Incorrecto
Semanas pasaron y creí que todos olvidarían todo ese asunto de mi falso amor platónico, pero aquel día, al regresar del baño, me encontré con mi bolsa de útiles rayada con corrector, en dónde alguien había escrito "Noemí + Mario = " junto al dibujo de un corazón. Me molesté, no tanto por el mensaje, sino porque yo nunca rayaba mis cosas y el hecho de que alguien lo hubiese hecho me hizo enojarme.
—Hey, es un chiste solamente — Habló Laura, como si pudiera leer mi mente — Se les olvidará en un momento, confía en mí — Dijo.
Claro que confiaba en ella, era mi mejor amiga desde que teníamos seis años y sé que normalmente tenía la razón, incluso cuando yo no creía que la tuviera. Aun así, creo que se notaba demasiado el hecho de que no estaba feliz en lo absoluto, además, estaba preocupada, si alguna de las profesoras leía lo que habían escrito, estaría en problemas.
Estaba prohibido rayar pupitres, paredes, camisas, o cualquier otra cosa sin importar si eran de la escuela o pertenencias personales, arruinaban la imagen del colegio (eso decían) y sin mencionar, que la madre superiora decía muchas veces que tener novio era incorrecto y sin importar que Mario no era mi novio ni me gustaba, sin duda creerían que era así y tendría que escuchar una larga conversación de como eso no le agradaba a Dios, después me pedirían que fuese a capilla a pensar en ello.
Sabía que no podría explicarlo, el mes pasado Cassandra había traído a la escuela su tamagotchi a escondidas, se lo prestó a Camila y la maestra la descubrió, ni siquiera la dejaron explicar que no era suyo, aunque tal vez ella no había querido delatar a su mejor amiga. Aquel día más tarde, nos habían dicho que esos juegos eran del diablo, lo mismo con los juegos de cartas, así que cada vez que alguien traía consigo un UNO, habíamos sido muy cuidadosos de no ser descubiertos mientras jugábamos, mientras que alguien tenía que vigilar para avisar cuando alguna maestra estuviese cerca.
—Te regalaré una bolsita nueva, lo prometo — Volvió a hablar Laura. Me sonrió y eso me convenció de creerle completamente, siempre se podía confiar en ella, simplemente sabía que Laura siempre conseguía que todo saliera bien, sin importar lo difícil que pareciera lograrlo. Sabía que no rompería esa promesa, ella nunca hacía algo así.
Le devolví la sonrisa y le recordé que era la amiga más asombrosa del mundo y oculté mi bolsita de útiles en mi mochila, esperando que se perdiese entre mis cuadernos y libros por siempre.
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