Capítulo V: Dark Times
•|Capítulo V: Dark Times|•
"Tengo esta droga en mi cabeza, recorriendo mis venas como si ella tuviera un lugar a cual ir. Ella espera llorando que vuelva, que la envuelva con mis brazos, como cuando la naturaleza la deseaba."
...
Pelearse entre ellos siempre había sido una forma de canalizar su relación. Catarsis en sus venas. Comunicación física cuando las palabras no parecían fluir con sus emociones. Parte de pelear también significaba mantener confianza entre los involucrados, la confianza que pesaba en sus puños envueltos en vendas, lisos contra la tela por culpa de los golpes constantes. Listos para embarcarse en lo que sería su futuro. Preparándose al hecho de que compartían una misión en la vida aparte de ser héroes.
Cada vez que enlazaban sus ideas en los entrenamientos para mejorar los movimientos lo hacían por ellos mismos pero al mismo tiempo por el sentimiento intenso de enorgullecer a Allmight. El hombre que los había guiado hasta lo que eran hoy, dos aspirantes a ser héroes en una de las mejores agencias en pie después de la masacre de hace unos meses. Con sus consejos haciendo eco en sus acciones, que cada día parecían ir más en curso, haciéndolos más humanos. Y más propensos a aceptar sus propios errores.
Lo cual, era realmente increíble para ellos dos.
Cuando eran niños, siempre lo habían visto como un hombre que podía con todos a su alrededor, que si él vivía para siempre, Japón nunca tendría que preocuparse en las noches por los invasores. Qué frágil era ese sueño. Su caída ante AFO dejó en evidencia lo inestable que eran las personas alrededor de sus figuras públicas. "Nunca consideres al ser humano un dios, ellos se equivocarán y serán tan frágiles como una hoja seca. En cualquier momento se podrían caer y quebrar hasta el polvo." Katsuki lo sabía, entendía que los héroes solo eran reflejos de los mayores miedos de las personas, ramificados en individuos con un sueño en común. Así mismo los villanos, en su mayoría siendo un producto de lo que algunas vez fue una irresponsabilidad.
Izuku no pensaba tan así.
Katsuki había sido una de las pocas personas que había visto el enorme potencial de Izuku al mismo tiempo lo increíblemente fuerte que era cuando se volvía feroz. No sabía con exactitud lo que le había dicho o hecho Shigaraki durante esa pelea hace unos meses, pero fueron unos mínimos segundos antes de que todo el OFA saliera en todo su esplendor, iluminando la piel de Izuku como si la recubriera, como si estuviera ahí para protegerlo del implacable villano. Nunca lo había visto así, ni siquiera respondía a su voz, solo atacaba como si su alma dependiera de matar a Shigaraki. La versión oficial de la policía y los medios de comunicación era que Tomura se había entregado, pero en realidad Izuku lo había dejado al borde la muerte. Katsuki lo detuvo de ese enorme arranque de furia, perdido sin plenitud de sus heridas fatales. Con los ojos hambrientos de sangre, Katsuki nunca en sus dieciocho años había sentido a su alfa temer hasta que Izuku se desplomó en sus brazos. Despojado de la típica energía, casi frío contra su traje.
Estuvo pegado a la habitación del hospital cada día de su internado, mirando en silencio mientras Allmight le decía que debía ser fuerte. Que tan pronto como Izuku saliera de cuidados intensivos, podría cuidarlo. Katsuki nunca se había dado cuenta hasta ese momento que su mayor temor era perder a su rival, nadie lo conocía tanto como él. Nadie lo había visto ser la peor persona sobre la tierra hasta convertirse en alguien competente, siempre a su lado, siempre viéndolo con sus ojos, siempre hallándolo como su imagen de victoria. Katsuki no sabría cómo llamar al sentimiento pero caló en su estómago, llevando su corazón hasta donde se suponía no debía haber latido. Con esa imagen suya, con los tubos en su cuerpo. Con el respirador artificial, y con la certeza de que en cualquier momento podría morir si alguna de esas máquinas fallaba.
Un día, después de semanas esperando verlo abrir sus ojos, Inko llegó con un hombre que nunca había visto pero que era imposible ignorar su procedencia por las pecas en sus mejillas. Era un alfa, apenas más bajo que él pero que en su mirada moraba la muerte como una mujer muy caprichosa. Una parte de sí mismo rugió con él al momento de escucharlo hablar en inglés. Solo fueron dos minutos, ni siquiera, quizás menos que eso antes de que el hombre se fuera con decepción.
"He will never wake up, i'm sorry Inko. I can't do anything for him."
Katsuki sabía el inglés suficiente para enojarse con el hombre. Ni siquiera se había tomado dos minutos de su vida antes de rendirse con él, se enojó tanto que al momento de dar pie para irse, le gritó a Izuku un montón de insultos. Y ahí lo vio abrir sus ojos mientras más de cinco enfermeras lo trataban de sacar de la habitación, fue un momento decisivo en su vida. Él era el Omega más fuerte sobre la tierra, literalmente podría ganarle a cualquier alfa con una jodida particularidad llamativa. Katsuki no podría ganarle nunca, solo si estuvieran ambos en una situación biológica pero eso era imposible en una situación de vida o muerte. Katsuki en su cabeza vislumbró con claridad las palabras de Allmight, que ambos serían pilares de la sociedad. Pero Katsuki no se imaginó a sí mismo a la par de Izuku, se imaginó protegiéndolo física y mentalmente. Y no necesariamente tenía que ser el más fuerte para hacerlo.
Solo tenía que estar ahí, siempre para él.
...
Cuando entrenan después de clases, debido a la fuerte cantidad de feromonas que dejaban ir ambos, Allmight siempre usaba sus pocas influencias y les solicitaba solo para ellos dos un gimnasio mixto, ahora con las feromonas de Izuku un poco más sanas, podía dejarlas ir sin que la habitación llena de implementos y máquinas para hacer ejercicios, se repletara de aire pesado y fétido. Ambos a las cinco en punto, Katsuki con su uniforme deportivo de la UA e Izuku con unos leggins negros con estribos para entrenar su tren inferior y la polera deportiva institucional. Dado a que los brazos de Izuku estaban demasiados sobrecargados debido a los daños posteriores en sus ligamentos, sus piernas eran la fuente principal de su poder. Concentraba tanto OFA en ellas, que sus muslos tenían un proporción justa entre músculo y grasa. Trabajar la potencia de los mismos era primordial a la hora del entrenamiento por separado, que inicialmente era de una hora o poco menos. Al entrar en el gimnasio con sus cosas, ambos descalzos para mayor impacto muscular, comenzaron a trabajar por separado. Izuku aportó con la música, era una playlist colaborativa que ambos modificaban a su gusto. The Score por parte de Izuku y Rihanna destacando el gusto de Katsuki por la alfa de barbados. Love in The Brain resonó fuerte en el gimnasio, ya estaban terminando su rutina cuando la melodía los acompañó.
Izuku estaba dejando ir todas sus feromonas.
Con una toalla secando su sudor, Katsuki le indicó a Izuku que ya era hora de que ambos fueran al centro de las colchonetas. Un buen espacio para ahondar en el combate cuerpo a cuerpo, Izuku sabía que por la altura de la situación, Katsuki querría el combate con un porcentaje mínimo de particularidades. Calentando sus manos, juntándolas al mismo tiempo que extendía sus piernas, activo el OFA a un veinte por ciento. El suficiente para darle frente a Katsuki en fuerza de explosiones. Su respiración se tensó cuando S&M resonó, no sabía que Katsuki tenía inclinación por esa canción pero su corazón bombeó el ritmo, con el tiempo en el temporizador, media hora y ya estaban chocando los puños. Rayos verdes se veían bien interrumpidos por explosiones cortas, controladas en las palmas sudorosas. No había cambiado nada entre ambos, los dos estaban controlando sus cuerpos al límite, sintiendo la fatiga muscular de las pesas. Con las piernas encontrando siempre un costado del cuerpo más alto, y con el OFA ayudándolo a verlo derrotado en el piso, apretando las colchonetas y claramente pidiendo más a través de los ojos rojos. Izuku sonrió mientras no perdía el tiempo, su lado Omega lo había oxidado porque el alfa nunca estaba pidiendo más cuando tocaba el suelo. Siempre se marchaba rechazado y con la consternación en su mirada rojiza. Las pastillas que se había tomado en el almuerzo estaban haciendo efecto, todos los dolores tenues ya no eran nada. Y con la brisa del gimnasio limpiando sus feromonas, apenas podía percibir las de Katsuki y eso era decir mucho. Considerando que el mecanismo estaba diseñado para dejar el aire virgen de feromonas.
—Vamos Deku, sé que puedes hacerlo mejor—era claramente un desafío. Izuku no quería perder así que activó el OFA al cincuenta por ciento. Con los rayos verdes iluminando su piel, comenzó a pelar con más intensidad, casi dejando ir todo su aliento en ello. Katsuki le entregó unas cuantas explosiones antes de perder el control de las mismas, ambos consiguieron llevar un ritmo desigual. Los puños iban por las mejillas y las patadas se alojaban cada vez más arriba hasta que Izuku alcanzó la mejilla contraria de un salto con su pie. Katsuki salió disparado, solo unos metros antes de que se quedara ahí. Estático contra lo acolchado.
—¿Kacchan?—no respondió, Izuku corrió hasta su lado dando vuelta su cuerpo. Sus ojos estaban fuertemente cerrados y una gota de sudor caía perfectamente mezclada con sangre por sus labios entreabiertos. Entró en pánico y apagó el OFA en su cuerpo antes de ser reducido contra el suelo, la sonrisa altiva en los labios contrarios fue el gran alivio antes de sentir el calor fluir entre ambos.
—¡Te gané, nerd de mierda!—Katsuki estaba reteniéndolo contra las colchonetas, no era la primera vez que ambos estaban así. Pero por alguna razón ahora se sentía muy diferente, Izuku lo sentía diferente. El valor de sus feromonas recorriendo con la gota de sudor por su piel se sentía febril en contra de sus leggins, la vergüenza subió por su pecho hasta sus mejillas al notar que la fricción de ambos lo estaba provocando más de lo habitual. Katsuki se dió cuenta. Se alejó con la mirada baja, el temporizador resonó al mismo tiempo que la música se detuvo—. Ya tengo las cosas que pedí. Puedes venir a mi habitación esta noche, dejaré la puerta de mi balcón abierta, si lo haces, ven con ropa ligera.
Izuku asintió, Katsuki no lo vió hacerlo pero por sus feromonas pudo saber que estaba de acuerdo, lo ayudó a levantarse pero en ningún momento volvió a ver sus ojos. Cuando entraron a los baños conjuntos, Iida estaba allí, cepillando sus dientes copiosamente después de cenar pavo al horno. Por suerte en su cuello había un perfecto supresor de aromas, así no podría oler el desastre en sus pieles. Cuando ambos entraron a sus respectivas duchas fue inevitable pensar en que tal vez estaban demasiado ansiosos por tocarse mutuamente. No era algo malo, solo diferente. Más relajado que pelear por ser el mejor entre los dos.
...
Shoto revisó su celular un par de veces más antes de caer en la cuenta de que el mensaje era real.
Estaba como la mayoría del tiempo, solo en su habitación. Momo y Jirou se hallaban en su habitación. Cuando eso sucedía, siempre necesitaba dopar su nariz. La fragancia de ambas teniendo relaciones calaba fuerte en sus pulmones, recordándole que aunque estaba seguro de que era medianamente más feliz que hace unos años, nunca sería capaz de decir que lo era completamente. Y más ahora que Dabi se había ido del país. Realmente ese no era el problema, no es como si "Touya" fuera alguien persistente en sus vidas. Solo dolía pensar lo que había hecho, el mensaje era de Enji. Geten, el villano de hielo, había dejado en la puerta de la casa solitaria de Endeavor y Hawks, una pequeña bebé de no más de un mes. El aroma desolado de la pequeña, pululando en su ropa sucia y llanto seco con tierra en sus mejillas, gritando ante la evidente falta de sus padres hizo llorar a Enji por horas. Takami Keigo, el retirado héroe alado, apenas soltaba a la niña y por mucho que quisieran hacer algo para buscar a Geten, sabían que el pequeño acto de dejarle a la niña en la puerta, probablemente había sido el más humano que había hecho en mucho tiempo.
"No puedo cuidarla, Dabi se fue lejos y no quiero ser padre. Me obligó a tenerla y al ver que tenía tus ojos, decidió que no sería más suya. Lo siento, pero tendrás que hacerte cargo. Se muere o la cuidas. No me importa, es un estorbo para mí."
Poco después de avisarle a todo el mundo, había llegado Natsuo, una vez se aseguró que la bebé de ojos celestes estuviera bien, le echó la culpa de todo a Enji. Los gritos llenaron la casa por más de una hora, Enji ya no respondía pero el evidente rencor en Natsuo nunca parecía dimitir en su alma. Aunque Rei estuviera feliz y Shoto ya no sintiera la presión enorme de ser mejor que Allmight sobre sus hombros, Natsuo era un caso muy diferente. Shoto no quería perdonar a Enji, de hecho no lo haría nunca pero ya no le gritaba, ya no lo veía con odio y en algunas ocasiones había disfrutado a su lado unas hamburguesas en un restaurante del centro, donde la carne era sabrosa y los refrescos de té verde variaban en colores. Natsuo podría estar toda su vida por delante sacándole en cara a Enji todo lo que había hecho, desde los abusos que todos sufrieron en su niñez hasta Hawks, el Omega que había elegido después de un matrimonio desastroso. Cuarenta y ocho años contra los veinticinco de Hawks.
La palabra depravado quedaba pequeña alrededor de todos los insultos que Natsuo le decía.
Shoto estaba cansado, amaba a su hermano pero los gritos por audio de voz ya estaban superando sus nervios. Y más porque su celo estaba muy cerca, Recovery Girl ya le había entregado el permiso especial para ausentarse de clase por un día, sería interesante por una vez si solo estuviera con alguien disfrutando de sus "ventajas biológicas". Negó con la cabeza al sentir una erección en sus pantalones, con la sensación quemando su cuerpo y el aroma de Momo y Jirou por ahí, jodiendo su mente, inclinó su cabeza en la mesa de té y aspiró la línea blanca que posteriormente había hecho con una tarjeta negra. La tarjeta que su padre le había dado para las cosas "necesarias". Y las metanfetaminas eran muy importantes. Poco a poco habían dañado su olfato, después de todo eso era lo que buscaba. Dañar lo único que lo hacía más miserable que los demás. El problema era que siempre se regeneraba, una semana después de dañarse su nariz, todo volvía a la normalidad.
La meth quemó su nariz al mismo tiempo que su cabeza se nublo por la sensación recorriendo sus venas. La noche sería larga si no se detenía, pero era mejor así. Era mejor recordarlo todo antes de perderse en la completa inconsciencia del celo. Calando en sus huesos y quitándole la voluntad de tomar sus propias decisiones. Después de unas cinco líneas, el olor poco a poco fue cesando, hasta quedar completamente apagado en su pecho. Solo respiraba aire sin olor y quemó hacerlo.
Se desplomó en su habitación, el tatami era cálido al igual que la brisa de otoño contra su mosquitero. Trató de cerrar los ojos y dormir pero la sensación quemó aún más fuerte, su mano izquierda bajo por su pecho hasta alcanzar sus pantalones holgados. Cerró sus ojos e imaginó la piel rosada tomando su extensión, la contracción hizo efecto. No mentía cuando decía que le gustaba Mina, era tan abrumadora y fuerte que su mente podría estar horas usándola de placebo para el dolor del celo. Mordió su labio inferior, aprendió que con los años, las horas siempre menguaban su dolor y olor. Solo tenía que soportarlo mejor.
Tres golpes en su puerta.
Lo ignoró, era tarde y estaba drogado. No quería a nadie viéndolo así, con una erección en sus pantalones mientras su particularidad estaba anulada en sus venas. Tres golpes más, la ira comenzó lentamente a fluir en su estómago. No era una persona que cayera con facilidad en el enojo pero si alguien lo ponía sobre el límite y más cuando la meth lo estaba dejando medianamente ciego, todos sabían que si no salía, era tiempo perdido. No obtendrían nada más que silencio. Cerró los ojos y luego escuchó el "por favor, soy yo Todoroki" en palabras suaves. La rapidez con que abrió la puerta casi rivalizó con la de su padre mientras peleaba, Mina estaba ahí, bien vestida. Con una pijama de seda rosa, su maquillaje estaba corrido por culpa de lágrimas delatoras y su cabello ondulado y limpio caía cubriendo con generosidad sus pechos.
—¿Qué pasó?—Ella entró, por primera vez en años deseo que la meth no le quitara el olfato para saber cómo estaban sus feromonas de olor. Mina traía una pequeña caja con ella, sus delgados dedos la abrieron con cuidado y Todoroki pudo ver lubricante y condones—. Ashido...
—¿Puedo pedirte un favor muy importante?—Shoto asintió, preocupado por la forma en que sus ojos se marcaban alrededor de una profunda tristeza. Rompiéndola por completo en frente suyo—. ¿Podrías hacerme impura?
...
Izuku estaba de camino a su habitación, con las mejillas rojas por culpa del baño caliente hasta que un profundo dolor en los ovarios lo atrapó en frío. Solo una puntada lo hizo temblar agarrándose de la pared, Aoyama estaba saliendo de su habitación cuando lo vio encogerse, el Omega estaba vistiendo un traje color coral y su cabello liso contra sus mejillas brillaba al igual que su maquillaje de lágrimas doradas. Simulando nostalgia en su alegría.
—¿Estás bien, mon ami?—Aoyama apestaba a perfume estimulante. Izuku más de una vez había oído conversaciones suyas en francés, hablando cómodamente en el balcón de al lado. El tono que usaba con su madre era diferente al que usualmente ocupaba en las noches. A él no parecía importarle pasar su tardes con múltiples alfas a la semana. Era libre de escoger lo que deseaba y la pobreza no era una opción para él, su madre estaba enferma en Francia, los tratamientos para los omegas eran más costosos que la media así que los diamantes recorrían su piel cada noche. Había un alfa que era constante en su vida pero el amor... No era posible cuando solo había una media de sexualidad entre los dos. Aoyama no amaba a nadie más que a sí mismo, Izuku lo admiraba. Era admirable la forma en que convertía cada situación horrible de su vida en su mundo, con sus propias reglas.
"El Omega que brilla, el Omega que solo pide diamantes a cambio del paraíso entre sus piernas. El Omega que puede estar con tres alfas a la vez y seguir con la mirada intacta. Un roble atrapado en una estrella inestable."
—Estoy bien, solo es un dolor por culpa de los entrenamientos. Ya sabes, los músculos se fatigan más rápido ahora que los nervios están de punta por culpa de los exámenes—Aoyama sonrió, le guiñó un ojo mientras sacaba de su bolso con brillos una pequeña caja.
—Es Brie de Meaux, huele a almendras tostadas y sabe al cielo en la tierra. Come un poco y te sentirás mucho mejor, mon ami—Con el queso en la mano, Aoyama se marchó.
La noche estaba reinando para todos, comió y se internó en su habitación. El sabor realmente era agradable comparado con otros que le había dado en el pasado; para una persona que no sabía nada de quesos, Aoyama siempre lo sorprendía con uno sabroso para levantarle el ánimo. Se cambió de ropa y cuando el reloj de Allmight marcó las siete y media en la pared de su habitación, abrió la puerta de su balcón. Y con el aire acompañándolo con la crema en un pequeño bolso en su cadera, activo el OFA. El dolor estaba en sus ovarios, pidiendo atención del alfa que hace poco le había tentado de forma inconsciente. Unos saltos por los balcones, silencioso y ligero y ya había llegado a la habitación de Katsuki. No entró inmediatamente, se escondió en el balcón porque Kirishima había salido a tomar el aire. Golpeó suavemente la ventana. Katsuki corrió las cortinas con ira, viendo a Izuku en el suelo.
—¿Qué mierda? Entra de una vez por todas—Katsuki casi grita pero Izuku le pidió que guardara silencio. Le apuntó al otro balcón, no le tomó mucho tiempo al alfa entender. Disimuladamente abrió la puerta, salió permitiéndole a Izuku entrar. Kirishima estaba al otro lado, observó a Katsuki estirarse despreocupadamente y lo ignoró. No quería hablarle y Katsuki tampoco quería perder mucho tiempo. Ambos tenían sus propios asuntos.
Izuku ya adentro se quedó estático, nunca había estado en la habitación de Katsuki. El estilo occidental de la habitación hacía que el aroma a papel fuera persistente con el montón de libros en una biblioteca, probablemente hecha por el mismo. Los libros se mezclaban entre sí, formando una enorme fila uniforme, con diferentes tamaños y colores. La cama era individual, con una manta gruesa que probablemente la había puesto hace poco para la ocasión. El algodón era suave al tacto, una alfombra roja estaba sobre la madera, probablemente solo decoración porque era delicada al tacto. El closet estaba entreabierto, mostrando su ropa con una pulcritud digna del alfa. El aroma estaba siendo neutralizado por un ventilador especial, Izuku había oído de esos ventiladores que eran capaces de aminorar el aroma de las feromonas. Él lo había pensado en todo y cada parte de la habitación estaba tan bien organizada que Izuku se sentía mal por haberlo dejado entrar en su habitación posteriormente, con sus cosas de Allmight todas desordenadas. Incluso sus cortinas eran neutras en comparación con las suyas de estrellas americanas.
Sonrió un poco, tomando su polera con vergüenza. Se sentía extraño estar ahí, nunca podía acceder porque Katsuki no dejaba entrar a nadie. Y ahora era para masturbarse en frente suyo. ¡Qué estaba pensando! ¡Prefería morir de dolor! Mientras no podía con su vergüenza, Katsuki entró y cerró la puerta del balcón. Encontró a Izuku en medio de la habitación con ambas manos sobre su rostro. No estaba usando supresores así que podía sentir toda la vergüenza saliendo de su cuerpo. Suspiró y se sentó en el la silla de su escritorio, esperando tranquilo mientras salía de su trance. Si Katsuki pudiera decir cómo se sentía estar en la misma habitación con él, se sentía como estar robándole algo a una persona que no podía ver. Desde el gimnasio hasta las duchas, una extraña sensación colapso en su corazón.
No había sido como ese día, era diferente. Como si otra persona estuviera ahí, viéndolos desde una perspectiva alejada. Esperando el momento exacto para tomar su cuello y pulverizar su alma. Su instinto le decía con tanta claridad que algo estaba mal que si seguía caminando hasta el fondo, ni sus más agudas intenciones lo salvarían. La extraña inseguridad estaba provocando una sensación salvaje en sus entrañas, nunca había sentido a su instinto hablarle. Era nuevo, como las sensaciones que lo embargaban cada vez que deseaba ganarle a Izuku. Antes era un tema de superación mutua, ahora era extraño. No iba a pretender que no le gustaba, lo estaba haciendo también porque deseaba saber más de su cuerpo. De cómo se sentiría ver a su rival de una forma extasiante, de ver al chico que vio evolucionar convertirse en algo más sin necesidad de involucrar emociones innecesarias.
El amor y el enamoramiento era tan cansador como debilitante. Así que nunca podría verlo de esa manera, él lo hacía más fuerte. No más débil.
—Kacchan, ¿crees que esto esté bien? Que seamos íntimos de esta manera—Izuku se dio vuelta, sus mejillas estaban tan rojas que parecían que en cualquier momento iban a explotar. Vistiendo con su ropa, polera ancha que tenía escrito "polera de cuello redondo" en el pecho, con sus shorts deportivos y apenas usando unas zapatillas de descanso. Izuku era lo contrario a erótico y aún así, de alguna forma se las arreglaba para ser lindo. Se puso de pie, sintiendo que la diferencia de altura era ridícula cuando todo el poder de la situación lo tenía él en sus manos. Con sus delgados músculos encarnando con fuerza sus sesenta y cinco kilos.
El purificador de feromonas no pudo neutralizar lo dulce que se volvió el aroma de Katsuki, mezclado con solidez con el amargo de Izuku.
—Si no quieres hacerlo, no lo haremos Deku. Si no estás listo, no es sano que te fuerces a ti mismo—Izuku sintió como su pecho lo anhelaba, con tanta fuerza que comenzó a llorar. El alfa con su pulgar quitó esas lágrimas, con un extraño deseo egoísta de llamarlas suyas. El dolor de sus ovarios se volvió tan insignificante que no pudo evitar pensar que él, con sus feromonas y acciones, era como un nuevo analgésico—. Haremos lo que tú desees hacer.
—¿Y qué quieres hacer tú, Kacchan?—era una buena pregunta, a simple vista deseaba ayudarlo, quitarle esa enfermedad de su interior y presenciar con sus ojos lo increíble que era. Pero una parte muy recóndita, brutalmente honesta de su interior, deseaba tomar cada pieza de él y follarlo. No sabía cómo nombrar la sensación pero quería saber más sobre ella. Llegar al límite de la misma hasta embriagarse.
—Follarte.
Izuku casi perdió el aliento, lentamente su vergüenza comenzó a transformarse. ¿Qué sensación era? ¿Por qué sentía que alguien más los estaba viendo? Y más preocupante, ¿por qué quería ser visto por ese tercero? No lo sabía pero tomó la mano de Katsuki entre la suya, la diferencia era un poco extraña. La del más grande era suave al tacto, mientras que la suya llena de cicatrices que consideraba asquerosas era rugosa, casi incómoda. A Katsuki no parecía importarle y eso lo hizo sentir bien. Perdido en sus manos, preguntó.
—¿Por qué?—Katsuki se encogió de hombros.
—No lo sé, supongo que lo averiguaremos juntos, algún día.
Se alejó de Izuku antes de que ambos fueran por el camino equivocado. Se acercó hasta su escritorio y de la caja que Recovery Girl le había dado, sacó el bozal de cuero. Lo mágico del bozal es que una persona por sí misma no podía ponérselo, alguien más debía hacer el trabajo. Una mascarilla negra que cubría desde el puente de su nariz hasta su mentón, con correas que se amarraban en la parte posterior del cuello y la cabeza; con orificios para respirar. Al momento de Katsuki usarlo, el olor del cuero lo impactó. Temblando, Izuku se lo abrochó, preguntando hasta dónde estaba bien. Si estaba muy apretado o le molestaba, al momento de dar vuelta para ver sus ojos, las luces de su habitación se apagaron. El apagado automático le dijo que ya era hora de dormir, pero Katsuki no tenía sueño. La adrenalina estaba tan persistente en su cuerpo, que ni siquiera la sensación de extrañeza en su boca lo hizo detenerse. Izuku estaba embelesado. A Katsuki le quedaba muy bien el cuero negro.
Honestamente, no quería detenerse por un poco de vergüenza.
...
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