Capítulo 32

"Su corazón se estremeció, como si el viento helado que entraba por la ventana hubiese traspasado sus defensas."

Me encanta cambiar constantemente de ambiente.

Esa sensación de que puedes cambiar todo de ti, que puedes adaptar una nueva forma de ser en un nuevo lugar con personas diferentes.

Me llevo la taza de té humeante a los labios, le doy un ligero trago para saborear el sabor a canela y dirijo mi mirada hacia la ventana. No podría cambiar este sentimiento de paz por nada del mundo.

Era demasiado sentir tanta paz. Tengo que respirar profundo antes de alejar la vista de la ventana para posarla en los ojos de la persona más irritante que existe. La mirada de Sofiane no dice más que puras estupideces.

Entrecierro los ojos.

—¿Cómo crees que sería si me aventarás contra las vigas del tren?

Es anhelante e insoportable. Probablemente está desesperado porque pueda cumplir sus fantasías.

—Estoy empezando a creer que no sería tan mala idea.

Mi sonrisa se ensancha, pero se convierte en una mueca al ver cómo sus ojos brillan. Un suspiro sale de sus labios. Ruedo los ojos. De verdad me tiene harta.

—No sería tan mala idea ¿sabes? —inhala. —Tú y yo, juntos. Solos. Me torturas con el objeto más peligroso que encuentres, mientras yo disfruto cada momento, cada latido de dolor que creas en mí...

No aguanto.

—¡Joder, Sofiane, ya cállate!

Suelta una de sus risas desquiciadas.

—¿Ves?, no puedes negarlo —Hace el intento de tocar mi mano que sostiene la taza de té. —También lo deseas...

—Si llegas a tocar solo la superficie de su piel, créeme que desearás en serio haberte suicidado para empezar.

Su voz en vez de infundirme miedo y asustarme, solo hace que mis entrañas se estremezcan. Mi sobresalto se le hace muy evidente, ya que cuando sus ojos dejan a la mirada fría de Sofiane y se posan en mí, una cálida y ardiente mirada me hace respirar profundo.

Si tan solo tuviera la energía y el tiempo de arrancarle la ropa.

Desde que nos vimos en la obligación de escapar de la mansión todo ha sido un poco caótico. Lea casi se desmaya al enterarse de que estaba a punto de morir por culpa de una bala envenenada. A Norman lo reanimaron. Si, apenas podía respirar por culpa del ataque de risa que me consumió.

Los chicos estuvieron muy enojados conmigo por eso, ¿pero qué podía hacer? Sentarme a llorar ni siquiera era una opción. Pero al menos el fuego ayudó para que pueda sudar el veneno, mientras más sudor más descontaminada estaba.

Desde entonces Dominik, Devon y Diamond no paran de tratarme como si fuera una muñeca de porcelana que cuesta millones de dólares.

Probablemente no deberían estar tan protectores con mi, Freya lo dijo. No les afectó en nada la imprudencia de ella, de todos modos ya les había aclarado que entre Ruslan y ella no irán a ninguna parte.

Solo hasta que logre sacarle la información a ese estúpido hielo de porque vino hasta aquí.

—¿Podrías, no sé, preguntar antes de meterte en las conversaciones de los demás?

Su comisura se eleva. Se muerde el labio inferior apropósito para que mi mirada se detenga justamente en sus labios.

Trago saliva.

—Podría, pero eso va en contra de mis deseos. —Asiento, intentando ocultar la sonrisa de ironía tras la taza de té que llevo a mis labios. —Sofiane, lárgate.

Sofiane resopla, pero se pone de pie no sin antes despedirse de mí.

—Cuando te aburres de este, búscame, cariño.

Y se va, dejándome sola con un Dominik enojado y contendiendo su furia. Aprieta tanto sus puños que se vuelven blancos. Entrecierro los ojos.

—Dominik, cálmate. 

—Detesto que te llamen así, lo odio. No soporto escucharlo de otros labios que no sean de mis hermanos o yo. —gruñe.—Nadie puede llamarte cariño, solo nosotros, ¿entiendes?

—¿Insinúas que es culpa mía que me llamen así? —inquiero suavemente.

Su mirada se relaja, pero todo su cuerpo sigue igual de tenso.

—Por supuesto que no, solo quiero que entiendas que el único que prometió no asesinar a Sofiane fue Devon. —Se desliza en el asiento, justo a mi lado, donde sus labios rozan el óvulo de mi oreja. —Vuelvo a escuchar que te llama cariño y no me detendré para arrancarle la cabeza.

Me estremezco. Su voz es tan pasiva y calmada, cargada de una furia y una promesa que estoy segura de que no se detendrá hasta cumplirla. Jadeo cuando siento sus manos adentrándose en mis muslos.

La sensación es tan segadora que se me hace imposible alejarme de su toque.

—Maldición, Dominik, pueden vernos.

Siento su sonrisa en el costado de mi cuello. Allí entierra su cabeza e inhala mi aroma, antes de palmar un beso húmedo en mi piel. Gemidos silenciosos salen de mi boca, es imposible contenerlos. Punzadas de placer me recorren. Mi centro empieza a palpitar, mientras que mis bragas comienzan a estorbarme.

—Solo quería cubrir lo que solo tres personas tienen el derecho a ver, cariño. —Acomoda mi falda a un nivel donde pueda cubrir mis muslos lo suficientemente como para que mi ropa interior no sea vista—. Sé que anhelas que te llene como la última vez, pero tienes que aprender a contenerte un poco.

Gruño cuando se aleja de mi cuerpo y se pone de pie. Fulmino su sonrisa descarada y victoriosa. Detengo mis ojos en el objeto de su entrepierna ¿dije objeto? No, ese es un animal. El recuerdo de la incomodidad que me dejo haberlo dejado estar dentro de mí me eriza la piel.

Fue tan deliciosamente doloroso. Dios bendiga la gigantesca polla de Dominik.

—Podría ser verdad —Intento disfrazar mis deseos con enojo—. O podría ser mentira, en todo caso no me detendrá para partirte la cara por imbécil.

Niega soltando una de sus risitas.

—Podría amenazarte con inclinarte en cualquiera de estas mesas hasta sacarte todas las incoherencias de esa cabecita roja —Sonríe—. Pero sabes muy bien que lo mío no es amenazar.

No respondo. Ni siquiera sé cómo reaccionar. Apenas pueda concentrarme en otra cosa que no sea su polla erecta.

Su cuerpo se aproxima hacia mí, se inclina un poco donde nuestras frentes pueden tocarse. Me acaricia las mejillas con la punta de su nariz para luego sostener mi nuca en su mano. La aprieta, atrayéndome más hacia él.

—Ni siquiera sabes lo difícil que es estar dos metros alejado de ti —susurra contra mis labios. Sus labios se mueven sobre los míos, tan cerca que puedo oler su aliento con aroma a menta.

Cuando mis labios se abren para responderle, su lengua no duda antes de adentrarse en mi boca. Al principio me saborea, solo prueba mi boca. Estoy tan necesitada que automáticamente mis manos se ahuecan a cada lado de sus mejillas. Muerdo su labio inferior sacándole un gruñido ansioso.

No puedo parar.

Le beso más profundamente y él me chupa el labio inferior, haciendo que me tiemblen las rodillas. Puede que vea estrellas. O tal vez oigo fuegos artificiales. No lo sé. Solo sé que no puedo pensar con claridad.

Sus labios no se separan de los míos ni un segundo.

Todo lo que puedo ver, pensar y oler es Dominik. Siento como me consume, como su lengua juega con mi hambre por él. Quiero consumirlo de la misma manera, estar todo el día en su cabeza.

Destruirlo como lo está haciendo conmigo.

—Dominik —gimo.

Sus ojos se abren despacio, puedo ver el dolor que se planta en sus ojos al tener que separarse de mí en busca de oxígeno.

—Joder —intenta controlar el desastre de su respiración—. Phoenix, cada día estás derrumbando mi maldito autocontrol.

—¿Para qué demonios necesitas eso?

Se ríe.

—Uno de los dos debería tenerlo ¿no?

Veo cómo se aleja, lamentablemente manteniendo una distancia considerada entre nosotros. Muerdo mi labio inferior. Diamond aparece de repente y le susurra algo al oído de Dominik. Este asiente mientras no puedo disfrazar mi mirada de curiosidad.

—¿Me contarán o tendré que investigarlo por mi cuenta? —Me cruzo de brazos.

Dominik me dirige una mirada.

—Diamond te lo contará, yo tendré que organizar todo para cuando lleguemos a la ciudad. Mientras, cuida de no hacer que nos matemos todos en este tren.

Sonrío.

—Por supuesto, tendré cuidado.

Diamond resopla mientras se aleja.

—Sígueme. —grita sobre su hombro.

Le dirijo una mirada de urgencia a Dominik y él solo se encoge de hombros. Mierda, presiento que si me tardo más algo malo pasará. Rápidamente le robo un casto beso al calienta hormonas y apresuro mis pasos hacia el gruñón.

Atravesamos toda el área del vagón que está inhabilitada. Apenas y hay luces en esta parte del tren. Apostaría lo que sea a qué uno de los tripulantes nos advirtió encarecidamente que no viniéramos a esta parte, pero cómo Diamond es un puto testarudo que le importa muy poco las advertencias de los demás por supuesto que lo haría.

Y por supuesto que yo lo seguiría ¿por qué no? Nunca había pensado que quizás mis últimas horas serán descuartizadas en el vagón abandonado de un tren en movimiento.

Impresionante ¿no?

Bueno, en cualquier caso, no dolerá.

—¿Siempre estás pensando que las personas a tu alrededor quieren matarte? —Se detiene y me encara.

Casi choco de bruces con su pecho, pongo mis manos en sus bíceps mientras me alejo un poco para alzar los ojos hacia los de él. Es jodiamente alto. ¿Por qué todos tienen que ser más altos que yo? Me siento como Betty boops en comparación con él.

Veo la espera en sus ojos, sin embargo ninguna palabra sale de mis labios. Nunca me había sentido tan intimidada en mi vida.

Humedezco mis labios mirándolo a los ojos.

—Digamos que es una de mis cualidades —logro articular. Bajo su intensa mirada mi cuerpo se tensa así que paseo mis ojos alrededor del lugar—. ¿Eso es lo que vas a hacer? ¿Vas a matarme?

Detengo mi mirada en sus ojos grises e inmediatamente mi cuerpo se calienta.

—¿Quieres que lo haga?

Suspiro.

—No estaría mal —Intento disfrazar mis ganas de volver a sentir su cuerpo musculoso contra el mío. ¿Cómo puede alguien sentir tanta atracción por tres personas a la vez? —Existen muchas maneras de matar a alguien ¿no?

Sus ojos se entrecierran.

—¿Cómo cuáles? —murmura deteniéndose en mis labios.

Muerdo mi labio inferior, sintiéndome satisfecha al ver cómo sus pupilas se dilatan de una forma muy notoria.

Simplemente me encanta. Su autocontrol depende de una línea muy fina que pretendo destruir.

—Como que te penetren sin piedad, por todos lados. En cualquier posición, sería una forma tan perfecta de morir, ¿no crees?

El hielo en su mirada se derrite, derramándose por toda mi piel. Calentándome hasta los huesos. Su mirada se vuelve un puto infierno, y jamás había anhelado quemarme como ahora.

—Eres una maldita pervertida.

Sonrío, pasando la punta de mi lengua por mis dientes superiores. Su respiración se agita, veo cómo la nuez de adán se mueve por su garganta.

—No sabes cuantas veces tus hermanos me han dicho lo mismo. —escupo.

Los nudos de la soga que contenía a la bestia  se deshilan en mis manos, tan fácil que solo me queda ser consumida por el monstruo que estaba esperando ser liberado por mí. Solo por mí. Y aquí estoy yo para darle su comida.

Ven aquí, lindura, necesito que te alimentes.

Diamond no pierde tiempo en acorralarme contra la pared del pasillo del tren. No lo duda antes de pegar sus labios con los míos, tampoco lo piensa cuando su lengua entra a mi boca saboteándome. Él solo toma lo que quiere. Gimo cuando sus manos se van hacia mi culo, los amasa mientras me devora los labios. Me muerde y succiona los labios. Pasa la lengua por mis mejillas sin ningún tipo de vergüenza.

Hace todo lo que quiere conmigo, creo que hasta más.

—Más —gimo.

Gruñe, pero no se detiene. Alza mis mulos y los envuelve en su cintura. Grito cuando siento su polla erecta rozarme mi centro ansioso y húmedo. Las sensaciones me atraviesan como un tornado, no puedo pensar en otra cosa que no sea tenerlo por todas partes. Sus manos están por todo mi cuerpo.

Rompemos el beso, el oxígeno de pronto no llega. Tampoco hace falta. Nuestras respiraciones se mezclan, nuestros ojos no logran apartar la mirada. Su mirada grisácea está totalmente oscurecida, ardientes. Me encienden hasta los huesos. Es un fuego furioso, impasible.

—¿Qué es lo que quieres? —cuestiona tan despacio que tengo que asimilar unos segundos la pregunta. 

—Quiero —Acerco más su rostro al mío—. Necesito que hagas lo que quieras conmigo...

—¿Cómo no me dejaste hacerlo en el baño de la universidad? ¿Eso quieres? —Se ríe—. Sé un poco menos descarada y al menos admite que fingiste que no te bese y casi te hago mía ahí dentro. Admite que me ignoraste todo el tiempo después de eso. Vamos, Phoenix.

Muerdo el interior de mi mejilla. Sus palabras me dejan un sabor agrio en la boca. Ojos grises me traspasan el alma como si fueran cuchillos afilados, dejando y leve e incómodo dolor en mi cuerpo.

En ese momento lo deseaba tanto que apenas podía siquiera pensar. Sus labios recorriendo los míos hacían que una niebla roja se creara en mi mente. Pero toda fantasía se acaba, nuestra burbuja había explotado.

Lo alejé y si, esa fue completamente mi intención. En ese momento no sabía que dejarme llevar sería tan exquisito.

Ahora lo sé y no pienso detenerme.

—¿Eso es lo que quieres escuchar? Bien, lo admito—Se aleja un poco—. Querías que fuera honesta ¿no? Aquí estoy entonces. Pero en ese momento me alejé de ti porque... digamos que estaba asustada, Diamond.

Resopla.

—¿Asustada de qué? ¿De qué te asesine? ¿De qué pueda hacerte daño...?

—De confiar —hago una mueca—. Cuando nací lo primero que me enseñaron fue que la confianza no existía. El problema no es abrirte las piernas, podría hacerlo sin siquiera pensar.

—No se trata de que me abras las putas piernas, Phoenix. Lo sabes.

—Lo sé. Que vengan tres hermanos a reclamarte como suya y que luego te exijan confianza no se escucha bien ¿verdad? —Sostiene mi mirada con dureza.

—No.

—Ahí lo tienes.

—Nosotros confiamos en ti, no te pedimos que confíes en nosotros como un puto pago, sino porque tratamos de protegerte. —Se aleja más de mí, y de pronto mi cuerpo es azotado por una gran ola de viento frío. —Lo hacemos por tu bien.

Muerdo mi labio inferior, ya incapaz de sostener su mirada.

—¿Por qué lo hacen? ¿Por qué me protegen?

—Porque así lo elegimos nosotros. —Se aleja a pasos seguros para seguir al otro vagón dejándome plantada, confundida e incómoda. Pero la duda está siendo reemplazada por algo más. —Vamos, quiero enseñarte algo importante.

Hola, caramelitos. He vuelto:)

Por medio de este capítulo publicado un millón de años después del último quería pedirles disculpas. La verdad, mi intención no era tardar tanto tiempo sin publicar, pero me vi en un gran problema a la hora de recuperar los capítulos que ya había escrito en otro dispositivo. Pero, aunque no los he recuperado, pienso volverlos a escribir completamente.

Por eso, después de este capítulo vendrán muchos más y aunque me gustaría decirles que no me tardaré, la verdad es que no lo se. Pero por ahora, seguiré publicando cuanto más pueda:)

Que tengan un lindo día y linda lectura<3

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