Capítulo 19
Hola!!!!
Volví!!.....Y fue una eternidad. Les explicaré lo sucedido al final, como suelo hacerlo. Por ahora, quiero decirles que este capítulo fue dividido en dos partes ya que resultó ser más largo que el anterior. Esta es la primera. Quería esperarme a terminar la segunda parte para publicar ambas al mismo tiempo pero debido a que han esperado demasiado, pondré primero esta.
Nota 1: No te desesperes si no encuentras lo que buscas, la segunda parte estoy por concluirla.
Nota 2: Presta mucha atención al Omake que voy a publicar ya que de ahí se desprenderá una nueva historia (que escribiré más adelante) y un dato interesante. Para ser más precisa, un personaje.
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Caria estaba sentada en el sofá, frotando sus manos para darse calor. Thanatos apareció tras de ella con una manta que colocó en su espalda. Le respondió con una sonrisa y enseguida se sentó a su lado con otra manta sobre sus hombros. Sus miradas se cruzaron a pesar de la oscuridad de la habitación. Su complicidad los hizo reírse. No podían creerlo todavía.
—Puedo prender la luz, si quieres —dijo Thanatos a punto de levantarse. Caria negó enseguida. Por poco le tomó del brazo para que no se fuera.
—Así está bien —Thanatos sonrió de lado. Miró cada uno de sus gestos con admiración. La veía muy contenta. Podía atreverse a afirmar que estaba más feliz que cualquier otro día. Igual lo estaba él.
—Estás muy contenta.
—¿Cómo no estarlo? —Caria se arrimó hacia él, recargando su cabeza en su hombro cómodamente—. Me has hecho muy feliz.
Ella mismo lo había enternecido. Su alma sentía cobijo por la sinceridad del afecto.
—¿De verdad? ¿Yo soy el culpable? —bromeaba fascinado.
A Caria le encantaba la cercanía que estaban teniendo y el saber que él estaba enamorado de ella...
Era indescriptible. Estaba viviendo uno de los tantos sueños que había tenido. No. Era mejor que todos ellos juntos.
—Sí, lo eres. ¿Y tú estás feliz?
Thanatos se inclinó hacia ella y le besó la frente. El roce eléctrico erizaba su piel a pesar de la humedad de la misma. Él levantó su brazo, invitándola a acurrucarse a su lado. El rostro de Caria quedó sobre su pecho. Sonrió enormemente al escuchar el fuerte latido de su corazón; estaba nervioso y feliz. Sin embargo, Thanatos sabía que su decisión le acarearía fuertes problemas. No iba a sorprenderse si Hypnos aparecía frente a él en cualquier momento reprochándole lo que había hecho. Pero a final de cuentas, Hypnos sólo se enteraría a través de algún sueño, algún testigo o de él mismo.
Acarició la mejilla de Caria con su mano. Le levantó el rostro para que lo mirara.
—Necesitamos hablar de esto —Le dijo dócilmente.
No quería romper con la magia de las emociones pero debían hacerlo tarde o temprano. Caria mordió sus labios y asintió con recelo, no quería que se arrepintiera de nuevo. Temía a su voz tan seria. Tan impasible.
—Si te arrepientes de lo que pasó, mejor no me lo digas —Era mejor ir al punto. Intentó alejarse pero Thanatos la tomó del brazo. Repentinamente, se vio asustado.
—No, por supuesto que no —No negaba que su respuesta, calmó su corazón. Caria tomó lugar de nuevo entre sus brazos sin dejar de mirarlo. Seguía alerta—. Pero es conveniente que hablemos de esto, sobre todo porque no sería bien visto por los demás. Por tus padres, por mi hermano...por todos ellos.
Era verdad. Probablemente ninguno de ellos se lo tomaría bien, empezando por Hades.
—Sí pero es nuestra decisión porque somos nosotros quienes queremos estar juntos —Quería que él le siguiera con sus deseos y saber que ambos querían lo mismo.
—Lo sé...lo sé —Acarició los labios de Caria con su dedo y pronto, su entusiasmo se apagó.
Ahí surgía lo que menos quería.
—Esperando equivocarme...parece que hay algo más que te asusta —Thanatos aprecio su objetividad—. Quisiera saberlo. Quiero estar consciente de que es lo que te detiene a...
El impulso de Thanatos la dejó inconclusa. Su beso la dejó sin aliento por lo maravilloso que era. Sus cuidadosos roces en sus labios eran un objetivo de exploración. Delineaba el contorno de su boca. Apenas sentía la punta de su lengua. Caria sintió un cosquilleo debajo de sus caderas. Quería que continuara así pero fue un deseo fugaz. Se quejó suavemente cuando Thanatos culminó el beso. Colocó su frente sobre la suya.
—Eres muy observadora —suspiró con malestar. La severidad de comparación que le planteó Hypnos lo tenía así. No deseaba que la historia de los padres de Caria se retribuyera en ellos—. No quiero verte sufrir. Esto puede lastimarnos a ambos, pero...—cerró los ojos por algunos segundos y aspiró su esencia—. Me volvería loco si me alejara de ti por más tiempo. Ya no sería capaz de limitarme de nuevo frente a ti.
—No tenemos por qué hacerlo —alzó sus manos al rostro de Thanatos—. Si nos amamos, ¿por qué ocultarlo? —acercó sus labios a pocos centímetros de los de él. La experiencia anterior la estaba impulsando a perderse en él—. Yo tampoco podría ocultar lo que siento por ti. Por muchos años lo he hecho y fue difícil. Ahora que sé que ambos sentimos lo mismo, no pienso alejarme de ti. No me importa quien se nos enfrente, yo estoy dispuesta a luchar por ti.
Thanatos rio sorprendido y extasiado.
—Nunca te había visto tan segura de algo...además de buscar a Melínoe —Caria sonrió débilmente. Esperaba que la angustia por ver de nuevo a Melínoe no se interpusiera en ese acontecimiento. Sólo por un momento, quería disfrutar de lo que le sucedía—. Gracias por demostrarme lo que serías capaz de hacer por mí. ¿Sabes?, tú me das la fuerza para continuar. También lucharía por ti sin dudarlo —Le besó la punta de la nariz.
—Espero hables en serio porque yo he hecho muchas cosas por estar junto a ti —Caria no midió sus palabras. Se dio cuenta de lo rápido que había hablado cuando vio que Thanatos no ocultó su asombro.
—¿Has hecho cosas por estar junto a mí? Cuéntame, ¿qué has hecho? —preguntó divertido y curioso. Otra oportunidad que se le presentaba para decirle la verdad sobre Alessandra, más su lengua no cooperaba. Thanatos le dio un golpecillo con su frente para que reaccionara. Sus preguntas habían sido retóricas—. Pídeme lo que sea y lo haré por ti.
Su tono de voz no abandonaba su aire divertido. Estaba bromeando y ojalá no lo hubiera hecho. Caria lo observó largamente sin responderle. Su razón se perdió por sus impulsos silenciosos. Se inclinó hacia enfrente y lo besó. Fue un acercamiento inexperto pero esperado. Thanatos se sintió como cuando lo besó bajo la lluvia, sorprendido pero esta vez, reaccionó para corresponderle. Sin embargo, no se esperaba lo que pronto sucedería. Caria se separó de él y se quitó la manta de los hombros. Thanatos ya no sabía ni qué pensar.
—Quiero que me beses como hace rato...y que no dejes de hacerlo.
Caria se impresionó a sí misma por la petición y más aún porque su imaginación comenzó a trazarlos en un acto de amor y entrega total. Como en las cortas escenas que se presentaban en las películas. Entendió que su cuerpo no sólo pedía besos. Estaba ruborizada por pedirle tal cosa por mucho que resultara inocente. Thanatos estaba inmovible. Él estaba al tanto que besarla podría no ser lo único que hiciera porque la amaba y porque la deseaba.
Sin decirle nada, la besó nuevamente. Explorando su labio inferior y mordiéndolo con apenas algo de fuerza. Sus labios eran exquisitos; carnosos, suaves y rosados.
¿Cómo no querer besarlos?
Caria alzó sus brazos y le rodeó el cuello. Creyó que de esa manera, los besos serían más profundos. Inexplicablemente, dejó caer su peso hacia el sofá, llevándose consigo al hombre que amaba. Terminó recostada en el sofá y se percató que Thanatos no se concilió por completo ya que colocó sus antebrazos como soporte contra el sofá para no caer completamente sobre ella aunque fueran sólo unos centímetros de distancia. Aun así, sus labios no se separaron. Ella se esforzó por estar en la misma sintonía. Por seguirle el ritmo lento y seductor de su boca. Era maravilloso como Thanatos la deleitaba con su dulce sabor y cómo le calentaba el cuerpo. Ni siquiera era capaz de sentir la húmeda ropa rozando su piel, tampoco era algo relevante ahora.
Thanatos se había esforzado desde el principio para no dejarse llevar por la intensidad de su interior. Caria le provocaba muchas cosas y siempre mostró esa coraza de limitación para no perjudicarle. Como ahora. Él era demasiado pasional y era consciente que Caria recién estaba experimentando esas sensaciones. Lo sabía porque sentía su nerviosismo en cada roce. No le molestaba en absoluto, al contrario. No sabría cómo reaccionar si pensaba que alguien más la había besado. O tocado...
Ella sintió que todo él se tensaba por breves momentos. Algo lo distrajo y su cuerpo le advertía que podría separarse de ella. No lo aceptaba. Para regresarlo a la misma sintonía, puso sus manos en el cuello y acercó más su rostro contra ella. Ese sutil movimiento hizo que Thanatos perdiera el poco equilibrio que tenía, su peso se esparció en el delgado cuerpo de Caria. Llegó a pensar que la estaba lastimando pero en cambio, lucía tranquila, algo muy contrario a él. A pesar de la ropa, podía sentir como sus pechos rozaban su piel.
Caria estaba siendo invadida por un calor aún más intenso en todo su cuerpo. Algo así ya le había ocurrido cuando Fobos intentó manipularla en aquel karaoke...pero no era igual. Este deseo era natural. Una correspondencia de amor y fantasías ocultas. Su mente se dejó llevar desde el primer contacto húmedo y su cuerpo comenzó a moverse involuntariamente. El peso de Thanatos sobre ella era más de lo que imaginó pero resultaba tan perfecto como para quejarse. Sus piernas comenzaron a participar y a buscar mayor comodidad. Lentamente, fueron abriéndose. Extendiéndose por los bordes del sofá, incluso uno de sus pies terminó tocando el suelo. La nueva posición que ocupó ese irreprochable cuerpo varonil, fue más pronunciado.
Thanatos dejó escapar una queja. Caria no tenía idea de todo lo que le estaba provocando. Había tomado un estado de inconciencia donde la razón ya no tenía precedentes. Sus labios se abrieron aún más y su lengua tomó cierto dominio y sus manos descendieron con cuidado por sus caderas, estrechándola más. Alucinante y mágico. Caria le copió el dato. Si había creído que la primera vez que se besaron fue lo mejor, tenía que burlarse de sí misma y ser mayor testigo del presente. Sentía flotar...hasta que algo la hizo descender.
Abrió sus ojos al ser invadida por una repentina sensación de nervios e incomodidad. Su tan confiado interior comenzó a temblar. Todo esto debido a que se permitió pensar en lo que estaba pasando.
Había estado convencida de entregarse a él por completo. Lo imaginó todo ese rato que estuvieron besándose. Ya lo daba por hecho...
Entonces, ¿por qué se sentía así en tan magnífico momento?
Su remota inseguridad fue percibida. Thanatos fue más rápido en dar con lo que sucedía. Aunque Caria se esforzaba por olvidar lo que su mente le planteaba, su cuerpo le reveló su tensión. Él también se inquietó con lo que estaba haciendo. Seguramente había hecho algo que la había hecho sentir incómoda.
¿Fue demasiado rápido?
Era lo que no quería. Por eso se esforzó por mantener la cabeza fría la mayor parte del tiempo, para balancear sus movimientos y emociones pero estar en mayor contacto con su cuerpo y su boca...Diablos.
Sin darse cuenta, Caria creó una barrera entre ellos con sus manos, colocándolas por encima de su pecho. No supo cuando lo hizo pero fue suficiente para que Thanatos se quitara de ella rápidamente, fue muy notorio como media su distancia.
—Perdóname, creo que me excedí —Se disculpó de inmediato Thanatos, rehuyendo su mirada. Ignorando que la oscuridad estaba a su favor.
—No, yo no...Lo siento —No tenía idea de qué decir. En cambio, Thanatos sí conocía el motivo de su distracción.
—No tienes por qué sentirlo —La reconfortó aún en la distancia—. Aún no estás segura de esto.
Caria lo lamentó realmente. Se sentó en la mitad del sofá. Quería ocultarse bajo los cojines.
—Pero...sí lo estaba —dijo con voz tenue. Thanatos suspiró y volvió a sentarse en el sofá dejando un espacio entre ambos.
—Necesitas tiempo, es normal —Notó una sonrisa compasiva. Caria no se entendía, se acobardó en el momento más eléctrico. Su vergüenza no disminuyó con la comprensión de Thanatos. La compañía se quebró rápido. Thanatos se incorporó y se inclinó para besarle la frente—. Habrá tiempo para hacerlo cuando estés totalmente segura. No hay prisa.
Caria asintió consternada y decepcionada de sí misma. Lo único bueno, si podía considerarlo así, era que ya no se sentía nerviosa. Alzó la mirada para verlo, era imposible no darse cuenta que algo en él cambió. Era algo que Caria no sería capaz de responderse a sí misma con total convencimiento. No era que Thanatos se haya molestado, se sentía extraño por cómo desató sus emociones en los últimos minutos. Debía darle su tiempo. Respetarla.
—¿Seguro que todo está bien? —debía asegurarse pero en el interior sabía que sea lo que le dijera, no la despejaría esa duda.
—Claro que sí —Le acarició fugazmente la mejilla—. Deberíamos cambiarnos de ropa y dormir. Ya es tarde.
***
Al día siguiente.
8:24 a.m
Caria terminaba de empacar sus cosas para partir a un nuevo destino. Sus emociones se encontraron de una tajada. No quería irse. Su corazón pedía a gritos repetir lo del día anterior una y otra vez en ese lugar que se convirtió en uno muy especial pero aún tenía algo pendiente por hacer.
Thanatos recién había salido a comprar algunos víveres para el camino. No pasaron ni cinco minutos cuando alguien llamaba a la puerta. Caria pensó que olvidó las llaves, así que fue a abrir la puerta. El recién llegado fue alguien que no se imaginó.
—¿Qué tal? ¿Cómo te fue el día de ayer? —cuestionó Eros con una brillante y enorme sonrisa de satisfacción en su rostro.
Caria se alegraba de verlo pero esperaba que Thanatos no llegara justo en ese momento de su visita.
—Eros, ¿Cómo supiste donde nos estábamos quedando?
—Utilicé una técnica ágil y muy frecuente —explicó interesante—. Los seguí anoche.
—¿Qué? ¿Viste...todo?
—Oh sí. Sólo antes de que entraran —adoptó de nuevo una mirada y sonrisa burlona—. Te has vuelto muy valiente, mira que robarle un beso de esa manera...menos mal que estaba lloviendo porque de lo contrario, se habrían incendiado.
Lo que se incendió, fue todo su rostro hasta las orejas. No creyó que alguien los vería, tampoco se lo imaginó. La noche sólo había sido de ellos.
—¡Eros! ¡Eso no se hace! Y no estábamos incendiándonos...—repuso sin poderle sostener la mirada. Eros se carcajeó.
—Es sólo un decir y cabe mencionar que estoy exagerando —trató de calmarle los nervio—. Lo que hayan hecho después es cosa suya —El colorete en las mejillas de Caria se estancó—. ¿Se van? —alcanzó a ver que había una maleta cerca del sofá.
—Sí. Tenemos que seguir bus...—Le clavó la mirada ignorando la reciente vergüenza. Entrecerró los ojos y apuntó con el dedo—. Qué bueno que estás aquí porque tenemos cosas de qué hablar. Quiero que me expliques lo que ocurre con Fobos y contigo.
—¿Lo que nos ocurre? Sé más precisa —Ya tenía una de idea de a donde iba el tema.
—Ayer mientras hablé con Fobos, me hizo preguntas acerca de Melínoe y por si fuera poco, ambos me han dicho que ella está bien. ¿Ustedes saben dónde está?
—No...—alargó la palabra—. Fue sólo un decir.
—No es cierto. Estás mintiendo. Fobos incluso me dijo que pronto volvería a verla.
Eros alzó los hombros aparentando no estar consciente de nada.
—Fobos está loco, no le creas demasiado.
—¿Entonces tú también? —viendo que no conseguiría nada con ese debate, Eros sonrió nuevamente y tocó la frente de Caria con el dedo.
—¿Qué te dije ayer además de esto? Que dejarás de preocuparte por lo demás, vive lo que te está pasando. ¿Acaso quieres arruinarlo?
—No pero...
—Entonces disfruta del momento y no busques a Melínoe por ahora. Asiéntate en un lugar donde puedas estar con Thanatos tranquila y feliz.
Caria resopló.
—Es lo que quiero...ahora no sé a dónde vayamos a ir.
—¿Dónde vive él?
—En Vicenza.
—Regresen ahí. Pídeselo —estaba bastante seguro. Caria debería prepararse cada que viera a Eros porque ya temía cuando hablaba con tanta confianza—. Cuando estés ahí, iré a visitarte. Bastará con saber dónde está Thanatos para encontrarte —dijo rápidamente—. Ya viene Thanatos, así que ya sabes qué hacer.
Caria ni siquiera lo detuvo porque ni tiempo le dio de hacerlo. Eros pegó carrera y se fue de allí. Suspiró y cerró la puerta aún con gran confusión.
¿Qué le estaban ocultando? ¿En verdad Melínoe estaba bien como decían o por qué razón mentirían?
Infló los pulmones y los descargó junto con sus nervios. Debía controlar mejor sus emociones. Ayer se sentía muy bien, hoy no tanto.
Fue de nuevo hacia la maleta y la acercó al sofá. Thanatos entraba al lugar. Verla después de lo sucedido de ayer le hizo sentir cosquilleo en el estómago. Era como vivir el sueño que no tuvo ayer ya que pasó toda la noche despierto porque pasaba una y otra vez cada suceso romántico que experimentó con ella y para evitar soñar con el final de su encuentro sobre el sofá.
—No debiste cargarla. Podías haberme esperado —Se fue acercando a Caria quien terminaba de poner la maleta en el suelo. Levantó la cabeza y vio que Thanatos se ponía de cuclillas también. Sus rostros no estaban lejos el uno del otro. Rompieron la conexión al mismo tiempo cuando sus ardientes corazones alentaban los impulsos—. ¿Ya estás lista? —Se levantó y extendió la mano para ayudarla a levantarse aunque no fuera necesario.
—Sí. ¿A dónde iremos? —Se estremeció al tocar su mano.
—A Vicenza —respondió. Caria parpadeó dos veces.
—Oh...buena elección. ¿Por qué iremos ahí? —Estaba curiosa.
—Tengo muchos mensajes de Garena que leí hace unas horas. Fue espontánea la decisión. Le marqué pero no respondió y enseguida me envió un mensaje diciendo: "No puedo responder. Espero puedan volver pronto, es importante" —repitió exacto—. No creo que esté en problemas pero puede ser que Melínoe esté ahí.
—¿Tú crees? —preguntó con esperanzas.
—Podría ser y ojalá lo sea. A menos que alguien más se haya topado con ella, de lo contrario no se habría molestado en mandar tantos mensajes similares.
Caria quería que fuera su hermana aunque sonara imposible por el simple hecho de que Melínoe no sabía que alguna vez estuvo allí con Garena. Sin embargo, quizás las palabras de Eros y Fobos hayan sido ciertas. De cualquier forma, debía saberlo.
2:13 p.m
La alarma del horno emitió un sonido agudo. Garena fue a la cocina enseguida y sacó spaghetti teniendo mucho cuidado. Lo colocó sobre una encimera, cerciorándose de su perfecto cocimiento y aroma.
Ralen estaba a unos cuantos pasos detrás de ella, observando lo que estaba haciendo y comprendiendo porqué de pronto se puso muy feliz con sólo oler eso que recién sacó del horno. Garena miró que Ralen estaba confundido o demasiado impresionado. Sintió que la veía como a un animal en el zoológico.
—¿Qué? —cuestionó casi de mala gana. Ralen dio un pequeño brinco por la agresividad de su expresión—. ¿Tampoco has visto a nadie cocinando?
—Lo siento, señorita. No fue mi intención ofenderla —Se disculpó sin tapujos—. Por supuesto que he visto a alguien cocinando. A mi madre y a los cocineros del Inframundo...y en muy pocas ocasiones a la señora Perséfone —explicó con intención de ser más detallado.
Garena rodó los ojos y suspiró.
—No era necesario que me respondieras. Fue una pregunta retórica —Desde que conoció a Ralen, se percató que era muy bueno dando explicaciones aun cuando no se las pedían. A veces la exasperaba—. Vamos a comer y más te vale no ser crítico porque me la pasé cocinando desde la mañana mientras tú estabas fuera.
Ralen había salido para buscar a Caria y a Melínoe por los alrededores sin éxito. Regresó pronto al departamento porque Garena así se lo había ordenado.
Garena se mordió los labios con lamento al darse cuenta que abrió un tema de conversación que seguramente Ralen le explicaría a profundidad. Antes de que él pudiera hablar, le entregó unos cubiertos.
—¿Quiere que le ayude con algo más?
La chica lo pensó muy bien. Tenía que ser algo sencillo que evitara explicaciones y pérdida de tiempo.
—Podrías sacar la salsa de tomate de la nevera y el queso parmesano.
Ralen fue a la nevera mientras que Garena llevaba los platos de spaghetti a la mesa. Tomó la silla para halarla sin embargo, Ralen asumió la iniciativa. Garena parpadeó varias veces con incredulidad.
—Por favor, siéntese —Le sonrió. Garena miró hacia enfrente sin ninguna expresión y se sentó en la silla al mismo tiempo que Ralen le ayudaba. Posteriormente, colocó las cosas en la mesa y se sentó frente a ella. Analizó detalladamente la comida sobre el plato—. No había notado que era spaghetti —Garena enarcó una ceja. Al parecer, no era tan nesciente como pensó.
Sin esperarse, Ralen enrolló el spaghetti con el tenedor y lo comió tardando en masticarlo. Garena apretó los dientes y el tenedor de su mano.
—Está delicioso —respondió Ralen con una gran sonrisa. Una irritable sonrisa para Garena.
—No te atrevas a mentirme —Le apuntó con el tenedor.
—No me atrevería. Usted cocina muy bien, señorita —halagó. Garena frunció el ceño, ahora la observaba con cierto espanto. Probó la comida para avalar su crítica. No era la primera vez que cocinaba pero en esta ocasión, el sabor fue único.
—¿Para qué la salsa de tomate?
—Yo lo uso como acompañante. Le da un sabor más ácido y el queso lo complementa —Ralen tomó como consejo lo que le dijo y le puso salsa de tomate a una mitad. Garena ladeó la cabeza al examinar el color rosado del ingrediente, abrió sus párpados con advertencia—. Espera, eso no es...
Demasiado tarde. Ralen había probado el spaghetti bañado en salsa. Masticó tomándole sabor en ritmos moderados. Garena resbaló su mano por su cara sin perderse las expresiones de su "invitado".
—¿Está segura que le daba un sabor más ácido? —Ella negó con disimulo—. Para mí es un sabor agridulce y...
—Me imagino, debe ser horrible.
—No...¡Sabe increíble! —Le echó más salsa a la comida. Garena estaba anonadada.
"¿Qué?" pensó alarmada.
—Te dije que sacaras la salsa de tomate...no mermelada —Lejos de burlarse, parecía espantada de ver cómo disfrutaba la comida con tan inusual combinación—. Acabas de ofender la cocina italiana con esto.
—¿De verdad? —No lo creía—. ¿Por qué no lo prueba? Usted es muy buena cocinera y tiene un gusto exquisito —Se acabó el spaghetti con apuro—. ¿Tendrá un poco más?
—S-Sí...—Se iba a levantar de la silla pero Ralen lo hizo primero.
—Por favor, no se levante. Yo puedo hacerlo —Volvió a dedicarle una sonrisa.
Mientras Ralen iba de regreso a la cocina, Garena logró exhalar. Puso su mano echa puño sobre sus labios y sonrió.
—Este tipo es el más raro que he conocido —dijo para sí. Ralen regresó a los pocos segundos.
Ambos terminaron de comer sin decir una sola palabra hasta que quedaron satisfechos. Garena levantaba de vez en vez la mirada para observar a Ralen disimuladamente. Si no hablara tanto y evitaba ser tan formal, podría resultarle agradable.
—Muchas gracias por la comida, señorita. La próxima vez, me complacería poder ayudarla —dijo Ralen llamando la atención de la chica. Ella frunció ligeramente el ceño.
—Considero que sería un poco complicado. Si eres capaz de confundir los ingredientes, no me imagino que clase de comida inolvidable vamos a crear —utilizó su sarcasmo—. Además, no suelo pedirle ayuda a nadie.
—¿Puedo hacerle una pregunta? ¿Por qué se considera independiente?
"¿Considera?" pensó con un dejo de ofensa.
—¿Qué quieres decir con eso?
—Que usted cree ser independiente. Le gusta dejarle en claro a los demás que lo es, tanto, que se ha convertido en su pasatiempo. Sin embargo, percibo que no lo es.
—¿Ah, no? —presionó los puños contra la mesa y se levantó lentamente—. ¿Y se puede saber cómo es que lo percibes? ¿Eres adivino o lo intuyes por el sazón?
Ralen rio por la referencia y enseguida se aclaró antes de que Garena se enfadara más.
—No lo creería pero soy muy bueno intuyendo a las personas cuando me lo propongo. Usted luce agresiva e imponente pero desde que la conozco, no se ha dejado de preocupar por su madre, tampoco toma la iniciativa de seguir otro rumbo. Cuando está angustiada y cree que nadie la ve, arruga la frente y mueve mucho las manos —comenzaba a explicar pacíficamente. Garena no tenía intención de interrumpirlo—. Dice estar bien sola pero simpatiza con su gato más de lo que cree. Se pone esos aparatos en los oídos y su mirada se pierde por largo tiempo adquiriendo soledad...y sobre todo, usa demasiada pintura en el rostro como si eso fuera a convertirla en la persona que desea. Y el cabello...
Garena pestañeó sin cesar. Paseó su lengua por el interior de su boca mientras asimilaba todo lo que Ralen le dijo. Chasqueó la lengua antes de hablar.
—¿Quién te dio autorización para vigilarme? Que te haya permitido quedarte en mi casa no te da derecho a que husmees todo lo que hago —Tomó aire para contenerse de no mandarlo a freír espárragos—. Todo lo que dices es una mentira. No es así como son las cosas. ¿Y qué tiene de malo cómo me maquillo? ¿Vas a decirme que eres cosmetólogo?
—Le dije que soy muy observador y no fue por hacerla molestar, me disculpo por mis actos pero es algo que suele hacer en mi trabajo. Siempre debo estar al tanto de mi alrededor —Por mucho que quisiera discutir, Ralen no parecía ceder. ¿Qué caso tenía ponerse tanto a la defensiva? —. Y sobre lo que dije de su rostro, creo que es lo más cercano a la sinceridad que usted se niega a aceptar. Estoy seguro que no posee tres ojos ni escamas que deba ocultar —bromeó sutilmente—, es más, me atrevería a decirle que luciría mucho mejor.
Las mejillas de Garena se calentaron y fue difícil retenerle la mirada. Ralen se había convertido en el primero que le decía algo semejante con respeto y cabalidad. Ni siquiera su madre tuvo el tacto de hablar sobre su apariencia.
—Me gusta así y así se va a quedar —Se defendió cruzando los brazos—. Si eres tan observador como dices, dime otra cosa que crees que hago —Su tono fue irónico y dudó que Ralen replicara algo. Una vez más en ese día, se había tragado sus suposiciones.
—Creo que usted me está ocultando algo —dijo sin titubeos, logrando que Garena volviera a mirarlo consternada.
—¿Yo? ¿Ocultarte algo? No sé qué podría ser.
—Me parece que se equivoca —Se levantó y la miró fijamente—. Debe ocultarme donde está Caria, Melínoe o ambas. Sé que usted sabe algo y no quiere ni va a decírmelo, por eso es que la he estado analizando pero no logré encontrar nada que me ayudara a confirmarlo.
—¿Será porque no oculto nada? —Se puso algo nerviosa pero aun así, se mantuvo firme. Desde que conoció a Ralen intentó comunicarse con Thanatos a través de mensajes, los cuales nunca respondió.
¿Dónde se habrán metido?
—Se lo pido de favor, si sabe algo sobre ellas...no me lo oculte. Debo saberlo. Es mi trabajo y podría empeorar las cosas.
—Ya te dije que Caria se estaba quedando conmigo y me dijo que pronto regresaría porque fue a buscar a su hermana. No sé a dónde fue ni si consiguió su cometido. Yo espero que no demore en regresar y así aclaras todo con ella —La estaba encubriendo y tratando de ganar más tiempo en lo que le respondían los mensajes o aparecían en el departamento.
Ralen se rindió. No estaba convencido de creerle pero iba a hacerlo.
—Si sabe algo, no dude en contármelo.
—Lo haré si eso te tiene calmado...ahora, iré por una soda, me quedé con algo de sed.
Garena salió de inmediato de allí. En cuestión de segundos, se creó una tensión exorbitante. Ya no dudaba de que fuera un guardián después de semejante análisis y acusación. Vio que alguien subía las escaleras, casi se cae de espaldas al notar quienes eran.
—Gar...—Caria fue silenciada por Garena. Le indicó con una seña que debían guardar silencio.
Thanatos enarcó una ceja preguntándose porqué. Garena se llevó a Caria hasta el último piso donde vivía Thanatos. Él las siguió. Sin ser necesario que se lo pidieran, abrió el departamento y los tres entraron.
—¿Se puede saber por qué tanto misterio? —preguntó Thanatos cerrando la puerta tras de sí—. Te marqué y no respondiste.
—Te respondí con un mensaje —Garena inhaló y exhaló antes de explicarles mejor lo que estaba pasando.
—Te ves alterada. ¿Qué ha pasado? —cuestionó Caria esperando que se tratara de Melínoe.
—Tu escolta me tiene así —tomó aire de nuevo—. Ralen está en mi departamento y te está buscando.
Escalofríos recorrieron todo el cuerpo de Caria. Cerró los ojos y puso una mano en su frente.
¿Quién dijo que su regreso sería fácil?
—¿Desde cuándo llegó aquí?
"¿Cómo supo dónde estaba? Todos se darán cuenta de lo que hice" pensó Caria inquieta. Poseía un nudo en la garganta.
—Con hoy, son cinco días...creo. Lo dejé quedarse en mi casa pero fue una mala idea. Me siento acosada por él.
—¿Ralen te faltó al respeto? —No lo creía.
—¿Bromeas? Es el tipo más cordial e irritable que he conocido en la vida. Es respetuoso pero cree saber muchas cosas de mí y que le oculto sobre ti.
Ya se lo imaginaba y no le extrañaba. Ralen era muy analítico. Habría que tener cuidado cuando hablara con él o podría darse cuenta de muchas cosas.
—¿Ahora mismo está en tu casa? —Garena asintió. Caria resopló.
—Debo suponer...que también huiste de él —comentó Thanatos interviniendo. Caria rio nerviosa.
—Lo conoces, no me habría dejado ni siquiera intentarlo —notó como Thanatos se ponía serio—. Considero que lo mejor es hablar con él de una vez. Presiento que será una discusión larga.
—Tampoco sabe que estás conmigo, ¿no? —Caria bajó la mirada con pena y luego vio a Garena.
—Yo no le dije nada si eso es lo que piensas —adivinó lo que pensaba. Era lo mejor. Se dirigió de nuevo a Thanatos. Justo ese día, le costaba mirarlo sin querer hablar sobre lo de ayer.
—No, no lo sabe. No te molestes, por favor.
Thanatos se perdió en ella y pronto le sonrió con complicidad. Se acercó y le rozó la mano con los dedos. Caria sintió escalofríos.
—No me molesta. Vayamos a hablar con él —propuso.
—Than, prefiero hablar con él a solas. Créeme, no será fácil hacer que entienda mis motivos y si te ve, podría ser capaz de llevarme a la fuerza y contarle a mis padres todo. En especial que estoy contigo y como bien sabes, mi padre no escuchará razones.
Estaba de acuerdo con lo de Hades y lo temía pero sabía que podía lidiar con Ralen.
—No estoy de acuerdo, Caria. Quiero apoyarte. No te voy a dejar sola con los problemas.
Caria sonrió y no le apartó la mirada por fin.
Ambos dejaron de verse cuando escucharon un carraspeo. Al mirar a la responsable, se dieron cuenta de lo obvios que habían sido.
—Me he perdido de algo...veo que no perdieron el tiempo. Si querían estar solos, me debieron haber dicho desde el principio —sonreía de oreja a oreja.
Ninguno de los dos supo responder. Caria, a pesar de estar sonrojada, creyó que Thanatos se alejaría de ella al ser descubiertos. Estaba lista por si tenía que alejase también. Pero no lo hizo. No apartó ni los dedos de su mano. Ese simple gesto le devolvió la alegría.
—¿Podrías dejarnos solos un momento, Garena? —No se lo tuvo que pedir dos veces y los dejó solos. Caria sintió el fuerte palpitar de nuevo cuando sólo quedaron ellos dos—. Lo que dije fue en serio, no voy a dejarte sola para resolver los problemas.
—Muchas gracias, me hace muy feliz que me apoyes pero esto, quisiera resolverlo primero sola. Quiero hablar con él, después de todo, él está a cargo de nuestra seguridad.
—¿Le contarás sobre nosotros? —Estaba esperando impaciente que respondiera. Era lo que más le interesaba saber.
—Eso...voy a contárselo pero primero, quisiera que lo entendiera.
—¿Entender? —Enarcó una ceja—. ¿Qué debería entender él? —sintió una presión en el pecho.
Caria corrigió su breve explicación ya que sonaba comprometedor.
—A que entienda que estamos juntos porque nos enamoramos. No va a entenderlo desde el primer momento.
En eso tenía razón. Thanatos se tranquilizó enseguida. Si estuviera en su lugar o en el de cualquier otro, juzgaría la acción sin prestar atención a los detalles.
—Sí, es cierto. ¿Y qué hay si quiere llevarte ahora mismo de regreso?
—Ya me conoce. Me opondré sin descanso.
Thanatos sonrió a medias.
—Me quedaré aquí pero si siento algún problema, voy a bajar y yo resolveré la situación.
Ojalá no llegaran a esos extremos. Thanatos se agachó y le besó la mejilla fugazmente. Su interior gritaba porque la besara en los labios.
***
Garena y Caria entraron al departamento. Ambas buscaron con la mirada a Ralen pero no estaba ni en la sala ni en la cocina. Garena revisó en las recámaras y en el baño. Se encogió de hombros.
—Parece que ha salido. Raro —Caria sintió tranquilidad. Serían unos segundos o minutos más de paz antes de hablar con él—. Debió haber salido enseguida que yo...cuando regrese, va a explicarme todo —volcó los ojos—. ¿Normalmente es así?
—Está acostumbrado. Debido a su rango, debe dar explicaciones exactas y sobre todo, analizar cada detalle.
—Me doy cuenta —abandonó su seriedad y la observó con mofa—. ¿Y qué ha pasado entre ustedes? Se veían tan cariñosos allá arriba.
Caria se cohibió pero no escondió su felicidad.
—Fuimos al festival de Verona...nos la pasamos bien y al final, confesamos lo que sentimos.
Garena comprimió un grito. Si bien no apreciaba lo romántico, se alegraba por ellos.
—Así que por fin dijo lo que sentía por ti. ¿Lo confesó de repente?
—No. De hecho me dijo que debía regresar a los Elíseos con mis padres. Fui yo quien lo confrontó.
—No te creo —Estaba asombrada—. ¿De verdad? ¿Tú diste el primer paso? —Caria asintió. A ella le costaba también creérselo—. No me digas que ya tuvieron relaciones.
Su rostro se tensó, coloreándose brechas carmesí en la extensión de sus mejillas. Garena quedó inerte al ser testigo principal de su expresión inocente.
—Creo que estuvimos a punto pero...me arrepentí —Se encogió de hombros con resignación y vergüenza—. Estaba decidida, o eso pensaba. Él también pero de pronto, tuve un ataque de pánico momentáneo y puse una barrera entre nosotros. Fue suficiente para que él se detuviera.
Caria peinó sus cabellos oscuros con sus dedos. A cada movimiento, se percibía su decepción lo que significaba un evento realmente importante para ella. No estaba de más.
—¿Y eso te hace sentir...? —Esperaba que Caria terminara su pregunta.
—Avergonzada. No me entiendo. Me armé de valor en el instante menos esperado. Creí estar lista para dar otro paso y al final...—resopló largamente recordando cada escena de la noche anterior. Cada besa. Cada caricia. Cada atrevimiento—. Cuando nos volvimos a ver en la mañana para venir aquí, fue distinto. Thanatos ha estado atento conmigo, no lo niego, pero traza una distancia entre ambos. Es algo que puedo percibir porque me recuerda fácilmente a cuando era mi maestro o cuando recién llegué aquí...no sé. Ya no sé qué pensar —Estaba avergonzada por contárselo.
Garena muy pocas veces llegó a tener una conversación donde no interviniera con su sentido irónico y un tanto agresivo. Quizás porque nunca antes llegó a tener una amiga de verdad a quien le aconsejara basándose en la empatía. En su propia experiencia.
Era algo que iba a suceder.
—Para serte franca, me inquietaría más si me confesaras que no sentiste nada de nervios antes de tener relaciones —sonrió. Fue la única broma que hizo en esa plática para generar ambiente—. Es normal lo que te pasó porque nunca has estado con alguien. Rompiste muchas barreras. Thanatos es el único con el que has experimentado estas nuevas etapas, ¿no? —Caria asintió sin decir nada. Era más importante escucharla—. No soy sociable pero sé que muchas en su primera vez, sienten mucha inseguridad.
Un silencio se esparció mientras la curiosidad de Caria aumentaba. Llegó a sentir mayor confort con su explicación y eso le generó algunas preguntas más que no sabía cómo realizarle sin sonar imprudente.
—Garena...¿tú has...pasado por esto?
Otro momento de silencio se hizo sepulcral. Garena no dibujó ninguna expresión en su rostro hasta pasados unos largos segundos de espera. Hizo un ademán con la mano y chasqueó la lengua.
—Una vez, hace años. Un evento del cual habría preferido que fuera diferente —Ladeó la mirada, pensado en su pasado—. Fue en una fiesta. Tenía diecisiete y llevaba algunas semanas saliendo con alguien. Él me invitó a asistir y tontamente acepté. Todo fluía bien de no ser porque bebimos de más. Me llevó a un motel porque era demasiado tarde y yo no recibí autorización de mi madre para salir. Me pareció buena idea y nos quedamos ahí. Deseaba recostarme en la cama hasta que el mareo se me quitara pero él no pensaba igual —Se detuvo unos segundos más. Era evidente la tensión de su mandíbula—. Me habría gustado tener la misma percepción que tú. Haberle hecho caso a mis instintos e irme...me quede y desperté sola. En el instituto, me ignoró como si nunca me hubiera conocido pero eso no le impidió hablar sobre lo que ocurrió entre nosotros con los demás. Con eso yo tuve una lección que nunca olvidaría. Me cambié de instituto y me salí dos años después —Garena sonrió y rio como si hubiera escuchado el mejor de sus chistes—. Terminé contándote algo que no querías saber. En fin, es insignificante. El punto es que tú no te equivocaste y Thanatos no es igual a ese sujeto. Él te quiere. Se oirá irónico pero, créeme que se muere por demostrare cada uno de sus sentimientos.
Caria sintió una pena increíble. La voz de Garena sonó forzada, un claro ejemplo de que estaba reprimiendo su ira. Ese suceso le debió afectar tanto que ahora entendía porque era así. En apariencia y por su forma de hablar, mostraba ser agresiva y de que no le importaba nada pero si escarbabas en el fondo, notabas que era frágil. Probablemente ese era un aspecto que percibió Ralen.
—Gracias...por contarme sobre tu vida —Garena asintió y pronto dejó pasar ese tema.
—No te obsesiones mucho con lo que no pudo pasar, mejor disfruta del presente y ya llegará el momento de que puedas experimentarlo. Si llega a sobrepasarse, dale dos golpes, uno por ti y uno por mí —Se carcajeó. Caria correspondió a la broma.
—Estoy segura que no será así.
—Yo tengo una pregunta que hacerte ahora, ¿cómo le van a decir a los demás lo que existe entre ustedes? —Caria pestañeó de par en par. Garena fue demasiado intuyente—. Deberán tener mucho cuidado. Su relación no será muy bien recibida por otros.
—¿Cómo lo sabes? —preguntó intrigada. Garena vibró sus labios.
—Fácil. ¿Amor entre maestro y alumna? ¿Viajes secretos? ¿Destierro?...esas variantes son el ejemplo perfecto de un amor prohibido y eso que no estoy mencionando la edad. No tengo idea de cuántos años tenga Thanatos pero sospecho que es mucho más mayor que tú. En el mundo de los mortales, él ya estaría tras las rejas —exageraba pero aun así expuso la finalidad—. Dime que eres mayor de edad.
—Cumpliré veintitrés en algunos meses —Garena suspiró con cierto alivio.
—Me limitaré a no preguntarte cuantos años se llevan de diferencia —hizo un mohín—. Y en cuanto a que él se mantiene distante, no pienses que fue disgusto porque yo no noté eso cuando estuvo contigo hace rato. Estoy segura de que si ha decidido mantener distancia, es por respeto a ti.
No podía replicar nada. Algo parecido le dijo Thanatos que la conmovió. Hoy, nuevamente le acarició el corazón.
Abruptamente, la puerta cerrarse la hizo dar un brinco. Volteó y aquella mirada ámbar llena de asombro e ira comprimida le borró todas las palabras que pensó decirle al verlo. Ralen no pasó de ella. Su pecho se elevaba con más fuerza hasta sentir que se quemaba su corazón.
Garena sintió una intensidad su mirar. Era como tener enfrente a otro hombre, uno demasiado enfadado como para poder hablar debidamente. Caminó despacio hacia la cocina para darles espacio y al mismo tiempo, estar al tanto por si había que detener algo, si es que estaba en sus manos poder hacerlo.
—Ralen...recién me entero que estás a...—Ralen puso una mano al frente, una clara indicación hacia Caria para que guardara silencio. Él desvió su rostro antes de enfrentarla.
—Hasta que por fin apareces...te preguntaré algo, ¿en verdad te importan las consecuencias de lo que haces?
Caria bien sabía que Ralen estaba enfadado e iba utilizar la persuasión para hacerle entender que lo que hizo no estuvo bien.
—Sí me importa pero más me preocupo por que las personas que quiero estén bien. Por eso es que estoy aquí.
—¿Y qué hay de los demás? ¿Si estás consciente que si se enteran que no están ustedes en los Elíseos, quienes sufrirán las consecuencias somos Ariadna y yo sólo por ser los responsables de su seguridad? —La contraatacó dejando salir su enfado.
Fue un golpe bajo con tanta razón.
Garena bebía un vaso con agua. Era imposible no escuchar su discusión. Notó que Ralen se dirigía a Caria con mucha confianza con sólo tutearla. Sin mencionar la manera tan directa en que le hablaba.
—No iba a dejar a mi hermana sola. Tenía que buscarla.
—¿Y por qué no me lo dijiste? Preferiste pedirles ayuda a Hécate y a Ariadna para cubrirte.
"¿Sabe lo de Hécate?...Entonces, ¿ya sabe que estuve en la Tierra hace dos años?" pensó con malestar.
—Seamos certeros, Ralen. ¿Qué me habrías respondido si te contara lo que pensaba hacer por Melínoe?
—Te habría dicho que era una locura —respondió inmediato.
—¿Lo ves? Me habrías impedido hacerlo y todos estarían enterados de su desaparición. Yo decidí hacerlo por mí misma por el bienestar de mi hermana.
Ralen sonrió sarcásticamente.
—¿Y dónde está Melínoe? No la veo por aquí.
Caria tragó saliva y masajeó sus labios. Ralen ya había notado el fracaso de su búsqueda y estaba encantado por demostrárselo.
—Sabía que no sería fácil, por eso decidí pedirle ayuda a alguien —Llenó su pulmones, preparándose para lo que venía. En caso de que no supiera de Thanatos—. Le pedí ayuda a Thanatos.
La manera en cómo se puso Ralen le confirmó que no estaba al tanto de eso. Sus expresiones fueron revueltas y no estaba segura de que se le pasaba por la mente.
—¿Viniste...a buscarlo a él? ¿Has estado con él todo este tiempo?
—Sí. Él me ha ayudado con Melínoe pero como te dije, no es fácil.
Ralen asintió sin decir nada por casi un minuto. Mantuvo una actitud irónica rozando con la furia comprimida.
Él estaba sumamente ofendido. Encima de que fue en el último que pensó para pedirle ayuda, ¿se atrevía a preferir a Thanatos? ¿Por qué a él? Por si fuera poco, todos esos días de ausencia estuvo a su lado y él ni siquiera se lo imaginaba. No le caería de extraño que Thanatos sea quien la meta en peligro de nuevo. Estaba controlándose sobrehumanamente para no irse de ahí y contarle todo a Hades.
—¿Él te aconsejo que lo hicieras? —Esta vez su pregunta fue impulsiva y carente de lógica.
—¿Qué? ¡No! Ni siquiera lo sabía hasta que lo encontré y se lo pedí —Rápido llegó a la conclusión de que Ralen dirigía su ira en Thanatos. Frunció el ceño—. Ni se te ocurra culparlo injustamente tú también.
—Eres demasiado ciega para ver la verdad. Lo desterraron, no le quitaron su divinidad. Sigue siendo un dios. ¿Pretendes que me crea que en varios días no encontraron a Melínoe? En el Inframundo, muchos han dicho que ya no es de fiar, y yo empiezo a creerlo también.
—Nadie lo conoce. Tienen un mal prejuicio sobre él —Lo defendió interesadamente.
Ralen apretó la quijada. Tomó de la muñeca con la severa intención de irse de allí. Por fortuna, Caria fue rápida y se soltó bruscamente. Se hizo hacia atrás alejándose del joven.
—Caria, ya es suficiente. Debemos irnos ahora —Le ordenó.
—No —Fue determinante. Ella también se estaba enojando.
Garena abandonó la cocina y regresó a donde estaban ambos en una batalla visual interminable. Se puso frente a ella sirviéndole como escudo aunque era consciente que no serviría de mucho si Ralen en verdad se aferraba a llevársela.
—Cálmense los dos. Sobre todo tú —Lo acusó con el índice—. ¿Te atreves a gritar en mi casa y comportarte así con mi invitada? ¿Qué clase de cortesía es esa?
Ralen seguía enfadado pero alivió las duras expresiones de su rostro.
—Discúlpeme señorita, pero este es un asunto entre nosotros dos.
—Y ambos están en mi casa. Si continúas así, te echo.
Una amenaza bastante simple y ridícula fue la primera que se le presentó en la cabeza. Sin embargo y extrañamente, logró que Ralen titubeara un poco.
—Usted no entiende. Mi deber es defender a Caria y a su hermana. Ambas han cometido una osadía al escapar de su hogar, creyendo que pueden hacer lo que quieren.
—Melínoe no se fue por gusto —La defendió Caria—. Ralen, Melínoe parecía ser otra la última vez que la vi. Sea quien sea que se haya apoderado de ella, su intención es hacer daño. Yo no quiero que nada le pase a mi hermana.
—¿Y qué podría pasarle como para mantenerlo en secreto? —Moderó su tono de voz—. El señor Hades haría lo que sea por mantenerlas a salvo. Si algo malo le está pasando a Melínoe, él y la señora Perséfone serían los más adecuados para ayudarla.
—Mató a una ninfa —soltó de repente. Garena incluso su espantó de escuchar la confesión. Ralen no podía creérselo—. Tú sabes perfectamente las leyes del Inframundo y Melínoe violó una de ellas. Temo porque le hagan algo.
Ralen lucía más considerado, claro que no fue en el primer instante. Le ha tomado algunos minutos entender todo lo que estaba pasando. Estaba preocupado por Melínoe también y más por un detalle que nunca antes asocio con ella:
¿Melínoe tendrá que ver con lo acontecido con el pánico que ha acabado con tantas vidas? Si lo que dice Caria era cierto, Melínoe podría ser capaz de matar a más.
—Vamos a hacer una cosa, Caria. No voy a decirle nada a nadie hasta no estar seguro de todo lo que está pasando. Yo seré quien busque a Melínoe y tú regresaras a los Elíseos.
—Ya te dije que no —Se mostró más decidida que antes. Ralen puso los ojos en blanco.
—Entiende que es por tu seguridad.
—Y tú entiende que no me iré de aquí hasta saber que mi hermana está bien y que Thanatos sea perdonado.
—¿Qué? —Sentía ácido cada vez que pronunciaba su nombre—. ¿Te has vuelto loca? ¿O él te lo ha pedido? ¿Dónde está?
Caria apretó sus manos, detestaba que juzgaran erróneamente a Thanatos. Sin embargo, Garena fue la primera en poner un alto nuevamente. Se fue acercando a Ralen y presionó su pecho con su dedo.
—Es la última vez que te lo digo, deja de portarte como un cretino o seré yo quien te recuerde modales —Se cruzó de brazos. Ralen parpadeó incrédulo de que le hablaran así.
Caria observó atenta el dominio injustificado que representaba Garena para Ralen. Le invadió la curiosidad.
—Me calmaré porque me lo está pidiendo usted, señorita. Pero Caria debe entender que lo que hago es por su bien —suspiró al sentirse sin salida—. Caria, sólo por esta vez, voy a respetar lo que dices —La chica lo miró desconcertada—. Voy a buscar a Melínoe y tú te quedarás con la señorita cuando yo no esté. No verás más a Thanatos.
—Eso no me lo puedes pedir ni exigir, Ralen. No eres mi padre y yo puedo hablar y ver a quien yo quiera.
—¿Esperas que vaya y le cuente al señor Hades? —Ralen parecía haber encontrado el punto necesario para evitar que Caria siguiera metiéndose en problemas y le hiciera caso—. Ten en cuenta que el sólo hecho de estar aquí para buscarlas y llevarlas de regreso sin que el señor Hades lo sepa, ya es traición y no pienso seguir haciéndolo después de esto.
La impotencia se apoderó de Caria. ¿Por qué justo ahora que estaba más unida a Thanatos?
—Yo la cuidaré cuando no estés —propuso Garena—.Estará conmigo, así que no te angusties ni te pongas pesado. Ella va a estar bien bajo mi cuidado —ojalá no se repitiera lo de la primera vez o terminaría muerta a manos de Thanatos y de Ralen.
Ralen arqueó ambas cejas mientras analizaba profundamente a Garena, rastreando algún detalle sospechoso. Esta vez, no sentía que estuviera mintiéndole con eso.
—¿De verdad harías eso? ¿Estarías con ella todo el tiempo? —Garena asintió sin titubear.
—¿Desconfías de mí? —Se mostró ofendida—. Caria estará conmigo si salgo o no y en caso de que deba quedarse, no saldrá del complejo.
Caria veía a Garena esperando saber por qué le había propuesto eso a Ralen. No estaba de acuerdo con Ralen ni quería estar encerrada.
¿En qué pensaba Garena?
—Te lo agradezco. Entre más rápido encuentre a Melínoe, mejor. Pero antes regresaré a los Elíseos a comprobar la situación. No demoraré demasiado —Echó un último vistazo hacia Caria y luego salió de allí.
No le gustaba enojarse con ella pero lo que hizo en esta ocasión fue demasiado.
¿Qué afán tenía por arriesgarse tanto? Además, se suponía que lejos de ser su guardián, era su amigo, ¿no?
¿Por qué no confiaba tanto en él como lo hacía con los demás? Y Thanatos...¿por qué existe tanta confianza entre ellos?
Lo mejor sería que estuvieran separados.
No confiaba en él.
Garena esperó unos minutos antes de poder aclarar su proposición ya que fue sensata de cómo la miraba Caria pidiéndole respuestas.
—Esto fue demasiado fácil a decir verdad —sonrió.
—Garena, ¿por qué le dijiste eso a Ralen? ¿Vas a tenerme encerrada? —preguntó con desconsuelo.
—No de la manera que tú crees. Qué bueno que no le dijiste que Thanatos está en el mismo edificio o no habría funcionado —Caria estaba tan atónita como para hablar—. Voy a ayudarte con eso para que sigas viendo a Thanatos sin que ese pesado se entrometa. Ahora, ¿por qué no vas a ver a tu enamorado? —Le guiño un ojo—. Sólo no se tarden.
Era lo que quería. Seguramente se estaba preguntando lo que había pasado con Ralen. Agradecía que no le haya hecho caso e interviniera en su discusión con Ralen.
—No puedo hacerlo ahora. Ralen no es tonto, es muy metódico. Quizás aún no se ha ido.
—¿Crees que esté espiando que no salgas de aquí?
—Sí. Ralen no confía en mí en estos momentos y contigo podría estar probando tu lealtad. Lo que me preocupa es que a Thanatos se le ocurra venir ahora.
—Calma, yo me encargo —dijo y sacó su móvil.
***
Thanatos esperaba impaciente en el sofá desde hace más de dos horas. Anhelaba que el tiempo pasara volando. Sólo pensaba en Caria y en la posibilidad de que Ralen se la llevara a los Elíseos, o peor aún, que Hades se enterara por él que ella estaba en la Tierra.
El mensaje que recibió de Garena no lo calmaba. Tenía muchas intenciones de bajar e ir a ver a Caria. Decidido a arriesgarse, se levantó de un salto y abrió la puerta. Caria estaba en la entrada, con la mano hecha puño y su azul mirada fija en Thanatos.
—Iba a llamar a la puerta —dijo queriendo reír pero se vio hipnotizada. Thanatos le tomó de la muñeca y la haló él, cerrando la puerta.
Caria estaba extasiada por la calurosa bienvenida. Pasó sus manos por la espalda, hundiéndose en el abrazo. Thanatos colocó su barbilla en su cabeza después de besarle la frente. Se separó lo suficiente de ella para levantarle el rostro con sus manos. Ella seguía sin soltarse.
—¿Cómo estuvo todo? —Apartó unos cabellos de su rostro—. Leí el mensaje de Garena justo antes de ir a su departamento.
Caria suspiró.
—No estuvo tan bien. Ralen será quien busque a Melínoe mientras a mi...me ha pedido que no salga del departamento a menos que él esté presente o Garena.
Esa respuesta careció del agrado de Thanatos. ¿Cómo se había atrevido?
—¿Te lo ha prohibido o te lo pidió? —Caria se mordió ambos labios por nervios. Thanatos la observó, de no ser porque estaban hablando seriamente, le habría besado.
—En realidad, fue idea de Garena —desvió el tema mesuradamente—. Pero lo hizo porque quiere ayudarnos. Podremos estar juntos aun si Ralen está en la Tierra.
—Déjame adivinar...a escondidas —Se escuchaba decepcionado.
—Sí, por ahora. Cuando hablé con Ralen, comprobé que no va a entender nuestra relación. De hecho, cuando se enteró que tú me estabas ayudando, sentí que se molestó más.
Thanatos se preguntaba por qué razón. Ellos nunca tuvieron diferencias pero era sensato al comprender que la lealtad que tenía hacia Hades y la influencia de su padre Radamanthys, era muy alta. Era normal que lo considerara como su enemigo.
—¿Y qué pasará si nos descubre? ¿Se lo dirá a todos?
Caria negó con temor y puso más fuerza en sus brazos. Bajó la mirada.
—Es algo en que no quiero pensar pero...¿Consideras que debemos dejar de vernos?
—Sería lo más sensato —Le besó la nariz—, pero no es lo que quiero.
—Ni yo —Tocó su nariz con el dedo—. Debo irme. Ralen fue a los Elíseos a asegurarse de que todo esté bien pero podría llegar en...
Thanatos la apresó tiernamente con su boca. Sus labios rosados se habían convertido en su más repentina adicción. Si fuera por él, la besaría todo el tiempo. Caria podría desmayarse por la manera en cómo le hacía perder la noción. Las mariposas fueron liberadas de nuevo en su estómago. Al sentir que el aire le faltaba, tuvo que separarse. Compartieron largas miradas, retrasando el momento de alejarse. Después de varios días de viaje juntos, era extraño tener que dormir en departamentos diferentes.
—Ya vete —Le dijo suavemente—. Ya encontraremos la forma de vernos.
***
Inframundo.
Perséfone veía su reflejo en el espejo de su tocador mientras Hécate le masajeaba los hombros. Debido a los asuntos delicados del Inframundo, se sentía tensa y el masaje era un obsequio bien recibido. Su largo y ondulado cabello colgaba a un lado de su rostro. Después de varios minutos así, en verdad se estaba relajando.
Hades entró a la habitación de un movimiento y lo primero que vio fue a su esposa y a Hécate. No tuvo otra reacción más que poner los ojos en blanco. Desde hace varios días que Hécate estaba en el Inframundo acompañando a su esposa. Se sentía ofendido de que esa anciana mujer estuviera más tiempo con ella que él, pero no podía recriminarle nada. Él trabajaba mucho y la mayor parte del tiempo estaba encerrado en su despacho con sus jueces o inspeccionando cada uno de los círculos del Inframundo. Sería egoísta de su parte echar a Hécate por un simple ataque de celos.
Perséfone abrió los ojos y vio a Hades por el espejo. Se volteó para verlo directamente.
—Amor, ya estás aquí —Iba a levantarse de la silla pero Hades le indicó con la mano que no lo hiciera. Él se acercó a ella y le besó la frente.
—Sólo vine a verte antes de tener que partir —confesó con agoto. Perséfone arrugó su frente.
—¿A dónde irás? ¿A los Elíseos?
Hécate sintió que la presión se le bajaba, si iba a los Elíseos, varios podrían declararse muertos. Hasta el bastón se le cayó. Hades se inclinó y se lo entregó sin dejar de prestarle atención a su esposa.
—No. Tengo que volver a hablar con Zeus. La última vez que lo hice me dijo que indagaría para saber si es Ares quien está detrás de todo esto o algún subordinado más —Se sobó las sienes—. También hablaría con Athena ya que parece que no hace su trabajo.
—Mi hermana debe estar al tanto pero no creo que quiera decirnos nada.
—Es difícil. Tardé casi una hora interrogándola para que pudiera decirme algo inútil —Estaba fastidiado. Perséfone pestañeó de par en par.
—¿Has hablado con ella? ¿Tú?
—¿Te sorprende, mi vida? —No sabía si reír o confundirse por la extrañeza de Perséfone pero no le daría mucha importancia—. Muchas veces me has pedido que sea pacífico y ahora que lo hice, nadie cooperó. Athena es insoportable. Por eso es que Zeus hablaría con ella, quizás sea más cordial y cooperativa con él.
—¿Y qué fue lo que te dijo Athena? —No abandonaba su asombro. Hades sintió que un tic reaparecía en su ojo al recordar su conversación con Athena.
—Que se está encargando del asunto con Ares y que...debo vigilar lo que hace mi familia antes de ir a molestar a otros —Hécate tiró de nuevo su bastón sin querer. Hades nuevamente se lo dio dedicándole una mirada pesada. Masajeó su ojo derecho al poco tiempo. Perséfone se llevó las manos a la boca—. ¿Entiendes la ofensa que me ha hecho? ¡Por eso a ningún dios le cae bien!
—Hades...no le hiciste nada, ¿verdad? —Estaba preocupada por la respuesta que le haya dado Hades a su hermana. Podría crear otra guerra innecesaria.
Hades chasqueó la lengua.
—Nada. Tomé su casco, desaparecí y lo arrojé al Amazonas —Se cruzó de brazos—. Si lo quiere, que lo busque. Eso le enseñará a pensar bien en lo que dice —Perséfone sonrió de lado. No podía creerse que Hades tuviera sus arranques infantiles—. Sin embargo, su insolente comentario me hizo pensar que hace tiempo que no voy a ver Macaria y Melínoe. Tengo que estar seguro de que las cosas andan bien por allá. Probablemente vaya mañana —Hécate estaba muy nerviosa y dejó caer su bastón de mala gana. Hades enarcó una ceja y la vio con un provocador hastío—. ¿Qué te pasa anciana? ¿Crees que voy a levantar tu bastón hasta que me disloque la espalda?
Perséfone observó a Hécate detenidamente. Ella que la conocía más, sabía que no era normal esa actitud tan descontrolada.
Hécate rio forzada y tratando de mantener el control.
—La edad me hace torpe y tú deberías ser más gentil, recuerda que ya no eres ningún joven.
Hades reprimió su severa contestación. Miró a Perséfone y volvió a besarle la frene antes de salir de la habitación.
Hécate tuvo incontable pensamientos cruzados en su mente. Tenía que ir a los Elíseos cuanto antes y avisarle a Ariadna y Circe que Hades iría para allá pero lo que más le preocupaba, era llevar de regreso por lo menos a Macaria y Ralen. Se dio pequeño topecillos en la frene con su mano y regresó con Perséfone para continuar con el masaje.
Perséfone no dejó de verla por el espejo.
—¿Te sientes bien, Hécate?
—Sí...sí...debe ser el cansancio por la edad pero nada grave. Pon tu mene en blanco, este masaje te dejará casi flotando.
Perséfone suspiró y alzó la mano por encima del hombro hasta alcanzar la de Hécate. La haló hacia su derecha y volteó a verla con seriedad.
—Hécate, agradezco tu compañía pero ya es el momento de que me digas la verdad.
—¿La verdad? ¿Cuál verdad? —fingió demencia. Perséfone puso una mirada más severa, aunque no se notable realmente.
—Sé que no estás aquí por visitarme ni por vacaciones. ¿A quién estás encubriendo ahora?
Hécate se sobresaltó por la desarrollada intuición de Perséfone, había que darle méritos al hecho de haberse convertido en madre.
¿Desde cuándo sospechaba algo?
—Yo no estoy cubriendo a nadie. ¡Qué locura! ¿A quién cubriría?
—A mis hijas —La respuesta la dejó helada y muda. Perséfone mostró su angustia—. Quiero saber qué ocurre en los Elíseos y quiero la verdad. Te conozco bien y sobre todo a mis hijas aún si no puedo verlas. Si me mientes me daré cuenta...¿Cómo están ellas?
Esa mirada tan dulce en contraste con su clarividencia, era muy fuerte. No podía seguir mintiéndole por más tiempo ya que le había prometido serle leal después de haber participado en ese horrible suceso con Deméter. Posiblemente, Perséfone no reaccionaría tan intenso en comparación a Hades cuando se enterara de lo que había pasado a espaldas de ellos, pero era más que claro que el tiempo se les estaba agotando. Si Melínoe no aparecía cuanto antes, todo acabaría en tragedia.
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Chan chan chan!!!!
Primero, ya sé que estás pensando...¿Dónde está la verdadera y suculenta acción? Esta en la segunda parte, no desesperen. No se arrepentirán ;).
Segundo, a sólo un día de publicar el capítulo 18, enfermé como no tienen idea. Tuve que estar en cama por dos semanas. Tuve sensibilidad en el cuerpo debido a la fiebre, bronquitis y faringitis. Mi vista tampoco era buena por lo que escribir, fue imposible. Me recuperé totalmente en tres semanas y desde entonces he trabajado en las continuaciones pendientes.
Una gran disculpa por dejarlos tanto tiempo sin saber nada.
Tercero, lo que más espero saber. ¿Qué les ha parecido?
¿Hécate le habrá dicho la verdad a Perséfone?
¿Ralen empeorará las cosas entre Thanatos y Caria?
Y mucho más...
Los dejo porque voy a concluir la otra parte. Espero este les haya gustado ;)
Nos leemos pronto!!
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