29. Te echo de menos
—¿Te sientes bien, Ossian?
—Lamento tanto todo lo que pasó.
—¿Por qué lloras?
—He sido muy cruel con su hijo. Le he dicho muchas cosas feas e hirientes. No sabía la gravedad del asunto. Necesito ir a verlo. Puede quedarse tranquila, no pienso decirle nada de lo que hablamos y trataré lo más que pueda de no decir o hacer algo que pueda recordarle lo ocurrido. Gracias por haber confiado en mí y haberme contado esto. No sabe lo mucho que me ayuda a entenderlo.
Sabía que debía ir a la barra directamente, pues deben estar esperándome, pero estas ganas de verlo eran más fuertes que yo. Cuando caí en cuenta, ya me encontraba tocando su puerta.
—Perdón por venir así, sin avisar y a esta hora, es solo que no podía esperar al lunes.
Olvidé que no estaba en condiciones como para presentarme así. Es la primera vez que me ve vestido como mujer y puede sentirse incómodo.
—¿Qué tienes? ¿Estás bien? — sus ojos engrandecidos me miraban de arriba abajo, aunque no me juzgaban.
—¿Estabas durmiendo?
—No. Estaba esperando tu mensaje. Siempre me avisas cuando estás de camino al trabajo y cuando regresas. No se me cruzó por la mente que ibas a aparecer aquí. Estoy sorprendido.
—Me haces mucha falta — confesé.
—Nos vimos hace cuatro horas.
—Lo sé, pero te extraño.
¡Maldición! Quiero abrazarlo y estoy batallando con mi yo interno con tal de no hacerlo.
—Yo también lo hago, por eso me siento tan feliz de que estés aquí.
Este hombre me sonroja con facilidad.
—¿P-por qué no te quedas conmigo hasta el lunes? — me propuso.
Su pregunta fue inesperada, como todo lo que hace o dice.
—¿Un fin de semana contigo? ¿Estás seguro? ¿No te sentirás mal de que invada tu espacio y tranquilidad?
—No sé si te sucede lo mismo, pero a veces siento que con verte solamente en la oficina no es suficiente. No quiero que las cosas se tornen aburridas para ti.
—¿Todavía estás pensando en eso? Yo te dije que…
—Lo sé y lo admito. Acabo de usarlo como pretexto con la intención de convencerte.
—Si es así, debo ir a trabajar y luego pasar por mi apartamento a buscar algunas cosas.
—Te ves… distinto —llevó su mano a la nuca.
—Perdón por haberme presentado de esta manera. Debe ser raro para ti.
—Te ves raro pero lindo. Aunque, para serte honesto, me gustas más cuando no tienes nada.
Se me escapó una risita al escuchar esas palabras que para él tuvieron que ser inocentes, sin nada de doble sentido o maldad, pero para mí fue como un sueño hecho realidad el haberlo escuchado de esa voz tan varonil y preciosa boca.
—¿Por qué te ríes?
—“Cuando no tengo nada”, ¿eh? Es un dato bastante sugerente.
—M-me refería a lo que traes puesto; al maquillaje, a la ropa y a la peluca.
—Tranquilo, no tienes que hacer la aclaración. Espero gustarte también el día que me veas sin que nada entre los dos estorbe.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top