Capítulo XVI: Skin and Bones
•|Capítulo XVI: Skin and Bones|•
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"Somos existencias hechas de piel, huesos y agua. Nacimos para morir; en algún momento nuestros corazones nunca sabrán lo que vendrá después del último latido ante esa temerosa oscuridad llamada muerte... ¿Que nos hace diferente a un montón de hormigas que solo nacen para servir y morir ante su reina? Ellas no desean, ellas no tienen sueños que cumplir en sus corazones. Sí, somos piel, huesos y agua. Pero también somos un mar de sueños sin realizar. "
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Al principio del final de la prueba, no todos estaban en condiciones de seguir adelante con el procedimiento. Tsuyu apenas pudo terminar la prueba porque su cuerpo no podía tolerar las bajas temperaturas, fue internada de emergencia por principio de hipotermia incluso antes de siquiera poder intentar luchar contra un centinela. La misma suerte corrió Harakuge por el acondicionamiento de su traje. Ojiro quedó inconsciente antes del final y el resultado fueron varias costillas rotas durante el combate contra dos centinelas. Aoyama, Shoji, Sato, Koda, Ochako y Iida también estuvieron varios días internados por no poder terminar sus pruebas conscientes. Fumikage y Mineta formaron una estrategia que los llevó a la final pero Dark Shadow pasó días sin manifestarse por el miedo de pelear en la oscuridad contra otro igual a él. Momo y Kirishima formularon una alianza para buscar a los demás pero eso no fue posible y el tiempo los llevó ilesos a la final, el alfa estuvo unos días bajo reposo por una dislocación de hombro y varios músculos lesionados. Momo no quería decir nada acerca de su tiempo en la tundra. Estaba devastada y quizás tenía algo que ver con la mirada que Kirishima le dió antes de irse con los paramédicos. Todoroki y Mina llegaron hasta el final, se veían normales y no tenían grandes daños excepto por unos cuantos hematomas bajo sus trajes de héroe. Algo entre ellos había cambiado, pero Izuku no tuvo tiempo de pensar en ellos. Al poco tiempo que él y Katsuki dejaron la arena del examen final, Katsuki se desplomó en sus brazos. Los doctores llegaron tan rápido que lo único que pudo escuchar fue varias costillas rotas. Estuvo a su lado todos esas horas que lo mantuvieron en el hospital.
Todos los tutores fueron avisados sobre los alumnos dañados pero como era común, los padres de Katsuki no se presentaron porque estaban demasiado ocupados en sus asuntos personales. Y también, cómo era costumbre que Izuku saliera siempre herido de todos los eventos, Inko se presentó en el hospital donde el Omega estaba esperando por su novio a las afueras de su habitación, vistiendo ropa de civil. La Omega de casi cuarenta llegó asustada preguntando por su hijo pero al verlo frente a una ventana, suspiró aliviada. Se acercó hasta él, las enfermeras de turno ya la conocían así que no dijeron nada por su presencia en el establecimiento, porque la mujer era amable y no causaba ningún tipo de problema. Inko vió a Katsuki inconsciente en la cama del hospital luego sin demora vió a su hijo de perfil, verlo sin notar la presencia de ella a su lado fue un detonante, él siempre la notaba. Solo le tomó dos segundos entender la situación y ante ello, toda la situación que aún vivía con Hisashi la golpeó con fuerza.
Años esperando migajas de amor para ver a su niño esperando lo mismo de un hombre que no le iba a entregar mucho más que desagrados. ¿Qué podía esperar de él? El muchacho no era amable, era violento y sus acciones y palabras siempre parecían ser un reflejo de su corazón poco agradecido. Inko no estaba feliz y no se iba a quedar viendo cómo le rompían el corazón a su pequeño Omega.
-Izuku...-alcanzó a susurrar antes de ver cómo su hijo se daba la vuelta para verla, los grandes ojos verdes le dirigieron la mirada con terror. Ese mismo que muchos años atrás le dió su padre a la Omega mayor. Ojos que no sabían mentir, ojos que no podían ocultar el daño y la deshonestidad. Se acercó tratando de comunicarse físicamente con él pero le fue imposible, sus feromonas no podían llegar hasta su glándula, ni siquiera a la de su mano. Le vió el cuello pero no había mordida. Volvió a respirar, aún había tiempo para dar un paso atrás-. ¿Qué haces aquí? Veo que estás bien.
Izuku por unos instantes dudó en contestar. Si no fuera porque era evidente que estaba viendo a Katsuki, le hubiera mentido. Su madre era en extremo nerviosa y ella conocía bien la historia detrás de ambos. Solo el pasado porque su presente era muy diferente, realmente nunca imaginó convertirse en su novio. Su corazón aún se sentía cálido por ello y las caricias en su cuerpo, el vaho cálido aún sorprendía la plenitud de su cuello. Se sentía bien decirlo para sí mismo: era el novio de Bakugō Katsuki. Pero para el mundo la historia debía ser diferente, y más para su madre. Ella carraspeó e Izuku se despertó de su mente.
-Estaba esperando que Kacchan despertara-Inko suspiró con fuerza al escuchar el sobrenombre del alfa en los labios de su hijo. Izuku se reprimió a sí mismo pero no podía cambiar ese hábito de su corazón, su boca estaba sellada con ese nombre.
-¿Él no tiene sus padres que lo cuiden? ¿Amigos o novia? Siempre ha sido popular con las chicas, debe tener una novia o alguien que quiera cuidarlo-la palabra novia hizo temblar a Izuku. Era tan fácil saber lo que ella pensaba con sólo ver el tremor en sus ojos. Incluso se acercó a él, la diferencia de cuerpos y altura siempre eran una mención tangible del enorme abismo que los separaba. Razonar con ella era imposible por eso había entendido desde el momento que comenzó su aventura con Katsuki, que decirle sobre ellos dos no era tema. No era falta de confianza, solo que la conocía tan bien que sabía el resultado.
-Mamá, fui su compañero en el examen final. Me cuido ahí afuera, esperar a que despierte es lo mínimo que puedo hacer-trató de razonar. Inko negó con su cabeza, ella estaba a punto de perder la paciencia. No podía ver al niño que llegaba a casa con las rodillas sangrando, llorando por sus compañeros crueles, ahora clamar por un alfa que nunca hizo nada por protegerlo cuando era correcto hacerlo.
-Estoy segura que lo hizo por sus notas, dudo que haga algo por alguien más...-Izuku se alejó, claramente dolido por las palabras. No podía evitarlo-. De todas formas, no me gusta él. Es un mal alfa, muchas personas pueden dar fe de ello.
Izuku lo entendía, claro que lo hacía, si estuviera en su lugar sería casi igual. Pero debía entender que la gente no siempre era igual, y un alfa que había ido a terapia era un milagro. Sobre todo porque las enfermedades mentales y la terapia en su país eran muy mal vistas. Un alfa pidiéndole un consejo a otra persona sobre su comportamiento... Se consideraba degradante. Pedir ayuda para un alfa era sinónimo de debilidad y estaba seguro que Katsuki en alguna parte de su vida lo consideró así. Ahora verlo tan abierto a hablarlo, era asombroso. Ayudar y pedir ayuda, cosas tan normales y a la vez tan anormales.
-Mamá... Kacchan ya no es como antes. Él cambió-siguió tratando de razonar con ella, al menos esa parte de la historia. Y era verdad, Katsuki no era igual a su yo de hace años. La Omega se alejó por completo, el pasillo del hospital se sentía tan frío como el exterior. La mujer estaba tratando de calmar sus nervios, pero le fue imposible.
-Los alfas no cambian con los años, siguen siendo lo mismo. Así que no quiero que te juntes más con él, te hará daño-ella solo estaba preocupada por su hijo, no quería verlo sufrir por alguien que no podría darle lo necesario pero también estaba cegada por su dolor.
-Mamá, yo puedo elegir con quién estar. Soy un adulto después de todo-Inko quería explotar-. Además, yo y Kacchan nos iremos a vivir juntos después de la graduación. Trabajaremos con el papá de Todoroki unos meses antes de decidir qué hacer bien. Seguramente ni siquiera estaremos en el país en unos años. Me proyecto con él.
Eso fue más que suficiente para hacerla perder la poca tranquilidad que le quedaba en la sangre y realmente se arrepintió de hacerlo pero no había vuelta atrás, su boca se movió sola.
-¡No puedes hacerlo!-al ver que su hijo no estaba bromeando, sus pulmones dolieron y su garganta se apretó. Debía salir del hospital, no se sentía bien estando tan encerrada. Agarró a Izuku de la mano y lo jaló para irse con él-. Sabes, mejor vámonos a casa y hablemos ahí con más calma.
-Mamá tengo que verlo...-él no usó excesiva fuerza para soltarse pero cuando usó la mínima, se sintió tan culpable por hacerlo. Si tan solo ella entendiera no tendría que ser el malo de la historia.
-¡No me discutas, Izuku! ¡Sé lo que es mejor para ti y ese alfa no lo es!-ella lo volvió a tomar de la mano, el escándalo que estaba haciendo ya había llamado la atención de dos enfermeras que seguramente estaban comunicándose con unos guardias.
-Pero...-Izuku notó las miradas, no quería irse. No así, debían hablar bien las cosas. Entonces en ese momento sintió las cálidas feromonas de Katsuki, fue un tacto suave. Se sintió bien sentirlo después de verlo desplomarse en el suelo por culpa del dolor de las fracturas.
-No te preocupes Deku. Estoy bien, ve con tu madre-sus ojos... Tenía la mirada baja y al verlo a los ojos pudo ver un poco de dolor. Por supuesto que era incómodo y doloroso para él tener que presenciar algo así. Quería ir a sus brazos y decirle que lo que decía su madre no era así.
-Kacchan...
-De verdad, estoy bien-fue un leve asentimiento que se sintió como un abrazo, le costó respirar pero para su madre fue fácil. Ella no entendía lo mucho que había detrás de eso.
-Ves, vámonos a casa-ella no alcanzó a leer el ambiente entre el Omega y el alfa porque no pertenecía al círculo íntimo de los dos. Izuku mientras se iba con su madre al ascensor al final del pasillo, observó de soslayo a Katsuki. Entró encorvado a su habitación, la expresión de su rostro era de profundo dolor físico. Había fingido estar bien para no preocuparlo, iba a volver por él después de calmar a su madre. Solo tenía que decir las palabras correctas pero no sabía si su Omega interno estaría de acuerdo con eso. Parecía no estar feliz con la situación. Muchos años bajando la cabeza para escuchar a los demás le estaban pasando factura, él se estaba revelando y parecía ir por más que solo unas palabras tranquilizadoras.
Al salir por la puerta principal del hospital, a las afueras del enorme establecimiento, había unos cuantos manifestantes con pancartas que hablaban sobre la abolición de la profesión heroica. Después de que las personas se enteraran que los estudiantes de la UA seguían con sus clases normales, todos enfurecieron. Pocas personas realmente querían héroes en las calles pero siempre parecía haber alguien que necesitaba una mano.
Gritos en las noches, explosiones por manifestaciones y deseos oscuros por todos lados. No había forma de arreglar lo que estaba roto en los corazones de esas personas, y a veces Izuku realmente se preguntaba si su sueño de ser héroe valía la pena al ver todos esos rostros enojados. Sin embargo, lo hacía por aquellos que alguna vez fueron él. Aquellos que no podían levantar sus manos porque tenían miedo o simplemente su género secundario no se los permitía. Solo siendo joven podría hacerlo. Porque sabía lo que la vejez le haría a su cuerpo. Lo veía todos los días en Allmight. Y no es como si su cuerpo ya no lo sintiera, le dolían las articulaciones de los brazos y a veces su cuello sufría las consecuencias de las montañas de estrés que vivía cada día pensando en su futuro.
Caminaron unas cuantas calles, el uniforme de la UA se sentía pesado en su bolso al ver tantas miradas. Pero era una de las pocas veces que se sentía discriminado por ser algo que realmente quería vivir. Era diferente a ser discriminado por ser Omega, realmente se sentía bien mentirle a todo el mundo y al mismo tiempo era un desastre por ello; porque sabía que era una bomba de tiempo.
Su madre se detuvo delante de una tienda de alimentos, viendo lo que estaba comprando, dedujo inmediatamente que haría Katsudon. Esa era su forma de disculparse por algo, porque su boca estaba cubierta con ego para hacerlo a través de las palabras. Izuku se detuvo, ella estaba esperando aquello. Desde que salieron del hospital quería escuchar sus excusas. Solo quería apelar a lo que realmente encontraba correcto, los dos lo hacían. Y por un momento, Izuku pensó en todas esas veces que su madre le había hablado de su padre. De lo que él hacía y cómo la hacía sentir querida y al mismo tiempo atrapada. Después recordó lo suave que se sentía su piel al tacto del alfa, como sus manos cálidas lo recorrían como si fuera una pieza delicada, como se sentía feliz y único. No quería decirle que eran novios pero hablarle desde la verdad de su corazón se sentía bien, se sentía correcto. Se detuvo, ella también lo hizo y espero.
Como todos esos años que esperó a Hisashi en la puerta de su hogar.
-Mamá, no tienes que ser así con Kacchan. Él ha sido el alfa que me ha estado ayudando a mejorar mi salud. Gracias a él no he estado con cólicos y celos largos, me he sentido mejor. Casi sano...-ella lo detuvo antes de terminar, no tenía las fuerzas suficientes para escuchar el resto de las excusas.
-No quiero oírlo Izuku, ese alfa te romperá el corazón. Puedo verlo en la forma que te mira, como si te quisiera comer.
Izuku tragó duro.
-Mamá, entiendo que creas que es así pero Kacchan no es Hisashi. Él no me dejara solo, es un alfa diferente-las cebollas cayeron ante la mención de Hisashi, Izuku solía tenerle un poco de resentimiento a la palabra padre, por eso siempre usaba su nombre. Ella deseó tener las fuerzas para alzar la mano y pegarle pero no podía, de cierta manera, le tenía miedo. Sus ojos eran iguales a los de su padre.
-¡Todos los alfas son iguales, Izuku! ¡Todos te hacen daño, te preñan y se van!-Algunas personas en la tienda guardaron silencio, otras siguieron comprando como si nada. No era extraño ver omegas perder el control y más si no estaban emparejados-. Por lo menos tu padre era un hombre de familia con dinero. Bakugō no podrá proveer lo necesario, él no tiene nada. Nunca podrás hacerlo solo, porque estar con él será como estar solo.
Izuku casi explotó.
-¡Yo también puedo proveerme de mis propias cosas! No soy una persona indefensa, he luchado por estar aquí, puedo mantenerme bien.
Inko recogió sus cosas y antes de ir a pagar, observó con dolor a Izuku.
-Hijo, te has destruido para estar aquí. Tus huesos ya no pueden más, tus músculos están fatigados de tanto trabajar. Has estado tantas veces al borde de la muerte que siempre que suena el teléfono en casa, creo que es para que me digan que estás muerto. No estás diseñado para ser un héroe, estás diseñado para formar una familia. Para tener hijos-y esa era una gran mentira. Izuku no podía tener hijos sin correr el riesgo de morir. E Inko lo sabía, hasta lo profundo de sus huesos. Lo había dicho para dañarlo.
Y lo consiguió.
-¡Yo no puedo hacer eso! ¡Podría morir, mi cuerpo tampoco está diseñado para albergar vida! ¡Soy defectuoso y lo sabes bien, mamá!-las lágrimas cegaron la vista de Izuku pero ella no quería tenerle más piedad.
-¡Dar la vida por los que amas es lo más noble que puedes hacer!-Izuku no podía más.
-¡Es lo que hago!-su pecho se hinchó con aire sucio, lleno de resentimiento y dolor-. Doy cada día mis pulmones para ser un héroe, porque es mi sueño.
-Solo estás siendo suicida.
-¡Cada persona puede elegir cómo morir! ¡Tener hijos también es algo suicida para mí!-ella se alejó al sentir como la voz de su hijo a cada momento se hacía más alta, como si fuera una persona diferente. Pero no iba a dar paso atrás. Tenía un punto y lo iba defender.
-La única diferencia hijo, es que siendo héroe dejaras una estatua fría que algún día romperán porque no ha cumplido con sus expectativas. Siendo padre, dejarás atrás un cuerpo caliente que te irá a visitar al cementerio cada vez que se sienta solo. Alguien que siempre te recordará con amor-cada palabra era una cuchilla en el corazón de Izuku. Siempre se odio por ser Omega, pero más por no serlo completamente. Por no ser anormal hasta en su propio género-. Eres un Omega, no puedes negar lo que realmente eres. Te quiero, siempre te he querido por lo que eres realmente... Y ser héroe no es algo que debas ser. Solo mírate al espejo, cada cicatriz es un trazo más cercano a la muerte.
¿Muerte? Ella no sabía, no la había visto a los ojos. Era verdad, no estaba diseñado para ser héroe pero tampoco para ser padre. Y no quería serlo, era egoísmo siquiera pensarlo.
Sin decir una palabra, se fue. Su madre no lo detuvo, aunque se alegró por ello. Por lo menos así tendría la oportunidad de llorar con más calma, sin responder preguntas incómodas. Caminó hasta que volvió al hospital, la recepcionista lo reconoció y con cuidado de no llamar demasiado la atención, se fue hasta la habitación de Katsuki. Ahí estaba el doctor dándole la pauta sobre sus descansos y medicamentos, deseó acercarse y abrazarlo pero tenía que mantener la imagen de compañero de clase. Todavía era un beta delante de ellos, y un beta abrazando a un alfa era algo extraño por no decir inapropiado. Se quedó fuera de la habitación, cuando el alfa se liberó de las indicaciones del doctor, Izuku lo ayudó. Caminaron sin decir una palabra, en silencio se encaminaron a la UA. A Izuku le dolían los pies de tanto caminar, o quizás no eran los pies. Era un poco el silencio que hacía el ambiente entre él y Katsuki. Antes de llegar a la UA, Katsuki lo tomó de la mano y lo hizo correr por unos callejones hasta que llegaron a uno dónde la noche no parecía dar tregua.
Era oscuro y hacía frío pero en los brazos del alfa todo se sentía tan cálido que se dejó envolver por el abrazo.
-Joder, quería hacer esto desde que te sentí a través del puto cristal de esa asquerosa habitación-Izuku restregó su rostro en el pecho del alfa, sintiendo el calor y su aroma a través de las vendas y sus ropajes de invierno. Su chaleco negro con cuello de tortuga ocultaba bien el pequeño círculo que sus dientes había dejado. Se sentía tan íntimo compartir el enlace, aunque era débil por su mínimo poder de Omega, se sentía adecuado, perfecto. Con la mente en blanco, se quedó ahí. Entumecido por los círculos que las manos del alfa formaban en su espalda baja, abrazándolo con tanta delicadeza que se sentía envuelto por nubes. Tan querido, tan amado.
-Perdón por todo lo que dijo mi madre, ella... Bueno, es un poco cerrada de mente la verdad.
-No tienes porqué disculparte, es lo mínimo que esperaba de ella. Después de todo, aún sigo siendo el chico que te ignoró por mucho años, eso no es algo fácil de borrar-Izuku negó, tratando de hablar pero su boca se sentía seca-. Ahora, porque no mejor me dices porque estuviste llorando.
-¿Se nota tanto cuando lloro?-Katsuki se alejó tomando sus manos heladas por el frío, las besó y luego lo observó directamente. El cielo estaba casi naranja, estaba helado, parecía que iba a llover en cualquier momento.
-Tus ojos cambian de color y tus mejillas forman ese pequeño rubor que no es suficiente para llamarlo calor-después, con ambas manos frotó suavemente el rostro de Izuku-. No llores, nadie merece tus lágrimas.
Izuku río, amando el contacto de sus rugosas manos, solo un poco más que las suyas.
-Solo tú-el alfa negó, se acercó hasta sus labios, solo un centímetro.
-Y mucho menos yo-y luego lo besó, fue poco a poco por sus labios. Hasta cubrir por completo su deseo en ellos. Izuku se acercó más, sintiendo la textura de la barba de Katsuki. El aroma del ungüento que le echaban a la piel después del tratamiento de sanación y el almizcle de su piel. Se alejaron, Izuku solo necesitaba algo así. Después de unos minutos besándose, comenzó a llover. Se alejaron riendo y corriendo fueron por unos paraguas. Se fueron felices a la UA, y a Izuku se le olvidó decirle porque estaba llorando. Katsuki no insistió y al llegar a los dormitorios, Todoroki los estaba esperando para pedir perdón. Mina también estaba ahí, un poco más nerviosa de lo normal.
Izuku no sabía qué decir, Katsuki solo se mofo y se fue a dormir porque estaba agotado por el tratamiento que le habían dado en el hospital, por mucho que sus costillas parecían estar sanas, el cansancio era casi mortal.
Ahora todo estaba más tranquilo así que no había nada más que hacer, solo esperar por aquellas palabras. Mina invitó a Deku y Todoroki a jugar en la sala común. Los tres jugaron hasta que los demás se unieron en un cooperativo, era los últimos momentos antes de saber los resultados finales y el arreglo para los estudiantes que no pudieron terminar bien el examen final. Izuku olvidó las palabras de su madre y cuando no pudo más con el cansancio en sus huesos, se coló en la habitación de Katsuki. Recibió un beso en la frente y un "buenas noches nerd" antes de dormir profundamente en el pecho de alfa.
Todo se sentía bien, todo estaba en su lugar y por alguna razón, su mente también se sentía así. Aunque en el fondo, sabía que en algún momento todo lo que se estaba guardando en el corazón, explotaría.
...
Mirko estaba destruida.
Bebía hasta que su estómago devolvía todo en el baño que Shigaraki religiosamente limpiaba cada día hasta que el suelo reflejaba su rostro lleno de cicatrices. Solía sostener su larga cabellera plateada en un moño, pero ella se lo cortó al tercer día después de ver todas las atrocidades de su mundo resumidas en vómito con sangre. A veces incluso se dormía ahí, en el borde del baño con la boca saboreando el dolor de sus entrañas, con la acidez quemando su lengua y garganta. Fueron días difíciles hasta que al quinto día, se bañó, maquilló su rostro y le pidió a Shigaraki que la acompañara hasta la central para dar el informe mensual sobre su estadía en casa. El alfa no sabía qué esperar, su cabeza estaba entumecida en la sensación de querer ayudarla pero seguía teniendo la débil voz de su maestro en la cabeza. El hombre seguía ahí afuera, seguramente creando un ejército más grande que el anterior. Porque la grandeza aún no era suficiente para él. Shigaraki no podía usar su particularidad pero lo sentía todo a su alrededor, como incluso la comisión de héroes cada día se parecía más a ese hogar que albergó su corazón por años.
Eran iguales desde lejos, ambas facciones querían controlar y descontrolar una parte de las personas. Sin importar el costo de sus soldados, de niños y almas sin resolución. ¿Justicia? No, eso no existía. Había villanos asquerosos como héroes del mismo tipo. ¿Alguno realmente cambió? Pocos podían presumir ese cambio.
Al caminar por las calles, viendo a su alrededor todas las personas caminar con dudas y dolor, siendo retenida pero no del todo porque detrás de sus ojos había algo... La noche ocultaba ese algo, esa libertad bajo el manto de la destrucción y el resentimiento. Sería tan fácil convertir todo el polvo, pero cuando Mirko lo miraba con esa desesperación casi invisible, todas sus ganas de destruir se convertían en champagne. Burbujeando en una copa fina. Poco a poco perdiendo el sabor y la textura. No sabía cómo sentirse respecto a ello, nunca deseó a una mujer. Izuku no era un deseo personal como el que ella le provocaba. Quería destruir a Izuku y a Mirko... La anhelaba cuidar con sus manos. Si tan solo supiera como destruir el dolor en las personas, todo sería más fácil.
-Tenko.. Espérame aquí-su voz lo llamó cuando estuvieron a punto de entrar al enorme edificio de la comisión. Ella tenía la tarea de informar si Shigaraki ahora era más humano para dejar de ser una amenaza inminente. La verdad, es que sí. El alfa ya no tenía actitudes violentas como al principio. Era un avance pero ella sabía lo que eso significaba, volverlo una herramienta más de la comisión. Así que mintió.
Shigaraki se quedó afuera de la enorme sala de reuniones, esperándola como ella se lo pidió. Todo estaba tranquilo, apenas podía escuchar lo que ocurría al interior y así pasaron unas horas que alcanzó a usar para tratar de establecer una conexión espiritual con Izuku. Era increíble lo difícil que era comunicarse con él, si fuera para hacerle daño, lo harían sin siquiera ser consciente. Su cuello ardía cada vez que intentaba fomentar una conexión, se sentía vacío cada vez que lo intentaba y tenía una leve sospecha del porqué. Izuku había marcado a alguien y estaba seguro que esa persona era Katsuki, era lo único que tenía coherencia en su cabeza. Porque si el alfa lo hubiera hecho, se sentiría diferente. Como si estuviera tratando de alcanzar una cuerda rota. Sin rumbo, sin retorno.
Un lugar que le dolería aunque no estuvieran destinados a amarse.
Pasó el tiempo y ella salió, con una sonrisa triunfal. Una que se degradó al salir de la comisión, Rumi siguió tomándole la mano. Un apretón firme que Tomura no sabía cómo responder, caminaron en silencio por mucho tiempo hasta que se detuvieron delante de un parque lleno de nieve. El frío acompañó sus cuerpos cuando ella decidió que era momento de hablar. Shigaraki no quería hablar, no quería mostrar preocupación hasta que ella lo miró. Ojos rojos directos en su alma, tan intensos y divergentes al mismo tiempo. Una mirada intensa y al mismo tiempo fría. Como una reina del hielo.
-Ellos... Quieren que trabajemos juntos, que formemos una agencia. Pero que nadie en los medios lo sepa. Ser anónimos, unos dos años trabajando sin errores y luego serás libre. Aunque no del todo, porque seguirás trabajando con ellos. Pero ya no tendrás que soportarme a mi.
Tomura tragó duro. Por descuido se convirtió en una víctima al llegar a su vida, fue algo tan imperceptible pero al mismo tiempo tan frágil que no tenía tiempo. No podía impedirse, su corazón no encontraba a Izuku y extrañamente su alfa quería tacto. Algo que las llagas de sus manos pudieran sentir, algo que sus labios pudieran percibir. Ella estaba grabada tan fuerte en cada uno de ellos que siquiera pensar en el tiempo que podrían estar juntos y luego separados... Era aterrador. Se detuvo a sí mismo de gritar porque ella continuó hablando. Pero había algo diferente en su voz. Ya no estaba la luchadora, solo había súplica.
-Por favor, ayúdame a volver. A ayudar a esos niños aunque sea un poco, sé que para tí quizás no sea la gran cosa por todo lo que has visto pero... Te dejaré ir si me ayudas. Volverás a tu maestro, solo quiero salvarlos... Por favor-y ella no era una persona que fuera por la vida implorando. Tomura tomó su mano con fuerza y una extraña sensación se alojó en su estómago. ¿Qué sensación era la que estaba consumiendo su cuerpo? Hasta su alma se sentía tocada por ese sentimiento. Rumi lo observó, el alfa fue con su otra lágrimas por esas gotas que estaba cayendo por sus mejillas. En ese lugar, cuando ella restregó su rostro contra su mano, que en pocos segundos podría esa palma convertirla en polvo, con total confianza y devoción... Tomura dejó caer su corazón justo al lado de sus pies.
Omega dura.
Alfa destructivo.
Sin tiempo.
Sin oportunidad.
Absolutamente solos.
Entendió a Izuku porque había escogido a la bestia de la UA. Si él se sentía así con él, sólo Dios podía detener ese sentimiento. Si pudiera, le entregaría el mundo. Todo sería de ella.
-Te ayudaré-casi se ahoga al decirlo pero fue casi liberador hacerlo-. Haré todo lo posible por hacerlo.
Ella sollozó, fue un llanto fuerte pero a nadie le llamó la atención porque era una Omega llorandole a un alfa. Tomura hubiera deseado llorar con ella, trató pero no pudo. Su corazón recién estaba empezando a sentir sensaciones positivas. Era un mundo nuevo, uno que su maestro no le había enseñado y era extrañamente maravilloso.
Cuando llegaron a casa, comieron helado en el sillón mientras veían una serie. Hablaron sobre tantas cosas triviales que al final de todo, por primera vez en su vida, Tomura dejó ir sus feromonas tranquilizadoras. Rumi durmió en su regazo, Shigaraki tembló pero su muslo se acostumbró demasiado rápido a la sensación de su peso. A sus orejas suaves y los ronquidos que sus labios dejaban ir. Cuando ella se acomodó y empezó a babear, Tomura tomó el teléfono de la mesita de noche al lado del sillón, marcó un teléfono que conocía bien y esperó. Solo esperaba que ella todavía tuviera el celular en su poder. Espero y espero...
-Estaba esperando tu llamada-la música al otro lado de la línea era ensordecedora, también había un pequeño gemido que Shigaraki podía registrar como una Omega. Toga siempre había sido débil por ellas, ahora lo entendía.
Los omegas eran seres mágicos.
-Tenemos algo que hacer-Toga, sosteniendo con fuerza las caderas de su amante, sonrió. Era una alfa aventurera y había estado esperando esas palabras desde hace meses. Su mente había sido prisionera de una penumbra mental con las sombras de Jin, Izuku y Ochako en ella pero ahora, después de todos esos meses, había algo para olvidar el sabor amargo. Porque aún estando con una Omega muy dulce, su corazón seguía persiguiendo lo imposible-. Se trata de mi destinado.
Toga río, increíble pensar que alguien tan frío y cruel como Shigaraki tuviera un destinado.
-¿Destinado? ¿Tienes algún Omega que no conocíamos o qué? ¿Es alguien de la liga? ¿Es una enfermera del hospital donde te mantuvieron encerrado? ¿O es la heroína conejo que te tiene en custodia?-Shigaraki no dudo porque no tenía miedo de decir la verdad.
-Es el mocoso de la UA-Toga casi deja caer su celular-. Pero eso no es lo importante ahora. Te daré los detalles en unos días, por ahora prepárate, esto será difícil.
Y luego cortó. Fueron unos simples segundos, la mente de Toga se bloqueó y con la mano temblando ante las palabras, sacó un cuchillo de su muslo y lo enterró en la espalda de la Omega. Antes de que ella pudiera gritar, Toga ya le había cortado el cuello. Salió del baño con las manos ensangrentadas, pero las luces bajas del club le ayudaron a ocultar el rastro. Se fue tal como llegó, sola y con el corazón en una entropía. Siempre volviendo al mismo lugar porque no había nadie para ella, solo para los demás. Sin destinado, sin amor, sin compañero y con amigos que tenían su propio camino. Hasta Dabi se había ido con otra persona.
Antes habría hecho algo, pero ahora solo le dolía.
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