Capítulo X: Fetish

•|Capítulo X: Fetish|

"La poesía de la destinación es hallar en el otro lo que falta en el corazón propio; seguridad, amor, felicidad, piedad, maldad... Partes equitativas entre luz y oscuridad, manteniendo el gris para formar un equilibrio. Cuando no existe el equilibrio entre ambas almas, el alma más débil contaminara a la más fuerte. Con la sola intención de corromper el diseño natural de un modelo que estaba destinado a fracasar."

....

La pérdida de Kyōka dividió a la clase entre las personas que todavía la recordaban con cariño, y las personas que deseaban dejarla ir para que no doliera más su ausencia. Denki era una de las personas más afectadas aparte de Katsuki y los padres de ella. En ocasiones se dormía en la habitación de ella, en el suelo frío porque los padres de Kyōka se habían llevado todo y no querían nada que ver con la Academia. Denki pasaba horas ahí, mirando las manchas personales de la habitación y apreciando el leve aroma a canela hasta que el frío lo hacía temblar. Shinsou siempre lo iba a buscar a altas horas de la noche, lo tomaba en brazos, acunando su cuerpo y le repetía mil veces que estaría a su lado para siempre. Porque ahora el rubio le tenía un profundo terror a perder más personas importantes de su alrededor. Pasó de estar en compañía de sus amigos a tener siempre de la mano al alfa de cabellos índigo, apretando tanto su mano que le dejaba roja la piel.

Aizawa no decía nada sobre el cambio repentino de comportamiento, él también estaba de alguna forma de luto. Guardando silencio, dando consejos emocionales y alertando a cada uno de sus alumnos sobre lo que el futuro podía quitarles. Porque si todos debían ser honestos con ellos, el ser héroes era sinónimo de una diana en la cabeza. Todos y cada uno de ellos se aseguraban de cierta manera una estancia en el purgatorio, con la muerte caminando a su lado. Arrebatándoles hasta lo más mínimo si la ocasión se daba.

Debían ser más fuertes, debían convertirse en sus propios pilares.

Y el día que Allmight fue a entregar una charla sobre el costo emocional de las pérdidas humanas, Katsuki no estaba ahí para escucharlo. No había explicaciones del porqué. Izuku estaba preocupado por ello pero a mitad de la clase, recibió un trozo de papel donde decía que Katsuki estaba en cama, con fiebre y teniendo alucinaciones sobre Tomura y Kyōka. Kirishima fue la persona que se lo arrojó, honestamente, estaba un poco sorprendido que quisiera hablarle después de lo ocurrido en la biblioteca.

La clase terminó con más de alguno llorando por las palabras de Allmight, Izuku aunque estuviera frente al hombre que más admiraba no podía parar de pensar en el papel entre sus manos. En cómo pesaban las palabras, sobretodo la de Tomura en ella. No había ninguna razón de porqué Katsuki tendría alucinaciones con Tomura. No tenía sentido pero el solo hecho lo tenía ansioso. El timbre sonó y salió rápidamente ignorando a Ochako y sus deseos de hablar. Kirishima lo siguió hasta que ambos se hallaron frente al pasillo de los baños. Lejos de todos los ojos inquisitivos de sus compañeros.

—¿Qué pasó exactamente?—Izuku fue el primero en hablar, no tenía tiempo para preocupaciones banales sobre su conflicto pasado. Kirishima se acercó, un poco dubitativo de hablarle tan directamente. Parecía tenerle cierto resentimiento mezclado a la perfección con un miedo justificado. La grieta que poseía en su mejilla al endurecerse era preocupante pero nadie debía saberlo. Sobre todo él.

—No lo sé, últimamente no es el mismo. Siempre gritando entre sueños, llamando a alguien... Pero hoy fue diferente, nunca había sentido ese tipo de feromonas proveniente de él. Era como si estuviera listo para matar a alguien con ellas, era asfixiante estar en el mismo pasillo que él. Trate de hablarle pero antes de siquiera ser capaz de tocar su puerta, escuché sus gritos. Como amenazaba a Tomura, alegando que debía alejarlo de ti antes que te hiciera más daño, como debía desgarrar su garganta caliente. Poco después llegó Recovery Girl con Aizawa para calmarlo, le pregunté qué le pasaba pero ella también estaba confundida. ¿La conclusión más lógica? probablemente sea víctima de un celo tan agresivo que le dió fiebre con alucinaciones. Estuve averiguando un poco y es muy probable que sea por una distracción externa que amenace su dominio... Ustedes, ¿pelearon o algo por el estilo? Honestamente eres la única persona lo suficientemente importante para ponerlo de esa manera—Izuku no sabía cómo procesar toda la información. Lo único que podía ver en los ojos de Eijirou después de su relato eran celos y preocupación, no los había visto así antes pero ahora eran una revelación importante. Antes siempre se veía el rojo sangre curvado en una admiración casi ciega, ahora era más que un anhelo. Era demasiado claro que estaba enamorado de él. Y el solo pensamiento hizo que Izuku se pusiera más nervioso aún.

Pero como pudo, lo ignoró.

—Creo que es mejor que vaya a verlo y le pregunte directamente que le ocurrió—Kirishima lo detuvo, estaba serio. Su lenguaje corporal era casi defensivo. Para él, la idea de Izuku pasando un celo con Katsuki era... Casi insoportable, así que recurrió a lo evidente.

La biología.

—Sé que ustedes dos están teniendo "algo", pero si lo ves en el estado que está actualmente, no podrá controlarse a sí mismo y te hará daño. Eres un beta, tu cuerpo no está preparado para recibir un celo de alfa, y menos uno tan agresivo como este—Izuku se soltó. ¿Quién se creía al hablarle así? Sus feromonas lo estaban dominando al verse a sí mismo en esa situación. Él no tenía ningún poder sobre él, pero que quisiera dominarlo de esa manera, lo mantenía nervioso y más aún con algo referente a Katsuki. Y mucho más por esos sentimientos que no sabía guardar para sí mismo. Kirishima realmente le estaba provocando una molestia que no sabía controlar.

—No es tu problema si yo me hago daño, haré lo necesario para ayudarlo.

Kirishima tragó duro.

—En ese caso, deberías buscar a una Omega. Tu no podrás satisfacerlo, querrá algo real no una sensación pasajera—espetó. Izuku no lo podía soportar más, quería que Kirishima se callara en ese mismo momento. Él era real, era un Omega. Lo necesitaba, él nunca podría entenderlo. Nadie podría hacerlo, ellos se necesitaban mutuamente. Izuku lo necesitaba para alejar a Shigaraki y sus malestares, y mientras Katsuki lo hacía para satisfacer sus necesidades.

No había pérdidas.

—No lo entiendes y nunca lo harás, yo puedo ayudarlo así que déjame hacerlo—estaba tan enojado con él que no pudo controlar sus propios colmillos, Kirishima lo soltó inmediatamente al ver las afiladas puntas salir de sus labios rosados, asomándose de forma amenazante para atacar su cuello. No podía oler feromonas, pero ningún beta sobre la tierra podría tener colmillos tan blancos y alargados. Se bloqueó instintivamente y lo dejó ir.

¿Por qué todo era tan complicado?

...

Dolía, era el tipo de dolor desesperante que cruzaba por sus músculos tendiendole una trampa a los nervios más sensibles de su carne. Apretando aquellos que buscaban un poco de descanso, desgarrando cada uno al mismo tiempo que pensaba siquiera en moverse. Se suponía que sus celos eran casi imperceptibles. No dolían, no eran un gran problema. Nunca sintió la sensación de buscar cualquier cosa para calmarse porque su carne estaba desgarrándose en pequeños trozos, y estaba cansando de tanta tortura. Pensó que solo sería una fiebre, pero después llegó la necesidad y con ella la evidente desesperación.

Su cabeza bombeaba sangre por todos lados, cada parte de su cuerpo quemaba. Estaba hirviendo, se le habían acabado los tres litros de agua que Recovery Girl le había traído con medicamentos que inhibirían su instinto. No funcionaba, cada pastillas que había tratado de tragar estaba fuera de su sistema, su metabolismo se sentía excitado. Su polla, cada vez que la tocaba con las mantas, aunque fuera solo para aliviarse un poco, era como una puñalada en sus testículos. Dolía tanto que ya no podía siquiera llorar, todo eran gritos, dolor y fiebre. Cómo si su cuerpo estuviera cobrando venganza por cada año que perdió sin el celo. Sin el instinto que lo estaría guiando hacía un poco de alivio sexual.

Cuando el dolor lo volvía loco, lo único que podía pensar era en el odio que Tomura le provocaba, en lo mucho que sus manos deseaban desgarrar su carne, sentir el calor de la sangre, la piel de su asquerosa boca seca torcida en una mueca mortal. Disfrutar el brío de sus feromonas buscando ayuda, no sabía porqué pero la sola idea de acabar con la vida de Shigaraki le provocaba un placer casi desolador. Luego de pensar en las mil maneras de hacer a Tomura sufrir, venía a su mente una sonrisa amable. Piel manchada por pecas, piel rosácea con color en ellas. Con un latido constante bajo la piel, pulsando su corazón lleno de vida. Ojos tan hermosos que el turquesa se veía reflejado en sus ojos rojos.

Y bueno... El celo lo estaba volviendo un sediento por los muslos de Izuku, por el líquido saliendo de sus interiores, por el olor de su intimidad, por su polla semi erecta. Podría comérselo durante todo el día y nunca sería suficiente. Nada podría serlo cuando el dolor por unos instantes cesaba y lo dejaba dormir por diez minutos, todo lo que podía soñar antes que el dolor lo volviera a despertar era en su boca. Recordando ese día cuando lo chupó con ansias.

Su mente era un lío por ello, su cuerpo dolía cada milímetro y sentía decenas de puñaladas en sus testículos cada vez que pensaba. No podía ser peor.

Excepto que si, podía ser peor.

Su nariz lo llevó directamente a la parte posterior de su cama, en un rincón que difícilmente podría acceder con la boquilla de la aspiradora. No lo había sentido antes porque su nariz estaba dañada desde que Kyōka se quedó en su cabeza. Era una prenda de ropa, un boxer de Izuku, uno usado y que probablemente apestaba a sudor. Sin duda cuestionable de no ser porque su polla estaba buscando esa suciedad.

Extendió la mano y cuando tocó la tela, la piel de su extremidades tembló. Cobró vida, sudo frío de solo sentir las feromonas viejas de Izuku contra su epidermis. Sus ojos se volvieron blancos, apenas pudo conectar su boca contra la tela sucia, apestando al culo de Izuku, su polla goteo, el líquido preseminal estaba hirviendo. Echaba vapores al tocar la tela de su cama, encorvado en ella, semidesnudo de rodillas con solo una sudadera, apenas pensando por sí mismo porque tenía la mitad de la cara metida en la ropa interior de su amigo de infancia, uno que estaba considerando irresistible.

—Joder, Deku sería tan ideal que estuvieras aquí mismo—su voz estaba grave contra su garganta, sus cuerdas vocales sufrían por un poco de agua, o la mancha de Deku. Se conformaba con cualquiera de ellas.

Su respiración se volvió irregular, de solo olerlo su cuerpo estaba respondiendo. ¿Podía correrse sin tocarse la polla? No lo sabía pero sería algo muy interesante de contarle a Kaminari cuando esté muy ebrio. Solo un poco, solo si pudiera tocarse sin sentir sus malditos testículos arder con pequeñas cuchillas al hacerlo. Necesitaba solo un poco de Deku. Solo un poco, si tuviera una foto mínimamente subida de tono podría correrse.

El celular.

Tomó el boxer de Izuku y se lo metió a la boca, el sabor de la tela casi lo hizo masticarlo. Estaba como loco, cuando apenas tocó el celular su puerta resonó con tres simples toques de unos nudillos que tenía una leve inclinación por culpa de cinco cicatrices en su mano. Iba a tomar el pomo cuando lo escuchó:

-Kacchan, ¿puedo entrar?-su cuerpo lo traicionó, cayó de rodillas al suelo quejándose por el orgasmo arrollador que su sola voz le provocó-. ¿Kacchan?

Izuku abrió la puerta, la imagen de Katsuki encogido en su alfombra con un rastro de semen entre sus piernas y con un nudo a medio hinchar; sin mencionar la cara roja con el sudor complementando el escenario... Izuku lo consideraría gracioso de no ser por la sensación creciendo en la boca de su estómago al verlo, bajando lentamente hasta sus entrañas y a ese lugar que sus juguetes tocaron con premura horas antes cuando no había podido pensar en nada más que el asco que le provocaba soñar con Tomura tomando cada parte de sí mismo como si fuera de él. Katsuki ahí, levantando la vista, suplicando por ello, lo hizo dar el paso y cerrar la puerta detrás de sí mismo. El alfa apenas se sentó, y esperando por él, escupió el boxer sin que el otro se diera cuenta. Aún con el celo mermando sus sentidos comunes, su cuerpo seguía estando a las órdenes de Izuku.

El Omega se adentró, comenzó a sudar por las feromonas en el ambiente, acariciando constantemente su piel, sacando a flor de piel todas esas pasiones reprimidas durante semanas. Sacó de su mochila amarilla el collar anti mordidas de cuero blanco, lo suficientemente grueso para ser incómodo y apenas flexible para tenerlo erguido en todo momento. Levantando su mentón lo apretó alrededor de su cuello, cubriendo la glándula de feromonas que comenzaba a excitarse. Era incómodo, Katsuki se levantó inmediatamente negando con la cabeza. Por ese instante, su desnudes, la evidente e incómoda erección y la molestia en cada centímetro de su cuerpo no le importó. Con sus manos le quitó el collar, lo arrojó a la cama y fue en busca de su bozal de cuero entre el montón de condones y lubricante que tenía.

—No te dejaré usar eso—los ojos de Katsuki lo miraron por unos instantes, quemándolo vivo antes de continuar con su bozal. Izuku negó, tomando el collar de la cama, se lo puso sin siquiera pensar. Sentando ahí, con la puerta cerrada y la ventana de igual manera, el alfa se veía imponente. No eran tantos centímetros los que los separaban pero agradecía cada unos de ellos.

—No, quiero besarte—Katsuki se acercó con su ceño fruncido, Izuku se estremeció. En completo silencio porque sabía que sí se quejaba, sería escandaloso y nadie sabía que estaba ahí. Excepto Kirishima, pero no le importaba su opinión.

—Con una condición—el alfa se arrodilló en frente suyo, separando ligeramente sus rodillas.

—¿Cuál?—tembló, tenía un poco de miedo por la respuesta de Katsuki pero al mismo se sentía excitado de solo pensar en lo que podría pedirle.

Siéntate en mi cara, ahogame con tus muslos. Que valga la pena no usar bozal—con cada palabra se acercó más hasta Izuku, hasta que ambos estaban a solo dos centímetros de concretar un beso—. ¿Harías eso por mí, nerd de mierda?

Brillaron sus labios alrededor de los otros, respirando el aliento que salía de sus bocas al finalizar un breve beso. Izuku asintió apenas pudo pero fue más que suficiente para el alfa, que se alejó sonriendo con suficiencia. La sola presencia de Izuku en la habitación lo tenía tranquilo, sin la sensación de despedazar vivo a Shigaraki. Esas ansías cambiaron radicalmente por el deseo, ahora solo quería comerlo. Tragar más de lo que podría interpretar en palabras.

Mientras se quitaba la ropa, lo observó anonadado en un lado de la habitación. Estaba ansioso, su boca era un desierto comparado contra el estado de su polla. Húmeda y dura, lista para enterrarse en los confines de un trasero por el cual comprometería su alma, pero Katsuki quería sufrir un poco. Le quedaban unas horas de celo, pensar en las excusas era casi paradójico. Se acostó en la cama, justamente al lado de Izuku. El Omega no necesitaba más confirmación, cuando iba quitándose el boxer de Allmight que Katsuki noto pero ignoró por el calor del momento, el líquido de su mancha se escurrió generoso por sus muslos. Gateó con vergüenza por la cama hasta acabar en frente del rostro de Katsuki, estaba nervioso y avergonzado pero los ojos rojos lo anhelaban por completo. No había nada que hacer más que intentarlo. Con la boca ocupada en su labio inferior, el cuello un poco incómodo y las mejillas tan rojas como sus orejas, se fue acomodando alrededor de la cabeza de Katsuki. El alfa lo acercó, volviéndose loco con la aprehensión de los muslos alrededor de su cráneo, con la sensación profunda en su estómago, escalando hasta su polla.

¿Por qué no lo pensó antes? Era el jodido paraíso.

Comenzó a lamer como si fuera su única forma de escapar, tomando con fuerza los muslos alrededor de su cabeza, quejándose por la falta de aire y disfrutando el sabor del lubricante natural en su lengua. Nunca en su vida había probado alguna droga o psicotrópico, al contrario, el diario de su vida era más limpio que la hostia del papa. El destino no lo tenía preparado para el sabor de su culo, poco a poco consumiendo la cordura de su interior hasta que el exterior de su cuerpo. Que era sudores y una erección cada vez más lista para dar la lucha.

Sin saber dónde poner sus manos, Izuku las dejó caer en la cabeza rubia, apretando fuertemente el cuero cabelludo cada vez que la lengua enérgica de su intenso amante lo comía profusamente. Con la palabra "más" brotando tímida de sus labios, bajó al mismo tiempo que el mentón contrario lo acariciaba hasta obtener el suspiro suave, la respiración agitada, el movimiento arriba y abajo de su pecho; como se mecía con sus caderas. Montando su cara. Ante ello, Katsuki ascendió hasta sus testículos buscando aire, sus ojos estaban manchados con la lujuria al igual que su rostro. No parecía un héroe, pero realmente no eran héroes cuando estaban solos, Izuku podía decir con facilidad que podría ser alguien más. Solo un omega, nada de fingir siendo beta. Nada de preocupaciones por un futuro incierto, por la presencia de Shigaraki en sus sueños, convirtiéndolo en un manojo de necesidad. Si, podía ir más allá por él.

Porque lo hacía olvidar todo.

Con las embestidas de las caderas de Izuku, la consciencia de Katsuki pendía de un hilo cada vez más delgado. El olor lo estaba volviendo loco, no podía oír sus gemidos pero estaba hasta llorando por el placer explotando su cabeza y cuerpo. Usó sus dientes para rozar la piel del peroné pero ante eso, Izuku apretó más sus rodillas y pelo. Apenas podía oírlo quejarse, pero era más que suficiente sentirlo vibrar sobre su cara. Sus testículos temblaban y el semen caliente se estaba preparando para salir eyectado. Solo una vez más Izuku apretando sus muslos y estaría viendo las estrellas en lo alto del éxtasis. Entonces más lejos iba, más podía saber que su lengua estaba en el lugar correcto. Con una mano escurridiza, fue hasta sus nalgas y con solo una nalgada, Izuku encorvó su espalda formando la suficiente presión entre sus piernas para que Katsuki se viniera sin siquiera tocarse. Gritó entre los testículos de Izuku, fue una liberación. El dolor ya no estaba, solo la necesidad de seguir adelante.

Pasaron unos minutos, Izuku se alejó de su rostro para dejarlo respirar y por primera vez en esos minutos que estuvo con los ojos cerrados pudo ver perfectamente al Omega delante suyo. Lágrimas cayendo por sus ojos nublados por la euforia, la saliva al borde de su mentón, piel roja. Perfecto cuerpo y sudor brillante en los lugares exactos. Todo un adonis.

—Kacchan, eso fue...—intenso. Izuku ni siquiera podía terminar la frase. Katsuki se ayudó con los dedos a limpiarse el orgasmo de su labios. Era una tarea perdida porque la mitad de su rostro estaba húmedo y cubierto por semen, y no hacía nada para esconder su gusto por ello.

—Vamos Deku, esto es solo el comienzo—Izuku lo sabía y no podía esperar a sentir por completo la experiencia de Katsuki en celo, sobretodo por la falta de inhibición en sus ojos. No parecía ser él, pero por alguna razón nunca antes lo había sentido tan genuino. Y Katsuki podía decir lo mismo, nunca en su vida se había sentido tan vivo, tan real. Cómo si todo fuera destinado a ser así.

A ser el compañero sexual del símbolo de la paz.

...

Katsuki era un fetichista que tenía una fijación oral que Izuku no podía soportar porque lo estaba volviendo loco.

Si no estaba besando cada parte de su espalda mientras lo estaba llenando por detrás, estaba comiendo su polla hasta los testículos, lamiendo cada gota de lubricante como si fuera agua. Tomando sus caderas y chocando contra él mientras le repetía de diferentes maneras lo bien que se sentía tenerlo entre sus piernas, estrujando su polla a la perfección. Izuku a la hora no podía pensar con claridad, era un manojo de deseo y balbuceos. A veces sentía que estaba en presencia del mejor orgasmo de su corta vida, hasta que Katsuki lo tomaba contra la pared mientras mordía su hombro y se intercalaba lamiendo sus pezones, sintiendo el latido de su corazón en la punta de su polla venosa, pulsando con fuerza el glande.

Aparte de gritar y gemir, rasguñaba cada parte donde apoyaba sus manos. Antebrazos cuando lo hicieron contra la pared, espalda mientras lo tenía contra la marquesa de la cama, sus muslos cuando lo extendió, gracias a dios Izuku era flexible porque si no, estaría muriendo del dolor. Y por último, sus nalgas cuando agarro ambas al casi caer por el borde del escritorio, uno que tenía de todo menos papeles limpios.

El mismo basurero de la habitación estaba lleno de toallitas húmedas y condones usados. Después de unas rondas, los condones fueron tema secundario. Tener el nudo en su interior era más imperioso que respirar. Ambos se convirtieron en un desastre lujurioso. Hasta que llegó la hora en la que la fiebre de Katsuki cesó.

Los dos estaban lánguidos en la cama, débiles por la falta de alimento y con una sonrisa marcada en los labios. Era tarde y hacía frío, el sudor estaba enfriando aún más la situación pero estaban tan calmados que ninguno de los dos realmente quería moverse. Si alguno de los dos se movía, perdía el juego. Sin embargo, en ese momento, cuando el celo lo abandonó, Katsuki comenzó a pensar con más claridad. Pensó en todas esas veces que lo estuvo evitando, ignorándolo en los entrenamientos, en los pasillos, en el comedor; faltando a clases cuando no podía siquiera pensar en esforzarse por socializar. Si, le dolió más que nada todo el tema de Kyōka pero Izuku era mil veces más importante que ella. Debió esforzarse, debió hacer más que suficiente. Era su rival, parte de él, parte de la promesa que le hizo a Allmight. Dios ahora no podría ni verlo a la cara sin sentirse culpable.

Suspiró y se movió para verlo, él estaba mirando el techo. Tenía en su rostro una sonrisa serena, como si alguien le hubiera quitado un gran peso de encima. Era tranquilizador de cierta manera.

—Lo siento—su voz estaba rota de tanto gruñir, su piel ardía dónde Izuku había dejado marcas con sus uñas y dientes. Ante la mención de las palabras, Izuku se movió para verlo directamente a los ojos. Su ceño estaba fruncido, con un puchero en los labios. Honestamente, Katsuki solo quería besarlo.

—¿Por qué?—se acercó, de a poco sabiendo que ambos apestaban pero sólo teniendo conciencia de su propio olor porque Izuku para él olía a paraíso.

—Te estuve evitando estas semanas, todo fue tan extraño y dolió tanto que no quería que me vieras así. Tan apegado al instinto que odias, no soportaría saber que me odias más—Izuku se enderezó, el collar brilló en su cuello.

—Kacchan, yo no te odio, nunca podría hacerlo. Sé que estuviste así por Kyōka—Katsuki también se enderezó, apoyándose contra la pared en paralelo a la cama. No tenían las luces encendidas y hacía un poco de calor porque no querían abrir las ventanas, no aún. Mantuvieron unos momentos el silencio, Izuku suspiró profundamente y también se sentó a su lado. Realmente tener sexo con él había cambiado todo, se sentía con más confianza, la suficiente para tomar una de sus manos. Las mismas que horas antes lo estaban dilatando.

Katsuki tomó las fuerzas suficientes para hablar.

—Yo no sabía que se podía tener más de un destinado, nunca la sentí realmente. Fue como un jodido balde de agua fría pero anoche dejó de doler. Despertaba mal, despertaba deseando morirme. Era desesperante—Izuku lo abrazó, estaban desnudos, pegajosos, apestaban pero Katsuki, la persona que tenía en ocasiones temas con el olor a feromonas, correspondió el abrazo con fuerza y sin dudarlo.

—Te deje solo...—lo abrazó más fuerte al sentir que su voz se cortaba.

—No, no es así. Una horrible visión de ti con Tomura me salvó. Anoche soñé que tú y él... No puedo ni siquiera decirlo, fue jodidamente molesto. Me odie por verlo y no poder hacer nada.

Izuku quería consolarlo pero también quería explicarle que estaba ocurriendo.

—Yo también he estado soñando con él—se alejaron, Izuku tomó con cuidado sus manos. Notando el daño de las explosiones en su piel, la textura rugosa contra las cicatrices de años por culpa del primer festival deportivo. Le tomó un tiempo pero Katsuki lo espero—. En los sueños me dice que somos destinados, me toca y no puedo controlar lo que mi cuerpo siente. Es asqueroso, me estaba volviendo loco. Quería verte, quería tocarte a ti y no soñar con él... Sin embargo era imposible, parecía una maldición.

Katsuki lo sentía tanto.

—Yo...—Izuku tomó sus mejillas, su pulso estaba corriendo y lo único que deseaba era cuidarlo, hacerlo llorar era su fetiche pero tenerlo sano y feliz era su objetivo de vida.

—Kacchan, lo sé. Ninguno de los dos sabía bien lo mal que estábamos. Solo sigamos adelante, porque realmente tenemos mucho por delante. El exámen físico será en menos de un mes y quiero que ambos estemos en plena forma, no sabremos de qué se tratará este año. Aunque tengo la leve teoría que será en la nieve, el año pasado fue en un desierto y sería demasiado predecible que fuera nuevamente en el mismo lugar. Entonces, si la prueba es en el frío, sufrirás más que nadie. Necesitas entrenar, estar sano. ¿Prometes estar enfocado? Recuerda que debes ganarme—Izuku lo observó con esos ojos suaves, brillantes y expectantes de más. Nadie en el mundo sabía que esa era una de las debilidades más grandes de Katsuki, ni siquiera él.

—No necesitas decirlo, jodidamente te ganaré. Y si, lo prometo nerd—Izuku sonrió de esa forma que se llevaba todo a su camino, dejando con hambre a las bellezas que alguna vez lo vieron en menos. Tratándolo mal por su estado de Omega. Detrás de esa sonrisa y la enfermedad que poco a poco lo hacía más honesto con sus deseos más oscuros. Se levantó un poco, acomodándose pero el líquido caliente saliendo de su interior lo hizo gemir. La sobre estimulación hizo de sus nervios unos eufóricos por el deseo—. ¿Qué te ocurre?

Izuku disfrazó su deseo con vergüenza.

—Está saliendo, es mucho...—gota a gota, mezclado con sus propios fluidos. Perfectamente cálido. Katsuki lo vió, memorando el sabor perfectamente grabado en sus labios. Pero su cabeza estaba en zona racional, por el momento, así que se preocupó por lo evidente.

—Anude y me vine adentro muchas veces, Deku esto podría ser peligroso.

Izuku no lo dejó terminar, con sus dedos cicatrizados cubrió sus labios. Dejando en silencio su preocupación, se acercó y la cama crujió más fuerte que antes, gastada por todo lo que habían hecho en ese pequeño lugar.

—Se siente bien—Katsuki era fuerte, frunció el ceño, así que lo detuvo por unos instantes. Izuku lo dejó claro—. No te preocupes, fui a ver al doctor. Dice que estoy mucho mejor y que debo seguir así. Todavía soy estéril así que no te preocupes por un poco de semen caliente, aún puedes hacerme un creampie sin preocupaciones.

Katsuki no era fan del porno pero sabía bien lo que era un creampie. Y ese era el límite de su racionalidad.

—Maldito nerd de mierda, diciendo esas cosas así como así. Te daré una buena lección para que aprendas tu lugar—Izuku sonrió restregando sus caderas.

—¿Será con la lengua? Me gusta mucho cuando lo limpias todo y después me lo vuelves a poner dentro con tu nudo rosadito—lo dijo mientras media las pulgadas de la semi erección frente a sus ojos. Era un hecho, Katsuki estaba muerto. Si un villano algún día no lo terminaba matando, Izuku lo haría de un ataque al corazón. Debería ser ilegal la dulzura de su boca. La misma que tomó con fuerza para reafirmar su deseo.

Al diablo todo, quería follarlo toda la noche.

...

Shigaraki, estaba muy desesperado.

Su alfa interno estaba ansioso buscando una razón para moverlo hasta el culo de Izuku, pero él tenía otros planes antes de poseer el pequeño estudiante. Sería muy fácil morderlo y hacerlo su marioneta... El verdadero problema era ella.

La mujer era provocativa y sabía hacerlo sin que se sintiera una verdadera provocación. Tenía que vivir con ella en su perfecto departamento, probablemente obsequio de un poderoso alfa de azúcar o Suggar alfa, porque era obvio que la Omega no ganaba lo suficiente para costearse algo así. Rumi tenía la difícil misión de asegurarle a la comisión que era seguro estar con el alfa en una habitación. Tomura no podía hacer mucho, al más mínimo intento de usar su particularidad, un dispositivo en su cuello lo dejaba inconsciente por horas. La primera vez ocurrió cuando Rumi le dijo que debía limpiar todo su apartamento, él no estaba fuera del hospital para ser un niñero y más aún de una heroína, mínimamente debería estar en la cárcel. Pero la comisión estaba segura, gracias a la intervención de Yagi Toshinori, que podía ser normal nuevamente. Shigaraki no quería ser normal, tenía que obedecer a la voluntad de su maestro de poseer el Ofa. Así que intentó destruir la aspiradora antes de siquiera tocar el interruptor, estuvo horas inconsciente en la alfombra. Cuando despertó ella estaba en su sillón, comiendo palitos de zanahoria tranquilamente mientras veía un drama coreano.

La Omega lo ignoraba mientras Tomura trataba de usar algo que apenas conocía.

A la segunda semana ella comenzó a comportarse como lo haría sola, andaba por la casa en ropa interior y a veces sin ella. Le restaba tal importancia a la presencia de una de las amenazas más grandes del país que podría andar desnuda y le daría lo mismo. Sí, podía fingir que no le provocaba nada la mujer siete años mayor. El verdadero problema vino cuando un día despertó en la habitación de huéspedes y sintió las feromonas de ella, tan escandalosas como ella. Llamándolo entre nieblas de consciencia, Tomura hubiera tomado a la heroína de no ser porque llegó un encargado del gobierno a tomarla y la policía a llevárselo a él a una celda hasta que ella estuviera en sus cinco sentidos. Los tres días que estuvo encerrado, pensó en Rumi, en lo que él encargado del gobierno le estaría haciendo. Estaba sorprendido, estaba celoso de un miserable rubio de ojos azules. Pero al mismo tiempo también sorprendido, no sabía lo mucho que su alfa deseaba a la Omega. Era desesperante el deseo.

Luego las pesadillas que le provocaba a propósito a Midoriya, se volvieron sus pesadillas. Cada día despertaba con la sensación corriendo por sus venas.

No quería soñar con el mocoso, quería soñar con la heroína que había destruido a sus juguetes, a sus nomus. La misma heroína que estaba fuera de línea por su culpa. Y la verdad, es que la culpa y la rabia en conjunto no podían comerse al deseo.

Comenzó a hacer todo lo que ella le pedía, sólo por el leve cambio en sus feromonas, por ese agrado casi mínimo. Shigaraki tenía miedo de dormir, porque todos sus deseos estarían reflejados en su subconsciente, y en vez de hacerlo con su verdadero anhelo, lo haría con el estúpido destinado que el mundo le entregó. No quería ser destinado de Izuku, prefería tomar por sí mismo el Ofa antes que soñar cada noche con lo mismo.

Todos los días despertaba con una erección y la necesidad de arrancarse la polla. Y como no podía hacerlo, comenzó a robarle ropa a Rumi para encontrar un poco de alivio. Como ella no le tomaba la atención suficiente para notar los leves cambios, y mucho menos entraba en su habitación, así que perfectamente podría esconder unas bragas bajo su colchón. Se sentía miserable con algo así, pero qué podía hacer. No escogió ser destinado de Midoriya y tampoco que Rumi fuera una mujer desinhibida. Sin embargo, se conocía lo suficiente para saber que ninguna prenda sería suficiente para calmar su deseo. Y a eso le tenía miedo, a lo que podía hacer cuando su celo estuviera cerca. No quería hacerle daño a la mujer. Al menos no de esa forma.

Estaba perdido en el hogar de una perfecta extraña que deseaba. No había nada peor.

...

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