Capitulo 14
"No confundas las cosas, también los demonios hablan bonito al oído".
Lea y yo decidimos estar un día solas y pasar el día entero en una feria de juegos, si, amo los juegos que brinden adrenalina, aunque, no voy a mentir, me dan un miedo de muerte. Lea dice que tengo rasgos de una persona masoquista, quizás sea verdad, no lo sé.
Después de pasar casi toda la mañana en una feria de juegos fuimos a un museo de arte donde observamos el arte mosaico, fue hermoso y Lea le tomaba una fotografía a todo lo que veía, y cuando digo a todo era a todo. Le tomo una foto embarazosa a un hombre de mediana edad, corrió detrás de nosotras todo enojado mientras que nosotras corríamos por nuestras vidas sin poder aguantar la risa.
Parecíamos unas locas corriendo en medio de un museo con un montón de personas a nuestro alrededor, la verdad no me importó, pero a Lea si, así que tuvimos que irnos a descansar a un lago que quedaba cerca del museo. Ahí hablamos y reímos como si no recordáramos todo lo que ha estado pasando desde que llegue. Me explicó muchas cosas, no las que quería saber, pero me pidió perdón por haber estado tan distante conmigo desde que pisé un pie aquí.
La verdad no la culpo, yo también soy causante de que nos estemos separando. También me explicó qué irrumpió en mi habitación porque quería compensar todo eso, yo también me disculpé, aunque, no soy de hacerlo a menudo, pero lo hice. Después de todo Lea es alguien muy importante para mí, bastante, y me duele que me esté mintiendo, pero después pensaré más en eso.
Después de ese día agitado me preparé para ir a la universidad, más unida a Lea, claro.
La mañana pasó entre clases y más clases, hasta que casi a medio día me mandaron a llamar, después de pelear a muerte con los chicos me hicieron unir al club de pelea, les dije que era innecesario todo ese tema, pero ellos siguieron jodiendome con eso y me hubiera negado rotundamente si Lea no me hubiera prometido que ella también escogería eso, no les di la respuesta, tampoco era como si la tuviera.
Así que ahora mírame aquí, caminando directo a la cancha, con el cuerpo relajado y el rostro inexpresivo, pero todavía con la negación y la duda carcomiéndome por dentro ¿será esta una buena idea?, la verdad no tengo idea, aunque, muy en el fondo tengo la respuesta para esa pregunta.
—¿Qué crees que nos enseñen primero? —Inquiere Lea a mi lado con su seño fruncido. Respondo encogiendo mis hombros sin prestarle mucha atención. Las personas a nuestro alrededor pasan a nuestro lado como si los persiguiera el diablo. —¿Y si nos enseñan a partir cabeza?
Volteo la mirada hacia ella y sonrío malévola.
—Ojalá que si, tengo ganas de partirle la cabeza a mi cuñado. —Le guiño el ojo y ella abre la boca fingiendo estar ofendida. —Pero no pienses que es Magnus, no, claro que no. Nosotras no somos realmente hermanas.
—¡Oye! Más respeto, eh, es muy bueno conmigo. —Pone cara de estar enojada y yo le hago un puchero, sin que nadie me vea, me parece vergonzoso. —Además, quizás no seamos hermanas de sangre pero si de traumas.
—Touche —Chocamos las manos y suelta una carcajada mientras entramos a la cancha. Se me acerca un poco para susurrarme algo al oído.
—Si llegan a enseñarnos a romper cabezas más te vale que recuerdes esto, tocas a Magnus y le enseño a toda la universidad la foto que tengo tuya haciendo un tierno puchero. —Después decir eso se aleja y me da la espalda.
—No te atreverías. —Voltea y me observa sobre su hombro.
—Tócalo, querida.
Cuando voy a replicar me encuentro a unas cuantas personas alrededor de un ring y arriba de este nada más y nada menos que... Dominik, uno de los responsables de las pesadillas frecuentes que me persiguen en la noche, las que me sumergen y me dejan sin oxígeno. Nuestras miradas se cruzan y puedo ver cómo la comisura de su labio se alza, me guiña un ojo, pero luego presta atención a lo que Magnus está por decir. Si, no lo había notado por culpa de Dominik.
Respiro profundamente y trato de alejar la tentación de mover frenéticamente la pierna. Su maldita mirada intensa me pone los pelos de punta.
—Muy bien, chicos, hoy empezarán las clases de boxeo y nosotros les estaremos enseñando sobre el tema. Primero empezaremos con pelea libre, solo para ver qué tanto saben pelear. —Escucho como Lea maldice en voz baja y yo quiero abrir la tierra, enterrarme y quizás con suerte, llegar al infierno. —Algunos pelearán con Dominik y otros conmigo. Tiene que tener esto en claro, si saben qué no podrán soportar lo que viene pueden retirarse ahora.
—No eres muy alentador que digamos, cuñadito. —Susurro suplicándole a dios y al diablo que nadie me escuchara. Parece que me ignoraron los dioses porque todos dirigen su mirada hacia mí. Me maldigo mentalmente por lo estúpida que soy a veces.
—Está no es una escuela de primaria, aquí o aguantan o se largan. —No sabía que podía odiar a mí "cuñado" tanto como lo estoy haciendo ahora. —Si se quieren largar háganlo ahora, presiento que esto no será fácil para ustedes. —La mitad de las chicas y chicos salen como si los persiguieran todos los villanos de las películas de terror.
No me muevo de mi lugar solo por una cosa, ya tomé la decisión de estar en esta mierda y no soy de las personas que dan marcha atrás solo porque alguien me intimide. Además no es como si no supiera pelear o defenderme, qué no me guste la violencia es otra cosa.
Si no fuera por eso me hubiera ido desde que vi a Dominik parado en ese maldito ring como si fuera el rey del mundo, sonriendo de esa manera como si le divirtiese ver la cara de terror en las personas, pero sé que está intrigado al ver que por fuera estoy bastante calmada, manejando sin darle importancia a la situación. Cuando la verdad es que no estoy controlando ni mi respiración, hablando de respiración ¿cómo era que se inhalaba?
—Muy bien, entonces si ustedes diez están preparados yo y Dominik haremos una lista con sus nombres, escogeré cinco de ustedes y los otros se quedarán con Dominik. —Tras terminar de explicarlo todo baja del ring.
—Estamos jodidas, bien jodidas. —Susurro solo para que Lea pueda escucharme.
—¿No es lindo mi novio?
Bufo y pongo los ojos en blanco.
—Más bien aterrador.
—¡Ay! Vamos, Phoenix, que tú no le tienes miedo a nadie. —Susurra de vuelta mientras penetra con la mirada a una chica que está hablando con Magnus.
—No hablaba de que me aterra a mí, Lea. —Respondo cansada. —Y deja de mirar a esa pobre chica de esa manera, pareces una gata furiosa.
Frunce el ceño y su mirada se clava en la mía.
—No la estoy mirando de ninguna manera.
—Si, claro. —Continuo con aburrimiento. Ya me quiero ir de aquí, creo que una lectura estaría perfecta para esta ocasión.
Entrecierra los ojos mirándome fijamente, seguro está intentando adivinar a qué hora se me acabará la batería de la paciencia.
—¿Ya te estás arrepintiendo? —Cuestiona observando cualquier movimiento que haga.
—Ajá.
—Si quieres irte podemos mandar esto a la mier... —Magnus la llama y ella la hace una seña para que espere —. Ya vuelvo... —No espera mi respuesta y sale en busca de su novio.
Me quedo quieta en mi lugar mientas que todos están hablando con su, al parecer, futuros entrenadores. Una chica, tres chicos y Lea hablan con Magnus, mientras que tres chicas y un chico hablan con Dominik, las chicas hablan muy animadamente. Qué interesante, Dominik es muy amable y coqueto con todas las chicas, la verdad no me sorprende aunque, desde el principio me negué a creer en los estereotipos.
—¡Phoenix! —El grito de Dominik me saca de mis pensamientos y lo visualizo sentado en una esquina del ring por fuera, rodeado de las chicas. Por la mirada que me echan creo que me odian, era de esperarse—. ¡Ven aquí!
Cómo no tengo otra alternativa, suspiro hondo y recargo mi paciencia al triple. Camino hasta el donde las chicas me observan de arriba abajo con cara de asco. Me enoja tanto ver cómo estás chicas pretenden odiar a otra chica solo por un hombre, por personas así es que este mundo está tan destrozado.
—¿Qué es lo que quieres? —Pregunto directamente, estando unos centímetros de distancia. Necesito estar lo más alejada posible de él, bastante tengo con su intensa mirada que exige cosas que yo no estoy dispuesta a darle.
—Necesito algunos de tus datos, solo son preguntas sencillas, no te preocupes. —Me guiña un ojo con una sonrisa encantadora, quiero arrearle esa sonrisa. Aparta los ojos de mi rostro y observa a las chicas con una sonrisa más amplia. Arqueo la ceja. —Hermosas, ¿podrían ir a medirse los guantes? No creo que halla talla para unas manos tan sensuales.
Ellas se sonrojan y le sonríen ampliamente mientras que se alejan mirándome con odio y moviendo exageradamente sus caderas aunque, una de ellas no me observa de esa manera, es más creo haberla visto sonriéndome.
No, creo que no.
—Que ridículo. —Suspiro luego de volver a voltear y encontrar a Dominik recorriendo mi cuerpo con la mirada, una mirada con deseo, con lujuria y con mucha hambre. La estúpida minifalda que tengo puesta hace marcar mis curvas peligrosamente, mis piernas largas se ven de muerte "según Lea" con mis botas de tacón que están adornadas con cadenas y ni hablar del pequeño top negro que Lea me obligó a ponerme. —¿Podrías dejar de mirarme así? —Pregunto con una calma bastante fingida, él lo sabe porque cuando aprieto mis muslos sonríe malévolamente.
—¿Quieres que deje de mirarte así, Fogata? —Inquiere mientras clava los ojos en mi gran escote. Cuando se relame los labios mirando mi cuerpo sé que no voy a aguantar tanto tiempo sin perder la cordura.
De solo pensar en cómo lamió mi cuello hace que me encienda por dentro y empiece a latir algo que no debería, es mejor cambiar de tema, si, eso...
—¿No deberías preguntarme sobre mis estúpidos datos?
—Eso hago, de hecho es uno de los datos más importantes. —Responde con su maldita sonrisa triunfante. Cuanto daría por borrársela besando sus... ¿Qué diablos? Dios mío, ¿qué son estos pensamientos?
—Dominik, basta. —Digo entre dientes. Aprieto mis puños a mis costados. Odio sentirme así.
—Está bien, está bien—Alza las manos en rendición con una sonrisa asomándose por su comisura. Observa el cuaderno que tiene en las manos y luego me fija sus ojos marrones intensos en mí —Nombre completo...
Respondo todas las preguntas básicas, inexpresiva. Cuanto mido, cuanto peso y otras cosas, pero lo que más me llamo la atención fue que me pregunto mi tipo de sangre ¿qué carajo? Solo dijo que es por si pasa algún "incidente". Santa madre, en las mierdas que me vengo a meter yo.
—Listo, creo que ya terminamos. —Dice luego de ponerse de pie de un salto y accidentalmente quedando en frente de mí, muy cerca de mí. Sintiendo como mi corazón martillea descontroladamente, alzo la mirada hasta sus ojos, sus malditos ojos intensos me sacan más de un suspiro. —Tus ojos son más magníficos de cerca, Fogata. —Susurra despacio mientras da un paso adelante, estoy bastante segura que si inclina un poco su pecho, podrá sentir mis pezones duros a través de la tela de mi top.
—Dominik, pueden vernos. —Jadeo casi sin fuerza. Esto está mal, muy mal, pero al parecer Dominik no piensa lo mismo que yo.
—No me importa, lo que me importa es esa maldita minifalda que tienes. Te recomiendo quitártela por tu propio bien. —Gruñe con la vista fija en mis labios que están entreabiertos por culpa de mi respiración agitada.
—A ti te debería importar una mierda lo que traiga puesto. —Gruño al igual que él, si cree que puede mandar sobre lo que puedo ponerme y lo que no, está muy equivocado.
—Pues este no es el caso. —Da un paso a delante apretando mis pechos con su pecho duro y fornido. Mi pecho baja y sube y creo, no, estoy bastante segura que mi fachada falsa de aburrimiento se fue al demonio. Al estar tan cerca su perfume me invade y casi flaqueo cuando su fragancia tan exquisita me rodea, aparte de descontrolar mi pulso también hule magnífico. —Si no quieres que te quite esa falda con mis dientes y entierre mi cabeza en tus muslos, joder, tus malditos muslos. Phoenix es mejor que lo hagas porque si no voy a perder la maldita cabeza
Entierro las uñas en mis palmas y lo observo desafiante, dándole a entender que no pienso hacer lo que me dice. No soy capaz de soltar una palabra de mi boca, capaz y en vez de salir como una palabra sale un gemido, no pienso enseñarle el efecto que tienen sus palabras en mí aunque, mi respiración lo dice absolutamente todo.
—Dominik, apártate de ella que tengo que hablar contigo. —El gruñido de Diamond hace que mi cuerpo se tense casi instantáneamente. Dominik parpadea varias veces antes de asentir hacia su hermano.
—Hazme caso, Fogata. —Y se va detrás de su hermano, Veo como Diamond tiene los puños serrados a su costado y mirándome furioso.
Mierda, estoy acabada y mi ropa interior también.
Cuando vuelve apenas me da una mirada y empieza a entrenar con la primera chica. Me paso todo el rato observándolo y viendo cómo me ignora cómo si no existiese, ¿qué le habrá dicho su hermano para que ahora ni quiera mirarme? Tampoco se para que me estoy preguntando esto, no es como que me guste su atención ¿o no?, bueno da igual.
Cuando termina con la primera, que no le costó ni medio segundo porque ella no supo cómo ponerse en posición, empezó con la segunda que fue igual de desastrosa que la primera, no, creo que esta estuvo mucho más. La tercera le dio más pelea, pero perdió de igual manera. Las tres estaban enojadas porque al otro lado se encontraba Lea burlándose de ellas, yo tampoco pude contener un par de risas y ellas también empezaron a burlarse de mí.
Solo vienen aquí a ver a un chico y no a aprender a cómo defenderse de ellos, me parece tan indignante e ignorante por parte de ellas.
Cuando él es turno del chico este si pelea al mismo ritmo que Dominik, se dan bien duro, por todos lados. Dominik parece un animal peleando, es furioso, como si le tuviera un odio al otro chico. El chico pierde, pero está claro que no le falta tanto para alcanzar el ritmo de Dominik.
Después de que el chico baja de ring Magnus llama a Dominik y ellos comienzan a hablar. El chico se coloca a mi lado, y no sé porque, pero lo observo de arriba abajo, algunas gotas de sudor le bajan por sus abdominales bien marcados y su piel aceitunada. Su cabello rubio castaño totalmente empapado de sudor y su respiración agitada, si, creo que antes era boxeador.
Unos minutos después, la voz de Dominik atraviesa todo el lugar.
—¡Phoenix, tu turno!
Dominik finge ajustar sus guantes solo para ignorarme y las chicas siguen burlándose de mí, ya quiero acabar con esto. Si, antes quería salir corriendo, pero ahora necesito partirle, o al menos, intentar partirle la cara a Dominik por idiota.
Cuando llego al ring me posiciono enfrente de él. Posa sus ojos directamente en mi falda y, creo también, en mis muslos.
—Te dije que te quitarás esa falda. —Escupe con un atisbo de enojo.
Ruedo los ojos, cansada de su cinismo.
—Y yo te dije que te fueras al demonio. —Contraataco. Todos alrededor del ring nos están observando, hasta Magnus y Lea, ya terminaron de entrenar así que solo faltaba yo.
Que grandiosa noticia.
—No estoy bromeando.
—Yo tampoco.
Creo que eso no debió de pasar. Se encoge de hombros y camina hacia una de las esquinas del ring donde hay unos guantes de boxeo. Vuelve hacia mí y me coloca los guantes con presión y brusquedad. Si piensa que me quejaré debe estar loco, he soportado cosas inimaginables y nunca me quejé, ahora no vendré a quejarme de estar mierda.
Enarca una ceja, sorprendido cuando se da cuenta de que no me queje de su terrible intento de ponerme, si quiera, nerviosa.
—Bien, pelearas como sea. Después de todo terminaremos en menos de dos segundos. — Comenta con el ceño fruncido. Suelto una pequeña risa por su comentario.
Cuanto amo que me subestimen, lo adoro.
Me pongo en posición. De pronto puedo escuchar todas las veces que me repetía lo mismo cuando lo hacía mal, era bastante frustrante, pero lo tengo horriblemente grabado en la memoria.
"Tus codos deben estar pegados a tu cuerpo"
"Tienes que tener siempre la vista al frente, nunca te distraigas"
"La barbilla la agachas hacia el pecho, cubriéndote con el hombro y, solo entonces desde la guardia, das un paso adelante"
—Debes posicionarte como yo... —Dominik se interrumpe a si mismo cuando ve que no necesito seguir sus consejos.
Le sonrío mientras me encojo de hombros.
—No soy estúpida —Contesto sin decir mucho.
Él asiente y se pone en posición. Empieza a darle la vuelta al cuadrilátero mientras que yo hago lo mismo. Está esperando que yo de él primer golpe, está esperándome, pero ya le dije que no soy ingenua. Lo primero que él nos decía era que, nunca, jamás, de ninguna manera podíamos dar el primer golpe, eso sería una gran desventaja, y yo no le daré la satisfacción de verme perder contra él, nunca.
—¿Qué esperas, Domi? —Susurro observándolo con los ojos entrecerrados.
—Oh, maldición, no me llames así en medio de un ring y menos con esa estúpida mini falda. —Advierte con un gruñido. Me agarra de sorpresa y lanza el primer puñetazo justo hacia mi rostro.
Por suerte lo puedo esquivar con rapidez. Eso estuvo bastante cerca. Sonrío con malicia mientras que él solo frunce el entrecejo, imagino que eso él no se lo esperaba porque se muestra bastante desconcertado.
Asiente y vuelve a ponerse en posición. Tira de mí para hacerme una llave, pero esta vez no puedo lograr zafarme. Se posiciona detrás de sin ejercer mucha presión en su brazo que, ahora, rodea mi garganta.
—No eres tan astuta después de todo. —Susurra con sus labios calientes presionados en el óvulo de mi oreja.
De pronto, y es tan rápido que me quita el aliento. Acerca más mi cuerpo al suyo, y mientras más lo hace, más siento su bulto duro y seguramente, enojado.
—Dominik, me estás clavando tu jodida polla en el culo. —Gruño. Estoy cien por ciento segura de que si él se mueve un poquito más soltaré un grito.
Sonríe contra mi oreja mientras que con su otra mano va descendiendo por mis caderas. Oh, dios. Juro que si Dominik hace otro movimiento lo mataré. Más de once personas están pendientes de todo esto y el aquí provocándome. Carajo.
Si no tuviera las dos malditas manos puestas en su musculoso brazo, intentando que no haga tanta presión en mi garganta. Juro que le habría dejado la mano en pedazos.
Su mano va subiendo por mi cadera, luego por mi cintura para detenerse sutilmente en mí ceno izquierdo. Mi cuerpo se calienta completamente al momento en que puedo sentir su palma rozar mi pezón duro. Santa madre, maria purísima. Lo amasa como si fuera suyo, como si mi jodido cuerpo le perteneciera. Mi cuero cede y mi cabeza cae en su hombro mientras que mi pecho sube u baja.
—Ni se te ocurra volver a intentar negar esto, no solo soy yo el que siente esto ¿o me equivoco? —Susurra de nuevo con la voz ronca. Al menos no soy la única que siente que se asfixia aquí.
Ignoro completamente todas sus palabras por qué casi se me sale un "Tus hermanos también piensan lo mismo ¿me equivoco?" Pero prefiero guardármelo para después.
Primera vez en mi vida que me siento prisionera y no quiero ni escapar.
Sé que si me muevo su pene se enterrará en mi culo ¿quiero eso? Por supuesto que si, pero tampoco quiero quedar en ridículo con todas estar personas y menos por culpa de Dominik. Así que la mejor opción es rendirme a esto y alejarme como siempre sé hacer.
Siempre teniendo un paso más adelante que los demás, sencillamente.
"Ya basta de juegos"
Con las dos manos que tengo apoyadas de su brazo que está al rededor de mi garganta, jalo, con fuerza su brazo hacia abajo. Giro la cabeza hasta la izquierda y cuando ya puedo respirar bien veo la puta gloria. Le pego con mi codo en el estómago.
Me libera sin tener más remedio, y se queda tan atónito que tengo ganas de reírme en su cara. A menudo me encanta ver estos rostros así de sorprendidos, suele parar cuando me subestiman solo por tener un par de tetas y una cara bonita.
Aprovecho que está distraído y con firmeza le lanzo un puñetazo directamente a la nariz. Cuando le pego se tambalea y pierde el equilibrio, pero por suerte, se agarra de las cuerdas del ring para así no caer.
—Carajo —Maldigo en voz baja mientras observo el hilo de sangre que sale de la nariz de Dominik. —Mierda, Dominik. Lo siento, no fue mi intención, o sea, si fue mi intención pero... No calcule la fuerza, maldición. De verdad lo siento —Balbuceo entre preocupada y avergonzada.
Ni siquiera sé por qué demonios me siento avergonzada, él era el idiota que me estaba clavando su puta polla ¿por qué me siento así?
"¿no será porque casi lo matas?"
Solo es un puñetazo, nada más ¿verdad?
Se levanta como si nada tocándose la nariz mientras se limpia la sangre y camina hasta mí.
—Si no bajas de este maldito ring ahora mismo, te follaré en medio de todos estos idiotas. —Gruñe con los hombros bastantes tensos.
Mierda, Dios sabe que quiero que lo haga.
Doy un paso despacio lejos de él mientras siento como mi pulso cada vez se acelera más por sus palabras, no sé qué sería mejor, que cumpla su palabra o bajar de aquí e ir rápidamente al baño por un cambio de bragas. Cualquier opción estaría bien por mí.
—Está bien, ya se acabaron las lecciones por hoy. —Anuncia Magnus sin saber qué diablos hacer. Sin poder apartar los ojos de los de Dominik y él tampoco es que tenga pensado romper nuestro contacto visual, me siento atrapada en su estúpida mirada, pero es que no puedo dejar de mirarlo. —¡Lárguense! —Grita haciendo que brinque en mi lugar.
Todos salen de la cancha sin siquiera mirar atrás y cuando veo que solo quedaremos los cuatro, mi corazón me pone a pensar más rápido que una caminadora en cien por ciento porque si no me bajo de aquí cuanto antes Dominik cumplirá su promesa.
Y no creo que sea amable cumpliéndola teniendo en cuenta la cara furiosa que tiene. Mejor no tentar la suerte.
—Yo... eh... Mejor me voy. — Balbuceo nerviosa. Con apuro y con sumo cuidado, bajo del ring de la muerte y empiezo a caminar para poder salir de aquí cuánto antes.
—¡Phoenix, espera! —Lea llega hasta mi lado mientras que las dos dejamos a Dominik y a Magnus atrás, arriba del ring sin apartar sus ojos de nosotras. —Casi lo matas. —Comenta cuando entramos al pasillo repleto de gente.
—No seas exagerada. —Digo entornando los ojos. —Solo fue un pequeño puñetazo, nada más
—Sí, ajá y yo soy una jirafa.
—Te pareces un poco ¿sabías? —Me burlo. Ella hace un además si prestarme atención.
—¿Nos vemos más tarde? Tengo que hablar con alguien. —Me besa la mejilla para luego perderse en medio de la multitud de los estudiantes y dejarme plantada en mi lugar sin saber a donde ir.
Odio cuando me siento perdida.
Sin más remedio me dirijo a la biblioteca. Mi bien refugio. Allí mis pensamientos vuelan por todas partes, recuerdos de mí yo pasada me llena de nostalgia. Desteto cuando esto pasa. Los minutos pasan mientras mi ánimo sigue igual, pero mientras visualizo a Devon mirándome a lo lejos.
Arrugo el entrecejo.
—¿Necesitas algo?
Ni siquiera pestañea.
—Que hagas silencio.
—¿Te molesta mi voz? —inquiero ladeando la cabeza.
—Sí.
Asiento. El silencio vuelve a acompañar a toda la biblioteca. No suelo ser de esas que hacen lo que les dicen, menos cuando literalmente me está ofendiendo. Pero dado su extraño comportamiento prefiero no molestar porque justo ahora no tengo muchos ánimos.
Quizás mañana me moleste por esto.
Horas después salgo de la universidad. Cansada y agotada, pero gracias a que conocí a unos chicos muy simpáticos terminé riéndome en toda la clase de investigación. Literalmente ni siquiera recuerdo una palabra de lo que explicó la profesora.
En cuanto Norman me vio salir me convenció de irnos a una cafetería, caminamos un poco, por culpa de él. Luego una de sus madres lo llamó y tuvo que irse, así que me volví sola.
Al menos me divertí.
Mientras aparco en auto enfrente de la casa, mis ojos dan con el auto hermoso de Dominik. A veces me pregunto si ellos de verdad tienen una casa o algún techo en donde pasar sus ratos.
—¡Chicos! —llamo cuando cierro la puerta principal detrás de mí. Empiezo a caminar hacia la cocina, donde ellos siempre están. —No saben lo qué pasó, un idiota psicótico me iba a sacar los ojos... — Me detengo en cuanto veo que mis "hermanos" no se encuentran en ningún lado.
—Dios, hasta yo querría sacártelos ojos ¿me dejarías? —suplica Sofiane.
Lo ignoro.
Luke entra a la cocina, me abraza y con cariño deposita un beso en mi frente. Sonrío abiertamente.
—¿Dónde estabas?
—Estaba con Norman en un café. —Explico apartándome de él. De reojo veo cómo los hermanos Steiger imaginan la forma más sangrienta de matar a Luke y solo con la mirada. Sonrío también por eso.
—Odias el café.
—Eso es lo único que venden en las cafeterías, Luke? —inquiero. En vez de responder se encoge de hombros. —¿Dónde están todos?
Luke saca una cerveza de la refrigeradora mientras se deja caer en el sillón que está cerca de Diamond.
—Están comprando comida para después ponernos a jugar videojuegos ¿te quieres unir?, será muy divertido. —propone Devon muy amable, cómo si no me hubiera dicho que odia literalmente mi voz hace unas horas.
A pesar de ser un idiota es también un descarado.
—No, gracias. Prefiero estar en mi habitación, pero que se diviertan. —Salgo de la cocina y subo las escaleras hasta mi habitación.
Cuando entro tiro mi mochila en el sillón que está cerca de la puerta y me tiro a la cama, totalmente agotada de toda esta mierda. Me quedo unos minutos con la vista fija en el techo.
Siento como el lado del colchón se hunde y si no fuera porque su olor me llegó justo a las fosas nasales me hubiera levantado del puto susto. Es mentira, estoy demasiada cansada como para levantarme de aquí.
—¿La sensación de vacío de nuevo?
—No intentes psicoanalizarme, Logan, ese trabajo es mío.
—Está bien, lo siento. —Ríe. —Intento consolarte igual que como hacías conmigo ¿sabes?
—Que lindo eres hermanito, pero estaré bien. —Me volteo a mirarlo con la sonrisa más creíble que puedo reunir.
—Eso decía yo.
—Estoy estresada, es todo ¿si?, no quiero preocuparlos a ninguno de una tontería.
—No te creo ni mierda. —Se levanta de la cama. —Pero cuando te decidas por hablar, nosotros estaremos en la sala. —Anuncia para luego salir de mi habitación y dejarme de nuevo sola.
Me levanto y me dirijo hasta el baño para poder tomarle la jodida pastilla. Me detengo cuando escucho mi teléfono sonar, uno que solo puedo yo puedo llamar. Si me está llamando es porque algo pasó, no me llamaría por nada.
Voy hasta mi estante de libros y saco el que tiene el teléfono justo en el centro de las hojas. Lo tomo entre mis manos y respiro profundo antes de contestar.
Presiono el botón, pero primero se escucha una respiración pausada, muy lenta y calmada, pero luego va acelerando, y siendo sincera, no me gusta para nada.
—¿Estás asustada? —Susurra con la voz, claramente, ronca. —Si sabes que el tiempo corre ¿no?
Maldita sea.
—¿Qué demonios? ¿Para eso me llamas? —pongo los ojos en blanco. —Si lo hubiera sabido antes no habría respondido. Joder, ¿es que no recuerdas la parte en la que específicamente te dije que yo te llamaría?
—Lo acepté solo con la condición de que llamarías apenas lo hicieras.
—Estás bromeando ¿verdad? Apenas llevo un puto mes aquí ¿cómo pretendes que lo haga tan rápido?
—Solo te estoy advirtiendo de lo que pasará si sigues perdiendo el tiempo. —suspiro, por supuesto que lo sé. —Pero iba a decirte otra cosa.
—Bien, don gruñón ¿qué necesitas?, —Caigo en cuenta de algo importante y mis alarmas se disparan —Espera...¿pasó algo?
—Puedes estar tranquila, no pasó nada. —Aclara. Suspiro de alivio y espero a que diga la razón por la que me llama. —Es solo que algunas personas están preguntando por ti, tienes que saberlo.
Mis ojos se oscurecen. Hijos de puta.
—Ya te dije lo que tienes que hacer...
—Tú también sabes lo que tienes que hacer, tus días están contados ¿lo sabes verdad, "Phoenix"? —Cuando pronuncia mi nombre lo hace de una forma tan... desagradable, odia mi nombre.
Tampoco me importa.
—¿De verdad me llamaste para esto? —Suelto con enojo. De verdad que odio esto.
Se queda unos segundos en silencio como si estuviera preocupado, y eso no es para nada bueno. —¿Qué diablos pasó en realidad?
—Ya los encontré, vendrán en unos días. Pensé que querías saberlo para no sé, darles la bienvenida.
Lo detesto tanto.
—Hablaremos luego.
—No, Phoenix, no te atrevas a colgar... —Y eso hago sin querer afrontar todo eso.
No puedo, ni quiero imaginar lo que se viene ahora.
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