23. Si no te amara

Kang Daniel caminó por las calles, esas calles de las que ya se estaba acostumbrando, porque siempre lo llevaban a encontrase con su antigua amiga del colegio, con su amada, con Jihyo. Estaba confundido del tiempo, que ha sus ojos, había pasado con demasiada prisa y se preguntaba si todo de verdad había ocurrido durante tres meses. Solo tres meses. No quería que terminara tan rápido, más aún cuando recién había recuperado su amistad con Jihyo... Con Jihyo.

De nuevo recordó aquella discusión que los separó, pero más allá de eso, sus recuerdos del colegio se mezclaban con los actuales y de repente comenzaba a sentirse perdido. Perdido y sin confianza.

Abrió la puerta de la pastelería, la cual hizo su habitual tintineo al ser abierta. Colocó un pie dentro del local y dio un paso para ingresar al establecimiento por completo.

Jihyo, quien se encontraba tras el mostrador, elevó la mirada hacia él.

—Buenos días, Daniel —le sonrió. Daniel sintió que su corazón comenzaba a acelerarse, apartó la vista de ella, tratando de evitar hacer contacto. Jihyo al ver su reacción también decidió mirar a otra parte.

—Buenos días —saludó en lo que se acercaba al mostrador con pasos indecisos.

Se percató que la caja de pastel ya estaba lista sobre el mostrador.

—No te preocupes, hace solo un minuto lo acabo de traer —dijo al notar que Daniel estaba mirando la caja. Usualmente, Jihyo y él conversaban un poco antes de que Jihyo fuera por el pastel; él mismo miraba como metía el pastel en la caja y lo amarraba con una cuerda de hilo, la cual a veces no era necesaria, pero Jihyo había comenzado a ponerla después de que recuperaran su amistad, haciéndole un pequeño moñito al final. Desde que volvieron a ser amigos, Daniel se las había arreglado para hacerse de más tiempo para llegar un poco más temprano de lo acostumbrado, y así, ser el primero en ingresar al local. Siempre deseaba que fuera el día de mañana para poder verla. Sabía que ahora sólo se llevaría recuerdos de las conversaciones y las risas.

—Gr-gracias —se inclinó, todavía nervioso. Tomó la caja y luego metió la mano a su bolsillo en donde procuraba tener la cantidad exacta (por si se quedaba más tiempo de lo planeado y se le hacía tarde para el trabajo). Rápidamente comenzó a hacerse preguntas: ¿Por qué Jihyo ya tenía listo el pedido? ¿Qué significaba eso? ¿Qué Jihyo ya no lo quería ver? Tal vez... ¿Por lo que le dijo anoche?

Lo lamentó mucho, pero creía que ya no había marcha atrás. Sin embargo, aún quería saber algo:

—Ehmm... me preguntaba si —dudó—, si ya tomaste tu decisión.

Jihyo aguardó por unos segundos, seguía sin hacer contacto visual con él. Daniel pensó que parecía molesta o angustiada.

—Sí, ya he tomado una decisión —soltó ella y él tragó saliva, poniéndole toda la atención del mundo.

—¿Y... qué has decidido? —trató de controlar su voz que se escuchaba temblorosa. Esperando la respuesta y deseando con todas sus fuerzas que no renunciara a su trabajo en la pastelería.

—Yo... —Jihyo de pronto parecía apagada—, voy a renunciar a mi trabajo en la pastelería.

La respuesta lo golpeó como si un rayo lo hubiese atravesado justo en el pecho. Sintiendo como si algo se quebrara en su interior, como si su corazón se quebrara. Eso significaba que ella tomaría la decisión de dedicarse a algo más y él tendría que alejarse para que ambos pudieran cumplir con sus objetivos.

—Y también estoy pensando en mudarme de casa.

"¡¿Qué?! ¿Por qué tan de repente? ¡¿A dónde iras?!"

—¿Por qué? —. No pudo evitar preguntar. Quería saber en dónde estaría, para un día, a lo mejor, cuando regresará de algún viaje, supiera a dónde ir a buscarla.

—No estoy a gusto en el lugar en donde vivo, me hace falta cambiar el lugar en el que me encuentro, aunque todavía no me decido, tampoco sé a dónde me quiero mudar.

—Ya veo —dijo, sin más remedio. No había razón para alterarse. Si seguían siendo amigos, podría mandarle un mensaje y preguntarle en otra ocasión, cuando ella ya se decidiera.

—Así es —Jihyo dejó escapar un suspiro antes de volver hacia las notas de los pedidos, fingiendo revisarlas. Parecía que con ese gesto desinteresado esperaba que él se despidiera y simplemente se marchara. Por supuesto, ella hubiese querido que la situación hubiera sido diferente, que Daniel aceptara sus sentimientos a pesar de todo, pero ya lo conocía y ella no podía ir por la vida rogándole que le hiciera caso como si fuera una chiquilla enamorada, como cuando se encontraba en la escuela. Su corazón ya tenía suficiente con el rechazo.

Él supo interpretar el gesto. Lo pensó un momento, él quería seguir hablando con ella, pero creyó que era mejor dejarla tranquila.

"Es lo mejor para ambos, pero ojala supieras lo mucho que me duele no poder decirte lo que siento por ti".

—Espero que todo vaya bien con lo que tienes planeado. Adiós.

—Adiós.

Daniel se dio la vuelta y salió de la pastelería sintiéndose intranquilo. Jihyo lo vio irse y contuvo las lágrimas.

Decidió caminar hasta el trabajo, necesitaba tiempo para despejar sus pensamientos.

En la noche, después de dejar a Jihyo en su casa, recibió una llamada de Jisung en donde le pedía ir a la empresa porque habían tenido un problema y "Jefe X" había llamado a varios de sus empleados para que pudieran solucionarlo, prometiendo un pago extra por las horas que se quedaran.

"Puros problemas" había pensado Daniel, ya fastidiado por las situaciones que se presentaban de imprevisto en la empresa. Había accedido a ayudarle a Jisung a solucionarlo. Así que había tenido que manejar para llegar más rápido. Siendo que la primera sorpresa con la que se encontró, fue que su jefe también estaba presente, lo que ya era raro porque regularmente él no se presentaba aunque hubiera problemas, siempre mandaba a alguien más en su lugar. "Jefe X" se apreciaba tan cansado que no tuvo oportunidad para mostrarse sarcástico con él. Lo dejó ir a ayudarle a Jisung y él se fue a su oficina.

Daniel estaba terminando de ayudarle a Jisung a solucionar el problema con sus datos cuando "Jefe X" había tocado la puerta, que de hecho ya estaba abierta, y le había pedido a Daniel que cuando acabara de solucionarlo fuera a su oficina. Él estaba confundido, además de sorprendido, era raro que lo llamara siendo tan noche; sólo esperaba que no fuera a asesinarlo y esconder su cuerpo en medio de la noche para vengarse por lo de su hija y aquella vez que lo tiró de las escaleras y le rompió la pierna.

Tocó la puerta.

—Adelante.

Daniel ingresó al despacho y fue hasta el escritorio de "Jefe X" en dónde éste, con los lentes rectangulares a media nariz, revisaba papeles y los pasaba de un lado a otro. Se apreciaba bastante serio en esa ocasión, con un semblante decaído y en un desarreglo inusual, no parecía interesado en quien tuviera enfrente, lo miró sólo un segundo sobre el borde de los lentes, más que nada para reconocer quien era.

—Ah, eres tú, Daniel —dijo sin mucho interés. Daniel se preguntó a dónde había ido su enorme y resplandeciente sonrisa. Ahora estaba confundido—. Iba a esperar para darte esto el día de mañana, pero lo más seguro es que no tenga el tiempo suficiente para recibirte en la oficina —explicó llevando su silla giratoria hasta una montaña de papeles y regresando al escritorio para entregarle un folder. Daniel, todavía confundido, recibió el folder y lo abrió. Era una hoja firmada y previamente sellada. Dándose cuenta de que se trataba del permiso para el intercambio que había solicitado. Se impresionó mucho al ver que había sido aceptado.

—Felicidades —"Jefe X" esbozó una medio sonrisa, por alguna razón no quería perderse la reacción de Daniel. Pero él, en vez de sentirse aliviado y ponerse contento como esperaba, su reacción fue fría y seca, se quedó pensativo, evitando mostrarse triste ante su jefe. Lo único que podía pensar era en que eso significaba que no vería más a Jihyo.

—Muchas gracias —dijo, haciendo una inclinación con cara seria. Ahora "Jefe X" era el confundido.

—¿Qué te pasa, Daniel? —había fruncido el ceño en signo de duda.

—¿Eh? —él tardó en responder, no estaba escuchando porque se había sumergido mucho en sus pensamientos.

—Estabas muy entusiasmado por el intercambio, creí que reaccionarias diferente, ¿qué?, ¿acaso no querías irte?

—No, no es eso, sí estoy muy feliz por haberlo recibido —forzó una sonrisa, lucía notablemente nervioso—. E, eso, ¿eso quiere decir que ya no voy a entregarle el último pastel por la mañana?

—¿Te preocupas por el pastel? Ya te dije que no creo poder recibirte, por lo tanto, no tienes que hacerlo.

—Puedo dejarlo con la secretaría —insistió. "Jefe X" se le quedo viendo, luego se frotó la barbilla, curioso, como si estuviera dudando de algo, como si quisiera decirle algo, pero recordó en lo que estaba, volviendo la vista a los papeles, desistiendo a lo que pensaba decir.

—Está bien, déjalo con ella —hizo un ademán con la mano pidiéndole con ello que se marchara. Continuó con los papeles.

Daniel otra vez se inclinó antes de salir de la oficina.

Casi no había podido dormir debido a la solicitud aceptada. Al regresar a casa después de haber estado en la oficina de "Jefe X", no podía evitar abrir el folder una y otra vez para ver la solicitud y el sello de aceptado, comprobando constantemente que no estaba soñando; una parte de él se sentía feliz y aliviado, pero otra parte, se sentía dudoso y triste, de repente por Jihyo y de repente por el mismo, por un lado admitía preguntarse si eso era lo que quería hacer, luego se animaba a sí mismo y otra vez se repetía el circulo de sentimientos encontrados, así había estado hasta quedarse dormido.

Ahora caminaba en dirección al trabajo y solamente la imagen de Jihyo era quien dominaba en su mente.

Estaba tan absorto que no se percató del caos que estaba por presenciar...

Al llegar al edificio no comprendió lo que estaba pasando. Las puertas de la entrada estaban abiertas y los trabajadores corrían de un lado a otro, algunos llevaban cajas, otros discutían mostrándose carpetas, unos más parecían perdidos y desesperados; constantemente se escuchaban gritos, los autos de los trabajadores se iban y cientos de papeles volaban por los aires.

—¿Qué está pasando? —preguntó en voz alta, completamente desconcertado, tratando de detener a algunos de sus compañeros que llevaban cajas, pero nadie le daba respuesta de lo apresurados que iban. Mientras caminaba a la entrada del edificio vio que la secretaría de "Jefe X" se había desplomado en el suelo y lloraba. Daniel se apresuró a ir a donde estaba su área de trabajo, esperando hallar una respuesta a lo que estaba sucediendo. Sin pensarlo mucho, había dejado la caja de pastel sobre el escritorio vacío de la secretaria.

En el camino alcanzó a ver que Jisung se acercaba a él cargando dos cajas, al parecer, estaba aliviado de verlo.

—Qué bueno que has aparecido, toma —así lo saludo, bajando las cajas y entregándole una—, recogí tus cosas, no te preocupes, me aseguré de que nadie se llevara nada —. Se agachó para cargar la caja restante.

—Jisung ¿Qué está pasando? —. Daniel estaba completamente fuera de sí.

—¿No te llegó la notificación?

—¿Notificación? ¿De qué o qué?

—Daniel, la empresa ha quebrado.

—¡¿Qué?! ¿Cómo así? ¿De la noche a la mañana?

—A veces así sucede, pero esto no fue algo que surgió de la noche a la mañana, me sorprende que te sorprenda —se inclinó hacia él, susurrando—. Tú más que nadie sabe que hemos estado tratando de resolver todos los inconvenientes que han surgido.

—¿Por qué susurras?

—Escuche un rumor —Jisung giró hacia ambos lados, precavido. La gente iba abandonado el edificio lo más rápido que podían—. Alguien cometió fraude, se perdió todo. Algunos ya sospechaban que algo raro estaba sucediendo, creen que se trataba de alguien que estaba muy relacionado con el sistema —se acercó a su oído—, escuché que sospechaban de ti.

—¿De mí? ¿Por qué? Yo solo hice lo que me pedían solucionar, aquello que se volvió confidencial, fueron los datos de la última semana, eso es algo que sólo tú y yo sabíamos.

—¿Así? —Jisung lo miró, suspicaz, soltando una sonrisa que a los ojos de Daniel, era sospechosa.

—¿Tú lo hiciste? —preguntó muy serio, casi como si lo estuviera dando por sentado.

—Uy, sí, Daniel, yo lo hice —habló en tono irónico, de nuevo se acercó a su oído—. Sé que todavía no me perdonas por lo de Jihyo, pero al menos, nunca te he dado razones para que desconfíes así de mí sobre el trabajo.

—Lo siento.

—Sé con los ojos cerrados que tú no lo hiciste, pero si vas a considerarme una mala persona de aquí en adelante por lo que le hice alguna vez a Jihyo, espero que por lo menos no olvides que me negué a esparcir los rumores. Todos los rumores.

—Ya entendí —volteó los ojos y él le sonrió.

—Tengo que irme amigo —le dio una palmada en el hombro—, suerte.

—Eres tan extraño, tanto como Jefe X —dijo en voz alta cuando él ya se estaba yendo y el edificio vaciándose. No le dio tiempo a preguntarse qué iba hacer ahora, porque recordó a "Jefe X" y sin dudarlo un segundo, decidió ir a buscarlo a su oficina. En realidad, no esperaba que siguiera en el edificio, pero haría el intento.

Se sorprendió al ver que, efectivamente, "Jefe X" seguía en el edificio. Lo halló sentado en el suelo, afuera de su oficina, cabizbajo.

—¿Jefe? —. Daniel estaba de pie a su lado, había bajado la caja antes de acercarse. Él lo miró,  cómo anoche, sólo por un segundo.

—Qué bueno que estas aquí, Daniel —expresó sin mucho interés. Ya no se veía apurado, más bien, relajado. La puerta de su oficina estaba abierta y había un gran desastre dentro—. Ya no soy tu jefe, por lo que no necesitas seguir llamándome así... ¿De causalidad sabes de los rumores?

—¿Los rumores?

—Sobre ti.

Daniel se puso nervioso al darse cuenta que él sabía de los rumores.

—Jef-Señor... yo no lo hice.

—¿Hacer qué? ¿El fraude?

—Juro que no lo hice.

—Yo sé que no lo hiciste, Daniel —suspiró, su rostro padecía de cierta indiferencia—, sé quién lo hizo—. Elevó la mirada hacia él—, fue mi hija.

—¡¿Q-qué dice?! ¿Su...hija? —de nuevo estaba confundido.

—Creo que quería vengarse o algo así, por algo que le dijiste.

Daniel hizo memoria. Ese día en el parque, cuando ella apareció de la nada. Lo que le gritó mientras él y Jihyo se alejaban:

"¡Daniel! ¡No puedes darme la espalda así! Eres un... ¡Daniel, juro que te vas a arrepentir! ¡Danieeeellll!"

—Oh no —. Daniel estaba estupefacto ahora—. No le tomé importancia cuando me gritó que me iba arrepentir, ¿era esto a lo que se refería? —hablaba para sí mismo. "Jefe X" centró la mirada en él.

—Ven, Daniel, siéntate, quiero hablar contigo —le pidió.

—No sé cómo paso todo esto, en serio yo... —decía en lo que tomaba asiento a su lado.

—Lo que paso no tiene que ver contigo. Reconozco que mi hija no... No está bien. Ja ¿Cómo podría estar bien si por un capricho de "venganza" terminó llevando a su propio padre a la ruina? —"Jefe X" parecía decepcionado—. Ella sabía de los datos más importantes de la empresa porque se suponía que se quedaría con ella —soltó otro suspiro—. Está bastante mal... Pero, de lo que quiero hablarte no es sobre ella —hizo una pequeña pausa —, es sobre los pasteles.

—¿Los pasteles? —. Preguntó frunciendo el ceño en signo de confusión, luego recordó que había dejado el pastel en el escritorio de la secretaria—. Perdón, olvidé el pastel en la entrada, iré a ver si sigue ahí.

—No te levantes, no creo que siga ahí.

—Está bien, pero, ¿no es por eso que...

—¿Qué estoy mencionando los pasteles? —. Negó con la cabeza—, no, Daniel —suavizó la mirada—. ¿Jamás te preguntaste por qué, de todas las condiciones que te pude haber puesto, te puse una condición tan absurda como lo es traerme un pastel todos los días?

Las confusiones ese día no se detenían para Daniel ¿Qué trataba de decirle? ¿Qué había algo más detrás de la condición que le había puesto?

—Bueno, con todo respeto, creí que era por qué usted... es muy extraño.

—Eso lo sé —afirmó, consciente de sus exageraciones—. Ah, me volví así después de mi divorcio —mencionó como si nada, luego regresó hacia él con una ligera sonrisa—. Esa impresión te doy ¿Sabes cuál fue mi primera impresión de ti?

—Por todo lo que me dijo aquella vez, puedo decir que no era buena.

—Exacto —. Daniel puso una cara seria—. Te mostraste, desde el primer segundo en que entraste a mi casa, como un chico torpe, inseguro, y sobre todo, muy indeciso. Pero luego me di cuenta de que te estaba juzgando mal. Cuando te concentras —"Jefe X" hizo énfasis tocando con el dedo índice su propia frente—, tu imagen llega a impresionar. Por eso accedí a darte el trabajo, y a decir verdad, fuiste el mejor en tu área. Solucionaste todos los problemas en los que ahora sé que mi hija estuvo involucrada —otra pausa, Daniel escuchaba atento—. ¿Recuerdas el plan que tenía implementado la empresa? ¿Aquel en el que no fuiste escogido?

—S-sí —vaciló al responder, se preguntó por qué se lo recordaba.

—Tú habías sido el elegido para ese intercambio.

—¡¿Cómo dice?! —espetó.

"¡¿Y me lo dice ahora?! ¡¿Ahora que la empresa ha quebrado y qué ya hice esa tontería de los pasteles?!"

—No dejé que lo obtuvieras en aquel momento, decidí dárselo a otro.

—¡¿Por qué?! ¿Por qué hizo eso? —por primera vez se mostraba molesto frente a "Jefe X" sin tener que forzar nada y rechinar los dientes para ocultarlo.

—Por qué no te vi seguro de que quisieras hacerlo, estabas dudando demasiado y pensé que si lo obtenías solo lo ibas a desperdiciar. Alguien más que podría aprovecharlo con seguridad y lo merecía, lo perdería —"Jefe X" parecía estarlo regañando como si fuera su padre—. Daniel, cuando viniste a mi oficina, te vi muy seguro y pensé que había cometido un error en no habértelo dado, pero luego recordé que no siempre eres así y recaes con frecuencia. Por eso decidí ponerte aprueba.

—Ponerme aprueba —bufó— ¿Por qué fue con los pasteles?

—Estaba probando tu paciencia, además fue lo primero que se me ocurrió.

Daniel seguía molesto, pero por alguna razón entendía su punto, y por una parte, no se sentía tan mal de saber cómo "Jefe X" había planeado las cosas, se cuestionaba por qué se sentía así. Parecía que sus dudas sobre los pasteles y las que habían tendido sus amigos sobre ese trato también estaban siendo resueltas, sin embargo, todavía tenía preguntas que hacer.

—¿Por qué en el mismo lugar?

A "Jefe X" le sorprendió la pregunta. Frunció el ceño en un modo muy confundido, de todas las preguntas que estaba preparado para recibir, esa no estaba en la lista.

—¿Comía todos los pasteles? —hizo otra pregunta repentina.

—Eh. No todos, por lo regular los mandaba de regalo a amigos, conocidos y familiares. Lo veía como una clase se recompensa por los que me alejé debido al trabajo.

—Entonces, eso quiere decir que no tenía algo que ver con el sabor, ¿o sí? ¿Por qué en el mismo lugar?

—No comprendo el por qué la insistencia con esa pregunta. Fue por persistencia.

—¿Per-sistencia?

Daniel quedó absorto debido a esa respuesta.

—Te estoy diciendo que era una prueba —esta vez "Jefe X" era el confundido—, ¿Qué tiene que ver el lugar? ¿Era malo?

—No, el lugar está bien, es muy bueno en realidad.

—Bueno, veo que sólo tú sabes el motivo de tu reacción, en fin, por un momento me habías convencido... hasta anoche.

—¿Eh?

—Había pensado: Oh, Daniel está haciendo un gran trabajo y está cumpliendo con su promesa, creo que tiene muchas ganas de obtener el permiso —proseguía—. Como ya te lo habías ganado, comencé con los tramites, y bueno, mi hija descubrió la hoja ya firmada y sellada, y ya la conoces, gritó algunas cuantas cosas, maldiciones, se enfadó bastante y después salió de mi oficina a regañadientes —movió las manos para expresar mejor lo que le estaba contando—. Cuando te di la hoja, quería ver tu reacción, imaginé que te pondrías feliz, que querrías celebrar tu triunfo por todo tu esfuerzo, que te pondrías muy contento en sí, pero me impresionó ver todo lo contrario; otra vez estabas dudando y pensé: Allá va de nuevo. Como ahora —lo señaló. Daniel se había puesto triste y pensativo—. No quiero interponerme, pero no creo que esto sea lo que quieres.

—¿Por qué está tan seguro?

—Por favor, Daniel. Has venido aquí, a saber lo que paso, a sentarte conmigo, cuando lo primero que hubiese esperado de ti, era que vinieras hacia a mí y me gritaras enfadado porqué habías perdido la oportunidad de tu vida. Nada de eso paso, la pregunta es: ¿Por qué?

—Sí estoy enfadado.

—Otra vez estás pensando mucho —otra pausa—. ¿Sabes? Algo me dice que no siempre has sido así de inseguro. Dime ¿En dónde quedo tu confianza? ¿Quién o qué te la quito?

"La perdí el día en que no pude confesarme a Jihyo"  respondió, pero no se lo dijo.

—¿Qué es lo que quieres hacer, Daniel?

Daniel no contestó. "Jefe X" se puso de pie.

—Ya lo sabes, tu problema es que piensas demasiado las cosas, si te quedas ahí sentado preguntándote que vas a hacer después, vas a seguir perdiendo oportunidades.

—Usted me quitó la oportunidad que me merecía —lo retó, mirándolo fijamente.

—Todo lo contrario. Te di la oportunidad porque confié, ahora tienes otra oportunidad, para lo que suceda más adelante, para cambiar tus defectos... Eso podría serte útil para tu próximo trabajo —extendió un cheque (como todos los que había tenido que firmar en el transcurso de la mañana) y se lo entregó—, has perdido este, así que creo que ya no tienes nada que perder —. Fue lo último que le dijo antes de cambiar su actitud a la que usualmente hace uso—. Ten más confianza ¡Vamos! —manoteó su hombro— Muéstrame una gran sonrisa —"Jefe X" volvía al personaje. 

Daniel lo observó detenidamente, después se rascó la nuca con un poco de pena y se animó a mostrarle por vez primera una sonrisa genuina. "Jefe X" sin decirle otra cosa se fue alejando, dejándolo solo.

—¡Espere! ¿A dónde va?

—¡A buscar ese pastel! —dijo muy animado. 

—No creo que siga ahí —masculló.

De todas las personas que pudo haber esperado que lo animarán, "Jefe X" no estaba entre ellas, y sin embargo, así había ocurrido. A veces así ocurre. 

Lo que más había quedado en su mente acerca de la conversación que acaban de tener, fue cuando le preguntó por qué tenía que ir a la misma pastelería todos los días.

"Persistencia"

Recordó algo que había pensado antes, cuando estaba en la pastelería con Jeongyeon y estaba dándole el consejo de intentar confesarse. Había recordado el comentario del vídeo, aquello que había iniciado con todo. Ahora que pensaba en la coincidencia de haber encontrado esa pastelería y que de ahí surgiera el trato de los pasteles, volvía a preguntarse: "¿Es que acaso debía creer en el destino?" "¿Y si él no estaba destinado a estar con ella en primer lugar?".

Se puso de pie.

"No. Sí había sido una coincidencia, solo que una casi nada inesperada" Tarde o temprano iban a volverse a encontrar y ver si arreglaban el problema que los separó. Ahora debía resolver si ella podría corresponderle, y solamente podía saber eso si tomaba el valor de confesarse. Se había estado guardado demasiadas palabras que quería decir, pero porque no se había atrevido. Era cierto:

Debía recuperar la confianza que en algún momento perdió.

Así que comenzó a correr.

Corrió por el edificio, que a esas alturas, ya estaba vacío por completo. Cruzó las puertas de la salida principal y continuó corriendo por las calles. Poniendo atención y cuidado para no cometer alguna imprudencia. No deseaba convertirse en el chico de la pierna rota. Pasó corriendo por el lado del parque para llegar más rápido. Su corazón ya estaba agitado. La pastelería estaba cerca. Esperaba que Jihyo todavía no le hubiera hecho saber a Jeongyeon su decisión.
Siguió corriendo hasta que...

La puerta de la pastelería tintineo con fuerza al momento de ser abierta. Jihyo y Jeongyeon giraron la mirada, sorprendidas.

Daniel había ingresado al local respirando agitado. Miró a Jihyo, quien seguía tras el mostrador y se percató que Jeongyeon estaba junto a la puerta de la cocina, a punto de entrar o salir. Mientras se reponía un poco, antes de que Jihyo o Jeongyeon pudieran decir algo, él hablo:

—¡Sin más rodeos! —enfatizó con una mano, agarrando valor. Centró su atención en Jihyo, quien continuaba sorprendida—. Sin importarme cuál sea el resultado, Jihyo, he regresado porque quiero decirte esto:

"Estoy enamorado de ti"

Estoy enamorado de ti.

Las palabras simplemente salieron. 

Al escucharlo, de inmediato una sensación electrizante recorrió por todo el cuerpo de Jihyo en un segundo. No pudiendo ocultar su gran impresión. Sus latidos comenzaron a acelerarse al instante. 

—Hace tiempo estoy enamorado de ti. No sabes cómo lamento no haber aceptado tus sentimientos cuando estábamos en el colegio, porque cuando en ese entonces me enamoré de ti, tú ya no me querías de la misma manera. Estuve a punto de confesarme antes, pero entonces tuvimos esa tonta discusión y ya no tuve oportunidad. Desde entonces sigo enamorado de ti —. Daniel hablaba sin vacilar—. Cuando nos reencontramos supe que tenía otra oportunidad para confesarme, pero dudaba porque no tenía confianza y tenía miedo de que me rechazaras, y, cuando te vi muy enamorada de ese sujeto, mi corazón se quebró y ya no supe que hacer —sus ojos destellaban impotencia al recordar—. Te pedí que fingieras ser mi novia, no para engañar a mi familia, sino, porque estaba muy enamorado. Estoy muy enamorado y ayer la pasé increíble a tu lado, sentí que mi deseo de estar contigo se había hecho realidad. Me arrepiento de no haberme confesado cuando me abrazaste. A pesar de todo, Jihyo, quiero atreverme a pedirte que seas mi novia, mi novia de verdad.

Sin haber quitado su expresión sorprendida, Jihyo se movió, rodeando el mostrador y la vitrina de cristal. A un tramo de distancia entre ambos. Él espero con mucho anhelo su respuesta. No le importaba incluso si recibía una negativa. Jihyo lo miró directamente a los ojos.

—Yo... también estoy enamorada de ti.

Ahora Daniel era el sorprendido, se sorprendió y luego dejó escapar un suspiro de alivio.

—Pero, sé sobre tus sueños y no quiero interferir en ellos porque sé lo importantes que son para ti —dijo ella dolorosamente.

—No, no, no —. Daniel se acercó a ella con prisa y la tomó suavemente del rostro sin dudarlo—. Yo quiero estar contigo, es lo único que quiero hacer —Jihyo sentía la forma tan suave y gentil en que la sostenía con las manos, lo cerca que estaba de su rostro y el dulce escuchar de sus palabras—. Si estamos juntos, serás parte de mis sueños... porque yo quiero formar parte de los tuyos —él se percató de lo cerca que estaba de ella, pues cada vez acortaba más la distancia. Tomó sus manos y las sostuvo entre los dos—. Jihyo —comenzó—, Jihyo, yo te amo.

Jihyo nuevamente se sorprendió. Su corazón no paraba de latir con fuerza. Tenía demasiado rojas las mejillas y está vez no podía ocultarlo. Sus ojos se cristalizaron de la emoción. Sonrió nerviosamente.

—¿En serio me amas? —preguntó con mucha emoción, mostrado su hermosa sonrisa con timidez.

—Si no te amara, no estaría aquí, contigo, en la pastelería, diciéndote todo esto.

Con los corazones acelerados, se miraron, sumergiéndose en el momento por unos instantes.

—También te amo, Daniel, por eso sí quiero, sí quiero ser tu novia.

Daniel la contempló y no pudo resistirlo más, acercó sus labios a los de Jihyo y la beso con suavidad, con dulzura, ella correspondió y se dejó llevar por el dulce momento. Un beso que tanto habían estado esperando. Jihyo llevó las manos tras la nuca de Daniel y él la rodeo en un abrazo amoroso mientras continuaban besándose.

Sus latidos, por fin estaban sincronizados.

***

"Si es amor, que no baste con tener más de lo que pide el corazón"

***

No sé vayan por favor 🙏 todavía voy a publicar epílogo entre hoy y mañana para darle un final definitivo a esta historia.
En cuanto publique el epílogo subiré el inicio de la secuela:
Si me amaras - Tu mi crush 💙

Este capítulo está dedicado a: @GreciaRevilla7 Muchas gracias por tu apoyo 💞✨

Muchísimas gracias por leer 💕

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