Y volvés
Y volvés.
Volvés siempre a los mismos recuerdos que parecen perfectos: la sensación de sus manos sobre las tuyas, como te acariciaba la cara, o esa sonrisa que te daba cuando recién se despertaba.
Y sonreís, pero llorás, porque darías la vida por volver a revivir uno de esos momentos, pero en lo profundo de tu alma sabés que eso ya no sería lo mismo, porque al lado de la película que pasa por tu cabeza, aparece superpuesta otra: las discusiones, los "te odio", y los largos silencios con caras largas porque ninguno se atrevía a decir una palabra.
Así que frenás esos recuerdos y te obligás a salir a la calle, pero todo sigue igual desde que él se fue. De pronto, un hombre pasa a tu lado y trae su mismo perfume, y es casi como si te podés ver otra vez caminando por esas mismas calles de su mano y con una sonrisa en el rostro; parece que todo fue ayer. Pero ahora estás sola, y su ausencia vuelve a hacerse presente con ese contante vacío en el pecho. A lo lejos, te parece verlo, porque ese chico usa su misma campera, y el corazón te late con fuerza con revivida emoción, pero te das cuenta que en realidad su forma de caminar no es la misma y es un poco más alto.
El día pasa y te obligás a seguir adelante, pero su ausencia duele como un puñal cada vez que respirás. Mirás el celular y no hay mensajes nuevos de él. Abrís la conversación, pero recordás que la borraste porque no podías seguir torturándote con esos "te amo" o "después te veo". Ya no aparecés en su foto de perfil, y te preguntás si a él también le duele tanto como a vos.
En los solitarios mates de la tarde, te preguntás de quién fue la culpa, y volvés a revisar esas viejas películas en tu cabeza, sacando el polvo a las cajas de los momentos malos. Pero los detalles están difusos, como si estuvieran bajo el agua. Los sonidos llegan sordos, y no podés evocar el sonido de su risa. Tal vez es porque te habías estado obligando a bloquearlos, porque solo querías ver lo bueno. Pero seguís buscando en esas peleas sin sentido, y te culpás, porque no viste venir esa discusión; y lo culpás, porque te hizo enojar.
Pero, por sobre todo, lo extrañás. Extrañás los códigos, las risas, y las tardes tranquilas. Extrañás las discusiones con tus viejos porque no te dejan verlo y cómo se las arreglaban para tener unos momentos solos. Extrañás el calor que te daba cuando te abrazaba y cómo te acariciaba para consolarte. Extrañás las conversaciones profundas por las madrugadas y las miradas cómplices en el medio de las mañanas.
"El dolor nunca es permanente" te dicen "Ya lo vas a superar". Y asentís con la cabeza sin decir nada, porque en tu mente estás gritando "andate bien a la puta que te parió" porque ellos no pueden entender las noches de insomnio que pasaste preguntándote qué está mal en vos para que las cosas pasaran como pasaron, preguntándote y diciéndote que si hubieras hecho algo en determinado momento, tal vez las cosas hubieran sido diferentes.
Y lo extrañás. Y la soledad crece. Y volvés a aferrarte a los recuerdos.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top