•|Capítulo XXII:Crying in the Club|•

•|Capítulo XXII:Crying in the Club|•

"Ella vive conmigo en mis sueños, estoy pensando en ella cuando estoy contigo y cuando estoy con ella, pienso en ti. ¿Es posible amar a dos personas? Solo el dolor podría hacerlo, ella es lo peor de mí pero vive ahí, en mi cabeza mientras me dices que me amas."

.....

"Imágenes captadas por paparazzis nos mostrarían que los héroes Ground Zero y Chargebolt estarían en problemas en su reciente relación, según fuentes anónimas y cercanas a los héroes profesionales, la joven pareja el pasado veinte de septiembre habría dado la bienvenida a su primer cachorro. Una bendición sin duda, pero no para ellos aparentemente. El Omega, Kaminari Denki se habría visto abandonar indignado el país. La incertidumbre llegaría a sus fans después de olas de felicitaciones por Twitter, no se sabe exactamente qué es lo que habría pasado entre ambos pero rumores dirían fuertemente que problemas de compatibilidad habrían desencadenado esta dolorosa ruptura. Temporal o no, esperamos que al alfa le vaya bien en su nueva vida como padre soltero."

Izuku no podía dimensionar lo horrible que se veía Katsuki en las fotos del noticiario farandulero de Usa, estaba en su hora de almuerzo cuando salió un programa especial que daba información sobre rumores amorosos internacionales de héroes. Ese fue el mismo noticiario que para el día de su cumpleaños le había dado la noticia de que Katsuki sería padre junto a Denki. Jake tenía la extraña manía de siempre ponerlo en la cafetería de la agencia. Izuku desde un principio sentía que no podía confiar en él, y más el día de su cumpleaños que hizo el comentario al aire: "No perdió el tiempo." Izuku no era estúpido, sabía que las intenciones de Jake eran claras. No disimulaba en nada sus feromonas y su actitud hablaba por sí mismo cuando entrenaban. Pero ese comentario le dejó un eco en la cabeza, un eco lo suficientemente grande para que cuando estuviera en casa, fuera por su computadora y buscará como loco el nombre de Katsuki Bakugō en Twitter. Las teorías, las fotografías, el emparejamiento de los fans, los rumores, la prensa rosa, todo lo mantuvo al filo de la locura. Estuvo horas delante de la pantalla negra buscando cualquier atisbo de mentira para esas imágenes, que crueles le partían el alma. Por un instante pensó que Jake tenía razón, que Katsuki había seguido adelante con Denki y que lo había olvidado. E incluso habían tenido tiempo suficiente para elegir ser padres a una edad tan ridícula... Pero los tiempos no encajaban en su cabeza. Para cuando Izuku se enteró sobre el embarazo de Denki, el Omega ya tenía siete meses de gestación. Era imposible que fuera algo planeado, algo definitivamente había detrás de eso y después de horas a su mente vino esa vez.

La noche que estuvo con Todoroki y que Katsuki había estado con Denki.

Y con ello en mente todo encajó a la perfección. La primera sensación que sintió después del terror y el dolor de ver a Katsuki con Denki, fue culpa. Automáticamente la pelea que tuvieron ese día en el gimnasio vino a su cabeza como un eco interminable, los ojos llorosos de Katsuki, el miedo, la soledad, el dolor físico y mental. Todas esas sensaciones lo inundaron tan rápido que no pudo siquiera respirar bien. Se aferró a sus piernas y no durmió nada la noche de su cumpleaños. Diecinueve años y lo único que podía pensar era en esa noche, en ese error tan grave. Jake lo llamó en la madrugada preguntándole si quería comer algo especial por su cumpleaños, celebrar con amigos de la agencia, cualquier cosa. Izuku se limitó a agradecer y pedir el día libre para hablar con sus amigos de Japón, cosa que no hizo aunque le llegaron notificaciones para hacerlo.
Después de meses entrenando en la agencia, quería respirar un poco de aire libre. Jake no se interpuso, al contrario, le dio toda la semana para que descansara. Y durante toda esa semana Izuku salió a correr a Central Park, sentir que sus pulmones quemaban mientras su cabeza y corazón eran una turbulenta tormenta, era bueno. Todo el cansancio se sentía casi canalizador de no ser por su soledad. En Nueva York había tantas estrellas que a nadie le importaba él, nadie lo reconocía, nadie podía ver sus lágrimas cayendo de rodillas en mitad de un parque. Antes de volver a la agencia le pidió a Tsukauchi que se quedara en Japón, que quería centrarse en los entrenamientos y con él ahí no podía. El investigador privado aceptó sin preguntar un por qué mientras Izuku confirmaba su cuenta falsa en Twitter. Iba a saber todo sobre sus amigos por su cuenta, no más filtros de un hombre que no conocía bien. Si iba a dañarse, quería hacerlo solo.

Las semanas pasaron y alimentó su pena con varias imágenes de Denki y Katsuki, ellos siendo una pareja hermosa y armoniosa para los medios. Se sentaba horas en frente de su computador y podía estar atento todo ese tiempo frente al hashtag de la pareja, viendo los comentarios, las imágenes y esos ojos rojos que parecían enamorados del rubio. Se apretaba las rodillas contra su pecho al sentirse desolado, una noche pobre detrás de su espalda, apenas durmiendo pero sintiéndose más humano que nunca. A veces se quedaba en su sillón, con su manta de Allmight, mirando la hermosa ciudad e imaginando qué hubiera pasado si Japón siguiera siendo su lugar de descanso. ¿Habría aceptado que Katsuki tuviera un hijo con otro Omega? ¿La verdad?, siempre fue diferente a los demás omegas. Cualquier Omega habría despechado al cachorro y marcaría su territorio con el alfa al ser el pequeño una competencia por la atención del líder. Sin embargo, Izuku nunca se había regido por esas reglas. Su cuerpo era diferente y también su actitud, habría amado cualquier parte de Katsuki, incluso si esa parte no era completamente suya. Porque si, esos días dónde se quedó en su habitación viendo la pantalla iluminada de su computador realizó algo en su pecho. Algo con lo cual no podía pelear, algo inevitable y doloroso.

Amaba a Katsuki.

Había terminado julio cuando su corazón cayó en la cuenta que sin Katsuki se sentía completamente vacío. Se hizo daño, mucho daño al ir una noche a un bar de la gran manzana. No quería amar a una persona que estaba a miles de kilómetros de distancia, no quería amar a un alfa que pronto tendría familia, no quería amar a alguien con otro Omega. Su cabeza era cruel, las imágenes de Katsuki y Denki haciendo el amor en una cama lo castigaban cada noche, entre esos pequeños lapsos de tiempo donde podía cerrar los ojos y creer que podía descansar. Las pesadillas lo despertaban con fiebre y sudor en cada parte de su cuerpo, lo odiaba y se sentía miserable por necesitar calor humano. Lloraba hasta dormirse pero ya no más, por eso fue a ese lugar, uno agradable donde el aire olía a caramelo. Con muchos omegas sentados esperando por un alfa que los invitara a bailar, muchos de ellos tan hermosos que Izuku se sintió fuera de lugar. Pero si no podía terminar en la cama de un extraño, al menos quería borrar su dolor con alcohol.

Se sentó en la barra, esperó por su cerveza negra y miró los diseños del bar. El barman era un amable beta, con una sonrisa deslumbrante que casi contagiaba la buena vibra con su actitud. Izuku casi se convenció de que se sentía mejor pero al bar entró un alfa rubio, cabello rubio como el de Katsuki, un tatuaje en el cuello en forma de serpiente y un traje de marine. Pretendió que no lo había observado al entrar pero su pecho se entregó por un poco de calor. Pasaron minutos donde la cerveza se volvió un suave mareo, y como si el destino quisiera castigarlo él llegó a su lado y le habló sobre una guerra de la cual Izuku no puso atención. Se llamaba Daniel, tenía veinticuatro años y era soltero porque las guerras solo le traían desgracias a su vida y con eso era suficiente. Izuku le sonrió, de esa manera que era falsa y que dolía en los músculos de su rostro. Daniel lo tomó de la mano con suavidad, una suavidad que Izuku no quería pero que de todas formas aceptó. Los baños estaban limpios, había un suave aroma a supresor en las ventilaciones pero Izuku solo pudo sentir los labios fríos del alfa sobre los suyos. Cerró los ojos ante la suavidad y agarró más fuerte, queriendo borrar las imágenes que se le venían a la cabeza bajo sus párpados. Esas manos y los ojos rojos, la voz y ese aroma a protección, desafío y sensualidad.

—¡Más rápido, más fuerte!

Gritó contra el pecho de Daniel. El alfa no dijo nada, solo sonrió y lo dio vuelta con fuerza contra la pared del cubículo, bajó sus pantalones y abrió su culo para hallar su entrada, su lengua humedeció lo que el cuerpo de Izuku no quería hacer. El Omega lloró, era tan diferente pero obligó a su mente a visualizarlo, a pensar que era un mal día, que no era Katsuki. Pero estaba cansado del dolor en su corazón y en cambio se imaginó que de alguna manera una particularidad lo había afectado por eso era más pequeño, por eso sus manos no eran tan cálidas como antes y por eso su polla no era más grande y que el hombre detrás suyo era él. Que Daniel era Katsuki. Las lágrimas cayeron por sus mejillas mientras el placer se cernía en su estómago ante la imagen de Katsuki. Las manos lo tomaron de las caderas para hacerlo más fuerte, para perseguir su propio placer y culminación. Daniel lo tomó y gimió palabras en su cuello, Izuku no dijo nada cuando el alfa anudó y su polla se hizo blanda por culpa de la voz incorrecta. Se odiaba a sí mismo.

Tenía hasta asco.

—Dios mío, ¿estás bien?—después de unos momentos muy incómodos para Izuku, Daniel pudo salir de su interior. Él no entendía su preocupación hasta que vio las gotas en el piso, rojas mezcladas con semen. Asqueroso—. Estás sangrando.

El nudo de Daniel era más pequeño que el de Katsuki, pero su cuerpo no lo quería, eso era evidente. El alfa se sintió tan culpable por algo que no era su culpa que lo invitó a una cita, Izuku aceptó porque no tenía las fuerzas suficientes para negarse. Además, el dolor era un buen tópico en su cabeza, lo distraía de lo verdadero. Al día siguiente, se vio delante del espejo en su baño. Marcas que lo hubieran hecho sentirse orgulloso, ahora eran una molestia. Mientras se estaba bañando, sintió la semilla del alfa caer por sus piernas. Tan incómodo, tan inadecuado. Al salir, Daniel lo llamó pidiéndole una hora para almorzar juntos en un lindo restaurante. Izuku dudó pero solo unos minutos en Twitter lo hicieron aceptar. Y así, Daniel lentamente se transformó en un número dentro de su celular para llamar cuando se sentía solo, en algo sin importancia y que dejaba su cuerpo cansado. El alfa se iba a quedar unos meses antes de volver a medio oriente, y era el tiempo suficiente para que el dolor físico le ganará la batalla al dolor mental.

Jake estaba preocupado por su estado, siempre le preguntaba porque olía tan diferente, Izuku no respondía y simplemente se limitaba a cambiar el tema. Después de los hoteles baratos, conoció las sábanas del pequeño departamento de Daniel, unas costosas telas que se sentían suaves al tacto de sus pezones. Con las semanas el alfa le confesó cosas tan lindas que se sentía ajeno a todas ellas. Mereces el mundo. Te quiero conocer más. ¿Tenías alguien en Japón? ¿Tu familia es numerosa? ¿Cuál es tu comida favorita? ¿Katsudon? Muchas grasas para mí, lo siento. Prefiero otras cosas pero por ti lo probaría.

Todo iba relativo hasta que Daniel antes de irse dijo las palabras prohibidas.

—Izuku, creo que te amo—ambos estaban en el borde de la cama en la habitación de Daniel, después de unas horas de sexo, Izuku solo quería irse a su departamento y lavarse para dormir. El dolor de sus caderas lo distraería lo suficiente para dormir más de cinco horas. Pero ante las repentinas palabras se detuvo, sus zapatos se sintieron pesados—. Podríamos formar una familia, sé que eres Omega y no tendrías que preocuparte por mi. Yo nunca se lo diría a nadie. Seríamos felices, seríamos solo nosotros contra el mundo. Sería nuestro secreto.

Izuku sintió asco.

—Ciertamente podríamos ser felices, pero tendría que esperar años para que volvieras. Yo no podría hacerlo, no podría amar a una persona que está a cientos de kilómetros—los hermosos ojos de Daniel lo miraron, una mirada tan bonita y llena de adoración.

—Izuku, amar a ese hombre no te hará bien. Ese tal Katsuki no te ama, si lo hiciera, estaría aquí. Pero no, yo estoy aquí contigo, yo te amo—Izuku lo empujó cuando el alfa se acercó suplicando. Daniel lo observó con sorpresa.

—¡¿Cómo sabes de él?!—Daniel tragó duro mirando sus manos, era el momento de decir la verdad. El tatuaje de serpiente en su cuello se movió con sus palabras, sin dimensionar bien el dolor.

—Lo llamabas entre sueños cuando a veces te quedabas dormido, sé que siempre me pedías que te despertara pero no podía hacerlo. Te veía en mi cama y mis ojos podían ver un futuro a tu lado. Además, es difícil no saber su nombre cuando a veces lo llamas entre gemidos cuando estamos juntos. Lo he ignorado porque te amo, porque haría cualquier cosa por tí—la sonrisa de Daniel era honesta. "Él no te ama." Izuku lo sabía, dios, todos los días lo buscaba en su celular, a veces no veía actualizaciones porque sabía que el alfa estaba en alguna misión de la comisión pero a veces lo veía junto a Denki y llamaba a Daniel para distraerse. Pero el alfa americano era una entretención, una distracción del dolor real, un placebo para su cuerpo necesitado de un calor real. Tenía cicatrices que Daniel nunca podría entender, podría abrirle el corazón al marine pero conocía el resultado de ese sentimiento. Nunca podría ser real.

—Si me amas tanto como dices, entonces déjame ir. Yo nunca podría amarte, porque siempre será él la primera persona. Katsuki siempre será el número uno en mi corazón aunque él esté a kilómetros de distancia, siempre será él. Esa noche que te conocí, solo quería dejar de amarlo pero aquí estamos, tiempo después y es más fuerte lo que siento por él. Lo siento Daniel, pero no puedo amarte y no voy a hacerte más daño mintiéndote. Esto termina aquí.

Daniel se quedó en silencio mientras Izuku se terminaba de vestir, su mirada estaba pegada en el suelo de la habitación. Con las feromonas que desprendía, fue más que evidente el dolor. El Omega ni siquiera le dijo adiós porque no quería hacerle más daño del que ya le había hecho. Cuando salió de la casa de Daniel, hacía tanto calor que las avenidas estaban repletas de personas con helados y batidos en las manos. Algunos al lado de sus parejas, con la felicidad marcada en sus expresiones. No podía siquiera imaginarse siendo feliz al lado de una persona diferente, porque aunque el tiempo había sido efímero, lo que ocurrió con Katsuki fue felicidad. Su Omega interno que le había aconsejado irse ahora solo era silencio. No quería mentir, siempre estaba pensando en la marca que le dejó a Katsuki, en cómo el lazo ya ni siquiera existía. Mediados de septiembre en América y no podía pensar en nada más que el otoño llegando a Japón. Su cuerpo estaba en Nueva York pero su alma y corazón seguían en Japón.

Cuando volvió a su departamento, estuvo horas en la bañera, lavando todos los vestigios de unas horas pasionales que nunca podrían dejar huella en su memoria. Al acabar, se hizo una trenza con su cabello largo. Todo alborotado y suave, recordó como Katsuki siempre le decía que su cabello era hermoso y que alguna vez quería verlo largo. Durante los entrenamientos era una verdadera molestia, pero ya no le molestaba tanto al recordar, además pronto iba a ser ascendido. Ya tenía la suficiente confianza para entregarse a las calles de Nueva York, sin embargo, no iba a usar el traje común de Deku, ahora poseía una variante más adecuada para la ciudad. Un traje negro con líneas en neón verde, solo se vería por la ciudad un rayo verde con su velocidad. Estaba feliz, su cuerpo había soportado el entrenamiento y follar con Daniel le había distraído lo suficiente para no fallar. Era ganar... Aún así, se sentía mal por Daniel. A la mañana siguiente, le envío un mensaje de disculpa por su comportamiento, diciendo que nunca deseó que las cosas fueran así. El alfa no respondió, solo se limitó a leer su mensaje sin dejar nada en el chat. Izuku se sentía culpable, y para no sobrecargar más su corazón, entrenó solo ese día. Jake le hizo bromas y como siempre, ignoró cada una de ellas hasta que durante el almuerzo en la cafetería salió de la noticia de que Katsuki se había separado de Denki.

—Vaya, ¿quién lo diría? No le queda ser padre soltero, esa pobre criatura estará muerta en menos de unos días—después de las palabras de Jake, muchos en la cafetería se largaron a reír. Izuku perdió los estribos.

—¡Podrías callarte! No es una broma, Bakugō se está esforzando—la lengua de Izuku quemó al nombrar el apellido de Katsuki, pero no podía demostrar mucha familiaridad con él, sobre todo porque Jake de alguna forma lo haría sentirse incómodo por ello, como con todo lo demás. Jake levantó los brazos fingiendo inocencia y luego apuntó la televisión.

—Vamos, siempre que sale en televisión parece una especie de bestia. Los alfas no estamos preparados para cuidar bebés. Para eso están los omegas. La pobre bebé morirá de hambre, aunque si Katsuki fuera Omega, podría alimentar a un ejército de bebés. ¿Han visto esos pectorales? Parecen tetas—los demás en la cafetería comenzaron a reírse de nuevo, Izuku se puso de pie y fue hasta Jake, lo envió lejos de un derechazo. Todos guardaron silencio ante el impacto del alfa en el suelo, Izuku no dudó al mirarlo con rabia. Ya no podía más, no le molestaba la ciudad pero si tenía que soportar un día más las bromas desagradables de Jake, moriría.

Antes de salir de la cafetería, se mostró en el programa un vídeo de Katsuki saliendo del aeropuerto con su bebé en brazos. Se veía tan cansado y decaído que su corazón se apretó. Debía ayudarlo de alguna manera, no podía quedarse de brazos cruzados mientras el hombre que amaba se caía a pedazos. Después de todo, si no podían ser novios, seguían siendo amigos. Lo había echado a perder, pero los besos seguían en su cabeza, las caricias se mantenían grabadas en su piel, las palabras resonaban con fuerza en sus oídos. Daniel no había podido hacer nada en contra de esos recuerdos. Estuvo meses con él, muchas ocasiones y ninguna de ellas podían ser remotas. Katsuki seguía siendo el primero. Solo esperaba que las cosas no estuvieran del todo arruinadas.

Se fue a la oficina de administración para pedir su dimisión, el rostro de la jefa de recursos humanos fue un poema. Tantas promesas que juró cumplir en un país al que no le debía más que la voz, no podía siquiera sentir empatía por ellos. Solo lo había hecho por Allmight, por esos años de nostalgia. Pero, ¿de qué le había servido si había perdido al hombre que amaba y cada día se sentía morir al engañar su cuerpo con mentiras? Lo sentía mucho por él pero no podía más, estaba solo, intentó olvidarlo pero no pudo, intentó probar otra piel y solo se sintió usado por su mente cruel. Miserable de también usar a otra persona que había sacado la peor parte, porque lo entendía bien, el amor unilateral era complicado y doloroso.

Mientras estaba preparando los papeles para volver a Japón en su ex oficina, Jake se presentó delante suyo. Su rostro estaba contraído en una expresión llena de arrepentimiento. Intentó detenerlo pero al ver que era imposible, tomó la mano de Izuku. El Omega se detuvo, la calidez de su mano era diferente a la de esos días donde se pasaba de listo. Esto era diferente, por alguna razón sintió miedo de escucharlo.

—Izuku yo... No quise ofender, solo quería llamar tu atención.

—¿De qué hablas? Eso es estúpido hasta para ti, no somos niños—Jake apretó sus puños. Sus labios eran una fina línea blanca, el alfa apenas podía mirarlo bien porque se sentía culpable, no solo por las bromas. Había más—. Además, no es momento para estupideces. Por favor, déjame en paz, tengo que tomar un vuelo mañana.

Ante ello, Jake lo soltó todo.

—Mi misión era enamorarte para que no volvieras a Japón, para que no volvieras con él. Para que estuvieras a salvo de la comisión de héroes japonesa.

Izuku se detuvo en seco.

—No estoy entendiendo nada, Jake—su pecho comenzó a apretarse, de pronto todo a su alrededor se sintió pesado. ¿Qué? ¿La comisión? ¿Misión?

Jake tomó aire y continúo sin detenerse a pensar en lo que estaba haciendo.

—Katsuki lo primero que hizo al ver que te mudaste a Usa fue buscarte, lo hizo por todos lados. De hecho, todo esto fue idea de Allmight para que estuvieras alejado de todo lo que la comisión deseaba. Ellos saben que eres Omega, ellos incluso sabían que tú estabas con Katsuki. Él... Ha estado jugando su cuello para que cuando volvieras cinco años después todo fuera más seguro para tí, incluso tuvo que aliarse con Shigaraki, el alfa que dejaste en la clínica hace tiempo—Izuku quedó mudo, ¿qué estaba pasando?—. Yo trabajo para una empresa internacional que interviene cuando la situación en algún país es incontrolable. Fui enviado para hacerte cambiar de opinión, para hacer que fueras feliz aquí. Pero eras tan impredecible con todo que no sabía qué táctica usar, las usé todas. Fui amable, no pude acercarme. Fui bromista, te enojaste. Fui seductor, lo ignoraste. Fui desafiante y no me prestaste ni la más mínima atención. No había forma de hacer que me notaras más allá de esto, y cuando comenzaste a llegar con el aroma de otro alfa... Me enoje y ni siquiera tenía derecho de hacerlo porque era mejor así, tú te estabas aferrando a otra persona. A una persona que podría hacerte cambiar de opinión. Pero cada vez que volvías con ese olor en tu piel, solo quería que fuera algo sin importancia. Y hoy fue la gota que colmó mi paciencia, la forma en que lo mirabas. Desearía que a veces me vieras con la mitad de esa devoción. Dios, ni yo me entiendo.

Jake terminó, su pulso estaba por los cielos y su rostro era más rojo que otro tono. Sin embargo, Izuku solo pudo pensar en la comisión. ¿Katsuki se estaba jugando la vida por él? ¿Lo había bloqueado por eso? ¿Él lo buscó? ¿Él sabía de Daniel? ¿Él...? Y así muchas preguntas comenzaron a azotar su cabeza y corazón, no pudo escuchar a Jake, no pudo siquiera sentir las lágrimas cayendo por sus mejillas, tampoco podía oír la voz de Jake tratando de detenerlo; nada de eso. Corrió y corrió, chocó con tantas personas que saltó por los edificios para no frenar, el calor hizo que su cuerpo se sintiera fatigado pero eso solo lo motivó más. Quería huir, quería volar hasta Japón y pedir explicaciones, quería todo y al mismo tiempo nada. Sintió gotas en sus rodillas y vió la sangre caer manchando sus pantalones, había caído pero no le importaba porque su vida estaba lejos de ser justa. Llegó hasta el puente de Manhattan y el mar lo miró directamente a los ojos, los autos pasaban y todo era oscuro. Implacable el mar azotaba el puente, el olor y como su pecho quemaba lo hizo gritar. Grito y grito tan fuerte que su garganta ardió y su pecho dolió, se sentía abrumado que sin importar las personas que lo estaban viendo, se sentó en lo alto y lloró amargamente. No sabía qué pensar, no sabía bien cómo sentirse. Todo era tan confuso. Si tan solo alguien pudiera darle un consejo...

—Mi chico, Midoriya...—levantó la vista pero no vio a nadie, solo era una voz. Entonces cerró los ojos y los pudo ver a todos, ahí estaban los antiguos portadores del Ofa. Cada unos alrededor de él, sentados. Todos tenían en su rostro una expresión suave, Izuku vió que ahí estaba Allmight. Lloró pero él lo abrazó con fuerza, no pudo sentir sus brazos pero sí sintió un agradable calor envolviendo su cuerpo.

—Allmight... Yo lo siento, sé qué querías que me quedara aquí pero no puedo. No puedo dejar que Kacchan pelee solo, lo amo y creo que eso es lo más real que he sentido en muchos años de dolor—Allmight y los demás portadores del Ofa lo miraron con calidez. El hombre escuálido se sentó a su lado, observaron las sombras del Ofa, oscuras y a veces más claras.

—Eres fuerte, honestamente no pensé que te quedarías más de un mes en América pero me has sorprendido. Todos te hemos visto sufrir, y el corazón es una debilidad. De hecho, es la debilidad de todos aquí. Muchos de nosotros hemos peleado por proteger a nuestros seres queridos, a nuestros hermanos, amigos, hijos, nietos, amantes. El joven Katsuki ha hecho mucho, incluso después de la carta que le dejé, él es realmente sorprendente. Ahora puedo ver a través de tus ojos lo que realmente has admirado de él. Pero, debes tener en cuenta que volver a Japón sería volver a los problemas—Izuku suspiró profundamente.

—Estoy listo para pelear, pero no estoy listo para volver a verlo. No cuando he hecho tantas cosas que me avergüenzan.

—Entonces vuelve pero no lo veas hasta que estés listo—era una posibilidad pero se sentía como escapar, pero eso de cierta manera calmaba su corazón. Un poco de paciencia para su pecho era bueno, un poco de calma ante la tempestad.

—Allmight... No quiero perderlo—Sobaron su espalda—. Puedo luchar, podría Incluso morir pero le tengo más miedo a perderlo.

—¡No temas!—uno de los portadores le gritó, otro le sonrió—. ¡Ve muchacho, enfrenta tus demonios y si lo pierdes, recuperalo!

Eran palabras que sonaban tan fáciles de seguir, pero el corazón era más complicado que unas palabras simples. Suspiró sintiendo el aire de la ciudad golpear sus mejillas húmedas, tenía miedo y su corazón no quería colisionar contra la mirada roja pero quería luchar, entrenar en Nueva York había sido para ser más fuerte, para protegerlo y al final ambos lo estaban haciendo por el otro. Que idiotas eran, pero se sentía como si siempre hubiera sido así. Nunca diferente, siempre caminando caminos que tarde o temprano serían eternos en sus vidas. Como pareja, como amigos, como rivales, como héroes o como un simple recuerdo de lo bello que fue tener aquello que los hacía sonreír en esas tardes de invierno mientras cuidaban una ciudad decadente. Se decidió y su corazón pudo sentir un leve alivio, los portadores del Ofa se marcharon al sentir que el corazón del joven ya estaba en una relativa estabilidad. Y cuando se formó un silencio, esa voz volvió.

"Vaya, después de follarte al americano, finalmente entendiste lo verdadero. Sigo pensando que lo de nosotros con Katsuki era sexo pero veamos cómo van a ir las cosas ahora que has sido infiel. Aunque, quién te dice que no volvió a probar la dulce intimidad de Denki. Quizá ni siquiera quiera volverte a ver."

Izuku sonrió, esa voz ya no tenía poder.

—Solo cállate, eres molesto e inútil—y se lanzó al mar, el mar lo despertó de todo ese dolor y nado libre hasta el fondo antes de alcanzarlo y presionar con su pie dominante el suelo para salir disparado, tenía muchas cosas que guardar y el tiempo no estaba de su lado. Era hora de volver a Japón, a su hogar. Había decidido qué hacer, solo esperaba que fuera lo correcto.

...

Katsuki estaba exhausto, su cuerpo no podía más.

Después de su semana libre en abril, la comisión no le dio ningún tipo de descanso. Las cosas estaban difíciles, llegar a casa se sentía cada día como un sueño en vez de algo común. La primera misión después de llegar a la comisión con su traje de héroe se trató de investigar a una mujer desconocida, la única pista que tenía era su cabellera rosa y sus ojos violetas. Una hermosa alfa que detrás de su encanto que ponía a cualquier hombre de rodillas, había una asesina a sueldo que no tenía escrúpulos. Katsuki fue encubierto, tenía que ganarse la confianza porque no debía matarla, debía llevarla con vida a la comisión. Sin embargo, lo primero que sintió al verla cuando entró en el elegante pub, fue una extraña sensación de simpatía. Ella no lucía como en las fotografías de los informes de la comisión, debía desconfiar de ella y al mismo tiempo atraerla pero en sus ojos violetas había tanto dolor que no pudo evitar evocar los verdes en ese tono. Se sentó a su lado, compartieron unas cuantas bebidas en silencio y ella rió cuando el alfa escupió un trago demasiado fuerte.

—Se nota que no tomas demasiado, tu tolerancia al sabor del alcohol es bajísima—su voz era suave pero estaba trémula por culpa del alcohol, Katsuki formó una mueca y pidió mejor una cerveza.

—Joder, podría comerme un plato del curry más picante del mundo y aún así no podría soportar esta mierda—ella se abrió físicamente a él. Nora estaba a unas cuantas mesas de distancia por si ella se ponía violenta, pero Katsuki realmente no creía que llegara a ser así.

—Entonces, ¿por qué bebes si odias su sabor?—Katsuki se ajustó su costoso traje, parecía un hombre de negocios, con su cabello hacía atrás y el perfume caro. Ella no vestía mal tampoco, ropa casual pero tan elegante que encajaba a la perfección en el pub.

—Supongo que es una manía que adquirí de mis odiosos amigos. Y tú, ¿por qué bebes?—ella sonrió, ese tipo de sonrisa que solo se evoca por un recuerdo.

—A mi marido le gustaba beber mucho, era un alcohólico empedernido. Pero siempre estaba erguido, ningún tipo de alcohol lo hacía caerse. Era realmente increíble—después de sus palabras, sus ojos miraron sus uñas largas y rojas. Su piel blanca contrastaba bien con el color de la sangre—. Hablemos de otro tema, por cierto, soy Dorothea.

Ella extendió su mano, Katsuki se la estrechó.

—Dai Fujimoto—Katsuki no sonrió pero sintió algo cuando su mano se estrechó con la de ella.

—Un gusto, Dai.

La misión era ganarse su confianza y eso debía hacerse con tiempo, pero mientras lo hacía, Katsuki debía seguir trabajando de héroe las horas que no iría a verla al pub. Durante el día luchaba hasta que sus brazos no podían más, y de vez en cuando le enviaba un mensaje a Denki preguntando cómo estaba. El Omega siempre le enviaba una foto de su estómago con una cara dibujada. Eso era más que suficiente para tenerlo tranquilo unas horas, pero después lo llamaba Hawks para informarle sobre todo lo que la comisión estaba haciendo mientras él seguía lejos, Shoto había sido apuñalado y Mina estaba como loca. Mirko y Shigaraki estaban más activos que nunca y consiguiendo tanta información que Enji estaba impresionado. Katsuki no preguntaba por Izuku, aunque sabía que Hawks siempre tenía algo para él. Sabía que si pensaba en él, su mente estaría mucho más lejos y no quería pensar en él, no ahora que su corazón estaba enfocado en ser útil para el viejo.

Sin embargo, cuando los meses pasaron y le dispararon, la primera persona que vino a su cabeza fue él. Como seguía encubierto, no podía llamar a nadie, la única persona que estuvo en el hospital cuando salió fue Dorothea. Ahora eran amigos, Katsuki ya sabía casi la mitad de su vida. Cómo que sus padres eran coreanos pero había nacido en Inglaterra, como sus mentores eran japoneses por eso sabía a la perfección el idioma y la cultura. Cómo sus padres la habían abandonado porque a eso se dedicaban, tenían hijos y luego los vendían a familias ricas y estériles que solo quería un bebé interracial. Sin embargo, su familia, aquella que la había comprado, no la quería para seguir un linaje. Dorothea estaba para proteger a William, el hijo mayor. Ese hombre que protegió por años, a los diecisiete años se convirtió en su esposo. Lo amo, pero él nunca la amó de vuelta y la engañó tantas veces que Dorothea simplemente se fue porque no podía soportar el dolor. Pero cuando William la mandó a matar, todo ese amor se convirtió en un extraño sentimiento. Nunca pudo odiarlo pero al matar a cada uno de los soldados que mandaba a por su cabeza... Se convirtió en algo lleno de catarsis, lo amaba y así comenzó a ofrecer sus servicio de protectora pero eso muy rápido se convirtió en algo más. Asesina a sueldo, conocida en Europa por su eficiencia, temida en Asia por aquellos que no podían controlarla.

Dorothea tenía veintisiete años pero en sus ojos había mucho más, ella era fértil y sin hijos. Katsuki podía ver bien lo que la comisión quería, sus genes, solo eran sus genes. Nora le aconsejo que no se involucrara demasiado con ella y la atrapara luego pero Katsuki no podía. La admiraba, años corriendo de su esposo, matando a nombres en una libreta. No lo entendía, ella no parecía ser un buen concepto para la comisión, hasta era quirkless, definitivamente había algo mal. Algo no se sentía bien, y cuando lo halló, lo entendió. Dorothea había matado a alguien de la comisión, un activo muy importante, ella no lo sabía pero lo hizo porque le pagaron mucho por ello. Estaba impresionado, ella seguía avanzando a pesar de que siempre después de diez tragos de ron lloraba por ese hombre, por el recuerdo de esa noche de casados, como William la había tomado con pasión. Y ese día que despertó en el hospital con ella al lado, sus labios sintieron el frío de la ignorancia. Quería saber de Izuku. Llamó a Hawks, y le preguntó cómo estaba.

Daniel...

Eso fue lo que supo, Izuku había estado saliendo con un americano, con un marine. El miedo que sintió su corazón casi lo hizo perder las fuerzas para respirar, las fotografías que le había enviado Hawks eran bellas. Izuku saliendo de una cafetería con un americano, luego saliendo de un hotel horas después de entrar, sonrisas y mejillas sonrosadas. Eran finales de julio y el Omega que estaba en las fotografías ya no se sentía como Deku, su alfa interno sufrió y por primera vez en años solo deseo no amarlo de la manera en que lo hacía. Después se enteró que Hawks y endeavor estaban haciendo fotomontajes con Denki para hacer su supuesta relación más pública, Katsuki veía las fotografías dónde salía con Denki hacía algún lugar y no se reconocía. Se sentía como un extraño en su vida, sabía de Denki, sabía que él estaba bien, tenía montones de fotografías de su estómago creciendo con diversas caritas dibujadas, eran tantas que fácilmente podría hacer un vídeo del desarrollo del embarazo si las ponía todas juntas. Sabía que tendría una niña, y realmente quería estar ahí con Denki pero no podía, la comisión nunca lo dejaría ir. Era prisionero y lo más real era el dolor de su corazón al ver que Izuku era feliz, joder, estaba contento pero aún así, seguía doliendo.

Y se odio a sí mismo por ello.

A principios de agosto, Dorothea lo invitó a su departamento para una fiesta. Llevó un vino costoso y Nora se quedó a las afueras del departamento por si intentaba algo que pusiera en peligro a Katsuki y la misión. Katsuki pudo sentir que algo estaba mal cuando llamó a la puerta y todo estaba en silencio, tocó el timbre y ella le abrió. Todo estaba oscuro excepto por unas velas que hacían que todo el lugar se viera como una escena romántica de alguna película olvidada de Hollywood. Ella estaba llorando, estaba sobria pero parecía ebria por el dolor. Sus curvas perfectas estaban cubiertas con un vestido rojo sangre, su cabello suelto la hacía ver más joven. No parecía una fiesta, Katsuki pudo ver las intenciones en los pétalos de rosas regados por el piso y la cama a lo lejos. Se sintió mal saber que Nora estaba escuchando y viéndolo todo así que apagó el intercomunicador y la cámara en su traje, esto debía ser personal.

—Llegaste Dai, me alegro que hayas llegado justo a la hora que te dije... O mejor debería decir, llegastes Katsuki Bakugō—Katsuki dejó sobre la mesa de centro el vino, se quitó su corbata y se sentó al lado de ella en el sillón de cuero.

—¿Desde cuándo lo sabes?—ella se acercó, Katsuki notó que el vestido tenía un diseño con espalda descubierta y con ello pudo ver un hermoso tatuaje que nacía de su espalda baja, un dragón de muchos colores, un dragón llorando. Cómo ella, un ser hermoso y triste.

—Desde el principio, esos ojos rojos podría reconocerlos donde fuera. Después de todo, eres un poco inolvidable—ella ajustó el cabello de Katsuki y se extendió para tomar la botella, el aroma de su piel estaba al descubierto, Katsuki pudo sentir el aroma fluir por sus pulmones. Dulce, amable, seductor y triste—. Pero no me importa, quería conocerte y aunque lo único que escuche fueron mentiras, podía ver que eras realmente así, un mentiroso que hace que todo el mundo vea lo que quiere. Sé que estás sufriendo, estoy entrenada para leer a las personas y cuando entraste a ese pub, pude reconocer el dolor, sufrimos lo mismo. Amando y nunca correspondidos. ¿Cómo se llama esa persona?

Dorothea sirvió vino en las copas, ella le extendió una copa y Katsuki bebió un poco.

—Izuku, es un Omega.

—Lindo nombre, dime más—ella bebió toda su copa. Luego su mano se fue por los botones del traje de Katsuki, Dorothea sonrió y el alfa no pudo moverse. ¿Estaba mal querer hacer esto? ¿Estaba mal al desear solo por un instante no ser nadie con ella?—. ¿Cómo era él?

Katsuki sonrió.

—Izuku, joder, era mi fantasía sobre la tierra. Fuerte, decidido, con una mentalidad tan fuerte que podías quedarte absorto en esa energía radiante de sus labios. Un espíritu heroico que podría matar a los villanos más intrépidos—Dorothea corrió su manos hasta que acabó sobre la entrepierna, Katsuki sintió el tacto y su cuerpo respondió.

—¿Cómo era su cuerpo? Imagínate todo lo que te gusta de él—ella bajo el zip, después de un ajuste de caderas, liberó la polla de Katsuki. La masajeó mientras el alfa evocaba en su mente las caderas de Izuku, su pecho, sus brazos, su cuello lleno de sudor, sus piernas alrededor de sus caderas, su polla, sus nalgas, sus gemidos, sus labios... Sus ojos llenos de anhelo y pasión.

Antes de poder pensar más, Dorothea estaba encima suyo. Era obvio, no llevaba ropa interior. Katsuki pudo sentir la humedad contra su polla, y antes de poder decir algo, ella lo besó. Se perdió en sus labios mientras sus manos rasgaban su espalda, un movimiento de caderas y ella lo comenzó a montar, gemidos, silencio, lágrimas, alcohol en los labios, deseos de más. De un momento a otro, Katsuki la tomó en brazos y la azotó contra la cama. Dorothea era la mujer más hermosa que sus ojos habían visto, todo en ella era perfección. Sus pechos, sus caderas, su cintura, su cuello, su boca. Todo su cuerpo era perfecto pero... No era Izuku.

Su alfa se centró y fue violento, fue todo lo que no había podido ser esos meses, un alfa libre de ataduras. Horas de éxtasis se extendieron en sus cuerpos hasta que el sol comenzó a salir y Katsuki pudo sentir que Dorothea sacaba de entre sus cosas personales un arma. Ella se la entregó y Katsuki no pudo ver bien las intenciones.

—Sé lo que tenías que hacer, pero por lo que ocurrió aquí, por favor, mátame. No quiero más, si estoy un día más huyendo de mi esposo, de ellos, y de ti, no podría más. Me entregué, dejé aquí todo lo que quería hacerte desde que te ví, ahora puedo irme tranquila. Así que por favor, hazlo—Katsuki vio el arma, una Glock personalizada con rosas en el puente. Era pesada en sus manos, tragó y se puso de pie. Estaba desnudo y ella también, en sus cuerpos seguían los vestigios de una noche llena de dolor y pasión. Ella se arrodilló ante él como muchas veces en esas horas y cerró los ojos. Katsuki también cerró los ojos y disparó. Se convenció a sí mismo de que había sido piedad.

Porque así se sintió en su corazón.

Nora llegó al poco rato, Katsuki estaba a los pies del cuerpo desnudo de Dorothea. Ella le gritó, habló sobre la comisión pero no podía escuchar nada, solo se vistió y se fue sin esperar. Quería ver a Denki, quería saber sobre su hija y descansar de todo. Volvió a casa a mediados de agosto después de escuchar cátedras de los jefes de la comisión por haber matado a Dorothea, muchos de ellos no estaban contentos pero habían aceptado su trabajo porque la información que ella había entregado era fidedigna y muy valiosa, además de que Nora sabía bien lo que pronto iba a pasar así que había predecido todo cuando Katsuki desconectó sus dispositivos, logró sacarle al cuerpo de Dorothea una muestra de sangre. Katsuki sabía lo que harían con esa muestra de sangre pero al menos el alma de ella era libre.

Al salir de la agencia, ahí estaba Hawks para informarle sobre todo lo que había estado ocurriendo. Su sacrificio de quedarse tanto tiempo en el sur no había sido en vano, la comisión estaba asustada porque uno de sus activos más importantes seguía desaparecido. Shigaraki lo había hecho polvo a petición de Mirko, todavía no se sabía nada de Afo pero había que tener cuidado. La actitud despreocupada de Afo era preocupante, sobre todo porque Shigaraki estaba convirtiendo a medio mundo en polvo y el ejército del hombre cada vez se veía más reducido. En cuanto a la comisión, la cautela tenía que ser el segundo nombre de todos. Podían volverse más agresivos que antes si llegaban a sospechar de ellos. Aún así, por el momento todo estaba relativamente bien. Una sonrisa en los labios de Hawks y se encaminó a su departamento para descansar.

Al abrir la puerta, ahí estaba Denki, con un estómago enorme mientras observaba películas de acción. Suspiró suavemente ante el desorden y se sentó a su lado, el Omega le habló sobre todo lo que había hecho en esos meses, como su beba había crecido, las fotos de las ecografías, todo. Katsuki escuchó pacientemente incluso esa idea de Denki de irse al extranjero por trabajo. Él ya lo sabía por las llamadas y las fotografías que había recibido en el sur, tenía conocimiento de que Denki no quería encargarse de la bebé. Lo entendía, no le molestaba, al contrario, le parecía excelente. Sabía que necesitaría ayuda pero tenía a su madre, algunos amigos y podía contratar niñeras especiales. Su bebé no le preocupaba, de hecho, le preocupaba Dorothea. Como ella se había rendido, Katsuki no quería eso. No quería rendirse pero estaba exhausto, si tan solo pudiera abrazar a Izuku por un instante y sentir su cabello en la punta de su nariz, todo el cansancio se esfumaría. Pero no era tan afortunado y se obligó a recordar que Izuku estaba con un chico americano, uno que en palabras de Hawks era ejemplar y podía hacerlo quedarse en el país occidental.

Esa noche cerró los ojos y todo lo que ocurrió después fue un suspiro de su tiempo. Llegó septiembre y Denki fue hospitalizado por dolores lumbares y ahí se quedó, mirando lentamente como todos a su alrededor se movían sin descanso para atender al Omega. Los días pasaron, trabajaba y la comisión apenas le hablaba, los días fueron detrás de sus pies al ver cómo pronto el otoño se acercaba. Y un día, mientras estaba detrás de un villano que tenía cuchillas en sus antebrazos, fue apuñalado. No dolió, la sangre cayó y Nora fue detrás de su cuerpo pero no hubo dolor. Nada de eso, solo cayó al suelo y las luces de sus ojos se extinguieron.

"Eran diez para las ocho, sus ojos se abrieron y lo primero que sintió fue el aroma del café recién hecho. Se levantó y notó un cuerpo cálido a su lado, era un Omega pero no lo reconocía, no era Izuku pero estaba marcado y lo podía sentir bajo su piel. Su habitación era enorme, no estaba en Japón, eso era seguro y los rasgos de su Omega eran suaves pero no orientales, de hecho, no era él, sino ella. Suspiró y se bajó de su cama, su celular vibró y pudo ver montones de mensajes de extraños. No entendía nada pero todos ellos estaban en inglés. Fue hasta el baño y se reconoció, pero las marcas en su rostro eran de un hombre de más de veinticinco años. Estaba preocupado, ¿qué estaba pasando? Luego sintió un aroma suave, una niña rubia y de ojos castaños se acercó hasta él, rodeándolo y con sus pequeños brazos pidió que la levantaran, lo hizo y sonrió porque inmediatamente reconoció que era suya. Su hija, luego sintió un beso en la mejilla. Su Omega se había levantado, pudo ver el destello de una argolla que ahora veía en su mano izquierda.

Hay que apurarse papi, hoy viene James—Katsuki frunció el ceño.

¿Quién es James?—ella puso una expresión de extrañeza.

¡Papi, ¿qué te está pasando hoy?!

Cariño, ¿estás bien?—su esposa le preguntó amablemente pero no pudo hacer nada, se bañó y lavó sus dientes, cuando fue a la elegante cocina de su hogar, sintió un aroma familiar. Su hija estaba ahí, con otro niño, se veía más joven pero su cabello verde y sus ojos castaños como los de su abuelo decían mucho más. Y antes de poder caer en la cuenta de su procedencia, ahí estaba Izuku en la cocina, hablando animadamente con su esposa hasta que lo notó ahí.

Con esa imagen, algo encajó en el panorama.

Katsuki, apúrate que nos está esperando el jefe. No tenemos todo el día—su esposa asintió, Izuku fue hasta la puerta esperándolo y mientras eso pasaba, ella lo besó con suavidad, su hija le pidió un abrazo y se fue. Antes de irse, Izuku le dio las gracias a su esposa por cuidar a su hijo, y luego se marcharon. Surcaron los cielos con sus trajes de héroes hasta que llegaron a lo alto del Empire States, ahí recién Katsuki pudo reconocer dónde estaban. Nueva York, la ciudad donde estaba su corazón.

Es hermoso como esta ciudad te transforma, mira, en ese restaurante cené por primera vez con Daniel, ya han pasado siete años desde eso—Izuku se veía tan falsamente feliz hablando de ese hombre que Katsuki simplemente no dijo nada—. Lo amo tanto, no sé qué hubiera hecho sin él. Y es increíble lo bien que te llevas con él, nunca pensé que vendrías aquí después de que te lo pedí, pensé que me mandarías al carajo pero aquí llegaste, y te dije que me quería casar y dios, lloraste. Muchas gracias Katsuki, sin ti ese día, no habría podido hacerlo. Que fueras mi padrino fue lo mejor del mundo, además, en el matrimonio conociste a Jane, y mira ahora, están casados.

Entonces los labios de Katsuki se movieron solos.

Sabes que aún te amo—Izuku no despegó su mirada del horizonte pero su mentira cayó.

Lo sé, me lo dices siempre que vamos de "viaje de negocios". Yo también te amo Kacchan, pero es demasiado tarde para nosotros—Izuku se acercó y tomó el rostro de Katsuki con recelo, había cierta felicidad en sus ojos. Hasta un poco de envidia si se notaba bien—. La odio, sabes, pero aquí estamos.

Algún día deberías decirle sobre James a Daniel.

Eso le rompería el corazón, cree que es lo único después del matrimonio que nos mantiene unidos. Además, tú tampoco le has dicho a Jane que te esterilizaste después de James por lo que sé, ella quiere más hijos—"la esterilización". Una mentira.

Nos hemos enfriado, ya no hay sexo entre nosotros—otra mentira.

Bueno, en eso nos parecemos, Daniel tampoco quiere tocarme. A veces espero que me engañe pero nunca lo hace, por eso lo "amo" tanto—Katsuki sonrió atrayendo su cuerpo más cerca.

Repitelo hasta que te lo creas, nerd de mierdaIzuku sonrió.

Después fusionaron sus labios, fueron esos tipos de besos que solo la verdadera pasión podía envidiar, no estaba bien, sería fácil separarse y ser pareja pero no, era demasiado tarde para que ellos tomaran la iniciativa. Katsuki lo tomó en brazos y ambos se escondieron en un almacén, semidesnudos, con el alma a un vilo y como siempre diciendo que sería la última vez cuando nunca era así porque siempre había una siguiente vez. Porque Nueva York estaba llena de errores y ellos eran uno de ellos, casados con otras personas y teniendo hijos que eran medio hermanos.

Pero estaba bien, compartir no era del todo malo para Katsuki y más cuando hacía sentir a Izuku que realmente no sentía nada por su esposa. Que tampoco sería padre por tercera vez porque ya le había mentido muchas veces, porque él lo había vuelto un mentiroso al invitarlo a esa boda con mentiras. Porque esta era su venganza, esta era la forma en que le promulgaba te amo pero también "mi corazón tiene espacio para ella". Porque realmente estaba dolido por lo de Daniel, porque Izuku le había dicho a través de una carta que estaba soltero en Nueva York, que quería verlo para empezar de nuevo en un país extranjero. Y que cuando aterrizó en Nueva York, ahí estaba el americano tomado de su mano con una invitación muy linda. Él lo hizo así, ya no existía la vuelta atrás. El dolor de verlo decir acepto lo transformó en esa bestia que se follo a la mujer más hermosa de la fiesta por puro rencor, que ahora podía dormir bien porque ella le succionaba con su hermosa boca y lindos pechos todas las noches su polla. Y que después se la follaba con odio y pasión, marcando su piel para que algún día él lo notara pero sabía que eso nunca sería así, Jane era una dama.

Sí, Izuku era suyo pero Jane también era suya. Era un alfa después de todo, tenía espacio en su cama para todo el mundo si así lo quería."

Despertó asustado, el sudor cubría todo su cuerpo y el centro de su estómago dolía a fuego vivo. Era de noche y estaba solo, pensó por un instante que realmente estaba en Nueva York, pero afortunadamente no era así. Sin embargo, todo ese sueño, no se sintió bien, fue tan vívido como si todo lo malo de su alfa interno fuera sacado a la luz con solo un chasquido. Esa maldad que por años había querido enterrar. Por suerte solo fue eso, un sueño. Suspiró aliviado y se quitó la intravenosa, caminar al menos limpiaria su cabeza de esos pensamientos. Y cuando salió de su habitación, ahí estaba su madre. Ella sonrió e inmediatamente lo supo, su bebé había nacido. Himawari se hallaba sana y fuerte pero algo estaba mal, la bebé rechazaba a Denki. Katsuki llegó en bata hasta la habitación de Denki, el Omega trataba de tomar en brazos a su bebé pero ella gritaba y lloraba desconsolada, solo cuando Mitsuki la tomaba parecía calmarse, pero no del todo porque algo faltaba. Katsuki se acercó, y la bebé se calmó pero casi se cae de rodillas cuando la ve. Ella era igual a la pequeña niña de su sueño, ojos castaños y cabellera rubia. Lloró amargamente al tomarla y verla dormir plácidamente. Denki estaba sin palabras, nueve meses con la bebé y ella no quería saber nada. Era doloroso pero era mejor así.

—Himawari no quiere nada conmigo, mejor así, me iré antes del país sin necesitar nada—Katsuki no tenía tiempo para esto. Su mente no podía más.

—Pikachu, tienes que darle de comer. No puedes irte así como así—Denki explotó.

—¡Ella no quiere nada conmigo y yo lo acepto, tampoco quiero nada con ella! ¡Fue lindo y todo pero es mejor así!—Katsuki apretó más fuerte a su bebé, no quería gritar pero estaba a punto de hacerlo, sin embargo, Denki no parecía a la defensiva, parecía más dolido que otra cosa—. Ahora déjame, me siento cansado y quiero dormir. Pero me alegro que estés bien y no hayas muerto por culpa de ese villano. ¡Ahora quiero que se vayan los tres!

Mitsuki y Katsuki salieron, el alfa observó a su pequeña bebé y la abrazó contra su pecho. Podían salir adelante, podían hacerlo. Mitsuki le pidió paciencia con el omega pero el alfa conocía bien a Denki, él no estaba mintiendo.

Las semanas pasaron y cuando salieron del hospital, fue a dejar a Denki hasta el aeropuerto, fue con Himawari para ver si el Omega cambiaba de opinión o al menos se despedía de su hija pero no hubo cambios, él simplemente se fue sin decirle nada a la pequeña. La prensa los siguió pero Katsuki estaba agotado física y mentalmente para hacer algo porque la paternidad era muy difícil, lo estaba afrontando solo. Sin embargo, en ese momento solo deseaba descansar y ya, apagar todas las alarmas en su cabeza y dormir plácidamente al lado de su bebé. Solo eso. Cuando llegó a casa dió un profundo suspiro, limpio a su bebé y la alimentó para dejarla en su cuna. Mientras la veía conciliar el sueño, pensó en Izuku, en cómo su sueño quizás poseía sus peores miedos. El de convertirse en una bestia mentirosa, en Izuku casado y con otro hombre. Cerró sus ojos y lloró amargamente, malditas largas noches que vienen por delante. Maldito destino. Salió de la habitación de su hija y apagó la luz, al dar un paso supo que algo estaba mal.

La puerta de su departamento estaba abierta, un golpe en la cabeza y todo se volvió negro.

...

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