Cacería
SI VIS PACEM, PARA BELLUM
Autora: Clumsykitty
Fandom: WickUniverse&Marvel (Crossover)
Pareja: WickStark (John Wick x Tony Stark, pueh)
Derechos: a que me baleen.
Advertencias: Pues es una historia que vino a mi mente luego de que estuve en charlas con mis dos buenas amigas, esta historia va dedicada con mucho cariño para ellas, por nunca dejarme caer y enseñarme lo mucho que valen mis historias. Con especial atención para la cumpleañera (you know who is!!).
NOTA: Se ubica entre Chapter 2 y Parabellum de la saga Wick y Homecoming antes de Infinity War. Locuras, mil, ya saben.
Gracias por leerme.
***
"Cuando el peligro parece ligero, deja de ser ligero."
Sir Francis Bacon.
"Quien ama el peligro, en él perece."
Refrán.
Cacería.
Tony sonrió para sí mismo mientras degustaba un exquisito faisán como parte de un kilométrico buffet de recepción en el congreso al que Pepper lo había enviado luego de haber confesado que había estado viéndose en secreto con un amante todo ese tiempo. La rubia se había enojado y no precisamente por celos sino por sus descuidos, con una sonrisa de felicidad propia de quien se ha visto librada de un compromiso del que no estaba segura, pero tenía que mantener la fachada de ejecutiva ex novia ofendida. Así que Tony había viajado a Francia, específicamente el norte para perder su precioso tiempo en escuchar lo que ya sabía pues había hackeado la red una semana antes. En lugar de estar con John Wick ahora comía con toda la calma del mundo para no aburrirse en una mesa especialmente reservada para él y mirando unas hermosas diapositivas de números, cifras y ventajas de negocios internacionales.
Luego de aquel encuentro en el Continental, el castaño había buscando a su asesino consentido para repetir aquello mientras iban hablando cada vez más, él escuchando sobre Helen, de cómo una tarde mientras recibía un beso de su esposo simplemente se desvaneció o John prestando atención a esa infancia tan dura y el secuestro de Afganistán. Estaban siendo más cercanos y eso significaba peligro, Stark estaba muy consciente de ello, sobre todo porque estaba involucrándose con un hombre que según sus propias palabras traía muy mala suerte a todos los que le rodeaban, cosa que lo tomaba no muy en serio. Wick, al igual que él, tenía esa tendencia a sentirse responsable de todo lo que ocurría en su mundo. Sí, era un asesino profesional que podía acabar con media docena de ninjas con un lápiz sin punta, sin embargo, con él era algo muy diferente.
—Señor Stark, ¿le ofrezco nuestro mejor vino? —preguntó el capitán de meseros en un elegante francés.
—Claro.
John le había confesado que le había llamado la atención porque tenía esa misma mirada que su difunta esposa, no precisamente en los rasgos físicos sino en la bondad con la que podía hacerle sentir que era todo menos alguien con sangre en las manos. Curiosamente, ese serio y algo amargo sicario, tenía un efecto parecido en Tony quien se sentía seguro, con fuerzas para hacer cualquier cosa y lo más curioso, que era muy importante para alguien ajeno a su vida como lo eran Rhodey, Pepper o Happy, quienes lo conocían de tiempo y había sido el tiempo el que había forjado su amistad. Estaba enamorándose como un perfecto tonto ingenuo, lo cual era delicioso como el vino que llegó a sus labios. Un sabor fuerte pero que correspondía para su muy costoso platillo. Algo que inquietaba aun al millonario era que Wick seguía manteniendo ese muro de concreto entre sus mundos, simplemente se negaba a que Tony se involucrara realmente en sus asuntos por su propia seguridad.
—Soy un Vengador, he enfrentado un ejército de extraterrestres.
—Esto no es igual.
—¿Qué cosa puede superar eso?
—Que estás vivo.
Con mucho era el único tema donde podían estar en completo desacuerdo. Stark le había dejado un mensaje en el Continental para avisarle de su viaje que no le tomaría más que un fin de semana. Estaba haciéndose adicto a la compañía de John conforme pasaban los días, también había que dar crédito a esa excelente compatibilidad en la cama que ambos habían sincronizado luego de superar sus torpezas propias del nerviosismo y una buena lujuria despertaba cual bestia furibunda. Wick era un increíble amante en los estándares del castaño, volviendo a sonreír con un último bocado de faisán y un trago de vino, pidiéndose un postre para consentirse. La charla era aburridísima, él ya hubiera resumido todo en cinco minutos, dejando el resto del tiempo para una fiesta donde todos terminaran ebrios, pero amigos que por orgullo de no aceptar que hubieran perdido la compostura aceptarían cualquier trato.
Un fino creme brulee le dejó satisfecho, levantándose para enviar un mensaje de texto a Pepper y confirmarle que todo estaba tranquilo y era un éxito mientras se encaminaba al baño. El hotel donde era el congreso tenía unos sanitarios kilométricos que nadie usaba, de mármol y detalles de oro. Stark puso algo de música mientras estaba ahí, silbando la melodía al salir del cubículo a lavarse las manos y arreglar el moño de su traje marfil. La canción le gustó, haciendo nota de incluirla en ese playlist dedicado a John Wick. Casi respingó al escuchar otra puerta abrirse, pues no había notado que otro caballero estuviera ahí, no que le importara con tanto espacio. Un italiano orgulloso salió, sin mirarle, directo hacia el espejo que tenía delante. El millonario arqueó una ceja, terminando de secarse sus manos.
—¿Le pareció bueno el faisán? —preguntó de golpe el italiano en inglés.
—Ah... sí —respondió Tony, de pronto incómodo.
—¿Y el vino?
—Muy bueno, ¿no lo probó?
—Sí, aunque no la cosecha que a usted le dieron.
Desde Afganistán, el castaño tenía un sexto sentido que se disparaba cuando algo no andaba bien y en aquel momento se dio cuenta que no estaba seguro ahí. Tomó su celular para salir aprisa, siendo interceptado por el italiano quien levantó sus manos en son de paz.
—Solo quería hacer charla.
—Muy linda, gracias. Adiós.
—Señor Stark...
—Un paso más y terminará estampado en aquella lejana pared, se lo advierto.
—No le dispararía a un colega, ¿o sí?
Por respuesta, Tony hizo aparecer un guantelete metálico en su mano derecha cuyo cañón silbó amenazador. El italiano rodó sus ojos con una risa quieta, bajando las manos que metió en los bolsillos de su pantalón. De otros cubículos aparecieron hombres en traje con armas que le apuntaron. Stark ya no se lo pensó, llamando al resto de su armadura, disparando para noquearlos.
—N-No...
Tony parpadeó al ver que solamente había golpeado a un par con sus cañones, la armadura iba desapareciendo de nuevo y todo comenzaba a dar vueltas.
—El vino...
—Y el faisán. Y el postre. Es de niños poner la fórmula en un solo alimento, se hace detectable —sonrió el italiano, acercándose a él— Que tenga dulces sueños, Señor Stark.
—¡F-F...!
Sin sus lentes, celular o la armadura, su contacto con Friday se perdió como su consciencia. El millonario cayó al suelo bajo la mirada de Santino D'Antonio, quien luego de confirmar que realmente el somnífero había hecho su efecto, se volvió a uno de sus hombres.
—Bloqueada la señal.
—Vámonos. Tengo un viaje qué hacer y ustedes un huésped que llevarse.
Mientras el italiano se dirigía a Nueva York para buscar a John Wick, Tony fue trasladado a Italia, a donde despertaría en una lujosa habitación de hotel de una sucursal gemela del Continental. Una mano cariñosa estaba cepillando sus cabellos de una manera que le dijo mucho antes de abrir los ojos que la persona tenía preocupación por él. Se trataba, como no podía ser de otra manera, de John, quien parecía haber sufrido una pelea recientemente. El millonario quiso hablar, pero no pudo, mareado y débil todavía por el efecto de la droga que le habían administrado.
—No trates de moverte, aun no desechas por completo la toxina. Está hecha para incapacitarte.
—Johnsy...
—Ssshh, está bien, está bien.
—¿Qué te pasó?
—Nada.
—John.
—Lo lamento mucho —el asesino besó la frente de Tony— Esto no debió suceder.
—Hey, dijimos que...
—No, Tony. Sé de lo que eres capaz y por eso no puedes involucrarte en mi mundo, sí lo haces los tuyos van a correr un serio peligro. Si Santino fue capaz de hacerte esto, ¿qué crees que la Orden Suprema le hará a los demás?
—No es justo.
Wick le miró tranquilo, apretando una sonrisa. —Lo sé —sus ojos detectaron esos moretones en la mejilla del millonario, igual que unas pequeñas cortadas por los ataques en el baño. Para Stark fue extraño ver esa mirada, llena de ira, indignación que supo controlar en su tono de voz al volver a hablar— Me quedaré aquí hasta que puedas volver a Nueva York. ¿Quieres tu celular?
—Wow, creí que me lo habían quitado.
—Son asesinos, no ladrones.
—Vaya consuelo. John, ¿no vas a decirme qué sucedió?
—Es mejor así, Tony.
Este no pudo sacarle más información, por su expresión supuso que habría una venganza por parte del asesino, aunque no estaba seguro si era debido a sus pequeños rasguños o a que lo secuestraron, o todo junto además de interrumpir sus negocios. Luego de calmar a Pepper quien ya había estado buscándole, Tony durmió otro poco, la cabeza todavía le martilleaba. Todo ese tiempo, John estuvo cuidándole celosamente, acariciando sus cabellos sin quitarle esa vista de encima, el único momento en que lo dejó de nuevo a solas fue cuando el gerente del Continental fue a verle. Stark aprovechó esa oportunidad para espiar su conversación, no iba a quedarse como damisela en peligro frente a su amante. No cuando era nada menos que Ironman. Un Vengador.
—... fue algo grosero, lo admito, sirvió para cumplir el objetivo —dijo en italiano el gerente.
—Él no tiene nada que ver.
—Sabes que esa no es la cuestión, no hay nada que la Orden Suprema no pueda saber. Y si es la única manera de acercarse a ti, pues...
—Si vuelve a ponerle un dedo encima, toda la familia va a perecer.
—Lo único que tienes que hacer es cumplir su promesa.
—Fue lo que me dijo Winston.
—Pues tiene razón, cumple la palabra que has dado y no los molestarán.
—... será así.
—Permíteme ofrecerte nuestros servicios.
—Ofrezco monedas por ello.
—He servido, y estaré de servicio.
Aquella conversación extrañó a Tony, cuya curiosidad supo mantener a raya mientras John le escoltaba al tomar un taxi rumbo al aeropuerto. Con los remanentes de la toxina en su cuerpo, no era sabio usar la armadura para volar de regreso, así que tendría que ser tal como había llegado a Europa. El millonario apretó discreto una mano de Wick, mirándole a los ojos con preocupación.
—¿Estamos bien?
—Claro.
—Sí... si te causo problemas...
—Tony —el asesino le miró con dureza— No.
—Bueno, solo me aseguro de que no vayas a botarme.
—Para ser una broma, fue muy mala. Te alcanzaré después, anda, tu vuelo ya sale.
Las preocupaciones que Tony tuviera durante su viaje de regreso tendrían que esperar. Apenas había puesto un pie en Nueva York cuando Happy le comunicó que su protegido, Peter Parker anda metido en líos con una banda de pordioseros que, según las declaraciones del muchacho, eran más bien una red de espías internacionales entrenados para matar que alguna sociedad secreta estaba moviendo bajo las narices de la mismísima ONU.
—Ese niño ve demasiado Netflix —bromeó el castaño buscando distraer a su amigo del tema.
Peter recibiría un regaño de su parte en la noche en que llegó a contarle santo y seña de aquellos mendigos que no lo eran. Era una arañita demasiado inquieta y bastante chismosa, había hurgado demasiado en aquel tema, llegando a darse cuenta de que existía ese Bowery King al que ya le había dirigido la palabra como Peter Parker, fingiendo que trataba de ayudarlo como buen niño nerd al convidarle uno de sus churros mientras su droncito lo espiaba desde las alturas. Tony quiso darse de golpes en la cabeza, estaba siendo imposible que su mundo y el de John no se mezclaran, tarde o temprano iban a hacerlo, más temprano que tarde y no precisamente por sus indagaciones.
—No puedes arriesgarte así, Peter, fue muy imprudente de tu parte.
—¡Pero sé dónde vive!
—¿Y eso es útil porque...?
—Tal vez podríamos ir, usted y yo a visitarlo...
—No —Tony se negó tajantemente— Nada de podríamos, ni nada de podrías. Vas a volver a casa, harás tu tarea, cenarás con Tía May y te olvidarás de este asunto.
—¡Pero Señor Stark!
—¿Te acuerdas cuando me dijiste que habías descubierto a un tal Daredevil?
—Oh... —Peter se sonrojó, apenado.
—Sí, creíste que era un abogado que resultó estar ciego. Claro, como los ciegos bailan en las azoteas por las noches...
—Bueno...
—Escucha, Peter, sé que tratas de hacer algo importante. Pero esto no, ¿okay? Siempre habrá cosas que parecerán extrañas y así se deben permanecer.
—¿Está enojado conmigo?
—Para nada, me alegra que te tomes en serio tu papel de Spiderboy.
—Spiderman.
—Quizá en un futuro lejano, heredes todo esto.
—Es un lugar muy grande para vivir, Señor Stark. Y muy solitario.
—Solía ser un lugar alegre —Tony se quedó pensativo, suspirando luego al volverse al adolescente cuyos cabellos despeinó— A casa, ahora.
—Buenas noches, Señor Stark.
—Buenas noches, chico.
La tranquilidad no llegaría a Tony tan pronto como hubiera deseado, el Secretario de Estado también estaba despierto muy tarde, llamándole para solicitarle información sobre el paradero de Visión de quien sospechaban estaba reuniéndose con los fugitivos de La Balsa. El castaño tuvo una jaqueca al terminar la fastidiosa charla, quedándose prácticamente hasta la madrugada en el taller trabajando para despejar su mente, mirando de vez en cuando su teléfono en espera de esa llamada encriptada que nunca llegó. John no era de ser puntual o de ser así de aprehensivo, más le preocupaba su paradero luego de haber escuchado la conversación con el gerente del Continental en Italia. ¿A dónde había dejado a Burton? Seguramente estaba en el Continental de Nueva York y sería un buen pretexto para buscar información, pero al igual que Peter, había hecho una promesa de no inmiscuirse.
—Fri, quiero el mapeo de Karen sobre los movimientos del rey mendigo.
—"Enseguida, Jefe."
Okay, solo era tener en cuenta información por si acaso se necesitaba, no que fuese a hacer algo realmente de consecuencias que...
—"Estos son los resultados."
Y de pronto ahí estaba, en sudadera con gorra, jeans y tenis con una mochila donde cargaba algunos de sus artilugios en caso de necesitarse, incluyendo algunas jeringas con antitoxinas por si deseaban repetir aquel truco. Tony sintió algo de culpa por haber enviado a dormir al mocoso, pero había sido lo mejor. Al menos él sería más inteligente para armar una disculpa si las cosas se salían de control. No le fue muy difícil encontrar al Bowery King, empujando un carrito lleno de chatarra con una paloma en su hombro y silbando alegremente tal como lo hacían cientos de mendigos de la ciudad. Mirando alrededor, el castaño se aproximó al hombre quien era muy algo, fornido si las ropas no mentían con una mirada que claramente decía lo mucho que sabía del mundo. Pasando saliva, Tony le saludó casualmente.
—Disculpe, ¿de casualidad sabrá como llego a Rhode Island desde aquí?
—Si Tony Stark no sabe cómo llegar a un sitio que visita con regularidad, el mundo está condenado.
El millonario se quedó unos segundos callado y boquiabierto, claro, era el hombre que conocía los secretos de los secretos, un digno rival de Nicholas Fury. Hasta se parecían. Tuvo ganas de preguntarle si no eran hermanos separados al nacer.
—Entonces sabe que quiero hablar con usted.
—Todos quieren una audiencia con el Rey.
—¿Su Majestad puede concederla a este humilde servidor?
The Bowery King sonrió, complacido con la adulación, empujando su carrito para que le siguiera un par de cuadras más por debajo de puentes de piedra.
—Debe ser molesto saber que hay gente más avispada que toda una organización que fue infiltrada por HYDRA, ¿o me equivoco?
—Algo... nunca se nos ocurrió lo de las palomas.
—¿Qué información desea que sus computadoras no pueden obtener, Señor Stark?
—Sobre John Wick. Todo el mundo parece saber de mí, pero no puedo saber de él.
—Baba Yaga, el hombre del saco, aquel a quien todos temen. Su nombre impone respeto, y aun cuando se retiró un tiempo seguía siendo venerado como el perfecto asesino que es. Ahora todos saben que tocar algo que él aprecia es una sentencia de muerte. Una muy fea, por cierto.
—¿Estará en problemas por... —Tony tragó saliva— por protegerme?
—El hombre que le secuestró, Señor Stark, desea algo que pocos pueden tener, y John Wick era el único que podía dárselo, pero no había nada que pudiera ofrecerle como pago porque John Wick no se compra. Así que darle a entender que podría perderle a usted a manos de ese hombre fue la única manera de hacer que cumpliera su promesa dada.
—¿Promesa?
—La Orden Suprema no es la única vigilándolo, Señor Stark. Tenga cuidado.
—¿Quién más está haciéndolo?
—Eso... eso no puedo decirlo —sonrió el afroamericano.
—¿Qué puedo ofrecer al Rey para tener sus sabias palabras?
—¿Cómo fue que el sicario más temido entregó su cariño a un hombre como usted?
—Bueno —el millonario pateó una piedra— Tomaré eso como un cumplido, y la verdad la culpa de todo fue del perro.
—El perro.
—Yo sigo preguntándomelo, Su Majestad.
—Pero también siente algo por él, ¿cierto, Señor Stark?
—No estaría aquí de no ser así. Me preocupa y... quiero ayudarlo, pero él no me lo permite.
—Sería una cosa peligrosa, porque no es un hombre ordinario. Aquellos que estaban lejos ya no lo están, Señor Stark, temo que los Vengadores y la Orden Suprema van a tener un desacuerdo.
—¿De qué habla?
El rey mendigo se detuvo, mirándole sonriente. —A pesar de todo, usted es como mis palomas, fuerte pero frágil al mismo tiempo. Realmente no está manchado de la suciedad en la que nosotros nos movemos, en la que hemos nacido y vivido de la misma forma que usted ha conocido su gloriosa Manhattan. John Wick lo quiere así, Señor Stark, quiere que mantenga esa inocencia intacta. Me parece con esta breve charla que ha llegado a su fin, que en buena parte se debe a que también es un hombre de noble corazón que lucha contra sus adversidades. Cuando vuelva a ver a sus amigos, adviértales que la Orden Suprema no es un chiste ni una cruzada heroica como las que han pasado. Su mundo se va a derrumbar de una manera que no dejará huella en la historia ni la memoria de la gente si acaso se les ocurre pensar que pueden tocarnos. Dígales eso, Señor Stark. Y buena suerte.
—Pero...
Otros mendigos aparecieron de la nada, rodeando al hombre como si fuesen realmente los caballeros del rey protegiéndolo. Tony ya no pudo reclamar más, quedándose bajo el último puente junto al río viendo como ese grupo se alejaba en el horizonte con una noche comenzando a teñirse del color rojizo que anunciaba la pronta llegada del amanecer. El castaño suspiró, frunciendo su ceño con preocupación. ¿Qué había querido decirle con aquello de los Vengadores? Negando, se dio media vuelta para volver al cuartel. Le había prometido a Rhodey otro desayuno y no quería decepcionarlo, tenían que hablar de cómo hacer que Visión regresara unos días para despistar al General Ross o preparar su informa para Naciones Unidas sobre los fugitivos que no encontraban, sin decir que ya sabían dónde se refugiaban de vez en cuando.
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