Capítulo VIII: Don't Leave
•|Capítulo VIII: Don't Leave|•
"Prometimos muchas cosas en las puertas del abismo, quizás debimos mantenerlo simple para no hacerlo más complicado de lo que era. Pero no quería oír las alarmas de mi cabeza, eras irresistible y yo te quería aunque fuéramos perfectamente malos para el otro."
...
El momentáneo frío del viento llegó hasta sus mejillas, usar bufandas en otoño no era realmente lo suyo pero la luna llena estaba trayendo más gelidez de la común. Las hojas rojas de los árboles a su alrededor se corrieron con el viento por sus pies, arrancando del piso y emprendiendo vuelo hacia lugares lejanos de su vista. La cosecha siempre traía festivales, la mayoría de sus compañeros se escapaban por las noches para comer y celebrar en ellos pero Katsuki prefería ver la luna llena en lo alto de una de las montañas aledañas a la UA, caminar un poco mientras su cabeza profundizaba en las palabras de Allmight. Aunque él no se lo hubiera dicho de forma explícita, quería tratar de alejar a Izuku de esos momentos donde no parecía humano. Dónde el Ofa hacía más que evidente el legado en sus venas.
Donde lo convertía en un monstruo sediento de venganza por aquellos que dejó atrás.
Negó tratando de evitar esa imagen en su cabeza, una rama se rompió bajo la pisada firme de un alfa. Al darse vuelta Katsuki pudo ver la mirada rojiza de Kirishima, una de sus mejillas estaba tan roja como sus ojos. Había oído medianamente lo que había ocurrido hace unos días, las palabras en los pasillos hablaban sobre una trifulca entre dos alfas en la biblioteca, Katsuki sospechaba cuál era la verdad. Izuku limpiando los dormitorios por cinco días decía mucho más que lo demás. Por no decir que el comportamiento extraño de Kirishima dejaba demasiado que desear. De cierta manera se sentía mal amigo por no haberlo visto antes. Kirishima era demasiado recto en sus relaciones aunque sus labios vistieran una sonrisa amable, y todos a su alrededor creían que Izuku era beta. Solo un sordo no habría oído lo que hizo con Izuku esa noche y mañana.
—Kirishima—la palabra pesó en sus labios, los ojos de Kirishima hicieron eco en los suyos. Habían tantos sentimientos entre ambos que no pudo evitar acercarse. La proximidad hizo que el alfa pelirrojo cayera de rodillas al suelo, llorando tan fuerte que Katsuki pudo oír hasta como sus dientes chocaban entre sí.
—No sé qué hacer, no sé qué hacer, nunca sé qué hacer. Hago todo para que él deje de atormentarme para que deje de marcar cada paso que doy pero siempre estoy siendo como él... Realmente no sé qué hacer con mi vida.
Kirishima era honesto, no sabía qué hacer, porque todo el mundo siempre estaba dejándose llevar por los dichos. "Los alfas son la luz de la sociedad..." Cuando en realidad eran seres tan oscuros y solitarios como los omegas. Kirishima no sabía qué sentir después de ese día en la biblioteca dónde pensó que estaba haciendo lo correcto por su mejor amigo. Recibir en su rostro el puño de Izuku, tan frío que su propia sangre tuvo que calentar su rostro... No durmió durante días. Incluso buscó a Mina para hablar sobre ello pero al momento de tocar la puerta de su habitación, el profundo perfume de Todoroki mezclado con el suyo lo invadió. Llamó a su madre preguntándole cómo había estado su día, cada palabra que salió de sus labios solo le confirmó que ella era feliz con su taller de florería, que aunque la soledad de no verlo por la casa a veces la abrumaba, sabía que cada día era un mejor hombre.
Alejado de la imagen de su padre.
¿Cómo decirle que lo único que recordaba de esos días eran los golpes y esas palabras que no podía enterrar? Kirishima no sabía hacerlo solo y sus amigos ya no estaban del todo ahí; y lo entendía. Había atacado a Mina con un poder mayor al suyo, le gritó a Katsuki palabras hirientes, atacó a Midoriya e ignoró a Denki por estar de forma "inmoral" con Hitoshi. Él tampoco había estado ahí para sus amigos pero las paredes emocionales de su cabeza seguían ahí. No quería decepcionar a su madre, mas ¿cómo hacerlo sin sentirse amenazado cada vez que piensa fuera de lo que su padre le enseñó? Todo era tan abrumador que salió a caminar, respirar el aire de otoño parecía ser una buena idea. Olvidó por completo que había sido una actividad adquirida de él... Porque dios, también se había dado cuenta de algo impactante y es que amaba a Katsuki. No era de una forma sexual pero cada vez que lo veía, su pecho palpitaba tan fuerte que pensó por muchos meses que era la admiración por ser un alfa ejemplar, alguien dueño de la luz pero no. No pensaba así de Todoroki, o de Iida, o Hitoshi, Aizawa... Solo él, afectando sus sentimientos y siempre luciendo varonil e increíble en los peores momentos. Gritando tan fuerte que los golpes de su padre atormentando su cabeza ya no eran tan profundos. Joder, lo amaba tanto que no podía siquiera alcanzar a imaginarse lejos de él.
Pero no era ciego.
Nunca realmente hubo una conexión tan fuerte como para considerarla inseparable, no como la que poseía con Izuku. Aunque fuera un simple beta, siempre estaba con él, entrenando, estudiando, aprendiendo... Y ahora en su cama. Al único lugar que realmente no podía ir. Desearía tener esos sentimientos por él, chuparle la polla entre sueños y querer estar sobre él para darle placer. Pero lo único que podía imaginar era besarlo y estar a su lado como dúo heroico. Nada más, todo lo demás lucía tan complicado y erróneo. Y aunque Mina fuera todo lo que deseaba... Katsuki de cierta manera era especial, quizá se había imprimado de la peor manera. No lo sabía del todo pero tampoco quería conocer la base de todo, porque era demasiado abrumador.
—Kirishima... Joder, ¿estás bien?—el alfa negó tratando de ocultar sus lágrimas en su antebrazo semiduro, Katsuki se arrodillo a su lado. No había señales en su expresión pero estaba preocupado, sus ojos lo decían todo porque ellos eran los únicos sinceros. Era tan fácil inclinarse y obtener un beso. Pero no podía hacerlo, no era correcto. Se mantuvo en su puesto. Mirando la maleza entre sus dedos, húmeda y con un aroma a invierno. Un aroma que de cierta manera le recordaba el cabello de su madre, suave y sedoso cuando le hacía pequeñas trenzas. Hasta que llegaba su padre y le decía que era un descarrilado por hacerlo, que fuera mejor a jugar con autos y tierra, como un buen hombre.
Cómo lo odiaba, como deseaba erradicarlo de su cabeza.
—No sé qué hacer pero... Estaré mejor, eventualmente se irá—quería convencerse de que sería así, que su mente y corazón en algún momento dejarían de doler. Pero muy en el fondo sabía que no sería del todo así. Era tan cobarde que ni siquiera podía besarlo, y realmente quería hacerlo. ¿Qué tanto podrían complicarse las cosas entre ambos si lo intentaba? Podía imaginarse su rostro, sus manos alrededor de su rostro. Con amabilidad.
Diciéndole que todo iba a estar bien.
—Joder...Déjame ayudarte—el aroma de sus feromonas trató de reconfortarlo, era tan extraño sentirlo de esa manera. Y ahí, él lo abrazó. Fue tosco, se notaba que estaba esforzándose por ayudarlo y no pudo con ello. El llanto que Kirishima estaba tratando de guardar en sus adentros se desplomó en sus brazos, aferrándose. No quería mostrarse débil pero no podía controlarlo, no con él. No sabía si se estaba equivocando o no pero, se alejó de sus brazos unos momentos. Mostrándose como la miseria lo hacía pedazos pero en vez de evitarlo, acercó su rostro y lo besó con timidez. Y era obvio que lo alejaría pero tenía que intentarlo. Solo fue un tacto mas no sabía que dolería tanto ver el rechazo reflejado en sus ojos—. Mierda, Kirishima yo...
—Lo sé, es porque estás con Midoriya. Lo entiendo—musitó.
Katsuki negó, algo hastiado.
—No, no es así. Es solo que no puedo verte de esa manera y no es porque seas alfa... Es solo que eres como un hermano para mí.
Un hermano...
Si, dolía. Pero era mejor que nada, y aunque lo siguiente que recibió fue solo un abrazo. Durante ese breve instante, el doloroso fantasma de su padre dejó de gritarle lo nena que era por no ser capaz de devolver sus golpes. Por no poder endurecer su piel lo suficientemente a tiempo. Aprovecho y lloró desconsoladamente, aunque su piel quisiese quemarse viva por mostrarse débil ante otro alfa que fácilmente podría desgarrar su garganta, lo apreciaba. Estaba luchando contra todos esos sentimientos; era bueno. Duraron así unos minutos antes de que la noche fuera más fría y congelara los sentidos. Llegaron a los dormitorios y ahí estaban todos, siguiendo con sus vidas con normalidad. Katsuki como de costumbre se sentó en el sillón al lado de Momo, seguramente esperando a Izuku. El alfa de cabellos rojos lo miro por unos instantes antes de subir a su habitación, de alguna forma se había quitado un buen peso de encima. Quería pedir disculpas a todo el mundo pero las voces de su padre seguían ahí, y quizá lo harían por un tiempo. Así que prefería dormir. Después de todo, Izuku tenía razón.
Debía enfocarse en ser mejor héroe y la tentadora oferta de Toyomitsu Taishirō para irse al norte del país con él seguía estando en su cabeza.
...
Izuku no se sentía arrepentido de haberlo atacado, desde ese día en la biblioteca Eijirou apenas le había hablado así que era mejor. El problema fue cuando otras personas comenzaron a hacer preguntas, Ochako estaba demasiado interesada en sus tiempos libres. No sabía qué responder más que evitar sus preguntas con excusas. No era hábil haciéndolo, no sabía mentir y mucho menos ver en sus ojos la confusión. El problema real fue su madre, después de su citación para informarle sobre su comportamiento. Comenzó a llamarlo todos los días a la misma hora, contándole sobre sus días. Era utópico escucharla decir que hablaba con los alfas que estaban interesados en hallar un Omega, sabiendo perfectamente que prefería quedarse ante el ojo público como beta. Poco a poco diciéndole que debía tomar las riendas de su vida, que ser héroe era peligroso y aún más, una carrera corta. Que antes de morir debía hallar el amor, tener una familia, encontrar respuestas. No resistirse al deseo de su naturaleza. Intentó decirle algo sobre lo que poseía con Katsuki pero se detuvo a sí mismo, conocía bien su percepción del alfa.
A Inko no le gustaba Katsuki.
Y para evitar problemas, solo le preguntó cuándo sería su próxima visita con el doctor. Se alegró saber que sería su próximo fin de semana, necesitaba saber sobre su estado y encargar otra crema de feromonas.
Cuando terminó con la basura de todos, se bañó para ir a dormir. No tenía mucha hambre, su estómago estaba revuelto desde hace unos días así que omitió su visita a la cocina. Cuando volvió a los dormitorios, en la sala común se hallaba Katsuki y Momo sentados juntos. El alfa la estaba evitando, solo seguía ahí porque era el único lugar libre. Era raro no ver a Kyōka con Momo, ignoró el hecho y siguió a su habitación. Katsuki fue tras él poco después, caminaron en paralelo por las escaleras hasta que llegaron al segundo piso, donde Izuku dormía. El alfa apenas rozó su mano para decirle:
—Hoy ven a mi habitación—Izuku asintió, se sentía cansado pero podía ver que las intenciones de Katsuki no era estar sobre su cuerpo, su expresión era clara, lo necesitaba a él. Al subir al tercer nivel, el alfa se detuvo en seco.
—Kacchan, ¿qué pasa?—su expresión se arrugó.
—¿No lo sientes?—Izuku estaba usando supresores, su nariz estaba casi dopada. No podía oler mucho, nada más allá de su cuerpo.
—No, no puedo sentir nada.
—Huele a sangre—Katsuki se encaminó siguiendo el fuerte aroma hasta detenerse en la puerta de la habitación de Kyōka. Golpeó tres veces con fuerza antes de gritar—. ¡Audífonos, ¿estás ahí?!—no hubo respuestas y no había nadie más en el piso, Katsuki le entregó una sola mirada a Izuku y el Omega entendió. Se acercó a la puerta y con Ofa activado, rompió la cerradura. La puerta se abrió y el aroma a sangre penetró la nariz de Izuku. Era demasiada sangre, Katsuki entró claramente preocupado. Casi estresado por el olor—. ¡¿Kyōka?! ¿¡Dónde estás!?
—Baterista, por aquí—la voz era débil, Izuku tembló al oírla. Provenía de la puerta del baño, Katsuki no dudó y abrió la puerta para encontrarse con el complicado panorama: Kyōka estaba desnuda en la ducha y la sangre salía de su interior hasta parar en sus pies, era tanta sangre que el suelo poseía pequeños charcos de la misma.
—¿Qué ocurrió?—se acercó a ella tomando su pulso, era demasiado débil. Había perdido mucha sangre, debían actuar rápido—. Deku, una manta—Izuku asintió al escucharlo, estaba temblando tanto que apenas podía buscar cosas en la habitación de Kyōka. Nunca había visto a Katsuki así, de hecho sí... Una vez, cuando él estuvo al borde de la muerte hace unos meses. El alfa estaba perturbado por el hedor asqueroso de la muerte, no lo culpaba, Izuku aún con supresores podía sentir el escalofrío subir por sus piernas. Serpenteando con ganas de avivar el miedo, no podía imaginar cómo sería sentir sus feromonas en plena forma. Los ojos de Katsuki siguieron los de Kyōka cuando la tomó en brazos.
Ella estaba asustada, temblaba de frío.
—Me equivoqué de persona, me equivoqué en todo. Yo no quería ser heroína, quería ser cantante y tú lo sabes. Tú mejor que nadie.
Ella estaba llorando en su pecho.
—Tranquila Kyōka, saldrás de esta—y Katsuki no sabía cómo sentirse. El dolor que estaba sintiendo en su pecho no era normal.
Las feromonas de la Omega eran desesperantes, sus manos llenas de sangre evocaban con mínima lo terrible que era sentir la desesperación en sus entrañas, el dolor en sus adentros, hasta acabar en su espalda y rodillas. La sangre cayendo con fuerza y sin detenerse, el alfa deseaba detenerla por ese dolor y por esa voz que escuchó cuando el bombeo de la música cegó sus sentidos; cubrió su rostro con cuidado y la acercó a su pecho de forma posesiva. Salieron de la habitación, Izuku los siguió a grandes pasos. Katsuki la tenía aferrada con tanta fuerza a su pecho que apenas vió a Momo, sus colmillos se marcaron.
Izuku por conciencia no sabía lo que estaba pasando pero su Omega interno sí lo sabía. Momo se acercó sintiendo el peso de las feromonas de su Omega, Katsuki no la escuchó y salió corriendo hasta la enfermería de la UA. La angustia acumulándose en el ambiente lo hizo ahogarse, había olvidado su nula forma de lidiar con las feromonas de los demás. Fue detrás de Katsuki porque le preocupaba él, ese peso en su pecho no podía ser solo unilateral.
El color rojizo de la sangre seguía en su cabeza, oscilando entre el asco y el miedo. Sus entrañas estaban revueltas, apenas podía sentir el dolor de su cabeza por el nerviosismo dándole náuseas, tan intensas que comenzaba a probar la bilis en su boca; su propia lengua quemándose por ello. Podía verlo en la distancia, con las pequeñas manos repletas de sangre aferrándose a su espalda como si Katsuki fuera su propia vida. Momo venía detrás, corriendo con la mente en blanco. Los cuatro apenas podían sentir el escalofrío de la noche oscura. Con el absoluto universo mirándolos fijamente, esperando sus propios movimientos.
Llegaron a la enfermería de la UA y todo se volvió difuso para Izuku. Los doctores comenzaron a correr, Katsuki gritó a Recovery Girl, Momo llamó a sus padres pidiendo un traslado para Kyōka a una clínica de omegas. La sangre estaba en todos lados, y el olor seguía penetrando su nariz. Hasta las palabras llegaron difusas a sus oídos, había sido un aborto. Una pérdida y por la mirada preocupada de Recovery Girl, ella misma se lo había provocado. Katsuki estuvo gritándole a Momo por horas antes de que ambos estuvieran llorando por algo que Izuku no entendía.
Y es que los Yaoyorozu estaban obsesionados con la pureza de sangre, ellos no aprobaban el noviazgo de Momo y Kyōka, durante una celebración del té la Omega se enteró que estaba embarazada de Momo. La señora Yaoyorozu estalló en cólera al saber, dejando en claro que Momo solo podría ser feliz si estaba con un alfa y que su "aventura juvenil" debía cesar si ella todavía deseaba ser una heroína. Amenazaron a Momo con enviarla al extranjero y a Kyōka con quitarle el capital a sus padres. Momo no les hizo caso porque estaba feliz con la idea de ser madre pero Kyōka, no quería serlo y la presión de la familia Yaoyorozu la hizo tomar una decisión a solas. Se equivocó con la dosis del medicamento provocando una hemorragia interna severa y una lesión grave en su útero. Los doctores no estaban muy seguros de si pasaría la noche, no estaba marcada para hacer un ancla emocional* y había perdido mucha sangre. Llamaron a sus padres y le dijeron a Momo que esperara lo peor.
Katsuki después de casi perder los estribos se dejó caer al lado de Izuku, en una pared contigua al pasillo de la enfermería. Estaba comenzando a amanecer y para nadie pasó desapercibido el momento.
—¿Estás bien?—Katsuki, aún con la sangre seca de Kyōka en sus manos y ropa, le preguntó a Izuku en un susurro. Por su expresión, profundamente dolida y sus ojos completamente rojos, era obvio que estaba haciéndose la pregunta a él también. Izuku lo abrazó, no esperando que correspondiera su acto pero el alfa se aferró tan fuerte, que por un instante Izuku pensó que se quedaría sin aire en los pulmones.
—No lo estoy y no sé porque—musitó.
—Yo tampoco, no tengo fuerza en el cuerpo. No puedo más—Izuku quería besarlo con tantas ansías para que olvidara ese dolor en el pecho... Solo se detuvo porque su trato era estar separados durante clases, aunque en ese momento, le importaba una mierda su trato, solo quería estar bien—. Si hubiera llegado antes, quizás estaría despierta, quizá no dolería tanto.
—Kacchan, no te culpes, no lo sabías.
—Se supone que en unos meses seremos héroes, ¿cómo se supone que sea uno si no puedo oler el aroma de la muerte?—Izuku lo alejó, tomando entre sus manos su rostro, observándolo fijamente.
—Hiciste lo que pudiste, ahora solo hay que esperar. Ella estará bien, Jirou es fuerte. Tengamos fe en que podrá hacerlo—Katsuki asintió y volvió a sus brazos con ese temor marcando su expresión.
Pasaron unos minutos y Recovery Girl dejó en claro que había que esperar, que había hablado con Aizawa y que por el momento los tres debían dormir y limpiarse, que las clases comenzarían pronto y que el aroma a sangre podría desencadenar una ola de feromonas angustiantes. Los tres salieron del edificio, y cuando lo hicieron ahí estaba Todoroki y Mina juntos, esperando a los tres. El alfa con Momo y Mina solo dándole una mirada a Katsuki, más que suficiente para saber que estaba en las manos correctas. Llegaron a los baños, y apenas podían moverse.
Katsuki quería decirlo pero no sabía cómo llamarle.
—De alguna manera la sentía tan desesperadamente en mi pecho que arañó mi espalda, ella estaba susurrando tan suave que prefería morir antes de tener un bebé de Momo que no quería vivir con su equivocación. Que no se sentía digna... Y lo único que pude pensar fue en ese dolor que me provocaba y que no quiero que tú sufras así—Izuku se detuvo a sí mismo, observando a Katsuki, cómo apenas podía lavarse la sangre de sus manos bajo un chorro de agua fría en el lavamanos—. Los omegas tienen que soportar tanto y no sé cómo realmente lo hacen... ¿Cómo lo haces para seguir siendo tan fuerte?
Los omegas...
—Tengo a la gente correcta a mi lado—Izuku lo ayudó, observando cómo sus manos poco a poco se iban aclarando. Katsuki lo había ayudado tanto que hacer lo mismo por él era casi un acto de inercia. Lo ayudó a desvestirse e hizo lo mismo al bañarlo, tallando con cuidado su espalda en la ducha sin importarle su desnudes. Algunos estudiantes pasaron por ahí pero no hicieron preguntas, todos guardaron silencio. Hasta Kirishima que pudo identificar bien el dolor en su amigo.
Las noticias corrían tan rápido que cuando Katsuki e Izuku salieron de los baños, ya todos sabían lo que había ocurrido. Ochako se acercó a hablarles pero Izuku le pidió silencio, que ahora no era el momento. Aizawa les dejo el día para descansar. Y eso hicieron, no tenían hambre así que se fueron a la habitación de Izuku. Se quedaron dormidos viendo una vieja película de Allmight en la laptop del Omega. Ambos al lado de otro, usando la ropa del contrario, tratando de recuperar las fuerzas que no llegaron con las horas de sueño.
...
"Es hora de que dejes de ignorarme, pequeño hermano."
Izuku sintió el frío impactando su piel, provocando quemaduras. Gritó pero no pudo escucharse a sí mismo, hasta que sintió una mano cálida acunando su rostro en ese lugar oscuro. Levantó la vista de dónde estaba encogido por el dolor y vió unos profundos ojos rojos. Los siguió hasta alcanzar su boca, las cicatrices de los labios lo alertaron para alejarse, horrorizado pudo vislumbrar entre toda la oscuridad una sonrisa maquiavélica. No era Katsuki pero su Omega interno estaba ansioso con él ahí, feliz, enojado y excitado. Eran tantas emociones que no sabía cómo interpretar la escena, ni siquiera sabía dónde estaba. Todo era tan oscuro y frío que apenas podía ver más allá de unos centímetros. Todo estaba cubierto con cenizas y caían del cielo como nieve, acariciando su piel fría.
Los labios volvieron a besarlo, y esta vez no pudo negarse. Su Omega interno había tomado fuerza en su cuerpo, aún sin ver a quien estaba besando, su cuerpo estaba tenso y anhelante. Lo hacía y a la vez no podía negarse, no entendía nada más que la sensación de miedo llenando sus entrañas. Estaba mojándose, estaba delatando su estado de Omega y no sabía cómo detenerse. No reconocía a la persona y solo deseaba huir lejos.
—No tengas miedo, mi pequeño Omega. Él no está aquí para ver lo fácil que eres con solo un beso de mierda—la voz, la pudo reconocer apenas escuchó la primera palabra. Activo su Ofa y golpeó el rostro. Todo a su alrededor se aclaró, Tomura con su rostro lleno de cicatrices le sonrió altivo. Limpiándose la saliva restante de su beso. Izuku estaba tan confundido que no podía moverse ni controlar su cuerpo—. ¿Por qué tan sorprendido? Déjame adivinar, no sabías que yo era tu alfa.
Izuku dejó de respirar.
—¿Dónde estamos? Necesito salir de aquí—comenzó a hiperventilar, su pecho no podía registrar el oxígeno que sus pulmones estaban tratando de guardar. Las lágrimas volvieron a sus ojos, Tomura se acercó tratando de calmarlo pero cada vez más cerca estaba, más penetrante era la sensación de calma y rabia.
—Tranquilo, no hay de qué preocuparse. Estamos juntos aquí, siempre estaremos los dos aquí—finalmente a su lado, le mostró el mundo que había construido. Roto y hecho cenizas, Izuku pudo reconocer los cuerpos a su alrededor, destruidos y desmembrados. Eran sus compañeros de clase, y algunos héroes que lo ayudaron en el pasado. Por el patrón de sus heridas, sabía que lo había hecho él. Observó sus puños y estaban repletos de sangre. Negó tratando de entender, no era posible. Debía ser un sueño, él nunca le haría daño a sus amigos.
"Pero ya lo hiciste con Kirishima."
—¿Dónde está Kacchan?—Tomura apenas escuchó el nombre comenzó a reírse con fuerza, dejando ir saliva de sus labios mientras lo hacía. Izuku trató de alejarse pero tropezó con algo, cayendo de lleno en el concreto hecho añicos. Aguantó el grito en su garganta al ver el rostro frente suyo.
—Sabía que te gustaba su rostro de niño bonito, así que fui considerado con él—su cuerpo no estaba ahí, pero era reciente porque aún la sangre salía de sus labios y cuello. Decapitado y mirándolo como si estuviera tratando de calmarlo, sin vida en sus ojos. Ahora su llanto alcanzó su propio corazón. Tomura tomó con cuidado la cabeza y la acercó a Izuku—. No te pongas triste, él está aquí para tí. Vamos, dile hola y dale un beso, no soy egoísta. No tengo miedo de compartir.
Deku, Deku, Deku.
No era real, nada lo era. Pero la risa de Tomura estaba llegando hasta su oídos con tanta fuerza que se fue contra él, golpeándolo con el Ofa. Mientras estaba destruyendo su rostro, él seguía riendo, riéndose de él..."
—¡Deku!—despertó viendo a Katsuki a su lado, lo primero que hizo fue tocar su rostro, brazos y pulso. Estaba llorando y apenas pudo cerciorarse de su estado, lo abrazó con fuerza, pegando su oreja a su pecho, escuchando su pulso. Bum, bum, bum. Con vida—. Tranquilo, ya estoy aquí. Solo fue una jodida pesadilla, tranquilo.
Lo sabía, entendía que había sido solo una pesadilla pero no podía dejar de sentir los labios de Tomura sobre su boca, el miedo inundando su pecho. La sensación atemorizante de verlos a todos destruidos, y la más dolorosa de todas... Su corazón no podía con el dolor que le había provocado ver a Katsuki decapitado. Tenerlo entre sus brazos y sentir su calor, el pulso de su corazón vivo era mucho más reconfortante que saber que era un sueño, un mentira de su mente. Tanto miedo que sintió y no pudo escuchar más que su llanto. Ahora entre sus brazos, sus susurros y el beso en su cabeza. Se sentía tan afortunado. Tanto que por un momento olvidó aquello.
Que Tomura le había mostrado su futuro.
...
Cuando abrió sus ojos, lo primero que vio fue el cabello blanco, la piel morena, las orejas de conejo y los rojos ojos desafortunados. Su silueta contra la ventana que evocaba la estación próxima, el frío y las hojas cayendo para ser recogidas por el viento. Tomura no estaba feliz siendo un títere pero no conocía otra vida, su maestro lo había acogido en su peor momento, igual que ella. Cada día yendo a verlo después de que perdió sus extremidades, susurrándole al oído lo mucho que lo odiaba por quitarle su estado de héroe, su sueño, su vida. Lo mucho que esperaba que algún día muriera y que ella iba a estar ahí, arrojándole una rosa en su funeral. Una rosa podrida. Tomura no conocía el sentimiento de la persistencia y el odio pero ella le entregaba cierta tranquilidad. Mirko, la heroína conejo, lamentablemente retirada después de perder un brazo y una pierna. Sus prótesis eran las más avanzadas del mercado, simulando su brazo y pierna normales. Casi idénticas a su piel de no ser por el tono más claro en sus prótesis por el desgaste del tiempo. Tomura nunca la había visto en persona más allá de esas veces que lo fue a visitar mientras estaba en coma.
La veía y podía decir con claridad que su belleza no tenía límites.
Pero el sentimiento en su pecho era repugnante, tenía una misión. No había podido arrebatarle el Ofa al pequeño estudiante, Afo le dijo que la razón de porque lo había escogido no solo era por su linaje. Sino más bien porque entre sueños, en las pesadillas de las víctimas de sus robos, pudo ver con claridad la supremacía destructiva del verde junto al rojo y blanco. Él ya sabía que Tomura tendría de destinado a un Omega resentido con la sociedad, sin particularidad. Sin embargo, nunca imaginó que ese pequeño sería el pupilo de Allmight, no estaba en sus planes pero el destino estaba de su lado. No podía robarle el Ofa por voluntad propia, pero Tomura siendo el alfa del pequeño, podría usar su voz. Y los problemas de voluntad estarían zanjados.
El Ofa sería de Tomura y al final suyo.
Y esa voluntad era la de Tomura. Esperando cada día el momento exacto en dónde su plan surtiera efecto. Aún así, no contó con la presencia de Mirko. La Omega más fuerte de todo el mundo.
—Ya veo, despertaste pedazo de mierda—la heroína lo observó con desdén.
—¿Qué haces aquí si me odias tanto? Solo eres un estorbo para mí—el rubor de Tomura se ocultó detrás de su mascarilla.
—Contrario a mis deseos, debo cuidarte, de otra manera el poco dinero y reputación que me quedan serán historia. La comisión cree que puedo hacer que recapacites. Honestamente, solo quieren tu quirk de mierda para sus trabajos de mierda. Así que no te hagas el listo porque apenas te vayas de aquí te mato si haces un paso en falso—Tomura tragó con cuidado. La verdad, no se lo esperaba.
Estar cerca de ella quizá podría asegurar la credibilidad que necesitaba para tener un poco de libertad. Solo sería cosa de tiempo, podría estar cerca de Izuku y marcarlo para finalmente hacer suyo al Ofa sin necesidad de llamar la atención de los héroes innecesarios.
...
...
...
Ancla emocional: situación médica en donde Omega/alfa en estado crítico se le induce un tratamiento de feromonas a través del lazo para acelerar el metabolismo del afectado y la sanación. Posee una tasa de éxito del sesenta por ciento.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top