e p i l o g o
20 años después...
—¿Entonces era así de presumido? —pregunta Eva con curiosidad, Ema quien tiene los mismos rasgos que su hermana asiente esperando una respuesta mientras me miran con sus enormes ojos grises, mientras les contaba sobre como era su padre en sus tiempos de juventud.
—Sí, era muy presumido —respondo y las niñas sueltan una risita pequeña.
—Papá —dice Ema llamando la atención de Kian. —¿Eso es cierto?
—Tú madre dice muchas mentiras —responde Kian mientras niega, aprovecho la cercanía entre nosotros para darle un golpe en el brazo —¡Auch! —se queja haciendo que las niñas rían —eso era algo que ella hacía cuando estábamos jóvenes.
—Es ridículo que digas que papá era así, además que el no es chistoso, el tío Greg si lo es —agrego Eva con seguridad, los cuatro llevábamos horas sentados conversando animadamente sobre como éramos años atrás, amaban sentarse a escuchar historias sobre nosotros, nuestra relación, como nos conocimos y terminamos teniendo dos hermosas gemelas que sin duda se habían convertido en nuestro universo.
—Su tío Greg está loco —insistió Kian.
—Tú también —responde Eva soltando una risita.
—¡Me las van a pagar pequeñas mocosas! —se queja Kian mientras se levanta y corre hacia ellas para atacarlas con cosquillas, las risas de los tres retumban por toda la habitación una sonrisa se forma en mi rostro al ver a mi familia.
Eran idénticas a él, mismos ojos color gris y cabello oscuro, ni hablar de esa sonrisa coqueta que tanto amaba, eran su reflejo. Si tuviera que retroceder el tiempo atrás no cambiaria nada, no cambiaria el hecho de haberme enamorado de él, tenía miedo, no iba a negarlo, pero ¿Quién no ha tenido miedo alguna vez a enamorarse? Nos da miedo que nos vayan a romper el corazón, nos lastimen, o el hecho de que alguien te conquiste y te haga sentir cosas que nunca imaginaste sentir en tu vida, te aferras a ella y la idea de perderla nos aterra, siempre esta esa inseguridad de si somos lo suficientemente buenos para alguien, yo tenía miedo, me había tomado tiempo aceptarlo, incluso el mismo día en el que me propuso matrimonio tenía miedo, pero sabía que lo amaba y el me amaba, incluso sentía que lo hacia más que yo a él.
Yo odiaba ser una perdedora, pero por primera vez en mi vida, perder nunca se había sentido tan bien, pues me había enamorado de Kian.
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