•|Capítulo XXV: Love On The Brain|•

•|Capítulo XXV: Love On The Brain|•

"Quizá soy demasiado joven para entenderlo, te necesito. Quién lo hubiera dicho conociéndome antes cuando era una persona solitaria, ahora estoy sanando mis heridas con hermosas y pequeñas lágrimas, lavando toda la suciedad que ellos dejaron en mi alma."

….

Cuenta la historia que al inicio del conocimiento sobre las razas, un grupo de humanos llamados Betus llegaron a las faldas de una montaña nevada en busca de alimentos y albergue, para mala suerte la montaña estaba habitada por una raza especial de lobos, lobos que en momentos precisos del mes bajo la luz de la luna se transformaban en humanos más grandes y fuertes, las mujeres tentadas por las bestias cayeron rendidas ante la supremacía del poder y el instinto. En un principio lograron coexistir gracias a tratos de paz y limitaciones, pero después de unos meses una de las mujeres Betus quedó embarazada dando a luz un pequeño que era humano, más no era igual a ellos por sus actitudes y cambios físicos. Los Betus asustados por la pequeña criatura, dieron guerra a la raza de lobos. La pérdida de los humanos fue evidente, y ante tal traición, los lobos dejaron con vida solo a las mujeres, las cuales violaron y le quitaron a sus hijos para finalizar comiendo su carne en frente de sus familiares. El rencor quedó y la ruptura en la raza de los lobos se estableció para siempre. Con la mezcla genética, los lobos se subdividieron primeramente en dos razas apartadas de sus géneros secundarios. Los alfas prime como la raza más cercana a la estirpe lobuna y los "betas" apodados así por los vestigios en su genética de los Betus. Con los siglos nació una tercera raza, debido a la evolución de la alimentación (los alfas pasando de ser caníbales a comer cereales y carne animal), los omegas se presentaron como una raza altamente fértil que saciaba las necesidades de los violentos alfas. Y en complementación, ambas razas, alfas y omegas, fueron formando una alianza genética. Formulando lazos, uniones y fortalezas genéticas al pertenecer, aún así, los instintos violentos de la raza lobuna prevalecieron. Sin embargo, una regla se estableció durante ese lapso de tiempo antes de Cristo, estaba prohibido consumir carne humana. No importaba si provenía de los Betus, omegas o alfas, no se permitía porque el cuerpo recordaba sus inicios dónde la maldad prevalecía en la genética de los lobos. Los betas estaban descartados en esta regla porque sus genes pertenecían a los humanos más puros, pero los omegas y los alfas no corrían esa misma suerte. Debido a su directa conexión con sus antepasados, más fuerte despertaba el instinto de matar y beber sangre.

No era su culpa, era una señal de sus antepasados pero ese instinto los volvía extremadamente peligrosos y territoriales. Unas verdaderas bestias que eran capaces de hasta matar a sus parejas destinadas.

Los alfas y omegas que consumían carne humana fueron encerrados y con el tiempo murieron de hambre, porque era la única forma de matarlos. Al estar cercanos de la transformación física, podían controlar manadas de lobos y jaurías de perros. Sin mencionar su evidente supremacía física ante los demás, más fuertes, más resistentes, casi inmortales de no ser por su edad. Criaturas hechas para sobrevivir que aunque una flecha impactara en su corazón, podían seguir viviendo. La típica dieta humana no los alimentaba, mientras menos carne y sangre humana consumían, más débiles se hacían porque su propio cuerpo comenzaba a buscar carne humana, llegando a consumir la energía de sus propios órganos y músculos. Un proceso extremadamente doloroso y rápido que llegaba a provocar locura. La raza caníbal con los siglos se fue extinguiendo y la civilización llegó a transformarse en una pirámide biológica.

Los alfas como la cúspide debido a sus ventajas biológicas, los omegas después como la respuesta ante los alfas y los betas como el recordatorio de lo que alguna vez fueron sus antepasados. No obstante, la maldad en los alfas era fuerte y comenzaron a aprovecharse de esas ventajas biológicas, en vez de proteger a los omegas, los abusaron hasta el punto de que algunos omegas prefirieron emparejarse con betas por seguridad. Así dando paso a los omegas imperfectos, omegas que no estaban físicamente preparados para la gestación debido a los vestigios de los Betus, omegas que morían por dar vida. Y debido a la nula atención de los Omegas antes los alfas, muchos prefirieron emparejarse con otros alfas dando a luz los llamados alfas prime. Alfas supremos, que poseían las capacidades de sus antepasados sin llegar a ser muy violentos. Debido a la genética de los prime, cuando ellos mismo se emparejaron dieron a luz los llamados alfas sensitivos. Sensibles y fuertes que podían escoger a sus parejas, que eran inmunes a las feromonas y sus consecuencias, alfas perfectos. Los alfas sensitivos respetaban a los omegas y sus capacidades, si un alfa sensitivo tenía un cachorro con un Omega puro. Ese cachorro podría retroalimentar a sus progenitores y protegerlos incluso de la muerte durante la gestación. Cachorros tan potentes que con sus feromonas podrían establecer lazos genéticos, adoptando fisonomías de sus cuidadores con el fin de mimetizar sus cuerpos y así protegerlos y protegerse a sí mismos, verdaderos camaleones de la genética.

Cachorros que abogaban a la perfección y ganaban el debate.

Sin palabras, no habían intercambiado palabras desde hace meses. Solo sentencias vagas, algo que podrían decirle a un extraño en sus vidas. Ellos no eran extraños, conocían cada parte de sus personas incluso aquello que había cambiado con el tiempo, porque era lo que ellos habían previsto. Katsuki conocía esa curva en la espalda de Izuku, una curva hermosa que se remarcaba con su musculatura perfecta y su piel salpicada de pecas, como si las lágrimas de su dolor estuvieran grabadas ahí. También conocía el pensamiento de Izuku antes de mover sus labios para concretar un beso, ese pensamiento tensado en sus músculos y en esa pequeña expresión de deseo que a veces se mezclaba perfectamente con pena y amor, homogéneo en el más puro suspiro. Sus manos cálidas, que no habían cambiado el ritmo, recorriendo su piel como si fuera un escultor. Alguien profesional en hacerlo sentir el mismo, las sensaciones más puras que alguna vez haya experimentado. Katsuki incluso podría decir que el Omega tenía miedo de tocarlo mucho más, su voz apenas salía y cuando su mirada se posaba con cuidado sobre sus ojos, veía esa sensación de temor. No era hacía su persona, sino que el momento lo aterraba. Y se sintió culpable porque lo era, él había puesto su corazón en ese abismo que a sí mismo se sentía traicionado, porque una parte de su corazón le decía con fuerza que para eso servían, para el contacto físico porque sus mentes no estaban en la misma situación. Ambos perdidos en lo que podrían desear. Katsuki era padre, Katsuki sabía que Izuku no quería familia porque su alma estaba predispuesta a ser héroe, a romperse en ello y aunque le doliera no podía detenerlo. Lo intentó muchas veces, y no había personaje sobre la tierra que pudiera realmente parar ese corazón tan valiente que incluso sangrando a cuenta gotas, nunca dejaría su camino.

Izuku se detuvo al ver la expresión del alfa, su dolor remarcado. Detuvo el movimiento de su mano sana, estaba loco y no quería perderlo pero se sentía como si estuviera caminando sobre hielo fino. Lo suyo no fue perfecto, nada nunca lo había sido en su vida pero la relación que mantuvo con Katsuki era lo más honesto en su mente, corazón y alma. Era prisionero de esa sensación, de sus manos, de sus palabras, de sus brazos, de su calor, de esa sensación, de su cuerpo, de la seguridad que le transmitía con solo tenerlo a su lado en las noches. Lo quería de vuelta, aunque estuviera huyendo toda su vida y cayendo de cama en cama con extraños, ese recuerdo de esas noches de invierno, lejanas y queridas, nunca lo dejarían ir. Lo intentó, solo dios sabía lo mucho que intentó buscar en los brazos de Daniel lo que algunas vez había tenido con Katsuki, lo mucho que cerraba los ojos para desaparecer y ser otra persona en los brazos de un extraño, de seguir adelante. Miraba el cielo de las habitaciones aleatorias, lloraba y siempre pensaba en esas noches y aunque fuera egoísta, quería tenerlo cerca. Y ahora que lo tenía entre sus brazos, desnudo con el alma expuesta y sin siquiera hacer algo porque estaban confundidos, dios, hasta dolía respirar, no podía siquiera entender porque se sentía tan inseguro.

Quería apelar a la inocencia pero lo sabía, no era inocente en esa situación, los dos eran culpables y ahora estaban en una habitación rompiéndose cada vez más. Dañando esos recuerdos porque sus palabras no sabían salir, sus labios eran buenos besando pero no para curar lo que alguna vez echaron a perder. Izuku se detuvo respondiendo a su propio corazón.

—Esto no tiene sentido, tu no me amas y aunque luche, nunca voy a poder alcanzarte—Izuku sobre el regazo de Katsuki comenzó a llorar, sintiendo su espalda arder y su estómago caer cuando los brazos de Katsuki lo tomaron para ver esa expresión cruda de su corazón—. No me mires así, sabes que tengo razón.

Katsuki no sabía qué responder, solo dejó que su cuerpo se moviera solo. Que su boca tradujera el dolor.

—Te fuiste, me dejaste, ¿cómo se supone que debería sentirme?—era verdad, Izuku no quería sonar mal pero tenía tanto en su corazón, tanto dolor y para él era tan igual que no sabía cómo hacerlo. Nadie le enseñó algo así, nadie le enseñó a hacer las paces con su corazón.

—Pero tampoco me fuiste a buscar—Katsuki apretó sus labios.

—No podía hacerlo, no podía quitarte la oportunidad de crecer—Izuku se enojo, respondió alzando su voz, tanto que su corazón retumbó en su pecho.

—Mentira, lo hiciste porque aún después de todo crees que no puedo manejar la verdad, lo sé todo. Sé lo que la comisión ha hecho, sé que ellos mantienen registros de mí y los demás. Sé que incluso Allmight te pidió que no fueras por mí, pero igual… Después de todo este tiempo juntos, creí al menos que serías honesto en lo que había en tu corazón. Sé que no debió ser fácil pero...—Katsuki negó, cada palabra que decía Izuku era una puñalada en su corazón. Cuchillas frías y venenosas.

—¿Fácil? Joder, la mañana que no te encontré a mi lado pensé que te habías suicidado. Te busqué como un idiota durante horas, incluso tu madre me mintió y después qué… Me enteré que te habías ido, que incluso habría otra persona en América para ti. Tuve que obligarme a pensar que sería lo mejor para ti porque lo ví, porque cada vez que veía las imágenes de lo que la comisión hacía, mi mente emulaba tu cuerpo en esas situaciones y era demasiado, simplemente demasiado siquiera pensarlo... Además, que podría hacer, todos me lo decían… Debía dejarte ir aunque me doliera porque era lo mejor, aún me tenías miedo—Izuku se alejó, la desnudes no se podía comparar con la forma en que estaba abriendo su corazón.

—Sí, tenía miedo de la expresión que pondrías en tu rostro al saber que me iría a Nueva York porque en ese momento no pensé bien las cosas. Me dolió dejarte solo. Me dolió como un infierno pero sabes lo que me dolió más, que estuvieras con alguien más, con Denki. Por un instante me lo imaginé, a ambos y dolió.

—Pero eso era una mentira—Katsuki frunció el ceño, Izuku parecía que estaba sacando tanto de sí mismo que no parecía el mismo.

—¡Pero no lo fue para mí!—la voz de Izuku se cortó a mitad, estaba temblando.

—¡Pero lo era! Ahora lo que no era una mentira era Daniel, ¿¡qué se supone que debía hacer si estabas con él?!—ambos estaban en la habitación, gritando y temblando. Los vecinos podrían en cualquier momento tocar sus puertas para preguntar pero a Katsuki no le importaba e Izuku quería sacar todo el dolor.

—¡Y se sintió como una mierda estar con otra persona porque todo lo que podía sentir era el tacto fantasma de tu maldito cuerpo! ¡Estaba jodidamente molesto, quería olvidarte pero eso solo lo hizo más difícil! Además, ¿qué hay de Dorothea? Sé que te acostaste con ella—Katsuki tragó duro y escupió con dolor.

—Sí, y lo disfruté como un condenado cada segundo que me la folle—Izuku dió la vuelta tratando de contener el sollozo, dolía y no podía detener el dolor. Katsuki solo miro el suelo sintiéndose una mierda—. Ella era una mujer fantástica pero aún así, tenía un solo defecto que no podía ser ignorado.

—¿Que era una asesina?—Katsuki tomó el hombro de Izuku, dio vuelta al Omega y se acercó con cuidado y con sus manos tomó su rostro. Con ambos pulgares corrió las lágrimas, Izuku no podía moverse. Anhelaba tanto su tacto que incluso si le estuviera dando un puñetazo, lo apreciaría.

—No, ella no era la persona que amo, la persona por la cual daría mi vida y que aún después de todo lo que ha pasado, sigo amando como si fuera el primer día—Izuku sollozó más fuerte, sintiendo su corazón hacerse más pequeño—. Podríamos estar todo el día peleando y nunca terminaríamos de hacerlo, porque somos así, nunca dejaremos de pelear por lo que hicimos pero yo no quiero pelear más. Lo siento Izuku, lo siento tanto pero todo lo que he hecho es porque te amo.

Izuku casi cae de rodillas.

—¿Qué?—Katsuki se rió de él, se acercó hasta sus labios y a cada beso susurró contra sus labios que lo amaba. Izuku con cada beso se derritió en sus labios y brazos, Katsuki lo tomó en brazos dejándolo caer en la cama y teniendo cuidado con su brazo dañado, Izuku se ahogó cuando sintió los labios de alfa sobre su mandíbula, yendo de lleno a su glándula—. Ah, Kacchan yo también te amo. Dios, lo he hecho quizás desde que éramos niños. Yo tengo la culpa de todo esto, si no me hubiera ido, quizás nada de esto habría pasado. Soy tan imbécil.

Silencio, no tienes permitido sentir culpa de ninguna manera—la orden resonó en los oídos de Izuku como una explosión. Cerró sus ojos mientras sus piernas se abrían por acto de reflejo, la sonrisa de Katsuki se extendió por su rostro, Izuku lo amaba y dios, su cabeza era un desastre pero uno bueno que lo hacía sentir enajenado, ebrio en esa sensación. Katsuki se alejó viéndolo a los ojos—. ¿Qué quieres hacer? ¿Quieres pelear o hacer algo más?

Izuku se deleitó.

—Kacchan… Sabes que me gusta pelear contigo pero ha pasado un buen tiempo desde que te tuve aquí—Izuku señaló con su mano libre su estómago bajo, Katsuki tragó duro por lo lascivo que se veía el Omega retorciéndose en sus sábanas—. Y créeme, te necesito más que nunca. Creo que me volveré loco si no me tocas.

El alfa sonrió y volvió al cuello, chupó la glándula de Izuku y se embriagó con el gemido que salió de sus labios y como con su mano sana apretó las mantas de su cama, toda la cama desordenada e impregnada en tantas feromonas. Deseo, dolor, anhelo, amor, lujuria, odio, resentimiento, tantas emociones, tanto que recorrer y provocar.

Katsuki fue bajando a poco a poco por su pecho, notando el leve y agradable dulzor en sus pezones, besó con fuerza y espero que esos sonidos tan dulces que solo alimentaban la sangre que iba con fuerza a su sur, fueran aumentando. Entre besos, Izuku tembló cuando la nariz del alfa perfiló la piel de ingle, apretó sus labios en una fina línea blanca y percibió cómo se alejaba. No quería abrir sus ojos pero sus piernas fueron levantadas mostrando su culo y la sensación caliente lo impactó. Katsuki escupió en su culo, cerró las piernas pero él las abrió de par en par para lamerlo. Pequeñas vueltas ociosas sobre su anillo y no pudo, empezó a moverse como loco al sentirlo después de meses. Tan cálido, tan terso, tan fuerte y esa voz gimiendo y diciendo lo sabroso que era su mancha, el líquido cayendo hasta la cama. Poco a poco sintiendo la culminación en sus piernas y antes de sentirlo por completo, el alfa alejó su boca. Izuku abrió los ojos buscando la razón y antes de poder decir algo, tres dedos lo penetraron. Se ahogó y su espalda se encorvó en la cama al mismo tiempo que Katsuki veía caer las gotas blancas por todo su torso.

—¿Solo por eso? Tendrás que prepararte, nerd de mierda—Izuku escuchó y no pudo evitar evocar una leve maldición hasta que sintió la lengua del alfa en su pecho, sobre sus abdominales y luego sobre sus pectorales, quitándole cada mililitro de su semen—. Tan dulce, tan sabroso, eres jodidamente mío.

—Ah, Kacchan, repítelo—Katsuki sonrió.

Mío, mío, mío, mío, mío, mío, mío, mío, mío.

El cuerpo de Izuku hormigueo, cada terminación nerviosa se volvió recelosa con esa palabra, la quería oír tantas veces. Pero ahora quería otra cosa, acarició con su mano el rostro del alfa y sonrió, Katsuki no necesitaba oír lo que el Omega deseaba porque ya lo sabía. Fue tras sus labios, ambos saboreando el sabor dulce, desesperados por ese tacto. Katsuki tomó con cuidado su polla, Izuku sintió la punta en su culo y cerró los ojos dejando ir sus primeras lágrimas de placer, sintiéndola abrirse camino, centímetro a centímetros, tomando lugar en su cuerpo, formando uno. El sudor brilló mientras Katsuki empezaba a moverse, comiéndose los gemidos y su nombre en los labios de Izuku, sintiendo la mano rasgar su piel y como su culo lo recibía a la perfección, y con ambas manos sobre los muslos para abrirlo, para ver cómo su cuerpo lo chupaba, con hambre y tanta desesperación que el movimiento lento de sus caderas parecía una tortura. Y lo era, Izuku estaba volviendo cada parte de su cuerpo una fiebre de necesidad,

—Izuku—Katsuki lo llamó con su voz cansada, más su cuerpo estaba recién calentándose. El Omega abrió sus ojos y lo miró, la bruma del éxtasis tomando todo el dolor—. Mírame, no dejes de mirarme.

Izuku sonrió y lo miró mientras las gotas de sudor caían a su pecho y el alfa aumentaba el ritmo, recorriendo todo su interior y llegando a golpear con fuerza sus testículos contra su trasero, dejándolos brillantes por culpa de la humedad, toda la intimidad de Izuku formando una gran mancha húmeda en la cama. El núcleo de Izuku temblando con cada intromisión, sus piernas inevitablemente cerrándose pero ahí estaban sus manos calientes, abriéndolo para ver su polla brillante enfundada, como su estómago se abultaba porque el Omega estaba un poco más delgado y ahora podía ver el alcance de su cuerpo. Izuku se dio cuenta y abandonó la espalda del alfa y fue hasta el estómago y pulsó el montículo en su piel, evocando una sonrisa ladina mientras sus ojos seguían desprendiendo lágrimas de placer y su pecho brillaba por culpa del sudor acumulándose en los surcos de sus músculos. Katsuki se detuvo tratando de contener sus labios, sonrió como un animal e Izuku comenzó a sentir como sus caderas ahora se encontraban a ritmo más rápido, un vaivén brutal. Rodó los ojos y los cerró sin querer, su mente no pudo formular nada más que gemidos, Katsuki no lo dejó y se tragó cada gemido en sus labios percibiendo la vibración de su voz contra su lengua. De pronto el beso necesitado se volvió salado, la sonrisa del alfa era animal y entonces sintió la enorme necesidad de probarlo. Su sangre, su carne, todo su ser.

Comerlo por completo.

El instinto lo golpeó con fuerza, se alejó de Izuku, el Omega abrió los ojos preocupado y pudo ver la esclerótica de Katsuki negra. El alfa mordió sus labios mientras gruñía y seguía embistiendo, estaba luchando contra su instinto pero para Izuku era tan irresistible verlo así. En menos de un segundo el alfa lo dio vuelta en la cama, tomó ambos brazos del Omega aunque uno de ellos estuviera con yeso los tomó igualmente con una mano, reteniendo sus movimientos, mientras ajustaba la altura de sus caderas. Izuku se corrió dejando gruesos hilos blancos desordenados en la cama al sentirlo más profundamente pero el alfa no estaba ahí para notarlo, estaba luchando contra la saliva y el veneno en sus labios, contra el deseo de morderlo, de marcarlo como suyo. Izuku mordió su boca y trató de soportarlo pero no podía, se sentía demasiado bien. Ni siquiera el dolor en su brazo lo podía hacer olvidar la sensación de sobre estimulación en su culo, los nervios de Izuku explotaron cuando la mano libre del alfa lo golpeó en una de sus nalgas.

—¡Ah, Kacchan! ¡Más!—Otra palmada volvió a impactar, el dolor, el delicioso dolor junto a su polla llegando las profundo, no estaba en sus cabales. Sonrió dejando la cabeza caer a un lado, sabiendo que Katsuki podría verlo y deletreó con lentitud: más, más y más.

Las nalgas de Izuku estaban rojas cuando el nudo del alfa comenzó a hincharse, aún podía sentir su boca seca pero el placer le ganó a la necesidad y el hambre por el momento, sin embargo, las feromonas del Omega lo estaban volviendo loco e Izuku lo sabía. Sabía lo que le estaba pasando al alfa, apenas podía verlo pero sus gruñidos eran de hambre pura y quería ser comido por él, quería sentirlo en su piel mientras anudaba, mientras su culo explotaba por la semillas del alfa y sus nervios lo castigaban con más éxtasis. Katsuki vió su cuello y la forma en que brillaba, tan lúcido para él, como un faro de luz en mitad de la oscuridad.

El alfa se inclinó percibiendo el aroma del sexo en su piel, Izuku se quejo cuando una mordida superficial quedó marcada en su espalda, justo por debajo de su omóplato derecho. Sonrió insatisfecho, moviéndose más y más contra la polla de su alfa. La sensación abrumadora de la lengua de Katsuki lo hizo llorar nuevamente, gotas de veneno impactaron su piel haciéndole sentir cosquillas. El sudor quemó y lo único que podía pensar en ese momento era en el querer ser mordido, en pertenecer. La marca que le había hecho hace meses era un recuerdo, pero sus colmillos ya estaban fuera de sus labios, su sonrisa era potente y Katsuki aún no la había visto porque con sus ojos cerrados seguía apreciando el aroma volátil en sus pulmones.

—Joder, Izuku hueles como si quisieras ser follado por mi hasta la muerte—Izuku gimió y levantó más sus caderas, sintiendo el nudo distender su culo, enviando tantas sensaciones que era abrumador, Katsuki mordió su labio inferior, su polla estaba a punto de explotar. Varias gotas de sangre cayeron en la espalda de Izuku, la sangre se veía tan bien en su piel, era una locura considerar que él podría verse así.

—Quizás, ah, quizá quiero que sea así. Quiero que me folles por todos esos meses que perdimos por la estupidez—Katsuki soltó sus brazos, dejándolos caer y tomó con ambas manos sus caderas. Golpeó más y más fuerte, Izuku cerró sus ojos mientras el nudo a cada momento se hacía más grande, frotando los lugares correctos, sintiendo gotas y gotas caer por su espalda imaginando que era sudor pero sorprendido cuando vió gotas rojas. Se estaba conteniendo y eso era realmente sexy pero lo quería fuera de control, lo quería puro. Antes de que pudiera exigir algo, Katsuki golpeó con fuerza sus caderas antes de quedar atrapado. La carga caliente hizo que Izuku rompiera las mantas húmedas, Katsuki anudó en su interior pero la semilla se alojó dónde sus nervios lo deseaban. Grito ahogado en la cama mientras Katsuki caía de lleno en su espalda pegajosa, el peso sobre sus caderas lo hizo ceder y su polla pulsó contra la cama, nuevamente tembló y esta vez no pudo decir nada. Pudo ver de soslayo los brazos de Katsuki, con sus venas remarcadas y sus dedos con sangre y sudor. Antes no lo había visto bien, pero sus brazos ahora estaban cubiertos con un vello rubio, que parecía que con el tiempo se iba a ir oscureciendo. Fue inevitable imaginar esas manos ahorcandolo, su respiración se volvió más pesada con solo imaginarlo. Su boca se secó y se movió sintiendo el nudo rozar su punto dulce, gimió fuerte mientras Katsuki lo empujaba suavemente.

—No te muevas, te harás daño—Izuku tentó al destino y se movió en círculos. Katsuki apretó su mandíbula y las mantas bajo sus palmas. Izuku pudo ver cómo su respiración y voz se volvían más densas. Era divertido molestarlo por haberse contenido, y así lentamente el nudo se fue deshinchando hasta que Katsuki salió de forma inmediata. Izuku se dio media vuelta dejando entrever cómo caía la semilla por su culo, Katsuki estaba sudando frío, no pudo apartar la mirada de esa escena, el líquido lentamente cayendo, llamándolo a probar.

—¿Qué ocurre, Kacchan? ¿Querías morderme, no? ¿Querías probar mi sangre? ¿Querías marcarme?—Izuku se acercó gateando hasta el borde de la cama. Su brazo dolía pero en ese momento le importaba una mierda el dolor punzante—. ¿Quieres comerme?

—Deku, cállate, por favor—Izuku salió de la cama y tomó ambas manos del alfa y las dejó en su cuello, Katsuki lo vió con sorpresa, se estaba ahogando en la necesidad de probar.

—Yo quiero que lo hagas, Kacchan. Cómeme, márcame, hazme tuyo, por favor—Katsuki apretó sus dientes y acercó su nariz hasta la piel donde temblaba su pulso. Izuku gimió cuando sintió los colmillos rozar su piel, justo sobre su glándula. Estaba sensible, todavía podía sentir la semilla de Katsuki cayendo caliente por el interior de sus piernas, había olvidado lo bien que se sentía tener sexo y no podía estar conforme, quería más y más. Los ojos de Katsuki estaban consumidos, gruñó y lamió, la piel dulce del Omega lo tenían ebrio. Empujó a Izuku contra una de las paredes, alzando sus caderas para que pudiera ver por completo su trasero, lo rojo que estaba por sus palmadas y como caía su semilla. Izuku gimió cuando sus pezones rozaron contra la superficie fría, trago duro y sintió las manos del alfa acariciar con delicadeza su espina.

—Eres tan molesto cuando te lo propones, podría hacerte daño pero no, tú quieres que sea así contigo. Joder, tengo tanto miedo. Deberías tenerme miedo y huir con alguien mejor—Katsiki apoyó su frente contra uno de los hombros de Izuku, el Omega aprovechó para acariciar los cabellos rubios—. Podrías huir con tu novio americano y no volver, a veces la gente deja de amar después de algunos meses.

Izuku se rió.

—Daniel no era mi novio, solo follábamos y nada más. Nunca desarrollé algún sentimiento por él, créeme que realmente intenté que me gustara, que fuera más allá que solo unas horas en la cama pero no pude. No podía sacarte de mi cabeza, y siempre que follabamos pensaba en ti, joder era realmente ridículo. Incluso te llamaba a ti—la sonrisa de Katsuki disipó un poco esos temores que estaban mermando sus ganas de dominar, de probar. Había luchado tanto tiempo, asustado creció alrededor de un dogma que siempre le parecía estúpido. Izuku podía sentirlo, como en la mente de Katsuki se tejía algo nuevo, algo emocionante que solo su mirada rubí lo hacía sentir así. Cerró los ojos y sintió la lengua en su hombro, las marcas que nunca le dejó en el pasado ahora estarían en su piel, el alfa mordió con gusto y el veneno penetró la carne la Izuku.

Oh, dios.

Pensó Izuku mientras su cuerpo se crispaba con la sensación anestésica del veneno, como sus nervios se enredaban alrededor de una sensación enajenada. Tragó duro porque perdió la fuerza de sus piernas y su humedad corrió rauda por sus piernas, como un chorro brillante que reflejaba a la perfección todo. Antes de poder caerse, sintió ambas manos en sus caderas, con los pulgares presionando en su espalda, enviando escalofríos en todo su esqueleto. Las lágrimas cayeron por sus ojos y deseo sentirlo, con su mano libre bajo lentamente y tomó entre sus manos la polla palpitante, las venas rozando las yemas de sus dedos y haciendo que la presión de los colmillos en su piel fuera más fuerte, pero dios, no le importaba porque se sentía increíble. Katsuki chupo con vehemencia, la sangre de Izuku no se podía comparar a la de nadie, lo estaba saciando de una manera que se estaba quejando, llorando incluso por el sabor que dejaba en su lengua. Debió haberlo previsto, que todo lo que Izuku podía ofrecerle era tan delicioso que se alejó viendo la marca viva de sus colmillos en la piel, lamió y acarició con sus labios. Izuku se quejó mientras trataba de penetrarse a sí mismo con su polla. La herida cerró ante los ojos de Katsuki, y la sensación imperativa de morder y comerlo desapareció por completo, ahora solo quería follarlo hasta dejarlo sin sentido.

—Extiende tus piernas para mí—Izuku apenas pudo hacerlo porque las fuerzas no estaban en sus músculos pero obedeció, Katsuki amasó su trasero deleitándose por la vista de su piel rosada, lo abrió y pudo ver el brillante líquido caer hasta manchar su piso, no se iba a preocupar por esa mierda ahora. Tomó la mano sana de Izuku y le ordenó que abriera una de sus nalgas mientras que con su mano tomaba su polla, roja y ansiosa por sentirlo. Cuando beso con el glande su culo, fue centímetro por centímetro entrando, viendo como el cuerpo de Izuku temblaba, era tan sexy ver cómo su culo lo absorbía. Antes de penetrarlo por completo, salió solo dejando la punta adentro y vio su piel brillante, que lo salven porque Izuku lo estaba volviendo loco.

Izuku soltó su culo para apretar la pared, el veneno de Katsuki estaba en su sistema haciéndolo cien veces más sensible, una leve oscilación y ya podía sentir el orgasmo en su núcleo, fuerte, como una bomba a poco de explotar en su cara. La primera intromisión fue dura hasta la empuñadura e Izuku gritó crudo el nombre de Katsuki. Su polla se frotó contra la pared y pudo sentir, como salía de su interior y se extendía por todos lados. La pared quedó manchada con los hilos blancos y su trasero expulsó al mismo tiempo líquido transparente batido por las embestidas, blanco y cremoso.

La risa grave de Katsuki lo hizo divagar.

Sus caderas temblaron y las manos lo guiaron mientras poco a poco fue perdiendo la noción, la sobre estimulación lo volvió una masa de placer que lo único que podía procesar era el movimiento. Adentro y afuera, golpe fuerte y profundo. Estaba extasiado en la pasión, no había forma de que fuera coherente lo que sus labios emitían, y no lo eran, solo gemidos y gimoteos. Katsuki era duro, rudo y rápido, el glande de su polla golpeaba rápido y fuertemente su interior, rozando descarado su punto dulce, Izuku no podía más. Quería venirse nuevamente, anhelaba esos dientes en su cuello, deseaba más que solo los actos de pasión, quería alcanzar con sus dedos más allá del cielo desconocido. Katsuki observó las reacciones de su cuerpo, él también estaba en el borde, preparó sus colmillos y antes de sentir como el nudo caliente se formaba de golpe, marcó a Izuku justo por encima de la glándula. Izuku tomó con fuerza la cabeza de Katsuki, jaló su cabello al mismo tiempo que el nudo explotaba en su interior. Se ahogó en la sensación y reaccionó al percibir como todo a su alrededor se volvía extremadamente grande. Se sentía pequeño, cuidado y extasiado. Era la sensación más increíble del mundo, pacífica y al mismo tiempo turbulenta. No sabía cómo traducirlo, estaba totalmente perdido en la enajenación.

—Ahora eres completamente mío—fue un leve susurro al aire, aún así, Izuku pudo escucharlo crepitar en su cabeza, como la oración a un Dios Todopoderoso que removió todas las piezas de su cuerpo y las ajustó a su manera. Izuku se desplomó en los brazos de Katsuki, apenas podía respirar bien sin sentir la sensación en su cuerpo, todo pulsando, su interior tan sensible que aún con el nudo caliente casi deshinchando, pudo ser capaz de correrse nuevamente, solamente que ahora dolía hacerlo. Las medicinas estaban haciendo efecto, lo último que sus ojos vieron antes de perder por completo la consciencia fue una sonrisa, ladina y animalesca. Propia de un depredador.

Ahora Katsuki era suyo, un alfa caníbal.

La vista de Izuku en su cama era todo lo que podía contemplar con sus ojos, meses renegando y ahora poseía lo que su corazón egoísta más deseaba. El Omega se veía bien, entre las sábanas limpias, con su espalda al descubierto dejando entrever marcas que su boca y manos hicieron, con su cabello largo ondulado alrededor de su piel. La verdad es que, ahora lo tenía todo. En su cuerpo podía sentirlo todo, tenía a su bella hija Himawari, y ahora a su bello omega, Izuku. No le importaba si el Omega seguía diciéndole al mundo que era un beta, no le importaba absolutamente nada. Ahora que por sus venas corría su sangre, podía entenderlo con más claridad. Nació para protegerlo, para hacerlo suyo, para mantenerlo bajo su yugo y alimentar todas esas ambiciones. Después de todas esas horas, Izuku apenas podía mantenerse de pie y despierto, Katsuki lo bañó y mientras el Omega relajaba su cuerpo en la bañera, limpió la habitación y cambió las mantas. La habitación olía a ellos, pero eso era lo que más le gustaba. Como las esencias se mezclaban entre sí formando una nueva fragancia tan agradable que su pecho se hinchaba con la sola sensación en la punta de su nariz, tantos meses huyendo sin saber porque su corazón se sentía tan traicionado y ahora a flor de piel con los sentimientos podía entenderlo bien. Después de bañar a Izuku y secarlo, adorar su cuerpo con lociones corporales y otras cosas, dejó que durmiera plácidamente en su lado de la cama. Sacó una cámara de fotos, que Izuku le compró como regalo de Navidad, según en sus palabras para hacer "recuerdos bonitos" así que le sacó una fotografía.

Desnudo en su cama, enredado en sus sábanas, con su cabello, con esa expresión tan suave en sus labios y la marca orgullosa en su piel. Rosada y brillante, tan suya, tan correcta.

Se acercó más y captó el momento exacto cuando Izuku abrió sus ojos, suavemente con sus pestañas abanicando la belleza de sus cuenca esmeraldas. Katsuki suprimió el deseo de follar esa boca porque en ese momento estaba desnudo y no quería tener la polla erecta por sacarle una foto a su Omega. Aunque… ¿A quién le importaba si estaba disfrutando lo que ahora le pertenecía? Sonrió con suficiencia, Izuku pestañeo unas veces antes de caer nuevamente rendido en las mantas. Katsuki tragó, debía dejarlo dormir. Salió de la habitación con su cámara en las manos y vestido solo con un pantalón deportivo, uno con tela suave que no sería capaz de irritar su erección. Arregló el aire acondicionado y comenzó a cocinar pescado con verduras hervidas y arroz blanco. Un poco de música, la que compartían para entrenar y estaba relajado; por primera vez en años podía decir con claridad que se sentía alegre y tranquilo, lo suficiente para hacer un postre. No tenía ganas de salir y mucho menos de pedir comida y que un repartidor oliera la esencia de su hogar, con las manos ocupadas en comida de a poco el enorme departamento a las afueras de Tokio comenzó a oler bien. El pastel horneado estaba listo cuando la crema batida se mezcló con las frutillas. Gentilmente Katsuki dejó en el refrigerador su pastel y viendo el tiempo y que Izuku parecía estar profundamente dormido, se ejercitó. Repetición tras repetición, el dolor y la fatiga en sus músculos era bienvenido. Aunque ahora, parecía que su cuerpo estaba más adaptado a los pesos mayores, seguía siendo un poco quisquilloso con sus entrenamientos. No tan largo, intenso, corto y duro.

Lo distraía lo suficiente de los problemas, aunque ahora estuvieran enlazados y que su corazón fuera dueño de confidencia, eso no quitaba los problemas entre sus manos. Himawari, la comisión y el hielo fino en sus pies. Cerró los ojos y las gotas cayeron por su mentón, el sudor era refrescante hasta que sintió dos manos en su espalda, delineando sus músculos con suavidad. No lo había sentido porque no estaba acostumbrado, pero podía decir con claridad que estaba desnudo, excitado y que su sudor era el mayor culpable de ello. Izuku lo dió vuelta, el alfa pudo ver la llama en sus ojos, como la verdad de su corazón se entrelazaba con firmeza en sus cuencas hasta acabar en su estómago, un movimiento rápido y Katsuki cayó de lleno en la colchoneta que todavía tenía las pesas rusas de cuarenta y cinco kilos a los lados. Izuku estaba aún de pie, pisando con fuerza el pecho de Katsuki. Había cierta felicidad en su expresión, se lamió sus labios y con el pie fue bajando hasta la pretina del pantalón. Katsuki tomó el pie de Izuku y en movimiento rápido lo hizo caer, ahora estaba encima de él, pero el Omega no iba a perder. Comenzaron a forcejear, Izuku estrechó sus caderas contra las del alfa y Katsuki le abrió las piernas para ver cómo su intimidad comenzaba a gotear.

—No, no me despertaste así no tienes derecho de comerme. Además quiero algo rápido—Izuku susurro suave, entonando las palabras, Katsuki se descuidó un segundo y el Omega quedó a horcajadas encima suyo, con sus látigos negros oprimio a Katsuki contra el suelo, mordiéndose el labio inferior fue bajando el pantalón, apenas para liberar la polla erecta de su alfa. Katsuki apretó los dientes cuando Izuku se sentó de lleno en su polla, la expresión del Omega llena de éxtasis casi lo hizo anudar ahí mismo. Izuku rió tan fuerte que poco a poco la respiración de Katsuki se fue haciendo más pesada por el movimiento—. Luces tan bien así, tan bueno para mí, tan obediente, no pensando en nada más que yo. Vamos, Kacchan, no tienes permitido pensar en nada más que yo de ahora en adelante.

—Eso no es muy sano de tu parte, Deku—Katsuki levantó las caderas haciendo que Izuku perdiera por un segundo su aliento dejando salir un gemido fuerte de sus labios, su cabello se desparramó por enfrente de su rostro. Izuku arañó los pectorales de Katsuki, con una sonrisa sádica en sus labios comenzó a moverse. Fue suave al principio, lo suficiente para que Katsuki solo apretara los dientes, hasta que las caderas de Izuku comenzaron a chocar en contra de Katsuki. Follandose a sí mismo con la polla de su alfa, usándolo y poco a poco siendo más fuerte, choques que seguramente dejarían moretones en sus nalgas y en las caderas de Katsuki.

—Me importa una mierda lo sano en este momento, tú eres mi Katsuki. Nadie en el mundo puede decir lo contrario, eres mío. Esta enorme polla es mía, este pecho es mío, esta boca es mía—después de decirlo, besó a Katsuki quitándole de sus labios todos esos gruñidos que hicieron en más de una ocasión a Izuku perder el aliento. Ambos estaban tan cerca—. Tu corazón es mío también, eres todo mío. Así como yo soy todo tuyo, este culo, Kacchan, es tuyo.

Un movimiento de caderas y Katsuki intentó pelear contra los látigos.

—Holy fuck, Deku te juro que voy a explotar en tu trasero—Izuku escuchó la maldición en inglés y no pudo soportarlo, se vino ahí mismo, temblando encima del alfa mientras Katsuki no perdió el tiempo y con sus caderas siguió embistiendo su interior, cada vez más fuerte, cada vez más sucio. El Omega lo estaba disfrutando, el nudo poco a poco fue haciéndose más grande en su interior hasta que explotó, Izuku se agarró de él cuando el alfa lo anudó. Katsuki apretó sus dientes y gritó. Fue tan rápido, tan rudo que no pudo pensar en nada más que disfrutar la enorme carga de sensibilidad en su polla. Ambos estaban pegados, con el sudor mezclado y lo único que podía pensar Katsuki es que había venido un montón de veces en Izuku—. Oi, Deku no es por ser un aguafiestas, pero ahora estamos enlazados, deberías usar condón.

De pronto Izuku se movió, aún con el nudo en su interior y con los látigos sobre Katsuki, se estabilizó, mordiéndose los labios por la sensibilidad. Tenía que contarle a Katsuki aunque fuera un momento inadecuado para hacerlo.

—Bueno, la verdad es que por un momento pensé que estaba embarazado de Daniel—los ojos de Katsuki se abrieron con sorpresa pero no duró mucho cuando Izuku puso esa expresión de dolor en sus ojos—. Pero después de unos exámenes me salió que en verdad no puedo tener hijos, soy estéril. Lo siento Kacchan, te enlazaste con un Omega estéril, es normal que te sientas decepcionado. Te engañe, por favor, no me odies.

La expresión de Izuku lo fue todo para Katsuki.

—Deku, suéltame—Izuku saltó ante el repentino cambio de voz, temió como nunca y dejó ir los látigos del alfa. En su cabeza pasaron montones de escenarios dónde Katsuki lo dejaba por ser estéril pero esos escenarios crueles se esfumaron cuando el alfa lo abrazó con fuerza y soltó sus feromonas de tranquilidad—. Yo nunca te podría repudiar por algo que no puedes controlar. Izuku, yo tampoco podría odiarte, es imposible para mí hacer algo así. Te amo, eso no cambiará por algo así.

—Gracias, Kacchan.

Izuku lloró con fuerza mientras la polla blanda de Katsuki salía de su interior, en ese momento ninguna gota de semilla salió del cuerpo de Izuku pero eso no importaba cuando ambos estaban en los brazos del otro, disfrutando de la pena y al mismo tiempo la sanación de un dolor que poco a poco estaba enfermando el alma. Cuando salieron del mini gimnasio, ambos fueron al baño. Después de una buena limpieza, comieron el almuerzo que Katsuki hizo, al finalizar con los platos limpios en el fregadero, Izuku sabía que debían hablar sobre muchas cosas. Ambos se sentaron en uno de los sillones del alfa, el perfecto silencio parecía perturbar a ambos y el primero en romperlo fue Katsuki.

—Deku, ahora que estamos enlazados hay muchas cosas que debes saber de mí. Maté a muchas personas para la comisión cuando estaba trabajando con Nora sobre casos de desapariciones infantiles, y para no hacer sospechar a la comisión sobre mis ideales, muchos niños sufrieron por mi culpa al manipularlos con mi voz. Debes saberlo—Izuku lo sabía, había visto toda la vida heroica de Katsuki a través de archivos, informes, videos y grabaciones de voz de las víctimas. Entendía todo lo que había hecho y lo mucho que había sufrido haciéndolo, no le iba a recriminar eso. Él también habría hecho lo mismo—. Además, ahora que soy una persona buscada por la comisión, estoy en la mira y seguiré matando a cada idiota que se meta en mi camino, voy a acabar con ellos. Por no mencionar que ahora tengo esta extraña sed de sangre.

—Kacchan, nada de eso me hará cambiar de opinión, te sigo amando. Y te ayudaré en lo que sea necesario, soy fuerte, somos fuertes, podemos con cualquier cosa. Si algo aprendí estos meses que estuve lejos de tí, es que no debemos estar separados. Juntos somos más fuertes, juntos nos complementamos—Izuku tomó con cuidado el rostro de Katsuki, la piel del alfa vibró bajo los toques. Se sentía reconfortante escuchar esas palabras, pero aún quedaba un tema muy importante, Himawari.

—Y bueno, falta el tema de mi bebé, sé que no está en tus papeles ser padre y no estás en la obligación de que ella te agrade porque estamos enlazados, yo soy su padre y es mi responsabilidad, así que si quieres vivir lejos de mi por eso, no me podría enojar.

Izuku negó.

—Katsuki, yo amo cada parte de tí, incluso si esa parte es una pequeña de casi tres meses. Dije que te iba a ayudar en todo, y eso incluye a la pequeña Himawari Bakugō.

—No lo hagas por responsabilidad.

—Katsuki Bakugō, te prometo que no lo hago por responsabilidad, te lo prometo por la garrita—Katsuki quería llorar.

—Joder, ¿qué hice para merecerte?—Izuku al borde las lágrimas rió sentándose con suavidad en el regazo del alfa. Estaba feliz, si las cosas seguían así, por mucho que quisieran hacerle daño, nadie realmente podría hacerlo y por eso se sentía imparable, su cuerpo era fuerte, su alfa era fuerte, su alma estaba lista. Suspiró feliz, todo era realmente tan feliz que se sentía extraño.

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