Por ti
Por: CharlotMAD
Etapa: Adultez.
Descripción: Shinji es un chico traumado, con un pasado amargo. Sus padres lo echaron de casa, y a pesar de esto estará dispuesto a una reconciliación. Su novio le advierte que algo no va bien, pero él no es capaz de verlo.
Los personajes pertenecen a la versión Manga.
Advertencias: Lenguaje fuerte, situaciones crudas y muerte explícita de un personaje.
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—Vete de aquí, y no vuelvas jamás. Espero no tener que repetirte estas palabras por el bien de tu madre. Lo que más me enferma es que le hayas hecho pasar la desgracia de ser un maldito maricón.
—No te preocupes por eso, que lo que menos quiero es volver a ver tu miserable, horrendo y acabado aspecto, viejo de mierda. Ojalá te mueras de la peor manera posible. Solo y ahogado en tu propia escoria.
Shinji se dio la media vuelta y se encaminó a abandonar su casa para siempre. Por un momento lo pensó, y al llegar a la entrada principal, se volteó para hechar un último vistazo a la casa donde creció. No había rastro de ella.
—¡Aahh! —Shinji despertó a mitad de la noche en medio de respiros insanamente fuertes y entrecortados y con un sudor muy frío. Miró a su al rededor y aunque no logró calmarse, al menos se dio cuenta de que todo fue un sueño.
Cubrió su cara son ambas manos y en seguida sintió subir desde su espalda hasta sus delgados hombros las suaves manos de su novio, en lo que fue una caricia algo tranquilizante.
—¿Otra vez ese sueño? —preguntó él.
—Sí, Nagis-- Kaworu... —contestó Shinji y en seguida comenzó a llorar ligeramente.
—Ya, ya... Ven aquí... —susurró Kaworu cálidamente. Luego lo acurrucó en su pecho y con cariño acarició su espalda.
Pasaron un largo rato así, unidos y aferrados el uno al otro, hasta que Shinji a causa de las relajantes caricias de su amante se fue calmando paulatinamente.
—Lo siento por despertarte... —dijo Shinji, algo frustrado.
—Al contrario, si tuvieras pesadillas así y no me despertaras, ¿Quién te consolaría? —le besó el pelo— No te preocupes, cariño... No es tu culpa.
—Sí, lo sé...Gracias...
—De nada... Ahora duérmete, bebé...
Pasados unos minutos Kaworu se aseguró de que Shinji estaba completamente dormido y se dio la libertad de consiliar el sueño también. No lo consideraba para nada algo tedioso, ya que sabía que eran situaciones exepcionales en las que Shinji tenía ese tipo de sueños con su padre.
Y no era para menos. El muchacho había sido echado de su casa cuando tenía apenas 15 años. Bueno, tal vez no sería del todo acertado decir que fue echado cuando él también quería irse para nunca volver.
Lo cierto era que esas palabras tan hirientes que le decía su padre en sueños se las dijo en la vida real, mas en ese entonces el chico nunca pudo ni supo cómo responder a eso. Se quedó con una amargura permanente en su interior que terminó por causar un tremendo trauma en su subconsciente. Lo que hacía que cada tanto tiempo soñara con desquitarse con ese feo monstruo y aunque siempre lo lograba, lejos de sentir satisfacción sentía que lo invadían un mar de pensamientos y sensaciones desmoralizantes como el abandono, el no tener raíces ni un lugar al que llamar hogar.
Pero a pesar de que eso era una innegable parte de él, y que sabía que con el tiempo debía superarlo, se consideraba bastante afortunado de poder convivir en la actualidad con una persona que finalmente lo amaba de verdad. Así se lo había demostrado Kaworu Nagisa, con quien llevaba una relación de pareja desde hacía 11 años.
Ambos se conocieron en la secundaria y contra todo pronóstico ya que previamente se llevaron mal, terminaron enamorándose y comprometiéndose en un futuro juntos. Finalmente tenían familias algo parecidas y por tanto, dispares. Aunque por el lado de Kaworu había sido un poco más fácil desligarse de ella, ya que a sus parientes nunca les importó prácticamente nada de lo que hacía, y cuando tomó la decisión de fugarse de casa con su novio, nadie lo notó demasiado. De todas maneras no podía esperarse mucho de una familia de drogadictos. Shinji en cambio, se fue con mucha rabia y rencor. Sus padres obviamente no habían aceptado su homosexualidad y terminaron por echarlo. Su padre con insultos y rechazos reiterados y su madre con una extremadamente dolorosa indiferencia que hizo que Shinji se cuestionara si alguna vez había sido amado por su propia madre; quien era la única de sus progenitores que alguna vez le demostró cariño.
Así era, ambos tenían un doloroso y desdichado pasado, que en primera instancia fue un inconveniente en su organización, convivencia y cotidianidad, pero que con el tiempo lograron superar para poder comenzar a vivir de manera cada vez más tranquila y amena. Fortalecieron cada vez más su relación y ahora se podría decir que estaban viviendo más felices que nunca.
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A la mañana siguiente, como cada día, Shinji se despertó primero que su novio. Siempre agradecía eso puesto que le encantaba mirarlo y acariciarle el pelo sin que se diera cuenta. A pesar de su aparente astucia, en más de una ocasión había sido descubierto por Kaworu y este se maravillaba al tiempo que se hacía el dormido.
El joven menor después de un rato salió del dormitorio para dirigirse a la cocina y preparase el desayuno. Al rato llegó el mayor, quien le acompañó feliz, aprovechando el contundente festín matutino.
Por supuesto ante este gesto, Shinji lo regañó.
—Claro, después de tener todo listo, llegas tú y te lo acabas todo...
—No puedo evitarlo, amor. Es que cocinas tan delicioso... Bueno, todo lo haces delicioso... —Kaworu lo miró sugestivamente.
—Tú no tienes remedio... Eres un cerdo en todos los ámbitos —rio Shinji y luego lo besó.
Pasados varios minutos de arrumacos, todo se vio interrumpido por un alarma puesta por Kaworu. Lamentablemente, aunque era día domingo, el joven albino debía irse a trabajar. Casi nunca lo hacía pero últimamente al estar cortos de personal, lo estaban llamando más frecuentemente para ocasiones especiales. Aun así, Shinji pensaba que ya vendrían tiempos mejores.
Despidió a su novio y prometieron reunirse romática y apasionadamente en la noche, para disfrutar de todo el tiempo posible.
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Más entrada la tarde, el chico menor aprovechaba el tiempo como podía. Leyó, fue a comprar algunos víveres para la semana y luego se relajó viendo unas películas. E inesperadamente mientras comenzaba a contar los minutos o más bien horas para que llegara Kaworu, el estridente tono del teléfono lo sacó de sus pensamientos.
El error número uno fue contestar, aunque eso Shinji aún no lo sabía.
—¿Hola? —dijo el joven en la bocina.
—... —silencio total.
—¿Hola? —reiteró.
Al ver que nadie contestaba, molesto se dispuso a colgar, hasta que de pronto oyó una voz muy conocida.
—Shinji, espera, no cuelgues. Soy yo...
—...¿Papá?
—Sí, hijo. Soy yo.
Algo bastante desafortunado le ocurrió a Shinji en ese momento. Jamás sabría porqué, ni cómo, pero a pesar de todo el odio que creía que le tenía a su padre, en ese momento exacto más surgió en él la sensación de ser un niño de nuevo. Un niño que sólo necesitaba amor, protección, y que muy probablemente no sabría distinguir entre el bien y el mal por esto mismo.
De esta forma, se vio incapaz de rechazar el contacto que su padre le ofreció en un momento tan inesperado. Pudiendo haberle colgado ni bien escuchó su voz, no lo hizo.
—¿Cómo conseguiste mi número?
—Pude contactarme con tu antiguo compañero de secundaria, Kensuke, y él me pasó este número.
—¿Qué quieres? ¿Por qué estás hablándome...?
—Ha pasado mucho tiempo, Shinji... ¿Cómo has estado?
—Pues... Sí, ha pasado tiempo. Yo... No creo estar listo para saber nada de ti... —suspiró— De hecho, no creí estarlo ya nunca...
—Entiendo lo que dices, hijo. Sólo quiero que sepas que mi intención no es molestarte ni sacarte en cara nada...
—Bueno, es lo mínimo supongo...
—En eso tienes razón.
—¿Pero qué te trae de vuelta a tu único hijo? ¿Estás enfermo de muerte o algo? —hizo una pausa— ...Realmente imagino que pudiste llamar únicamente para algo así —dijo Shinji, con voz extremadamente melancólica.
Sí, Shinji se volvía definitivamente un débil con su padre. No había superado el miedo, la angustia, la soledad de su infancia, ni muchas de sus inseguridades. Al menos, no como él creía.
—Shinji, llamé porque quiero verte —suspiró—. Algún día si no estás muy ocupado... Sé que debes tener mucho por hacer pero realmente creo que debemos ponernos al día. No creo que sea correcto que ambos dejemos pasar más tiempo sin vernos y sin saber nada el uno del otro. Quiero que sepas que tengo intenciones de reparar aunque sea mínimamente todo el daño que te he causado... Y... Tengo muy claro que eso tomaría muchísimo tiempo... Pero quiero empezar con algo.
—Mmh... No lo sé. No tengo una respuesta para eso realmente. Me dejas totalmente atónito —Shinji suspiró.
—Entiendo. Quizá podemos hablar en otro momento, hijo.
—Quién sabe.
Shinji colgó con frialdad, y a pesar de que en el exterior sonó bastante seco e inflexible, lo cierto era que una parte de él sí deseaba ver a su padre, ahora que veía una oportunidad para hacerlo. Quizá sólo para ver cómo se arrastraba por un simple perdón, pero verlo a fin de cuentas. Además tampoco podía mentir. Las palabras de su progenitor también le habían resultado extrañamente conmovedoras. Aunque eso no cambiaba el hecho de que en definitiva, era demasiado tarde para contruir una relación más tierna entre padre e hijo.
Tenía un sinfín de sentimientos encontrados, y la espera de su novio, de repente, se le hizo en extremo corta al estar maquinando en su mente una solución a tal encrucijada de manera obsesiva.
¿Qué debía hacer?
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—Vaya, sí es bastante impresionante... —dijo Kaworu más tarde, al escuchar la noticia— Jamás creí que lo haría.
—¡Lo sé, y además dijo que quiere verme!
—Mmh, ¿Y no te dijo nada de tu madre?
—No. No hablamos casi nada, pero por lo que se ve, parece arrepentido.
—¿Tú le crees...?
—Es que ¿Qué otra razón habría tenido para contactarme? Yo lo conozco. Es un hombre increíblemente orgulloso, y considerando que no puede sacar absolutamente nada de mí además de un perdón, es dificil para mí creer que no esté arrepentido...
—¿Entonces ya no tienes rabia contra él?
—Claro que la tengo. Tengo mucha rabia... Quizá por eso quiero verlo. Para ver cómo me pide perdón llorando. Y ni así conseguiría nada.
—No digas eso. Ese sentimiento es muy dañino para ti mismo...
Shinji respiró hondo, miró hacia el techo y puso ambas manos sobre su cara.
—Esas acciones no curarán tus heridas. Si quieres reconciliarte con tu padre, deberías hacerlo. Pero no juegues así. Mucho menos con él...
—¿Qué quieres decir? —lo miró atentamente.
—Es un hombre peligroso, Shinji. Te maltrataba constantemente. Y a pesar de que ya no eres un chiquillo de 15 años, no sabes lo que puede pasar si lo provocas con tu furia.
—Creo que exageras un poco. Además, es un viejo acabado. No podría hacerme nada aunque lo intentara...
—Bueno. Tú ya sabes mi opinión. Eres lo más importante en mi vida y siempre procuraré protegerte. Si tengo que ser algo exagerado, lo seré.
—Nagisa... —lo miró tierna pero afligidamente.
De pronto Shinji vio reflejada la indignación en la cara de su novio.
—Shinji... —se acercó más a su cara—¿Te das cuenta de que cada vez que rememoras de alguna manera a tu padre terminas llamándome "Nagisa"?
—No le he notado...
—Pues yo sí. Ayer casi lo hiciste cuando tuviste esa pesadilla.
—Pero eso... ¿Qué tiene de malo? —dijo Shinji, tratando de bajarle el perfil a la situación— de hecho, así te llamaba cuando nos conocimos...
—Precisamente, así me llamabas en los momentos en los que aún tenías miedo de nuestra relación —Kaworu tomó la mano de Shinji— Cariño, así me llamabas en frente de tu padre para que no creyera por ningún motivo que éramos cercanos. Por favor, permíteme preocuparme un poco si aún te sale esa especie de tic verbal en estos momentos específicos. Tienes una herida, Shinji. Y puedes dejar que sane, puedes repararla afrontando pacíficamente a tu padre, o puedes lastimarte una vez más.
El menor no dijo nada. Sólo dirigió una mirada triste y se quedó recargado en el hombro de su novio. Simplemente no podía contradecir tan sabias palabras. Las opciones no dejaban de ser difusas en la mente de Shinji, pero al menos estaba agradecido de haber encontrado una pizca de paz mental al escuchar las palabras de Kaworu. Tenía razón.
—No te preocupes, amor. Sabrás que hacer cuando llegue el momento. Piensa que esto recién pasó hace pocas horas. Cálmante un poco, despéjate y piénsalo en unos días... —besó su frente— Te amo.
—Y yo a ti... —besó su mejilla—Kaworu, tú eres también lo más importante y valioso que tengo en mi vida. Por lo mismo, perdona si a veces te preocupo con estas cosas...
—Mi vida, eso es algo de lo que jamás debes disculparte...
Al final, incluso con todo el alboroto emocional, acabaron teniendo la tan deseada intimidad que esperaban. Aunque esta vez unieron sus cuerpos en algo más cariñoso y cuidadoso que de la manera usualmente más pasional y desenfrenada en que lo hacían.
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Al pasar las semanas, Shinji ya con más calma se mantenía en su debate interno sobre qué hacer con el tema de su padre. Varias señales se presentaron ante él. Varios recuerdos vinieron a su mente y finalmente, después de mucho pensarlo, se decantó por elegir un camino. No estaba totalmente seguro si era la mejor opción, pero al menos tenía la seguridad de que la estaba escogiendo de manera correcta. Pensaba que si bien el retomar el contacto con su padre podría no funcionar, era lo que quería hacer. Quería intentarlo, y si él le había abierto las puertas, sin presionarlo, las cosas no podrían salir tan mal. Pensaba que lo peor que podría pasar era que las cosas no salieran tan bien como para seguir constantemente en contacto, pero que al menos podrían hablar de lo que pasó, y Gendo intentaría reparar en cierta medida el inmenso error que cometió.
Decidió de este modo, contactar a su padre de nuevo y una tarde de un viernes, marcó al teléfono fijo de su antigua casa. Por suerte, nada había cambiado en ese sentido y el número y la residencia seguían siendo los mismos.
—¿Hola?
—Hola, papá...
—Shinji... Qué bueno que me llamas. ¿Finalmente te parece mi propuesta, hijo?
—Pues la verdad... —hizo una pausa— Sí...
—Genial. ¿Cuándo crees que pod--
—¿Cómo está mamá?
—¿Cómo dices?
—Mamá... ¿Cómo está mamá?
—Pues ella está bien, Shinji, pronto podrás verla si quieres...
—¿Ella está tan dispuesta como tú para solucionar las cosas?
—Ya lo creo que sí... Ella desde hace tiempo que te extraña mucho y se dio cuenta más rápido que yo que había cometido un error muy grande contigo. Pero bueno, ya habrá tiempo para hablar de eso...
—Está bien... Ehh...
—¿Pasa algo, hijo?
—Bueno, esto realmente es muy raro para mí. No creí que todo daría un giro tan grande, la verdad. Digo, en ustedes...
—Lo sé, Shinji, sé que te sorprende, pero todavía no ha pasado lo mejor. El vernos, hijo. ¿Cuándo podrás venir para que hablemos?
—Tendré que consultarlo con Kaworu, ya que tenemos poco tiempo para nosotros últimamente. Pero yo creo que pronto.
—Ah, ¿Sigues emparejado con él?
—Así es.
—Vaya, realmente tenemos mucho que recuperar... Entonces ahí me avisarás tú cuando decidas venir.
—Claro. En unos días te avisaré...
—Bueno. Adiós, hijo.
—Adiós... papá.
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Por supuesto, Kaworu ya estaba enterado de la decisión de Shinji, y aunque lo apoyaba considerando cómo había tomado esa decisión, no podía evitar sentir un presentimiento algo negativo. Trataba de convencerse de que no tenía porqué pasar nada, ya que Shinji después de todo iría en paz, Gendo Ikari al parecer también estaba en paz, y como bien había dicho su novio, no tenía razón alguna para volver a ver a Shinji, además de tener en mente una reconciliación y hasta un posible contacto frecuente a partir de ahora.
Tal vez ese mal presentimiento o desconfianza era más bien el simple miedo que tenía Kaworu. Claro, al ser los padres de Shinji quienes le hicieron tanto daño en el pasado. Y es que obviamente no podía evitar querer proteger a su Shinji a toda costa. De quien fuera, y como sea.
Como de nuevo Kaworu trabajaba ese domigo siguiente, Shinji quiso dejar ese día para ir a ver a su familia. Y así fue. En la mañana se despidió muy cariñosamente de su novio. Este le deseó lo mejor y ambos quedaron ansiosos. Uno por contarle al otro al final del día lo que pasó, y el otro por escuchar cada palabra.
—Adiós, Kaworu... Que te vaya muy bien en el trabajo.
—Y a ti con tu familia, amor. Recuerda, para no quedarte con una sensación de amargura, ve con buena disposición y con bajas expectativas. Ellos fueron los que hicieron algo malo en el pasado, pero también son ellos los que te buscaron para reparar tu herida. Espero te vaya muy bien...
—Muchas gracias, y sí, descuida, no iré muy ilusionado pero dispuesto a que me lo digan todo y a yo decirles todo también. Claro, todo en los mejores términos posibles. No te preocupes, que voy con buenas energías.
—Me alegro mucho, ¡Adiós! —se despidió con una mano.
—¡Adiós!
Shinji vio alejarse a su novio.
—¡Kaworu! —este volteó a verlo—¡Te amo! —el chico simplemente besó su propia mano, y luego sopló en dirección de Shinji, mandándole un beso.
Luego, este último entró a la casa para prepararse para la visita.
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Unas horas después, Shinji ya se encontraba en camino hacia su antigua casa. Este último factor le hacía ilusión. También debía admitir que extrañó su casa como tal.
Estando ya en la puerta, respiró profundo. Estaba a pocos pasos de volver ver a sus dos progenitores. Tenía miedo, también guardaba en sí rabia, pero principalmente iba dispuesto a reparar de esa manera sus heridas emocionales. Sabía que nunca podría repararlas por completo probablemente, pero como le había dicho su padre en un prinipio, por algo se empezaba.
Toc, Toc, Toc...
Sólo bastaron esos pequeños golpecitos, para que en pocos segundos, la puerta fuera abierta por una ya no tan enorme figura conocida. Esta vez se veía diferente. No sólo le parecía menos alto, sino que también estaba ligeramente más canoso y arrugado. Además de poseer una expresión mucho menos severa y dura.
—Hola, Shinji, adelante, pasa...
A pesar de estar en medio de un momento que podía resultar emotivo, Gendo fue acertado al no tomar la iniciativa de abrazar a Shinji. Sin duda, lo habría incomodado. Gendo después de todo era bastante inteligente. Simplemente le cedió el paso al interior y le hizo tomar asiento. Todo estaba aparentemente en orden.
—Y bueno, dime. ¿Cómo has estado? —inquirió Gendo.
—Bastante conforme con mi vida.
—¿En serio? ¿Eres feliz?
—Se puede decir que sí. Tal vez no tenga el mejor trabajo, ni la mejor casa, pero tengo lo que más me importa a mi lado desde hace mucho tiempo.
—¿Y qué sería eso?
—Pues a Kaworu, mi novio. Somos muy felices en nuestro pequeño hogar.
—Me apena mucho saber eso... —quedó en silencio unos segundos— Me refiero, a que me siento bastante peor ahora que sé que "la causa" por lo que te echamos tu madre y yo no fue un simple capricho de adolescente. Sino que finalmente era el amor de tu vida...
—No pensé que diría esto, pero tienes toda la razón. Kaworu es el amor de mi vida. Pero aun así, aunque no lo hubiera sido, el caso es que no debieron rechazarme simplemente porque soy gay. Supongo que eso lo tienen bastante asumido a estas alturas.
—Claro, digo... no sabía que había sido algo permanente lo de tu orientación, pero obviamente no cometeremos el mismo error con tu madre. Tienes razón. Nos equivocamos rotundamente. Sobre todo yo. Y no tengo más palabras que decir que lo siento, y que jamás volveré a inmiscuirme en tu vida en ese tipo de aspectos personales.
—Eso significa mucho para mí, papá. No creí que te disculparías alguna vez conmigo. Y que cambiaras de parecer así de esta forma.
—Ya lo ves. Y no es todo. Esta vez quiero ser un padre de verdad para ti. Quiero que seamos uan familia de nuevo. Tú, tu madre y yo.
—¿Cómo así? —preguntó confundido Shinji.
—Por supuesto no hablo de vivir juntos los tres. Hablo de por fin lograr estar juntos como familia. Lograr una verdadera unión.
Shinji no comprendía demasiado lo que decía su padre. Sus palabras se habían tornado muy emotivas y hasta cursis desde su punto de vista. Pero bueno, tal vez era su modo de desborde emocional.
—Descuida, papá. Yo seré feliz eventualmente con verlos a ambos ocasionalmente y que podamos ayudarnos cuando lo necesitemos. Eso es para mí una familia. Así de simple...
—Es preciso estar unidos ya... —dijo Gendo en voz baja, ignorando por completo lo que dijo Shinji.
—Papá...
—Dime, hijo.
—¿Dónde está mamá...?
—¿Quieres verla tan pronto?
—No lo sé... supongo que sí.
—Ven conmigo, está en el piso de abajo.
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Kaworu estaba bastante alegre llegando a su casa. Ya eran las 9 de la noche. Shinji ya estaría ahí, y con suerte le habría cocinado una rica cena, como sólo él sabía hacerlas.
Abrió la puerta de su casa, y vio absolutamente todas las luces apagadas. Shinji aún no había llegado. Algo preocupado, decidió marcarle a su celular, sólo para encontrarse con el molesto y más preocupante aún, buzón de mensajes. Sin pensarlo más, decidió marcharse rápidamente en dirección a la antigua casa de su novio.
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Shinji abrió lentamente los ojos, y después de unos leves movimientos, se percató de que estaba atado de manos, y a una silla.
—¿Qué... qué es esto? —masculló débilmente. Lo último que recordaba era haber bajado al sótano para ver a su madre, quien se suponía estaba limpiándolo.
—Ella está ahí abajo. La verdad es que tenía miedo de verte. Aún se siente tan culpable por lo que pasó... Así que me pidió que te viera yo primero, y que si pedías verla, que bajaramos al sótano. Ella quiso aprovechar de limpiarlo para pasar el rato.
—Ya veo... pero no sé por qué se siente tan mal si finalmente decidí venir a ver--
Shinji entonces fue noqueado al instante por Gendo, mediante un certero golpe en la nuca.
—¿¡Qué está pasando?! —repitió Shinji, más ofuscado y lúcido que antes.
—No te preocupes, hijo mío. Pronto estarás con tu madre... Y yo también. Todos estaremos juntos, como debe ser. Como deben ser las familias.
Shinji por fin pareció darse cuenta de que algo estaba terriblemente mal con su padre.
—¿¡Qué le has hecho a mi madre!? —intentó forcejear, mas no consigió nada.
—Tuve que darle descanso, Shinji. Si tan sólo la hubieras visto... Ella estaba tan destrozada cuando te marchaste... Tanto... que dijo que todo era mi culpa. ¿Puedes creer su egoísmo? Por poco me abandona, como tú ya lo habías hecho. Así que creo que todo estará más equilibrado si estamos juntos de nuevo. Así debe ser —Shinji lo miraba horrorizado— Pero no te preocupes... no sufrirás nada. Para que veas que mi renovado amor hacia ti no es para nada falso. Esta vez seré un verdadero padre para ti, ya te lo dije...
Shinji intentó gritar en vano. Estaba en un sótano y era poco probable que alguien los encontrara. Además a Gendo poco le importaba la policía. Después de todo en sus planes tambén estaba suicidarse.
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Kaworu corría desesperado. No había encontrado transporte público y tampoco taxi. La casa de Shinji por suerte no estaba demasiado lejos y estaba cada vez más cerca.
Gendo mientras tanto se disponía a cargar su pistola y colocar el silenciador en ella.
—¡Papá! ¡¡Por favor, no hagas esto!!
—Lo hago tan sólo por tu bien, hijo. Por nuestro bien. Por el bien de tu madre.
Kaworu conocía bien el camino. Se adentró por la calle correspondiente hasta llegar a la casa indicada. Vio que también estaba todo a oscuras. Pésima señal. La puerta estaba cerrada con llave, así que se fijó en una pequeña ventana en lo alto, por la que escaló hábilmente. Una vez adentrado en la habitación, comenzó a prestar atención a cualquier sonido de donde pudiera provenir Shinji. Afortunadamente al entrar por arriba, no había sido oído por Gendo, así que sigilosamente comenzó a recorrer la casa.
Escuchó los sonidos provenientes del sótano que hacía Gendo preparando todo para asesinar su propio hijo, y cuando logró asomarse, sacó el cuchillo que trajo con él desde su casa. "En caso de cualquier cosa" pensó. Pero jamás se habría podido imaginar cuánta razón tendría. Cuanta razón tuvo su instinto todo el tiempo.
A paso rápido pero sigiloso, se encaminó por detrás y le clavó a Gendo su cuchillo entero en la espalda de una sola estocada. Lo hizo lo más profundo que pudo. Con una furia increíble y poderosa. Tantos años de sufrimiento, tantos años de traumas, y encima, el maldito era un jodido asesino que planeaba quitarle su tesoro más valioso. Claro que se merecía morir de la forma más cruenta posible. El hombre dio un grito feroz, soltó el arma y presionó su herida automáticamente. Kaworu fue inmediatamente a liberar a Shinji, quien estaba llorando asustado y justo al frente de su padre, por lo que vio absolutamente todo en primer plano.
De a poco el hombre fue cayendo al piso, hasta quedar acostado boca abajo en medio de su propio charco de sangre. Como tardó en dejar de moverse violentamente, Kaworu se posicionó justo en frente de Shinji, para poder protegerlo nuevamente en caso de cualquier cosa.
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Después unas horas, la policía ya había llegado a la casa para investigar la situación. Shinji y Kaworu se encontraban cobijados a las afueras del terreno, y luego de un par de preguntas podrían irse a su casa.
Ambos estaban abrazados y teblorosos. Shinji por el miedo horrible y extremo que había sentido, y Kaworu porque aún sentía la adenalina correr por todo su cuerpo.
—Kaworu, tú... ¿En verdad haz hecho eso?
—¿Por qué? ¿Te asusta?
—Digo... ¿Eres capaz de tanto por mí?
—Ni yo realmente lo sabía, pero sí. Si es por ti... Si es por tu vida, seré capaz de eso y probablemente de mucho más. Sólo roguemos a la vida que nunca más requiramos de este tipo de pruebas...
Más tarde el menor se enteró de que su padre guardaba el cadaver de su madre desde hace seis meses en el interior de una bolsa con cal ubicada en su habitación. Sin duda, había sido la peor y más intensa noche de toda su vida.
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Cuatro meses después:
El sol se colaba por la mañana a través de las suves cortinas de la habitación. Esta vez, fue Kaworu quien se despertó primero y comenzó a acariciar las suavecitas mejillas de Shinji. Luego, no se aguantó más y comenzó a besarlo. El chico despertó a causa de la invasión que sentía en su cara y vio a Kaworu con ternura.
—Tú sigue, haz de cuenta que sigo dormido... —sonrió alegremente. Algo inusual en él por las mañanas.
—Tienes una piel tan suave y tersa... tan bonita —lo estrujó entre sus brazos— ¿Te sintes bien? ¿Dormiste bien, amor?
—Sí, con un bulto molesto a mi lado, pero bien dentro de todo...
—Aahh... Pero qué malo eres, Shinji... —hizo un puchero.
—No me refería a ti, tonto, sino a tu bulto... —esta vez fue Shinji quien lo miró sugestivamente.
—¡Ay por Dios! —Kaworu dio una fuerte carcajada y volvió a estrujar a su hermoso amante— Te amo, Shinji. Sin duda, eres lo mejor que me ha pasado en la vida.
—Y tú eres el mejor ángel guardián que pude haber tenido nunca...
Ambos se unieron en un tierno y apasionado beso, sintiéndose inmensamente afortunados por su amor. Un amor que habían tenido que ganarse a uñas y dientes, pero que había logrado unir sus almas de forma permanente.
FIN.
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