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Han pasado tres días desde que Kian y Elizabeth se besaron, tres días en los que me he dedicado a evitar a Kian a toda costa, no negaré que a veces nos vemos, pues viene a nuestro dormitorio junto con Greg, pero me las arreglo para no quedarme a solas con él. Si hay algo que no puedo evitar son mis emociones hacia él, cada vez que lo veo entrar por la puerta siento una punzada en el corazón, me gustaría que me diera una explicación sobre el beso que tuvo con Elizabeth, pero en parte no quiero que me dé una explicación, no quiero escucharlo decir algo que me haga sentir mal.
Azren y yo hemos comenzado a desarrollar una buena amistad, no negare que últimamente he sentido una atracción por él, creo que es la manera en que me trata que me hace sentir importante. Por suerte hoy es sábado y he terminado mis tareas temprano, no tengo planes para el día y Kate salió con Greg, paso parte de mi mañana y tarde leyendo un libro, no soy la clase de chica que ama las historias románticas pero el romance no es tan malo como parece, o al menos en los libros no puede ser tan malo como en la vida real, sí, quizás hay historias trágicas que nos hacen derramar un par de lágrimas pero siempre hay una hermosa historia de amor que te hace desear poder encontrar a esa persona que te hará sentir cosas que nunca imaginaste, que te hará sentir especial, te hará sentir viva.
Los ligeros golpes a la puerta me sacan de mi lectura, me levanto a abrir la puerta no con muchos ánimos, al principio creí que se podría tratar de Azren y no de Kian con un ramo de rosas y una caja de chocolates en manos.
—¿Podemos hablar? —pregunto en un tono serio, su rostro no tenía la sonrisa que habitualmente muestra, deje escapar un suspiro y me moví hacia un lado abriendo más la puerta para que pasará, sabía que tarde o temprano tendríamos que hablar, no podía ignorarlo por el resto de la vida, aunque quisiera.
Me siento sobre mi cama cruzada de piernas y Kian se sienta frente a mí en la cama de Kate, y pone las flores y la caja de chocolates a un lado de él. No digo ninguna palabra esperando a que primero.
—Meg, yo solo quiero pedirte una disculpa —sus ojos miran directamente a los míos —sé que Betty no es una chica que te agrada mucho, te juro que nunca quise herirte.
Apreté mis dientes con fuerza, sus últimas palabras hicieron eco en mi mente, ya las había escuchado antes, "no es mi intención herirte" pero lo hacen, mi padre solía decirme esas palabras muy a menudo después de hacerme llorar y lastimarme, y el hecho de que Kian se presentara en mi habitación con un ramo de rosas y chocolates me recordaba a mi padre, me recordaba a todas esas veces en las que me hería y después trataba de comprar mi cariño, tratar de borrar lo sucedido con cualquier cosa que me pudiera hacer olvidar el dolor que me causo, nuevamente aquella opresión en el pecho que detesto comienza a aparecerse.
—Trataste de besarme —digo en un susurro que él logra escucharlo, agacho mi cabeza hacia mis manos así no puede ver el pequeño rubor que se quiere formar en mis mejillas.
—Lo sé —admite —quería hacerlo, pero después me arrepentí —creo que algo como eso es a lo que tenía miedo escuchar, aunque que podía esperarme de alguien como Kian, puede tener a cualquier chica guapa que se le dé la gana, era obvio que se arrepentiría de besar a una chica como yo.
No sé porque sus palabras logran hacer un efecto en mí, trago el pequeño nudo que se forma en mi garganta, quiero decir algo, pero no estoy segura de lo que es, me quedo sin palabras.
—Nosotros somos amigos —habla rompiendo el silencio entre ambos, aún tengo mi mirada en mis manos no dispuesta a mirarlo a los ojos —no quisiera arruinar una amistad que apenas estamos construyendo por un simple beso.
—Creo que tienes razón —le digo no muy convencida de mis palabras.
A veces las personas vulnerables llegamos a encariñarnos rápidamente de alguien, creo que eso me estaba pasando con Kian, no todas las personas me trataban bien, mi familia siempre había sido fría conmigo, en la escuela siempre era acosada por mis compañeros y bueno, a veces cualquier persona que se mostrara amable conmigo podría convencerme fácilmente, me hacía sentí segura y con Kian estaba comenzándome a sentir de esa manera, era algo a lo que me estaba negando al principio, por eso me mostraba fría hacia él, no quería ser su amiga, no quería tomarle cariño y bueno, el chico si que es demasiado guapo y tiene esta manera en la que conquista con facilidad a las chicas, no estoy diciendo que me haya enamorado ya de él pero estaba comenzando a sentirme afecta a él, estaba comenzando a sentir un cariño que no quería sentir.
—Meg yo... —antes de que pueda terminar lo que sea que va a decir interrumpo sus palabras.
—Kian, no quiero hablar de lo que sucedió —en verdad no deseo hacerlo. —Tú tienes razón, nosotros somos amigos y bueno si trataste de besarme me alegro que no haya sucedido —trato de demostrar que no me afecta.
—También pienso lo mismo —su voz a un es seria, es como si no estuviera convencido de esto, pero fue el quien dijo que se arrepintió de besarme, no yo.
A veces ciertas palabras pueden afectarnos, pero dependiendo de la persona que las dice es la forma en que nos afecta. El teléfono de Kian sonó sacándonos del silencio incomodo que estaba comenzando a formarse entre ambos, quien sea que este al lado de la otra línea pareció molestarlo, pues se levantó inmediatamente de la cama y con un simple agitamiento de manos se despidió para luego salir de la habitación.
Me acerque a la cama de Kate y tome la caja de chocolates para luego tumbarme a mi cama a comerlos mientras hacía mis esfuerzos por aguantarme mis sentimientos, aunque fue imposible, termine llorando mientras comía chocolates.
Hacía mucho tiempo que no tocaba el piano, había dejado la música a un lado mientras caía por una depresión en estos últimos años, aunque seguía tocando no era la misma, mis canciones se habían vuelto nostálgicas y trágicas, saque de mi closet el teclado que había traído de casa, era la única que me ayudaba a expresar mis sentimientos, yo no era buena hablando, pero lo era cantando. Lleve el piano cerca de la ventana que daba al balcón, y lo conecte a la conexión más cerca.
Deslice mis dedos por las primeras teclas, tocaba una por una sin hacer una melodía exacta simplemente las presionaba con delicadeza y dejaba que sus sonidos embragaran mis oídos. Tome la silla del escritorio y la acerque al piano, tome una postura derecha y cerré mis ojos para comenzar a tocar cualquier canción que se me viniera a la mente, no tenía ganas de cantar simplemente tocar mientras mis emociones se revolvían junto con la melodía, un par de lágrimas caían mientras tocaba, me sentía vulnerable y sola.
***
El resto de mis días no fueron tan buenos que digamos, mi madre me había llamado después de un par de semanas, no es que no me gustara escuchar su voz, al contrario, la extrañaba pero había momentos en los que no deseaba hablar con ella, momentos en los que me siento bastante sensible y ella me llama para quejarse de mi padre, honestamente me alegro de haber cumplido los dieciocho años meses atrás pues ninguno de los dos tiene que pelearse más por mi custodia, mi mamá siempre se ha empeñado por quejarse de él y reclamarme todas las cualidades malas que herede de él y bueno mi padre digamos que nunca le ha gustado la idea de tener una hija y hacerse cargo de ella, jamás le he importado y hace lo mismo que mi madre, se queja de mi todo el tiempo diciendo lo idéntica que soy a ella, es algo complicado, no puedo pasar tiempo con ninguno de los dos sin que terminemos discutiendo y haciendo un gran problema por cualquier cosa, incluso hay momentos en los que los dos llegan a confesarme lo feo que ha sido tener un hijo y bueno, han admitido que no me deseaban desde un principio.
La semana de exámenes en la universidad había comenzado y Azren se había ofrecido a ayudarme en mi examen de cálculo, pero siendo muy honesta él no era un buen maestro y yo no prestaba demasiada atención a sus explicaciones.
Estaba tumbada sobre mi cama intentando recordar la explicación que Azren me había dado dos horas atrás, normalmente se quedaba conmigo para realizar la tarea juntos, pero tenía un compromiso y no pudo quedarse más tiempo, Kate estaba en la cocina preparando un pastel y el ruido que emitía la batidora estaba comenzando a molestarme. Un par de golpes a la puerta se escucharon por encima del ruido de la batidora, sabiendo que Kate no podía atender, me levante de mal humor de la cama para abrir.
—¡Hola Meg! —dijeron Greg y Kian mientras entraban por la puerta de la habitación, me limite a agitar mi mano en el aire para después tumbarme nuevamente sobre mi cama a seguir partiéndome la cabeza en los problemas de cálculo.
No tengo idea de cuantos minutos han pasado, pero aún no puedo salir del ejercicio cuatro, es como si mi cabeza no pudiera dar más para resolver los ejercicios. Dejo escapar un bufido y aviento mi lápiz al suelo molesta por no poder terminar mi tarea.
—¿Estás bien? —pregunta Kian mientras junta el lápiz que he arrojado.
—Sí —trato de decirle en un tono amable —es solo que no puedo resolver mi tarea.
Kian se acerca a mi cama y se sienta en el borde de ella mientras toma mi cuaderno entre sus manos para analizar mi tarea, su seño se frunce un poco mientras piensa.
—No son muy complicadas que digamos, solo tienes que saber utilizar las formulas —me da una pequeña sonrisa, me acerco un poco hacia el para poder ver mi cuaderno —mira, estos problemas no son muy difíciles, lo único que tienes que hacer es saber derivar y acomodar bien los exponentes.
—¿Cómo sabré cual es la fórmula correcta que debo usar?
—Mira, en este problema tienes que derivar los números de manera que seis equis al cubo quede como seis equis cuarta entre cuatro —dice mientras comienza a escribir y a acomodar cada uno de los números.
Kian comenzó a explicarme y ayudarme a resolver cada uno de los ejercicios de una forma que me fue fácil entender, incluso hacia que calculo no fuera tan difícil después de todo, era paciente conforme explicaba, y no se quejaba de mi cada vez que no entendía, simplemente volvía a explicarme.
—Gracias por ayudarme —le digo una vez que terminamos mi tarea.
—No tienes porque, admito que he conocido a chicas que están en peores casos que el tuyo —dice guiñándome un ojo, no puedo evitar soltar una pequeña risita.
—Bueno, me alegro de no estar tan perdida entonces.
Kian me da una sonrisa que me deja ver sus dientes, ya había olvidado lo perfecta que es su sonrisa cuando sonríe de esa manera, incluso se le forman hoyuelos, Kian se queda mirándome por unos segundos y yo bajo mi rostro evitando hacer contacto visual, no recuerdo cuando fue la última vez que había estado tan cerca de él como lo estoy en estos momentos, puedo oler que huele a chocolate y menta, una de mis combinaciones favoritas, dejo escapar una pequeña risita.
—¿De que te ríes? —pregunta en casi un susurro, su voz es grave.
—No es nada —le digo mientras siento el rubor en mis mejillas.
—Seguro pensaste algo de mí que no quieres decirme —puedo ver aquella sonrisa burlona formarse en su rostro, ruedo mis ojos divertidamente mientras niego con la cabeza.
—No todo se trata de ti —le digo no admitiendo que estaba pensando en él y su olor a chocolate y menta.
Kian estira una mano hacia mi barbilla y levanta un poco mi cabeza para que pueda mirarlo a los ojos, sus ojos grises miran a los míos, su mano a un sigue en mi barbilla y lentamente se desliza hacia mi mejilla para acomodar un par de cabellitos sueltos detrás de mi oreja, mi piel se eriza ante su tacto suave. Desvió mi mirada de la suya hacia cualquier lugar.
—Meg —dice mi nombre en un susurro, haciendo que vuelva a mirarlo, él está mirando a mis ojos y rápidamente desvía su mirada a mis labios, puedo ver que se lame los labios.
Quiero besarlo, pero no tengo el valor suficiente para hacerlo, en momentos como este es en los que no entiendo para nada mis emociones y bueno, tampoco entiendo a Kian.
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