Capítulo XX: Fine Line

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"Nos enamoramos en octubre, justo cuando no sabíamos que era el dolor, perdimos la fe en nosotros en diciembre y dejamos ir todos nuestros sentimientos en enero. Febrero fue la separación y marzo nunca pudo ser nada por culpa de nuestro rencor, si hubiéramos seguido juntos, ¿esas lágrimas de abril hubieran sido mías?"

Las calles de Nueva York se vistieron de blanco por culpa del invierno hasta que la primavera se presentó sin siquiera moderar el cambio en el entorno, era extraño como todos a su alrededor parecían ir más rápido que el tiempo y la propia ciudad a sus espaldas, era abrumador y lleno de una variedad incalculable. Izuku podría mantener la respiración y ya todos a su alrededor estarían lejos una vez hecho un suspiro. Siempre nuevas personas, siempre un entorno que cambia y nadie como él. Millones de dólares en su departamento que no tenía lo suficiente para ser llamado hogar, se sentía tan miserable que su cuerpo estaba fatigado de lo que siempre hacía. Algunas semanas y los entrenamientos estaban tan avanzados que su entrenador alfa no podía con la sorpresa e impresión. Un hombre joven, unos veinticinco años, de piel morena y una mirada tan amable que Izuku sentía asco de verlo a los ojos. Fornido y con un aroma apetecible y de vez en cuando coqueto, siempre que podía alabando el aroma de la piel de su subordinado. Tratando de hacerlo sentir cómodo a la fuerza, como si supiera que detrás de la b de beta en su informe médico había una o de Omega. Izuku la mayoría del tiempo quería matarlo, era divertido pensar en las cientos de maneras para dejarlo unas semanas en el hospital y librarse de su presencia. Sin embargo, él era parte del plan de estudio, "una parte integral y fundamental" según sus superiores americanos. Jake Peters era un alfa voluntario, un alfa ejemplar, alguien a quien admirar que después de un accidente en la marina su única forma de servir al país era ayudando a los héroes nacionales. Su particularidad era una especie de súper fuerza que estaba fuertemente ligada a sus emociones. Según los informes que leyó Izuku, era un poder inestable pero que bajo una medicación lo tenía bajo control. No podía confiar en él, era demasiado difícil hacerlo cuando podía oler demasiado claro el interés que tenía.

Izuku no había ido a América a follar con extranjeros, quería aprender para volver a Japón siendo una versión más madura de sí mismo. Alguien que las personas que más amaba podrían confiar, alguien que podría proteger sin necesidad de encogerse de dolor por feromonas y un destino ligado a un hombre impredecible.

Y cómo siempre que era lunes, Izuku llegó y ahí estaba Jake con su ropa deportiva, apestando a alfa y dejando ir con confianza sus feromonas. El Omega con sus supresores bajo la ropa, dejó ir un suspiro de cansancio. Con el poco descanso que tenía en el cuerpo no quería tolerar a nadie pero era mejor callar que dar explicaciones que podrían alertar al encargado del código disciplinario. Extendió sus piernas y comenzó a estirar sus músculos, en menos de un mes había bajado de peso y sus caderas parecían más fuertes. Su doctor le dejó en claro que ahora sus hormonas estaban en orden y que tarde o temprano en su cuerpo se presentarían los vestigios de su género secundario. Mientras eso no fuera más que evidente, Izuku iba a ir más allá de sus límites. Incluso pospuso su propio celo para dar lo mejor de sí en todos los entrenamientos, sabía que recurrir a las pastillas después de unos meses con las caricias de Katsuki era un error. Pero no podía, no había forma de que ahora su cuerpo fuera capaz de traicionarlo. Y aunque su Omega interno no había dicho nada desde que había llegado a suelo americano, se sentía aliviado por ello. Ya no tenía a nadie que seguir, solo a sí mismo.

Sintió la mirada de Jake sobre su cuerpo, las feromonas llegaron a sus glándulas y fue un poco inevitable sentirse atraído. Le tenía asco a ese dominio pero como siempre, y gracias a la tecnología americana, los parches de feromonas hicieron su trabajo y pudo seguir adelante con sus entrenamientos. Siempre era así, el alfa lo miraba entrenar y dejaba ir sus feromonas más fuertes y seductoras. Izuku cerraba los ojos y a veces podía ver los ojos rojos, la sensación que Katsuki solo le podía entregar con una mirada. Y cuando hacía eso, sus ojos inevitablemente se volvían borrosos. Muchas veces Jake lo atrapó llorando mientras hacía sparring, una pregunta y la sonrisa de Izuku era más que suficiente para calmar la curiosidad del alfa.

Algunas veces después de los entrenamientos de fuerza, cuando Izuku dejaba ir todas sus particularidades, podía oír las palabras del alfa en sus oídos. Esas noches en la agencia de Endeavor y como rezaba por los segundos, como le dolió mentirle y ocultarle todo lo que estaba sintiendo bajo besos, sexo y lágrimas efusivas por culpa del placer y el dolor. Estuvo así mucho tiempo hasta que abril se presentó y cada día hasta el diecinueve fue una tortura.

"Kacchan se había graduado, Kacchan le había dado a alguien más su sonrisa, Kacchan también había cumplido diecinueve, Kacchan debe ser feliz… Kacchan debe odiarme."

El diecinueve de abril Izuku pidió el día libre para quedarse en casa. Jake y su superior lo permitieron, Tsukauchi lo acompañó hasta el complejo departamental como cada fin de semana, una breve pregunta y el investigador privado ya sabía lo que estaba pasando. Izuku lo dejó pasar a su departamento porque aparte de sentirlo como un apoyo, quería hablar con él. Habían pasado más de un mes y estaba preocupado por sus compañeros. El alfa lo observó con una mirada fría antes de quitarse el gorro y su abrigo color crema, habían unos cuantos archivos bajo su brazo derecho. Eran noticias de Japón porque Izuku no tenía las fuerzas suficientes para buscar en internet a sus propios amigos. No quería llevarse nada por sorpresa. Tsukauchi comenzó con la graduación, fotografías de la fiesta llenaron la mesa de su cocina mientras preparaba té. Todos sus compañeros se veían felices celebrando, todos estaban con un rostro libre de preocupación. No obstante, Katsuki no estaba en ninguna de las fotografías.

—¿Por qué Kacchan no está en las fotografías?—Tsukauchi frunció su rostro y dejó caer un informe en la mesa. "El norte y su supuesta conexión con el terrorismo internacional de particularidades en niños." Después de ver varias hojas del informe se dió cuenta que eran misiones de alto riesgo que Katsuki había hecho en solitario. Sus manos temblaron cuando vio las heridas que él había recibido por culpa de una particularidad peligrosa involucrada con armas. Por suerte el alfa estaba bien, y así siguió trabajando, cómo si la cicatriz en su mejilla no fuera nada.

—La comisión lo está usando hasta donde no puede más, no tiene problemas con nadie más que su comportamiento de siempre. Sus compañeros de trabajo se acostumbraron a su mal humor y su desempeño se destaca, la opinión popular es buena entre los pequeños grupos que aún creen en los héroes—Izuku suspiró con orgullo, sabía que Katsuki sería un increíble héroe. Nunca tuvo dudas sobre ello y ahora verlo en acción, aunque le gustaría estar ahí, se sentía como una victoria—. Por lo que sé, él seguirá trabajando con Endeavor. Solo que trabaja en solitario, es el único alfa de la compañía que trabaja solo para la comisión sin tener años de antigüedad. Enji está feliz con su desempeño y le ha estado apoyando mucho, igual que Shoto y Pinky. Él no está solo.

Las palabras de Tsukauchi lo tranquilizaron bastante. Saber que Katsuki tenía amigos que estaban ahí para ayudarlo era lo mejor que podía saber. Sin embargo, todavía tenía preguntas, algunas de ellas demasiado emocionales.

—¿Cómo tomó mi huída?—Tsukauchi negó con suavidad.

—Saberlo no cambiará nada, Midoriya.

—Solo dime, por favor—le suplicó al alfa como amigo, el hombre mayor solo asintió mientras sacaba de su chaqueta un sobre más pequeño. Izuku no sabía que esperar, la verdad muy en el fondo de su corazón no quería saber nada pero el dolor en su estómago tenía que ser saciado con noticias, aunque fueran malas. Tsukauchi poco a poco fue sacando fotografías que parecían ser sacadas desde una distancia bastante generosa, reconoció inmediatamente a las dos personas y el complejo departamental.

—Estas las sacaron anoche y hoy, las recibí por sorpresa esta mañana. Aparentemente no se sabe mucho que está pasando entre ellos, pero… Creo que se entiende el contexto—Izuku todavía podía recordar cómo Katsuki tomaba su mano en la pequeña habitación de la agencia. Ese diminuto espacio servía para esconderlos, aunque siempre estaba presente ese miedo por los comentarios de sus compañeros de trabajo, él siempre le dedicaba un baile aunque su cuerpo doliera, con ello lo calmaba. A veces cuando su cuerpo se sentía frío por el invierno, sus brazos estaban ahí, alrededor de sus hombros. Un beso en su mejilla y podría ver esos ojos que nunca podrían hacerle daño. Su tacto… Tan cálido y delicado en los momentos indicados, hecho para él.

El precio de la perfección era demasiado alto.

Cerró los ojos y pudo ver la sonrisa, sus palabras y ese clamor en su voz. Cuando los abrió para ver la verdad, las fotografías seguían en la mesa, Denki al lado de Katsuki riendo mientras el alfa le ponía una bufanda alrededor de su cuello. El alfa no estaba sonriendo de la misma forma, pero podía asegurar que había cierta felicidad y preocupación en su expresión. Lo conocía tan bien que podía asegurar que las ojeras bajo sus ojos eran por su culpa, se dio cuenta que la fina línea que había hecho con los años, ya no estaba ahí. Solo había un bonito alfa que estaba vistiendo a un Omega feliz, él también era Omega pero no era feliz en su piel como lo era Denki. Las únicas veces que disfrutaba ser omega era cuando Katsuki estaba a su lado y lo hacía sentir único. Suspiró dolido y le sonrió a las imágenes, era extraño pero había tenido razón; ellos dos eran una pareja perfecta. Era así, lo que había vivido al lado de Katsuki era una ilusión del pequeño niño que seguía creyendo que Katsuki era suyo.

Del Omega interno que ya no podía escuchar ni sentir para nada.

Tsukauchi le explicó más sobre sus compañeros y como su huída a América los había afectado. Muchos preguntaron por él, muchos le habían enviado cartas de suerte y otros dulces para recordar a Japón en un sitio extranjero. Kirishima le dejó una linda carta donde le pedía perdón y que con ayuda de Momo se iría a Australia para recordar algunas cosas sobre ser héroe antes de volver. Ver las palabras de Kirishima en el papel mientras veía la lluvia de Nueva York en su departamento solitario se sentía injusto, Kirishima había encontrado en Momo alguien en quién confiar, incluso él, una persona cruel que representaba bien esa parte insegura de su corazón. Cuando Tsukauchi se fue, el día veinte de presentó en Nueva York. Se metió en su Spotify para escuchar la playlist que él y Katsuki solían compartir para entrenar, cerró los ojos y se dejó llevar por los recuerdos. Mientras indagaba, encontró una playlist que Katsuki tenía entre todas las demás. Esta solo tenía una letra, solo la I en mayúscula. Al abrirla pudo ver un montón de canciones que nunca esperó que fueran del gusto de Katsuki.

The Night we meet. Slow dancing in the dark. I love You. Heather. Supermarket Flowers. Let me down slowly. Call out my name. Drugs. Hold me while You wait. Run. Unintended. When the party's over.

Y la que más le llamó la atención…

Beautiful thing

Crees que conoces mi corazón,
You think that you know my heart,

Y probablemente lo hagas,
And you probably do,

Por eso siempre estoy contigo.
That's why I'm always with you.

Podría quedarme contigo por horas.
I could stay with you for hours.

En una habitación vacía.
In an empty room.

Y nunca me aburriría.
And never get bored.

Sin nunca tener nada que hacer,
Never have nothing to do,
Eres mi otra mitad.
You're my other half.

Me hace ser quien soy.
You're what makes me me.

Lo que me hace sonreír.
What makes me smile.

Cuando me caigo y no puedo levantarme, levantarme, no puedo levantarme,
When I fall down and can't get back, get back, get back up,

En mis pies.
On my feet.

Sin ti aquí estoy aburrido.
Without you here, I am boring.

Algo dentro de ti es desencadenante.
Something inside you is triggering.

Y me hace ser yo mismo.
It makes me myself.

Me hace divertido.
Makes me funny.
Eres una cosa hermosa.
You're a beautiful thing

Somos una cosa hermosa juntos.
We're a beautiful thing together.

Incluso cuando el clima es malo.
Even when the weather is low.

Eres una cosa hermosa.
You're a beautiful thing.

Somos una cosa hermosa juntos.
We're a beautiful thing together.

Incluso cuando el clima es malo.
Even when the weather is low.

Podemos encontrar el arcoíris,
We find the rainbow,

Arriba en el cielo,
Up in the sky,

Dirías: "No llores, todo va a estar bien".
You'd say, "Don't you cry, it's all gonna be alright".
Si alguna vez peleamos, eso sería malo,
If we ever gone through a fight or war that would be bad,

Porque sabes todos mis secretos,
'Cause you know all of my secrets,

Pero yo conozco todos los tuyos.
But I know all of yours.

Juntos hacemos que las horas se conviertan en segundos,
We make hours turn into seconds together,

El peso del mundo se siente como una pluma,
The weight of the world feel like a feather,

Porque lo mantenemos en nuestras manos.
'Cause we're holding it right in our hands.

Eres mi otra mitad.
You're my other half.

Me haces ser quien soy.
You're what makes me me.

Lo que me hace sonreír.
What makes me smile.

Cuando me caigo y no puedo volver a levantarme, volver, volver a levantarme,
When I fall down and can't get back up, get back, get back up,

En mis pies.
On my feet.

Sin ti aquí estoy aburrido.
Without you here, I am boring.

Algo dentro de ti es desencadenante.
Something inside you is triggering.

Y me hacer ser yo mismo.
It makes me myself.

Me hace divertido.
Makes me funny.

Eres una cosa hermosa.
You're a beautiful thing.

Somos una cosa hermosa juntos.
We're a beautiful thing together.

Incluso cuando el clima es malo.
Even when the weather is low.

Eres una cosa hermosa.
You're a beautiful thing.

Somos una cosa hermosa juntos.
We're a beautiful thing together.

Incluso cuando el clima es malo.
Even when the weather is low.

Tú y yo, juntos,
You and me together,

Olvidaremos lo que nos han dicho,
We'll forget what we have been told,

Viviremos en nuestro propio mundo de sueños.
We'll live in our own dream world.

Tú y yo para siempre,
You and me, forever,

Olvidaremos lo que nos han dicho,
We'll forget what we have been told,

Tomaremos el mundo entero.
We will take on the whole world.

Sin ti aquí, estoy aburrido.
Without you here, I am boring.

Algo dentro de ti es desencadenante.
Something inside you is triggering.

Me hace ser yo mismo, me hace ser gracioso.
It makes me myself, makes me funny.

Eres una cosa hermosa.
You're a beautiful thing.

Somos una cosa hermosa juntos.
We're a beautiful thing together.

Incluso cuando el clima es malo.
Even when the weather is low.

Y eso es algo hermoso.
And that's a beautiful thing.

Izuku no pudo dejar de escuchar la canción, toda la noche se quedó ahí en su enorme ventana viendo la lluvia y esperando que algún día la herida de su corazón sanase. Había ido a América para ser mejor, tenía que enfocarse en ello. No podía pensar en lo que Denki y Katsuki estarían haciendo juntos en las noches, porque más le dolía ver las enormes probabilidades de ambos. Porque quizás así era mejor, para ser honesto nunca sería suficiente para él, lo increíble que era Katsuki… Él se merecía alguien de su nivel. No un Omega que nunca podría darle aquello que algún día todos quieren tener. Se puso de pie y fue en busca de la caja donde tenía las fotografías que le había sacado a Katsuki, todas ellas flotaron en sus ojos como los recuerdos en su mente. Tomó su celular y con dolor borró el contacto de Katsuki y con ello, todas las redes sociales del héroe Deku se esfumaron. Era mejor así, aunque sus ojos fueran honestos al dejar ir sus lágrimas y su corazón sintiera su latido como un martillo, tenía que ser mejor que eso. Tenía que volverse fuerte, lo suficiente para volver a la oscuridad una fuente de luz. Por aquello que pudieron haber sido.

No obstante, era humano. Dolía incluso pensar en ello. Fue hasta el baño y limpio su rostro y con unas tijeras cortó su cabello hasta que solo quedaron unos mechones que podrían ser rapados. Al final, lo que vio delante del espejo no fue un Omega, fue un soldado listo para ser el mejor del mundo, para enfrentar al diablo de la naturaleza.

...

Jake Peters tenía mucho que decir sobre las misiones que le daban a lo largo de su vida, siempre cortas y con una probabilidad alta de mortalidad. Siempre estaba en incertidumbre por ello, por si algún día volvería a ver la ciudad que lo enamoró desde que era un niño. Sin embargo, cuando le dijeron que tendría que enamorar a un japonés para mantenerlo alejado de su peligroso país, se imaginó cualquier persona, alguien lindo o un Omega coqueto. No se imaginó un Omega triste, una persona que se escondía detrás de sus sentimientos como si fuera un escudo. Jake lo veía entrenar y su corazón se sentía cálido al ver cómo esa persona ponía su corazón en ello. Su alma, aunque era joven, ya tenía un recorrido por las crueldades del mundo. Por eso era fácil reconocer cuando una persona sufría por amor y desde el momento que lo vió, inmediatamente se dió cuenta que nunca podría ser posible enamorar ese corazón. Por eso probó otra estrategia, hacerlo sucumbir a los instintos de su naturaleza. Sabía que era un Omega, sabía que todos ellos tenían un punto de quiebre pero hasta eso se sentía como una pérdida. Solo unas semanas y ya lo sentía como un fracaso, Izuku Midoriya no era cualquier Omega.

El veintiuno de abril, como siempre Jake llegó temprano a la agencia donde todo el equipo médico preparaba las máquinas para medir el rendimiento de los involucrados, entre ellos, Izuku. Cada día, Jake veía los resultados de Izuku para los informes, y como siempre, iba en ascendencia. Era muy difícil que un adulto pudiera desarrollar más su particularidad, pero el Omega parecía ser una excepción a la regla. No tenía mucho que decir porque todo lo que sus labios dirían no serían de ayuda, Izuku se conocía a sí mismo lo suficiente para comprender sus límites. Sobre todo ahora, dónde la mayoría de los héroes americanos estaban luchando por una subvención del gobierno para sus agencias. Ese día, Izuku llegó a entrenar con los ojos hinchados, los cuales carecían de brillo y unas ojeras moradas, ni hablar de su cabeza rapada. Para Jake no fue difícil deducir lo que moraba por su corazón, el dolor de la ruptura se veía fresco en su rostro. Era duro pero hasta una persona como él tenía que entender que el dolor es parte de los pasos de un héroe.

—Jake—Izuku se acercó hasta el alfa, la decisión en los ojos verdes casi dejó ciego al americano—. Quiero el entrenamiento más difícil que hayas hecho hasta ahora, quiero sufrir. Estoy listo para ir más allá.

A Jake le temblaron las piernas, había leído sobre Izuku y sus increíbles hazañas en los informes pero nunca espero ver de frente a esa persona que no le tenía miedo a jugar con fuego. Tragó duro y le pidió a los encargados del entrenamiento prime que solo los de resultados avanzados podían acceder. Algunos de ellos negaron con la cabeza al saber que Izuku era un Omega a pesar de que seguía manteniendo en alto la mentira de su género secundario. Los ojos de Jake no dudaron en ningún momento, al contrario, de cierta manera le tenía miedo a esa mirada verde. No se sentía seguro cerca y nadie en su vida lo había hecho sentir así, tan inseguro en su propia piel que el sudor que caía por su espalda era frío. Después de aprobar el entrenamiento, se sentó en la zona segura y vio como Izuku se sentía seguro confidente en medio de un desastre que casi lo hace sangrar, no sabía en lo absoluto lo que había pasado el día que pidió libre pero lo agradecia, la bestia delante de sus ojos era irreconocible contra el Omega que estuvo unos días en la enfermería de la agencia al principio de su estadía en Nueva York, preocupando a todo el mundo. Poniendo en riesgo la operación. Pero ahora todo era diferente, incluso hasta para él, un alfa que no sabía lo que podía esperar de ese espíritu hambriento.

De hecho, el gimnasio era resultado de un experimento que ponía a todas las personas en condiciones atmosféricas crueles para hacerlos sufrir mientras peleaban contra autómatas fuertes, hechos de los mejores materiales del mundo. Izuku estaba peleando contra sus miedos, contra el frío, la lluvia, la nieve, la falta de oxígeno y todo el dolor que eso podría provocarle. Era un luchador y mientras más lo veía, Jake más entendía al alfa de Japón. A Katsuki Bakugō, el hombre que entregó todo su cuerpo a la organización, tal como él lo había hecho hace años. Solo que la diferencia era que Bakugō no tenía miedo, lo podía ver en los informes porque toda la información que obtenía Tsukauchi pasaba por él, incluso aquellas fotografías. Y en ese momento recordó las fotografías del alfa con el Omega de cabellos rubios. A su cabeza inevitablemente se le vino la posibilidad de que Izuku haya pensado en algo amoroso entre ellos dos. Porque quizás Izuku no observó bien las fotografías y omitió el pequeño detalle del estómago abultado del Omega. Y Jake al pensar en ello vio que todo tenía sentido, sonrió y tomó su celular para pedirle al beta que sacaba las fotografías en Japón más de Katsuki y Denki. Si Izuku se había puesto así por pensar que Katsuki estaba románticamente con el Omega Denki y no por otra razón, tenía que explotar ese pensamiento y así lentamente, quizás, llegar a ganar su confianza y finalmente su corazón.

Jake sonrió con suficiencia, solo era cosa de tiempo que el Omega cayera por él.

Los huesos de Katsuki estaban cansados y solo había pasado un mes. Desde su graduación, la comisión lo había hecho trabajar hasta horas extras. Tanta era la intención de la comisión de hacerlo trabajar en campo que hasta le habían enviado una asistente para sus problemas burocráticos, ella era un sol pero Katsuki la conocía por los archivos de Endeavor. La adorable Nora, una Omega con figura generosa que sonreía como si quisiera arreglar el mundo, con sus ojos oscuros y su piel blanca. Era increíble pensar que la chica era experta en hacer hablar a los hombres a través de su increíble capacidad de tortura, antes rubia y ahora con un cabello oscuro y corto, una pequeña melena que la hacía ver como un ángel. Katsuki no iba a mentir, los de la comisión conocían bien sus gustos. Nora era la combinación perfecta entre Izuku y Jirou. Inclusive hasta su alfa se sentía de cierta manera atraído por sus ojos y métodos de tortura. De cierta forma, le importaba más la Nora de la comisión que la chica que estaba tratando de ser. Pero eso no era todo, usualmente los alumnos recién egresados de la UA recibían trabajos fáciles de hacer. Con él, la comisión siempre lo necesitaba en el norte. Su primer trabajo era secreto, escoltar una niña que producía oxígeno por sus poros, una organización extranjera la estaba buscando para volverla una salvación al "cambio climático". Sin embargo, no era difícil darse cuenta que entre la comisión y la organización criminal, solo cambiaba el nombre.

Mientras la llevaba contra su pecho, su instinto alfa rugió para protegerla. Por hacer algo para liberarla de las manos que pronto iban a convertirla en un recurso, y esa fue la primera vez que realmente le tomó el peso al instinto paterno de su alfa interno. Y cuando la entregó al encargado de la comisión, su delineado negro se corrió con lágrimas. 

Y esa pequeña niña no fue la primera, no sabía si la comisión lo estaba haciendo a propósito pero siempre parecía ser igual. Una dirección al norte donde Rusia estaba más cerca, dónde el tráfico de niños era cada vez más preocupante. Y había una gran organización detrás de ello y siempre Katsuki llegaba demasiado tarde para hacer algo, encontrando cuerpos de niños y omegas embarazadas sin vida. Lo único que sus ojos habían podido ver las primeras dos semanas de trabajo había sido solo sangre y muerte de personas inocentes. Y cada vez que lo veía, su instinto se volvía más agresivo. Cuando la tercera dirección llegó a sus manos, no espero las instrucciones de la comisión y fue solo al sur. Delante de sus ojos pudo ver a la líder de la organización, una alfa que engendraba a todas las omegas con sus hijos, y a los niños que secuestraba los enviaba a Rusia porque desde ahí se distribuían hasta el resto de Europa y Asia. La mujer era particularmente poderosa, cuando Katsuki se infiltró en su edificio de operaciones, ella quedó maravillada con él; llamándolo productor de prodigios. Pelearon mientras Katsuki veía a niños intentar ayudarla, ella solo reía. Todos estaban bajo su voz y en ese momento, cuando los niños intentaron hacerle daño en un lugar donde no podía ser considerado hogar, lo entendió. Qué es lo debía hacer para ganar.

Rugió tan fuerte que sus colmillos se llenaron con la propia sangre de sus labios, ordenó a todo el mundo que se arrodillara y cuando todos lo hicieron, incluso la alfa delante suyo, pudo sentirlo. La miseria de ser la cúspide de la pirámide biológica, ni siquiera quería usar su particularidad para acabar con ella así que con cuchillo en mano y la vista completamente perdida en la realización, apuñaló a la alfa justo encima de su corazón, pero la mujer sonrió y mostró en ese instante el increíble alcance de su particularidad, con la mano puesta en el hombro de Katsuki, dejó ir los rayos que salían de sus uñas, rojos y que dejaron en el rostro de Katsuki una cicatriz que ardió hasta su mandíbula, pero ese dolor no se podía siquiera asimilar contra lo demás, porque la ingeniosa mujer antes de morir los había matado a todos. Con todo el mundo arrodillado en el piso, Katsuki los había condenado a todos, eran un objetivo fácil para ella.

—Alfa idiota, nunca podrás salvarlos a todos. Todo lo que alguna vez toques será maldito, porque eres igual a mí. Hijos de la nueva biología—y ahí, en los brazos de Katsuki, con las costillas rotas y crujiendo por culpa del apretón que le dió el alfa al escuchar sus palabras, ella murió.

Cuando Nora llegó con los demás de la comisión, Katsuki estaba encima del cuerpo de la alfa, lleno de sangre que no era suya. La Omega se cubrió la nariz por culpa de las apestosas feromonas del alfa, los ojos rojos la miraron y ella pudo sentir como sus piernas temblaban ante esa mirada intensa. La misión había sido un éxito, Katsuki había acabado con la terrorista que distribuía niños a Europa y Asia. La comisión quedó impresionada pero Katsuki pidió una semana para despejarse, y sin darse cuenta esa misma semana sería la de su cumpleaños. Él solo quería descansar y poder dormir aunque sabía que sus sueños serían iguales, los niños y las omegas embarazadas muriendo antes de poder hacer algo. Al salir del edificio de la comisión pudo reconocer el cabello rojo en punta, Kirishima.

—Hola, vaya te ves...—el alfa de cabellos bermejo omitió la palabra que vendría a sus labios porque Katsuki no parecía tener mucha paciencia en ese momento—. Bueno, cansado.

—Lo estoy, pelos de mierda. Solo quiero dormir—Katsuki no tenía tiempo para discutir algo. Solo quería llegar a su casa, incluso Nora se lo había recomendado.

—Entonces no te quitaré mucho tiempo—el alfa lucía nervioso, incluso tomó aire antes de hablar—. Lo siento, arruine muchas cosas entre los dos por mi boca. Incluso le hice daño a Midoriya por ello, y él se fue a América antes de siquiera darle una disculpa apropiada. Debió ser difícil para ti, sé que ustedes dos eran muy cercanos.

—Corta el rollo, Kirishima—Katsuki estaba cansado de recibir palabras de aliento por la estancia de Izuku en América. Todo el mundo le tenía lástima por ello, pero ninguno de ellos sabía la verdad. Incluso sus padres le habían dado sus palabras de apoyo, Katsuki no quería más. Solo enfocarse en ser mejor para darle a Izuku un lugar más apropiado para vivir.

—Sí, lo siento. La cosa es que durante el examen final yo y Yaoyorozu…

—Te acostaste con ella—a Katsuki no le sorprendía.

—¡No! Al contrario, me dió muchos consejos que ella había estado afrontando después de la muerte de Jirou—el pecho de Katsuki dolió ante la mención de ella—. Y gracias a ello me iré unos años a Australia con ella, será un tiempo para realmente conocerme, saber sobre mis ventajas y estado de alfa. Solo quiero ser mejor y ella me prometió ayuda—el alfa suspiró y miró directamente al hombre que amaba—. Solo quiero ser una persona de la cual sentirme orgullosa.

Katsuki pudo ver en sus ojos algo intenso, no era bueno con las palabras así que simplemente le dió un apretón de hombro. Kirishima se rió ante ello pero lo agradeció, lo necesitaba porque tenía mucho miedo de enfrentar al fantasma de su padre. Pero sentía que era una buena señal, así que antes de que las lágrimas fueran evidentes, se despidió y Katsuki se quedó pensando en cómo todos seguían adelante sin saber lo que sus pies tocaban. Y se sentía feliz por ello, sacrificando parte de su alma por ellos, por Kirishima, Hawks, Miruko, y especialmente Izuku. Se sentía muy bien pero al mismo su corazón anhelaba parte del calor de la compañía. Se sentía solo en el departamento que había comprado, tanto que hasta podía escuchar el eco de sus pasos. No era fuerte como se veía, sus brazos tenían las fuerzas suficientes pero su mente era tan débil como el toque de una mariposa.

Caminando a casa pasó por una tienda para comprar algo que preparar porque no tenía ganas de cocinar algo decente. Y cuando estaba subiendo por el ascensor sintió algo extraño en su corazón, un olor lechoso que le recordaba a la leche de frutilla que consumía cuando era pequeño en el jardín de niños. Evocó algo lindo de ese momento al recordar cómo Izuku siempre se bebía demasiado rápido su leche, y con una sonrisa en el rostro se encaminó por el pasillo hasta encontrar una figura fuera de la puerta de su departamento. El olor provenía de ese Omega y casi deja caer sus bolsas cuando ve el cabello rubio.

Denki.

—Hola, Bakubro—la expresión en su rostro no era buena, había muchas lágrimas en sus mejillas e incluso tenía un manchón púrpura en una de ellas. Katsuki apretó sus nudillos al notar el perfecto puño de un alfa por la forma que se hinchó—. Tenemos que hablar de algo importante, es sobre esa noche que estuvimos juntos en la UA.

Y en ese momento sí, Katsuki dejó caer su bolsa de compras.

De un día para otro, Shigaraki se entregó por completo al concepto de luchar contra sus compañeros. Había hallado muchos villanos en las calles, muchos de ellos en algún momento se inclinaron ante su imagen de poder, pero no podían seguir con vida. Así que se volvió en un traidor, uno a uno los convirtió en polvo mientras veía con indiferencia como muchos de ellos lo contemplaban con resentimiento, muchos jurando venganza en sus últimas. ¿Qué venganza podía efectuar una persona muerta sin conexiones importantes, sin nadie ahí para convertirlo en un recuerdo? Shigaraki lo sabía, todos ellos no eran más que palabras y muy en su interior, se sentía de cierta manera aliviado al acabar con algunos de ellos. De todas formas, muchos de ellos no eran de su agrado. Varios, incluso detrás de sus espaldas, en su momento habían negado su poder. Ahora, cuando veía el polvo viajar con el viento, se sentía satisfecho de una manera increíble, porque justo después de eso, ella venía a su lado y lo abrazaba por detrás para consolarlo.

Y así comenzaron con pequeños gestos, apretones de manos y abrazos en los callejones oscuros de Japón. Cuando iban en tren hacía su próximo destino, ella siempre se dejaba llevar y las manos de Shigaraki con sus guantes especiales terminaban en algunos de sus muslos. Un suave tacto en la piel y el nerviosismo del cuerpo sin experiencia de Shigaraki rugía por reclamar. Rumi no lo decía con mucha claridad porque ella aún le era fiel a la confidencia de sus labios. Sin embargo, cuando nadie estaba ahí para verlos, se hundían en las mantas de una cama en un hotel viejo, compartiendo besos suaves y algunos que se sentían como oxígeno. Shigaraki siempre terminaba con una erección dolorosa y Miruko con la sensación de excitación en su cuerpo, mas no iban más allá. Si ambos eran honestos en ese sentido, tenían miedo. Estaban en contra de todos en ese momento, Shigaraki en contra de su maestro, provocándole para ver si así de una vez por todas salía de las sombras para enfrentarse a la verdad. Para ver si era capaz de poder explicarle porque lo había entregado a la comisión de héroes, de porqué lo hizo volverse una herramienta del gobierno sin hacer nada. Y Miruko tenía miedo de entregar su aliento a ese hombre, que aunque la hacía sentir de cierta manera segura, seguía siendo un asesino. Parte de la organización que le arrebató partes de su cuerpo y la hizo perder su licencia de héroe.

Sin embargo, besarlo y saber todo lo que había detrás de él… No se sentía del todo una miseria.

Ambos estaban ahí, bailando un sueño que ninguno de los dos podía decir si era real o mentira. ¿Lo suyo? Complicado, Shigaraki quería hacerla feliz y tenía en su cabeza la idea de que él también era parte de su dolor. ¿cómo hacerlo si era parte del problema? Miruko se sentía mal porque su mente y cuerpo iban alejándose de lo que debería hacer, estaba luchando por esos niños y al mismo tiempo disfrutando en la oscuridad la mirada de esos ojos rojos. Casi tan humanos que se sentían buenos. Y así lentamente, lo que muchos hallarían estúpido se volvió una simpleza en su vida. Por las noches asesinando y sintiendo la sangre de decenas de hombres malignos, aún así, humanos al tacto. Miruko no estaba acostumbrada a sentir la sangre en sus manos, no podía hacerlo sin sentirse nauseabunda al final de la noche cuando el sol bañaba todos los edificios con caricias que no apelaban al dolor de su piel morena.

Nada era justo, y así, llegó frente a una niña.

Solo diez años y la forma en que deseaba la destrucción del mundo no era ni normal. ¿Qué hacía una niña así en la calle durante la noche? Miruko no podía hacerlo, no sabía si era una prueba de la comisión para probar su lealtad pero antes de poder pie atrás, la niña extendió sus brazos y comenzó a atacar.

—¡Rumi!—gritó Shigaraki mientras veía a Miruko congelarse, sin poder hacer nada más que apretar los dientes. Tomura también sentía que era un tipo de prueba pero la niña era letal, de sus brazos extendidos salían cuchillas que pronto serían mortales para ambos. Con su velocidad tratando de mermar los ataques de la pequeña trato de golpearla para noquearla, sin embargo, había una voz en su cabeza que le gritaba tan claro…

Mátala. Mátala. Mátala. Mátala. Mátala.

—¡Tenko, por favor no lo hagas!—ahora era la voz de Rumi, de pronto los ojos de Tomura se volvieron borrosos y durante ese instante sintió el ardor en su estómago, había sido apuñalado por una de las cuchillas de la niña. Con diez años y la risa estridente que salía de sus labios por haberlo dañado, era un paraje que lo hacía sentir enfermo. Miró unos instantes a Rumi y pudo verla llorar.

Ella lo entendió.

—Lo siento—fue un susurro antes de agarrar el brazo extendido de la niña con ambas manos, la nena gritó de dolor al ver cómo lentamente su brazo se volvía polvo. Antes de que uno de los dos pudiera lamentarse por ello, ella con una de las cuchillas de su otro brazo lo cortó para detener la destrucción de Shigaraki y evitar llegará a su cuerpo. Para Tomura le fue inevitable pensar en Kai, como había hecho lo mismo con él, como había visto la muerte en sus ojos al hacerlo. La demencia tomando parte de su alma. Una niña de apenas diez años lo había hecho, solo que a sí misma. Se sentía enfermo. Rumi estaba de rodillas en el suelo viendo la escena, una vez libre se intentó acercar para tratar de detener la hemorragia de la pequeña.

—¡No te me acerques!—el cabello lacio y oscuro de la niña ocultó sus ojos llenos de dolor. Era solo una niña pero había tanto dolor en ella que no se sentía así al verla.

—Déjame ayudarte, si no lo hago, morirás—Rumi estaba herida por las cuchillas de la niña y Tomura aún estaba apretándose el estómago, justo donde la niña había rasgado su piel. Si no fuera porque tenía ventaja de sanación sobre los demás, ya habría muerto.

—¡No! ¡No me toques, si lo haces, te mataré!—era evidente que la niña estaba sufriendo así que Rumi se acercó de igual forma pero antes de siquiera concertar un tacto, la niña tomó otra vez la cuchilla y rasgó de forma muy desprolija su garganta. La sangre cayó grotesca por sus ropajes, pequeños comparados contra los de Shigaraki y Rumi. Ambos, alfa y Omega, sorprendidos completamente por la acción.

Mudos y con la mente oscurecida por completo.

—¡Alto ahí!—Rumi no escuchó a la policía pero sí sintió el brazo de Shigaraki cuando la sacó del callejón, y como el viento corría sus cabellos blancos y sus mejillas frías ante el líquido transparente de sus ojos. Llorando, estaba llorando pero no era la única. El pecho de Shigaraki temblaba contra sus oídos, al igual que sus manos. De edificio en edificio huyeron de la escena hasta acabar en un helipuerto tan alto que todo el distrito financiero se veía a sus pies. La vista era mágica pero la sensación era miserable, Shigaraki se acercó pidiendo perdón por haber hecho daño a la niña.

—Rumi, yo no sabía que se mataría de esa manera—ella levantó la vista, completamente vacía, nada de vida en ella y se abalanzó en contra de Shigaraki, tratando de golpearlo. Tomura luchó pero no había fuerzas en los golpes de Rumi, incluso sollozaba. Ambos terminaron uno sobre el otro, ella llorando y Tomura tratando de contenerla en sus manos. Ambos lo dejaron, cansados y doloridos. ¿A qué se estaban enfrentando? ¿Por qué tenía que ser así? No valía la pena, porque todo era miedo, miseria y dolor.

Y ella solo quería huir de ese sentimiento, aunque fuera solo por unos instantes.

—¿Puedes controlar bien tu particularidad?—Shigaraki asintió sin saber a qué se debía esa pregunta, sus ojos completamente enfocados en ella y su mirada. ¿Qué era eso?—. Bien, no me falles ahora.

Rumi se quitó la chaqueta negra que la hacía pasar por civil, bajo ella había un leotardo negro brillante que la hacía ver aún más sensual. La polla de Shigaraki pulsó en sus pantalones al verla, las manos de Rumi fueron por las de Tomura, las hizo delinear sus caderas, su cintura y sus pechos. Y ahí ambos se quedaron mirando mientras la respiración de ella se hacía cada vez más acelerada al sentir la curva contra su intimidad. Los dedos de Shigaraki amasaron con suavidad sus pechos, en poco tiempo los pezones de ella se presentaron contra la tela del leotardo. La boca de Tomura se hizo agua y sus manos lentamente desintegraron la tela que le impedía tocarla, Rumi gimió algo preocupada.

—Tranquila, eso fue a propósito—un segundo después de decirlo, su boca fue directo a sus pezones. Rumi dejó ir su cabeza y con ambas manos jaló el cabello de Tomura. Su boca era tan cálida sobre sus pechos, el frío era terrible pero su lengua se sentía aterciopelada. Quería más y más. Lo que fuera para borrar el dolor.

El movimiento involuntario de Rumi hizo que las caderas de Shigaraki fueran por más, buscando la humedad que estaba mojando su pantalón. Ella lo sintió y cerró sus ojos. Todas las voces en su cabeza se esfumaron cuando la mano del alfa se fue introduciendo lentamente en su pantalón, con masajes hasta llegar a la ropa interior para liberar su coño húmedo.

—Tenko...—susurró contra el oído del alfa y un pulgar acarició con cuidado su clítoris, mordió su labio y dejó que las caricias de su boca y dedos fueran hasta su cabeza, viajando por su cuerpo hasta adormecer cada músculo. La palabra Tenko hizo a Tomura entrar en un trance sin fin, chupó más fuerte y pulsó más rápido, sus dedos estaban empapados y lo único que quería era probar la mancha de los mismos pero en ese momento no podían, así que con el poco raciocinio que le quedaba, se sacó su abrigo y lo dejó en el suelo, con un movimiento rápido, Rumi estaba contra el suelo y él encima suyo, la prótesis no dió problemas así que corrió su pantalón para ver su culo. Se ahogó al ver sus pliegues brillando, llamándolo, invitándolo a entrar con su pequeña y blanca cola. Quería inclinarse y probarla pero su polla dolía como un infierno y ella temblaba por más—. Tenko, no me hagas esperar o me tocare sin tí, como lo hacías tú con mi ropa interior.

Sus ojos rubí brillaron tan fuerte que ninguna de las luces de la ciudad se le podía comparar.

Tragó duro, bajó sus pantalones y liberó su polla, pulsó la punta roma y se introdujo lentamente, la calidez de ella y sus gemidos lo hicieron entender porque su maestro nunca le había permitido tener algo emocional con un Omega. Solo Izuku, la persona que estaba destinada a sus carnes. Pero en su cabeza en ese momento no había nada verde, solo piel morena, cabellos blancos y ojos rojos. Los únicos colores que necesitaba para sentirse como el alfa más afortunado de la ciudad. Con ambas manos tomó las caderas de Rumi, la sensación lo envolvió y embobado por la vista vió como sus caderas se conectaban produciendo ese sonido húmedo que retumbaba en su pecho, haciéndolo sentir más demente, más alfa. Era caliente, ella era así, con su voz, su boca, sus piernas firmes, su pecho generoso, el movimiento de su espalda, hasta la pequeña cola temblando. Rumi merecía el mundo solo por nacer, por tenerlo en la cima de edificio, perdiendo la timidez por su falta de experiencia sobre un helipuerto. Casi drogado, dios, no había forma de aceptar que hubiera alguien más. Ella era suya, solo suya.

Con cada embestida, Rumi sonrió aún más fuerte que la vez anterior. El nudo de Tomura era grande, lo sentía cobrar vida en los pliegues dulces de su interior, tocando con facilidad su punto, sin experiencia pero diseñado para hacerla sentir placer. De un momento a otro, Shigaraki la apegó a su pecho, una mano de ellas fue alisando sus caderas hasta acabar sobre sus labios, saboreo los dedos mientras más hondo llegaba, sintiendo por completo el nudo tomar forma contra su culo. No podía más quería correrse, y cuando ya estaba en el límite, la otra mano de Shigaraki pulsó sobre su clítoris. Suaves movimientos y apretó sus piernas reteniendo el orgasmo, no pudo y apretó la polla de Shigaraki con su interior. El alfa sonrió y lamió su cuello, justo donde estaba la glándula. Rumi lo pidió, lo pidió tan fuerte que su voz se secó contra sus labios. Los colmillos de Tomura salieron y cuando su nudo explotó dentro de ella, exhaló antes de hundirlos por completo en la carne. La mano de Rumi jaló el cabello de Shigaraki y agradeció al universo por hacerla ver todos esos colores y sentir tan dichosa sensación en sus entrañas.

Dios, Tenko la había marcado y todo el dolor de ver a la pequeña morir sin hacer algo se esfumó de su piel. Y no había sensación más pacífica y magnífica que esa.

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N/A:

Muchísimas gracias a todas las personas que esperan pacientemente las actualizaciones y se dan el tiempo de leer, esta historia tiene mucho de mí y espero que esa parte de mi corazón llegué a ustedes. Les debo más palabras pero últimamente no tengo el tiempo suficiente. Atentamente, Room.

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