·|Capítulo XXVII: Angel|·
·|Capítulo XXVII: Angel|·
"Una suave mano se posó con cuidado sobre el alféizar, había cierta restricción en su movilidad pero al cabo de unos segundos, ella saltó. Él estaba seguro que solo eran pesadillas pero para un foráneo del dolor, siempre sería así, sin sueños y esperanzas."
...
"Esa mancha estará para siempre en tu alma aunque desees borrar cada trazo, algún día se expandirá y llegará hasta aquellos que más amas."
Esas palabras lo estaban atormentando cada noche, se despertaba con el sudor en cada centímetro de su cuerpo, si no fuera por el cuerpo de Izuku a su lado pensaría que seguiría estando en esas pesadillas, esa voz angelical que siempre lo hacía despertarse y ver el horizonte lleno de luz nocturna y neón urbano. No despertaba a Izuku e iba hasta el gimnasio y se quitaba toda la energía de sus músculos, poco después Izuku llegaba con su hermoso rostro y le hacía la misma pregunta de siempre. "¿Qué ocurre?" Y Katsuki no tenía las palabras para explicar, simplemente dejaba que el lazo hablara por él, eran horas desesperantes hasta que Izuku lo tomaba entre sus brazos y le cantaba una canción suave de cuna, su voz lo hacía dormir profundamente hasta que el sol aparecía en las ventanas, poco después Himawari despertaba pidiendo la ayuda que requería.
Aún con esas palabras, la fortuna también estaba de su lado.
Katsuki adoraba el día, extasiado por el sol y como realzaba la belleza de su familia. Y la incertidumbre de sus pesadillas dejaban de ser un peso a solo ser una marca, como la sangre que seguía manchando sus manos. Lamentablemente poco a poco estaba perdiendo la poca humanidad que le quedaba y lo podía sentir a la hora de salir a las calles, en el supermercado escuchando las voces de las personas. Un día la voz de un alfa lo suficientemente alta para ser molesta le llamó la atención, estaba solo comprando unos víveres para la semana cuando el alfa le gritó a su omega por un error, nadie hizo mucho con la situación y Katsuki tampoco lo haría de inmediato. Siguió al alfa hasta el estacionamiento mientras el omega pagaba, lo agarró del hombro antes de impactar su cuerpo en una pared cercana. El hombre dio pelea, después de todo era un alfa territorial, pero lo que comenzó como una extraña venganza terminó con sus colmillos en su garganta, saboreando el dulzor de la sangre y la extraña sensación de la carne cruda en su garganta. Era un monstruo que se veía reflejado en un charco carmesí. Por un instante pensó en el rostro que pondría Izuku al saber que había matado nuevamente a una persona. Así que no fue a casa como lo tenía planeado ese día, se quedó en las calles mientras dejaba unos cuantos villanos por los alrededores para que Enji se hiciera cargo de ellos, algunos no quedaron vivos bajo sus ataques y otros perdían extremidades. No podía resistirse, cuando veía la carne fresca frente a sus ojos, destruida como si solo fuera un trozo de carne más... El hambre nuevamente se hacía cargo de él y se los comía, parte por parte hasta que sus colmillos dolían por la erosión. Era un monstruo, no se merecía lo bueno que le estaba pasando. No se merecía a su bella familia, no se merecía la fortuna.
Esa noche su teléfono sonó muchas veces, sabía que Izuku lo estaría buscando y que pronto dejaría de insistir pero él no lo hizo, a la llamada veinte le contestó sin decir una palabra, el amanecer estaba cercano a las calles y el punto más oscuro de la ciudad se presentó a sus ojos como una manta que estaba cubriendo sus pecados, ninguna de las luces de la ciudad lo hacía sentir orgulloso. Con el teléfono contra su mejilla escuchó la respiración de Izuku, un silencio se formó entre ambos y después de unos cuantos segundos, el dijo su nombre.
-Kacchan, ven a casa. Yo y Himawari te estamos esperando. Ella te extraña, así como lo hago yo.
-No puedo-la sangre en sus labios, el sabor metálico aún fresco en su lengua, tan delicioso en su boca y tan mal en su moral que se sentía enfermo. Sería capaz de vomitar si su cuerpo no quisiera tener cada milímetro y gramo de la carne y sangre que había consumido. Katsuki tragó duro-. Probé otra vez sangre, el sabor me sigue pareciendo una...
Dulzura.
No quiso responder.
-Lo sé, puedo sentirlo también. El hambre que tenías, el dolor y la sensación de desesperanza. Kacchan, hallaremos una forma de luchar contra ello. Todo en la vida tiene solución.
-Deku, tengo tanto miedo de hacerte daño, no podría soportarlo si llego a dañarte o a Himawari. Ustedes dos son lo más importante para mí.
-Por eso mismo, ven a casa Kacchan. Tengo un plan, lo prometo. Siempre hago mis tareas, lo sabes-Katsuki sonrió al sentir el primer rayo de sol apegándose con delicadeza a su piel, el calor suave lo envolvió y se sintió como un beso de él. Lloró tomando el puente de su nariz, Izuku al otro lado de la línea escuchó sus sollozos y esperó hasta que él estuviera listo para cortar.
Y es que los mismos sueños que Katsuki poseía, él también los tenía. Por eso investigó lo más que pudo sobre el padecimiento de Katsuki, las cosas que decía Internet eran tan vagas que parecían más rumores que algo real. Bestias mortales que no distinguían nada, leyendas sobre el pasado y palabras que no se reflejaban en nada a sus sueños. Izuku no sabía cómo interpretarlo bien porque mientras Katsuki escuchaba la voz de una mujer condenando su alma, Izuku lo único que podía ver era a él. En una habitación oscura, escondidos de las personas pero aun así una pequeña parte de la luz llegaba hasta ellos, desnudos mientras ambos caminaban hasta encontrarse. Izuku entregaba su cuello y Katsuki lo limpiaba hasta que sus colmillos brillaban con su sangre caliente, el líquido carmesí cayendo por sus labios y después un beso sellando todo. Sexo en una cama llena de sangre, era una visión mórbida con un Katsuki violento que no parecía querer detenerse por nada pero... Lo siguiente que veía era a sí mismo, con esa hambre y necesidad saciando el hambre en él, en su sangre. Ambos caníbales, Izuku había estado tentado de hacerlo pero no sabía que podría pensar Katsuki y no deseaba perderlo pero... ¿Que tal si solo la sangre de un caníbal podría saciar a un caníbal por eso soñaba con eso? ¿Si todos esos sueños eran una señal? Las condiciones para ser una caníbal eran simples, comer carne humana cruda con sangre fresca de un cuerpo agonizante, las feromonas agónicas ocasionaban el cambio en la genética. El hambre que sentía Katsuki se debía a que su cuerpo anhelaba la proteína que lo había cambiado, esa que lo hizo más fuerte, una insaciable necesidad con un dolor exquisito que podría hacerlo indestructible. Izuku era capaz de hacer cualquier cosa, estuvo unos meses lejos de Katsuki y eso fue suficiente para hacerlo sentir que le faltaba una parte de su alma.
Katsuki era parte de su cuerpo, ahora más que nunca que lo sentía bajo su piel y ambos estaban cuidando a Himawari, su bella hija. La misma que estaba en sus brazos, durmiendo plácidamente después de beber su leche, se sentía tan pleno con esa pequeña acción, un momento tan íntimo que hasta Katsuki respetaba. Solo ellos dos y la niña hermosa, y podía también sentirla a ella. Viva bajo su piel, con sus ojos poco a poco siendo más rojos y su cabello casi rubio de color plata... Las pecas eran el detalle que le llenaba el corazón de una calor tan agradable que decenas de lágrimas caían de vez en cuando. Sin embargo, algo lo había estado preocupando y es que... La beba era una omega, muchos exámenes lo habían confirmado. Los omegas no desarrollaban colmillos hasta los seis meses y Himawari tenía apenas cuatro meses y ya sentía la sensación de sus colmillos en su piel. Ella estaba desarrollando partes de su cuerpo de una manera distinta y ni hablar del hecho que deseaba cada vez beber más y más leche. Por un instante pensó que era culpa de su dieta, luego recordó varias cosas que leyó en Internet sobre los caníbales. Quizás eran sólo teorías, pero las feromonas de los caníbales eran fuertes y ella era una beba prime, tal vez ambos estaban cambiando y ella necesitaba alguien que consumiera más hierro...
-¿Deku?-levantó la vista y ahí estaba Katsuki, su boca aún poseía sangre seca. La forma en que su garganta se secó al ver el líquido rojo... No era normal. Tragó duro y con la pequeña en sus brazos fue hasta su cuna para dejarla dormir. El alfa lo observó en silencio hasta que Izuku cerró la puerta de la habitación de la pequeña, en unas horas tendría que trabajar pero no le importaba en ese momento. Sus ojos observaron lo trágico y roto que se veía su alfa, suyo, solo suyo...
-Kacchan, podemos con esto. No estás solo en esto, ahora somos dos personas que tienen una bebe hermosa que nos necesita, unidos más que nunca-Izuku se acercó hasta Katsuki y restregó sus dedos en contra de sus manos, notó que sus uñas estaban sucias con sangre. El alfa las intentó alejar pero Izuku las mantuvo cerca.
-Soy un monstruo, no tengo remedio, se me seca la garganta cada vez que veo sangre-el alfa replicó con dolor, Izuku negó suavemente.
-No importa, lidiaremos con el hambre y con las ganas de alguna manera..
-Esto no debería ser tu problema, Deku-el omega sonrió complacido.
-Pero lo es, porque eres mío. Y todo lo tuyo, es parte de mi. No eres un monstruo por caer en tus más bajos deseos, eres puro por eso. Podemos hacerlo, juntos podemos ser más fuertes de lo que alguna vez fuimos, solo confía en mí. Te ayudare a controlar esa sed. Solo... Confía en mí-el omega suplicó y Katsuki asintió. Esa fue una señal, Izuku se relamió los labios y lo besó saboreando el sabor escarlata en sus papilas, seco en su lengua y, sin embargo, apetecible para su estómago. ¿Qué le estaba pasando? Le importaba una mierda, el sabor en los labios de Katsuki era exquisito.
El alfa sorprendido y consternado por la acción de su omega, quedó estático hasta que la lengua se deslizó por su boca quitándole restos secos de sangre, ávido y descontrolado; una sola mirada bastó. No se pudo controlar y tomó el control de la situación. Deleitado por ello maniobró por el departamento hasta acabar con Izuku sobre la cama. La sangre en sus labios, que ahora el omega apetecía con tanto ahínco, era de criminales y villanos, dulce en sus labios y prohibida en su educación... La situación lo estaba excitando de sobremanera. Las manos en sus caderas apretaron la carne viva hasta que ambos se restregaron entre sí, sus pollas chocaron sacando de sus labios un suspiro. Izuku dejó de besarlo y Katsuki pudo ver esa magia que solo pertenecía al más puro deseo, casi tan animal como él. Estaba celoso del sentimiento así que bajó por su mandíbula hasta el lugar donde la naturaleza los unía hasta la muerte, se detuvo a olisquear y saboreo con sus labios esa virtud propia de la dulzura de su piel. Izuku gimió cuando chupo y antes de que el contrario diera un suspiro más profundo para sentir la sensación en sus nervios, Katsuki mordió renovando el lazo, la profundidad del sentimiento hizo que Izuku apretara tan fuerte la piel de los hombros que la sangre corrió por debajo de la ropa.
Ambos pensando en algo tan terrible como la delicia de la sangre.
Izuku esperó unos segundos e hizo lo mismo. Bajo hasta el cuello del alfa, olió el almizcle de su piel sintiendo hasta el pulso de sus venas, la sangre ahí, tan accesible que podría jurar que su boca se secó.
-¿Quieres probarme? Hazlo, no podría detener nunca esa sed de tus ojos-Izuku sonrió, se relamió los labios y con un suspiro hincó sus dientes tan profundo que sus labios sintieron la carne vibrar-. Oh, mierda.
Katsuki gimió mientras el omega chupaba más y más sangre. Voz extasiada hasta que el Omega cumplió con esa sed que no podía llamar coherente, tragó y mientras lo hacía hubo un cortocircuito en su cabeza, ¿siempre había sido tan dulce la sangre? Muchas veces antes había probado la suya en su labios, sin embargo, nunca había sido tan dulce como la que Katsuki le entregaba. Lamió la piel herida y restregó su cadera más cerca, la curvatura de la polla del alfa le envió escalofríos por toda su columna. La mirada roja de Katsuki lo envolvió cuando sonrió, con ambas manos lo acercó más. El beso poseía el propio sabor de la sangre de Katsuki que ahora recorría brava la piel de su cuello hasta acabar en la ropa. Tan jóvenes, tan fuertes y con solo el deseo marcando sus pasos. Deseo por el otro, deseo por la sangre.
-Mi maldito omega, tan malditamente perfecto, solo mío -Izuku sonrió y alzó sus caderas, el alfa captó el mensaje tan pronto como lo vio en sus ojos. Bajando por su labios hasta su cuello, quitándole la ropa para ver su pecoso pecho al descubierto. Aspiró unas cuantas veces hasta que sus pulmones se llenaron con el aroma dulce y atrapante. Katsuki se quitó su chaleco y lo arrojó en alguna parte de la habitación, relamió sus labios y fue directamente a los pezones de su omega. Sus pectorales no habían cambiado en lo absoluto pero sus pezones sí, más turgentes, llamándolo a probar. Se encorvó en su pecho y lamió ambos antes de chupar en busca del líquido caliente, la leche dulce hizo bailar sus papilas gustativas. Izuku atrapó con sus manos la cabeza, sintiendo la lengua bailar por encima de sus pezones y la succión casi volviéndose una acción propia de su cielo personal.
-Katsuki... Más, más, mucho más-sus ojos se cerraron de golpe cuando la boca del alfa mordió suave y ligeramente un pezón. El alfa se mofó del movimiento involuntario de sus caderas pero no le dió respiro y bajó hasta su estómago plano, unos cuantos besos antes de volver a apoyar sus manos en la cama. Con la respiración agitada y su boca seca, Izuku observó la perfección de su alfa.
-Te daré lo que deseas, Deku-restregó sus caderas, Izuku se agarró del brazo a su izquierda mientras abría más las piernas y recibía el roce de la polla del alfa en contra, gimió y gimió por la desesperación propia, lo necesitaba dentro suyo pero cuando quiso quitarse los pantalones, Katsuki lo detuvo y siguió restregando su polla contra él, moliendola casi al mismo tiempo que gemía su nombre. Izuku se grabó en su memoria la imagen de los músculos del alfa, tensos mientras sus caderas se balanceaban. No quería venirse así, lo quería dentro suyo, con ambas piernas alrededor de sus caderas y usando sus látigos como apoyo lo dió vuelta en la cama. El alfa no pudo evitar sorprenderse por el cambio repentino, un segundo después de darse cuenta estaba contra la cama, con la espalda pegada al futón. Izuku sonrió lascivo y con sus látigos poco a poco liberó la polla del alfa, solo eso. Tragó duro cuando vio lo húmedo que estaba y lo cerca que se hallaba de concretar el nudo. Katsuki intentó moverse pero Izuku retuvo sus brazos por encima suyo, el alfa sonrió aún más amplio y se mordió los labios. La sangre de su cuello seguía corriendo hasta sus pectorales formando un leve charco, Izuku se acercó y tomó un poco más antes de bajar y tomar con ambas manos su polla. Besó la punta y suspiró.
-Ya extrañaba tenerla en mi boca-Katsuki iba a responder algo pero su Omega no le dió tiempo y lamió el glande, chupó la punta y siguió lamiendo el tronco, apreciando las venas bajo su lengua, el sabor salado y el almizcle de su piel. Con su mano amasó sus testículos, Katsuki no pudo moverse.
-Joder, no te atrevas a morder.
-No me tientes a hacerlo-Mientras lo decía mostró sus dientes y con ellos cepillo el tronco, Katsuki tembló y maldijo más fuerte cuando Izuku lamió y bajó hasta que el glande presionó contra la garganta. Cerró sus ojos y siguió el movimiento con un vaivén vivido, las caderas del alfa buscaron más calor y fue inevitable que doliera, pero Dios, Izuku solo quería ahogarse. Chupó y chupó hasta que sus labios sintieron el nudo cercano. Katsuki se removía inquieto en la cama, faltaba tan poco. Pero Izuku no lo dejó, aún lo quería dentro así que se alejó con la vista nublada. Izuku se veía destruido, su boca estaba tan roja como su lengua, y su expresión era pura por el placer y las lágrimas cayendo por sus mejillas. Katsuki quería ver más. Izuku lo sabía así que mientras se quitaba el pantalón mostró su cuerpo tentativamente. La polla del alfa parecía pulsar pesada en su estómago, de seguro dolía pero él no lo iba a admitir porque la vista de su Omega era más que suficiente para soportar todo el dolor del mundo.
-Joder, Deku tu culo se volvió más redondo, que ganas de comerlo-Izuku negó mientras con sus látigos poco a poco tocó entre las nalgas de Katsuki hasta que alcanzó el lugar que quería, el alfa gruño cuando sintió el leve látigo en su culo, unos segundos después llego la caricia a su próstata. Izuku floto desnudo sobre el alfa, sonrió cuando vio la lujuria marcada en los ojos rojos, sus colmillos blancos y afilados cerca de sus labios. Tomó la polla del alfa con su mano derecha mientras que con la izquierda tocaba su pecho. Era complejo mantener la mente y el cuerpo enfocado en flotar, usar sus látigos para retenerlo en contra de la cama, acariciar su próstata y concentrarse en montar su polla. El alfa parecía notarlo pero no le iba a dar ventaja sobre ello. Bajó lentamente respirando agitado por la sensación, balanceó su cuerpo hasta que quedó por completo en su interior.
-Maldición, ¿Kacchan estás seguro que no te creció la polla de la nada?-Katsuki no dijo nada, el silencio solo dió paso a los sonidos húmedos de los movimientos de Izuku. Sin pausas, flotando errático encima suyo y moldeando su interior, percibiendo sus nervios volverse locos hasta acabar al ras de su ingle. Estaba tratando de concentrarse en todo lo que su cuerpo estaba haciendo, pero él solo quería percibir. Quería hacer sentir bien a Katsuki, hacerlo suyo hasta en el último aliento pero su cuerpo era más complaciente de lo que parecía, aun así, eso solo lo motivó más. Porque inevitablemente lo que siempre había querido era eso, hacer a Katsuki suyo y ahora que lo era, no se iba a detener por unas órdenes biológicas-. A la mierda la biología, esto es mejor.
Katsuki se río ante sus palabras pero ese deseo de dominar y beber sangre solo fue el comienzo para el omega.
Después de esa noche el alfa comenzó a notar el hambre de su omega, como fluía entre ambos. Katsuki no podía trabajar porque era una especie de criminal aunque la comisión quisiera no mirarlo directamente, Izuku seguía siendo un héroe que le dedicaba minutos a la comisión y por mucho que quisieran eliminarlo, Izuku era perfecto. Precisión, carisma para que las personas creyeran nuevamente en los héroes, en la imagen que habían tratado de vender por décadas. El problema no era de Izuku, la verdad, el tema provenía del hambre que estaba dejando a los cuerpos de los villanos que atrapaba drenados. Katsuki iba con él por las calles, ayudándo y cada vez más atraído por esa nueva faceta del omega.
Se sentía tan culpable por verlo así.
"Yo no te tengo miedo, Kacchan." Palabras hermosas que Katsuki podría apreciar de no ser porque esos ojos rojos ahora también estaban en su hija. Vivos y listos para cargar con montones de cuerpos bajos sus pies, y ella era un alma tan pura pero Katsuki podría haber dicho lo mismo de Izuku hace meses y ahora veía a su omega consumiendo sangre, tan fuerte que seguramente ninguna voz de comando podría hacerlo arrodillarse. Y no era la única persona que había visto esos nuevos rasgos, Enji los podía ignorar porque confiaba en Izuku pero la comisión ya estaba lista para hacer su próximo movimiento sobre los nuevos héroes y sus extraños comportamientos. Estaban esperando algo y eso era Todoroki y Hawks. Ambos habían estado los últimos días haciendo una especie de alianza que no podía mantener tranquilo a nadie. Hawks sabía todo sobre la comisión, era una persona que en el pasado había sido controlado pero ahora... Los acontecimientos eran desalentadores.
Aún así, algo bueno se avecinaba en la distancia. Los genes de Hawks y Todoroki eran buenos. Unos cuantos arreglos, un cuarto vacío, drogas estimulantes y podrían obtener lo que deseaban. Su nuevo ángel de la muerte.
Solo necesitaban a dos personas más. Su soldado de la muerte y el mediador. Alguien persuasivo e inteligente, sin embargo, invencible. El líder de la comisión pronto tendría lo que deseaba. Solo necesitaba tiempo y las situaciones adecuadas. Lo lamentaban pero se podría permitir unas cuentas bajas. Después de todo, tres personas son necesarias para liderar el ejército de autómatas. Sin los genes de Katsuki el plan había sufrido unos cambios creativos pero seguían ganando ellos. Seguirían teniendo lo que siempre habían deseado. Una ciudadanía sumisa e incompente.
Un alfa caníbal.
Un omega semi caníbal.
Una omega sobreviviente.
Un alfa que podía destruir todo con un chasquido de los dedos.
Un omega que podía surcar los cielos.
Y un alfa capaz de convertir el mundo en una llamarada de fuego y al mismo tiempo congelarlo.
Tres bebés perfectos para sus objetivos. Mera sonrió con suficiencia, Nora atrás suyo estaba aterrada por todas las torturas que le habían propinado por traición pero seguía siendo importante, seguía siendo usable. Cualquiera sería importante ahora. Necesitaban a todos sus soldados y tiempo, el miserable tiempo.
...
Shoto vió la línea blanca de polvo, tragó duro y antes de darse cuenta aspiró toda la línea como si fuera natural para él hacerlo... La sensación corrompió su nariz, quemando gran parte de su piel viva, quemó hasta que hizo efecto, el dolor se disipó poco a poco hasta que no hubo nada. Su cuerpo se hundió en la bañera, el calor del agua caliente hizo que su piel sintiera escalofríos en donde no había sensación. Había más rayas blancas en la bandeja de madera y unos pocos gramos más en una bolsa cerca del lavamanos. Podría estar toda la tarde así, aspirando rayas conseguidas en un callejón viejo, sucio y con un camello menor que él. Le daba pena por el chico pero se sentía miserable, lo suficiente para caer en esa espiral de miseria y ganancia. Las pesadillas no lo dejaban tranquilo, cada una de ellas con Mina y la droga lo estaban dopando lo suficiente para sentirse menos miserable y respirar sin necesidad de sentir ganas de matar. Pensó que matando a Toga obtendría un poco de tranquilidad pero fue peor, el recuerdo de la sangre era cada día más ávido. Sus manos ya no parecían reconocibles, se sentían secas y la única forma de hidratarlas era con sangre humana.
Ya no estaba Mina, su chica, su hermosa omega y lloraba por ella aunque en el fondo de su espíritu quisiera seguir adelante, más sabia que no se lo merecía. Hawks siempre estaba ahí, diciéndole que debía comer, que si no quería dejarla de llorar, al menos viviera por ella, por el recuerdo que guardaba en su corazón. Y la recordaba como el primer día que le había ofrecido un encendedor en la UA, como esa vez que ella le pidió que le arrebatara su pureza, como la adoró en el futon de su habitación, esa poderosa mirada de sus ojos y sus palabras, el sabor de su piel y todo lo que ella podría significar. Una enorme locura que limitaba más allá de su mente solitaria, siendo solo amante de esa línea blanca.
-Te extraño tanto...-y las lágrimas cayeron, no pudo evitarlo y aspiró hasta que no sintió su nariz. Desearía que las drogas le hicieran algo de daño, un solo daño para poder sentir más dolor físico que el de su corazón y así olvidar. Pero como nunca antes, el efecto pasó más rápido y el hambre se acopló en sus entrañas para hacerlo sentir extraño en su propio cuerpo. El dolor volvió tan fuerte como antes, un ancla en lo profundo desgarrando todo su cuerpo. El agua se enfrió por su mano y su piel dejó de sentir la agradable sensación. Gritó tan fuerte que su garganta ardió, poco a poco el grito fue cambiando a una risa dolorosa. Desgarradora-. No ha cambiado nada, sigo siendo el mismo imbécil que sigue solo. ¡SOLO!
La madera del piso crujió bajo la pisada.
-No estás solo, me tienes a mi-Hawks apareció en el umbral de la puerta del baño, Shoto no lo observó y simplemente jugó con el agua mientras se congelaba alrededor de su cuerpo. El omega se acercó, esperanzado de hallar un poco de él en esa maraña de dolor.
-Entonces, si un día te pido que me asesines... ¿Lo harías?-Hawks tragó por la repentina petición. Se acercó hasta él, la desnudez de Shoto no podía compararse con la petición que le estaba pidiendo. Algo tan íntimo pero nada orgulloso de entender... Y ahí, mientras Hawks se arrodillaba a su lado, Shoto lo miró. Esos ojos tan ambivalentes no eran justos-. Dime, Keigo, si te pido que cortes mi garganta con una de tus plumas, ¿lo harías? Si te lo ruego con todas mis fuerzas, ¿qué harías, Keigo?
Hawks suspiró y sonrió como si no quisiera llorar, Shoto era un buen hombre.
-Me quedaré a tu lado...-Shoto negó pero Hawks no le dio tiempo de decir algo porque tomó su mano derecha-. Mientras te desangras, incluso si debo ver eso con mis ojos, no te dejaré solo. Nadie debería estarlo, incluso en la muerte. Por aquellos que no pudieron irse en paz. Definitivamente lo haría por ti.
Y ante esas palabras, Shoto volvió a llorar en silencio. No sabía si Hawks estaba a su lado por orden de alguien más o su propia voluntad pero lo agradecía, que fuerte era su calor, el agarre de su mano y lo pesada que se sentía encima de la suya en el borde de la bañera de ese baño, horrible de no ser por los recuerdos que guardaba con tanto amor. Semanas y quizás algunos meses desde que ella se fue pero debía seguir por ella, aunque quisiera morir siempre lo tendría a él, con la mano en el filo de una pluma tan roja como la sangre que le caería del cuello si se lo pedía.
Debía dar un paso en su marcha contra el destino y le pidió ayuda a Hawks porque él no parecía enojado o molesto con ello, al contrario, parecía más que complacido por hacer algo. Se vistió con un traje negro y con ayuda de Hawks se hizo una trenza en sus cabellos largos. Ambos fueron por el metro en esos trajes tan formales, a nadie le importaba pero así era mejor. Caminaron con tranquilidad hasta que llegaron donde Shoto no había querido ir nunca antes, lo que traía en su bolsillo era tan pesado que no podía tenerlo más en su departamento, sobre todo ahora que tenía pensado mudarse. Sería lo más difícil del mundo pero no la iba a olvidar, solo quería dejar de sentirse como un imbécil.
Se arrodilló y Hawks lo hizo con él, un incienso y la botella de un sake refinado frente a sus ojos mientras sostenía en una mano un ramo de lirios blancos y en la otra su anillo de compromiso. Pesaba como si fuera los pasos lánguidos de sus años llenos de angustia cuando era un niño y su madre se había ido dejando un hueco sin reparación en la familia, casi lo tuvo todo con ella que ahora estaba sin aliento. Su nombre en una piedra tan fría y el cielo oscureciendo por el invierno sobre sus hombros. Sus rodillas cayeron y lloro en silencio, sonrió y recordó su sonrisa y susurro su nombre. "Mina, Mina, Mina." Como un halo brillante Hawks encendió el incienso y rezaron juntos. Pasaron minutos y poco a poco el dolor se fue haciendo más soportable. Shoto ahora tenía a su ángel de la guarda. No estaba solo.
Las horas pasaron y Shoto dejó el anillo ahí mientras se despedía de ella con la promesa de visitarla cada día que pudiera. Vio una mujer extrañamente familiar caminar en la entrada, ella le sonrió suave y en cambio, Shoto le dirigió su mirada a ella. No tardó mucho en reconocerla, Maria... La madre de Mina. Quería decirle muchas cosas a la mujer pero no poesía el valor de verla a los ojos y pedir disculpas por no haber cuidado a Mina. Caminó con Hawks hasta la estación y miró al ex de su padre. Se preguntó por un instante si este era el tipo de soporte que había recibido su padre. Porque era un idiota por haberlo dejado ir. Ahora se podría decir que eran amigos. Uno de los pocos que se había dado la tarea de estar siempre ahí, soportando cada día su mierda.
-Gracias, no lo habría podido hacer solo-Hawks solo sonrió como lo haría un amigo desinteresado.
-Me debes pollo frito, además de ayudarme en las calles, son un verdadero desastre. Es increíble como las cucarachas se reproducen, un día son dos y al otro son seis.
Sí, Shoto lo sabía. Debía volver al trabajo y pagar cuentas con su espíritu de héroe. Asintió y mientras esperaban por el tren la brisa poco a poco se hizo más cálida. Quizá fueron las luces de la ciudad o la mano de Hawks sobre la suya, no estaba claro pero se sentía ciertamente agradable. Shoto no sonrió pero casi quiso hacerlo por las bromas que vinieron en el tren de camino a su departamento. Hawks no se callaba por nada y le contaba hasta lo más mínimo, como Burnin se había quemado con café ella teniendo cabello de fuego. Y como los internos de la UA eran fan suyos y a cada rato estaban pidiendo autógrafos y fotos. Hawks no habló sobre su padre pero estaba bien, porque no quería oír de él tampoco.
Así ambos mantenían un luto respetuoso por la situación del otro.
La idea de mudarse se sentía como un ruido sordo en el dolor ajetreado de su vida. Hawks lo ayudaba a escoger muebles para el nuevo departamento, este estaba más alejado de la ciudad mientras sentía que algo se estaba formando a lo lejos. Shoto no sabía porque se sentía así pero cada vez que salía con Hawks de patrulla, sentía que alguien a algo los estaba siguiendo y cuando se mudo a su nuevo departamento y Hawks estaba ahí para ayudarlo... Sintió nuevamente esa sensación. No le dijo nada al omega porque aunque fuera una sensación extraña, siempre que daba la vuelta para ver de qué se trataba, esta desaparecía como si fuera solo una vibra de su imaginación. Y así se mantuvo por semanas hasta que llegó marzo con la primavera. La caída de los cerezos, la noche cálida, las flores marchitas en un basurero y frescas sobre una piedra fría. El tiempo lo hizo más ágil y Hawks poco a poco sanó por el dolor de su corazón.. Sin embargo la actitud de Enji solo se rectificó más.
Cuando veía que Hawks estaba ayudando a Shoto para salir adelante, más sentía que su elección de dejarlo era la mejor porque en su cabeza la juventud de Shoto era lo que Keigo necesitaba, y quizás... No era del todo una equivocación.
Las calles con la llegada del calor necesitaban orden y aunque Izuku era perfecto para poner orden, no era una persona en busca de información. El sentimiento de que alguien lo estaba viendo cada día era más fuerte. Y aunque fuera por las calles con Hawks a su lado sobrevolando los edificios, algo no se sentía bien. Algo no estaba bien y la brisa de primavera con pétalos suaves y rosas se lo recordó. Shigaraki y Mirko habían desaparecido el veinticinco de marzo. La comisión se había cansado de esperar, su primer movimiento fue desestabilizar el mayor informante de Enji, el hombre que dejó todo atrás por amor.
...
Los ojos rojos vieron el cabello blanco con desesperación, horas pasaron delante de sus ojos mientras ella se retorcía de dolor y nadie todavía hacía preguntas. El estúpido collar en su cuello no sólo limitaba sus particularidades, sino también le quitaba toda supremacía biológica. Dos días, quizá tres por la deshidratación en su sistema. Y el monstruo en su cabeza solo se estaba mofando de su situación, llamándolo débil por caer ante ella y la situación. Claro, era débil por no haber previsto que las voces y los sonidos que los seguían desde hace semanas no eran ellos. La comisión por meses estuvo tranquila, investigaron un porqué pero eso solo los llevó a los líderes de la comisión, todos murieron sin dejar rastro por la mano de Shigaraki. Mirko envió información a Endeavor sobre sus instalaciones pero seguía habiendo más y más de lo que debían saber. La comisión no parecía nunca detenerse y los centinelas los sorprendieron cuando vieron que eran copias exactas de una especie de ángel. Con alas y brazos elásticos, extendiéndose de sus dedos látigos tan resistentes como el grafeno. Eran copias de todos los ex alumnos de la UA. Copias con técnicas perfeccionadas, algunas de ellas también pertenecían a las de los villanos que había desintegrado en el último año. Era imposible que fueran capaces de replicar esas técnicas pero ahí estaban, todas hechas a la perfección. Mirko y él acordaron decirle a Endeavor y enviarle la información pero al momento en que salieron de su departamento temporal, todo se volvió negro.
Y ahí estaba ahora en una habitación oscura, atado en una silla de metal frío, lo suficientemente incómoda para ya tener moretones en sus piernas adoloridas. Frente a él, Mirko estaba desnuda sin sus prótesis, retorciéndose de dolor por las ataduras de cuero en sus manos y el tormento de lo que sea que estuviera dándole la comisión en las venas. El gotero muchas veces se había caído pero siempre llegaba un robot y lo acomodaba, no hablaba y no hacía más que acomodar el suero. Shigaraki gritó muchas veces para saber que estaban tratando de hacer, porque mantenerlo con ropa mientras que a ella sin ropa era insoportable, el frío crispaba su piel y la de ella, que a pesar de la evidente fiebre no sudaba nada. Estaba nervioso por la falta de respuesta, su instinto alfa rugía enojado por lo que le estaban haciendo a su omega, a él podían usarlo como quisieran pero a ella debían tenerle respeto y tan pronto como pudiera deshacerse de sus ataduras, uno a uno se convertirían en polvo.
-Tenko Shimura-la voz estaba rota, Tomura alcanzó a ver una mujer, la reconoció por sus ojos pero no parecía ella misma. Era Nora, la mitad de su rostro estaba vendado y en sus brazos descubiertos muchas quemaduras contaban historias crueles, ella estaba embarazada pero no había nada en su rostro que fuera típico de las personas en cinta. Ella se acercó y cojeaba, parecía ser solo un recipiente y ella parecía entenderlo porque sus ojos estaban vacíos, despojados de lo que alguna vez alimentó su fuerza-. No creo que entiendas la posición en la estas y mucho menos lo peligroso que puede ser para ella hacer un paso en falso.
-Callate, me da asco oír tu voz-Nora sacó de su bolso un control remoto y con él hizo que el cuello de Shigaraki sintiera la energía pura. Gritó al sentir el dolor pero un momento después todo ese dolor se transportó a Mirko que a parte de no poder formular palabras, ahora no podía respirar. Observó a Shigaraki suplicando que la escuchara, que el dolor era suficiente y él no entendía el porqué-. ¿Qué quieres?
Nora sonrió pero fue tan falso que a Shigaraki casi le dio miedo esa sonrisa.
-Es muy simple la verdad, no es nada del otro mundo. Solo tienes que darnos algo que podría demorar unos cuantos meses-Mirko gritó y Shigaraki lo entendió, Nora acarició su estómago con gentileza-. Es hora de dar la cuota por tu libertad, Tenko Shimura.
Nora salió de la habitación y el collar que estaba limitando a Shigaraki se cayó al igual que sus ataduras. Las feromonas que no había podido oler lo impactaron con fuerza, no pudo moverse y hacer algo al respecto porque sus pies lo llevaron a la cama donde Mirko también fue desatada. Ella suplicó y él no dudó en dárselo porque ninguno de los dos podía pensar, estaban en celo y cada pensamiento racional se escurrió entre sus dedos como arena. Shigaraki tragó duro y tomó entre sus manos a su omega que por primera vez en días pudo dejar de sentir el dolor de la necesidad, la agonía de su calvario se disipó cuando los labios de su alfa se posaron con soltura sobre los suyos. Gimió su nombre cuando sus colmillos dejaron la huella en su boca y cuello, juró que pudo ver una luz. Era un gran alivio tenerlo entre sus piernas a pesar de que su cerebro seguía martillando pensamientos con la verdad. Dolía tanto que no le importaba. Nora observó desde la cámara de seguridad, la pareja tal como lo habían previsto los médicos en ningún momento se detuvo para pensar, empezaron a copular inmediatamente.
Todo iba a ir mejor pronto, lo único que debía hacer era quitarle el bebé a Mirko y Shigaraki en unos meses, esa era su misión. Después entregaría el que tenía en su estómago y podría ser libre, quería ser libre. Libre para poder morir y dejar de sentir todas las cuchillas en su piel.
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