XV: Locura No Tan Extrema...
Dipper Pines
Dejamos de escuchar movimiento en la casa, lo cual indicaba que ya nadie se movía en la casa, o que estarían en el cuarto, sin imaginar que Bill estaba en su casa, hecho una furia. Miré al rubio, sus ojos ardían de odio y emoción, estaba por cumplir su fantasía y vengarse por su pobre padre, claro que sabía que eso estaba mal, pero... Había llegado hasta ese punto, ¿Por qué no lo acompañaría hasta el final? Suspiré, tomando el martillo que se me había otorgado y nos dirigimos con sigilo al cuarto, se escuchaban los ronquidos de Phill, era seguro, estaban durmiendo.
—Hijo de puta...— murmuró Bill —Duerme tan tranquilo... Sabiendo lo que le hizo a mi papá...—
—Ya, te vas a vengar amor— respondí en susurros, besando su mejilla suavemente —Andando— él asintió, entrando lentamente al cuarto. El pelirrojo y el peliceleste dormían abrazados, sin ropa, plácidamente. Un escalofrío recorrió mi espalda.
Bill se posicionó del lado de Phill, me miró y señaló la luz, yo asentí y la encendí, lo siguiente que ocurrió fue algo que jamás olvidaré...
El cuchillo voló rápidamente desde el hombro de Bill, en su mano, siendo incrustado en el ojo del pelirrojo, obviamente éste despertó, gritando de dolor, sin embargo, el rubio no le dio importancia, siguió apuñalando su rostro con fuerza, destrozándolo por completo, podía jurar que escuchaba el sonido de su cráneo romperse cada vez que el filo del cuchillo lo atravesaba. Will despertó aterrado ante la escena, cuando me di cuenta, yo ya estaba restrozando su cabeza y su rostro con la parte trasera del martillo.
Otro escalofrío me recorrió el cuerpo, un placer que jamás había sentido, sonreí enormemente, no me importaba en absoluto la sangre que caía en mis dientes o labios, reventé uno de sus globos oculares a martillazos, entonces tomé el otro desde el nervio, como si fuera un lindo y grande pendiente redondo, el rubio me miró, riendo un poco, para cuando me di cuenta, el cuello y el rostro de Phill estaban totalmente destrozados.
—Puedes quedartelo si quieres, podemos convertirlo en un lindo collar— señaló el ojo de iris azul en mi mano, yo asentí con gran emoción —Veo que tú también te la estás pasando bien cariño~—
—¿No debería?— me encogí de hombros —¿Ésto es todo? Los matamos... ¿Ya está?— estaba un poco decepcionado al pensar eso, creí que podría disfrutar un poco más de las lágrimas de Will, o de la siempre arrogante voz de Phill suplicando por piedad.
—Claro que no— rió negando con la cabeza —Fijate bien Dippy, aún respiran, los dos~ Quiero despellejarlos, estuve leyendo muchas recetas de como cocinar carne humana~— mi estómago dio un vuelco completo, puede que haya disfrutado de destrozar la cabeza de Will, pero definitivamente no me creía capaz de comerlos... Yo no estaba tan loco como Bill... Al menos quería pensar que no.
—Entendido— asentí, saqué la navaja de nuestro pequeño arsenal, comenzando con su brazo, con una pequeña cortada de 10cm de largo, con unos 4cm de profundidad, la piel se desprendía solo a tirones. No tardé demasiado, estaba orgulloso de mi trabajo.
Mi mandíbula cayó al piso cuando vi al rubio acostado junto al inerte cuerpo de Phill, franeleandose y gimiendo fuertemente.
—¿Se puede saber que mierda crees que haces?— lo separé, mirándolo a la cara con el ceño fruncido. Podría ser estúpido, pero tenía celos de ese puto cadáver.
—Dippy...— abrazó mi cuello y empezó a franelearse contra mí, besando mis labios con desespero. Me separé y sonreí un poco.
—Eres el peor de los pervertidos, Bill Cipher— susurré en su oído, lo obligué a ponerse sobre sus manos y rodillas en la cama, sobre el cuerpo del pelirrojo. Bajé mí ropa, seguido de la suya, me relamí los labios mirándolo, nunca me cansaba de contemplar su hermoso culo. Separé sus nalgas y lo penetré de una sola estocada.
—¡Ah!¡Dippy!— jadeó, moviendo sus caderas —Nght... Dipper...— enterré mis dedos en su cintura, empezando a embestirlo con fuerza. Sonreí al verlo tocándose, no se contenía en lo más mínimo, gritaba fuertemente mientras se masturbaba y pellizcaba sus pezones.
—No grites mi nombre amor~ no queremos que los vecinos nos identifiquen— reí un poco, aumentando el ritmo de mis caderas. Eché la cabeza hacia atrás, disfrutando como su ano tiraba de mi miembro.
—¡Hmp! M-me voy a venir... Joder... Dippy— murmuró, levantando un poco su torso y aferrándose a mi cuello —Correte dentro mío Dipp~—
—Como ordenes mi amor— murmuré en su oído. Él fue el primero en venirse, todo su semen cayó sobre el inerte cuerpo de Phill, mientras yo no tardé en seguirlo, llenando el culo de mi rubio con mi semilla.
Salí de él lentamente, su entrada aún chorreaba un poco, acomodé nuestra ropa y me levanté de la cama. Pude ver el rostro de Bill, estaba realmente feliz, excitado, creo que ese había sido el mejor orgasmo de su vida. Sonreí levemente y miré todo el desastre que habíamos hecho con los cuerpos.
—¿Qué haremos ahora?—
—Ahora tomaremos sus piernas y brazos despellejados, los metemos en bolsas de plástico, bajaremos al estacionamiento del edificio, tomaremos la mayor cantidad de ropa que podamos y nos largaremos de ésta ciudad de mierda—
—Buen plan— asentí riendo un poco, comenzamos a cercenar sus cuerpos, llevándonos sus brazos y piernas en algunas bolsas negras de basura, por suerte, a esa hora no había nadie rondando los pasillos. Bajamos por las escaleras de emergencias y emprendimos nuestra búsqueda de un auto. Aparentemente Bill tuvo una época de delincuente, pues cambió las matrículas de los autos y abrió la puerta de uno como si fuera su dueño.
—¿Dónde aprendiste a abrir coches sin activar la alarma?—
—No lo sé hacer, simplemente éste coche no tiene alarma— reí un poco ante su respuesta, guardamos las bolsas en la cajuela y salimos directamente de la ciudad, teníamos dinero, podríamos comprar ropa nueva. Lo único que esperaba era que todo saliera bien, si alguien nos atrapaba, no dejaría que Bill pague las consecuencias...
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