Capítulo III: I Have Questions
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"¿Qué diría tu madre si te viera aspirando esa línea blanca hecha con la tarjeta de crédito de tu padre? ¿Qué dirían tus hermanos si vieran todo aquello que me haces cuando cierras la puerta de tu habitación...? Mi gran y problemático ángel perfecto"
...
Para nadie era un secreto que el mundo de los héroes no solo era parte de los alfas, sino también, en una proporción muy pequeña, de los Omegas y betas que mantenían una imagen de médicos y administradores. Ellos no salían a las calles para combatir con los villanos, se quedaban como adorno en las agencias. Siempre sonriendo, dando el balance en la actitud salvaje que los alfas dejaban en las calles. Sin embargo, esa imagen perfecta era una farsa bien maquillada. El fuerte rumor que los medios siempre desmentían con encuestas fraudulentas, era que vendían a los omegas a aquellos que poseían las influencias suficientes para comprarlos. Un solo fin de semana con la heroína médica omega de moda y la agencia ya cubría todos sus gastos del año. En la UA no se practicaba esa actividad pero más de un egresado de la academia terminaba en moteles de amor fingiendo lo mucho que disfrutaban estar con los "contribuyentes". Mina conocía muy bien ese concepto, más de una vez en secreto le habían ofrecido cuantiosas cantidades de dinero por su primera vez, ella siempre rechazaba las ofertas pero cada uno de ellos les decía que cambiaría de opinión cuando fuera profesional. Que sus meses siendo "pura" estaban contados, Mina cada vez que se veía al espejo observaba el contador sobre su cabeza, cada vez más cerca del cero. Porque eso era lo que ellos querían de ella, nada más. Sin importar lo mucho que estuviera trabajando en tratar de ser la mejor, al momento de decir que era omega, la reducían a ser la perfecta mercancía de los alfas. La imagen sensual de una agencia que buscaba más ingresos a través de la prostitución de sus mismas heroínas, de aquellas que en ningún momento lo desearon pero que conocían las consecuencias de la negación constante. Muchas omegas desaparecían, muchas omegas terminaban en sitios que nunca podrían llamar hogar y muchas otras terminaban sin vida.
Y era aterrador pensarlo.
Mina sabía que Izuku era un Omega. Su olfato estaba por encima de la media superior de alfas, llegando incluso a rivalizar con alfas como Katsuki. No tenía conocimiento si Katsuki lo sabía pero lo intuyó cuando lo vio irse a su habitación y aún más cuando Izuku apareció vistiendo su chaqueta. No le importaba que mintiera sobre su género secundario, lo entendía. Izuku no tenía las proporciones físicas de Aoyama, que en secreto ya había aceptado muchos tratos con alfas que le ofrecían cosas brillantes; él era mucho más alto. Sus músculos eran casi similares a los de un beta de no ser por la leve curva de sus caderas que escondía bien con un cinturón en su traje holgado. Más de alguna vez lo había visto entrar último en los baños de varones alfa/beta, lo había visto esconder su collar porque conocía las expresiones que un Omega podría formular con un collar presionando su glándula para suprimirla. Y cuando lo vio en televisión pelear contra Shigaraki, entendió porqué lo hacía. Todas las noticias decían solo una cosa, un increíble beta envío al villano más infame de los últimos tiempos al Tartarus. También salieron noticias de como Katsuki lo había ayudado con esa ardua tarea que lo dejó en coma por más de dos semanas a finales del segundo año. Pero Katsuki era alfa, todo el mundo lo sabía. La novedad era Izuku que con solo ser un beta, había logrado escapar del concepto estereotipado de los betas; muchos lo llamaban irresponsable por enfrentarse a un alfa más grande que él, otros decían que debió darle el trabajo a Katsuki... Las opiniones estaban divididas, y más aún porque era un beta. Si desde un inicio los medios hubieran sabido sobre su estado de Omega, nadie estaría hablando de él y si fuera así, sólo serían faltas de respeto.
Porque a nadie le importaba que fuera fuerte, solo que fuera alfa.
De cierta manera estaba sorprendida. Luchar contra un alfa podría ser lo más aterrador del mundo y más cuando ese ser era capaz de desintegrar ciudades enteras. Pero él siempre estaba ahí, tratando de dar lo mejor de sí mismo a pesar de que sus rodillas dolían por los temblores de su instinto, ese que siempre le decía con claridad que debía estar arrodillado ante un alfa. Siempre pensó que era un Omega invencible, hasta que su propio cuerpo lo comenzó a frenar. Los meses pasaron ante sus ojos, deseó ayudarlo pero cuando lo intentó... Alguien más había llegado, la noche que Katsuki salió detrás de Izuku, Mina también lo hizo. Los vio sentados en la orilla de concreto y lo único que pudo hacer fue sonreír feliz. Si alguien podía ayudarlo ahí, solo podía hacerlo él.
No es que sus demás compañeros fueran malos alfas, sino que él sabía sobre su género secundario y comprendía el dolor detrás del mismo.
Pero después de esa alegría, el chico que le gustaba comenzó a comportarse como un idiota. La señora Kirishima en muchas ocasiones le había dicho que su hijo seguía viviendo bajo la sombra de su padre, pero nunca lo había visto así hasta que Sero, en una broma bastante evidente, le dijo a Katsuki alfa defectuoso. Él siempre tan amable y enérgico alfa que sonreía con el alma ahora estaba convertido en una réplica pequeña de los anhelos de su padre, si era honesta, tenía mucho miedo. Su pecho dolía cada vez que él suyo lo hacía, no sabía sí él se había dado cuenta de lo que compartían pero esperaba que esos ojos rojos pronto estuvieran abiertos porque sus sentimientos poco a poco iban por otro chico que nunca imaginó sentir en su radar. Todos sabían que Todoroki era un joven con problemas paternos, que en más de una ocasión caía en completa inocencia porque no era muy afinado con las personas y su humor. La primera vez que hablaron solos, fue cuando Momo se fue con Jirou a una cita las dos solas. Mina estaba a las afueras de los dormitorios, escondida entre los arbustos buscando su encendedor para fumar.
Él llegó a su lado, con su típica cara de poker.
—¿Qué estás buscando?—preguntó él, Mina tenía el cigarrillo en sus manos, no podían fumar en los dormitorios. Una vez Aizawa había hallado los porros y vapers de Sero, todo el dinero de un mes de trabajo a la basura. Además de trabajo comunitario en los dormitorios por dos meses. No, Mina no quería que Aizawa la castigara por mucho que quisiera lo mejor para ella. Pero realmente necesitaba fumar, su celo estaba cerca y ese día había recibido una oferta que casi bordeaba el millón de dólares. El temor que sintió al saber lo que valía para ellos la paralizó, un poco de nicotina sería más que suficiente para hacerla ir en línea.
—Mi encendedor—Mina con su largo cabello trenzado lo observó, el alfa encendió uno de sus dedos y se ofreció a encender su cigarrillo—. Por favor, no le digas a Aizawa.
—Tranquila, es solo un cigarro. Si supieras lo que hago con la tarjeta de crédito de mi viejo, estarías sorprendida—Shoto metió sus manos en los bolsillos, observándola aspirar el humo. Sí, tal vez no era la omega más hermosa de la UA pero sabía cuándo alguien la estaba mirando con atención y Shoto no era muy recatado—. ¿Solo el tabaco, o alguna vez has probado algo más fuerte?
—¿Cómo qué?—Mina se acercó, era amigable contra el alfa que medía poco más de un metro noventa, delgado y con esa taciturna expresión en su rostro.
—Meth—la metanfetamina en los betas podía producir adicción y una serie de efectos negativos. Para los alfas y los omegas, era un potente estimulante sexual que no provocaba los indeseables olores del celo, ¿sensaciones similares al celo sin necesidad de perder la conciencia? Estaba sorprendida.
—Honestamente, no. Lo siento—Todoroki sacó de sus pantalones un cigarro de hierba, era increíble que él se viera como un niño inocente fumando un porro.
—Bueno, Sero no es la única persona que tiene buenas sustancias. Si algún día tienes deseos de algo más fuerte que el tabaco, eres bienvenida a mi dormitorio.
Ambos terminaron sus cigarrillos y se fueron a los departamentos, después de ese momento comenzaron a hablar más a menudo, Mina comenzó a guardarle secretos. Cómo que Momo en realidad estaba con Jirou mientras que él era la tapadera heterosexual para los Yaoyorozu, el alfa también le contó que había estado con Inasa. Otro alfa de su categoría, uno puro. Que su bisexualidad era aceptada por Endeavor y que por mucho que quisiera estar con Momo, había aceptado hace años que ella era una amiga y que nada sobre la tierra llegaría a cambiar eso por sus sentimientos. Pero para él estaba todo separado, su corazón era de Momo mientras que su cuerpo había sido de unos cuantos a lo largo de dos años. Mina estaba sorprendida, sobretodo cuando el alfa le hizo una pregunta con referencia a sus celos. "¿Estás con Bakugō?" Cuando le respondió un no, fue la primera vez que Mina vio una sonrisa en los labios de Shoto, aunque ligera, era bastante para un personaje como él.
Las cosas cambiaron cuando empezaron a entrenar juntos, dieciocho años cada uno y la tensión podía cortarse con tijeras. Pero Mina tenía en su corazón al chico que la seguía mirando con un sumo respeto que ahora no sabía cómo interpretar, era por su amistad o solo la veía como una Omega más, ella quería saber pero al mismo tiempo el miedo la consumía al darse cuenta que casi perdió el sentido por culpa de sus feromonas agresivas. Su corazón ya no sabía qué hacer, los celos cada vez eran más irregulares y lo que alguna vez le pareció increíble, ahora era una tortura. Hubiera acudido donde Kirishima, pero él todavía estaba perdido en su discurso anticuado. La única persona que parecía saber lo que estaba pensando era Shoto, que ese mismo día donde Kirishima explotó en la cocina por culpa de sus inseguridades, la encontró entrenando. El sparring no era el fuerte de Mina, porque su fuerza siempre la traicionaba pero ese día lo necesitaba más que a la nicotina. Quería el dolor en sus músculos.
La UA contaba con gimnasios increíbles separados por los géneros secundarios, los mixtos poseían un sistema de ventilación sofisticado que suprimía las feromonas a través de ventilaciones automáticas ubicadas en los suelos. Usualmente cuando los alfas y los omegas comenzaban con una actividad física copiosa, sus feromonas adquirían una tonalidad más fuerte a las del descanso, las probabilidades de que un alfa indujera un celo era del sesenta por ciento. Muy alto para un establecimiento mixto donde las reglas no permitían la automedicación por parte de los estudiantes. Mina acostumbraba a ir al de los Omegas, ese día escogió uno mixto, si tenía un poco de suerte podría pelear con un beta a lo mucho. Una hora practicando posturas, haciendo carreras hiit y al acabar, las gotas de sudor ya estaban corriendo por su frente. Ahora venía lo difícil, pelear. Los sacos de box siempre estaba en la zona de los alfas, pero en los mixtos, ahí podía golpear sacos el triple de su peso.
—Si sigues así, vas a romper el saco. No creo que te guste limpiar la arena, la última vez Midoriya rompió uno. Aizawa lo obligó a recoger cada grano de arena. Fue una pesadilla, tuve que ayudarlo con Iida. Los sermones de que debía controlarse a sí mismo fueron la guinda del pastel—Todoroki apareció comiendo un chicle, Mina se detuvo. Sus mejillas estaban tan rojas que hasta en su piel rosa se podía ver ese tono. Su boca estaba seca, mientras Todoroki seguía caminando hasta ella, fue hasta una mesa donde había varias botellas de agua. Bebió mientras el alfa masticaba suavemente.
—No creo tener la fuerza suficiente para hacerlo—se mofo, el agua bajó por su garganta. Fue agradable sentir un poco de aire frío mientras un purificador tomaba todas sus feromonas exaltadas.
—Yo creo que sí, sólo tienes que enfocar tu instinto. Todos aquí se llenan la boca con que nosotros los alfas somos seres superiores. Pero la verdad es que tienen miedo—Mina se detuvo. Todoroki siguió—. Los omegas tienen un instinto llamado súplica. Es algo primitivo pero es lo mismo que la voz del alfa, la única diferencia es que radica en la fuerza de voluntad. El sábado en la noche, cuando fuiste a la habitación de Kirishima, sentí la ira de sus feromonas en tu piel. Podría apostar a que no sabías cómo habías desobedecido la orden que te dió.
—¿Cómo lo sabes?—Todoroki se acercó a la mesa, el calor que emanaba era tan fuerte que podía sentirlo en su piel. Todoroki era alto pero no intimidaba con ello, al contrario, se sentía segura. Y mucho más por su olor, suave para ser de un alfa. A Mina, le recordaba cuando ella y su madre iban a la playa. El olor del océano, de la arena y las brisas que movían con gentileza su cabello.
—Mi nariz es demasiado sensible, siempre siento los olores de las personas más que los demás. Y en la mañana, cuando te hablé sobre los bozales y las marcas, él estaba ahí. Enojado, podía sentirlo aunque en su cuello usará un supresor—Mina no se había dado cuenta de ello—. Le gustas mucho pero está obsesionado con Bakugō, y eso lo hace un poco peligroso. Más porque siente la obligación de llevarlo por el "buen camino". Sin saber bien que Midoriya está en un punto muy complejo.
—Sabes sobre él, ¿no es así?
—Me enteré cuando una vez fueron él y Bakugō a mi casa, en la cena uno de sus supresores se venció. Nadie dijo nada, incluso mi viejo se dio cuenta. Para nadie es relevante que sea omega, más que para los medios de comunicación que no saben cuando parar—Mina no sabía que decir, que Endeavor lo supiera y no dijera nada, era un atisbo de esperanza. Demostrando que no todas las personas de ahí afuera la veían como un producto—. Ashido, no quiero molestar, pero me gustas mucho, y Kirishima también siente lo mismo. Pero la diferencia es que él está obsesionado con las éticas sociales mientras que a mí me dan lo mismo.
Tan directo.
—Pero, ¿estarías con una persona que no es virgen?—Mina nunca había estado con alguien, pero deseaba probar la respuesta física de Todoroki a ello.
—La virginidad no existe—Shoto se acercó, los cabellos de Mina estaban desordenados en su rostro, en sus mejillas rojas. Los ojos heterocromáticos la vieron de una manera tan gentil que sintió su pecho paralizarse de la emoción—. La virginidad es solo una limitación social para mantener controlados a los omegas con temor, pero controlar a las personas con miedo es un arma de doble filo... Ellos querrán morder la mano que les hace daño y una vez descubran cómo hacerlo, nada realmente podrá detenerlos. Mina eres una Omega que podría tener al mundo en la palma de su mano si lo quisiera.
—¿A qué te refieres?—Shoto se acercó aún más, la diferencia de altura los atraía como imanes.
—Eres fuerte y carismática. No necesitas nada más para demostrar lo que realmente vales—Mina había visto sonreír a Shoto pero lo que estaba viendo en ese momento era una sonrisa única. No muy pronunciada, ni mucho menos llena de entusiasmo. Una leve curva que solo evocaba una sensación de calma, ahora entendía porque le recordaba a la playa sus feromonas. Eran calmadas, como si estuviera descansando segura en sus brazos. Quiso abrazarlo, solo para sentirse segura. Y lo hizo, su metro sesenta contra el metro noventa y dos de Shoto. Enterró su rostro en el pecho contrario, se sentía un poco culpable pero la seguridad que le entregaba Shoto era increíble, impagable. Se alejaron, Mina se distanció unos centímetros y siguió con su entrenamiento. Shoto se sumó y la ayudó con el box, ambos lo disfrutaron mucho. Ensimismados en solo los dos, nadie más. Mucho menos en Kirishima que estaba viéndolos entrenar y jugar entre ellos. Si no fuera por el purificador de feromonas, ambos hubieran terminado en celo.
Y Kirishima lo sabía, porque sus feromonas eran compatibles.
...
"¿Los amigos pueden follar sin involucrar sentimientos? Por supuesto. Entonces, ¿por qué unos rivales no podrían hacer lo mismo? ¿Cuál es la maldita diferencia? Ninguna"
Katsuki pensó así, Izuku tenía mejor semblante mientras le mostraba en el calendario cuando serían sus próximos celos. Aunque estuviera con el trasero al aire, la confianza que había entre ambos era tanta que no era importante verlo semidesnudo. Lo más importante era cuadrar todo, seguían estando en la carrera de ser héroes, aún tenían mucho por delante. Relajarse porque se habían masturbado mutuamente, no era relevante. Ambos se habían sentido bien, ambos estaban tomando nota de los horarios y los días que podía ocupar, de los lugares que usarían y lo más importante de lo que estaban dispuestos a hacer. Los dos tenían claro que el amor no era parte de esto, el amor para un héroe era sinónimo de debilidades innecesarias. Y más cuando ambos eran héroes, el amor estaba prohibido antes de hacer el trato y seguiría siendo así. Era un secreto de los dos, debía ser así aunque las personas de su alrededor sospecharan algo. Y lo más importante, el secreto de que Izuku era Omega debía seguir siendo un secreto. Eso era lo más importante para ambos, para Izuku porque no quería ser reducido a una incubadora y a Katsuki porque sabía que las personas de su alrededor no tomarían en cuenta nada de lo que su rival había hecho a lo largo de los años. Solo se enfocarían en que era un Omega.
Ese domingo después de organizar el horario y mientras todos estaban fuera, Katsuki fue el primero en salir de la habitación de Izuku. Con celular en mano corrió hasta su habitación, tenían que bañarse y quitarse el olor a sexo que ambos exudaban. Al tomar sus cosas, fue hasta el baño de los alfas, se aseguró de que no hubiera nadie y le envió un mensaje a Izuku. El Omega se demoró solo tres minutos en llegar con sus cosas, al hacerlo, Katsuki cerró la puerta del baño con un trozo de cartón doblado. Se lavaron los dientes al mismo tiempo, hicieron lo mismo en las duchas solo que lejos. El agua poco a poco se fue llevando la evidencia de que ambos habían estado juntos en su habitación, el primero en terminar con su rutina de limpieza fue el alfa. Para ellos era mucho más fácil, los omegas tenían que usar implementos en su piel para no secarla con los cambios bruscos de temperatura y feromonas. El jabón que barría con sus feromonas tomaba un tiempo en hacer efecto, así que cuando Izuku salió con la toalla en su cintura, Katsuki estaba poniéndose en su cuello un parche supresor. La única intención era que los demás no sintieran la intoxicación de feromonas en su cuerpo, porque lamentablemente aunque estuviera usando ese parche en su cuello, seguía oliendo el suave aroma de Izuku, mezclado con el suyo. Al pensar en ello, sus mejillas se tornaron rojas.
Fue suerte que su cuerpo no reaccionara al celo de Izuku, mucha suerte. Porque nunca en sus dieciocho años, con sus noventa y dos kilos de músculos encima, había sentido tal sensación recorriendo su cuerpo. Ni siquiera un celo lo había hecho jadear sobre el cuello de alguien, Izuku tampoco lo había puesto así antes. Incluso cuando en secundaria más de una vez estuvieron en situaciones comprometedoras, nunca. Quizá la madurez de su cuerpo había llegado, quizás tenía que ver su linaje lleno de betas siendo el primer alfa de la familia. No lo sabía, pero perder el control de una situación era desesperante y le dió mucho miedo. Por eso había acordado que usaría bozal la próxima vez, solo tenía que solicitar uno en la enfermería.
El gobierno siempre estaba dando su imagen positivista sobre la educación sexual en los establecimientos educativos, entregando todo tipos de implementos para asegurar una convivencia saludable y una relación sana con el desenvolvimiento sexual de los jóvenes. Recovery girl siempre estaba entregando condones, pastillas anticonceptivas, supresores de parches, supresores en pastillas, supresores en supositorios, condones femeninos, copas menstruales, toallas higiénicas, tampones, bozales, collares antimordida, collares supresores y pastillas abortivas; aunque las últimas requerían un permiso en conjunto con exámenes médicos, todo en caso que el aborto fuera imposible con pastillas.
Katsuki nunca había ido a dónde la mujer de mediana edad pero Sero siempre hablaba sobre ella. Después de todo, tenía experiencia pidiendo condones y bozales.
Izuku se vistió y para cuando salieron de los baños, Kaminari estaba en la sala común con Koda, hablando de una nueva ley de reinserción criminal. Katsuki escuchó en silencio mientras iba de lleno a la cocina con su bolso en el hombro, Izuku hizo lo mismo que él, se preparó un buen desayuno, aunque ya era más de medio día. Mientras lo hacían, poco después llegó Hatsume preguntando por Sero. Era increíble lo rápido que corría Hanta cuando se trataba de la chica de cabellos rosa.
—Kacchan, ¿quieres la salsa picante para tu sandwich de carne?—Katsuki asintió mientras Izuku le arrojaba la botella de cristal, prometieron actuar normal y eso es lo que iban a hacer.
Izuku preparó para él cuatro sándwiches de aguacate con un batido de proteínas y fruta. En cambio Katsuki preparó dos sándwiches de carne con una ensalada de rúcula y brócoli crudo. Ambos estaban hambrientos. Mientras comían, hablaron sobre el estilo de las explosiones localizadas, Katsuki tenía en mente un poco de material de apoyo. Las granadas eran una muy buena idea pero después de que casi se quebró las muñecas tratando de controlar una explosión muy grande, decidió que sus granadas estaban fuera hasta que pudiera controlar mejor la fuerza. Izuku tenía en mente unos guantes similares a los suyos, que fueran capaces de guardar solo la fórmula de nitroglicerina en los guantes, haciéndolos más fuertes en las palmas sin necesidad de guardar todo el sudor de sus manos en los antebrazos. Todos estaban muy tranquilos en sus asuntos hasta que llegó Kirishima, la evidente molestia en su rostro hizo que Katsuki dejará de prestarle atención al cuaderno de Izuku. Las feromonas de ira en su cuerpo eran increíblemente agresivas.
Kirishima comenzó a caminar hasta la cocina, ignoró a Katsuki e Izuku para tomar un poco de agua, el golpe que le dió al refrigerador enojó al alfa rubio.
—¡Ten más cuidado a la otra, pelos de mierda!—Kirishima se detuvo, Katsuki pudo ver sus colmillos afilados saliendo de sus labios. Definitivamente no estaba bien.
—¡Qué sabes tú de cuidado!—gruñó, fue un gruñido de desafío. Katsuki no solía responder a los desafíos que sus contrapartes le desafiaban, porque era una pérdida de tiempo. Pero algo en los ojos rojos de su amigo le decía que debía aceptarlo.
—Hey, ya basta chicos. No es momento de pelear—Kaminari trato de intervenir, tomó el brazo de Kirishima para sacudirlo levemente y hacerlo entrar en razón pero el alfa lo empujó tan fuerte que Shinso, que estaba descansando en la sala común observando todo en silencio, intervino evitando que Kaminari cayera al suelo. El rugido de Shinso desvío la atención, Kirishima observó los ojos índigo. Sin embargo, un momento después, Shinso usó la voz de alfa.
—Suficiente, arrodíllate y mira el suelo hasta que calmes tu ira.
La voz de alfa de Shinso era potente, no solo porque era un alfa puro, sino que combinaba su voz de alfa con su particularidad para hacerla poderosa contra villanos, que en su mayoría eran alfas. Kirishima se cayó de rodillas y pegó su mirada en la cerámica del piso de la cocina. Comenzó a temblar cuando su mente evocó todas esas veces dónde su padre obligaba a su madre a hacer lo mismo, a mantenerse sumisa. No sabía cómo lo sentían los omegas pero en sus huesos era como perder la noción de caminar, saber hacerlo bien pero no poder porque una fuerza injusta y superior no se lo permitía.
Era aterrador.
Katsuki siempre consideró a Kirishima una parte importante de su grupo de amigos, no estaba al nivel de Mina, pero le gustaba mucho estar con él. Verlo así, no era de su agrado y más por el hecho que estuvo a poco de iniciar un desafío*. Él no era así. Izuku se acercó hasta Kirishima, todos quedaron mirando la situación mientras que el "beta" dejaba caer su preocupación en los ojos rojos. El alfa levantó la vista hasta alcanzar los ojos verdes, no lo entendía pero que Izuku no fuera agresivo después de pensar cosas horribles sobre él... Lo hacía sentir enfermo. Shinso rompió el comando de voz y sacó a Denki de ahí, el Omega rubio estaba temblando mucho.
—¿Estás bien?—Izuku fingió que no podía oler la ira por parte de Kirishima, el alfa bajó la vista y sin decir una palabra salió de la cocina. Katsuki lo siguió, tomándolo del hombro.
—Hey, ¿qué mierda te está pasando hoy?—Kirishima hubiera deseado decirle muchas cosas, pero todos estaban ahí, mirándolos. No podía hacerlo, trató de sonreír mientras retenía sus feromonas. El alfa de cabellos rubios le creyó, era un mentiroso. E Izuku se dio cuenta de ello, algo estaba mal y tenía que ver con Katsuki. No es que fuera de su incumbencia pero le preocupaba.
Katsuki más que nada.
....
...
*Desafío: Pelea de alfas que culmina con una mordida en el cuello, sobre la glándula de feromonas. Las mordidas entre alfas son peligrosas, el veneno de los colmillos de los alfas solo es para los omegas. Si un alfa llega a marcar a otro alfa, podría llegar hasta matarlo.
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