Continental

SI VIS PACEM, PARA BELLUM

Autora: Clumsykitty

Fandom: WickUniverse&Marvel (Crossover)

Pareja: WickStark (John Wick x Tony Stark, pueh)

Derechos: a que me baleen.

Advertencias: Pues es una historia que vino a mi mente luego de que estuve en charlas con mis dos buenas amigas, esta historia va dedicada con mucho cariño para ellas, por nunca dejarme caer y enseñarme lo mucho que valen mis historias. Con especial atención para la cumpleañera (you know who is!!).

NOTA: Se ubica entre Chapter 2 y Parabellum de la saga Wick y Homecoming antes de Infinity War. Locuras, mil, ya saben.

Gracias por leerme.

***



Can hearts be broken?

could hearts talk?

can hearts get pained?

can hearts get stolen?

they want my heart on the right place

but if I look down on me

then it beats left

Links 2,3,4, Rammstein.



Continental.



The Elder era una persona muy culta como extremadamente inteligente, Tony se dio cuenta que el título que poseía era un cargo heredado desde hacía mucho tiempo, que el hombre detrás de aquel nombre había sido entrenado toda su vida para hacerse cargo de la Orden Suprema con todos sus sicarios. Fue tratado como un huésped de honor, con ropas para el desierto en color marfil de lino fino y una comida que al fin renovó sus energías, mientras esperaban en esas tiendas frescas que los resguardaban del calor inclemente del desierto allá afuera. El castaño esperó en una de ellas, con libros que le ofrecieron para matar el tiempo mientras esperaba el llamado que se hizo a mediodía, escoltado hacia la tienda principal donde estaba sentado The Elder con sus guardias sobre una elegante alfombra al mejor estilo de Saladino cuando recibió a Ricardo Corazón de León.

—Buenos días, Señor Stark, espero que si estancia con nosotros no esté teniendo queja alguna.

—Ninguna, Señor.

Con una sonrisa quieta, el hombre hizo una seña con su mentón a uno de sus matones. Stark se aferró a su banquillo acolchado cuando vio que arrastraban a la tienda a John Wick quien lucía como si hubiera caminado por una semana entera por el desierto y estaba mal herido. Inevitablemente miró a The Elder quien solo negó despacio, haciendo otro gesto para que recostaran a John sobre un tapete, colocando a un lado un incienso especial para despertarlo junto con una mesita donde sirvieron una extraña bebida que despedía el amargo aroma de especias orientales combinadas. El millonario no fue tonto, sabía que no podía moverse para socorrer a Wick por más que estuviera angustiado, era una prueba para ambos. Casi contó los segundos que le tomó al asesino despertar, maldiciendo en ruso.

—Bebe, John Wick —ordenó tranquilamente The Elder con un tono que no dejaba lugar a preguntas.

La mirada de aquel se topó con la de Tony, quien sintió sus ojos humedecerse, pero se mantuvo quieto, con un nudo en la garganta igual que lo hizo el asesino si bien esos ojos parecieron dos llamas que cobraron bríos al verle ahí junto al líder de la Orden Suprema. Atacar no era una opción, no en su estado, y Tony no quiso arriesgar a sus seres queridos ni tampoco a Wick haciendo una tontería. Ya había probado el precio de algo así en Alemania. John miró la tacita que le habían servido, empinándosela de golpe con un quejido. Era medicina. Se arrodilló lo mejor que pudo esperando por las siguientes palabras del hombre frente a él con todos los guardias con sus manos en sus espadas y dagas.

—Estás perdido, hijo mío.

—Lo estoy.

—Tony Stark ha mostrado la valía que le has conferido. Ambos hemos esperado por ti, ¿sabes el por qué, John?

—Rompí las reglas.

—Y tengo entendido que ha sido por el mismo hombre que está sentado a mi derecha.

—Santino lo lastimó.

—¿Qué deseas, John Wick?

Este miró al tapete primero y luego al millonario. —Vivir con Tony.

—La mejor respuesta que se puede dar —dijo The Elder sin quitarle la vista de encima— Por esa razón me has dado muchos problemas, hijo mío. Sin embargo, ¿es que no somos la Orden Suprema por eso? ¿Para proteger aquello que ni todas las monedas de oro pueden comprar? No estamos para tener poder, o regocijarnos con las vidas que arrebatamos. Es una labor que nos ha traído desgracias, pero también honor. Un precio que pagar por mantener intacto lo que no debe mancharse.

—Por favor... —John jadeó cansado— No le hagan daño. Haga lo que quiera de mí, pero no le haga daño a él.

—John... —murmuró Tony sin poder contenerse, apretando sus puños.

—Eres mi hijo más preciado, John Wick, saben bien el por qué. Solo te has perdido en el camino por una razón que no puedo rechazar —los ojos del líder de la orden se posaron en Stark— Puedo perdonarte, hacer todo esto a un lado, solo es un tropiezo que todos haríamos si estuviéramos en tu lugar, quizá con menos tino o con desgracias irreparables. ¿Te arrepientes, hijo mío?

—Sí.

—Necesito que lo pruebes.

The Elder miró a otro de sus guardias, que puso un taburete con algo similar a un cuchillo con mango grueso frente a Wick. Tony frunció su ceño sin entender, al parecer el resto de los presentes sí sabía que estaba pasando. Se llevó una mano a su boca para reprimir el quejido que pretendió escapar de sus labios cuando vio que el asesino ponía su mano izquierda en el taburete, tomando el cuchillo que colocó sin titubear sobre su dedo anular, justo donde aún portaba ese anillo de bodas que sabía era importante para él. El millonario desvió su mirada al escuchar el hueso romperse, apenas con un gemido de dolor de John, quien levantó esa argolla empapada en sangre hacia The Elder, el cual se levantó para caminar hacia él y tomar aquella muestra de lealtad renovada.

—Acepto tu arrepentimiento, John Wick —declaró el líder, guardando el anillo dentro de sus mantos y girándose sobre sus talones para volver a su asiento, el guardia que había llevado el taburete se acercó con un fierro marcador ardiendo, cauterizando ese dedo mutilado.

—... y-yo... he servido... y estaré de servicio —recitó John, temblando un poco debido al dolor.

—Como parte de esta lealtad jurada, quiero que acabes con Winston, se ha negado a aceptar nuestros términos y es algo que no puedo tolerar. Limpieza, John.

Tony frunció su ceño, sabiendo que Winston era un buen amigo de John, quien bajó su mirada, respirando hondo y asintiendo sin verle.

—Así será.

—Ustedes dos pueden retirarse, hay una tienda donde atenderán tus heridas y espera ropa nueva. Nada ha pasado y todo se mantiene tal como ha estado. Sin intervenir —los ojos de The Elder se posaron en el millonario a modo de advertencia— Siendo leales —se volvió a Wick— Como deben ser las cosas para proteger aquello que más apreciamos. Es todo.

Stark no necesitó que le dijeran que podía ir con John para casi correr a su lado cuando se levantó y le guiaron hacia la tienda preparada para que descansara, se aseara y el médico le viera. Caminó a su lado con el corazón queriéndosele salir del pecho y jadeando cuando el asesino le estampó contra su pecho una vez que estuvieron solos en la tienda, buscando sus labios con desesperación que Tony correspondió, colgándose de sus hombros.

—John... lo siento.

Este negó, acariciando sus cabellos y sus mejillas. —¿Te han hecho daño?

—No, no, he sido tratado como un príncipe —bromeó un poco, mirando esa camisa manchada de sangre y arena— Tu anillo... lo has perdido por mi culpa.

—No he perdido nada —negó John, besando su frente y cabellos— Te he recuperado.

—Pero...

—Volveremos a casa.

Tony ya no pudo replicar, el médico entró y las siguientes horas fueron de descanso, comida y el viaje de vuelta a América para ambos. Nadie les persiguió ni tampoco les impidieron moverse. Parecía que la palabra de aquel hombre que viajaba por el desierto cual nómada pesaba más que 117 naciones del mundo, pensó con algo de sarcasmo el millonario, de la mano de John quien no le soltó en ningún momento. Stark bien podía llamar a su armadura y llevarse a su amante de vuelta en un parpadeo hasta Nueva York, más la sensación de protección que le proporcionaba ese brazo alrededor de su cintura, el calor de aquel cuerpo atlético y alto como si fuese el objeto más preciado del universo le quitó las ganas de sugerir la idea. Nunca habían viajado así juntos, no quería arruinar el momento con sus pretensiones absurdas de presumir su tecnología.

De Marruecos fueron a París, y de ahí directo a Nueva York. John le acompañaría hasta el cuartel donde se quedaría a esperarlo mientras terminaba su misión. Tony tampoco insistió en que no matara a su amigo, si bien le miró con tristeza cuando le dijo que iría al Continental una vez que viera que tanto él como Burton -que Peter había cuidado- estuvieran sanos y salvos. Había otro problema que el millonario no supo cómo sacar a colación: los Vengadores. De seguro una vez que pisaran la ciudad los iban a encontrar porque algo le decía que estaban rastreándolos. Estaba más que claro que desobedecer directamente al líder era peor que matar al Papa, ya había mostrado hasta donde podía llegar para castigar semejante rebeldía. Si los Vengadores se entrometían iban a echar a perder las cosas, o peor aún, ellos podrían terminar bien muertos con todo y sus súper poderes.

—¿Qué piensas? —preguntó John cuando tomaron el taxi, saliendo del aeropuerto JFK.

—¿Por qué Winston no aceptó el castigo de la Orden Suprema?

Wick desvió su mirada, encogiendo un hombro. —El Continental es como su hijo.

—¿Cómo lo eres tú?

—Tony —el asesino levantó la mano del millonario que sostenía entre las suyas para besarla por el dorso— Recuerda no intervenir.

—Cómo olvidar eso si me lo repites a cada segundo.

—No puedo perderte.

—Ni yo tampoco.

—Toda prueba vale la pena si con eso garantizo que tú serás libre.

Tony apretó sus labios, cerrando sus ojos. —No valgo tanto.

—Para mí, sí. Y es lo único que me importa.

—Burton y yo no dormiremos hasta que regreses.

—¿Es alguna clase de amenaza?

—Sí.

Para su sorpresa que se convirtió en alivio, Tony no encontró a ninguno de los Vengadores en el cuartel. Solo un mensaje de Rhodey pidiendo que se comunicara con él. Wick se despidió con un beso, que Tony alargó antes de pedirle casi suplicarle que entonces tomara de sus armas para defenderse. En el viaje, el asesino le había contado de un hombre de ascendencia oriental que estaba persiguiéndole y seguro lo volvería a ver una vez que lo vieran a solas. Más por complacerlo que por otra razón, John aceptó recordándole su promesa de no intervenir que el castaño repitió de mala gana. Peter Parker apareció más adelante con Burton, una vez que John se marchó, pero fue nada más para escuchar a Stark pedirle que cuidara otro poco más del pitbull. Ya presentía que algo malo se avecinaba.

—¿Quiere que le ayude, Señor Stark?

—No.

—Pero, Señor...

—No, Peter, esto es peligroso.

—Sí, claro, como derribar un hombre gigante en un aeropuerto alemán es algo que hago todos los días.

—Necesito que cuides y te quedes con Burton, ¿okay?

—Si me promete que usted también se va a cuidar.

—Yo... ¿por qué todos me piden eso?

—No sé, pero yo no quiero que le pase algo, Señor.

—Peter... —Tony negó, rodando sus ojos— Cuida de Burton, por favor. Si llego a estar en problemas, cosa que dudo muchísimo, te llamaré. ¿Okay?

—Eso me gustó más. ¿A dónde me llamará, señor?

—¿A tu teléfono?

—Pero si está en una pelea no podrá llamarme.

—Lo haré, ahora, a casa.

—No se meta en líos, Señor Stark.

—El adulto aquí soy yo. Hush.

Convencer a Peter de que no preguntara más fue una tarea ardua, igual que calmar a un angustiado perro de pelo gris cuyo buen instinto canino le decía que algo andaba mal. Tony revisó su armadura, buscando el rastro de aquellos tontos. Como era de esperarse, no encontró nada a menos que hurgara más profundo, cosa que no haría. Necesitaba estar alerta por John.

—Señor Stark.

Tony casi brincó al escuchar la voz de Visión, girándose a él. —¿Qué haces aquí?

—El Capitán Rogers me pidió buscarlo.

—Steve... estoy bien, mira no pasa nada. Tú, por otro lado, si no quieres que Ross envíe aviones a cazarte debes marcharte.

—Debe acompañarme, Señor Stark. El cuartel no es seguro.

—No me digas, aquí me quedaré gracias. Ustedes son los que deben esconderse.

—Señor Stark...

—¿Dónde está el idiota de Rogers?

—No puedo decirlo.

El castaño chasqueó su lengua. —Está aquí. Friday.

—"Rastreo positivo del Quinjet... dirigiéndose hacia el Hotel Continental."

—¡¿Qué carajos?!

—¡SEÑOR! —Visión se interpuso en su camino.

—¡AHORA NO, VISIÓN! ¡¿QUÉ NO LO ENTIENDEN?! ¡ESTO NO LES CONCIERNE!

Tony no permitió que Visión le alcanzara, echando a correr mientras era envuelto en su armadura, volando a toda velocidad hacia el Continental con el androide pisándole los talones. Friday le informó del movimiento de un convoy exacto al que había atacado el cuartel rodeando el hotel. La Orden Suprema. Lo temía, John no había podido matar a Winston, lo notó en su mirada cuando se despidieron. Acelerando con sus propulsores hasta casi quemarlos, llegó al techo del Continental, ignorando al Quinjet encubierto por un escudo fantasma. Tenía la lectura de Steve bajando por las escaleras. El hotel estaba vacío salvo cuatro personas, una en una habitación y tres más abajo en un piso blindado. Pidiendo una disculpa a Winston por dañar su precioso hotel, Tony disparó con sus cañones para alcanzar al capitán en las escaleras junto con Natasha.

—Ustedes llegaron hasta aquí —les gruñó, aterrizando frente a ellos en un descanso.

—Esta organización...

—No es de su incumbencia, Nat —interrumpió Tony, alzando sus cañones a ellos— Lo siento, esto está fuera de su liga. Largo de aquí.

—¿Estás protegiendo una orden de asesinos? —casi bramó Steve, tensando su mandíbula.

—Ya no te voy a dar explicaciones. Contaré hasta tres para...

Una explosión los empujó contra la pared. Stark se irguió enseguida, observando como del boquete salía un muy furioso John Wick al que tuvo que enfrentar Steve Rogers. El castaño atrapó a la Viuda Negra antes de que ella interviniera, mirando la pelea que de inmediato fue sangrienta.

—¡Steve! ¡Tony, suéltame! ¿Te has vuelto loco?

Un súper soldado contra un súper asesino. La fuerza bruta del capitán contra la rapidez mortal del hombre que amaba y no quería ver morir. Se tensó al escuchar los puños de Steve chocar contra los huesos de John, quien en respuesta golpeó un órgano vital con esa precisión fatal que le caracterizaba. La Orden Suprema estaba subiendo, abriéndose paso. Tony se llevó consigo a Nat, lanzándola al techo sin mucha caballerosidad.

—¡LARGO DE AQUÍ! ¡NADA TIENEN QUE HACER EN ESTE LUGAR!

Sintió un tirón en el estómago al momento de disparar, pero no había otra manera de hacerlos dimitir. El disparo solo tuvo por objetivo destruir el campo protector, haciendo visible el Quinjet con una explosión que de inmediato llamaría la atención de la vigilancia de las Fuerzas Conjuntas. Visión le miró incrédulo, Tony no dijo nada, volando de vuelta para llevarse ahora al idiota rubio. Los dos hombres habían caído a un piso inferior, enfrascados en una pelea que estaba dejando sangre en paredes y pisos. Steve peleaba con toda la fuerza y experiencia que podía, a punto de someter a John. O eso le pareció al castaño en un momento dado, preparando una carga para el rubio cuando el asesino encontró un punto débil en sus ataques y de pronto Rogers estaba siendo estampado contra la pared con una lluvia de golpes que le hicieron escupir sangre. Stark se quedó pasmado unos segundos, volando a ellos para intervenir.

—¡Me lo llevaré! —sus manos empujaron el pecho de Wick al interponerse entre los dos— ¡La Orden está subiendo!

John le miró, esa furia que parecía tomar control de su mente asomándose por sus ojos mermándose apenas. Asintió, girándose para desaparecer. Tony suspiró aliviado, sintiendo cierto placer al ver el estado de Steve a quien tomó por el cuello para jalarlo e ir al techo, alcanzando al Quinjet que ya estaba alejándose del Continental. La plataforma se abrió, permitiéndole lanzar dentro al capitán, siendo atrapado por un ofendido Sam Wilson. Al carajo con todos ellos.

—Tienen cinco minutos para largarse, llamaré a Ross.

Fue como volver a revivir esa escena en la sala del cuartel cuando todos comenzaron a discutir por los Acuerdos de Sokovia. La amargura de sentirse solo, incomprendido, de enfurecer por no tener apoyo. El Quinjet se marchó cuando lanzó la alerta, sintiéndose el peor hombre sobre la Tierra. Había controlado por muy poco un desastre de proporciones incontrolables, y una vez más había terminado siendo el malo de la historia por ello. Las explosiones inferiores acabaron, quedando solamente un extraño silencio que solo fue roto por unos tacones que subieron al techo donde estaba. Una mujer alta, muy delgada con un corte de soldado y unos ojos grandes pero duros apareció por la puerta, deteniéndose hasta quedar frente a él cuando descubrió su cabeza.

—Bien hecho, Señor Stark. Ya hay demasiadas personas involucradas en esto para sumarle sus amigos.

—Ustedes son los que tuvieron suerte. Ellos los pueden superar rápidamente.

La mujer sonrió, sin quitarle la vista de encima, a Tony se le antojó como una lechuza viviente en plena caza y él siendo la presa.

—¿Los Vengadores? Seres humanos superdotados y un androide con un objeto de poder en su frente. Cierto que son temibles y nos dejarían bastantes bajas antes de sucumbir. Porque lo harían, Señor Stark. Si la fuerza bruta o los objetos poderosos fuesen la razón para ganar peleas, Helmut Zemo no los hubiera vencido, ¿no es así? Sus grandes dones no son nada frente a lo que realmente derrota a cualquier ser vivo. Tomando en cuenta que Wakanda tiene una promesa de sangre con la Orden Suprema, Señor Stark y de requerirlo, podemos reclamar la promesa. Ahora dígame, ¿cómo es que pueden superarnos?

—No todo es poder.

—Claro que no —sonrió la mujer— También hay conocimiento y alianzas. Es muy agradable ver la labor de los Vengadores, hace que las personas crean en los héroes, les dibujen en historietas o los hagan muñecos para los niños. Pero usted y yo sabemos que el mundo no es gente dentro de un lindo uniforme haciendo proezas. Si eso fuera cierto, ni usted ni yo existiríamos, ¿o no, Señor Stark?

—Las cosas no son todo el tiempo así.

—Por cada momento bueno, hay alguien en las sombras haciendo su trabajo. Ambos sabemos de qué va el mundo, Señor Stark, por eso detuvo a sus amigos. Es su turno para marcharse, a menos que desee provocar la ira de alguien que usted conoce y no se lo recomiendo.

—¿Qué pasará con John?

—Lo que tenga que pasar, Señor Stark. Si es tan amable de retirarse, ha sido un placer charlar con usted.

Tony se marchó al cuartel, pasando por la casa de Peter para recoger a Burton, encontrándose con la sorpresa de que el perro había huido con el chico persiguiéndole. El castaño dejó caer sus hombros, aquella no era su noche, en definitiva. O madrugada. Ya estaba amaneciendo al sobrevolar las cercanías del Continental en busca de esos dos hasta que Friday le enlazó con Karen. Peter estaba en Central Park muy asustado de haber perdido al perro. Fue a consolarle, tranquilizándole en cuanto la lluvia de disculpas y tartamudeos se hizo presente.

—Está bien, Peter. Burton debió... presentir algo.

—¿Qué cosa, Señor Stark?

—Cosas de perros, gracias por cuidarlo.

—¿Se siente bien, Señor? Está pálido.

Stark suspiró, sentándose sobre la banca a un lado del adolescente con unas enormes ganas de llorar. —No me siento bien.

—¿Puedo ayudarlo?

—Si pudieras regresar en el tiempo.

—¿Ah?

—Olvídalo... soy una decepción, Peter.

—¡Eso no es cierto!

—Tú tienes una idea muy linda sobre mí, pero lo cierto es que soy todo lo contrario, niño.

—Usted es la persona más genial y más interesante del mundo mundial, Señor Stark. Y me ha enseñado muchas cosas. Si usted fuese muy malo o algo así, yo estaría muerto en algún canal del Bronx.

—Exageras.

—¿Le pasa algo al Señor Wikipedia? ¿Se pelearon?

—No... ojalá —rió desganado el castaño— ¿Por qué te quedaste aquí?

—¡Ah! —los ojos de Peter se iluminaron— ¿Se acuerda de los mendigos que no eran mendigos?

—Peter...

—¡Es en serio! Pues se movieron, algo pasó, Señor Stark. Vine a ver si encontraba al rey de las palomitas, pero no está. Ni sus palomitas. Encontré una vagando por ahí y la seguí luego de que perdí el rastro de Burton. Me trajo aquí, bueno no aquí exactamente.

—Ya no te entiendo.

Parker señaló hacia un puente donde había una entrada para mantenimiento. Tony frunció su ceño, hasta distinguir entre las sombras uno de esos mendigos que los observaba, fumando tranquilamente. El adolescente susurró en el oído del millonario.

—Me dijo que quiere que lo sigamos, Señor Stark. Que el Rey quiere hablar con nosotros.

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