Capítulo 27
"Creo que poco a poco mi alma se ha vuelto como esas nieblas que flotan sobre el río."
-Edgar Allan Poe
Mientras me dirijo hacia mi habitación con la esperanza de no encontrarme a ninguno de los chicos por el camino, trato de sostenerme bien de la pared mientras mis pasos avanzan despacio. Mis piernas tiemblan y se me hace imposible cerrar completamente las piernas por culpa de Dominik, apenas me dejo respirar después de haberlo hecho seis veces.
¡Seis putas veces! Literalmente ni siquiera se agotaba. Si permanecía más dentro de esa habitación terminaría de perder todo el control que me quedaba, y si, no es mucho. Estoy conteniéndome de volver a su habitación y ser yo la que lo amarre a la cama, aunque esa idea no estaría mal.
¡Maldición!
Fue tan rico probarlo de todas las maneras que ni siquiera puedo pensar con claridad dado que todavía puedo sentir el vago recuerdo de él dentro de mí, fuera, arriba, por todos los malditos lados. Debería volver, despertarlo y dejarlo sin una puta gota de energía en su sistema. Se la drenaría toda con mi boca. Jesús, si continuo con estos pensamientos nunca llegaré a mi habitación y todos verán el desastre andante que soy ahora.
Soltando un resoplido sigo caminando.
Básicamente me toma casi veinte minutos llegar a mi maldita habitación, contando con que literalmente mi cuarto es el que está más alejado de todas las habitaciones. A esta medida, tendré que usar silla de ruedas.
Pero nunca le daría ese gusto a Dominik de verme en silla de ruedas por culpa de su maldita polla gigantesca.
Nunca.
Cuando ingreso en mi cuarto me encuentro a Lea con una botella de vodka en la mano mientras bebe tragos largos directamente de la botella. Mis cejas se alzan con sorpresa al ver su maquillaje todo embarrado haciendo que su perfecto rostro se vea como un total desastre. Maldigo por lo bajo, nunca en mi puta vida había visto a Lea así de... Destruida.
Al verme entra en la habitación sus ojos se humedecen y en menos de dos segundos sus sollozos son incontrolables. Voy hacia ella mientras la envuelvo en mis brazos.
—No sé que hacer Phoenix —grita, además de eso sus lágrimas no se detienen.
Me rompe el corazón verla así.
—Dime por qué estás así, Lea, dímelo —tomo su rostro entre mis manos. —Yo si encuentro qué hacer, solo dímelo. Vamos.
Niega. Suspiro y al mismo tiempo pienso en que hacer. La mejor opción es dejar que ella se desahogue, pero detesto verla sufrir. Siempre la veo feliz, con una energía agobiante. Pero ahora está aquí, diciéndome que no puede más cuando ella es la más relajada y suficientemente normal como para estar a la defensa nuestra siempre.
¿Pero entonces qué le pasa?
—Creo que Magnus me está siendo infiel —suelta cuando sus sollozos se detienen.
Me atraganto con mi propia saliva al escucharla, ni siquiera soy capaz de moverme durante los siguientes segundos. Esto tiene que ser una broma ¿verdad? Parte de un show de teatro o algo así, no puede ser real.
Quiero reírme de esto, de verdad.
Todavía procesando la información me acomodo en mi cama con la más delicadeza posible. Mi cuerpo me duele como si hubiera hecho justamente lo que hice. Cómo si hubiera follado con un animal.
Le arrebato la botella de vodka y bebo de la botella.
—Me estás diciendo que entraste a mi habitación con esto —Señalo la botella. —Destruiste tu perfecto maquillaje de siempre y estás aquí llorando como si hubieran perdido una de tus carteras de colección porque crees que Magnus te está siendo infiel —saboreo el agrio del alcohol. —¿Estás consciente de lo estúpida que estás siendo?
Sus ojos se vuelven a humedecer.
—¿Como que estúpida? Magnus es él...
—Magnus es un hijo de puta, más nada.
Niega.
—Phoenix, no lo entiendes. Yo lo amo de verdad, no puedo soportar estar sin él ¿entiendes? Es el único hombre que ha soportado todos mis pedazos rotos y aun así ganarse todo mi corazón. —Me mira. —Sé que quizás no lo entiendas porque todavía nadie ha llegado para sostener todos tus pedacitos, pero entiéndeme.
Trago saliva.
¿Cómo puede ser tan ilusa al confiar tanto en una persona que literalmente la está traicionando? Es que yo no podría, no puedo entregarle todo de mí a alguien para después esperar que utilice todo eso en mi contra. No, nunca podría.
—Bueno, es claro que no lograré entenderte. —La miro a los ojos con sinceridad. —Pero si necesitas alguna mano para matarlo estoy para ti.
Sus ojos se abren con sorpresa y miedo.
—¿Estás loca?, por Dios, Phoenix. Nunca le haría daño a Magnus ¿cómo puedes pensar así? ¿Acaso tienes idea del sacrificio que se necesita para matar a alguien? —Al ver mi mirada se retracta. —Quizás si estés loca.
Me encojo de hombros.
—Si no es para eso, ¿entonces qué necesitas de mí?
—No lo sé. —Suspira. Me arrebata la botella de las manos para darle un trago mientras mira hacia el techo con un aire pensativo. —¿Cómo crees que yo podría hacer que Magnus ponga sus ojos en mí?, pero en mí de que nunca en su vida piense en otra mujer.
—Lea no lo sé, yo no soy buena en eso, solo sé que sería mejor para ti dejarlo o matarlo. ¿Sabes qué? Has lo que quieras, pero claramente él no es para ti.
Niega, sus ojos se vuelven a humedecer.
—¿Pero como lo hago si yo lo amo? ¿Cómo? —balbucea. Su cambio de humor me deja totalmente incómoda.
El alcohol está haciendo mucho efecto en ella, debe de ser ese el causante de su cambio de humor tan repentino.
Miro hacia otro lado.
—Secuestrarlo y cásate con él a las malas, no lo sé —Suspiro. —¿Por qué me pides estos consejos a mí? Melissa y Delia pueden ayudarte con esto más que yo ¿no?
Sonríe muy graciosa.
—¿Estás loca? Ellas siempre andan en su burbuja de amor. Creo que si les preguntara sobre qué hacer con una infidelidad se cagarían de miedo. —Me mira. —Creo que les tengo un poco de envidia de cierta manera.
—¿Envidia tú?
—Además, con eso de que Melissa está enamorada hasta el cuello de Dominik dudo que quiera llamar la atención de Deliah con ese tema en específico.
Mi atención se dispara inmediatamente hacia sus balbuceos de borracha.
—¿Está enamorada de Dominik?
—Si, desde que lo conoció, pero nunca ha tenido las agallas de decirle a Delia que comparte sus gustos por los hombres. Ella es tan devota al lesbianismo que se mataría si su novia le dijera que también gusta de hombres.
Arrugo el entrecejo.
—¿Solo le ha gustado Dominik? ¿También ha estado con otros?
Se encoge de hombros.
—Pues creo que si, una vez la encontré casi con la lengua metida en la garganta de Devon o... no espera, creo que era Diamond. Bueno no lo recuerdo muy bien, lo que sí sé es que del que se ha dado un par de tragos es de Logan.
—¿De Logan?
—Unju, y de Axel también.
—¿Axel?
—Así es, ¡que viva el lesbianismo!
Se ríe, pero no comparto el sentimiento. Mis pensamientos se van hacia los recuerdos de ella siempre pegada a ellos, excepto cuando estaba Delia. Melissa tiene una rara relación con Dominik, bromean y ríen justos. Nunca habría pensado que ella gusta de él. Sonrío. Por supuesto que si, cualquiera se sentiría atraída a su lado.
¿Pero y si ella decide hacer algo con él? Le arrancaría la maldita cabeza a los dos.
Dios ¿qué demonios estoy pensando? Solo he follado con Dominik una maldita vez, no puedo estar pensando así de él. Apenas lo conozco, no somos nada ¿verdad?
A la mierda, si veo algún movimiento extraño la mataré.
Mientras veo a Lea balbucear cosas sin sentido, intento convencerla de que se duche y duerma un poco. Segundo después de esos intentos corre hacia mi baño, vomitando casi todo su estómago. Eso le sirve como indicio para irse a su habitación.
Me debato en dejarla sola o quedarme aquí, pero estoy que no siento el cuerpo debido al cansancio. Ella lo notó, pero no dijo nada. Salió de mi habitación tambaleándose y con la botella de vodka todavía en las manos. Debería haberla convencido de quedarse conmigo, pero en vez de eso me di la ducha más pausada de mi vida para luego irme a dormir.
Bien o no, mi cuerpo no aguanta un minuto más de pie.
Al estar en un profundo sueño, no logro notar todas las horas que logre dormir. Más que las que había dormido en años. Cuando me desperté, me encontré con los tres hombres más hermosos y misteriosos del mundo. Apenas si pude mantener las manos alejadas del rostro tan perfecto de Diamond.
Podía sentir la respiración lenta de Dominik erizarme los bellos del cuello, mandando descargas formidables a todo mi cuerpo.
El cabello de Devon se sentía como seda en mis manos. Su cabeza, como siempre, estaba acostada en mi vientre muy suavemente. Me hacen sentir cosas extrañas, pero preferiría preocuparme por ellas cuando tenga tiempo y más energía.
Ahora lo único que quiero es pasar toda la vida así, sintiéndolos por todas partes.
Así alguna vez podría hacerme creer la idea de que podrían protegerme algún día. Pero solo algún día ¿no?
Los minutos pasan mientras no logro volver a dormir así lo mejor que hago es intentar salir de la cama, despacio para no despertar a los chicos. Pero apenas logro moverme, Devon levanta la mirada hacia mí. Suspiro. No me queda de otra más que hacerle señas para que guarde silencio y me ayude a salir sin despertar a Diamond o a Dominik.
Me ayuda y rápidamente corro a ponerme un pantalón de pijama cómodo mientras me calzo con las primeras botas que encontré. Buen atuendo para salir en medio de la madrugada junto a un chico sexy, loco y riquísimo.
Muy genial.
—¿A dónde vamos? —Inquiere Devon cuando cierro la puerta de mi habitación detrás de mí.
Me encojo de hombros.
—No lo sé, a donde quieras. Solo quería salir de la habitación —Lo observo. —¿Qué tienes en mente?
Aguarda silencio mientras caminamos. Mete sus manos en el bolsillo de sus pantalones de pijama, por otro lado mis ojos no se pueden apagar de su cabeza castaño despeino. Se ven tan malditamente bien así que mis ganas por tocarlo me hacen cosquillas en la punta de los dedos.
—¿Has ido al invernadero de la mansión? —suelta después de unos minutos sin decir nada.
¿Invernadero? ¿Hay un invernadero aquí?
Niego.
—Apenas he ido a la cabina, Devon. Ni siquiera sabía que aquí hay un invernadero.
Asiente, y una sonrisa ladeada se dibuja en su rostro.
¿Dios, por qué diablos hiciste a estos hombres tan apetecibles? Ni siquiera puedo apartar la mirada de él, sé que es por eso que su sonrisa no se borra. Sé que le divierte que esté tan embelesa mirándolo, pero es que no puedo parar.
Devon es hipnótico.
Siento que pasan miles de horas cuando por fin bajamos hacia el primer piso de la mansión. Este lugar es tortuosamente gigantesco. Devon caminaba todo relajado a mi lado, como si no le costara ni un músculo bajar todas estas escaleras.
Yo parecía un pez fuera del agua. Pura desesperación.
Cuando salimos a fuera, la luz de la luna iluminaba todo el exterior de la mansión. Todos los distintos autos de cada uno de ellos descansaba alrededor de la fuente grande que estaba en medio del lugar. El frío hacia qué varios escalofríos se colarán por todo mi cuerpo mientras me hacían soltar varias maldiciones.
Amo el frío, pero los escalofríos me hacen sentir... incómoda.
—Debí haberte traído algo para abrigarte —dice Devon mirándome fijamente. —El frío no le hará bien a tu cuerpo.
Sus ojos azules se iluminaban perfectamente con la luna. Ni siquiera puedo apartar la mirada de sus ojos. Jesús es tan lindo que me duele.
Me siento como Fiona al lado de Devon, y eso que es la primera vez que me siento así.
Y extrañamente me gusta.
—Antes pensaba eso ¿sabes? —admito. Lo incito a seguir caminando. —Luego me hicieron mucho daño con el calor, es horrible cuando piensas que algo podría mantenerte a salvo, pero es todo lo contrario. Yo no nací para estar a salvo, Devon, me hicieron para permanecer en el caos.
Sus ojos se entrecierren hacia mí, al mismo tiempo el silencio nos envuelve. Tampoco espero que diga nada, podría esperar comprensión de su parte. Pero no la espero. No lo quiero.
—¿Qué quieres decir con que te hacían daño con el calor?
Ni siquiera lo pienso dos veces para contestar.
—Me torturaban con él.
Lo veo tragar saliva. No parece tener interés en querer seguir con la conversación, como yo tampoco quiero seguir con ella.
Cuando por fin llegamos al invernadero quedó totalmente impactada con toda las flores y las plantas que rodean la estructura cristalina. Flores cómo la Amarylis, Amoena, Lotería, Azucena, Caladio y la Filodendron están esparcidas por todo el lugar. La luz que ilumina la luna se filtra por el cristal que separa este lugar mágico de la realidad horrible.
De pronto la idea de ser una jardinera de este invernadero no parece estúpida.
Mis ojos dan con los de Devon. Ladeo la al ver la sonrisa en su rostro. Desde que conocí a Devon he creído que es el hombre más lindo, hermoso e hipnótico, ¿pero cuándo sonríe? Siento que me derrito. Literalmente haría lo que él me dijera mientras sea con esa sonrisa.
Sus ojos azulados nunca dejan el verde y el turquesa de los míos.
—Desnúdate para mí, Phoenix.
Y sin duda lo hago.
Hello, hermosuras. Espero que el capítulo les haya gustado, la idea es actualizar dos capítulos hoy ¿por qué? Porque si jejeje.
Esperen el próximo capítulo en unas horitas.
Lxs leo. Att: Phoenix <3
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