No estaba acostumbrado a caminar por esas calles, pero su amigo le había dicho que por ahí encontraría lo que estaba buscando.
Kang Daniel pasaba de local en local, observando los letreros y anaqueles. Dobló la esquina. Su teléfono celular sonó.

—Ji Sung, ¿estas seguro de que es por aquí?

—¡Muy seguro! La última vez lo compré en ese lugar.

—No lo encuentro —suspiró con cansancio.

—¿Qué pasa?, ¿estas perdido?

—No se trata de eso. Me siento incomodo comprándole un pastel a mi ex.

—Dijiste que lo harías porque lo prometiste, ahora no te quejes.

—Esto es ridículo.

—Piensa que después de entregar el pastel sentirás que de verdad termino todo.

—Eso trato.

—Además, tuviste la culpa en parte, no lo olvides.

—Lo sé, esta bien. Creo que he llegado.

Colgó el teléfono celular y abrió la puerta de la pastelería, la cual hizo un tintineo al ser abierta.

—Buenos di... —Daniel no termino de decir la última palabra. Se quedo en shock al ver que tras el mostrador se encontraba Park Jihyo.

—Buenos días —dijo la dulce voz. La chica elevó la mirada y se quedo con la boca abierta ante la impresión de ver a Kang Daniel.

Él no supo que hacer, quería cerrar la puerta y huir, pero ya tenia medio pie dentro del establecimiento ¿quita o no quita el pie? ¿lo quita o no lo quita?
No quiso verse obvio, así que dio otro paso adelante, entrando por completo al establecimiento. Se acerco con cautela al mostrador, donde debajo había una vitrina de cristal en donde los pasteles se posaban, esperando ser comprados.

—¿Qué deseas, desea llevar? —continuó Jihyo, tras la vitrina.

—Eh... —Daniel evitó mirarla a los ojos. La situación era más que incomoda para él y posiblemente, para ella también.

Hace ocho años atrás, Park Jihyo y Kang Daniel se conocieron en el colegió. Eran compañeros, pero casi no se hablaban. Él siempre se confundía cada vez que trataba de entablar una conversación con Jihyo, porque consideraba que ella siempre actuaba de una forma extraña en su presencia. No fue hasta que, viendo vídeos musicales, le apareció una recomendación que decía: "Regalos para mi novio o novia", miró el vídeo por curiosidad, le aburrió al minuto, pero antes de quitar el vídeo reviso los comentarios para leer si alguien había intentado regalar lo del vídeo, pareciéndole gracioso aquellos comentarios que decían que no tenían novio, ¿Cómo llegue aquí? o mencionaban a su crush. En especial, le llamo la atención un comentario que tenía el nombre de Park Jihyo con una foto sonriente de ella como perfil. Un comentario que decía:
"No se por qué miro esto si mi crush no se fijaría en mi. Se sienta en la última fila y cada vez que me habla me pongo tan nerviosa que no se quehacer. Es tan lindo".
Ante el comentario, Daniel había fruncido el ceño en signo de confusión.

"Pero... yo me siento en la última fila, yo ¿soy su crush?".

A él no le gustaba Jihyo, aunque reconocía que era muy bonita. Sin embargo, él era especialista en no ser nada discreto, por lo que, cuando tuvo la oportunidad, se acerco a Jihyo, quien estaba rodeada de sus amigas, y,  mostrando el comentario, le pregunto:

—¿Yo soy tu crush?

Jihyo se puso roja de la vergüenza, se tapó la cara y salió del aula corriendo. Daniel supo que había cometido un gran error, por lo que fue tras ella para disculparse.
Al principio Jihyo no podía ni mirarlo mientras él se disculpaba, pero después de un rato ya estaban hablando alegremente y riéndose de la situación. 

. . . 

—¿Cuándo vas a aceptarme?, ¿sabes que he querido ser tu novia desde hace tiempo? —. Un día le volvió a preguntar Jihyo. 

—Mañana, por favor —le había dicho un Daniel somnoliento que trataba de dormir sobre el libro de álgebra.

—¿Mañana me aceptaras?

—Mañana me preguntas otra vez, por favor —. A esto, Jihyo le había dado cosquillas para evitar que se durmiera. 

Después de aquel incidente vergonzoso, Daniel y Jihyo se hicieron buenos amigos. Se sentaban juntos en clase, comían juntos en la cafetería, regresaban a casa juntos, se hacían bromas. Muy buenos amigos en realidad. Gracias a eso Jihyo pudo conocerlo mejor y así descubrió que en realidad no estaba enamorada de él. Al principio lo creía, incluso llego a confesarle sus sentimientos un par de veces, pero luego todo había cambiado y comenzó a considero solo su amigo. En cambio, Daniel había logrado tener mejores sentimientos hacia ella, al grado de que empezaba a gustarle. Iba a decirle que él había logrado enamorarse de ella, pero por desgracia, antes de graduarse, hubo un malentendido. Tuvieron una discusión y fue así que comenzaron a distanciarse más y más, hasta el punto en que dejaron de verse, de comunicarse. Si llegaban a toparse en la calle, fingían no haberse conocido.

. . . 

—Eh... ¿de que es este? —Daniel señaló un pastel con un dedo nervioso.

—¿Cuál?, ¿este? este es de... melocotón.

—Bueno, en realidad, estoy buscando otro pastel —Daniel trago saliva—. Mi amigo dice que aquí venden de este sabor —desdobló una hoja y se la entregó a Jihyo. Al tomarla, ambos pudieron sentir como sus manos se tocaron con ligereza, Daniel se puso aun más nervioso, pero estaba sorprendido de que ella no mostrará ni un sonrojo, ninguna acción o reacción que demostrará el mismo nerviosismo. Pensó entonces que él, en definitiva, era para ella solo un cliente más, y eso... no le gusto.

—Sí, lo tenemos —asintió Jihyo y de inmediato fue por el pastel. Regresó para colocarlo en la caja de regalo. Daniel, mientras, fijaba la mirada en ella y pensaba en lo hermosa que se había vuelto, si antes creía que parecía una bella princesa, ahora era una hermosa reina.

—Aquí tiene son... —tecleó en la caja registradora.

"Ojala supieras que aún eres mi crush" pensó él para sus adentros.

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