Capítulo (con contenido sensible) 3
***************************
ADVERTENCIA
Capítulo con contenido que puede ser sensible para algunos espectadores, se recomienda discreción.
************************
Capítulo 3
Los meses han pasado y mi panza está cada día más grande. Me he estado tomando fotos, para guardar todo el proceso. Estaba preocupada al principio, porque no tenía y aun sigo sin idea de lo que haré una vez la criatura esté en mis brazos, pero, con el pasar del tiempo, sentirle dentro de mí se ha convertido en mi actividad favorita, además de ir a la ginecóloga y verle a través del ultrasonido. Es todo un deleite.
Estoy maravillada por el fruto de mi vientre.
Sí, Jean Luis me dejó embarazada, se lavó las manos de toda responsabilidad y huyó en la primera oportunidad, sí, como yo había esperado a que desapareciera en otras tantas situaciones y diferentes escenarios, definitivamente no es el mejor prospecto para tener un bebé. Pero a fin de cuentas el bebé no es solo suyo, ¡De hecho! No es suyo en absoluto, el Pancito que va creciendo aquí dentro, es mío, solo mío y mi ex novio no va a pintar* nada más aquí.
Hice una lista de nombres, tanto de varón como de hembra y la colgué encima del espejo corredizo del closet. Alana, Ana Rachel, María José, Hannah, Shantall, Aarón, Eliezer, Manuel, Samir y Jacob son mis favoritos, pero me está dando trabajo escoger uno, puesto que decidí no revelar el sexo del bebé... sí, quiero que sea una sorpresa hasta el día de su nacimiento.
Trabajé en la banca durante unos meses, luego renuncié, por un atraco* que casi nos cuesta la vida a mí y al Pancito. Sin embargo, gracias al señor logré ahorrar lo suficiente como para tener de reserva por el poco tiempo que me falta para dar a luz.
Incluso pasó mi cumpleaños, pero no lo celebré, no tenía ni dinero ni con quien celebrar. Un gasto innecesario en un cumpleaños que celebraría yo sola, no era una opción.
Fuera de todo, la ventaja es, que ahora estando desempleada y teniendo dieciocho años, puedo ir a solicitar trabajo en la panadería.
Juana me ayudó con la cédula para tener constancia de mi mayoría de edad y pues, ya todo está listo para ir a buscar trabajo.
Yo misma redacté mi currículum y lo imprimí para llevarlo a donde el joven que nos atendió la vez anterior.
Por si se lo preguntan, llevar casi ocho meses de embarazo no es cosa fácil, y menos con el calor dominicano picando* en los brazos, eso claro que me ha puesto de mal humor y como mis emociones están tan alteradas, no llego al lugar en óptimas condiciones. Tengo la cara como un machete*, me pica la panza y tengo la espalda sudorosa y pegajosa. Lo cual me hace sentir muy incómoda. En la puerta de entrada hay un anuncio, sobre empleo. Ellos necesitan nuevos empleados, aún.
Es la oportunidad perfecta, así que entro, y me acerco al dependiente de la otra vez.
El lugar está idéntico, como si hubiese ido tan solo el día anterior, y no hace casi cinco meses. El tapizado marrón de las paredes, los limpios mostradores de hierro colmados de panes de diferentes tipos, una neverita en una esquina con refrescos, maltas y aguas.
Y, por supuesto, el mismo olor delicioso de pan recién horneado.
—Buenas tardes, pase a mi oficina por favor.
—Esta vez vengo sola, mi tía ha decidido quedarse y...
—No se preocupe, mi intención es ponerla cómoda.
Sí, han pasado muchos años desde "los episodios" y se supone que debí haberlos superado, tan solo unos meses atrás no podía dejar de pensar en hombres, pero aún sigo sintiéndome aterrada cuando me toca quedarme sola en un espacio con un hombre desconocido y tener al animal tan cerca últimamente, me tiene más alterada de lo que ya estaba.
Mi edad, confirmado por la cédula, mis aptitudes, y unas cuantas preguntas más son las que el dueño de la panadería me hace.
—¿Estoy contratada entonces?
—Me vendría bien una secretaria, pero no tienes nociones de contabilidad ni sabes manejar una empresa, por lo que tengo que analizar bien el puesto que te voy a dar.
Esto me ofende, no necesito que me tengan pena* solo porque seré una madre adolescente.
—Con todo respeto, señor, no necesito que me dé un trabajo cualquiera solo porque estoy embarazada. Si usted tiene vacantes de empleo abiertas en su negocio es porque hay áreas que están sin cubrir, en vez de sentarse a pensar la que más me convenga por mi condición, deme un puesto en el cual pueda continuar aun luego de dar a luz. Le aseguro que no me voy a morir. —Me arrepiento en cuanto las palabras salen de mi boca, y el dependiente me mira con asombro.
—Entiendo su punto, no era mi intención ofenderla, disculpe.
—Ay no, no, discúlpeme usted... Me pasé de la raya.
Sobre actué y estropee mi entrevista de trabajo, siempre tratando de complacer a los demás y justo hoy se me ocurre se rebelde.
Me despido y voy a la casa, sin pretender si quiera, esperar que me contraten.
Esta tarde tía va para el gimnasio y yo tengo que quedarme en el apartamento sola con Edita. Al degenerado le toca regresar más temprano hoy y a Juana se le ocurrió avisarme demasiado tarde. Me gustaría ser una adolescente normal, que se lanza en un sillón a ver Netflix a esta hora del día, pero no puedo lanzarme por mi panza, y no me voy a arriesgar a estar en un lugar transitado para tener la atención de Carlos Javier sobre mí. subo a mi habitación porque no lo he hecho desde que llegué, pensando que tal vez tenga tiempo de ducharme y cenar antes de que la bestia llegue, pero para mí pánico, lo encuentro hurgando en mi ropa interior. Quiero gritar, chillarle lo cerdo, sucio y enfermo que es, pero temo que si hago un escándalo Edita llame a tía y una vez más ella no me crea y me bote de la casa. Sostiene en su asquerosa mano uno de mis pantis cuando lo sorprendo, lo lanza de inmediato, como si yo fuera una estúpida. El límite de la depravación está siendo sobrepasado, ya de por sí es una tortura tener que respirar su mismo aire, pero ¿Encontrarlo haciendo cosas como esa?, voy a terminar volviéndome loca.
—¿Qué usted hace en mi habitación?
—Ay, es que vine a buscarte.
—Salga por favor.
No dice nada más y hasta luce avergonzado. ¿Qué hacía sosteniendo mi ropa interior? Degenerado le queda corto y lo peor es que no tengo a quién contárselo, me agradaría tener a alguien cerca en quien confiar, pero si ni a mi tía le puedo decir, porque no me va a creer, ¿Cómo puedo pensar en alguien más?
Cierro la puerta y me siento con mi teléfono en mano, tengo deseos de hablar con mi hermana pero aún me siento herida por su traición. No hemos hablado en meses, no pregunto por ella aunque seguro que ella si lo hace, tampoco ha hecho el intento de acercarse, excepto por el mensaje que envió una vez y yo decidí ignorarlo por completo. Abro su chat y veo lo que me dice, solo es una frase: "Me encontraron escondiendo la prueba de embarazo en tu habitación"
La llamo y espero un par de timbres antes de que conteste.
—¡Hola! Pensé que nunca ibas a llamar, sé que debes estar muy enojada, lo siento Ara de verdad. —No puedo evitar sonreír ante su vómito de palabras, ella es todo lo contrario a mí.
—¿Qué fue lo que pasó? —aún sigo molesta y herida necesito una razón contundente por la cual pueda perdonarla.
—No debí decirles, debí haber fingido que era mía.
—¿Y ver cómo te golpeaban a ti? ¿Crees que iba a permitirlo?
—Lo siento tanto actué por miedo, no tengo justificación, me vieron con la prueba en las manos y yo solo... lo siento...
—Ya no te preocupes, lo pasado pisado, así que tranquila... este, quería decirte algo.
—¿Qué pasó? ¿Se te adelantó el parto?
De repente las palabras no salen, ¿Cómo decirle a mi hermana que el esposo de nuestra tía había hurgado en mis pantis? En su lugar susurro-: Solo quería saber cómo estabas.
—Ah, yo estoy bien, ¿Y tú?
No tengo las agallas suficientes como para abordar el tema por teléfono, así que la cito para mañana en un parque de flamboyanes que hay cerca del apartamento.
Suelto mi teléfono y me levanto frente al espejo para contemplar la panza, ¡Está tan grande! No puedo esperar a finalmente ver el rostro de mi Pancito, ¿Será de tez morena como yo, o blanquecina como su papá? No lo sé, pero mi corazón de madre anhela ver a la criatura que sin duda será preciosa. Ya no me importa nada de lo que pasó con Jean Luis, no merece estar en mi vida ni en la de mi bebé.
. . .
Gertrudis me dejó plantada, pero no importa, porque ya como quiera perdí el coraje para hablar del tema. Carlos me atemoriza demasiado. Cuando atraviesas una situación difícil, y la cuentas, pero nadie lo cree, el miedo de que vuelva a surgir la misma cuestión te hace pensarlo dos veces. Esto es lo que me impulsa a querer mudarme.
Como quiera ya quería ir al parquecito, así que me preparo y salgo de la casa camino a ver los framboyanes*. Mi mente necesita un respiro, lejos de las garras del animal.
Le puse a Carlos "bestia" desde muy niña, cuando le comenté la situación a mi hermana y ella me creyó. Debido a eso surgió entre ambas un vínculo muy fuerte. Es por esto que me da tanta rabia que ahora que pasó todo esto incluso ella me haya dejado.
La amo, pero no entiendo por qué es así.
Deslizo mis pies por la calzada y coloco una de mis manos con suavidad sobre mi vientre abultado. Me hundo un rato en la autocompasión, y luego meneo la cabeza para dispersar los pensamientos negativos, no puedo permitirme sentirme fracasada teniendo que echar para adelante con tanto ímpetu.
A lo lejos veo un puesto de empanadas*, y tengo deseos como de comprar una de pizza, pero no ando con dinero suficiente. Así que paso de largo reprimiendo las ganas de regresar y gastar en un antojo, ya he aprendido que los antojos solo traen problemas.
Sigo caminando sin rumbo alguno, mi intención es pasear por todo el parque a pesar de tener los pies hinchados y dolor en la espalda. La verdad es que mi único interés es matar el tiempo y no tener que encontrarme con el degenerado, quedarme aquí más de lo necesario es solo una estrategia, porque no puedo regresar a donde mis padres, así que la única alternativa es masticar y tragar* hasta que el cuerpo aguante*
Me siento en la grama* del parque, para descansar un rato, me cruzo de piernas y pegó la espalda al tronco de un framboyán que da una sombra chulísima. Pienso que si hubiese traído mi celular, hubiera matado el tiempo jugando, o algo por el estilo.
Un grupo de jóvenes se acerca al área donde estoy y se sientan con una guitarra a cantar.
¡Cantan muy bonito! Son un grupo de religiosos, pero no católicos, lo supe porque las canciones que cantaban eran cristianas.
Antes escuchaba canciones cristianas aunque soy católica -¿O era? Ya no estoy segura de nada-, por lo general en la música no tengo ningún tipo de problema. Tampoco con las religiones, es el mismo Dios, ¿No?
Una de las chicas del grupo, se desvía y se sienta junto a mí, y de forma muy random empieza a hablarme. Yo la miro raro.
—¡Hola! Dios te bendiga
—Amén.
—Mi nombre es Natacha, ¿Y tú, cómo te llamas?
—Arabela.
—¿Enserio? ¡Qué chulo! Hay una de las chicas de allá —señala el grupo que aun canta—, que se llama Arabel
—Suena parecido —rio suave, no soy buena para las conversaciones con extraños.
—¿Cuántos meses tienes?
—Casi ocho.
—¿Es hembra o varón?
—Aun no lo sé.
—Oh, seguro se escondió* —ríe dulce—. Perdóname que me haya acercado así a hablarte de la nada, es que soy así bien espontánea. Y me pareció que necesitabas compañía.
¿Tanto se nota mi soledad? Me cuesta dedicarle una sonrisa tranquilizadora.
—Yo no soy de hablar mucho la verdad, pero gracias.
—Tranquila que yo que hablo tanto, que lo haré por las dos. —Ambas reímos—. Bueno, solo quería hacerte una pregunta.
—Adelante
—¿Qué es lo mejor que te ha pasado en la vida?
La pregunta es extraña, y hasta cierto punto me toma por sorpresa, pero respondo con una seguridad que no tengo, casi sin pensarlo.
—Mi bebé. —Antes de todo esto, mi vida era muy monótona y enfrascada en el prototipo de niña perfecta que todo el vecindario consideraba. Aunque la noticia y todo lo que trajo con ella me desmoronó, no cambiaría el hecho de llevar una vida en mi vientre.
—Será un bebé maravilloso, y más cuando empiece a apreciar el amor que su madre le tiene, ¡Qué bonito!
—Gracias.
—¿Puedo decirte que es lo mejor que me ha pasado a mí en la vida?
—Claro que sí.
—Tuve un accidente automovilístico. Los médicos no dieron esperanza a mis familiares porque duré un largo período en coma. Pero luego, el señor me salvó, me sanó y aun en los detalles más pequeños, se glorificó en mi vida. Por ejemplo: los médicos dijeron que no podría volver a caminar, y aquí estoy, caminando como si no hubiera pasado nada. Por supuesto, aún tengo las cicatrices del accidente en mi cuerpo, pero son mi trofeo porque puedo mostrarle a la gente lo que Dios hizo en mí...
—Wow, que bonito.
Me encanta cuando la gente comparte cosas así de increíbles, es decir, no todos los días alguien te dice que es sobreviviente de un accidente tan feo, o que se curó de cáncer.
—Esta noche en mi iglesia compartiremos testimonios, por si te nos quieres unir. Se llama Puerta del Cielo Abierta y está en los jardines... no te quito más tiempo, solo quería compartir esto contigo y... sea lo que sea que estés pasando, Dios tiene el control, ¿Sí?, confía en Él
Se ríe y se va, eso fue muy extraño, pero fue bonito escucharla hablando sobre lo que Dios hizo con ella. Me llena de una extraña esperanza, me hace tener el presentimiento de que todo va a estar bien.
Son estos efímeros encuentros, con gente que probablemente jamás vuelvas a ver en tu vida, que crean recuerdos muy interesantes.
Tengo que regresar al apartamento, así que me levanto y sosteniendo mi panza, me dirijo hasta allá.
Tengo la oportunidad de ver el atardecer y ya que he estado rodeada de tantas cosas que tienen que ver con la religión, me siento en cierta forma, inspirada. Así que agradezco a Dios por todo lo que tengo, y por poder ver el atardecer.
Subir las escaleras del residencial se está convirtiendo en una odisea, con los dolores más la hinchazón en mis pies. Estoy agotada y no tengo a nadie.
En cuanto llego me preparo un sándwich con un jugo de tamarindo, y me meto en mi cuarto. Decido estrenar una pijama corta de cebra que me tía me compró. Un short y una blusita de tiritos*.
Cometo el error de dejar la puerta sin seguro, como he procurado hacer tantas veces.
Ha sido uno de los descuidos más grandes de mi vida y me doy cuenta demasiado tarde.
Me estaba quedando dormida hasta que siento la aspereza de unas manos acariciándome, caricias que me dan escalofríos, y no en el buen sentido de la palabra. Abro los ojos de golpe y me sobresalto al encontrarlo casi cernido por completo sobre mí, toma mis muñecas con fuerza y me termina de acostar en la cama, trayendo los horribles recuerdos de escenas vividas en mi infancia.
Cuando era niña, Juana solía visitarnos mucho, me identificaba mucho con ella, era mi tía favorita. Hasta que se casó con un señor que conoció en uno de sus muchos viajes por el país. Había algo en mí, como un instinto, que me gritaba que Carlos era peligroso. Una repulsión y un rechazo que no podía controlar, salía de mi cada vez que lo veía. Ardo de rabia. Por todos los niños que tienen que soportar estas cosas en República Dominicana y al decir lo que pasa nadie les crea, ni tengan respaldo. Mi corazón sangra solo de pensar en lo devastados que quedan, tal y como yo lo estuve.
Juro aquí mismo que si no hubiera estado embarazada, habría hecho lo posible por atestarle aunque fuera un zapato en la cabeza y no dejar de golpearlo hasta que sangrara. ¡Que impotencia! Tener que lidiar con la misma pesadilla, aun siendo ya una mujer adulta.
Pasa su mano viciada por mi vientre desnudo, como si codiciara más a la pequeña criatura que hay allí dentro, que a mí misma.
Temo resistirme y que el forcejeo le haga daño al bebé, pero, no paro de clamar por ayuda.
Edita hace oídos sordos a mis súplicas, aunque la bestia no ha hecho más que olerme y besarme. Y una parte de mi siente que no va a detenerse con eso.
Siento que ya es suficiente cuando deliberadamente introduce una de sus asquerosas manos en mi pantalón, grito con todas mis fuerzas y recibo como recompensa un galletón* por parte de él. Lloro en silencio y miro al techo mientras grito en mi cabeza "Dios ayúdame, si estás ahí arriba ayúdame, porque no quiero que me violen" si Dios salvó a Natacha de la muerte, ¿No me podrá ayudar a mí también a salir de aquí?
Intento cruzar las piernas pero no hay forma con la bestia, él sigue intentando entrar sus manos por lugares inapropiados, hasta que lo hace, desliza sus dedos engrosados como si pretendiera herirme, lo hace una y otra vez mientras un agudo dolor me invade. Sigo gritando y pidiendo auxilio, pero nadie viene en mi socorro.
No tardo en escuchar el sonido de su correa y entiendo la magnitud de la situación cuando irrumpe violentamente dentro de mí, sin mi permiso, sin estar yo de acuerdo.
Mis peores pesadillas se convierten en realidad.
Siento el momento exacto en el cual mi alma se desgarra, no puedo definir con propiedad lo que sucede, pero sí es algo grande, terrible. Este minuto en el espacio y tiempo se convierte en una avalancha invisible que me consume por completo. Sus embestidas neutralizan mi alma, sus jadeos quiebran algo en mi cerebro, sus gemidos enfermos en mis oídos desatan algo dentro de mí y se lo llevan lejos, muy lejos.
Ya quiero que termine, que me suelte... No... yo quiero morirme, y arrastrarlo conmigo al infierno. Es lo que pienso en el momento justo en el que levanta mi suéter y se hace de mis pechos.
Empiezo a llorar y no puedo controlarlo, ¿Por qué sucede esto? ¿Por qué Dios lo permite?
Escuchamos un estruendo tras nosotros y ambos nos sobresaltamos, Yo aún tengo las huellas de las lágrimas, pero no valen de nada porque tía en cuanto me ve, corre hasta donde mí y me propina otro galletón.
—¡Así es cómo tú me pagas! —Empieza a maldecirme y golpearme mientras lloro—. Vete de mi casa, ¡Con razón tu papá te botó!
Mi conducta fue impecable, hice hasta lo más injusto dictado por ella, y nunca reproché, sin embargo me violaron aquí, y Juana sigue empeñada en echarme la culpa, pegarme y llamarme rastrera, expulsándome de su casa sin darme tiempo de tomar mis cosas. ¿Y ahora qué hago?
Mi pantalón tiene un poco de sangre pero no me da tiempo de cambiármelo. Yo creo que es obvio lo que viví, digo, es muy poco probable que el periodo* me llegue estando embarazada, y haber perdido la virginidad es otro completo imposible. Es obvio lo que me hicieron, por eso me desgarra la actitud de mi tía.
************************************
Anexo
1- Pintar: forma coloquial a la cual se refiere, al acto de la gestación. Cuando en un encuentro sexual la mujer queda embarazada, se utiliza este termino para declarar que el hombre le "produjo" un hijo.
Ej: Felipe dique le pintó un hijo a María.
2- Atraco: Asalto.
3- Picando: La sensación de calor en el cuerpo al verse sometido a exposición solar se le llama "picazon".
Ej: Diantre, este sol si pica.
Me está picando el sol.
4- Cara como un machete: Expresión de enojo, irritación o antipatía.
5- Pena: En la cultura dominicana, Pena es sinónimo de lástima.
6- Empanada: fritura hecha a base de harina y algún relleno, sea de pollo, queso, entre otros. Muy popular como comida callejera.
7- Hasta que el cuerpo aguante: Someterse a una situación hasta que ya no puedas soportarla más.
8- Grama: Césped.
9- Masticar y tragar: Conformase con una situación sin opinar, ni decir mada al respecto, donde generalmente se está en desacuerdo.
10- Se escondió: Cuando un bebé no se deja ver el sexo en el ultrasonido, usan esa expresión acompañado de un "Come chocolate" porque se cree por superstición que si una mujer embarazada come chocolate el bebé abre las piernas y se deja ver.
11- Tiritos: tirantes.
12- Galletón: Fuerte cachetada de esas que te voltear la cara. Otra vertiente es "Galleta"
Ej: Loca, ¿Tu viste que galleta le dieron a María?
¿Galleta? Muchacha, eso fue un galletón
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top