Chat 27: Lo mucho que Dión se derretía por Lesya.
Dión.
No puedo contar cuántas veces ha ocurrido y, aun así, sigo cayendo igual de bajo. Me gusta demasiado la sensación de nuestros cuerpos rozándose, incluso cuando me siento tan culpable y lamentable después de que sucede.
Una última vez.
Siempre prometo lo mismo. Nunca lo cumplo.
Nuestros labios vuelven a encontrarse, y Crys suelta varios gemidos y suspiros que llenan la habitación y me enloquecen.
Es doloroso, tanto física como mentalmente. No deberíamos juntarnos más. No deberíamos estar cerca.
Aprieto su cintura, marcando mis dedos en su piel, mientras suplico que no se vaya por la mañana, sabiendo que probablemente no se cumplirá.
Debo parar.
—Te amo, Dión —susurra sobre mi boca.
Sé que no lo dice en serio y que es solo la intensidad del momento. Y aunque fuera verdad, su amor me hace daño. Por eso, no me molesto en responderle y lo callo con un profundo y lento beso.
La fricción del contacto que hacemos llega a arder. Quiero llorar. Quiero rogarle para que detenga esto porque yo no soy capaz. Sin embargo, es tan aterrador.
Apoyo mi cabeza en su hombro, jadeando.
—Más —pide él.
Mis ojos se aguan y solo puedo sonreír en respuesta. Él tampoco se percata de ello. Soy consciente de que mañana, a pesar de lo que ha pasado, será lo mismo de siempre: volveremos a convertirnos en desconocidos.
Y acierto, porque al despertar, ya no está a mi lado.
Me levanto, sintiéndome agotado y me visto sin muchas ganas. Dejo la habitación ordenada porque ni siquiera es mi casa.
Bajo hasta el salón, en donde Dess se encuentra comiendo un desayuno con tranquilidad junto al dueño de la mansión.
—Hola, hola —me saluda animadamente.
—¿A ti no te ha afectado la ingente cantidad de alcohol que tomaste ayer? —Me rasco la nuca, sopesando la posibilidad de que un camión me haya atropellado y no me haya dado cuenta.
—Hywel me estuvo cuidando para que no me pasara —Esboza una sonrisita inocente.
—¿Y ese dónde está?
—Duchándose en una de las habitaciones.
—Ah —replico para después sentarme a su lado—. Me quiero morir.
—¿Crys? Bueno, no es como si no te hubiera advertido ya. —Se encoge de hombros.
—Ya lo sé, sé que es mi culpa.
—Sí, pero bueno, ¿no echas de menos algo? —inquiere.
Intento pensar en lo que dice, pero niego con la cabeza porque no se me ocurre nada. Dess resopla, tirándome segundos más tarde mi teléfono a la cara.
—¿Por qué lo tenías tú? —cuestiono.
—Te lo dejaste en el sofá la primera vez que subiste con Crys. —Me dedica una mirada de desaprobación—. Casi explota de la cantidad de mensajes que te llegan.
—¿Eso es sarcasmo? —Enciendo mi móvil, viendo cómo se ilumina la pantalla con el logo de la marca, dándome a entender que había sido completamente apagado.
—Depende, ¿quieres que te diga la verdad para que te pongas triste o espero a que veas las notificaciones y te pongas triste de igual modo?
Entrecierro los ojos y cuando por fin prende en su totalidad, maldigo en voz alta al ver ocho mensajes de LoveLink, todas de Moon.
—Le puedo contestar ahora —murmuro.
—Sí, bueno, pero creo que la llamada no se la vas a poder coger.
—¿Llamada? ¿Qué? ¿Por qué? —Frunzo el ceño, volviendo a insultar al aire.
¿Me había perdido una jodida llamada de Moon? ¿Podría haber escuchado su voz?
—No sé, no he leído los mensajes. Respeto tu privacidad aunque no lo creas.
—Sabes que no me importa que leas los mensajes.
—No me quería meter en tu marrón. No parecía estar muy alegre.
Me muerdo el labio inferior antes de abrir la aplicación. Dess aprovecha para dejar un plato con un desayuno recién hecho mientras leo.
@MoonLight se ha conectado.
MoonLight: Hola, Solecito.
MoonLight: ¿Estás ahí?
MoonLight: Quería hablar contigo ~
MoonLight: Creo que estoy triste, aunque no sé si es por el alcohol.
MoonLight: Siento la hora, es que no se me ocurría con quién hablar, nadie más aparte de ti.
MoonLight: No sé, ¿la noche no es muy bonita?
Llamada perdida de @MoonLight.
MoonLight: Creo que me han roto el corazón.
@MoonLight se ha desconectado.
@SunShine se ha conectado.
SunShine: ¿Moon????
SunShine: Lo siento, ayer estaba ocupado.
SunShine: ¿Te encuentras bien?
SunShine: Contesta cuando leas el mensaje, por favor.
SunShine: Estoy disponible todo el día de hoy, así que si necesitas algo, llámame.
SunShine: Esta vez sí te responderé.
SunShine: Tranquilo, ¿sí? Un corazón roto no es el fin del mundo. Mírame a mí, me lo han roto tantas veces que ya no los cuento y sigo vivo, ¿vale?
No recibo respuesta inmediata como de costumbre. ¿Así debió sentirse él ayer? La culpa empieza a corroerme, sobre todo por la razón que me hizo no contestarle.
Le enseño el chat a Dess, quien hace una mueca, pero no comenta nada.
—Mierda, ¿y si le ha pasado algo? —Trago saliva.
—A ver, que le han roto el corazón, es el karma porque te hizo lo mismo, ¿no?
—Sí —replico.
Yo no quería que sintiera el karma ni nada parecido. Sabía desde el primer momento que Moon no era alguien normal y corriente y que si me gustaba, habría más posibilidades de que me hiciera daño a que me correspondiera. Era consciente e incluso así, caí.
No podía desearle el mal cuando fui yo mismo. Y, de hecho, él hasta había sido sincero. No me ilusioné, no me dolió más que el rechazo, pero ya estaba acostumbrado. Tal vez me preocupaba de más, pero no podía evitar recordar las palabras de Moon. Él estaba esperando a la persona indicada y cuando pensó que la encontró, le rompieron el corazón. No podía describir lo devastadora que era esa sensación, mucho menos, la primera vez.
Trato de olvidar esa punzada en el corazón, con la fortuna de que Hywel baja las escaleras jadeando, interrumpiendo mis pensamientos.
—Hola —saluda dejando escapar una risilla—. De casualidad, ¿alguno es capaz de ayudarme a levantar un varón de metro noventa?
Hice una mueca.
—¿Qué le ha pasado a Lesya?
—¿Quién ha dicho que sea Lesya? —rebate.
—Bueno, poca gente que conozcas mide uno noventa. —Me cruzo de brazos.
Se relame los labios antes de suspirar.
—Se ha desmayado —confiesa.
—¿Mucha fiesta para él? —bromeo—. Si no puede tolerar el alcohol, que no beba, ¿no?
—Esa es la cosa —sonríe nerviosamente—. Ayer apenas bebió un vaso.
Entonces, comienzo a preocuparme de verdad.
—¿Quieres una ambulancia? —pregunta Dess, alarmado.
—No, no, está... bien, bueno, más o menos. Solo tenemos que llevarlo a casa.
Acepto ayudarlo y subo con él hasta la habitación en la que había dormido el peliazul. Se ve pálido y tiene unas ojeras marcadas que contrastan con su piel.
—¿Seguro que no ha bebido? —interrogo.
—Sí, Lesya no es mucho de alcohol y él jamás se pondría en este estado teniendo un partido hoy.
Su mejor amigo frunce el entrecejo e intenta despertarlo. Intenta en vano, porque Lesya apenas parece consciente de su alrededor.
Me acerco para tomarle el pulso, pero aparta mi mano de un golpe y me mira con odio.
—No me toques —articula con dificultad.
—Por Dios, Lesya, no seas idiota, me está ayudando a llevarte a casa —gruñe su mejor amigo.
—Estoy bien —miente, levantándose y cayéndose sobre la cama de nuevo.
—¿Qué le pasa? —Me dirijo a Hywel.
—No se encuentra bien, ¿no lo ves?
—Lo veo, claro que lo veo, pero si no ha bebido, lo único que se me ocurre es que se haya drogado.
—¡No! Dios, no. Lesya simplemente sufre de anemia —revela—. A veces le dan mareos y se aturde, pero siempre se niega a aceptar ayuda porque "está bien". Además, ayer lloró hasta deshidratarse.
—Cada día descubro que eres más tonto, cosa que es increíble, Lesya.
—Que te den, Dión —murmura.
Río antes de tomar su brazo derecho y pasarlo sobre mis hombros, aunque trata de apartarse, no tiene la suficiente fuerza. Hywel me imita y Dess toma sus pertenencias esparcidas por la habitación.
—¿Estará bien? —pregunto.
—Sí, solo tenemos que llevarlo a casa.
—Dime que no jugará el partido de hoy —masculla mi mejor amigo.
—No, claro que no. No quiero estar arrastrando un cadáver por el campo —bufa Hywel.
Logramos bajar al peliazul y, por pura casualidad, justo pasa un taxi cuando salimos de la casa. Nos montamos atrás Hywel, Lesya y yo, mientras que Dess se sienta delante. Durante el corto trayecto, y a pesar de las protestas del anémico de tener que hacer contacto físico conmigo, acaba acurrucado contra mí.
Normalmente, haría bromas al respecto, pero no era la ocasión. No sabía que Lesya tuviera problemas de salud; era un descubrimiento inesperado y poco agradable. Preferiría que estuviera totalmente sano, honestamente. También tenía curiosidad por saber cuál había sido la razón que lo hizo llorar hasta deshidratarse, según había comentado Hywel.
Llegamos a su casa con éxito, donde nos recibe su preocupada madre. Lo trasladamos a su habitación, y ella nos pide que lo cuidemos y revisemos el rato que tardase en buscar su medicina y algo de comida.
—¿Le pasa mucho? —La inquietud me vence.
—Solo cuando se exige mucho. —Su mejor amigo se encoge de hombros.
—Y eso es...
—A menudo —acaba confesando–. Esta vez se le ha mezclado con otros asuntos personales.
—Dios Santo, ya podría preocuparse por su salud.
—Lo hace... de vez en cuando.
Alzo una ceja. Todos nos quedamos esperando en silencio y no puedo evitar aprovechar para examinar su habitación.
Es idéntica a cómo me la imaginaba: pósteres de competiciones de vóley pegados en las paredes azul celeste; algo desordenada, pero sin pasarse; una cama que combina con la paleta de colores; y fotos, muchas fotos, con sus amigos, su equipo y hasta una conmigo.
Me acerco a la mesita de noche y tomo el marco para analizar la imagen. Todos los recuerdos vuelven a mí, desde los accidentes en la piscina hasta nuestros conflictos más infantiles. Había perdido la cuenta de los años que habían pasado desde el momento en que se tomó la fotografía hasta ahora. Según yo, teníamos siete años, pero la fecha escrita dice lo contrario.
¿Lo había tirado con nueve años?
Me sonrojo al darme cuenta de que, en realidad, fue a los siete años cuando descubrí que tal vez Lesya me gustaba más que como amigo. Dejo la foto en su lugar y carraspeo incómodamente.
Oh, por Dios.
¿Cómo se me había olvidado lo mucho que me derretía por él hasta que comenzamos el instituto?
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05/08/2024: ¡Sorpresa! Otro capítulo más porque soy masoquista. En fin, en este he hecho bastantes cambios, tanto el principio como el final como el título :D. La escena de Crys y Dión era más corta pero más explícita y no me gustó, así que preferí recalcar el daño que ambos se hacían para ampliar el drama un poco más tarde. Luego, el final, que he acortado y simplificado para que se lea un poco más natural. He quedado bastante contenta con el resultado, por eso quería subirlo en verdad JAJAJA. ESO ES TODO, BESITOS Y ESPERO QUE OS GUSTE ESTA NUEVA VERSIÓN.
/Sonríe con inocencia.
Dión tiene sorpresas, muchas ay. En fin, el capítulo es medio triste pero me hace feliz, es raro JSKDJAHSKD.
Este "cuadrado" amoroso me hace mucha gracia, no sé.
Yyyy, no sé si hacer una maratón hasta terminar la historia porque le quedarán unos 7 capítulos, aunque no sé tampoco si me dará la vida. Ya veré, mientras, seguiré con estas actualizaciones espontáneas, espero que os guste <3.
Igualmente, si la historia recibe mucho apoyo, seguramente siga jajaj. Y, aún no os he agradecido todo el apoyo que ya le habéis dado <3. Lesya y Dión ya tienen sus primeros 3,6k y aún ni siquiera están terminados aaaah, muchas gracias, en serio.
Bueeeno, eso es todo por hoy, besitos de media mañana C:
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