V. Bajo la Sábana

No era la primera vez que Lexie y Razer estaban acostados en la misma cama, tapados bajo la misma sábana. Nunca había pasado nada más allá de una charla íntima. Sin embargo, la última vez que lo hicieron, eran solo unos niños, y no había sexo incluido en la plática.

Razer se sentía incómodamente calmado con esa situación. Inhaló despacio el perfume del cabello recién lavado de Lexie y procuró mantener contacto visual para que ella no pensara que era igual que su hermano.

Aunque él insinuó acompañarla a casa, Lexie prefirió quedarse con él. Después de todo, escuchó una conversación en donde Nard daba órdenes para ir a Los Ángeles. Podía estar segura que sus palabras no saldrían de la habitación, y esa vez, realmente necesitaba un abrazo.

—Entonces... —Razer caviló unos segundos—. Sí estaban saliendo... Tú y Nard. —Se escuchó dolido.

—Fue cosa de verano. Comenzó cuando ella se fue —bajó la voz. Señaló con la cabeza la foto de su madre que Razer atesoraba—. Sentí que me necesitaba. Lo vi como el chico rudo que tenía un tonto amor para recuperar lo bueno en su vida.

Razer no pudo evitar poner cara de pocos amigos.

—Y el tipo era guapo. —Sonrió Lexie para sí.

—Está bien. Entiendo. Podemos saltarnos esos detalles.

—No lo sé. Comenzamos a salir los veranos. Era una tonta cosa de niños. Un beso por aquí y por allá... Aunque... debo confesarte que de pequeños, íbamos al jardín de los Applewhite, detrás de su cobertizo mientras jugábamos al escondite.

Eso explicaba por qué siempre preferían el mismo lugar aunque los encontraran casi en seguida.

Razer chasqueó la lengua. No estaba impresionado.

—Todos en la cuadra notamos el dolor de ustedes tres. Su pérdida fue tan repentina que nadie lo cuestionó... Te volviste un idiota que quiso impresionar a cualquier chica que pasara, tu padre dejó de esconder su alcoholismo, y Nard decidió las drogas.

—No quiero impresionar a todas las chicas...

—¿Julia? ¿En serio? —Frunció sus cejas.

—Continúa... —pidió en seguida.

—Al principio no me molestaba. Incluso pensé que podría hacer una diferencia en él. ¡De verdad lo creí! Pero las drogas se hicieron más constantes, en mayor cantidad cada vez... hasta que llegamos a esto.

—Y ahora lo consumes —espetó él.

—Razer... Dentro de dos semanas tengo una competencia de patinaje. Sabes que patinar es para mí como lo es el surf para ti. ¿De verdad crees que lo haría?

—Bien... ¿por qué lo haces? —preguntó en forma de ruego.

De inmediato borró ese gesto suplicante que Lexie notó en seguida. No pudo evitar esbozar una sutil sonrisa.

Buscó las manos de Razer bajo el edredón y las cubrió con las suyas.

—Lamento haber sido tan ruda contigo —susurró a sus manos—. Lamento haberte golpeado.

—Pero, ¿por qué? —insistió él.

El susurro lo había obligado a acercar sus cuerpos.

—Nard fue mi primera vez. —La voz de Lexie ahora solo era un hilo delgado. Se aferró a la mano de Razer que quiso liberarse—. Estábamos saliendo. Fue perfecto. Pero se volvió agresivo tan sutilmente que no me di cuenta hasta que ya era tarde. Muchas veces él estaba drogado. Yo no le daba importancia porque pensaba que solo era una etapa. Estaba dolido... Necesitaba comprensión.

Razer sintió el temblor de las manos que sujetaban las suyas. Notó la frustración y el dolor de su amiga.

—El verano pasado —prosiguió ella— volvimos a salir. Aunque, estaba dispuesta a decirle que hay alguien... olvídalo. —Sonrió ligeramente.

Razer pudo haber jurado notar un ligero rubor momentáneo.

—Pero Nard ya había cambiado mucho debido a las drogas. Su cara ya comenzaba a verse demacrada... Es un imbécil que dice cosas sin sentido. Se pone eufórico y violento. Decidí darle una última oportunidad, y me deje llevar por mis recuerdos de él... Me dio una cerveza adulterada antes de hacerlo, y cuando recobré la razón, él ya me había grabado... con otros dos extraños que jugaban conmigo.

Durante su relato, ella mantuvo sus ojos cerrados. No pudo soportar la mirada de Razer. Pero este estaba más concentrado en maldecir a su hermano. Temeroso, se aventuró a acariciar el rostro de Lexie. Ella respingó.

—Terminé la relación. No quería saber más de él. Pero me chantajeó con mostrar el video a todos... Me invadió el pánico y tuve que hacer lo que él me pedía. —Hizo una pausa para mirar a Razer a los ojos.

Él se sorprendió de su fortaleza. Pues pensó que ya había derramado un par de lágrimas.

—¿Recuerdas los golpes que vieron cuando regresé de escalar con Julia y Lindsay?

—¡No me digas que fue ese idiota! ¡Estaban más morados que tú cabello!

—No sabía qué hacer. —Volvió a susurrarle a sus manos—. A quién acudir. Cuando eso pasa, lo que menos quieres es que nadie se entere. No quería que nadie me viera débil.

—Lexie...

—Ese verano terminó y no pude estar más feliz. Pensé que al iniciar este verano, él se habría dado cuenta de su error... Pero no pude estar más equivocada.

Razer no pudo evitar pensar lo tonta que era en su inocencia por querer pensar que todos eran buenas personas.

—Fue horrible sin ustedes cuatro aquí.

—Sabía que debimos llevarte con nosotros.

Razer deshizo el lazo de sus manos para tomar a la chica por los hombros.

Ella negó con la cabeza.

—Seguro habrás visto a dos chicos más que me filman mientras...

—Sí —respondió seco.

—No viste al tercero —susurró a sus manos.

—¿Qué?

—Ese, Pantera, está siempre detrás de la puerta para que no se vea en las tomas. Él siempre apunta su pistola a mi cabeza hasta que Nard ordena que la baje. Sabe dónde encontrarme si no me presento por mi cuenta.

Razer acarició su brazo sin saber qué decir. Dudó si llevarla a sus brazos, o dejarla sumergirse en sus horribles pensamientos.

—De todos, eres el que menos quería que se enterara. —Lexie se enfocó en la camisa de su amigo—. No quería arrastrarte a un problema que no es tuyo.

—Debiste contárnoslo. Especialmente a mí. Es mi idiota hermano, y tú, mi mejor amiga —dijo firme.

En un acto reflejo, entrelazó sus piernas con las de ella.

Lexie respingó.

Él no resistió y la llevó hacia él, acarició su espalda y su cabello. Por un momento, el suave tacto de la chica lo llevó a sus fantasías cuando espiaba por la ventana.

—Razer... —susurró.

De pronto, él se sintió el idiota. Se distanció para ver sus ojos. Las palabras no eran necesarias. Mientras él pensaba en cumplir una de sus fantasías, Lexie había vuelto a esa mirada triste y vacía que tantas veces vio por la ventana.

—Lo siento —dijo de prisa, como si él fuera el culpable de todo.

—Está bien...

—No Lexie. Esto no está nada bien.

...

Los últimos días, la chica de cabello púrpura había puesto pretextos inútiles y perezosos para evitar a sus amigos y a su hermano. Mintió acerca de estar con sus amigas, y a ellas, mintió acerca de estar con los chicos.

La verdad era que se había encerrado en la biblioteca pública. A veces leía algún libro para evadir su mente y sus recuerdos de todas esas violaciones voluntarias de las que había sido víctima.

Otra veces solo hacía líneas en una hoja para pasar el tiempo. Y otras más, los peores días, se escondía en la hemeroteca, donde nadie la vería llorar.

Incluso ella pensaba que era una lastimera forma de pasar el verano; pero ese era el único lugar donde podía estar segura que nadie la molestara. Ni Nard, ni Nick, ni siquiera su padre.

—¿Lexie? —preguntó Theo en susurro.

Ella levantó la cabeza abruptamente de sus brazos.

—¿Qué haces aquí? —preguntó ella en susurro.

—Quería un poco de tranquilidad y aire acondicionado. —Theo jaló una silla para sentarse frente a Lexie—. Ellen ha estado insoportable últimamente.

—Yo te lo advertí desde el primer día. —Sonrió, más no quitó su triste mirada de sus rayones con tinta negra.

—Bah. —Theo escupió mientras subía sus gruesos anteojos.

—¿Qué es esta vez? —preguntó Lexie.

Su actitud no pasó desapercibida por su amigo. Hacía semanas, Lexie no se importaba por alguno de los chicos y no paraba de lanzar comentarios hostiles.

Theo chasqueó su lengua. Si decía la verdadera razón, probablemente Lexie volvería a ese agresivo tono del que todos estaban hartos.

—Piensa que Julia quiere algo conmigo. —Theo tamborileó sus dedos contra la mesa.

Él notó en su amiga una expresión de incredulidad, pero pronto una sonrisa se extendió por su rostro, al ser reflejo de la suya.

Ella cubrió sus labios para evitar ser reprendida.

—Tal vez así sea. Algunas veces me contó cuánto le gustaba verte caer de la tabla de surf —susurró Lexie.

—¡No puedo entender cómo lo hacen!

—Has vivido más de seis años junto al mar. Razer ganó su primer competencia a los quince.

—Ellos son atléticos, yo me mareo con solo subirme a la montaña rusa.

Lexie tapó su boca antes de que una carcajada saliera de ella.

—¡No te burles! —La risa lo venció—. ¿Recuerdas cuando vomité desde arriba y todo cayó sobre un turista que pasaba por ahí?

—¿Cómo olvidarlo? Esperó a que el juego se detuviera y tuvimos que salir corriendo de ahí. Razer tuvo que jalarte de la playera para que no te quedaras atrás.

—Ni me lo menciones. —Theo frotó su cuello, recordando aquel suceso—. Un momento... ¿ese fue el día...?

—Ese fue el día en que Julia te besó. —Ella asintió con la cabeza.

—¡Pero acababa de vomitar! ¡Eugh!

—Esa, Theo, es la muestra definitiva de amor —dijo Lexie, bromeando.

—Ah, claro —respondió en tono irónico—. Aunque me parece que era más feliz con Razer.

La sonrisa de Lexie disminuyó un poco.

—¿Qué haces aquí, de todas formas? —preguntó Theo al notar el rostro de la chica.

—El aire acondicionado.

Intentaba no pensar en sus razones, y abrazar esa pequeña chispa de felicidad que se le había escapado tan fácilmente.

Al voltear a verlo, una sonrisa cálida se asomaba en sus labios.

—Este lugar es muy silencioso. Vamos por un helado, donde no nos regañen por reír.

—N-No creo...

—Yo invito. 


★★★★★

Si estás pasando por una situación de violencia de género o te sientes insegura alrededor de algún familiar o amigo, recuerda que no tienes por qué sentirte sola.

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