VI. El Rumor
Con los pelos de punta, alerta por cualquier persona que pasara por fuera de la heladería, Theo intentaba enfocar su atención en la historia que Lexie le contaba acerca de la primera competencia de patinaje que ganó a los trece años.
—Esta otra niña había hecho un poco de patinaje artístico y no estaba muy segura cómo competir con eso... —contaba ella, movía sus brazos, imitando a la concursante con la que se había topado hacía seis años.
Theo, por otro lado, advirtió por el rabillo del ojo dos figuras que podrían traerle problemas. Queriendo borrar su existencia y la de Lexie de la Tierra, antepuso su brazo sobre la mesa para tapar su rostro.
Para su fortuna, no funcionó en lo absoluto.
—¡Lexie! ¡Es bueno verte! —saludó Jeff de inmediato.
Theo apretó los dientes, previniendo una explosión por parte de la chica.
—¿Es fresa? —preguntó Razer, tomando la malteada que Lexie tenía frente ella.
—¡Compra la tuya, Lalo!
Para sorpresa de Theo, el tono de Lexie ya no cargaba odio, pues había vuelto a su usual tono de broma.
—Pero la tuya ya está aquí. —Razer estiró los brazos sobre la cabeza de Lexie para intentar alcanzar su vaso.
—¡Iugh! ¡Apestas! —Lexie soltó su bebida para tapar su nariz.
—Ese es el olor de un campeón. —Razer aprovechó el momento para tomar el vaso pintado de rosa.
Tomó asiento junto a Lexie y le dirigió una sonrisa que ella agradeció.
—Este año deberás esforzarte aún más. —Theo pensó en voz alta.
—El campeón del décimo cuarto torneo de Velvet Valley no descansa, Camarón —aseguró Razer.
—¿Y el campeón del décimo cuarto torneo conoce el desodorante? —preguntó Lexie, reclamando su vaso.
—Evidentemente, no —dijo Jeff, arrugando su nariz.
—¿Te acabaste mi malteada? —bromeó Razer al comprobar el vaso vacío.
—¿Tu ma—? ¡Estaba casi llena antes de que llegaras!
—Hey, Camarón —susurró Jeff a Theo para que acercara su cabeza—. ¿Qué está pasando aquí?
—No estoy seguro, pero es bueno que vuelva a molestar a Razer de esta manera, y no con golpes...
—¿Qué le hiciste?
Ambos dieron un respingo al notar que Lexie y Razer apresuraban su paso en una pequeña competencia hacia la barra para pedir una nueva malteada.
—Nada —dijo Theo en un tono más normal—. La encontré en la biblioteca. —Notó el gesto de confusión en su bronceado amigo—. Lo sé. Dijo que estaba allí por el aire acondicionado. Tal vez sea una cosa de chicas, que se ponen más agresivas con el calor...
—Huh... —Jeff miró a sus amigos, pendientes en la barra, empujándose ligeramente con sus caderas.
—Me alegra que sonría.
—Ajá... Seguro Ellen estará igual de contenta, cuando sepa que volviste a hablar con ella.
—Vamos, Jeff. Tú sabes que todos esos rumores son solo eso. Quiero decir, es Lexie. Además, ¿no crees que si hubieran videos de ella por ahí, ya los hubiéramos visto?
—Probablemente. No es que yo lo crea. —Meditó un momento—. ¿Le dijiste lo que dicen de ella?
—¡Desde luego que no! ¡Tal vez lo sepa ya y eso es lo que la tenía tan preocupada! ¡Seguramente se muere de vergüenza y..! —La mente de Theo comenzó a trabajar rápidamente. Era tan obvio—. Seguro sabe lo que dicen de ella, y es por eso que se esconde en la biblioteca. ¡Seguro piensa que nosotros lo sabemos!
—Pero nos ha estado evitando incluso desde antes que estas tonterías se difundieran.
—Bien... Tal vez fuimos los últimos en enterarnos.
—¿Nick lo sabe? ¿Y Razer? —Theo bajó la voz.
Jeff negó con la cabeza:
—No he dicho nada.
—Será mejor que se quede así. No queremos causar más problemas.
—Shh.
Lexie caminó de vuelta a la mesa con un vaso nuevo en su mano. Sin embargo, antes de poder alcanzar su sitio, fue levantada.
—No mientras yo esté aquí —dijo Razer, al tomarla por la cintura y colocarla unos pasos más lejos de la mesa, para ser el primero en sentarse—. Gané. —Extendió su mano para recibir la malteada.
Lexie se la dio de mala gana.
—¿Terminaron su competencia? —preguntó Jeff, divertido.
Ambos asintieron. Tenían las mejillas rosadas y una sonrisa estampada en sus rostros.
—¿Qué les parece si vamos a mi casa? —propuso Jeff—. Sería bueno estar todos juntos un rato.
—Esperen, ¿y Nick? —preguntó Lexie.
Inmediatamente, volteó a ver a Razer, quien negó con la cabeza.
—Salió con alguien —musitó Theo.
—¿Qué? ¿Quién? —preguntó Jeff, fascinado. Estaba seguro que Nick echaría todo a perder.
—¿Cómo lo sabes? —intervino Razer.
—Ellen me dijo que hoy saldría con una conocida suya, pero se rehusó a darme más detalles. Cree que si me dice el nombre, no irá nada bien la cita. —Theo negó con la cabeza, derrotado. Estaba incrédulo de lo que había dicho.
—Es Nick —dijo Lexie con obviedad—. La cita será un desastre.
—Diez dólares a que llega a mi casa antes de las nueve —propuso Jeff.
—Quince a que incluso llega golpeado o manchado de algún alimento que ella le lanzó —agregó Razer.
—No lo sé, chicos... Ellen se escuchaba muy entusiasmada —dijo Theo.
—Entonces veinte a que llega antes de las ocho —dijo Lexie.
...
Desde que conocieron a Jeff, habían buscado cualquier excusa en los días más calurosos del verano para pasar la tarde en la piscina de agua helada que tenía en su patio trasero.
De inmediato, los tres chicos nadaban por el perímetro de la piscina, mientras Lexie aún se aferraba a su playera que le cubría desde los hombros hasta los muslos. Se había quedado en la orilla, conformándose con solo mojar sus pies.
Al principio, los chicos cuestionaron tanto su decisión de vestimenta, como su actitud hacia el agua; sin embargo, no lo expresaron en voz alta. Preferían gritar desde el otro lado para que Lexie los escuchara.
—Ah, diablos —dijo Theo en cuanto su celular comenzó a sonar y vibrar.
Se apresuró a salir del agua sin importar que en su caminar hubiera tirado un par de latas de cerveza.
—¡Cuidado, Camarón! —reclamó Jeff, apresurándose a rescatar una lata llena de alcohol.
—¡Saluda a Ellen de mi parte! —Rió Lexie.
Razer la imitó.
Theo hizo unas señas con la mano mientras contestaba el teléfono con una voz chillona.
—¡Trae más cervezas, Camarón! —gritó el pelirrojo.
Pateó una lata a sus pies, con la intención de hacer callar a Razer, pero solo logró mojar a Lexie.
—¡Theo! —reclamó ella.
Él solo hizo una mueca al tiempo que tapó la bocina. En seguida, corrió dentro de la casa, mientras juraba a la persona del otro lado de la línea, que era una reunión en la que solo había chicos.
—Perfecto, ahora tendré que ir por más —resopló Jeff, al contemplar el desastre ocasionado.
Con los hombros caídos, exploró el camino por el que Theo había andado, corrigiendo sus errores. Al final, también entró en la casa, dejando que Razer nadara hasta el extremo donde Lexie mojaba sus piernas.
Razer pensó tantas cosas qué preguntarle, pero sabía las respuestas de todas ellas: Lexie estaba evidentemente incómoda mostrando su cuerpo a pesar de ser algo común para todos ellos, pues la habían visto cientos de veces en bañador.
Temerosa de que Razer pronunciara alguna palabra, se escudó, al cruzar sus brazos sobre su pecho. Pero él se impulsó para sentarse a la orilla junto a la chica. Dudosa, ella lo miró.
—Te apuesto a que puedo salpicar más que tú —dijo Razer, decidido.
—¡Ya lo veremos! —le retó, dejando sus inquietudes de lado.
Ambos comenzaron a patalear lo más fuerte que pudieron, y crearon grandes salpicaduras fuera de los límites de la piscina. Inmersos en el agua que subía y bajaba, no se percataron cuando Nick cruzó el umbral hacia la terraza donde se encontraban.
—¡Alto! —gritó él.
Las risas de ambos cesaron casi al instante al pasar a sorpresa, cuando detrás de él, vieron a una chica rubia de mirada soberbia que inspeccionaba el lugar.
—Vaya, era en serio. —Jeff arqueó las cejas al tiempo que veía a la chica detrás de Nick—. Bienvenidos.
Les extendió una lata de cerveza a cada uno. Mientras Nick aceptaba la suya, la chica vio con desprecio la que tenía delante de ella.
—¿No bebes? Mejor para mí —dijo el anfitrión.
Acto seguido, abrió la lata para sorber la mitad de su contenido de un solo trago.
—No —respondió ella con su tono cargado de antipatía—. Yo cuido mi figura.
Nick respondió a la mirada inquisitiva de todos con una sonrisa amplia.
—Chicos... les presento a Ángela —dijo orgulloso.
Ella iba preparada con su bikini cruzado de dos piezas que dejaba ver su trabajado cuerpo.
La presumida chica avanzó hasta uno de los camastros que descansaban a la orilla de la piscina, sobre el césped. A pesar de que el sol se estaba ocultando, Ángela adoptó una posición como si estuviera dispuesta a tomar un baño de luz solar.
—Hermano... —susurró el pelirrojo a Nick.
—Lo sé —dijo de inmediato éste, con una gran sonrisa boba en su boca.
Razer y Lexie lo vieron con reprobación.
En su euforia, y aprovechando el interés que parecía tener Ángela en Nick, este, se quitó su playera, y presumió sus marcados músculos. Eventualmente, se arrojó al agua en un poco profesional clavado, donde estampó su costado derecho contra el agua.
Ángela volteó su cara al cielo para ignorarlo, algo que él decidió no notar.
—¿Esa es Ángela Powell? —susurró Razer, del otro lado de la piscina.
Lexie había corrido por la orilla para escuchar su plática.
—¿Por qué diablos la trajiste? —preguntó Lexie.
—No iba a perder la oportunidad de verla en bikini. ¿Ya la vieron? —Su sonrisa no podía ser más amplia, ni más patética.
—¿Cómo ignorarla, Nick? ¡Es Ángela! No hay chica más chismosa ni problemática en todo Velvet Valley. ¡Ya es suficiente con que esté en el colegio conmigo!
—Además, es la prima de Ellen —añadió Jeff.
—Ya lo sé —dijo él, relajado. Posó sus brazos en la orilla de la piscina—. ¿Y cuál es el problema?
Theo colgó de último con Ellen, asegurando de nueva cuenta que solo habría chicos en aquella reunión. Botó su celular en cualquier lado y recibió a Nick con una sonrisa.
—¡Hey! Por fin llegaste. ¿Quién ganó la apuesta? Creo que fuiste tú, Lexie —Comprobó su reloj de pulso.
Sus amigos, excepto Nick se echaron a reír.
—¿Hicieron una apuesta sobre la hora en la que aparecería? —preguntó, molesto.
—Pues claro, ninguna chica te ha soportado más de dos horas —respondió Theo con naturalidad.
—Pues creo que hay una excepción —dijo Razer entre risas.
Con cautela, Theo se volteó lentamente, para entrar en un ataque de pánico. No solo había hablado de más frente a Nick y su cita, sino que había mentido a Ellen delante de su prima.
—Hola, Bosley —saludó Ángela sin siquiera voltearlo a ver—. ¿Soy un chico para ti?
—No-No-No sabría que estuvieras aquí. Por eso le dije a Ellen...
—Supongo que también eres un chico para él, Mayfair—lo interrumpió Ángela, mas no se molestó en cambiarse de posición—. No me sorprende en absoluto. Si tan solo alguna vez te vieras aunque sea un poco femenina...
—¿Por qué no vas a acostarte con alguien? —espetó Lexie.
—Oh, ¿así como tú lo haces todas las noches con Torres?
Todos guardaron silencio.
—¿Qué? —Nick volteó a ver a Razer, tratando de analizar lo ocurrido.
Su vista saltó rápidamente de su amigo a su hermana y de regreso. Pero ella parecía aturdida.
—Solo somos amigos, Ángela —saltó Razer en su defensa—. Si nos ves juntos es solo por eso. Ella es como mi hermano mayor.
Razer la tomó del cuello para chocar sus nudillos contra su cabeza.
Nick arqueó una ceja, pero ese argumento le pareció bastante acertado. Después de todo, a lo largo de los años, la gente había supuesto relaciones entre ella y Theo, Razer y Jeff, dada su cercanía.
—Solo somos muy unidos —añadió Theo de inmediato.
—Ninguno nos atreveríamos a tocarla —terció Jeff, casi nervioso.
—Ah, ¿en serio? —Sonrió Ángela.
Lexie se paró de su asiento y corrió dentro de la casa lo más rápido que pudo.
—Ah... iré a poner música —se excusó Jeff.
—Iré por otra cerveza —dijo Razer, e ignoró de las latas llenas a su lado.
Al entrar a la casa, pudo ver a Lexie contemplar a oscuras la pantalla de su celular. La luz remarcaba las finas facciones de la chica: su fina nariz, sus pequeños labios y sus marcados pómulos en su cara redonda.
—Hey... ¿estás bien? —preguntó él, sacándola del trance.
—Debo irme —dijo de inmediato.
—No, Lex. ¿Fue por lo que dijo? No dejes que eso te intimide.
—Esa zorra me importa muy poco —dijo ella con indiferencia. Llevó su celular cerca de su pecho—. En verdad necesito irme.
Razer notó que un par de nuevos mensajes aparecían en el celular de su amiga.
—¿Es él, verdad? —preguntó en susurro.
—Mantente fuera de esto, Raz —le dijo con ojos suplicantes.
—No tienes porqué hacer esto.
—Sí. Tú sabes que sí.
—Podríamos ir a la policía. Llamarlos, podríamos—
—No te metas, Razer —dijo con una voz más severa—. Por favor.
Él frunció el entrecejo, cargado de ira e impotencia.
—Cuando quieras dejar de sufrir, puedes dejar tu orgullo de lado y venir a pedir ayuda.
—Sabes que no lo haré.
Ella dibujó una sonrisa triste.
—¡No puedo creer lo tonta que estás siendo!
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