Capitulo 4(*)

"Mala mía por ser diferente en un mundo de clones"

Sin tener más ganas de seguir indagando salgo de la biblioteca. Hago todo lo posible por no toparme con los hombres extraños de hace rato, pero por más que intento no logro sacármelos de la cabeza es que ¿por qué son tan... hipnóticos? Es como si hubiera una puerta que me impide dejarlos salir.

Maldición, apenas estoy llegando y me estoy carcomiendo la cabeza por unos hombres. Si así es ahora no quiero imaginarme cómo será mañana.

Recorro la universidad casi completa buscando la dichosa cafetería que justo al llegar los chicos me habían informado que me esperarían. Aunque conociéndolos sé que no estarán esperándome. Al entrar, la gran mayoría de las mujeres y los hombres dirigen sus miradas acosadora hacia mi. Sin importarme una carajo continuó.

Me llevo la sorpresa de que los chicos si están reunidos en una de las mesas. Cuando llego me dejo caer a un lado de Axel, quitándole el sándwich que estaba apunto de llevarse a la boca.

—Joder, hubieras pedido primero ¿no? —expresa mirándome con rareza. —Para la próxima pide que te hagan tres docenas maldita glotona.

Me encojo de hombros mientras devoro con fidelidad el pan.

—Aquí tienes —Luke toma su batido para dármelo a mí lo cual le agradezco. Dios, es tan dulce y frío al mismo tiempo.

—Phoenix, ¿sabes? Toda la universidad está preguntando por tu llegada —Ethan se ríe—Preguntan que de donde te hemos sacado.

Frunzo el ceño.

—¿Si se tragaron el cuento de que somos hermanos, verdad? —inquiero.

Logan asiente mirándome.

—Un mes antes de que llegaras hice que todos aquí sepan que nuestra hermana vendría de visita. Lo tomaron como lo mejor del mundo así que no tuvimos problemas. —Dice, mientras le arrebata su billetera de las manos a Axel. —¿Como demonios tienes eso?

Este le devuelve una sonrisa "inocente" además de la mirada rara que le dirige Logan.

Sonrío.

De pronto dos chicas totalmente distintas y unos chicos completamente iguales llegan a la mesa, saludando a los chicos como si fueran los amigos más antiguos del mundo. Trato de ignorarlos. Antigua yo que les salve la puta cordura.

—Chicos, ella es nuestra hermana, Phoenix —Le lanzó una mirada al intruso de Ethan pero ya es tarde, las dos chicas ya están saludándome. —Phoenix, ellas son Delia y Melissa.

Asiento con una sonrisa cordial, la asiática es Delia y la caribeña es Melissa. Según soltó Axel son las novias lesbianas del grupo. Son lindas y simpáticas, me caen bien.

—No hace falta que me presenten, lo haré yo mismo—Se adelante uno de los chicos idénticos que acaba de venir. —Mi nombre es Oliver, vengo de las playas soleadas de Hawái y puedo darte el mundo entero. —Estrecha su mano.

Suelto una carcajada.

—Mucho gusto, Oliver de Hawái, yo soy Phoenix y vengo de las playas caribeñas de República Dominicana. No me apetece darte nada, pero las sorpresas soy dueñas del universo —Sostengo su mano. —Encantada de conocerte. —respondo con sensualidad.

—¡Dios, que caliente!

Me vuelvo a carcajear mientras los chicos ponen los ojos en blanco.

—Yo soy Trevor —me guiña el ojo mirándome de arriba abajo. —Y no tengo tanta presentación solo que mi cama está disponible para ti cuando quieras.

Asiento. Vaya, pasar tanto tiempo con Axel le ha dañado las neuronas al pobre.

Un silencio tenso e incómodo se instala de pronto, frunciendo el ceño dirigí mi mirada hacia donde Logan tiene la vista fija encontrándome con una sorpresa más grande que el país de Rusia. Lea de mano con un chico muy apuesto, pero el detalle es en cómo se ríe al con el chico.

Alzó las cejas con sorpresa, ¿acaso mi querida amiga me ha estado mintiendo todo este tiempo sobre tener pareja?, no, de seguro tienen que ser amigos... esa opción se va al demonio al ver cómo el chico la besa y ella le devuelve el beso con gusto.

Estás bromeando conmigo.

—Phoenix... —Empieza Ethan.

—Entonces me ha estado mintiendo ¿verdad? —clavó mis uñas en mí palma. —¿Cuál es la necesidad de mentirme?

—Vamos, Phoenix, deja que ella te explique —opina Logan.

Niego. Engancho la mochila en mi hombro y camino hacia afuera de la cafetería. Necesito aire y silencio antes de que diga cosas que me arrepentiré después. Intencionalmente mi hombro choca con el de Lea mientras está me devuelve una mirada sorprendida, pero su chico me observa como si estuviera a dos segundos de matarme.

Uy, lo siento.

—Phoenix, espera déjame explicarte —Sostiene mi brazo deteniéndome. —Se lo que estás pensando justo ahora, pero déjame explicarte.

Bufo.

—Sabes lo mucho que detesto las mentiras y aun así lo ocultaste.

—¡Tu también mientes!, y mucho, básicamente esto es ridículo porque no existe nadie que tenga más secretos que tu.

—Esto no se trata de mi.

Niega, lanzándome una de sus miradas devastadas.

—Eres demasiado egoísta, Phoenix, ¡muy egoísta!

Suelto mi brazo de su agarre y salgo de la cafetería. En otra ocasión me hubiera importado la forma en la que llamamos la atención de todos, pero en este momento no.

Salgo hacia el jardín de la universidad, un lugar con una intensidad de naturaleza que lo hace mágico. A medida que me dejo caer en el pasto mis pensamientos fluyen al compás del aire fresco. No debí haber reaccionado así, ¿por que soy tan rencorosa con algo tan insignificante?

Aunque pensándolo bien, mal por ella en haberme mentido, sabe que odio las mentiras y todas las veces que pensé que sus traumas no la dejaban dar el siguiente paso para así poder buscar algún compañero ¿donde demonios quedan las terapias que le di pensando en dar lo mejor para que pueda dejar todo lo que pasamos atrás? ¡¿Donde?!

Por estar tan metida en mis pensamientos no fue capaz de percatarme del cuerpo gigantesco que se deja caer frente a mi. Su cuerpo siendo ridículamente grande se ve intimidante a comparación con el mío. Maldita sean las hormonas.

Bufo.

—¿Ahora tengo fans?

—El número uno —Sonríe. Se aparta de mi vista recostándose a mi lado izquierdo.

—¿Sabes que desde que escuché tu vos me has caído fatal?

Escucho como se ríe y mis hombros inesperadamente se relajan.

—El sentimientos es mutuo.

Pongo los ojos en blanco.

—¿Entonces qué haces aquí conmigo?

—Si te das cuenta de que este lugar es público ¿no? Que es una universidad donde muchas personas estudian ¿verdad?

—Da igual ¿pero obligatoriamente tenias que sentarte justo donde estoy yo?

Se encoge de hombros.

—Es mi lugar favorito.

Suspirando cansada recojo la mochila, ignorando la risa que lanza Dominik hacia mi, pero justo cuando estoy apunto de levantarme mis ojos dan con la persona que podría destruirme completamente, ¿lo peor? Es que yo le daría el camino libre para hacerlo.

En un futuro tendré que considerar el transplante de cerebro, si es que algún día logran crearlo.

—Dominik... —inquiero alternando la vista entre él y el chico que se acerca.

—¿Hmmm?

Remuevo uno de sus brazos que están cruzados debajo de su cabeza sirviéndole como soporte.

—¿Recuerdas esta mañana cuando espantaste a ese idiota?

—Si ¿qué pasó? —Abre sus ojos mientras mis palabras se atascan medio minuto ante la intensidad de su mirada café.

—Yo... pues... mmm —¡¿Por que de pronto me siento tan nerviosa?! ¡Nunca me había sentido nerviosa! —Necesito que espantes de la misma manera al chico que viene hacia aquí.

Su ceño se frunce, pero cuando vuelvo a observar hacia el chico está literalmente cerca y no despega sus ojos de mí por nada del mundo. ¡Carajo! Un loco está buscándome donde debería ser yo estaré en su búsqueda.

—¿Por que necesitas que lo haga?

Dirijo la vista de nuevo hacia el extraño, cuatro pasos más y estará aquí.

—¡Hazlo y ya, Dominik!

—Si no me dices no lo haré, Fogata.

Maldición.

—A la mierda tu fogata, ese tipo que se aproxima casi me consume viva cuando estaba empuñando un cuchillo cubierto de sangre —empiezo a hablar sin detenerme. —tengo fascinación por los enfermos mentales, Dominik, por favor aléjalo porque si se acerca me derretiré.

Cuando termino lo único que recibo son carcajadas de su parte. Ladeo la cabeza, esto tiene que ser una broma. El extraño llega mientras despacio se deja caer a mi lado derecho. Su perfume de lavanda y jazmín atraviesa el aire, mezclándose con el olor mentolado de canela de Dominik.

Juro por Dios que esto es un afrodisíaco justo para hacerme caer ante dos personas completamente desconocidas para mi.

—¿Donde está Diamond? —indaga Dominik observado el extraño y por un instante pensé que se refería a mi.

Mi silencio solo hace que ellos continúen con su conversación. Entonces aquí la única extraña soy no ¿eh? Qué me lleve el que me trajo.

En respuesta el extraño se encoge de hombros sin despegar la mirada de mi rostro. Un suspiro involuntario se libera de mis labios al analizar su rostro hermoso más de cerca. Parece un demonio vestido del angel más pacifico del cielo.

—Necesito hablar contigo sobre lo qué pasó hace rato —mi silencio accidental lo anima a continuar—. Lo que no debiste presenciar.

—Ah, no te preocupes, suelo pensar que me asesinaran constantemente. Es normal.

Dominik bufa a mi lado.

—Dice que siente fascinación por los enfermos mentales como tu y que si te acercas más se derretirá. —suelta Dominik.

Mis ojos se abren, lanzando dagas a su dirección. Mañana pondré severamente mi estado mental porque esto de tener tanta conexión con unos hombres que en mi vida había visto no puede ser normal.

—Para empezar, eso es mentira. —aprieto el dobladillo de mi falda corta con manía. —Segundo, yo no te llamaría enfermo mental.

Se ríe.

—Mi hermano nunca mentiría. Además, no soy un enfermo mental, eso sería muy dramático ¿no crees? —su vista viaja hacia las mariposas que vuelan por los arbustos para luego clavar la vista en mi. —Tengo problemas de ira, algunas ves la controlo otras veces no. Discúlpame por dejar que presenciaras uno de esos ataques.

Asiento. Con qué yo no sea la causa de esos ataques de ira esta todo excelente, pero espera... ¿son hermanos?

—¿De verdad son hermanos?

—Así es —se adelanta Dominik. —Los tres hermanos de la familia Steiger y tus futuros dueños, mucho gusto.

Hago una mueca por la mención de dueños pero lo ignoro.

—¿Los tres? No me jodas que existe otra desgracia como ustedes dos.

Los dos se ríen, como si de verdad estaría bromeando y no siendo la única vez en mi vida que hablo tan serio. O bueno, no tan serio.

—Es Diamond, el que viste en la biblioteca.

El rubio de ojos grises. Con razón sentí esa atracción cuando lo vi, en cómo mi cuerpo se calentó levemente al sentir como su mirada escudriñaba mi cuerpo. Cómo sus ojos se oscurecieron un poco al ver mis piernas desnudas.

Pero su expresión fría y mezquina fue lo que hizo detenerme. De lejos se le ve lo imbécil, pero más idiota yo al sentir atracción hacia un tipo como ese.

Espera... siento atracción hacia tres hombres que son hermanos. Una divina de Brazil me había leído las cartas diciendo que probaré algo nuevo, meterme con tres es algo nuevo ¿quien sabe? Esto todavía no lo he hecho.

—Bueno, como sea. Yo ya me tengo que ir —me pongo de pie, por poco mis piernitas flaquean al verlos desde arriba mirarme con intensidad. —Venga, hijos de puta, no quiero verlos nunca más.

—Un consejo, Phoenix, no dejes que ningún chico se acerque ti —Sugiere Devon.

—¿Por que? —Me detengo.

—Solo no lo hagas —Tras dedicarme un sonrisa de lo más dulce continuó mi camino.

A la mierda eso de hacer lo que me pide ¿acaso me conoce para mandarme? Ni siquiera le pongo atención a mis pensamientos de advertencia, ¿y espera que lo haga contra un fascinante extraño? No, imposible.

Haré lo que me venga en gana porque después de todo a eso vine hasta aquí. 

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