucho a ti.

—¿Perdón? —preguntó ofendida—. ¿En qué me puedo yo parecer a esa ingrata?

—En sus reacciones, la forma de vestir...y no sé decírtelo con exactitud pero, también se me figuró mucho a Alice por sus aires rebeldes —Hécate alzó las cejas ante la comparación incierta de Garena con su hija Alice—. ¿Alice no tuvo descendencia?

Y ahí iba de nuevo la misma ocurrencia que escuchó de Circe cuando le dio el collar. Su collar.

—No y sé que no quiero escuchar esto de nuevo. He buscado a Alice durante siglos y no la encontré ni a ella ni a su esencia. Ella murió.

—Considera que puede ser una posibilidad. Me contaste lo de tu collar y cómo ella te lo peleaba diciendo que era de su abuela. Podría ser más que una coincidencia.

—¡Que no! Ya me habría dado cuenta —Se exaltó por un momento de frustración.

—No necesitas enojarte, no hablaré de esto de nuevo si tú no lo deseas —dijo Perséfone tranquilizándola—. Debemos irnos.

—¿No ibas a hablar con Thanatos y otra vez con Caria?

—No nos da tiempo. Hades podría estarme buscando. Lo mejor será regresar. Habrá otra oportunidad en otro momento...ojalá no sea demasiado tarde.

***

Caria fue abriendo sus ojos lentamente, encontrándose con la mejor vista que nunca antes había tenido. A su lado yacía Thanatos, completamente dormido. Se veía realmente plácido y perdido. Debía estar encantado de poder dormir después de noches de insomnio y días largos. Caria se acomodó sin moverse demasiado. Recapitulaba cada maravilloso momento de la noche. Había sido suya y él suyo. Despertaron varias veces en la noche para entregarse de nuevo a lo que nunca creyeron posible.

No quería ni levantarse.

Desconocía el tiempo y no quería saberlo ahora. Los minutos y los segundos eran infinitos.

Y así quería estar.

El timbre de la puerta sonó. Caria se espantó por no esperar ningún ruido. Observó a Thanatos por algunos segundos más, hizo ligeras reacciones en su rostro pero no logró despertar. Caria se deslizó por la cama hasta ponerse de pie. Se puso una sudadera de Thanatos que encontró y fue a ver quién era quien tocaba.

Era Garena.

La chica sonrió con normalidad hasta que vio a Caria usando una sudadera que le quedaba grande y parecía ser lo único que llevaba puesto. Era de imaginarse lo que había pasado entre los dos.

—Oh, lamento interrumpir. Debiste haberme avisado que iban a estar ocupados y así habría dejado una nota bajo la puerta.

Caria estaba que humeaba de pena.

—Yo...no...es que...

—Cálmate, ya esperaba que algo así pasara —ensanchó su sonrisa—, sólo espero que no se hayan arrepentido de ir a la sesión porque mira que he estado esperando este momento con impaciencia y no quiero estar sola —Garena no se mostró asombrada por su propio comentario. Había olvidado la última vez que decía que "no quería estar sola". Caria se centró en el cabello de Garena antes de responder a su réplica. La chica se percató de su distracción—. ¿Se ve mal?

—No, no. Me había acostumbrado al color lila. Es todo —sonrió.

—Yo ya quería algo distinto, hace tiempo que no me lo pinto de este color —dijo mirando un mechón de su cabello—. En fin, no vine a hablar de mi cabello. Avísenme si van a ir para esperarlos o si se van a seguir conociendo íntimamente para mejor irme ya.

Caria cubrió su boca con una mano. La vergüenza la hizo casi gritar. Garena se carcajeó.

—Deja de ponerte así que ya no tiene sentido. Si te pones como tomate cada vez que escuchas algo así, no quiero ni imaginarme como te pusiste cuando estabas con él —arrugó la nariz.

—¡Garena!

Garena se carcajeó aún más y se fue de allí. Caria se recargó en la puerta y tocó sus mejillas; estaban calientes. Ya se imaginaba su rostro. Fue de nuevo a la habitación haciéndose hacia atrás enseguida al ver a Thanatos despierto pero somnoliento. Asomó la cabeza y quedó estancada, viéndolo sentado sobre la cama con el torso desnudo...con todos los músculos que ella ya había tocado y besado.

—¿Buscaba algo? —preguntó Thanatos con esa voz ronca que le debilitaban las rodillas. Caria no podía responderle. Estaba hechizada bajo sus movimientos inocentes y envolventes como pasar su mano por sus cabellos como si eso le hiciera despertar mejor. Las platinadas órbitas de Thanatos se mostraron turbadas al notar que era su centro de atención pero no expresaba ninguna palabra—. ¿Caria?

—Eh, sí...¡No! No buscaba nada —Se contradijo y pasó sus cabellos por detrás de las orejas—. Quería saber si íbamos a ir con ella a la sesión.

Thanatos echó un vistazo a un reloj que estaba cerca.

—Faltan casi dos horas —dijo casi molesto de que lo haya despertado con su brote de risas incontenibles. Volvió a mirar a Caria porque no se movía de ahí, ocultando la mitad de su cuerpo con la pared—. ¿Quieres irte ya o quieres acostarte conmigo otro rato más?

La respuesta no estaba a discusión. Su corazón emocionado le hizo sonreír lo más grande que pudo. Se apartó de la pared y corrió hacia la cama. Dio un brinco contra Thanatos cayendo sobre de él. La acelerada reacción de Caria lo hizo reír. La abrazó encantado a pesar de haberse quedado sin aire.

—¿Te lastimé? —preguntó Caria alzando su rostro.

—No. Me gustó que lo hicieras, aunque no me lo esperaba.

—Es que estoy feliz —recobró su sonrisa—. Tú me haces feliz.

Thanatos sonrió de lado y sus ojos brillaron más por la sincera confesión.

—Dime que no estoy soñando —Acarició las mejillas de Caria.

—Si sientes lo mismo que yo, quizás estemos soñando lo mismo y no queramos despertar —bromeó.

Thanatos sonrió y acercó su rostro, besando con sutiles movimientos sus labios.

—Siento lo mismo —suspiró hondo volviendo a abrazarla. Al poco rato, se quejó con tedio—. No quiero ir...—resopló difuso—, pero si no vamos y Garena sí, podría presentarse un conflicto si Ralen llega.

—Sí...y no tengo idea de cuando piense volver —dijo manteniendo paciencia. Se hizo a un lado y se cubrió con la sábana. Thanatos notó mejor que ella llevaba puesta una de sus sudaderas—. Perdón, fue lo más rápido que encontré para ponerme.

—No te preocupes, todo lo que es mío también es tuyo...aunque, creo que te queda grande —Caria asintió riendo. Thanatos degradó su sonrisa entre más veía a Caria. Le tomó de la mano, apretándola con aprehensión—. ¿Cómo te sientes?

—Bien...feliz, ya te lo he dicho —dijo insólita—. No estarás refiriéndote a que si me he arrepentido de algo, ¿no?

Thanatos permaneció en silencio sin dejar de mirarla, como si quisiera encontrar algo.

—Si así fuera, ¿Qué respondes?

—Que no y que tú deberías dejar de preocuparte demasiado —rodeó su cuello con sus brazos—. ¿Qué te parece si el día de hoy nos divertimos como en el festival? Olvidémonos de lo que nos agobia, ¿no te parece?

Empezaba a tomar muy en serio el consejo que Eros le había dado esa vez. Desde que lo seguía al pie de la letra, las cosas mejoraban entre Thanatos y ella.

—Estás demasiado efusiva hoy —rio intentando dejar sus miedos ocultos—.

¿Al fin pudiste dormir? —Thanatos asintió. Estaba mucho más solemne.

Esperaba que su sueño haya sido demasiado profundo como para no soñar nada, ni para que su mente recordara la encantadora experiencia.

—Tampoco es que haya dormido demasiado —dijo con normalidad. Entró en razón del alto impacto de su cándido comentario al ver que Caria cubría su rostro entre las sábanas. Thanatos le quitó la sábana de la cara y poniéndose arriba de ella sin tocarla demasiado—. ¿Sabías que me gusta que te pongas colorada? —Le besó las mejillas.

—A mí no tanto. Deja en evidencia mi...pudor —reconoció. Thanatos enarcó una ceja.

—¿Has hablado con alguien sobre ese tipo de temas y se han burlado sobre eso?

<<Si supieras>>, pensó. A Caria se le venían a la mente ciertos nombres que la dejaban al descubierto al hablarle bien tranquilos y divertidos sobre sus asuntos íntimos. Pero era mejor no confesarle la verdad por completo. No tenía idea de cómo reaccionaría con ellos. Con lo reservado que era, quizás se molestaría.

—Siempre me pongo así cuando me avergüenzo...y la gran mayoría, ha sido por ti.

Thanatos se enterneció aún más. La besó con el mismo estupor que sentía su corazón ante la felicidad que tenía enfrente.

Más tarde

Las sesiones habían terminado finalmente pero no el día. La tarde era soleada, digna de aprovecharla en la piscina. Era enorme, por lo que se podía nadar bien aun si había muchos inquilinos del hotel disfrutando de sus beneficios.

Garena era quien más euforia evocaba entre más se acercaban a la piscina, por momentos parecía tratarse de una niña emocionada con su primer juguete. A orillas de la piscina, analizó que lugar era mejor para nadar. Se quitó la toalla y la puso en una de las sillas de sol. Volteó a ver a Caria y Thanatos, lucían cómodos, felices y unidos por lo que debía afirmar que hacía un mal tercio. Alzó los hombros y dio un salto hacia el agua.

—Garena se lo está tomando muy en serio —dijo Thanatos bromeando al verla sonriente. Si no estaba equivocado, desde que la conoce, era la primera vez que la veía sonriente. No sarcástica, sino feliz.

—Me alegro por ella. Ayer estaba muy enojada.

Caria se sentó en la silla observando a Garena y a otros más que nadaban en problema alguno. Se sentía fuera de lugar. Algunas veces, cuando iba de visita al Olimpo con sus padres, veía una piscina pero nunca vio a nadie disfrutarla como lo hacían los humanos. Ni siquiera ella. Era normal sentirse cohibida.

—¿No vas a entrar? —Thanatos la trajo de vuelta a la realidad.

—No sé nadar, prefiero quedarme aquí.

Thanatos la miró largamente.

—Esa no era la idea que tenías en un principio.

—No pensé que fuera tan honda.

—Eso no lo sabes aún...

Garena sacó la cabeza del agua mientras movía sus piernas y sus brazos dentro del agua.

—¡Está hondísima! —exclamó para sí misma.

Caria alzó sus cejas indicándole a Thanatos que tenía razón con su suposición. Thanatos suspiró hondo. Pasó su playera por encima de la cabeza.

—Entra conmigo y te enseñaré a nadar —Le propuso. Caria pestañeó varias veces teniendo el impulso de negarse enseguida. No obstante, Thanatos le extendió su mano para reforzar la invitación.

Caria tragó saliva al mismo tiempo que se levantaba y quitaba la toalla con cierta cobardía. Aún no tenía la confianza suficiente en sí misma como para mostrarse tan equilibrada con poca ropa frente a Thanatos. Casi la hacía retractarse cuando se le quedó mirando. Parecían ser largos los segundos. Thanatos apartó la mirada, sonrojado y Caria le dio su mano. Ambos se encaminaron y entraron poco a poco en la piscina. Era inminente la frescura que sintió su cuerpo ante el contacto con el agua. Cuando el agua le llegó a la cintura, se recogió el cabello en un chongo atándolo con uno de sus mechones. Siguió sumergiéndose hasta que sintió que podría hundirse. Retrocedió. Thanatos la tomó de los brazos.

—Me voy a ahogar —Casi exclamaba con seguridad. Thanatos rio.

—No te vas a ahogar. Estás conmigo y es algo que no permitiré. Y no está tan hondo.

Caria por poco ríe con sarcasmo. Para él era fácil decirlo porque el agua apenas le llegaba a la altura del torso.

Caria miró a los demás para observar de nuevo cómo nadaban y quiso hacer lo mismo. Intentó patalear pero eso la hizo perder el equilibrio. Su cara se sumergió en el agua por un corto segundo. Se puso de nuevo de pie con ayuda de Thanatos. Caria se quitaba el agua de la cara y escuchó que Thanatos reía por lo que pasó.

Claro, porque sabía que no le había pasado nada.

Caria lo vio riéndose también y mojándolo con manoteos.

—Si sigues burlándote de mí, no dejaré de mojarte —advirtió Caria a broma ligera.

—Te anticipaste. Debiste esperar a que yo te dijera que patalearas —explicó después de reír. Sentía como Caria se había aferrado a sus brazos. Se esforzó para que le soltara—. Suéltame un momento.

—¡Me voy a ahogar!

—No. Confía en mí —Caria le hizo caso no muy convencida. Thanatos la tomó de ambas manos y las puso sobre sus hombros—. Agárrate de mí. No vas a ahogarte —La tomó de la cintura—. Ahora sí, intenta nadar.

A unos cuantos metros, Olive los observaba con cierta envidia pues de un momento a otro, Caria había sido admirada por algunos que vieron las fotos que Luisa tomó por orden de Amilette. Encima, estaba con el hombre que alguna vez había admirado. Todo esto sin ser ni siquiera modelo. A ella le había costado mucho trabajo conseguir alguna sesión.

—Es fastidiosa —comentó una chica que se ponía bloqueador solar.

Olive torció la boca.

—Ya veremos hasta dónde llega su suerte —dijo con desagrado.

Garena logró escucharlas al estar muy cerca de ahí. Estaban tan enfocadas en echar pestes que no notaron su presencia.

<<Ya veremos hasta dónde llega tú suerte>>, pensó Garena. Cerró los ojos un momento, memorizando y diciendo en voz muy baja el conjuro que estudió por la noche.

Esperó algunos segundos para asegurarse que había funcionado. Ni siquiera iba a mirar a Olive, bastaba con escuchar sus gritos. Sin embargo, no pasó nada. Suspiró resignada y a punto de frustrarse por desperdiciar su tiempo en algo que ya sabía que no iba a ocurrir. Aunque, basándose en lo que Caria le dijo de su anillo, no era muy seguro el resultado.

Nadó hacia donde estaban Thanatos y Caria.

—¿A dónde se fue tu felicidad? —preguntó Thanatos al verla apagada. Garena no quiso contestarle y aunque hubiera sido así, habría sido interrumpida.

—¡Olive! ¿Qué te ocurre? —preguntó en voz muy alta una chica.

Olive comenzó a gritar cuando empezó a sentir algo en su cara. Al inspeccionarla con sus manos, sintió abultamientos en su piel. Más se espantó cuando sus compañeras la vieron con terror y confusión. Olive salió corriendo, seguida por quienes querían asegurarse si estaba bien.

—¿Qué le pasó? —preguntó Caria mientras veía cómo corría y gritaba.

Garena frunció el ceño y luego lo alisó con cierta sonrisa en su rostro.

Había funcionado lo que hizo. Estaba estupefacta.

Thanatos la analizó; supo casi inmediatamente que Garena fue la causante.

—Sería mejor que...fuera por una soda —dijo Garena queriendo disimular su sonrisa mientras salía de la piscina.

Sabía que lo que hizo no estaba bien pero también estaba consciente que Olive necesitaba un merecido. Por lo menos un rato.

Escurrió su cabello sin dejar de pensar en lo divertido que había sido hacer un conjuro chiquito. Lamentó no haberlos hecho cuando iba en la Universidad.

Observó de reojo que alguien se acercaba y se detenía bruscamente. Volteó a verlo por mero reflejo y también se inmutó.

<<No puede ser>>, pensó Garena. Miró un poco de lado para ver a Thanatos y Caria, ellos ni siquiera estaban al tanto de quien había llegado.

—¡Ralen! —exclamó llamando la atención de los demás.

Caria casi vuelve a sumergirse por descuido al asustarse. Thanatos sujetó a Caria y vio a Ralen cerca. Se pegó hacia la orilla de la piscina para esconderse lo más que se podía. Caria hizo lo mismo además de cuidarse de no resbalar.

Ralen tenía los ojos como plato sin mencionar lo rojo que estaba de la vergüenza.

—¡Señorita! —exclamó en un tiempo interminable. Se acercó a una de las sillas, tomó una toalla y cubrió a Garena con ella. Todo esto, en menos de dos segundos. Garena no se percató de sus rápidos movimientos—. ¿Qué hace vestida así? Se va a resfriar.

Garena casi lo saca de su absurdo y dramático error. Apenas lo veía y ya quería estrellar su mano contra su frente. Por otro lado, tal vez lo dijo como excusa pues no estaba a discusión que Ralen su puso nervioso al verla en traje de baño.

—¿Qué haces aquí y cómo llegaste? —cuestionó con exigencia.

Ralen intentó no mirarla a la cara. Sacó una nota de su bolsillo y se lo mostró, desconcertante.

—Pensé que usted había escrito esto.

Garena leyó la nota sin entender la mayoría. Era griego y verlo hasta le causaba escalofríos. Miró a Ralen con la frente arrugada.

—¿Me ves cara de saber griego? —Agitó la nota en el aire cerca de su rostro—. Quizás fue Caria —Lo cual no se explicaba por qué lo hizo y cómo es que Caria memorizo las indicaciones.

—Tiene razón, no se moleste conmigo, señorita —pidió pasando una mano detrás de la cabeza—. Por cierto, ¿dónde está Caria?

—Ah, ella...la dejé en la habitación —Se le ocurrió de repente—. Yo quería nadar y ella no, así que se quedó viendo la televisión.

—¿Podría llevarme con ella? —Ralen preguntó y volteó hacia la piscina —Garena sintió frío en todo su cuerpo. Su mente trabajó en una solución rápida. Fingió tener un dolor de cabeza. Inmediatamente se llevó la atención de Ralen—. ¿Está bien, señorita?

Garena se tambaleaba para mejorar su debida actuación.

—Siento que me desmayo...tal vez necesito comer algo —dijo con intención de ir al restaurante pero Ralen actuó mucho más rápido. La tomó entre sus brazos y se la llevó a pasos acelerados.

Thanatos y Caria alzaron la cabeza asegurándose de que ambos se habían alejado. Caria puso una mano sobre su frente.

—¿Y ahora qué hacemos? No entiendo qué hace Ralen aquí.

—¿Tú no dejaste esa nota? —preguntó con impaciencia.

—Por supuesto que no —Y no se explica quién pudo haberla hecho.

Thanatos opacó sus emociones. Con la llegada de Ralen, estaba claro que había que mantener distancia de nuevo. Tuvo el presentimiento de que su llegada implicaba llevarse a Caria definitivamente. Sintió frío por la suposición.

—Deberías adelantarte también. Si no te ve en la habitación va a alterarse.

No quería marcharse pero era lo más sensato. Caria rogaba en su interior que Ralen no empeorara las cosas ahora.

***

Garena siguió fingiendo su dolor de cabeza hasta que vio que no iban rumbo al restaurante sino por las escaleras.

—¿A dónde me llevas?

—A su habitación, ¿podría indicarme por dónde es?

—Pero yo...te dije que tenía hambre. Llévame al restaurante —dijo con voz más recia.

—La llevaré a su habitación y me aseguraré de que esté bien. ¿Podría decirme dónde está su habitación? —repitió.

Garena no desprendió mirada de él. Ya se había dado cuenta que era necio y que era una pérdida de tiempo hacerlo cambiar de opinión, al menos cuando no estaba tan insistente como en esos momentos. De mala gana, le indicó donde estaba la habitación. Ralen le hizo caso y en pocos minutos ya estaban ahí. Abrió la puerta y fue directo a recostarla sobre la cama y cubrirla con las cobijas. Inmediatamente, Garena las apartó.

—No tengo frío —Se cruzó de brazos. Ralen notó que estaba molesta con él. Fue al baño y humedeció con agua fría una toalla la cual le puso en la frente a Garena. Juraba que lo alejaría de un manotazo pero sólo recibió de ella una mirada dura.

—Señorita, no se enfade conmigo. Intento hacer que se sienta mejor —Volvió a cubrirla con la cobija.

Garena suspiró desgastada ante la ironía de Ralen. Ahora en verdad que le estaba dando un dolor de cabeza.

—Yo quería comer. Yo te pedí que me llevaras al restaurante —Y no se iba a cansar de decirlo.

—Primero debía asegurarme de ponerla cómoda y tratar de calmar su dolor con una comprensa. Existía la posibilidad de que su malestar no fuera por hambre, señorita —dijo muy calmado.

—Claro...tengo curiosidad por saber si además de guardián eres enfermero —Estaba siendo sarcástica y provocó una risa en Ralen.

—No lo soy pero tengo conocimientos de cosas sencillas como estas. Teniendo un cargo como el mío, es necesario. Nunca se sabe cuándo estaremos en una revuelta y terminemos heridos. No he sido lastimado gravemente y como podrá entender, esto me ayuda a mí y a otros.

Y ahí estaba de nuevo Ralen dando explicaciones. Garena ladeó la comisura de sus labios.

—¿Es tu deber o forma parte de un interés propio?

—Ambas pero fue más por decisión propia ante un evento trágico en el que no pude hacer mucho —Su voz evocaba culpa—. No pasó a mayores y logró recomponerse pero yo no me lo perdoné. Quedarme sin hacer nada fue lo peor que pude hacer, ¿sabe?

Garena por primera vez quiso saber más al respecto pues Ralen le transmitió su arrepentimiento.

—¿De quién se trataba? —Ralen la miró con esos ojos amielados.

—De Caria —respondió. Garena alzó sus cejas con sorpresa, no se lo había imaginado—. Fue hace años y es algo que ella no recuerda bien pero desde entonces, supe que mi deber era evitar que algo la lastimara a ella o a Melínoe. No me molestó que me dieran ese cargo casi de inmediato. Estoy consciente que a ambas les molesta como soy y desgraciadamente no puedo cambiarlo. Les tengo mucho aprecio y no quiero verlas heridas.

—¿Se los has explicado debidamente?

—No.

—No lo sabrán nunca si no se los dices.

Garena se sintió conmovida por su confesión, era casi seguro que ni Caria ni u hermana lo vieran de esa manera. Sin embargo, también comprendía a Caria porque Ralen se mostraba pesado cuando se trataba de proteger a alguien. Ralen le dedicó una sonrisa que le removió algo en el pecho. Él tomó su mano y le checó el pulso con los dedos. Enseguida tanteó la toalla de su frente comprobando la temperatura.

—Sus signos vitales están bien...parece ser que sí tiene hambre —siguió sonriendo—. ¿Quiere que le traiga algo?

—Te tomas muy en serio el puesto de protector, ¿eh?

—Cuando alguien me importa, sí.

Garena se estremeció y se acomodó sobre la cama evitando que él pudiera darse cuenta del impacto que sus palabras habían provocado.

—Ehm, supongo que lo dejaré a tu criterio. Veamos que tanto has aprendido de mis gustos estos días y si compensa mi sesión de spa —Le costó trabajo mantenerse en aplomo.

—¿Sesión de spa? —Se tornó confundido.

—Sí. Iban a hacerme un masaje relajante. Tal vez vaya después de comer algo —Quería creérselo ella misma—. Mis opciones eran nadar, comer y relajarme pero como me has traído aquí por...mi dolor de cabeza, tendré que esperar a ver qué sucede primero.

—Me disculpo, señorita. No estaba al tanto. Hice lo que consideré conveniente. Le traeré su comida y luego podrá ir a sus masajes.

—Suena muy bien. Me dijeron que para pedir comida gratis debía decir el número de la habitación. Así que no lo olvides...pide un montón de comida porque tengo muchísima hambre. Que no se te olvide —repitió a base de recalcos.

Ralen rio antes de salir de la habitación en busca de algo de comer. Caria lo vio alejarse por las escaleras contrarias y entró al cuarto sin demora. Vio a Garena recostada con la toalla sobre la frente y pensó que algo le había pasado.

—¿Estás bien? —Se acercó a Garena.

—Sí, sólo actúo un poco para que no los descubran. ¿Y Thanatos?

—Fue a su habitación. ¿Ralen a dónde fue?

—Por comida.

—¿Estaba enfadado?

—No lo parecía. No ha preguntado más por ti, por ahora.

—Menos mal —Se calmó y se sentó sobre la cama—. Podría ser un indicio positivo.

Las dos se quedaron en silencio mirando hacia la nada.

Garena apenas estaba sintiendo paz en su corazón. Lo que le dijo Ralen, por muy seguro que se escuchara, estaba consciente que eran palabras superficiales y sólo actuaba así por su personalidad, pero la hicieron sentirse bien. Sentir que alguien se preocupaba por ella, le alimentaba el interior.

Suponía que no estaba mal sentirse así más seguido a través de mentirillas pequeñas, ¿o sí?

—Se me ha ocurrido que yo puedo distraer a Ralen por momentos mientras tú te encuentras con Thanatos. Esto ya lo habíamos acordado pero al menos se me están ocurriendo varias ideas. Esto si decide quedarse más tiempo.

—¿Qué ideas? —Se mostró curiosa.

—Bueno, fingí tener un dolor de cabeza y me creyó. Podría inventar varias excusas para distraerlo pero por favor, que no sea todo el día porque las ideas se agotan y el podría sospechar.

Caria se emocionó con la idea.

—Te lo agradecería mucho, Garena. Hablar con Ralen es ameno a pesar de nuestras discusiones. Después de todo, es mi amigo. Sé que se llevarán bien, sólo intenta ser paciente con él.

—Sí claro...me esforzaré por no estresarme —bromeó.

Caria fue a darse una ducha rápida y se cambió antes de que llegara Ralen. Estaba nerviosa por si tenía que enfrentarlo.

—Espero que esto funcione, ¿crees que sea así?

—Ya lo descubriremos. Quédate y sígueme la corriente.

Ralen entró a la habitación con un paquete de comida entre sus manos. Vio a Caria y sonrió apagado. Caria frunció el ceño. Su reacción la desconcertó pues si no se equivocaba, él parecía decepcionado o arrepentido pero, ¿por qué?

Garena vio lo que le llevó de comer con impaciencia pero contuvo sus emociones para hacer una de sus mejores actuaciones....de nuevo. Se levantó y casi enseguida, aparentó caerse accidentalmente y tocó su tobillo. Ralen casi botó las cosas sobre la cama y se acercó a Garena para levantarla.

—Señorita, ¿está bien? —preguntó bastante preocupado.

—No...me duele el tobillo. ¡Qué tonta soy!

Ralen le revisó el tobillo y cuando lo tocó, Garena se quejaba de dolor.

Por lo bien que estaba actuando, Caria ya no estaba segura si era parte del plan de Garena o en verdad se había lastimado. Ralen cargó a Garena y volvió a acosarla sobre la cama.

—Caria, ¿podrías traerme otra toalla con agua caliente? —Caria asintió y fue al baño humedeciendo una toalla pequeña con agua caliente. Ralen tomaba el pie de Garena con cuidado y lo movía en círculos. Garena sentía cosquillas pero intentó que se viera como dolor. Caria le llevó la toalla caliente a Ralen y este se la enroscó en el tobillo—. ¿Sientes mayor alivio?

—Aún no...me lo torcí fuerte. Me parece que no podré caminar bien —En un descuido de Ralen, Garena le guiñó el ojo a Caria para que viera que sólo estaba fingiendo.

—Creo que deberíamos regresar a su casa, señorita. Aún sigo sin entender qué hacen aquí —dijo Ralen como si esperara una explicación de pare de Caria.

—Pues...ambas queríamos venir a nadar y Garena recibió una invitación para venir aquí —Fue lo mejor que pudo explicar Caria.

—¿Tú sabes nadar? —Ralen enarcó una ceja esperando una respuesta. Caria debió haberlo adivinado.

Garena se quejó en voz alta, logrando llamar la atención de Ralen de nuevo.

Caria permaneció ahí de pie siguiendo las instrucciones de Ralen para tratar a Garena. Por breves momentos, observó cómo se llevaban y como Ralen se preocupaba demasiado por Garena. A pesar del carácter fuerte de Garena, Caria intuía que no le disgustaba tanto la presencia de Ralen como pensaba. Sonrió con complicidad, tal vez podría pasar algo entre ambos y eso sólo se lograría si se conocían más y si alguien les ayudaba.

Mientras era atendida, Garena lamentaba profundamente no poder disfrutar mejor de la oportunidad que le dio el destino.

Adiós al spa.

***

Pasaron casi dos horas desde que salieron del hotel para regresar al departamento. Garena se estaba cambiado de ropa con la supuesta ayuda de Caria en la habitación de su madre.

—¿Viste como se ha creído todo? —susurró con triunfo Garena. Caria asintió sorprendida de que algo tan simple funcionara.

—Debo admitir que no me lo esperaba. De todo esto, lo único que no me sorprende es que te cuide.

Garena se ponía una camiseta y volteó curiosa a ver a Caria, recordando lo que Ralen le dijo.

—¿Ha sido así siempre?

—Desde que recuerdo, sí. Tiene un lado protector que muchos han admirado aún si es demasiado joven a diferencia de otros guardias...pero suele ser extremista, o se preocupa por alguien o simplemente no lo hace —resopló—. Me gustaría que me apoyara de la misma manera en que me protege, que entendiera mis motivos para hacer todo esto. Sólo así me sentiría confiada de decirle lo que siento por Thanatos —Esto último lo susurró con resignación.

—¿No le cae bien o se basa sólo en prejuicios?

—Supongo que la segunda. En el Inframundo, Ralen lo respetaba mucho hasta que mi padre lo desterró. Supongo que desde entonces comenzó a verlo como resentimiento.

Garena chasqueó la lengua.

—Si no conociera ese lado tan protector de él, diría que está celoso.

Caria observó casi con espanto a Garena y negó enseguida.

—No, claro que no. Lo considero mi amigo. Su actitud es más bien por responsabilidad que por algo sentimental. No podría ser.

Garena no dijo nada. Podía debatir que no era lo mismo lo que ella sintiera con lo que le ocurría a Ralen. Aun así, era más que probable que Caria tuviera razón. Después de todo, Ralen tenía una gran responsabilidad a su cargo y tomando en cuenta lo que le dijo en el hotel, tenía mucho sentido. Escucharon que Ralen se acercaba y Garena se acostó sobre la cama antes de que Ralen ingresara para comprobar si todo estaba bien.

—¿Está cómoda? ¿Se le ofrece algo más? —Se aseguraba Ralen.

Garena se acomodaba sobre la cama evitando mover su pie.

—Creo que estoy bien —respondió Garena, sin embargo, su estómago delató el hambre que tenía. Ralen rio.

—¿Segura?

No quería admitirlo abiertamente pero se había quedado con hambre. Debido a su falso malestar, no pudo ni observar la comida que Ralen le llevó.

—Bueno, tengo hambre aún.

—Lo supuse —Ralen siguió riendo y trajo una charola con la comida que recién calentó mientras terminaba de cambiarse. A Garena se le hizo agua la boca y comenzó a comer sin importarle que la vieran—. Estaremos afuera por si se le ofrece algo más.

Garena asintió antes de salir de la habitación. Una vez afuera, la incomodidad se hizo presente. Caria aún seguía sintiendo a Ralen demasiado serio con ella. Hasta ahora sólo le había hablado cuando quería que le ayudara con Garena.

Nada más.

Lo vio yendo a la cocina por un vaso de agua y lo siguió.

—¿Debo pensar que estás enojado conmigo? —preguntó por fin Caria. Sentía que se estaba alterando de la curiosidad y desconcierto debido a su extraña actitud.

Ralen la miró en pausas.

—¿No te había dicho que no salieras mientras no estaba? —Ya estaba dando en el clavo.

—No me separe de Garena, ese era el acuerdo —Ralen respiró hondo para tranquilizarse, discutir ahora no era el propósito—. ¿Buscaste a Melínoe?

Ralen parecía no querer responder, es más, cuando lo hizo, se notó forzado a hacerlo.

—No, por ahora no.

Caria hizo un mohín. Definitivamente había algo raro.

—¿Por qué?

Esta vez, Ralen no iba a responder y lo supo con sólo mirar su pose tan a la defensiva.

—Caria, ¿tú escribiste esto? —Ralen le entregó la nota donde especificaba la dirección del hotel. Caria no ocultó su sorpresa—. Es lógico que no fuiste tú, te veías nerviosa en el hotel y ahora sorprendida.

Caria por el contrario, pudo concretar de quien era esa nota. Era la letra de Eros. La primer nota que hizo aparecer el día anterior cuando les especificó donde estaba Thanatos; no era el mismo idioma. Sin embargo, se dio cuenta de quién era el responsable por una pequeña firma a contra esquina, la misma que aparecía un centenar de veces en el folleto del festival.

La pregunta ahora era, ¿por qué Eros dejó la nota para que Ralen la viera? Era más que cierto su propósito, sino, ¿cuál?

—Sí fui yo y si estoy sorprendida no es por esto sino porque sé que algo te pasa y quiero saberlo.

Ralen suspiró y jugó con el vaso de cristal. Sobó sus sienes con sus dedos, cerrando los ojos.

—Caria, ¿te has visto con Thanatos otra vez?

Expresó estupefacción por la rotunda pregunta.

—No.

Ralen no le apartó la vista de encima. A cada parpadeo se mostraba la contención de ira que tenía. Desvió la vista hacia el otro lado.

—Perdóname Caria pero no quisiera hablar ahora. No hoy.

Caria no insistió, tenía el mal presentimiento de que si continuaban iban a terminar mal. Dio media vuelta y fue con Garena, ella la vio entrar con mucha tensión.

—¿Se han peleado?

—Casi. Algo le pasa y no sé qué es. Sigue insistiendo en si estoy viendo a Thanatos.

—¿Crees que sepa algo?

—Ya no sé qué pensar —Miró hacia el techo.

—No creo que sepa algo, más bien está tanteando el terreno para saber si dices algo.

—¿Eso piensas?

—Tú lo conoces mejor. Tú dime.

Caria se mordió ambos labios. En verdad que ya no sabía que se le cruzaba por la mente a Ralen, sólo que había regresado con el propósito de no dejarla ni que tomara aire fresco. Probablemente y sí sospechaba algo pero eso no iba a impedir que siguiera frecuentando a Thanatos.

Ojalá no fuera así.

***

Tres días después.

Las cosas no habían salido tan mal después de todo. Caria se había imaginado estar encerrada junto a Ralen y Garena sin poder tener su propio espacio. Por fortuna, no fue así. Ralen estaba tan apegado a Garena cada vez que ella mostraba malestares por su tobillo que apenas le prestaba atención a Caria. No le molestaba en absoluto. Eso tampoco significaba que tuviera total libertad para salir y ver a Thanatos. Caria y Garena se habían puesto de acuerdo basándose en que Caria y Ralen no se dirigían la palabra. Caria salía a escondidas cuando Ralen estaba ayudando a Garena y ella convencía a Ralen de que Caria se encerraba en la habitación. No fue tan complicado y todo parecía ir bien.

Thanatos no se mostraba tan afectuoso al plan pues él prefería hablar con Ralen de una buena vez pero Caria lo persuadía de que no era lo mejor; terminaba aceptando por ella pero seguía inconforme porque no le gustaba esconderse.

Para evitar pensar cosas negativas y disfrutar de los mejores momentos juntos, salían por la ciudad a pasear. Esos días habían sido así.

Un día dieron un paseo en bicicleta y fueron a un llamado "día de campo" que disfrutó demasiado. Al siguiente fueron al cine. Caria no cabía de felicidad al ver una enorme pantalla transmitiendo una película romántica; las emociones estaban a mil por hora. Thanatos no era fan de ese género de películas pero, ¿qué importaba? Le encantaba verla feliz.

Al final de cada día, fue inevitable no demostrar sus entusiasmadas emociones ni el calor de su cuerpo al estar juntos. Hacer el amor era lo que menos planeaban y lo que más avivaba sus sentidos. Entre más estaban de esa manera, Caria aumentaba su seguridad en sí misma. Su cuerpo adquiría mayor experiencia y su corazón se rendía ante el alma de Thanatos. Sentía más fuerza en su amor, tanta que nadie podría arruinarle su felicidad. Thanatos poco a poco fue contagiándose de esa seguridad de Caria y fue abandonando el temor que tenía de perderla.

Un nuevo día estaba comenzando y Caria ya se preparaba para salir. Antes fue a ver a Garena a la habitación de a lado sin encontrarse con Ralen en el camino. Quizás había salido.

—¿Ralen salió? —preguntó una vez que cerró la puerta.

Garena se levantó a estirar las piernas. Ya se había fastidiado de estar acostada y aprovechaba cada vez que podía para caminar un poco por la habitación.

—Le pedí que fuera a comprar leche y pan recién hecho. Era sólo un pretexto para que me dejara estirar las piernas —explicaba haciendo sentadillas—. Lo único bueno de eso es que no tengo que ir a trabajar —bromeó—. Además de ayudarte, claro está —observó que Caria ya estaba arreglada—. ¿Ya vas a irte?

—Ya casi —Se sentó en la cama.

Garena encontraba muy cómico como Caria no ocultaba su felicidad más que cuando Ralen andaba cerca. Su sonrisa era irrompible.

—¿Y a dónde irán esta vez?

—Thanatos iba a llevarme a un museo muy interesante y luego iríamos a caminar por el parque.

Garena inmediatamente hizo gestos de inconformidad.

—Qué aburrido, mejor quédense encerrados en la habitación.

—¡Oye! —reclamó entendiendo lo que pensaba. Garena se divirtió aún más porque sabía que era cierto, Caria fue quien se lo dijo la noche anterior cuando Ralen estaba dormido.

—Hablando en serio, ¿puedo hacerte una pregunta intima-personal? —Caria asintió, preparándose para escuchar lo que Garena quería preguntarle. Conociéndola a ella y lo que englobaba la referencia, se esperaba cualquier cosa—. ¿No te da miedo lo que pueda pasar después de tener relaciones con él?

Garena no le encontraba fallas a su pregunta. Era sencilla y sutil. Suponía que Caria le respondería sin limitantes.

—Ya no. La primera vez sí porque no sabía qué hacer ni cómo sería pero...es algo que poco a poco voy superando.

Debió imaginarlo. Garena formuló mal su pregunta por no sonar tan directa.

—No me refería a tu primera experiencia sexual sino a...—Se detuvo para pensar mejor en cómo le plantearía su duda sin espantarla—. Es difícil hablar de esto porque no sé cómo se manejan los dioses con respecto a la reproducción. Estar consciente de los mitos griegos, especialmente en el de Zeus...sé, con todo respeto que tenía hijos a diestra y siniestra, así que quiero entender que les pasa lo mismo que a los humanos.

Caria pestañeó varias veces con incredulidad y absorto.

—¿Qué quieres decir? Es que no entiendo el punto.

Garena puso una mano en su rostro. Definitivamente no se le daba ser indirecta.

—¿No te da miedo quedar embarazada? —Al fin formuló su pregunta inicial y causó la reacción que esperaba si era directa.

Caria sintió que se le movía el piso por la pregunta tan impactante que hasta tuvo que recargarse en el colchón. No tenía palabras que decir que no fueran expresar su perplejidad.

—¿Em...embarazada?

—Sí. Te lo pregunto porque la mayoría de los humanos tememos ante esa posibilidad si no se tiene planeado. Podría ser posible a menos que exista un método anticonceptivo para dioses, que no creo porque te repito lo de Zeus como ejemplo perfecto. En pocas palabras, tienes una familia muy grande y según los mitos, no todos fueron deseados. ¿O existe?

Garena esperó impaciente a que Caria saliera del trance en que la metió.

—No...creo que no.

La chica se llevó las manos al rostro. Su respuesta era creíble y dejaba ver que ninguno de los dos se había cuidado.

—Santo Olimpo...¿no habías pensado en eso? —Caria negó con dificultad—. Lo siento, ahora te dejé pensando en eso.

—Está bien. Admito que nunca lo pensé hasta ahora que me lo dices —Se tomó varios minutos para pensar en esa posibilidad y definitivamente no le molestaba. Quizás se debiera a que estaba tan enamorada que ya no le importaban tanto los problemas que pudieran generarse—. ¿Tú has pensado en eso?

La reacción de Garena fue más expresiva, con esos gestos tan propios de ella que demostraban un profundo disgusto.

—¿Yo quedar embarazada? No, ni en mis sueños más dementes. No serviría para cuidar de un hijo. Apenas y puedo cuidarme a mí misma. Y como podrás ver, no tengo la apariencia de ser una madre.

Caria rio al ver que Garena alzaba los brazos y se señalaba a sí misma de arriba abajo.

Escucharon pasos aproximarse y pronto que alguien tocaba la puerta. Garena invitó a pasar a Ralen no sin antes acomodarse de nuevo en la cama. Ralen cruzó una mirada neutral con Caria. Ella se levantó de inmediato.

—Voy a estar en la habitación. Aún estoy cansada —indicó y salió de ahí, simulando que iba a la habitación de a lado.

Ralen suspiró ante la indiferencia de Caria y se acercó a Garena para sentarse a su lado en una silla.

—¿Cómo sigue, señorita? Le he traído lo que me encargó por si desea desayunar algo.

—Gracias, así estoy bien por ahora —Mentía profundamente pues estaba ganando tiempo para que Caria saliera del departamento—. ¿El sofá al fin ha logrado destruirte la espalda? —preguntó con sorna.

—No. Le agradezco mucho que me permita estar aquí. Sería inapropiado de mi parte quejarme después de su hospitalidad.

Garena levantó un poco la mirada.

—¿Es en serio que me vas a seguir hablando así? Ya llevamos varios días conociéndonos y no me llamas por mi nombre.

—No es lo adecuado. Le tengo mucho respeto, señorita —Aunque ahora le gustara como se refería a ella, a veces era un poco cansado escucharlo hablar con tanta formalidad por casi todo el día—. ¿Ya se aburrió de estar encerrada?

<<Me muero por salir e ir por un helado>>, pensó Garena.

—No, primero está la salud —No se creía lo que ella misma decía—. No me quejo mientras pueda comer algo.

—¿Y qué desea comer para esta tarde? Podría seguir intentando cocinar como lo hice anteriormente bajo sus órdenes.

Garena recordó como el día de ayer estuvo en la cocina con Ralen para explicarle cómo se hacía un risotto. Ella había estado sentada en una silla sin moverse mientras que Ralen hacía todo el trabajo pero debido a la frustración que sintió por ver que hacía un desastre culinario, casi olvida su farsa para hacerlo ella misma.

—Aún te falta practicar mucho. La comida se volvió cena.

Ralen reía, aceptando que no era precisamente bueno cocinando.

—Aceptaría unas clases de cocina si usted me ayudara.

—Lo haría si pudiera —señaló su pie y fingió aún estar lastimada. Ralen la veía cabalmente.

—Señorita, ¿por qué se empeña en seguir mintiéndome?

Garena parpadeó continuamente. Fingió haber escuchado un chiste muy bueno.

—¿Qué dices? ¿En qué podría estarte mintiendo? —Se carcajeaba.

—En su lesión. Sé que no está lastimada.

Ella dejó de reír frente a la certeza de sus palabras. Intentó acomodar las cosas a su favor y convencerlo a su estilo de que su aseveración no era real.

—¡Claro que estoy lastimada! Tú mismo viste como me caí —Se mostró ofendida con Ralen.

—Así es pero no se lastimó de verdad. Como le dije hace días, he tenido que curar heridas y sé cómo se ve una torcedura de pie con la inflamación, algo que usted no presenta.

Garena inhaló y exhaló al verse pérdida. Al fin su farsa era descubierta. Corrección, en realidad nunca lo engañó. Fue ella quien padeció con la ironía que descubría; Ralen había sido quien la engañó desde entonces.

Maldijo en sus adentros y movió ambos pies. Ya le daba igual.

—Y si sabías que era mentira, ¿por qué no me dejaste en evidencia?

—Iba a hacerlo pero me agradó cuidar de usted —sonrió largamente. Garena se perdió en esa sincera sonrisa—. Ahora que ambos estamos conscientes del engaño del otro, quisiera proponerle algo.

—¿Proponerme algo? —preguntó casi espantada.

—Voy a ser sincero con usted, no voy a estar mucho tiempo aquí y usted es la primera persona con la que he convivido varios días en toda mi vida. Me agrada su presencia y aprender de usted. Dígame algo que le guste hacer o quisiera hacer. Haré lo que me diga para compensar la tarde de masajes que perdió por mi intromisión.

Garena se puso muy temblorosa. No era experta en cuestión de relaciones y sabía de antemano que esa no era una de ella, pero si franca proposición le indicaban que se trataba de una cita.

O estaba exagerando.

—¿Y Caria sabe que pronto te irás?

—No. Ella vendrá conmigo de regreso a los Elíseos y no lo sabe aún. Como se habrá dado cuenta, ya está enfadada conmigo y por el momento no deseo estar de la misma manera —Lamentaba escucharlo y quería decírselo a Caria enseguida para que estuviera alerta. También sentía nostalgia pues había creado un vínculo con Caria—. Entonces, ¿qué dice sobre lo que le propuse?

Garena lo vio fijamente y entre más se centraba en la tonalidad neutral y dulce de sus ojos, su corazón más se agitaba. Hizo bruscamente el rostro a un lado y ladeó con la mano.

—Estoy cansada de estar encerrada. Me vendría bien salir a caminar —dijo tratando de verse indiferente.

Ralen estaba contento con su respuesta.

—¿Le parece bien si salimos más tarde? Ahora debo salir a asegurarme de algo pero le prometo que estaré de regreso a tiempo.

—Sí, sí. Como sea, haz lo que tengas que hacer —seguía haciendo ademanes con la mano.

—Enseguida vuelvo.

Ralen salió de allí e inmediatamente Garena puso una mano en su pecho.

¿Por qué estaba tan nerviosa?

¡Quería gritar sin saber por qué!

Tomó su móvil y escribió un mensaje de texto con sorprendente velocidad. Quería hablar con Caria y como ella no llevaba móvil consigo por obvias razones, le envió el mensaje a Thanatos. Imploraba desde sus adentros no interrumpir y que le respondieran lo más rápido posible:

"¡¡Ayuda!!"

**********************************

Hola!!! ¿Cómo están? Espero se me estén cuidando, ¿eh? Mas les vale.

Caramba, no sé si estaba muy inspirada pero este capítulo fue super rápido de escribir (y ya llevo la mitad del siguiente) por lo que esta misma semana tendrán otra actualización (si es que todo sale bien).

Ahhhh, el amor vive y nace en esta historia, ¿será que le ocurre esto a Garena y Ralen? ¿Ustedes porqué creen que Eros dejó esa nota para que Ralen la viera?

Por otro lado, una pregunta impactante que me gustaría saber lo que opinan al respecto sobre lo que Garena le preguntó a Caria en su última conversación (a que saben a qué me refiero ;))

¿Creen que sí suceda o no?

¡Espero sus comentarios! Claro, si desean dejarlos :)

Cabe decirles que, como toda historia, tiene su final y este está próximo a llegar. Faltan muy pocos capítulos.

En fin,  ojalá hayan disfrutado del capítulo y nos vemos muy pronto en el siguiente.

¡Abrazos!

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