Chat 36: Qué viva esta pareja que está enamorada.
—¡Dión! —chillo cuando vuelve a ganar en el juego—. Eres un tramposo.
Le lanzo mi cojín a la cara, mientras que él solo mantiene su expresión de victoria en la cara.
—Yo lo llamo ser ingenioso.
—No sé tú, pero atravesar paredes no parece algo muy legal —bufo—. Ingenio, dice. Ingenio te voy a dar yo —gruño, intentando darle una patada.
Sin embargo, me agarra del tobillo y tira de mí, haciendo que mis piernas queden sobre las suyas mientras el resto de mi cuerpo descansa en el sofá. Desde que descubrimos nuestras identidades hace unas semanas, hemos estado quedando más a menudo para tener "citas". Sinceramente, no estoy seguro de si realmente pueden considerarse así, ya que ni siquiera nos hemos dado la mano.
—¿Qué decías que ibas a darme? —sonríe socarronamente.
—Eres tan tonto —resoplo.
—Qué linda esta pareja que está enamorada —interrumpe Hywel, entrando junto a Dess a la casa, con varias bolsas de la compra en la mano.
—Quién fue a hablar. —Alzo una ceja.
—No estamos hablando de nosotros, sino de vosotros. —Se señala a sí mismo y luego a Dión y a mí.
—Lo que tú digas, cabrón. ¿Qué habéis traído? —Me siento sobre el regazo del pelinegro y miro en su dirección.
—Hemos comprado la cena en Taylor's y aperitivos para ver las películas en el supermercado de siempre. —Se encoge de hombros.
—¿Cuánto le falta a Jake? —pregunta Dess, quitándose los zapatos en el recibidor.
—Debe estar a la vuelta de la esquina —Dión desliza su dedo por la pantalla de su teléfono—. Me acaba de mandar un mensaje.
Las clases estaban a punto de acabar. Apenas quedaban dos semanas y algo más, y ya sentía que el tiempo se arrastraba, pero era soportable. Era nuestro último año en el instituto, y debía admitir que lo echaría de menos: el sufrimiento, el estrés de los exámenes, los balonazos en las prácticas de vóley, y ver a Dión todos los días. A partir de ese momento, me tocaría escribirle cada día para planificar nuestras salidas, lo cual, para ser sincero, me daba algo de vergüenza.
—¡Hola, hola! —Jake aparece unos segundos después, acompañado de su novio, Mark.
—¡Por fin! —exclamo, dirigiéndome a la cocina para traer platos y cubiertos—. Me iba a morir de hambre.
Él rueda los ojos, dejando las bebidas sobre la mesa.
—¿Alcohol? No me lo esperaba de ti —dice burlonamente Dión.
—¡Cállate, niñato! —ordena el peliverde con odio.
—Gritó el abuelito.
—Oye, que yo tengo la misma edad que Jake —le reprocho.
Él se relame los labios.
—No es lo mismo, Lesya, porque tú eres Lesya y ese solo es un mal teñido, ¿vale? Ven aquí. —Extiende sus brazos.
Me acerco y lo abrazo de vuelta.
—¡Favoritismo! —protesta Jake.
—Sí —contesta Dión con una sonrisa de orgullo.
Y yo me siento bien. Estar a su lado es cálido y cómodo.
—¿Por qué crees que le regaló a Lesya un ramo de libros? —interviene Dess.
—Porque son ratones de biblioteca.
—Aparte de eso —ríe—, es porque se gustan mucho muchísimo.
—Sigo sin superar que hayan acabado juntos de verdad —suspira el teñido, contemplándonos.
—Técnicamente —interrumpo—, ya no estamos saliendo.
—¿Y eso?
—No sé, pregúntaselo a Dión.
—Sí que estamos saliendo —aclara el pelinegro—, pero Lesya es un rencoroso.
—¡Mentira! —rebato.
—Le duele que siempre le gane en todos los videojuegos que jugamos —declara.
—¡Es que eres un tramposo! —indico.
—Eso dicen los malos perdedores...
Le doy un golpe en el hombro, haciéndolo carcajear. Apoya su mano sobre mi cabeza y despeina mi cabello.
—Qué viva esta pareja enamorada —aplaude Hywel.
—¡Qué viva! —imita Dess con entusiasmo.
Ambos se posicionan alrededor de la mesa central de la sala. El resto de nosotros los seguimos, esparciendo todos los platos sobre ella y agarrando lo que nos interesa a cada uno.
Hoy se supone que es esa noche de chismes en casa que prometimos hacer, así que, aprovechando que no estaban mis padres ni Silvie, decidimos llevarla a cabo.
—Dión, Dión, Dión —repito hasta que me hace caso.
Voltea su cabeza lentamente y alza una ceja.
—¿Sí, Lesya?
—¿A que me dejas probar? —Arrastro su plato ligeramente hacia mí.
Él se muerde el labio inferior, conteniendo una sonrisa y deja su comida a mi total alcance.
—Yo también quiero del tuyo.
A diferencia de él, yo tomo una cucharada y se la acerco a la boca.
—Di "ah".
Lo veo rodar los ojos.
—Ahhh.
Río suavemente antes de darle de comer. Después, con la misma cuchara, le robo de lo suyo.
—Oye, esto sabe bien —murmuro, robando otro bocado.
—Si quieres, puedes tomarlo.
—No, es tuyo.
—Podemos compartir —sugiere.
Asiento, emocionado.
—Qué mente tan brillante la tuya, Solecito.
Me toma por la cintura y tira un poco de mí para acercarme más a él. Agarra mis piernas y las pone sobre las suyas otra vez, haciendo que mi cara arda. Me siento cohibido.
—Oye, ¿podemos hablar de que están coqueteando en nuestra puta cara mientras comemos? —lloriquea Jake.
—Y pensar que hasta hace un mes, aún discutían para ver quién era más alto... —Dess se limpia una lágrima imaginaria.
—Los que se pelean, se desean —canturrea mi mejor amigo.
—De hecho, esa frase romantiza la toxicidad —aclara Dión.
—Madre de Dios, Dión, que sí, que ya sabemos que eres muy inteligente emocionalmente y bla, bla. ¿Cómo soportas que sea un diccionario andante, Lesya? —me cuestiona Hywel.
—Es lo que más me gusta de él y sus datos aleatorios.
—No entenderías el arte de perturbar a la gente con información rara. —El pelinegro sigue comiendo.
—Ilumíname —suspira Hywel, rindiéndose.
—El músculo más fuerte de nuestro cuerpo es la lengua.
Dess estalla en carcajadas.
—Mejor cuéntale lo del corazón.
—Ah, si nuestro corazón fuera una fuente, tendría la suficiente potencia para disparar la sangre diez metros hacia arriba —explica Dión.
—¿Qué cojones, Dión? —Hywel entrecierra los ojos, haciéndome reír a mí esta vez.
—Ha llegado a decir cosas más raras —menciono—. Pero eso lo hace muy mono.
—Lo dices porque estás enamoradísimo. —Suelta un resoplido.
Me encojo de hombros y sonrío.
—Una vez, Dión soltó algo sobre el canibalismo que me perturbó mucho, pero creo que no quiero recordarlo —Jake finge temblar.
—Cuando peor se pone Dión es cuando está borracho —apunta Mark, hablando por primera vez en toda la noche.
—Bien que os reís cuando lo hago. —El mencionado frunce el entrecejo.
—Que sepas que yo sí aprecio mucho tus curiosidades. —Paso mis brazos por debajo de los suyos para abrazarlo.
—Gracias, Lesya, alguien que sí sabe valorarme. —Le saca la lengua al resto.
El resto de la noche transcurre de la misma manera, hasta que llega el momento de compartir los chismes que prometimos. Me entero de cosas sobre compañeros de clase que ni siquiera conocía. ¿Y quién es el que más habla? Exacto, Dess. No me sorprende, considerando que él y Jake son las mariposas sociales del grupo.
—Podríamos ver una película de miedo —propone Hywel de la nada, recibiendo una mirada de odio por mi parte.
—Me niego —declaro.
—Oh, vamos, Lesya, te puedes abalanzar sobre Dión. —Bate sus pestañas..
Observo al pelinegro y este muestra una expresión de socarronería.
—Puedo darte la manita y abrazarte cuando sientas miedo. —Entrelaza nuestras dedos.
—Bueno, si ese es el caso...
Y eso hacemos.
Cada pareja se distribuye entre el sofá y los dos sillones disponibles. Como es mi casa, me quedo con el sofá grande y Dión se acomoda a mi lado. El resto se instala en sus lugares, envolviéndose en mantas y organizando los snacks que habían comprado con anticipación.
Cuando comienzan las primeras escenas de la película, la reconozco de inmediato y aprieto el brazo de Dión.
—¿No es esta la película que no pudimos ver cuando nos conocimos?
Dión esboza una sonrisa y acaricia mi mejilla.
—Sí, pero ahora estoy a tu lado. Me lo debías.
Inspiro profundamente y me acomodo sobre su pecho, encogiendo mis piernas para que ambos podamos estar cómodos.
He de admitir que la película no daba tanto miedo, pero aproveché cada oportunidad para acurrucarme con el pelinegro. Cuando más aterrorizado estaba, ni siquiera tenía tiempo para pensar porque, o estaba gritando, o estaba aferrándome a la camiseta de Dión entre lloriqueos. En mi defensa, mi lenguaje del amor es el contacto físico y soy un bebé llorón; era de esperar que reaccionara así. Dión no pareció molesto en absoluto y, de hecho, me consoló durante toda la película.
—Dión, Dión —lo llamo cuando la película está a punto de terminar y la mayoría de la gente ya está en su quinto sueño. Él emite un quejido adormilado.
—No te olvides de que la semana que viene vamos a Stellaris.
Él suelta una risita.
—¿Cómo me iba a olvidar de eso, Lesy?
—Por si acaso —murmuro.
—Tranquilo, todo lo que tenga que ver contigo es una prioridad para mí.
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07/08/2024: queda nada para terminar de actualizar la novela, omaiga :D
Qué viva esta pareja que está enamoradaaaa.
Vale, antes de nada, sí, este capítulo es muy aleatorio. Es un poco de relleno, en donde quería que vierais la dinámica que tienen Dión y Lesya como pareja y, sí, ya están saliendo. Como una "prueba" para ver qué tal.
Voy a llorar porque el capítulo que viene es el penúltimo según mis cálculos y, y, y, entonces, vendrá el último y el final de STDQN. Poco se habla de que STDQN es la historia que menos tiempo me ha tomado terminar (6 meses aprox.). Igual acabo añadiendo más capítulos de por medio porque es lo que siempre acabo haciendo cuando digo que tengo x cantidad de capítulos previstos. Así que, no me hagáis caso.
Y, por cierto, tengo doble sorpresa para el final. Amo mucho.
Eso es todo por hoy, besitos de media mañana.
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