d i e c i s é i s

Han pasado tres días desde que Kian me pidió que fuera su novia, tres días en los que se ha presentado todas las mañanas que parece irritar a Kate, pues tiene que levantarse a abrir la puerta, hoy había trabajado dos horas más en la librería ya que Jessica necesitaba mi ayuda para el inventario, además que nos la pasamos conversando sobre Kian y el historial de los chicos de Jessica, lo cual resultaba gracioso escucharla hablar de lo enamorada que estaba de su vecino. Incluso me conto que en uno de estos días anteriores se le ocurrió tocarle la puerta alrededor de las seis de la mañana con el pretexto de ser una buena vecina e invitarle una taza de café junto con unas donas solo para ver al chico medio dormido y sin playera, ella sí que estaba loca.

Kian paso a recogerme de la librería alrededor de las nueve y por suerte el día siguiente era sábado y no había necesidad de estar temprano en los dormitorios.

—¿Tienes algún lugar específico? —le pregunto en el instante en el que me subo a su auto, este me da una sonrisa divertida, mientras mueve sus cejas de arriba abajo, no puedo evitar reírme ante su ridiculez.

—La verdad es que creí que podíamos ir a un lugar —dice mientras conduce.

—Bueno, sorpréndeme —respondo y puedo ver por el rabillo del ojo que una sonrisa se forma en su rostro mientras conduce.

Comienzo a sentirme cansada mientras Kian conduce, es un viaje largo y ninguno de los dos estamos hablando que comienza a darme sueño, recargo mi cabeza en el vidrio y hago mi mayor esfuerzo por no quedarme dormida mientras contemplo la carretera.

—Meg, despierta —dice Kian mientras me sacude un poco para que me despierte, al parecer mi esfuerzo de mantenerme despierta en el camino fue en vano, ni siquiera recuerdo cuando fue que me quede dormida.

—¿En dónde estamos? —pregunto mientras salgo del auto, Kian me da una pequeña sonrisa y comienza a caminar, dejo escapar un bostezo para después seguirle el paso.

No tengo la menor idea de donde estamos, pero hay un par de árboles alrededor de nosotros y justo cuando Kian deja de caminar y yo he llegado a su lado, el sueño que tenía minutos atrás se me espanta debido a lo maravillada que estoy por la vista, no sé con exactitud en que parte de la ciudad estamos, pero desde aquí podemos ver todas las luces de los edificios que están en la ciudad, es una vista sorprendentemente hermosa.

—¿Te gusta? —pregunta y yo asiento con la cabeza anonadada.

—Es hermosa —respondo, de pronto siento escalofríos debido a ala ráfaga de viento que aparece de la nada, y maldigo por no traer un suéter conmigo, me abrazo a mí misma para darme un poco de calor.

Kian se quita su sudadera al notar que tengo frio y este la coloca sobre mis hombros, le murmuro un bajo gracias y asiente con la cabeza, toma mi mano entre la suya y caminamos un poco hasta llegar a la orilla, al parecer estamos en una parte bastante alta que nos permite tener esta vista.

—¿Quieres sentarte? —pregunta y asiento con la cabeza, ambos tomamos asiento en la orilla de lo que podría ser una montaña.

Al principio ninguno de los dos dice alguna palabra, solo nos quedamos contemplando la vista y disfrutando de la compañía del uno del otro, me pongo la sudadera de Kian y después me acerco un poco más a él y recargo mi cabeza en su hombro.

—¿No tienes frio? —pregunto rompiendo el silencio entre nosotros, este niega con la cabeza.

—Mi playera es manga larga y térmica, estoy cómodo en ella —responde, su mano acaricia mi cabello con delicadeza y una pequeña sonrisa se forma en mi rostro, nos quedamos en silencio nuevamente, cada quien sumidos en nuestros pensamientos.

—¿En qué piensas? —me atrevo a preguntarle haciendo que me dé una mirada rápida, aún sigue acariciando mi cabello.

—En mi madre.

Responde, recuerdo que Kian me había confesado que su madre murió de cáncer dos años atrás si no me equivoco, nunca le había escuchado hablar de ella, pero a juzgar por el tono triste en su voz, sé que era apegado a ella. Me separo de él para mirarlo.

—¿Cómo era ella? —le pregunto ganándome una mirada triste de su parte.

—Era hermosa, muy hermosa —deja escapar un suspiro pesado —ella tenía el mismo color de ojos que yo, y una sonrisa hermosa, era una buena madre, las pocas personas que la conocían dicen que me parezco a ella.

Me da una sonrisa triste, sus ojos se ponen llorosos y de pronto siento una punzada en mi corazón.

—Hoy es su cumpleaños —susurra Kian con voz rota para después romper en llanto, rompo la distancia entre nosotros y lo abrazo haciendo mi mayor esfuerzo por consolarlo, este enrolla sus brazos sobre mi cuerpo con fuerza mientras hunde su rostro en mi cuello y se permite llorar. Pasan unos minutos para cuando Kian se separa de mí y me mira a los ojos, sus ojos grises están rojos debido a las lágrimas, y su mirada es triste. —No tienes idea de cuanto la extraño. A ella le hubiera gustado saber que Camila y yo hemos estado juntos todo este tiempo, que me he hecho cargo de ella.

—Ella debe estar muy orgullosa de ti, como yo le estoy —le digo posando una mano en su rostro y con mi pulgar quito un par de lágrimas de su cara, este cierra sus ojos ante mi tacto y deja escapar un suspiro.

Cuando abre los ojos me da una mirada rápida para luego romper toda la distancia entre nosotros y darme un dulce tierno en los labios. Sus labios son demasiado suaves y la manera en que besa es demasiado tierna y romántica que no tengo las palabras exactas para describir lo bueno que es besarlo. Nos separamos por falta de aire y una pequeña sonrisa se formó en su rostro al igual que en el mío.

—Estar contigo me hace sentir diferente, —dice mientras acaricia mi rostro con su mano —me hace sentir yo mismo.

—Creo que no eres el único que se siente de esa manera. —confieso.

Y tenía razón, estar con Kian me hacía sentirme diferente, me hacía sentirme en confianza como para ser yo misma.

—¿Puedo preguntarte algo?

—Adelante.

—¿Qué es lo que realmente sucede con tu padre? —no tengo ni idea de por qué estoy preguntándole esto, pero tengo curiosidad en saber más sobre él

—No lo sé —dice encogiéndose de hombros. —ni siquiera lo entiendo.

—Te comprendo. —digo dejando escapar un suspiro, si bien, yo tampoco comprendía a mi padre, no pasaba el tiempo suficiente a su lado como para contarlo en mi vida.

—Bueno, yo a veces no te entiendo —confiesa. —sueles ser un tanto complicada.

—¡Eso no es cierto!

—Lo eres, tienes que admitirlo —insiste.

—Voy a fingir que nada de esto está pasando y si haces un comentario más al respecto te juro que termino contigo aquí mismo —me cruzo de brazos y finjo estar molesta, Kian suelta una carcajada.

—Sabemos que eso no pasara, además romperíamos un récord en ser una relación de tres días.

—Hay parejas en el instituto que son pareja por un día, no creo que lo nuestra sea un récord.

Ambos reímos animadamente.

—Es algo tarde, deberíamos de irnos —dice Kian y yo asiento con la cabeza.

***

No tengo ni idea de donde estoy en cuanto me despierto, recuerdo haber pasado la noche en aquel lugar que nos dejaba tener una vista de toda la ciudad a Kian y a mí, pero no recuerdo haber llegado a este lugar. La habitación es de un color azul que se acerca a ser casi blanco, las cortinas son de un tono gris y el forro de la cama es azul marino junto con las sabanas con las que estoy tapada.

—Veo que has despertado —dice una voz que me sobresalta, Kian esta recargado en el marco de la puerta con una taza de café en mano, trae una playera blanca lisa y unos pantalones de pijama azules —te quedaste dormida en el auto y te cargué hasta la puerta de tu habitación, pero no traías ninguna llave y Kate no abrió la puerta así que te traje a casa.

No estoy sorprendida de saber que Kate no abrió la puerta la noche anterior, más bien estoy sorprendida por estar en la casa de Kian, era algo que no esperaba conocer tan pronto.

—¿Tú me trajiste hasta tu habitación? —le pregunto aún adormilada.

—Sí, estabas tan dormida que no te diste cuenta.

—¿Dónde dormiste tú?

—Dormí en la habitación de mi hermana. —dice mientras toma un sorbo de café. —Le deje un mensaje a Greg para decirle que dormiste aquí y él le conto a Kate que estabas aquí, te mando un poco de ropa por si deseas bañarte, el baño está allí.

Señala a una puerta que está cerca de la entrada y la mesa de noche que tiene al lado de la cama. Kian sale de la habitación y dejo escapar un bostezo para luego levantarme y buscar mi ropa la cual está en una bolsa de supermercado en una esquina de la cama, me encamino hacia al baño dispuesta a darme una ducha para poder despertarme del sueño.

Me veo al espejo y de pronto me siento avergonzada por lo despeinado que esta mi cabello esta mañana y el hecho de que Kian me haya visto de esta manera en la mañana me hace ruborizarme, aunque nadie pueda verme.

Para cuando salgo de ducharme salgo de la habitación sin saber con exactitud a donde ir, paso por un pequeño pasillo al cual esta una puerta del lado derecho y otra en el lado izquierdo, conforme avanzo llego a lo que me parece ser la sala y puedo ver que esta tiene una gran ventana que te deja ver casi toda la ciudad, tiene un televisor al lado de la pared de lado izquierdo, junto con una consola de videojuegos. Justo aun lado de la sala esta una pequeña cocina con Kian en ella preparando quien sabe qué cosa, esta de espaldas a mí, por lo tanto, no puede verme y me permito observarlo hasta que este se gira y me sonríe al verme.

—Prepare Hot cakes —dice mientras se acerca a la barra que esta frente a él y sirve un par de ellos en un plato, no había notado que Kian era un chico un tanto musculoso, al verlo agarrar el surten entre sus manos puedo ver como sus músculos se tensan al moverlos.

—Kian —dice una vocecita a mis espaldas haciendo que me gira hacia donde se encuentra la voz. Una niña chiquita que estoy segura que es Camila esta frente a mí, su cabello es rubio y tiene los ojos de un color verde, esta sostiene un oso de peluche a su lado y trae puesta un pijama de color rosa.

—Hey pequeña —saluda Kian con entusiasmo, este se aleja de la cocina y se acerca a la niña para tomarla entre sus brazos y acercarse a mí. —Mira, ella es Meghan.

La niña me da una pequeña sonrisa mientras se talla los ojos con sus puños.

—Hola —contesto y ella le da una mirada a Kian.

—Es muy linda —susurra a su hermano creyendo que no puedo escucharla, una sonrisa se forma en mi rostro ante lo tierna que parece.

—Lo sé —dice Kian de la misma manera que lo hizo su hermana. —Prepare hot cakes para todos, vamos a desayunar.

La niña asiente y los tres caminamos hacia la barra, Kian coloca a la pequeña en una silla y yo tomo asiento al lado de ella, esta me vuelve a dar una sonrisa, pero esta vez me permite ver sus pequeños dientes blancos, desde cerca puedo ver el parecido entre ella y Kian.

Los tres comemos en silencio, de vez en cuando puedo ver a su hermana observándome con una sonrisa en su rostro mientras come animadamente.

—Camila porque no me ayudas a limpiar la mesa antes de bañarme —le dice Kian a la pequeña y esta asiente contenta mientras termina su vaso de leche.

—Sí quieres puedes bañarte, Camila y yo terminaremos de limpiar —le digo y él me da una sonrisa para luego asentir con la cabeza.

Kian desaparece dejándonos a Camila y a mi sola mientras limpiamos la cocina, yo lavo los trastes y ella me pasa los platos sucios que están en la mesa.

—¿Puedo preguntarte algo? —pregunta Camila mientras ambas estamos limpiando la mesa con un par de trapos.

—Claro —respondo y ella asiente.

—¿No crees que mi hermano está loco? —pregunta la niña asiendo que la mire divertidamente, no me esperaba esa clase de pregunta.

Era curioso saber que su hermana menor sabía que no tenía un hermano del todo cuerdo de la cabeza.

—Creo que un poquito —le confieso para luego ambas soltar una pequeña risita.

—Tiene ideas muy raras, el otro día le dije que Carmen una chica de mi escuela me dijo que yo no podía ser cenicienta porque cenicienta tiene los ojos azules y los míos no son azules, Kian me dijo que le dijera que ella no podía ser una princesa por estar gorda por que las princesas no son gordas.

—¿Le dijiste eso a Carmen?

—¡Claro que no! Carmen no es gorda, se parece a cenicienta más que yo —dice con tristeza —Kian dijo que podía cortarle el pelo si eso me hacía sentir mejor.

—No creo que eso sea bueno —le digo y ella asiente con la cabeza.

—Lo sé, por eso te digo que mi hermano está loco —responde con seguridad.

—¿Quién está loco? —pregunta Kian mientras se acerca a nosotras, su cabello está mojado debido a la ducha.

—Tú —responde su hermana para después cubrirse la boca, Kian finge ofenderse.

—Meg, no estoy loco ¿Verdad?

—Prefiero no responder esa pregunta —le digo haciendo que Camila suelte una risita.

—Esto me duele, mis chicas favoritas dicen que estoy loco y no sé que pensar al respecto —finge quebrársele la voz y quitarse un par de lágrimas de la cara.

—Iré a bañarme —dice su hermana pequeña. –Meghan, ¿Podrías ayudarme a escoger mi ropa?

Asiento con la cabeza y Camila se acerca a mi contenta para tomar mi mano y dirigirme a su habitación la cual es de un color rosa al igual que su cama, hay miles de peluches alrededor y una mesa pequeña que supongo es para tomar el té, debido a los muñecos de peluche que tiene sentados en las sillas. Le ayudo a escoger un vestido de color rojo y unos zapatos que hacen juego con su vestido.

—Oh, olvidaba decirte —Camila entra al baño de su habitación y saca un paquete nuevo de cepillos de dientes. —puedes usar uno, excepto el morado, ese quiero que sea mío.

—Oh gracias, ¿Puedo lavarme los dientes en tu baño? —le pregunto y ella asiente con la cabeza.

—¿Puedes darme el morado y poner pasta en él?

Ambas nos cepillamos los dientes juntas, y después salgo del baño para dejar que se bañe, para cuando sale de bañarse le ayudo a desenredar su cabello y lo peino en una trenza lo cual parece encantarla.

—¡Kian! ¡Kian! ¡Mira mi cabello! —grita la pequeña mientras se dirige a la sala donde está su hermano viendo televisión.

—¡Wow! ¡Pareces toda una princesa! —le dice mientras toma a la niña entre sus brazos.

—Meghan me peino —responde mientras toca su cabello con alegría.

—Bueno, hizo un buen trabajo.

Tomo asiento a un lado de Kian y los tres comenzamos a ver un poco de televisión mientras, un par de golpes a la puerta llama nuestra atención.

—¿Camila? ¿Estas allí? —la voz de un hombre se escucha tras la puerta provocando que Camila se asuste y abrace a Kian inmediatamente, este abraza a su hermana protectoramente.

—¿Quién es? —pregunto confundida, y nuevamente el hombre toca a la puerta. Kian parece dudar en responder a mi pregunta.

—Gerard —susurra.

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