Capítulo 25

Yo si pienso comérmelos completamente a los tres, ¿lugar indicado? Donde nos podamos mover, ¿fecha? Todo el puto día. 

—¿Qué propuesta?

—Vas a decirme todo lo que tienes planeado para destruir Bağışıklık, o un tercio de ella. Necesito saberlo todo, porque lo haré yo.

¿Qué? ¿Acaso me está viendo la cara de estúpida?

—¿Para qué? —Lo observo a los ojos. —Soy muy capaz de hacerlo yo misma, ¿sabes que? Hasta arrancaría toda la maldita organización de raíz si me da la gana ¿por qué tendría que aceptar tu ayuda?

Dominik niega, ahora con una sonrisa malévola adornando su prohibido rostro. No, esta sonrisa es la de alguien que tiene todo el mundo en sus manos, pero que prefiere destruirte sin que sepas siquiera su nombre. Es tan lindo, retorcido y enfermo la forma en la que estoy segura de que piensa Dominik.

Como si fuera tan insignificante tener todo en sus manos, como si le valiera una mierda destruirte con sus propias manos sin que le den crédito de ello. Solo por diversión. Esta parte de él es más enferma de lo que había imaginado.

Y no estoy segura de poder seguirle el ritmo a su mente retorcida.

Es un Dios.

El Diablo, tal vez.

—Phoenix, deliciosa pelirroja. Esto no es cuestión de que quieras aceptar mi ayuda o no. No te estoy preguntando —Se inclina más a mí, a este punto ni siquiera quiero alejarme. —Vas a decirme todo lo que tengas en mente porque tengo muchas cosas que hacer contigo pendientes, y no desperdiciaré la oportunidad que llevo esperando durante años por unas ratas insignificantes con bata blanca.

Acaba de llamar ratas insignificantes a toda la organización. Ratas. No sé si Dominik es verdaderamente un idiota o de verdad lo he estado subestimando.

Pero preferiría irme por la segunda opción.

Esta vez, Dominik me ha dejado sin palabra alguna. No puedo ni siquiera pensar en cómo contradecirlo o mandarlo al demonio como siempre hago. Por primera vez desde que nací no sé qué demonios hacer. Solo me quedo aquí, sentada en mi cama, a escasos centímetros de su cuerpo mientras siento sus ojos cafés penetrarme hasta el alma ¿en qué momento desaté un demonio que se disfraza de humano?

Decido seguir callada, intentando obligar a mi mente para centrarme en la película extraña que puso Dominik sobre una criatura extraña que se enamora de un frío y egocéntrico científico. A pesar de que la película está súper interesante, mis párpados se van cerrando poco a poco hasta quedarme dormida.

Creo que no pasó ni siquiera media hora cuando intenté estirarme, moverme y bostezar cuando extrañamente algo o alguien me lo impedía.

—¿Qué es esto? —susurro intentando quitarme el brazo de Dominik que rodea mi cintura. Intento con todas mis fuerzas separar su brazo, pero se aprieta más alrededor de mi cintura. —Tienes que estar bromeando...

Observando al rededor de mi habitación, en mi cama, con sus tan distintos y ricos olores los visualizo. Dominik, que todavía sigue durmiendo tiene su cabeza apoyada en la mitad de mi pecho, justo rozando mis senos. De otro lado esta Diamond mientras que su cabello me hace cosquillas en las mejillas. Niego, pero una pequeña sonrisa se pinta en mi rostro al ver a Devon batiendo sus pestañas y con su barbilla apoyada en mi vientre, me guiña el ojo mirándome desde abajo.

Básicamente, a mí me va a dar un paro cardinaco. ¿Despertar y encontrar a los tres hombres más... extraños del mundo en mi cama?, ¿y luego no saber qué hacer con eso?, lo más aterrador posible. Con sinceridad.

—¿Qué demonios hacen ustedes aquí? —Al decirlo en voz alta siento como Diamond y Dominik se remueven, pero no lo suficientemente brusco como para hacerme daño.

Mal por mí y por mis esperanzas que van creciendo más rápido que Renesme de crepúsculo.

—Eso no funcionará.

—¿Qué?

—Ese truco que usas siempre con nosotros de qué quieres ser buena y luego odiarnos, para después decir que nosotros somos los que te odiamos. —Devon se relame los labios, dejándolos mojados y apetitosos a la vista. —Basta de esa estupidez, seamos honestos.

—¿Honestos con qué? ¿A qué te refieres? —inquiero.

—Lo que queremos de ti, Fogata. Claramente eso no es un secreto para nadie aunque todos intenten ocultar que no lo notan, pero para ser sinceros es mejor que no se entrometan.

—No me interesa si matan a cualquier hombre que se acerque a mí ¿por qué saben que? Lo sabré, y los haré pagar —. Me siento y ellos hacen lo mismo, así que ahora estamos frente a frente los cuatro.

La risa ronca y erótica de Diamond resuena por toda la habitación, erizándome los pelos de la piel y dándome escalofríos. Mi corazón late rápido ¿por qué algo me dice que su risa no es buena? Desde que lo conocí, me he preguntado porque su presencia me produce estragos en todo el cuerpo.

—Llevamos haciéndolo durante años y nunca, escúchame Phoenix, te habías enterado de nuestra existencia hasta que nosotros decidimos que era el momento perfecto. —opina Devon.

Trago saliva.

—Hemos desaparecido tantos imbéciles e ineptos al rededor de los años —Se ríe Dominik. —Era tan divertido cómo suplicaban por su vida cuando minutos atrás soñaban con tocarte.

—Tocar lo que es nuestro —Los ojos de Diamond se oscurecen mientras que su sonrisa es remplazada por frialdad. —Como si fuera tan fácil llegar a ti.

¿Dios, quienes demonios son los Steiger y por qué tienen esta grave obsesión contra mí?

—Sé que no me explicarán nada si les pregunto —Suspiro. —Entiendo que no puedo reclamar respuestas que ni yo pretendo dar, pero que quiera que me follen no quiere decir nada. Solo será eso, chicos. Tendrán que dejar esa obsesión y posesividad a un lado...

—Vas a tener que cambiar todos esos malditos pensamientos, Phoenix. —Me interrumpe Diamond con determinación mirándome directamente a los ojos. —No me importa si no te enamoras de nosotros o si no te llegas a obsesionar como lo estamos nosotros...

—Pero eres, serás y seguirás siendo nuestra. Digas lo que digas, hagas lo que hagas no cambiará nada ¿entiendes? —Volteo a ver a Dominik mientras bajo mi mirada al toque de sus dedos en mi muslo.

—Además, ya no tienes vuelta atrás. —Devon se inclina hacia delante, muy cerca, donde nuestras narices se rozan. —Marcaste tu propio futuro con nosotros al dejarme probar tus labios, Phoenix.

—Dejaste que durmiéramos en tu cuarto, contigo —Diamond se acerca más a mí, retirando mi cabello de mi cuello dejándolo expuesto para él, inhalando mi cuerpo como si fuera un adicto. —Me dejaste probar tu olor, dormir sintiéndote, Phoenix. Eso fue lo más perfecto que me ha pasado en mi vida y no pienso dejarlo ir por tu egoísmo.

Mi corazón da un vuelco ante sus duras palabras. Odio a Diamond, lo detesto tanto por hacer que lo desee tanto, lo aborrezco por importarle una mierda lo importante que es todo esto para mí. Le lanzo una mirada de odio, pero de igual manera aprieto mis muslos.

Asiento duramente hacia él, apretando mis puños.

—Está bien, lo que sea que quieran lo aceptaré solo si me dicen porque todo esto. ¿Por qué esta obsesión hacia mí?

—Te prometo por mi vida que te lo diré, pero no ahora.

Bufo.

—Entonces no acepto nada.

Devon resopla, adaptando otra expresión en su rostro una que... no va para nada con la personalidad con la que se disfraza.

—Ya no está en tus manos tomar esa decisión, Phoenix. Vamos—Se pone de pie junto a Dominik y Diamond, dejándome confundida. —Desnúdate para nosotros, Fogata.

Mis ojos se abren.

—¿Qué? —cuestiono en un susurro, ladeando la cabeza.

—Se una buena sumisa, Phoenix y haz lo que te decimos. —Dominik se relame los labios sin intención de ocultar su sonrisa perversa.

Y aquí es cuando caigo en cuenta de algo: no hay vuelta atrás, y puedo usarlo a mi favor.

Con mi sonrisa descarada y sin despegar mis ojos de ellos me desnudo. Primero mi top corto, luego el short de mezclilla. Algo que siempre he hecho cuando atravieso una situación que me produce mucha ansiedad y emociones fuertes nunca me pongo ropa interior. Queda prohibido. Así que cuando los ojos azulados de Devon, los cafés claros de Dominik y el gris frío de Diamond brillan con deseo, totalmente oscurecidos por el éxtasis.

—Jesús, Phoenix ¿por qué diablos no llevas ropa interior? ¿Andas así todos los días?

Le sonreí de una manera que no pude evitar. Incitándolo. Me pone tan caliente que me admiren desnuda, se siente tan bien excitarlos de la misma manera que lo estoy yo.

—La ropa interior me estresa, Diamond.

Dominik bajo la vista por mi cuerpo e hizo un intento de agarrarse el cabello, pero pese a su locura, podía ver la lujuria gravitar por todo su cuerpo.

—Voy a volverme loco.

Muy atenta al descontrol desenfrenado que los tres están sintiendo. Abro mis piernas y pasando un dedito desde mi ombligo hasta mi vagina esparzo el líquido que brota de mi coño por mi cintura y ombligo para humectarme. Tentarlos es lo mejor, sus gruñidos bajos mientras sus labios entreabiertos me dejan saber los ansiosos que están...

Ellos querían esto, ahora tendrán que aguantar.

Introduciendo uno de mis dedos en mi boca humedeciéndolo, los llevo a mi vagina. Separando los pliegues introduzco uno, no, necesito más, dos de mis dedos juegan con mi centro y clítoris. A este punto, mi respiración ya está descontrolada al igual que mis pequeños quejidos de anhelo.

—Demonios, está tan excitada—Él murmuro de Devon me hace cerrar los ojos, disfrutando de mi propio ritmo.

Me encanta. Con mi mano libre, masajeo mis pechos. Mis pezones están duros y necesitados, maldición los necesito. Quiero tanto que me hagan suya, ahora que me vuelve loca, esto es tan grande ya no puedo controlarlo. Acelero el ritmo de mis dedos dentro de mí, los meto u los saco, a veces lentamente, pero otras me quedaba sin aire por la brusquedad.

—Joder, nunca pensé que las reinas podían ser tan brutales...

Gimiendo en voz baja el nombre de Diamond, mi mano sigue penetrándome desenfrenadamente sin control. Ya no hay control.

—Vamos, cariño, tócate para nosotros. Regálanos esos hermosos gemidos—gruñe Devon.

De pronto mis ojos conectan con los de ellos y aquí lo siento. Este remolino de emociones, somos mis gemidos, sus gruñidos y nuestro deseo contra el mundo solo eso basta para destruir el universo entero.

—Está tan cerca...—Mis gemidos sin control interrumpen las palabras de Devon.

Sigo con mis penetraciones sin control, ellos se acercan y se arrodillan frente a mis piernas totalmente abiertas. Abiertas para ellos, maldición podría hasta confesarles que solo se las abriría a ellos...

Al llegar al clímax una sensación se instala en todo mi cuerpo y mente. Creo que... nunca me olvidaré de este momento. Mis fluidos bajan por mis piernas mojando la sábana de seda, pero Dominik rápidamente lame mi clítoris haciendo que me arquee.

—Dominik —gimo.

—Sabes a caos, Phoenix.

Me estremezco al escucharlo, pero rápidamente es interrumpido por un vaivén de gemidos. Los tres, al mismo tiempo besan mi vagina, lamiendo y saboreándome completamente.

Dios, esto se siente tan increíble.

—Ya no tienes vuelta atrás, Phoenix —ronronea Devon con sus labios sobre mi centro.

Estoy agonizando.

—No tienes escapatoria, Fogata—Dominik muerde deliciosamente mi clítoris.

Grito y me retuerzo.

—Eres nuestra. —Diamond me clava sus dientes y mi estómago se contrae llenándome de éxtasis una vez más.

Creo que moriré.

AJUA ¿que ha pasao aquí? JAJAJAJAJA, ¿no sienten el calor? 

Disculpen la tardanza fantasmas del oriente, es que la escuela me tiene ¡harta!, pero cómo es mi último año me toca aguantarme. 

Pero amigues este no es el único capítulo que leerán hoy de Sibilino, no, no, no. Hoy habrá doble actualización para compensar el otro Domingo que no pude actualizar, también estoy pensando en hacer lo mismo el próximo domingo pero ustedes dirán. 

Eso es todo, lo/as leo. 

Att: Phoenix<3

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