17. Barrier Crush

Transcurrió una semana más, y como “Madre X” había mencionado con anterioridad, en efecto, los familiares de Daniel volverían a concretar una reunión familiar, por lo que organizaron un día de campo. “Madre X” pidió a Daniel que invitara a su novia, él accedió a preguntarle a Jihyo y ella aceptó asistir.

Jihyo, lidiando con el hecho de que debía olvidar a su crush, y, recordando los buenos momentos del pasado con Daniel, comenzó a notar un cambio en ella; no tenía la seguridad, pero creía volver a tener sentimientos hacia él.

Se estaba terminando de arreglar frente al espejo, y de alguna manera, no podía sacar a Daniel de sus pensamientos, sobre todo por aquel beso que ahora recordaba. De todas formas, pensaba que era algo tonto si volvía a retomar esos sentimientos.

“Si le digo algo de lo que estoy empezando a sentir, creerá que trato de olvidar a mi crush con él”.

Terminó de arreglarse, sabía que Daniel pasaría por ella en cualquier momento.
Entonces escuchó el timbre. Sin dudarlo un segundo, fue a abrir.

Al abrir la puerta y verlo a él, ahí, de pie frente a ella, mostrándole una hermosa sonrisa, se sintió distinta.

—¿Ya estas lista? —le preguntó con amabilidad. Ella se preguntó por qué su corazón había dado un vuelco con solo escuchar su voz. Se concentró en pensar claramente.

—Sí, lo estoy.

Mientras caminaban en dirección al parque platicaban un poco sobre sus trabajos.

—Últimamente he tenido mucho trabajo, incluso más de lo que era antes, a veces pienso que lo veo así porque podría ser que estoy muy estresado o aún no me he acostumbrado demasiado.

Jihyo se concentraba en observarlo mientras hablaba, se dio cuenta que era la primera vez en prestarle tanta atención desde qué volvieron a encontrarse. No le había prestado mucha atención porque estaba muy enamorada de “Sujeto X”, y porque pensaba que Daniel no estaba muy cómodo con su presencia, pues se quedaba pensativo con facilidad, como si tratara de mantener distancia, como quién pone una barrera invisible para hacerle saber a la otra persona que está incómoda. Así que pensó que tal vez él dudaba sobre si era buena idea volver a tener una amistad con ella, más que nada por aquel tiempo en que Daniel supo que ella llego a tener un interés amoroso hacia él, así que tal vez podría comprender un poco más su incomodidad. Jihyo había tratado de romper esa barrera, con bromas pequeñas, sutiles, amigables, a veces un tanto rudas (pero sin mala intención), haciéndole saber que no tenía de que preocuparse porque ella ya estaba enamorada de alguien más. En conclusión: no lo deseaba incomodar con hechos del pasado, por lo que había decidido ser amable y respetar esa barrera.

—Pero, ¿te gusta tu trabajo?

—Bueno... —dijo, la miró un instante y al percatarse de que Jihyo lo estaba mirando directamente a los ojos se volteó con un ligero sonrojo, Jihyo comprendió que de nuevo lo estaba incomodando, por lo que apartó un poco la mirada para no hacerlo sentir así.

—No me quejo de mi trabajo, pero lo hago porque hay algo más que me gustaría hacer — continuó después de que se le pasara un poco el sonrojo.

—¿Puedo preguntarte qué es eso que quieres hacer?

Antes de que pudiera responder ya habían llegado al parque y “Madre X” corría hacia ellos irradiando alegría.

—¡Hijo! —Se abalanzo sobre él —, ya llegaron.

—Claro, mamá, ya estamos aquí —habló con esfuerzo tras el fuerte abrazo de su madre, luego “Madre X” se dirigió a Jihyo, y la saludo, también dándole un abrazo, aunque con menos fuerza.

—Vengan a saludar a los demás.

“Madre X” iba caminando por delante de ellos hacia las mesas de madera que estaban colocadas de forma horizontal, y en donde la mayoría de familiares se encontraban reunidos, conviviendo.

—Perdóname si esto llega a ser algo incómodo para ti.

—¿Incómodo? —Jihyo se detuvo un poco al escuchar la palabra, luego prosiguió como si nada—, para nada.

Resultó ser un día de campo muy agradable para ella, con pláticas entretenidas, juegos y deliciosa comida. Jihyo se sentía conmovida y querida, los familiares de Daniel la habían recibido con los brazos abiertos. El día de campo favorecía que ella no estuviera tan concentrada en la decepción por su amor no correspondido, sin embargo, al notar lo bien que la estaba pasando con la familia de su falso novio, se sintió mal de que fuera a causa de una mentira.

Haciéndose tarde, Jihyo se percató de que había perdió de vista a Daniel, así que lo buscó con la mirada y lo encontró sentado junto a un árbol. Dudó en si debía acercase, pero después de pensarlo un poco más, decidió ir a donde él se hallaba. Cuando se aproximó notó un aura pesada, podría decir que deprimida, Daniel miraba en dirección contraria a donde ella caminaba, Jihyo por eso pudo ver que él soltó un suspiro qué ella interpretó como de cansancio.

—¿Estás bien? —preguntó al llegar hasta él. Daniel se sobresaltó al verla.

—Eh, eh, pu... este, sí —balbució. Ella, al ver su sobresalto, pensó que tal vez no deseaba ser molestado.

—Sólo quería traerte esto —dijo, decidiendo limitar sus palabras para alejarse después. Tendió hacia él un sándwich envuelto en una servilleta roja—, escuché que tu mamá dijo que no habías comido nada —. Daniel hizo un gesto de fastidio.

—Mi mamá exagera con todo, dijo eso después de verme comer dos platos llenos de guisados —tomó el sándwich—, pero de todas formas te agradezco.

—Entonces creo que lo intérprete mal —sonrió en un gesto ligero de pena, y de nuevo, vio que él había volteado la mirada —. “Creo que no debí interrumpir lo que sea que estuviese haciendo aquí”, pensó Jihyo, al ver que él hacía ese gesto otra vez. Estaba dispuesta a irse y dejarlo disfrutar de su soledad, cuando Daniel volvió hacia ella.

—Gu... ¿gustas sentarte? —preguntó con la otra mano suavemente posada sobre el césped, Jihyo dudó una vez más, confundida por el cambio de actitud, pero no se negó a la invitación.

—Está bien.

—¿Estás disfrutando del día de campo?

—Muchísimo, gracias por invitarme.

—Mi madre insistió en que lo hiciera —se encogió de hombros, Jihyo no sabía como tomar esa expresión.

—Pues me alegro mucho de que así fuera —ella mantuvo una hermosa sonrisa, él se quedó pensativo por unos instantes, ella al darse cuenta decidió iniciar conversación.

—Entonces, ¿obtendré respuesta sobre la pregunta acerca de tu trabajo? sobre lo que quieres hacer.

—¿Eh? oh, es verdad —recordó él y reflexionó unos segundos antes de responder.

—Tiene que ver sobre un sueño que tengo, algo que siempre he querido hacer, tal vez nunca te hable de ello en el colegio porque no sabía que tan cerca podía llegar a estar de ese sueño.

—¿Puedo...saberlo? —preguntó Jihyo con cautela. Él la miró y asintió.

—Es viajar por el mundo.

—¿Viajar por el mundo?

—Así es, siempre me ha fascinado esa idea, pero no me refiero a que sea mi trabajo, sino, como un medio de desarrollo personal, de libertad, de tranquilidad —Daniel parecía inspirado por los rayos rojizos  que asomaban un atardecer sobre ellos —. Viajar, cuando lo pienso, para mi es una forma de aprendizaje, no solo de los lugares, de las personas. De disfrutar y vivir en carne propia las sensaciones que deseo experimentar... porque cada lugar es un mundo, y viajar, es sentir que formas parte de ello —después de escuchar sus propias palabras, bajó la mirada hacia el sándwich que no le apetecía comer, jugo un poco con la servilleta. En un aire escéptico, soltando un suspiro, y levantando de nuevo la mirada, continúo hablando—. Mi trabajo no solo me ha permitido ahorrar y ser comprometido para llegar a la estabilidad laboral, también me permite ser capaz de alcanzar este objetivo. La empresa para la que trabajo implementa un plan cada cierto tiempo y no todos pueden ser escogidos para obtener este privilegio. Este año sacaron el anunció, y a pesar de que me había esforzado, no fui elegido, aunque había cumplido con los requisitos; había un pequeño problema, pero nada escandaloso “O a lo mejor sí, porque todos sabían que era el novio de la hija del jefe” agregó Daniel para si mismo sin querer mencionarlo a Jihyo. Después de un tiempo, mi amigo me convenció de hablar con el jefe, al menos vi que alguien estaba de mi lado, así que tomé el consejo de mi amigo. Hablé con el jefe, él... dudo mucho, me hizo esperar unas dos semanas, y luego paso lo de los pasteles.

Daniel centro la vista en el paisaje con una mirada triste hacia el atardecer, algo que Jihyo no comprendía, pero lo que sí comenzaba a comprender era como sus palabras por algo que él anhelaba le hacía crecer en ella una extraña sensación, algo parecido a lo que sintió la primera vez que vio a Daniel, algo tan simple como el hecho de que él solo caminaba, buscando el salón de clases, sin saber que en ese momento no solo se convertiría en su compañero de aula, sino también en su crush.

“Ahora que estas aquí, quiero con desespero que formes parte de mis sueños y yo lo haré de los tuyos si es que me los cuentas” pensó Daniel, sin atreverse a decírselo a su amada, quien permanecía junto a él. Sentía una gran tristeza ante la idea de que no pudiera existir esa posibilidad. 

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