Capítulo 14 - Parte 2
CANCIÓN: "You"
INTÉRPRETE: The Pretty Reckless
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-¿Ya saben a dónde iremos? -preguntó Garena dentro del tren.
-No lo sé Garena -Miró hacia atrás donde estaba Thanatos. Estaba de brazos cruzados, ojos cerrados y auriculares en los oídos. De mal humor para variar-. Le preguntaré más tarde.
-¿Sigue molesto, no es así? -Caria se encogió de hombros-. Yo ni siquiera me fijé por no descuidar el equipaje -Garena vio a través del vidrio y alcanzó a ver un letrero de rumbo que decía "Sicilia". Frunció el ceño.
"Cuando termine su viaje en Sicilia, debes regresar aquí" Fue difícil no asociar lo que le dijo su madre con el rumbo que estaban tomando.
Alzó los hombros, suponiendo que se trataba de una coincidencia. Se alzó sobre el asiento para ver a los que estaban enfrente.
-Mi scusi, ¿cuál es la dirección de este tren?
-Palermo -respondió Thanatos, sobresaltando a ambas. Garena volteó a verlo con el ceño fruncido.
-No me espantes -regresó a su lugar-. ¿Bajaremos hasta Sicilia?
-Sí y no. Haremos una parada en Nápoles para descansar y por la mañana, volveremos a tomar el tren e iremos a Sicilia -explicó brevemente y volvió a tomar asiento y ponerse los auriculares.
Garena alzó las cejas, volviendo a sentarse.
-Sigue siendo raro -le comentó a Caria.
Mientras seguían subiendo personas al tren, cada vez que volteaban a ver a Garena, siempre era con mirada despectiva. Ella lo sabía pero no le prestó importancia. Caria, por su parte, se sintió mal por ella.
-¿No te molesta que te miren así?
-Nah -respondió indiferente-. Me he acostumbrado. Todos los días pasa lo mismo.
***
El recorrido en tren no había sido tan rápido. Fueron alrededor de cinco horas de trayecto. Caria tomó una siesta y despertó hasta que sintió que le tocaban el hombro.
-Es hora de bajar -Caria vio hacia el cristal. Era un lugar totalmente nuevo pero igual de agradable. La misma esencia de Italia.
Los tres bajaron del tren y siguieron caminando por las calles de Nápoles. Garena sólo una vez en su vida visitó esa ciudad y ya no la recordaba. Caminaron hasta llegar a un mercado y entonces fue donde por fin se detuvieron.
-¿Puedo ir a comprar algo antes de continuar? -preguntó Garena. Thanatos asintió sin voltear a verla.
Una vez que ella se alejó, Caria vio la oportunidad de preguntarle a Thanatos a dónde exactamente iban a ir.
-¿A dónde vamos, Than?
Thanatos se aseguró que Garena no estuviera cerca.
-Antes de regresar por ustedes, sentí una presencia divina e inexperta en Sicilia. Luego, después de unos minutos, estaba en Nápoles y volvió a desaparecer. Cuando veníamos en el tren, apareció de nuevo en Sicilia.
-¿Crees que se trate de Melínoe?
-Sí, porque era una presencia voluble. Como si no supiera lo que estaba haciendo -pasó una mano detrás de sus cabellos-. Si aparece en los mismo puntos, probablemente la encontremos por aquí.
Caria sonrió esperanzada. Quizás Melínoe estaba más cerca de lo que creía.
-Creí que no usarías tus poderes para ayudarme.
Thanatos se mostraba abatido.
-Las presencias puedo sentirlas, quiera o no. Es lo único que no puedo evitar...pero supongo que es sólo cuestión de tiempo que deje de sentirlas ya que cada vez es menos frecuente.
Analizaba sus palabras al mismo tiempo que observaba a Caria. Seguía teniendo dudas sobre cómo llegó a la Tierra sin que pudiera sentirlo o sospecharlo.
-Yo no logró sentirlas...a nadie.
-Aún te falta desarrollar tus poderes -suspiró-. Caria...¿Cómo fue que llegaste aquí?
-Ahm...¿A qué te refieres? -preguntó con resguardo.
-Hablo de venir aquí, a la Tierra. Jamás pensé que estuvieras aquí. A parte de eso, ¿cómo fue que me encontraste tan fácil? Es como si supieras dónde estaba.
Caria tragó saliva. Si respondía a las preguntas podría delatarse. Era otra oportunidad para decir la verdad de una vez por todas...pero no podía hacerlo.
-Ah, yo eh...estaba...-Thanatos colocó sus dedos sobre sus labios para que guardara silencio. Lucía concentrado. Cuando despegó sus dedos, pudo volver a hablar-. ¿Qué pasó?
-Sentí varias presencias en Libia pero sólo fue momentáneo -Esta vez lucía más confundido que agradecido. ¿Y si se estaba equivocando con respecto a Melínoe? Sacudió su cabeza-. Espero no haberme equivocado con Melínoe.
-¿Hay problemas?
-No lo sé, espero que no -se acomodó la mochila en el hombro-. Vayamos a buscar algo de comer y luego un lugar a donde descansar.
-¿Y Garena?
Thanatos volteó a ver varias veces a su alrededor pero no encontró a la chica.
-Vayamos a comprar algo y luego la buscaremos por aquí, no debe haber ido lejos.
Mientras tanto, Garena buscaba en su teléfono la tienda de su interés. Ojalá que pudiera encontrarla en esa ciudad. Veía de vez en vez las tiendas de los alrededores. Se detuvo en seco al ver una pequeña tienda con apariencia tosca, vieja y posiblemente abandonada. Se habría seguido de largo pero vio un letrero que decía "abierto".
-Si vas a pasar hazlo, estoy por cerrar -Garena miró enseguida hacia su espalda. Una mujer de cabellos rubios y tez madura le había hablado. Llevaba una olla de hierro y unos libros viejos.
Ella pasó por su lado y entró a la tienda. Garena frunció el ceño. Su sentido común le decía que debía irse pero no lo hizo. Esa mujer lucía misteriosa y llamativa. Decidió seguirla. Una vez que estuvo adentro, vio que el lugar era más amplio de lo que parecía. Habían artilugios antiguos que tenían el color semejante al óxido. Siguió viendo hasta llegar a un mueble ancho y largo frente a ella. La mujer de hace un momento volvió a aparecer.
-Así que has decidido a entrar -comentó-. ¿Qué vas a llevar?
-Buon pomeriggio, yo...vengo a buscar estos ingredientes pero...no se sí... -dijo sacando una hoja de papel. La mujer tomó el trozo despreviniendo a Garena y lo leyó rápidamente.
-Sí, tengo todo -confirmó. Garena casi no lo creía-. Te indicaré que es cada cosa porque veo que eres bruja primeriza -le echó un vistazo.
-Ah no, no soy bruja, yo sólo...
-No fue una pregunta niña -recalcó la mujer.
Garena arrugó la frente y pestañeó varias veces con perplejidad.
¿Le acababa de decir que era una bruja primeriza?
-No bromee conmigo.
La mujer guardó silencio cuando cayó en cuenta de los ingredientes que pedía.
-¿Te crees tan lista como para hacer algo así con tu nivel? -preguntó molesta.
-¿De qué me habla? Yo sólo quiero hacer un hechizo y no soy bruja.
-Si no eres bruja, ¿por qué querrías hacer algo como esto? -demandó saber.
¿Qué explicación podía dar Garena? ¿Por diversión? ¿Por curiosidad? Ahora que lo veía, resultaba estúpida la explicación.
-Sólo quiero hacerlo -se cruzó de brazos-. Quiero comprobar si la magia existe o si este libro es una mentira -sacó el libro de su mochila. La mujer vio el objeto con asombro pero lo ocultó fácilmente.
-No tienes la experiencia ni el alma...aún. Te meterás en líos si haces algo que no puedes controlar.
-Oiga, no le he venido a pedir consejos. Quiero que me venda los ingredientes que le he pedido. ¿Puede hacerlo o me retiro?
La mujer no le hizo el mayor caso esta vez y fue por los ingredientes, los cuales fue colocando en orden sobre el mostrador de roble. Garena examinó cada uno de los objetos. No recordaba haber visto alguno antes.
-Listo. Aquí están los ingredientes por nombre. Colócalos en un cáliz y derrámalo sobre el objeto o individuo que quieras, si deseas que tenga mayor efectividad -Le entregó también un pequeño cáliz-. Si sólo quieres hacer el hechizo simple, pronuncia sólo las palabras.
Garena tomó los objetos y los colocó dentro de su mochila.
-¿Cuánto es?
-105 euros.
-¡¿Cuánto?! -casi se cae de la impresión-. ¡Eso es mucho dinero para mí!
-Si no puedes pagarlos...te quedarás con la duda de si la magia existe -mantuvo una sonrisa burlona.
Garena apretó los dientes. Revisó largamente su billetera. Sólo tenía 36 euros. Nunca creyó que esos ingredientes fueran tan caros.
¿Hasta cuando iba a seguir con ese descubrimiento tan absurdo?
Tan sencillo era dejar las cosas e irse o huir pero tenía el presentimiento que eso sería un grave error. Garena no tomó en serio ninguna de las dos opciones. Estaba aferrada en llevarse con ella las cosas. Alzó las manos al cuello y se quitó un collar negro con un símbolo extraño plateado. Lo puso en el mostrador.
-No sé si esto valga algo realmente. Chéquelo.
La mujer hizo muecas de desagrado, sin embargo, terminó por tomar el collar y examinarlo. Su semblante se suavizó y vio a la chica con detenimiento.
-¿Dónde conseguiste esto?
-Mi abuela me lo regaló hace años, me dijo que valía algo.
Por un segundo, creyó que le aventaría el collar en la cara y se negaría a hacer un trueque. Cuando vio que la mujer se guardaba el collar, sintió calma.
-Puedes irte, me quedaré con esto -Garena sacó los billetes para entregárselos-. No, quédate tu dinero. Con esto es suficiente.
-¿Habla en serio? -pensó en voz alta. No se creía que el collar valiera tanto-. Entonces, gracias.
Decidió marcharse antes de que la mujer cambiara de parecer. Ya afuera, regresó por el camino que recorrió, mirando constantemente hacia atrás, esperando que no haya sido una trampa y la estuviera siguiendo.
-¡Garena! -su corazón se agitó con espanto. Vio a Caria y Thanatos acercarse a ella-. Te estábamos buscando -dijo Caria.
-Ah...está bien -contestó tranquilizándose.
-¿Dónde estabas?
-Fui...a buscar unos cascos nuevos. Estos ya están viejos, lástima que no encontré ningunos que me gustaran-inventó lo primero que se le vino a la mente-. ¿No compraron nada?
-Íbamos a comprar algo de comer pero Than cambió de idea y dijo que fuéramos a conseguir una habitación antes de que anochezca.
-Sí, me imagino. Las habitaciones no suelen ser fáciles de conseguir.
Thanatos no cruzó palabra alguna con ella pero le echaba un vistazo debido a que lucía misteriosa. Claramente podía darse cuenta que estaba mintiendo para ocultar algo.
***
Deméter caminaba por las calles de Libia con pasos dominantes y seguros. Ignoraba a cualquiera que pasara por su lado. No le gustaba estar rodeada de humanos ni aparentar que era uno de ellos, sin embargo, ese era un día diferente. Se adentró a un callejón profundo y solitario. Lucía desidioso e inhabitado.
Era perfecto.
A unos cuantos metros de llegar a su destino, admiraba el edificio frente a ella, de apariencia tradicional y antigua. Ingresó en él y el frío desolado golpeo su piel. A diferencia del exterior, estaba oscuro, lleno de polvo y telarañas en la mayor parte del techo. A cada paso que daba, se hacía eco. Deméter no se detuvo ni un segundo. Siguió avanzando hasta dar con unas escaleras que viajaban al sótano. Roedores pasaban por sus pies sin tocarlos. La temperatura bajaba aún más, el ambiente era más deplorable. Observó a su izquierda donde pudo distinguir a alguien caminando hacia ella.
-No pensé que fueras tan puntual -comentó Deméter.
-Acabo de llegar -indicó con indiferencia-. ¿La has visto ayer?
-No, pero sé que está haciendo lo que querías. Los humanos están temiendo durante la noche y otros se han dejado llevar por la locura y la desesperación.
-Así es -suspiró golpeado. No estaba muy feliz-, sin embargo, existe un problema -Pat caminó hacia la única puerta del sótano y se dedicó a abrirla.
Deméter torció los labios y la siguió hasta entrar a la habitación. Pat extendió su mano a un costado y sobre su palma, se extendió una luz brillante que auxiliaba la vista. Deméter prestó atención a uno de los rincones.
-No se la está pasando bien, ¿cierto? -preguntó la diosa. Pat observó desdeñosamente a la chica del rincón.
Estaba de piernas dobladas, con el rostro oculto y sus brazos rodeando los muslos. Sólo podía apreciarse su cabello rizado mezclándose con las sombras, su vestido blanco lleno de suciedad y sangre.
-Esto es un desastre -comentó Pat con desdén y severas intenciones de desquitarse-. Todo está perfecto durante la noche...pero durante el día, tenemos esta basura. Recién pude encerrarla, estaba en Sicilia cuando recuperó su razón.
-¿Qué querías? Es débil. Todo ese poder que tanto venerabas, estaba sobrevalorado. Deshazte de ella o déjame hacerlo yo.
-De ninguna manera, mi señor Érebo aún necesita verla. Sin embargo, necesita estar lista y no mostrarse como un insecto fácil de aplastar como ahora.
-Imposible -Deméter se burlaba con cinismo y fastidio-. Si no abandona esos miedos y debilidad, jamás será digna de nada. Siento que es una pérdida de tiempo. Ninguna hija de ese monstruo podría valer tanto la pena ni siquiera para tenerla de esclava.
-¿Ah sí? -Pat enarcó una ceja-. Te recuerdo que también son hijas de Perséfone -El rostro de Deméter se deformó-. Si esto no funciona, Érebo no tendrá compasión de mí. ¿Cómo podremos hacer para que mantenga a su otro yo durante más tiempo?
Era una situación encaminada al fracaso. Todo parecía ir bien. La maldad de Melínoe estaba apoderándose de ella por completo, no sólo tenía fuerza y vida durante la noche sino que se manifestaba también de día. Pero desde que Pat y Deméter decidieron mantenerla como esclava en ese lugar, todo volvía a ser normal para Melínoe. Durante el día era ella misma mientras que al llegar la noche era influenciada por la oscuridad de su corazón.
-Es sencillo...enséñale quien manda y lo que quieras que haga -Las crudas palabras de Deméter tensaron el ambiente.
-¿No deseabas hacerlo tú? -preguntó burlona.
-Te daré el privilegio -se cruzó de brazos-. Sólo procura no dejarle marcas, quizás no le guste a Érebo.
-No creo que haya mucho problema...mientras no se vean -Ambas comenzaron a reírse mientras salían por un momento. Se escuchaban cadenas a unos metros.
Melínoe levantó un poco el rostro. No veía nada pero sentía todo. Levantó sus manos a la altura de las rodillas, sentía sucias las manos. Impregnadas de sangre. Sentía aversión a ella misma y es que no todo era como antes, como Pat y Deméter pensaban. Si ella aborrecía el miedo, la ansiedad y la locura que la invadía al llegar la noche, lo que le ocurría ahora era peor. Antes no recordaba lo que hacía mientras perdía el conocimiento.
Ahora sí. Al menos la mayoría de las cosas.
Se odiaba. Estaba al tanto de que ella había matado a Tabitha. Aún sentía su sangre caliente resbalando sobre sus manos. Y ni siquiera era la única. En poco tiempo, había visto a varios humanos, hombres y mujeres, perder la cordura y la vida por su culpa. Los inducía al suicidio y a otros los mataba ella misma.
¿Qué clase de monstruo era?
No era responsable de sus movimientos, pero era ella. Veía todo desde otro plano y era terrible. No podía controlarse. No podía evitarlo.
Si Pat y Deméter deseaban torturarla, era lo menos que podía aceptar. Se lo merecía.
Aun así, seguía temiendo de ella misma. La invadía la tristeza al recordar a sus padres y a su hermana.
¿Y si no los volvía a ver? ¿Y si intentaba lastimarlos de nuevo?
Como quiera que sea, esos cálidos sentimientos por volver a estar con su familia, desaparecían ante el ascenso de la oscuridad de su interior.
***
Pasaron alrededor de dos horas de búsqueda de un hotel con habitaciones disponibles. Al ser ya tarde, fue más complicado y tuvieron que recorrer varias calles hasta que dieron con un lugar adecuado por fin.
-Tuvimos suerte de encontrar una habitación con dos recámaras -comentó Garena siendo la primera en entrar y en dejar caer su mochila en el suelo.
-Debemos ponernos de acuerdo dónde dormirá cada quien -dijo Thanatos cerrando la puerta. Ni siquiera se percató de la sonrisa de Garena.
-Creí que tú dormirías en una habitación y nosotras en otra, a menos que tengas otro plan y quieras que duerma sola -dijo lo suficientemente directo como para que Thanatos mirara al cielo y se fastidiara.
-Podrías dormir en el sillón -repuso y suspiró-. En fin, hagamos lo que habíamos planeado. Ya tenemos habitación, ahora vayamos a comer algo -Thanatos miró delicadamente a Caria. Su voz expresaba preocupación-. ¿Tienes mucha hambre?
Caria levantó la vista y negó con la cabeza, dibujando una alegre sonrisa.
-No mucha, puedo aguantar un poco. Gracias -Thanatos le correspondió a la sonrisa-, pero...ya es de noche. ¿Aún venden comida?
Thanatos observó la hora en el reloj de la habitación. Marcaban cerca de las diez.
-Vi un karaoke a unas cuadras de aquí. Quiero suponer que venden algo de comer además de la bebida -propuso Garena. De inmediato, Thanatos se opuso.
-Mejor voy a buscar algo para preparar aquí. No quiero exponer a Caria.
Ella admiraba que la protegiera pero no le gustaba que ellos dos se la pasaran discutiendo todo el tiempo y la pusieran de por medio.
-Than...quisiera ir -Thanatos se giró a verla, muy sorprendido-. Nunca he ido a un lugar así. Quiero ir.
Por supuesto que nunca había ido a un lugar así y no se sentía muy cómodo con la idea de que estuviera envuelta ahí. Él, sin duda alguna, había visitado los bares y las discotecas continuamente. Las peleas y discusiones no se hacían esperar. No descartaba que el karaoke fuera a pasar lo mismo.
Thanatos era muy racional. Con Caria junto a él era más que obsesivo en su bienestar.
-No creo que debas preocuparte tanto, irás con ella -añadió Garena tras un largo silencio.
-Sí, por favor -dijo Caria animándolo.
Se encontraba en un dilema, si fuera por él, cerraría la habitación para que nadie saliera e iría a dormir tranquilo pero tampoco quería mostrarse de la peor manera.
Además, ¿cómo negarse ante esa mirada?
-De acuerdo, pero no quisiera que te apartaras de mi lado -dio media vuelta para dejar las cosas en el sillón. Garena rio a lo bajo.
-Eso es lo que más quisiera -susurró lo suficiente para que Thanatos no la escuchara y Caria estuviera atenta. Bajó la mirada.
-Entonces, vayámonos ahora mismo -indicó Thanatos poniéndose su chaqueta.
Garena a diferencia, se volvía a colocar su mochila en el hombro. Caria frunció el ceño.
-¿Te llevarás la mochila?
-Nop, la llevaré a nuestra habitación y me daré una ducha.
-¿No irás con nosotros? -preguntó nuevamente Caria, con un tono suave y suplicante. Esperaba que fuera con ellos, así no estaría tan nerviosa.
-Los alcanzaré. Como dije, el karaoke está cerca de aquí.
Thanatos estaba demasiado cansado de discutir con ella como para preguntarle la razón detrás de su explicación. Abrió la puerta, señalándole a Caria que debían irse.
-Te veremos allá -dijo Caria antes de salir de la habitación.
Garena se despidió de la mano mientras iba hacia su recámara y buscaba entre su mochila aquel libro que tanto quería indagar en silencio.
***
Melínoe caminaba tras de Pat, con la cabeza gacha y las manos atadas con una cadena de acero firme que lograba lastimar un poco sus muñecas. Desde que salió de esa morada, se mostró más servicial que de costumbre. En todo el camino no mencionó palabra alguna. Pat se giró a verla, sin detener sus pasos, para analizar cual personalidad de Melínoe estaba al tanto en ese momento. La chica alzó la mirada y dejó ver su sonrisa lasciva.
Magnífico.
-¿A dónde piensas llevarme esta vez? ¿Una nueva prisión? -Le reprochaba.
-Si es una broma, no me parece graciosa por ahora.
-¿Sabes qué es gracioso? Que me dijiste que podía ser libre de hacer lo que quisiera. Que eso me traería mayor poder -Movió los hombros-, pero no puedo hacer nada sin que tú me des autorización.
-Puedes hacer lo que quieras...el problema es que no tienes dominio sobre tu parte más débil y eso lo arruina todo.
Melínoe volcó la vista con repugnancia.
-Es molesto. La odio. Cada vez se impone más y más. Necesito torturarla para que me deje en paz.
-Sí, bueno, lo harás después -se detuvo delante de una enorme puerta de madera-. Por ahora, necesito que te muestres servicial con mi amo.
-¿Tu amo? -preguntó con sorna.
-Sí, más te vale no pasarte de lista con él. Érebo es muy poderoso. A lado de él, eres una insignificancia. Pórtate bien y serás recompensada, no le agradan las altanerías.
Melínoe torció la boca y se adentró a aquel lugar tras Pat. Melínoe no tenía idea de dónde se encontraban pero parecía ser un lugar oculto para los humanos debido a la fineza y antigüedad del interior; lucía como al Inframundo. La decoración altamente dedicada no era lo único que llamaba la atención, también lo eran las numerosas doncellas. Todas con vestidos dorados y joyas de oro. Eran muy hermosas.
-Érebo te espera adentro. No olvides ser servicial y no lo mires al rostro a menos que él te lo ordene -indicaba Pat-. Muéstrale tu poder y todo lo que puedes ser capaz de hacer. Lo complacerás completamente.
-En pocas palabras, ¿debo venderme?
Pat ignoró con esfuerzo la pregunta burlona y removió las largas telas de lino que estaban frente a ella. Melínoe fijó su vista al frente. Al fondo se podía apreciar un gran trono dorado y un hombre sentado en él. Conforme se fue acercando, distinguió a otras doncellas a su alrededor.
Érebo poseía una mirada muy penetrante, desde que vio a Melínoe atravesar esas cortinas, no le apartó la mirada de encima. Hizo un ademán a las mujeres y estas se marcharon enseguida, con la mirada gacha y con pasos determinantes. Al poco tiempo, Melínoe ya se encontraba frente a él pero no pudo verlo, mantuvo la mirada en otro lado para evitar contacto visual con él, justo como se lo dijo Pat.
-Melínoe, es un gusto conocerte -Su voz era rasposa y poderosa. No cabían dudas de que se trataba de Érebo-. Acércate más.
Ella hizo caso y estaba a pocos centímetros de él. Érebo le tomó del mentó y levantó su rostro. Melínoe tuvo el atrevimiento de mirarlo, sin embargo, él no lucía molesto.
-Ápate se limitó al describirme tu belleza. Realmente eres hermosa al igual que tu madre -Apretó livianamente su barbilla-. Pero posees la mirada de tu padre. Siempre tan retadora y con una fuerte ambición por aparentar ser temible.
-Entiendo, conoces a mis padres pero no los aprecias -añadió con sorna. Érebo le soltó el mentón.
-No lo hago -afirmó-. ¿Y tú, los aprecias?
-Lo hacía...hasta que prefirieron a mi hermana.
-Oh, no se dan cuenta de lo que han perdido -Érebo se hizo hacia enfrente. Sus profundos ojos amarillos no se despegaban de ella-. ¿Es cierto que intentaste matar a tu madre y a tu hermana?
Melínoe sintió ácido al recordar su fallido intento de asesinato.
-Sí, es cierto. Y lo volvería a hacer. Las odio. A todos. -entrecortaba sus frases al mismo tiempo que las enlazaba-. Nadie creyó en mí. Todos piensan que soy débil y me tienen lastima. Van a pagar por pensar así.
-Claramente, veo en tus ojos algo oculto y poderoso...tan fuerte como la locura y muerte tan repentina entre los humanos -Apoyó su brazo en su rodilla-. Sé que eso que has hecho es insignificante y Ápate me lo ha confirmado. Me lo ha descrito también -la observó de arriba abajo sin reparo en su mirada lasciva-. Demuéstrame que no ha sobrevalorado sus palabras -se levantó del trono y deslizó su índice por el hombro de Melínoe. Ella apenas distinguió lo alto que era-. Muéstrame todo lo que eres capaz de hacer.
Ella no se inmutó por la fiereza de sus ojos ni por las palabras de dominación. Melínoe sonrió de lado con malicia y levantó su mano a la altura del abdomen, rozando las finas telas.
-Lo haré, señor.
***
Thanatos y Caria llegaron al karaoke y tomaron asiento en el primer sillón libre que encontraron. Era cómodo y muy luminoso, tanto como el resto del escenario. Estaban frente a una pequeña mesa redonda. Al cabo de un momento, una mujer fue a tomarles la orden. Caria agradecía que hubiera algo que comer aunque no comprendía de qué se tratara. Thanatos por su parte, quería orientarla y se sorprendió de que no le pidiera ayuda con eso.
-Siento que has estado molesto el día de hoy -comenzó a hablar Caria. Thanatos la observó por varios segundos antes de responder y desviar la mirada.
-Si te soy sincero, si lo estoy -comenzó a jugar con sus dedos sobre la mesa.
-¿Conmigo? -entrelazó sus manos por debajo de la mesa. Ojalá que no haya estado así por su culpa.
-No -respondió con seriedad-, pero tengo sentimientos encontrados sobre lo que haces -la miró de nuevo. Caria no evitó sentirse confundida.
Se puso tensa, esperaba que no volviera a tocar el tema sobre cómo apareció en Italia y porqué lo descubrió tan eficazmente.
-No te entiendo, ¿a qué te refieres?
A él, le costaba mucho expresar lo que realmente lo atormentaba frente a ella. ¡Claro que se había molestado! Sentía ardor en el estómago de sólo acordarse de lo que había pasado.
-No me gusta la ropa que Garena te ha dado -se cruzó de brazos-. Lo ha hecho para burlarse de mí.
¿Por qué se burlaría de él? Caria no entiende su breve explicación.
-Yo no lo veo así -recalcó-. Me gusta y yo le dije que estaba bien.
-No es tu estilo -contraatacó de inmediato. Suspiró-. ¿Por qué lo has hecho?
No sabía qué responder además de decir que le gustaba. ¿Por qué lo había hecho? Quizá se deba a lo que le dijo Garena:
"-¿Crees que le guste? -preguntó Caria.
-Se quedará frío al verte y le hervirá la sangre cuando otros te vean.
-¿Qué quieres decir? -Estaba interesada.
-Ya lo verás Caria, ya lo verás. "
Evidentemente, no le había gustado.
-Lo siento. No quería ofenderte -tragó saliva con fuerza-, sólo creí que me veía bonita.
Thanatos rio secamente ante la ingenua idea.
-No necesitas vestirte así para lograrlo.
Caria abrió sus párpados. Deseaba que Thanatos continuara hablándole, pero eso no sucedió. Llevaron enseguida lo que habían ordenado. Ella tomó como se ideó, aquel emparedado de pollo mientras que Thanatos bebía lo suyo.
-¿Qué es lo que bebes? -Thanatos se relamió los labios.
-Es whisky.
Caria conocía esa bebida porque continuamente escuchaba que los espectros y el padre de Ralen, Radamanthys, bebían eso además del vino.
-¿Te gusta?
-Sí pero no produce efecto en mí -dejó el vaso en la mesa-. A los humanos les produce efectos secundarios.
-Pero no a los dioses, ¿verdad? -Añadió.
-Exacto. A veces quisiera que hubiera excepciones -bebió de nuevo. Caria vio pasar a unos sujetos que pasaron por su lado, distinguiendo unas marcas en sus brazos. Recordó la que llevaba Thanatos en la espalda.
-Y...esa marca que tienes en la espalda, ¿ya la tenías? -Thanatos preciso sus palabras. Lo había observado en la mañana.
-No, se llama tatuaje. Muchos humanos los llevan en la piel.
Caria iba conociendo más cosas de los humanos en cada día y vaya que tenía sus cosas buenas, divertidas y otras desafortunadas.
-¿Puedes contarme más cosas de los humanos?
Él estaba dispuesto a hacerlo pues era mejor que fuera conociendo de la Tierra y la vida de los humanos por él que por alguien en quien no debía confiar.
-Vaya, que agradable sorpresa -Ambos miraron al mismo lugar y al mismo tiempo al escuchar aquella voz tan atrapante-. ¿Había una reunión y no fuimos invitados? -Apareció a su lado otro hombre de mismo aspecto. Era muy difícil diferenciarlos. Ambos vestían ropa humana. Una camisa ajustada y pantalones de mezclilla.
Thanatos no les respondió.
¿Por qué no sintió su presencia?
Tal vez sí estaba perdiendo dominio sobre los pocos poderes que aún persistían en él. Se levantó y miró a Caria.
-Vámonos.
Ella asintió y se levantó también. Thanatos sintió que le tomaban del hombro.
-No se vayan tan pronto, recién acabamos de llegar -Fobos no abandonaba su postura arrogante y socarrona.
Thanatos se apartó del agarre con calma pero prestando mucha atención. Fobos amaba los conflictos, al igual que a su hermano y su padre, así que comenzaba a preocuparse de que fuera a contarle a algún dios, o incluso a Hades sobre el paradero de Macaria.
-No quiero problemas -dijo Thanatos pacíficamente. Fobos y Deimos se miraron entre sí con sorna.
-¿Problemas? Nadie los busca -Deimos no sonaba muy sincero.
Posteriormente, Fobos desvió la mirada hacia Caria.
-Hola Macaria, no te veo desde tu celebración de cumpleaños -La observó de arriba abajo-. Entre más pasa el tiempo, más atractiva y hermosa te vuelves. Esa ropa no te queda nada mal, podrías usarla más seguido y venir conmigo.
Caria se apenó por el bochornoso cumplido pero extrañamente, seguía observándolo. Sentía un calor que se acrecentaba en su interior y, por si fuera poco y aún más extraño, sentía el deseo por obedecerle. Thanatos apretó el puño y miró desafiante a Fobos.
-Con ella no te metas -advirtió Thanatos con enfado. Fobos vaciló.
-Puedo hacerlo, porque si no lo sabías, Zeus y Hades estaban concretando nuestra unión -se cruzó de brazos con orgullo-. No dudo que eso se cancele.
Caria volteó a ver a Thanatos esperando que negara lo que ella misma había escuchado y se negaba a creer. Pero no lo hizo. Thanatos apretó la quijada, de sólo pensar en lo que ya sabía.
-Mientras eso aún no ocurra, yo debo protegerla. Así que deja de molestarla y apártate.
Fobos se acercó a él ya más molesto.
-¿Crees que me asusta lo que un dios desterrado pueda advertirme? Estoy seguro que Hades no sabe que Macaria está aquí-lo confrontaba. Se acercó más a él-. Vamos, atrévete a desafiarme. Sabes muy bien que si le pido a Macaria que venga conmigo, ni siquiera tú podrás detenerla. ¿Quieres asegurarte de que los rumores que han dicho sobre nosotros es verdad? Veamos quien sale perdiendo -Soltaba soberbia en sus palabras al referirse a Deimos y a él..
Caria tomó del brazo a Thanatos y se interpuso entre ambos.
-Por favor, no -le dijo a Fobos. Thanatos bajo la mirada, observándola. Fobos enarcó una ceja cuando vio el agarre de Caria-. No se lo digas a mi padre. Thanatos no tiene la culpa de nada.
-Caria...-La llamó Thanatos con advertencia.
Ni Fobos ni Deimos se mostraban interesados en lo que Caria explicaba.
-Hermosa Macaria, ¿crees que me convences con eso? -preguntó Fobos, esperando una respuesta.
-Te digo la verdad. Te agradecería que no le dijeras nada a nadie -insistió.
Fobos soltó una burla seca y penetró con su mirada marrón a Thanatos.
-Es notoria la diferencia, deberías aprender más de ella -volvió a dirigirse a Caria. Extendió su mano y tomó la suya. La llevó hasta sus labios, besándole los nudillos. A Thanatos le hervía la sangre-. Nos vemos pronto, hermosa.
La soltó y ambos gemelos se fueron alejando de ese lugar. Caria los vio alejarse y miró sus nudillos, sintió adormecida el área donde Fobos le había besado. De nuevo, esa extraña sensación la invadió. Thanatos exhaló frustrado y se soltó de ella.
-Vámonos -ordenó. Caria le siguió y volteó hacia atrás, como si se le olvidara algo. Pero esa atención se desvaneció al escuchar que alguien cantaba una hermosa canción. No pudo apreciarla tanto porque ya era hora de irse.
En otra mesa, oculta por una pared de luz incandescente, se encontraba un grupo de tres personas. Una chica era quien cantaba la hermosa canción. Al culmino, la otra chica y el hombre que la acompañaban, le aplaudieron.
-Ha sido asombroso. Casi me haces llorar -indicó la chica.
La chica recargó la barbulla sobre la palma de sus manos. Sus cabellos rizados cobrizos caían a lado de su rostro fino y blanco. Sus ojos azules irradiaban un brillo puro.
-Gracias -respondió ante el cumplido con una sincera sonrisa.
***
El hojeo de un libro se escuchaba continuamente. Garena estaba sentada sobre la cama, leyendo el libro negro que había llevado. Retomó la lectura del hechizo una y otra vez para comprender lo que significaba. A su lado, tenía ya preparados los ingredientes que consiguió. Tomó el libro con una mano, acomodándolo con los dedos para que no se le cayera. Con la otra se acomodó la toalla que llevaba en la cabeza.
-Esto no tiene sentido -decía para sí-. ¿Primero tenía que hervir todos los ingredientes o tenía que molerlos antes de hervirlos? -cerró los ojos, tratando de concentrarse-. Supongo que es lo mismo.
Seguía leyendo fluidamente hasta que se encontró las palabras del conjuro y trató de leerlas sin detenimientos, lo cual fracasó varias veces. Ya con intenciones de arrojar ese libro de la pura frustración, leyó la frase más lento para activar la lengua.
-¡No me sale! -exclamó airada-. Ablusti meghicus roscisbo, ericatoli ferguso sieroti rogurosi roscisbo...hiregulim amatetis vifegurilfone avani ablusti...¡No! Me equivoqué de nuevo -A punto de rendirse una vez más, tomó aire y repitió toda la frase esperando no equivocarse-. Ablusti meghicus roscisbo, ericatoli ferguso sieroti rogurosi roscisbo hiregulim amatetis vifegurilgfome avani ablusti meghicus.
Garena cerró la boca enseguida. Al darse cuenta que lo dijo bien, sin titubeos, brincó sentada con emoción.
-Aguarda...-examinó toda la habitación en busca de algo distinto, algo que haya cambiado con el conjuro-. Veo todo normal. Sólo significa, que esto no funciona.
Dejó el libro a lado de la cama y cayó sobre las almohadas con los brazos extendidos. Se sentía una estúpida. Gastó en ingredientes caros, actuaba como toda una detective y perdió tiempo creyendo que lo que estaba ahí escrito en esas láminas de pergamino eran verdad. Ni siquiera estaba segura de lo que haría ese hechizo.
Sin embargo, lejos de la vista de Garena, dentro de la maleta grande estaba el anillo que Hécate le dio a Caria para hacer la transición. La luz del anillo, que poseía un verde intenso, desapareció en cuestión de segundos dejándolo sin vida y sin poder.
***
La tensión seguía a Caria y Thanatos desde que salieron del karaoke. Ya casi estaban por llegar al hotel. Caria no quería hablar con él estando en la habitación porque no sería lo mismo estando Garena presente. Con sus dedos, le tomó de la manga de la chaqueta para detenerlo. Thanatos volteó a verla lentamente, sus ojos lucían agotados.
-¿Podemos hablar antes de llegar? -Preguntó con un bosquejo de súplica-. Lamento que Fobos te haya hecho enojar. No sé qué estaba haciendo ahí. Fue una mala idea por mi parte haber insistido en ir.
-No te disculpes, no es tu culpa -Estaba más serio de lo que recordaba. Claro que le pasaba algo.
-No dirá nada y si lo hace, enfrentaré a mi padre. Esta vez, no volverá a pasar lo mismo.
En realidad, ese era el menor de sus problemas. Aunque sí se había estresado por suponer que Fobos cumpliría su palabra y le iría a contar a Hades lo que estaba pasando, su conflicto era más subjetivo.
-Fobos no es de los que se mete en asuntos de los demás, por muy impresionante que pueda ser -dijo con más seguridad que antes-. A pesar de que lo haya dicho, sólo fue una advertencia por ego. Nada más.
-Entonces...¿todo lo que dijo no es verdad?
Thanatos puso expresión amarga. Captó la espinita de curiosidad que sentía Caria.
-¿Qué es lo que quieres saber con exactitud?
-Bueno...no es que quiera saber si es verdad todo lo que dijo, sino que me sentí diferente con su presencia.
-¿A qué...te refieres con diferente? -preguntó esperando equivocarse en su suposición. Sólo que esta vez, él mismo sabía que no era así.
-Rara. Con un fuerte impulso en mi interior cada vez que hablaba y también cuando se despidió de mí. Es como si yo fuera a hacer algo sin necesidad de quererlo o pensarlo.
Eso era precisamente lo que no quería escuchar. La realidad. Acidez se produjo en su estómago.
¿Tener una lección así con Macaria?
Jamás se lo hubiera imaginado.
-Eso que sentiste, se llama deseo -le molestaba decirlo.
-¿Deseo? -se espantó por la conclusión. No podía ser-. Yo no pude sentir eso, ni siquiera me agrada.
-No es cuestión de que te agrade o no, es lo que sentiste -dejó escapar un suspiro-. Todos los hijos de Afrodita tienen un increíble atractivo y encanto pero en cuanto a Fobos y Deimos...existe un rumor que es más cierto que falso. Además de ser dioses del terror y el horror, también tienen cualidades seductoras con el simple hecho de verte y hablarte, así podrán hacer lo que ellos quieren.
Al terminar de explicar, sintió un dolor de cabeza. Caria estaba con la boca abierta, no podía creerlo.
¿Fobos la sedujo e intentó manipular sin darse cuenta?
Eso podría dar pie a la explicación de porqué sintió en ese momento de que haría lo que fuera. La deducción la espantó aún más hasta el punto de verse molesta. Incluso estaba avergonzada. De conocer antes lo que significaba, no se lo habría dicho a nadie. ¡Menos a él! Y ahora que lo había hecho, estaba incómoda.
Y Fobos,
¿Quién se creía para jugar con ella?
"Va a ser con quien te vas a casar" se le atravesaron esas crudezas por la mente.
Se negó rotundamente a creerlo. Aún no estaba confirmado y esperaba que no lo estuviera nunca. No con él.
Caria negaba con la cabeza.
-No, ¿por qué lo haría? Ni siquiera soy...
-¿Agradable? ¿Hermosa? Ni siquiera te atrevas a terminar la frase -la interrumpió Thanatos adivinando lo que Caria pensaba de ella misma. Ella se paralizó de sentimientos-. Deja de minimizarte. Tampoco deberías creer que con sólo ponerte ropa así, vas a lucir más linda. No importa la ropa que uses, no tienes idea de lo que hermosa que eres.
Tarde se había percatado de lo que pensó en voz alta pero era temprano para disimular. Caminó hacia una banca de metal que estaba en la acera y se sentó. Recargó sus codos en los muslos y agachó la cabeza. Una revuelto el estómago y ni precisamente por indigestión. Era muchas emociones en pocos minutos pero definitivamente, la presencia de Fobos lo alteró.
Caria sonrió de felicidad. Este no era un sueño ni tampoco estaba fingiendo ser alguien más y le dedicó las más hermosas palabras.
¡Había hablado de ella!
Volteó a ver a Thanatos y se acercó a él, sentándose a su lado.
-Thanatos, ¿es cierto que me piensan casar con él? -El cuerpo de Thanatos se tensó-. Escuché una vez que hablaban sobre eso pero no sabía si creerlo o no. Es más, lo había olvidado hasta ahora.
-Sí, es cierto -la respuesta fue rápida-. No se precisamente si sea con Fobos o no, pero te casarás con alguien. Debes aceptarlo.
Pronto, su felicidad se vio suspendida. Caria sintió una compresión en el pecho. No podía. Se negaba a aceptarlo. Entendió entonces que ella había cambiado durante dos años, al menos de cierto modo. Se atrevía a asegurar que la Macaria del pasado habría aceptado ese destino aún si no estuviera de acuerdo. Esta vez ya no pero eso no impedía que no sintiera impotencia.
-Es injusto -dijo después de varios segundos de silencio-. No voy a aceptarlo porque no es con quien deseo hacerlo.
-¿Y con quien sí lo deseas? -continuaba cabizbajo.
"Contigo" pensó sin dudarlo.
Su corazón rebosaba por abrazarlo y confesarle lo que sentía. Volver a sentir sus labios. Deseaba que le profesara poemas como su padre hacía con su madre. Quería sentir un amor así, tan grande como el de ellos dos.
Llegó a pensar que podría tenerlo, con Thanatos correspondiéndole.
A lo mejor y Garena sabía algo que ella no era capaz de ver. Algo que deseaba con todo su ser.
Se levantó y se puso frente a él. Tenía cierta inseguridad.
¿Cómo iba a averiguar si lo que él sentía era lo mismo?
No tenía idea.
El collar que tenía en el cuello, se deslizó hasta caer al suelo. Caria se puso de cuclillas para recogerlo pero este estaba más cerca de Thanatos. Al tener la vista clavada en el pavimento desde que se sentó, vio el collar caer frente a él y lo tomó en su mano. Lo levantó al igual que el rostro, a una distancia muy corta del de Caria. Ninguno de los dos dejaba de mirarse y ninguno de sus corazones podía calmarse. Las emociones que sintieron cuando volvieron a encontrarse no se comparaban con la intensidad de esa noche. Sus miradas expresaban miles de cosas impronunciables, palabras que no se atreverían a decirse.
El recuerdo y el presente se unificaron en Caria. Su amor por él se había vuelto más fuerte, tano que no podía comprender hasta cuanto daría por él.
Alzó su mano, colocándola en su mejilla. Thanatos no asimilaba lo que estaba pasando pero tuvo el impulso de besarla. Sin embargo, dominó su acción. Tomó la mano de Caria, separándola de su rostro.
-No puedo hacerlo -dijo y se levantó enseguida. Caria apagó sus recuerdos y volvió a poner los pies en la tierra.
-Pero, ¿por qué?
-Es imposible -volvió a mirarla fijamente a los ojos-. No puede pasar algo más entre nosotros. Yo sólo debo sentir lealtad, respeto y obligación...lo que iba a pasar no es nada de eso -se separó más de ella, concretando que el deseo era mutuo.
-Entonces...¿es así como me ves? ¿Sólo como la hija de Hades, como tu alumna? -dijo en un bosquejo de decepción.
-Sí, así es como te veo a excepción de que ya no eres mi aprendiz. Además, que estés aquí, no es por elección mía -dijo firme.
Lamentaba ser duro pero si sentía que no lo hacía, perdería la integridad que formó durante tanto tiempo. Caria sentía sus ojos arder. Su vista perdía su efecto.
-Sé lo que hago aquí pero yo pensé que algo pasaba...que tú...lo que me acabas de decir sobre mí-su voz iba perdiendo cada vez más fuerza.
-Eso no cambia, lo que te dije es cierto pero fue una opinión objetiva, no subjetiva -suspiró-. Yo siento algo por alguien más -la confesión de Thanatos dejó sin habla a Caria. Ahora, en vez de buscar palabras, buscaba fuerzas para no llorar frente a él. Thanatos cerró los ojos, se daba cuenta que la estaba lastimando-. Como una última lección que puedo darte, no como tú maestro porque ya no lo soy, sino como hombre...olvida cualquier sentimiento que tengas hacia mí. Yo no puedo corresponderte.
Caria tuvo que ocultar su triste mirada al agachar su rostro, no iba a dejar que la viera llorar después de que le rompió el corazón cuando más feliz se sentía.
Después, ninguno dijo nada hasta llegar a la habitación del hotel. Ambos entraron con una actitud apagada e incómoda. Caria no dejaba de ver el piso y controlar su emoción más vulnerable. Era mejor irse a donde no pudiera verlo por varias horas.
-Caria...-la llamó. Ella no volteó-. Discúlpame por habértelo dicho de esta manera y sé que debes estar confundida pero lo que tú sientes por mí, es quizás agradecimiento. Sólo eso.
Ella arrugó la frente y caminó rápido hacia la primera habitación que vio. Era el baño. Cerró y enseguida, sus lágrimas no soportaron más y comenzaron a fluir sin parar. Puso sus manos sobre su boca para evitar que sus sollozos no la delataran.
¿Qué sabía él de sus sentimientos como para suponer que su amor por él era simple agradecimiento?
Thanatos sentía su dolor a través de la puerta. Era un maldito y lo sabía, por haberla hecho sufrir de esa manera. Sin embargo, eso no era lo único que le afectaba sino darse cuenta que Caria sentía algo por él. Un sentimiento prohibido para los dos. Se mordió los labios con irritación. Tenía culpa e intensos deseos por abrir la puerta y pedirle perdón...pero era lo mejor. No podía ni debía pasar algo entre ellos. Siempre lo supo y siempre hizo valer esa norma.
Estaba muy consciente que su presencia iba a alterar algo en él, pero realmente no quiso alejarla. Se había equivocado.
Volvió a recordar a Alessandra. Sus sentimientos hacia ella eran fuertes pero se opacaron desde que volvió a ver a Caria.
-Tengo que encontrarla...no debo pensar en nadie más -dijo para sí, sin mucho convencimiento.
***
Libia
El campamento de guerra volvía a tomar tranquilidad una vez caída la noche. Los guerreros disfrutaban y descansaban entre menudos chistes y anécdotas de gloria. Un poco alejados del buen ambiente, se encontraban Fobos y Deimos sobre sus caballos y su atuendo bárbaro. Desde hace casi una hora que habían regresado de Italia y volvían a tomar el porte guerrero.
Fobos observaba hacia enfrente, superficialmente, no era nada. Sólo un marco de dunas de arena y terciopelo lunar. Su mente viaja en sus añoranzas de guerra y el cumplimiento de la misión que su padre les había pedido.
Deimos vio de reojo a su gemelo.
-¿Vas a admitir que te equivocaste? En Italia no estaba a quien buscabas -dijo entre sorna y desinterés.
Fobos le devolvió la mirada, claramente, su hermano no estaba tan interesado en la expedición. Eso o porque creía que habían viajado por simple diversión desinteresada.
-Ahí estaba. Pude sentirlo varias veces y en distintos puntos del país...pero era rápido, ágil y sigiloso -levantó su perfilado mentón-. Por un momento llegué a pensar que se trataba de Macaria cuando la vi. Después de todo, ella no tiene ninguna personificación.
-Entiendo el punto, ¿y ya no sospechas lo mismo?
Fobos negó chasqueando la lengua.
-No lo es. Es alguien más. Macaria no tiene la personalidad para evocar miedo.
-A propósito, ¿qué está haciendo en la Tierra? Se supone que por esa razón, Thanatos fue desterrado del Inframundo y los Elíseos. Y nadie lo sabe.
-No me interesan los cotilleos ni las razones por las que ella esté aquí -apretaba el fuste con una de sus manos-. No es ella, pero quizás sepa algo...de cualquier manera, no voy a perder el tiempo indagando sobre sus asuntos. Lo que esté ocultando, ya nos enteraremos -dijo con firmeza.
Fobos desvió la mirada hacia el campamento donde pudo apreciar a unas hermosas musas bailando alrededor. Deimos observó hacia el mismo lado.
-Nuestra madre no escatimó en obsequios -dijo refiriéndose a las musas de Afrodita.
-No estaría mal comenzar a divertirnos un rato -sonrió con arrogancia y bajó del caballo de un brinco. Deimos lo siguió al instante.
"No me importa quién seas...tarde o temprano, voy a encontrarte" pensaba Fobos sin contemplaciones antes de desviar su atención a otro tipo de placeres.
***
Al mismo tiempo que la desilusión del amor y el juramento de un dios, en otro lado se encontraba el temor de uno mismo.
Melínoe corría por la arena, huyendo, como era su ahora costumbre. Sus mejillas estaban impregnadas de llanto y su vestido presentaba roturas forzosas. No se podía conformar con aceptar su destino, sufría en silencio y lloraba cuando era consciente de lo que ocurría. De lo que ella hacía bajo el influjo de su contraparte oscura. Se odiaba.
Cayó sobre la arena de rodillas y apoyándose con la palma de sus manos para no rozar la fina textura. Sollozaba entrecortadamente y sus ojos ventilaban miedo.
Por como se sentía, no se percató que era la primera vez que era ella misma por la noche. De todos modos, no tuvo mucho tiempo para apreciarlo. Su vulnerabilidad, tomó lugar de nuevo en un abrir y cerrar de ojos. Su respiración se niveló y los gestos de temor eran suplantados por una sonrisa maliciosa y una mirada de satisfacción.
Melínoe alzó el rostro, en dirección a la noche y a la luz de la luna. Comenzó a reír bruscamente, con perversión y una pesada malicia. Un desquicio total.
No había manera de cambiar su destino, este estaba totalmente escrito, entre sangre, miedo y dolor.
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