🍀Prólogo🥠
Desde que era pequeña he tenido que vivir con el temor de dos leyes; la primera y principal la de Murphy, la segunda y muy razonable la de Pudder.
Ambas leyes me hicieron entender que por sí misma, las cosas tienden a ir de mal a
peor. Si algo parece ir bien, es obvio que se te ha pasado por alto algo. La naturaleza está del lado del fallo, así que la naturaleza es perra.
¡Oh!, disculpen, cierto ¿adónde quedaron mis modales?
Todo lo que empieza bien acaba mal y todo lo que empieza mal acaba peor.
Entre ambas leyes:
No puedes ganar.
No puedes desempatar.
Y tampoco puedes abandonar el juego.
El universo es impredecible, retorcido. Disfruta conspirar encontrar y solo avece a favor del
ser humano, observando el infortunio ajeno.
¿Saben lo que es vivir día tras día implorando que nada malo pase?, yo lo vivo. No porque
quiera, es que desde que tengo uso de razón, ¡siempre!, pero siempre, me pasa algo.
Tampoco voy a mentir, si me ha pasado cosas buenas, al igual que malas.
Como todo ser humano nací con un gran propósito en este cruel mundo. El mío por ejemplo es ser
un gran imán para atraer una suerte desequilibrada.
En un mundo de más de siete mil habitantes, yo, Mayte Lerner fui bendecida...no, ¿a quién
engaño con esto? fui maldecida con un gran, extraño y poco común don. Un don que no le
desearía ni a mi peor enemigo.
Yo soy el blanco favorito del universo, y con esto quiero decir que tengo la misma suerte que
posee un alfiler en ser hallado en un pajar. Si, una en un millón, nunca me sucede cosas buenas ni cosas malas, mi suerte puede variar cada treinta minuto.
Solo imaginen:
30 minutos para ganar la lotería y treinta más para perder el boleto ganador.
Media hora de suerte en el que te tardas en llegar al instituto y cancelen el examen a ultimo
momento por el cual no estudiaste.
30 minutos más para ir a un concierto y tener la oportunidad de conocer a tu banda favorita,
y otros treintas para que termines haciendo el ridículo frente a todo un país.« Solo porque sufres a causa de los benditos nervios, flatulencias inesperadas y traicioneras»
Treinta minutos más de desgracia para pasar la noche en las frías calles, solo por extraviar las llaves de la casa, y treinta más para conocer por accidente la chica que se convertiría en tu
mejor amiga y confidente.
Y así es como vivo mi día a día.Eso sin contarles lo peor que me ha sucedido en la vida.
No hay nada peor en el mundo que ir al baño de casa de alguien a hacer tus necesidades
mayores y que se tropee la cadena, y como si eso no fuera suficiente que no hubiera papel
higiénico, porque agobio, ¡eh!, ¿que haces en ese momento?
Tienes dos opciones;o lo dices y te mueres de la vergüenza o puede volverte loco y macharte entero intentando arreglar el
estropicio por ti mismo. En mi caso tuve la suerte en media hora para que se me ocurriera una
idea desagradable que no me gustaría contarles. Eso sería mucha información.
Solo digamos que me he ocultado cada vez que veo a la señorita Giselle en la calle. No tengo la
valentía necesaria para enfrentarme a ella, no después de lo ocurrido.
Nunca sabes lo que te puede esperar el día de mañana.
Un día podrás tener lo que deseas y al otro se derrumbara frente de tus ojos.
A veces el tiempo y el destino pueden estar a mi favor y en contra. Por eso digo que soy la
chica de la suerte desequilibrada.
Como odio estar tan enamorada de alguien que ni siquiera parece estar interesado en mí, y
cada vez que intento hablarle a esa persona algo siempre debe de suceder arruinándome por
completo el momento perfecto para expresarle mis sentimientos.
Cepillo mi cabello por quinta vez de la noche mientras canto una tonta canción pegadiza que
escuché en un comercial de perfumes, intentado olvidar una sonrisa que parece no
desaparecer de mi mente, veo que parece no funcionar así que me subo encima de la cama y
tomo el cepillo como micrófono mientras bailo y brinco como mono encima de la cama. Esto
no parece muy terapéutico que digamos, pero al menos así me puedo olvidar de la estupidez
que hice esta mañana. Hay varios toques en mi puerta.
- ¡Ya bájale, Mayte que nos dejas sordos! -Se queja mi hermano mayor Sebastián. -Solo
deja de torturarme los oídos.
-Cállate, déjame en paz.
Lo escucho reír antes de que una puerta se cierre, supongo que la de su habitación. Vuelvo a
cepillar mi cabello húmedo y me estremezco ante el frío, dándome cuenta que he dejado el
ventanal abierto de par en par, la brisa fría de la noche trae consigo una pronunciada llovizna y solo estoy llevando un pijama.
Camino hasta el ventanal y descorro las cortinas melocotón para cerrarlas, pero antes de que
pueda hacerlo mi boca cuelga abierta viendo a mi vecino con una toalla alrededor de sus
caderas mientras parece muy enfrascado hablando por teléfono.
No soy chismosa, pero no pude evitar observar toda la tinta en uno de sus brazos y en su
costado, veo las tabletas perceptibles de su abdomen - aun cuando es de contextura delgada -Y agradezco que nuestras casas estén tan cerca o al menos que nuestras habitaciones estén una frente a la otra. Los ejercicios que suele hacer en las tardes sin que valen su esfuerzo. Me pregunto si será buena idea ir junto a él al gimnasio.
«¿Pero que estoy haciendo?»
«Esto es pecado»
Va descalzo y de manera distraída tira de su cabello casi rubio hacia arriba sosteniendo el
teléfono con la otra mano. Es toda una sucia fantasía. La está alimentando y siento que peco.
Mi corazón se acelera y presiento que esto se convertirá en un cliché.
¡Jesús de Nazaret! , ¿Desde cuándo mis hormonas están tan descontroladas? Casi temo de mí
misma. ¿Acaso haber hecho tropezar al chico que me gusta en el medio de los pasillos y que
toda la clase se burlaran de él por mi culpa no vasta?
Me inclino hacia adelante, pero siendo lo suficiente sensata para no caer fuera del ventanal y
partirme los huesos contra el suelo. Siempre he sido muy despistada y eso sin incluir la mala suerte que llevo encima.
Cuando Hender se gira y veo su espalda quiero patalear de la emoción e incluso saltar como
loca, pero me digo a mi misma relájate y no hagas una estupidez. No es la primera vez que lo veo sin camisa, pero siempre será increíble tener la fortuna y bendición de los dioses para apreciar una de las grandes maravillas del universo. Otra maravilla es su trasero cuando bajo la vista y se ve ese bulto de su trasero aferrando la toalla, justo por encima hay unos benditos hoyuelos que me hacen suspirar. «Toda una perfección visual».
«¡Hay! de mis pecaminosos ojitos»
Me inclino mucho más hacia adelante y cuando la toalla comienza a aflojarse pierdo el
equilibrio de mi mano, pero afortunadamente logro aferrarme a tiempo de las
cortinas...Bueno, casi, excepto que consigo tirarla abajo y la veo caer rumbo al pequeño jardín
que divide nuestras casas.« Me lleva el infierno, espero que ahí existan demonios como él»
Ahora me pregunto ¿Cómo demonios recupero las cortinas que se cayeron por el ventanal?
Ni muerta bajo a buscarla, no después que su amado cachorrito me deja casi sin brazo.
Desecho ese pensamiento y decido que puedo preocuparme luego por las cortinas y subo la
vista esperando ver la continuación del espectáculo de mi oscura fantasía, pero todo lo que consigo es una ceja enarcada y Hender de pie en su ventana ahora abierta. Aún lleva la toalla,
pero ahora simplemente me observa, esos ojos grises me estudian.
¿Ahora que es lo que dirá de mí?, listo mi reputación se fue a la mismísima mierda.
- ¿Por qué tus cortinas están encima de la casa de Fiara?
-Se cayó cuando un murciélago me ataco.
Le mentí como siempre solía hacerlo cada vez que la situación se volvía algo vergonzosa. Era
eso o admitir que lo espiaba cada noche sin descanso.
-No te creo en absoluto, pequeña mentirosa-Reposa el trasero, contra el pequeño balcón
de su ventana y se cruza de brazos.
-Te estoy diciendo la verdad. Estaba leyendo un libro cuando de pronto un feo murciélago
entro por el ventanal, y cuando salió se trompezo con las cortinas dejándolas caer.
-Uhm...aún sigo sin creerte-Se pone nuevamente de pie, y por poco se le cae la toalla-Pero me da igual. Supongo que solo debes tener más cuidado para la próxima ¿No?, no vaya
ser que te contagie la rabia.
-Claro, lo tendré. Pero ¿Podrías bajar a buscarlas?
Me sonríe pareciendo bastante divertido y entonces lleva la mano a su toalla, no puedo evitar
llevar mi vista ahí« ¿Qué carajo estaba haciendo?»
Contengo la respiración cuando comienza a aflojarla, la libera y me sonrojo cuando encuentro
un bóxer ajustado. Adiós a mi inocencia, claro si es que algún día la tuve.
-Ve tú, ahora estoy ocupado, ¿Y qué demonios ves?
- ¡Cielos!, Ponte un pantalón. O vuélvete a poner otra vez la toalla.
Él ríe negando con la cabeza y cierra las cortinas de su habitación, yo cierro el ventanal aun sonrojada. Ya era la octava vez que mi ingrata curiosidad me hacía presenciar este tipo de
cosas, al menos deje de pensar en Darren y sobre todo en la torpeza que hice esta mañana.
Pasados unos minutos, luego de haberle enviado un mensaje a mi mejor amiga, tomé la laptop de la mesita de noche y comencé a diseñar los folletos del club de teatro antes de irme dormir.
Como presidenta del club debía ocuparme de ello, aunque a veces cuando empiezo a aburrirme de diseñar me distraigo un poco editando con Photoshop las fotografías de mi amor platónico y mías, imaginando una vida que seguramente jamás sucederá.
Cuando termino de enviarle al rector los diseños de los folletos, finalmente decido que es hora de ir por mi cortina antes de que mis padres lo noten y no me dejen asistir al partido de este viernes, sabía que era más de las doce de la madrugada, pero valía la pena ser mordida por una cachorrita rabiosa.
Tomo un suéter para esconder que no traigo sujetador puesto (Por qué no me gusta usarlo en
casa) y más ahora que estoy con el pijama más ajustado que tengo, y salgo de la habitación en
silencio. Bajo las escaleras y no me encuentro a nadie en la sala, sin embargo, escucho a mi
hermano hurtar algunos bocadillos del refrigerador. Al parecer la comida china solo aumento su hambre.
Abro la puerta de la casa con calma y camino rápidamente hasta el lateral para tomar mis
pobrecitas cortinas que ahora están cubiertas de lodo. La tomo y pretendo devolverme, me
detengo viendo a Honder, Harley y Hender salir de su casa. Las tres H de hermosura.
Los trillizos de mi calle. A veces se me hacía difícil tener que distinguir a Hender de su
hermano, sino fuera porque sé que Hender lleva tatuajes, y que siempre hay una picardía en
su mirada junto a una actitud descarada, eso sin incluir que pareciera ser un rompecabezas, no los fuese diferenciado. Donde sea que vaya sé quién de los dos es Honder ya que de los tres él
es dulce e incluso carismático. Y que puedo decir de su hermana Harley, no se parecen en nada
a ellos, ni siquiera en el físico, aunque es una chica muy divertida, y realmente me agrada.
Me acerco un poco más para chismorrear cuando me toma desprevenida su cachorra rabiosa. Suelto un chillido cuando la escucho ladrar dejándome en descubierto. «¡Hay! porque los animales me odian tanto»
Hender es el primero en verme por lo que camina hacia mí. Me alejo rápidamente de la cachorra causando que me tropezara contra él.
-Aun estas casando al terrible murciélago, o ¿Vienes a alimentar a la cachorrita? -Se ríe ante lo último, yo me encojo de hombros.
-Vengo por la cortina
.
-¿Quién demonios les teme a los murciélagos?, ah...cierto la chica que exagera que una cachorra por poco le quita la mano-dice Harley llegando junto con su hermano hasta nosotros, entrecierro mis ojos hacia ella.
-Se me cayó la cortina-Intento cambiar de tema rápido. Esto era incómodo. -Supongo que
los tres irán a la fiesta de los Warren.
-Cristina nos invitó, Harley cantara esta noche -responde Honder-. ¿Vienes?
Niego varias veces sujetando aun las cortinas. Después del show que hice hoy no era una
buena idea que fuera a esa fiesta.
-No, ella no vendrá, sus padres no la dejaran salir hasta que tenga los dieciocho-Se burla
Hender, vive para molestarme. De hecho, muchos viven para molestarme.
-Y aunque ese no fuese el caso tampoco iría, aun debo de terminar los folletos.
-Toda una ñoña, muy bien te deseo suerte. ¿Sera que ya nos podemos ir?
-Sí. Ten linda noche, Mayte y que sueñes con los murciélagos y la cachorrita devora brazos-
Harley besa mi mejilla y me sonríe-. Y evita futuros accidentes con tu cortina. Y aquí entre nos, tengo unos vehiculares que quizás te sirvan para la próxima.
-Okey, no entendí a qué te estas refiriendo pero que te vaya muy bien en el escenario.
-Dulces sueños -Imita Hender en burla a su hermana besando mi mejilla y luego pellizcándola. Desteto que hagan eso-. Si tienes pesadillas solo piensa en mí, pequeña mentirosa.
-Pero si tú eres la mismísima pesadilla.
-Ni que fuera el murciélago. ¿O acaso si lo era?
-Ya, déjala -Se ríe Honder tirando del brazo de Hender. Harley me giña el ojo y así los tres terminan desapareciendo de mi vista. La élite de mis problemas.
Escucho nuevamente la perrita ladrar, haciendo que corriera apresuradamente hacia mi casa.
Me encargo de poner las cortinas todas manchadas de lodo, ya mañana me encargaría de
lavarlas. Tome mi celular de la mesa de noche para ver la hora, pero de un momento a otro me
llega un nuevo mensaje del rector, lo primero que pienso es que ya recibió el diseño de los
folletos. Abro el mensaje y me paralizo al ver su respuesta.
Reactor Gregory: Mayte aprecio mucho tus diseños, pero esos no son los folletos que te pedí.
No podía entender a qué era lo que se refería, estaba segura que le había enviado los folletos
correctos, tal y como me lo había exigido. Confundida abro la laptop y reviso el buzón de salida, y es cuando mi corazón se congela, empiezo a sudar y me dejo invadir por el pánico.
Ni el coyote de Warner bros tendría tan mala suerte.
Le acababa de enviar una de las alocadas fotografías que había editado imaginándome una
boda con mi amor platónico. Moría lentamente de la vergüenza, siendo invadida
seguidamente por el pánico. Puedo sentir mis mejillas arder.
-Esta noche no puede ser peor.
Y como si se tratara de una maldición destinada, tropiezo sin querer la pequeña mesa con el
vaso repleto de malteada y lo que quedaba de comida china, haciéndolo caer encima de la
laptop. Y así fue como todo mis archivos, imágenes, diseños y música, entre mucho más,
llegaron a su trágico final frente de mis narices. Un momento en donde deseaba llorar, reír,
gritar y maldecir, por ser tan distraída.
La limpio un poco con una toalla en cuanto logro mantener la calma, teniendo la esperanza de
que aun funcionara. Cuando ya me decido por colocarla sobre la mesa de noche siento un
fuerte crujir bajo mis pies. Bajo la mirada al suelo repleto de malteada y sobras de la comida
china notando una de esas galletas de la fortuna estar aplastada bajo la planta de mi pie. Me agacho con cuidado para tomarla, y leo en voz alta aquel papel que sobresale.
"Alguien te propondrá algo interesante, y si deseas que tu suerte cambie deberás de rechazar aquella propuesta"
Obviamente no iba a creer en esa cosa, ni siquiera la podía entender, no era de esas personas
que creían en la magia o lo místico y eso incluyendo al destino. Pero esa noche no pude evitar dejar de pensar en aquella pequeña superstición, había algo en ella que me ponía los pelos de
punta.
Y así fue como inicio todo. Como inicia mi gran perdición y todo gracias a una galleta de sobra
aplastada por mi pie en una noche envuelta en emociones y caos.
¿Quién pensaría que mi destino dependiera de una simple galleta?
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