Capítulo 18

Capítulo 18

Mantener una relación a distancia es raro, pero no tanto como lo imaginé. Hablamos todos los días luego del trabajo. Hacemos video llamada, es casi como si estuviera aquí...  solo que no lo está, por supuesto.
Pero no hay por qué deprimirse, ¿Verdad? El tiempo ha pasado ridículamente lento, así que déjenme actualizarlos, con algunas cosas importantes que pasaron. 

Jared sí leyó mi carta, me llamó y me dijo muchas cosas bonitas, cada día nos volvemos un poco más, cursis de lo que ya somos.

Mi papá fue internado en un hospital psiquiátrico, fuera del país, una hermana se lo llevó exclusivamente para eso, según ella.

Carlos Javier... No sé cómo decir esto sin que suene mal. Se suicidó cuando supo que yo era su hija biológica y antes de hacerlo admitió todo el daño que me había hecho. Él... al menos hizo algo bueno antes de morir. Y yo me he dedicado en cuerpo y alma a evangelizar a mi familia, pedí permiso a mis pastores para hacerlo, y su respuesta fue. 

«Ara estás llamada a anunciar el evangelio y hacer discípulos en cada nación, como cada cristiano, no tienes que pedirnos permiso para hacer tu deber como cristiana»  así que decidí empezar una célula en mi casa, dónde hasta la pequeña Carmen ha asistido. Tía Juana... aún estoy lidiando con ella, no sé cómo manejar el extraño lazo que nos une. Resulta que mi color oscurito viene de ella y no de mi papá. Pero he entendido que si el hecho de ser hija de Carlos no va a molestarme, mucho menos serlo de Juana. Para mí, mi madre es Flor, ni la que me dió a luz ni la que me crió. 

Y ustedes dirán, ¿Viviendo solo casi dos años con Flor y ya la consideras tu madre? Viví gran parte de mi vida con ella, luego de que dijera lo de Carlos a mis 10 años, me enviaron a Licey por tres años, ahí tuve mi primer novio, el cual por fortuna se fue a vivir para la capital. También casi perdí mi virginidad viviendo con ella, la pobre hacía lo posible por darme una mejor vida, pero yo estaba muy rota, una niña de esa edad no debería estarlo. Recuerdo que estaba en la cama de mi habitación, sin miedo a ser encontrada a pesar de que Flor me importaba. Me besó me tocó, me desvistió, y entonces  los recuerdos de la bestia fueron tan nítidos... luego vinieron la culpa, la rabia y la desesperación. Eché al chico de la casa y lavé las sábanas. Me sentí tan sucia que limpié toda mi habitación por el estrés. Luego me hice novia de otro niño, y repetí la misma escena hasta que Jean Luis me convenció de "quitármela". No puedo quejarme, di a luz al amor de mi vida, me enamoré de Dios y ahora tengo un novio maravilloso. Tengo una vida mejor de lo que imaginé que alguna vez la tendría. 

Pero volviendo al tema, pasé gran parte de mi niñez viviendo con esta señora, siempre fui la niña con la cual, cómo que no sabían qué hacer con ella. O donde ubicarla. 

Ella es para mí, lo más importante. Debí haber ido con ella en vez de con Juana, cuando tuve la oportunidad. Y fui tan mala sobrina que se enteró de todo cuando me vio, un par de meses después. Ella debió jugar un papel más importante en mi vida y ahora es que realmente estoy dándole su lugar. 

Para la gloria de Dios, también cayó a los pies de Cristo. Estoy tan feliz que siento que voy a explotar. Ha habido días buenos y malos, pero desde que tengo a Cristo en mi corazón las penas son más llevaderas y la alegría se amplifica. 

Juan 16:33 se ha vuelto como mi lema oficial y con mucho orgullo tengo para decirles, que soy toda una intercesora y aún trabajo en descubrir cuál es mi propósito. 

Pero sobre todas las cosas, finalmente puedo decir «Ebenezer» hasta aquí nos ha ayudado Dios.

Y si de algo estoy segura es que Dios quiere usarme para que muchas personas de mi generación lleguen a sus pies, gente que está profundamente herida encuentre su sanidad espiritual y almática. Que la gente avance y entre a una dimensión espiritual distinta. Me escuchan hablando tanto del plano espiritual y ahorita piensan que soy mística, no, nada que ver. Creo en El Espíritu Santo y lo que él ha hecho a través de mi en los últimos meses. 

Tanto que decidí, sí, yo misma, Arabela Báez, cooperar con el área de seguimiento de la fundación y de la iglesia, tengo una sed de compartir el evangelio de Cristo porque después de todo me siento finalmente libre, Él mediante su sangre pagó el precio de mi libertad y tengo que anunciarlo a todo el que pueda para que su sacrificio se haga más conocido. 

Visito a mi suegra una vez a la semana, llevo a mi hija a la guardería me he involucrado en actividades de la iglesia, la verdad no sé cómo le he hecho para administrar mi tiempo, pero sin duda el señor aún en estos detalles me ha ayudado. 

En mi casa, las cosas han estado bajo control, Alberto Miguel, Marivale y su bebé se fueron a vivir para la ciudad, en Santiago. Mami y Carmen regresaron a la casa, Lissandro por el contrario decidió vivir conmigo, él en particular me preocupa un poco, hizo una crisis reciente y nos dijeron que debíamos llevarlo a un psiquiatra, temo que sufra lo mismo que Álvaro. Mami no dice nada al respecto, y siento que oculta algo, pero ya no voy a seguir insistiendo. 

Susana se fue a vivir para la capital con su esposo, y Samantha, la hija de los pastores regresó luego de un trámite de divorcio con su esposo. Sus padres, intentaron convencerla de que arreglara las cosas, pero ella simplemente los ignoró y se encerró en su habitación. 

La situación está un poco tensa porque Naty y ella no se llevan, y cuando se enteró que estaba saliendo con el hermano Casimiro, pues la cosa empeoró, ahora dice que Naty nunca amó a Juanjo y que no le da el respeto que se merece. 

Los pastores dicen que ella está en una onda rara de misticismo, que es una de esas cristianas que practica algunas cosas poco ortodoxas. Y la metieron al chat de la iglesia, pero entonces empezó a compartir mensajes motivacionales. Así que ahora el grupo está cerrado y solo los pastores comparten información. Me siento como una chismosa mientras digo esto, porque ahora mismo estoy hablando con Jared y diciéndole todo. Él no está en el chat de la iglesia. 

—Me acordé de la cancioncita del chisme, de esas que le gustan a Naty. "No es chisme. Es para ponerlo en oración"*.

—Sí, Claro, tú y yo somos los mayores intercesores —se burla, le saco la lengua. Su sonrisa se borra y hace una mueca que conozco demasiado bien, ya.

—Ara, quiero decirte antes de que sea muy tarde y se vuelva todo un lío, que Sam y yo tuvimos una relación amorosa antes de que se casara. 

No me sorprende mucho la información, es decir, Sam es una mujer preciosa y Jared es un joven atractivo, ambos con muchas condiciones, me sorprende incluso que la relación no haya pasado a mayores. Y menos mal porque está conmigo y es mío. Sonrío y respondo rápidamente, quitándole importancia—: Supongo que si fue cosa del pasado no debe preocuparme.

—Así es, mi corazón es la mitad tuya y la otra de Dios. 

—Me encanta cuando dices eso. 

—Lo sé more, por eso lo digo.

Su risa suave me eleva el ánimo.  

—Te extraño. 

—Yo también mi amor, pero ya falta poco. Si Dios lo permite. 

—Amén. ¿Qué has adelantado del trabajo? 

—Pues, hemos hecho una investigación exhaustiva sobre los complejos de fundaciones que hay aquí, del ministerio que me contrató, he estado estudiando diferentes diseños, haciendo mejores, presentando propuestas. No llevo tanto aquí y ya me ascendieron a una posición de gerencia dentro del equipo, por mi diligencia y background.

—Estoy orgullosa de ti, espero que te asciendan aun más si es posible y puedas sacar provecho a todas esas horas empleadas en este proyecto. 

—Gracias mi vida. Tú sabes que doy valor agregado en algunas áreas y a los gringos les ha impresionado. Además, he tratado de ser cuidadoso con la puntualidad y demás cosas, resulta que ellos valoran todo eso. 

—Esa es otra de tus cualidades, la puntualidad. 

—No te burles, tú sabes que soy bien impuntual, pero me las he arreglado para no serlo aquí. 

—No me burlo amor, comparado con otros dominicanos eres muy puntual, te lo aseguro. 

—Si tú lo dices —sonrío cuando dice esto y delineo su rostro através de la pantalla con mi índice. 

—Te quiero. 

—Y yo a ti. 

—¡Ay por favor! —doy un respingo al escuchar el grito tras de mi, escucho a Jared reir pero aun proceso el susto que me acaba de pegar mi hermano. 

—¡Lissandro! —me quejo.

—¡Quien en el mundo es tan exageradamente cursi!     

—No somos tan cursis, los hay mucho más que nosotros —se defiende mi novio— ¿Quieres saber lo que es cursi de verdad? 

En realidad es una frase nada agresiva, pero Lissandro palidece como si le hubiesen diagnosticado una enfermedad terminal, niega con la cabeza pero es demasiado tarde. No le sirve ni taparse los oídos cuando Jared empieza.

—Mi niña bonita, mi amorcito, cosita preciosa, cuanto te quiero, cuanto te adoro, ya quiero verte. ¡Dios! Eres lo más preciosísimo de la vida, mi cuchiplunchis, amorcito bonito —no puedo  hacer más que reir, porque para decir todo esto, Jared usó una voz aguda y mi hermano luce como si le fuera a dar un infarto. 

—¡Basta! ¡Asco! ¡Voy a vomitar! —se queja Lissandro, y por un momento pienso que realmente va a hacerlo.

—¡Quien te manda a entrar a mi cuarto!

—¡Solo quería saber si Ana estaba despierta!

—Muchacho, Ana Rachel está rendida, se acaba de beber su leche y está mejor que tú y yo con un abanico pegado. 

—Con toda esta voceadera no sé qué raro que no se despertó —dice Jared recordándonos que sigue ahí.

—Mi niña tiene sueño pesado. 

—¡Ah sí sueño pesado! Sentada en la cuna está ella, mi amor —se burla mi hermano y la saca. 

—Tengo que bañarla, déjamela aquí y yo voy y te la llevo ahorita.

—No dures mucho, que voy a llevar a mi sobrina a comer helado. 

No

No, no, no, no, no.

Comer helado no.

Es Lissandro, no la bestia. 

Pero comer helado...

Es Lissandro, no la bestia...

—No, no te la puedes llevar a comer helado tú solo.

—No voy a hacerle daño, Ara, lo sabes. 

—Solo no la lleves a comer helado. 

—No tienes por qué hacer un drama, ya estoy ganando dinero, si quiero comprarle algo a mi sobrina, puedo hacerlo. 

—¡Dije que no! —no pretendía gritar tan fuerte. Me arrepiento al instante, él se levanta y sale herido, casi corriendo de mi habitación. 

—No, no, no —susurro. 

Hacía mucho tiempo que esto no pasaba, los recuerdos no eran tan nítidos. Pero de repente, saber que mi hija podría por un segundo correr la misma suerte que yo, me pone los nervios a flor de piel. Este es uno de los momentos donde no quiero hablar con nadie, solo sostenerla hasta que averigüe como continuar. Porque cada episodio de estos me retrasa millas de kilómetros atrás.

Es Lisandro no la bestia.

No le hará daño, es su sobrina.

—Ara —susurra Jared, me mira con el rostro compungido, no le ha gustado nada la escena que acabo de montar—. Hey, amor, háblame.

Cuando pasan estas cosas me siento demasiado expuesta, desnuda. Detesto esa sensación. Tomo a mi hija y me la llevo a la cama. Reaccioné horrible por algo insignificante, y esta es la peor parte de estos pequeños... episodios de pánico que me asaltan, la culpa de saber que herí a uno de mis seres queridos. 

Quiero disculparme y pedirle que regrese, pero al mismo tiempo todo mi mecanismo de defensa está activo y no quiero que se me acerque. Porque me aterra, me vuelve loca solo pensarlo, que me toque y me cause repulsión, no podría hacerle algo así, no a él. 

Entonces mi cabeza salta de pensamiento en pensamiento y no puedo concentrarme en algo en específico. Me siento horrible. No sé cómo manejar esto. 

—Ara, amor, tú sabes que no me meto en esas cosas, pero no es justo que relaciones a tu hermano con algo que pasó con Carlos Javier. 

—No sabes lo que dices. 

—Si lo hago, por eso te lo digo. Llámame cuando te hayas disculpado con tu hermano. 

Me cuelga, ¡Excelente! ¡No tenía derecho de enojarse! Solo yo sé lo que viví y Ana es mía, si yo no quiero que coma helado sola con su tío, no lo hará, y en vez de juzgarme y presionarme, ambos deberían entenderme. 

Hablan en su ignorancia, no me entienden.

Siento que me asfixio, me cuesta retener el aire en mis pulmones, nuevamente estoy atravesando esto, pero Dios...

Mi hija llora mientras yo nos meso a ambas sobre la cama. 

Cierro mis ojos y empiezo a orar. 

.     .     .

No he vuelto a llamar a Jared desde que pasó lo de Lissandro, tampoco he hablado con él. Me siento terrible y no sé cómo enfrentarlo. Sí, ellos no vivieron lo que yo, pero precisamente por eso, no debí  pensar que mi hermano podría hacerle a Ana lo mismo que me hicieron a mí. 

Mis miedos sacaron lo peor de mí y él no merece esto. 

Me he parado frente a su habitación varias veces para pedirle perdón, pero siempre me devuelvo. 

Y mi novio se niega a responderme hasta que resuelva eso.

Así que hoy domingo llevo aproximadamente: dos días doce horas y no sé cuantos segundos siendo ignorada por Jared y evadiendo a mi hermano. 

Por suerte tengo que irme a la iglesia, eso me ayudará a ignorar la situación hasta que me toque volver a casa. 

Sin embargo al llegar, me lleno de otras preocupaciones, está la cuestión de Samanta, algo debió pasar para que ella esté aquí con esas actitudes, cuando el hogar donde creció es de un evangelio tradicional, Neo pentecostal, pero no liberal. 

Quiero acercarme a ella, saber qué pasó, pero siento algo que me inquieta cada vez que lo intento. Cómo si algo me detuviera. 

Algo que no puedo ver. 

No lo sé. 

Los pastores dicen que no perciben nada extraño, pero es que quizás como es su hija no estén siendo completamente objetivos. Tengo mucho de lo que preocuparme, sin embargo aquí estoy tratando de pensar qué puedo hacer para ayudarla. 

En cuanto la veo nos sentamos y hablamos libremente un rato, pero ella no comenta nada acerca de su matrimonio fallido. 

Pregunto de diferentes maneras lo mismo, acerca del divorcio pero ella solo divaga y no me da una respuesta en concreto.

—Oye, no quiero hablar de mi ex marido. Lo que quiero es... preguntarte acerca de alguien en particular.

Estamos en el patio, tiene una posición relajada, su cabello es lacio y tiene la misma textura que su madre, el mismo color y brillo, solo que más abundante. Sus labios son rellenos, atractivos, del tipo que a cualquier hombre podría gustarle, sus ojos son tan claros como los de mi hermano, pero son distintos. Sus cejas son finas, delgadas, su tez pálida y es tan preciosa, que me hago una idea de lo que va a preguntarme. 

—¿Es verdad que Manuel se casó? 

Suspiro, estuvo cerca.

—Así es. 

—No he tenido la oportunidad de verlo, ni a Jared. Éramos un grupo, ¿Sabes?

—¿Ah sí?

—Juanjo, Jared, Manuel, Fernando, su esposa y yo. Éramos muy unidos. 

—Ya. 

—¿Cómo están todos ellos?

—Ya los verás hoy, menos a Jared está fuera del país. 

—¿Fuera del país, dónde? 

No suelo ser insegura en mis relaciones, sé que la baja autoestima puede dañar todo lo que hemos construido, pero sí suelo compararme con otras mujeres y saber que esta puede tener un interés en mi novio, me está poniendo los pelos de punta. 

No quiero que me siga preguntando, por alguna razón sigo respondiendo sus preguntas en vez de decirle que la persona por la cuál me quiere preguntar, es ahora mi pareja.

Ella por suerte me pide que entremos al culto y así lo hacemos, Fernando se acerca a Sam en cuanto la ve y Manuel hace lo mismo, la llena de abrazos y parlotean como adolescentes reencontrándose en el nuevo año escolar. 

Me siento nerviosa, y al parecer Natacha está en una situación similar a la mía, porque se acerca a mi y me pide que me siente con ella. 

—Nat...

—Se que vas a decirme Ara. Sé que es mi hermana en Cristo y mi deber es amarla, pero me da mala espina. Además Fernando y ella estuvieron juntos. 

—¿También estuvo con Fernando? 

—¿Cómo que también? 

—No es bueno que hablemos de ella, menos aquí a en la iglesia. 

—Lo sé, ¡Ay Dios, lo sé! 

Mi mejor amiga se enfurruña y se arrellana en su asiento, acomoda sus lentes y frunce el ceño, se ve tan adorable, es como si el ayudante del rey Julien se enojara. El chiquito de los ojos grandes, olvidé su nombre. 

Fernando aparece delante de nosotros y se sienta al lado de su novia, la cual saca los dientes desde que él intenta dirigirle la palabra. Y vaya propuesta que hace cuando abre su boca. 

—¿Puede Samantha sentarse con nosotros?

—Por supuesto. 

Me sorprende su respuesta, y Samantha se sienta en el medio de Fernando y mi amiga. 

Frunzo el ceño hacía Manuel, quien está detrás de nosotros desde hace un ratito, se encoje de hombros y se regresa a su asiento.

—Hoy hablará del arrepentimiento, lo escuché preparar el sermón esta mañana —susurra Sam y todos la miramos. 

Ok, lo admito, es un poco rara, pero no me parece mala gente. No puedo odiarla solo porque estuvo con mi novio mucho antes de que nos conociéramos. 

¿Qué clase de persona sería si juzgará el pasado de Jared cuando él sabe todo sobre mi y siempre me ha apoyado? 

No, no puedo pensar en Jared ahora, no sé qué tan buena sea su actitud frente a este problema familiar. 

Debería concentrarme en la prédica, pero me llega un mensaje a mi teléfono.

Naty:

No me cae bien la gente que es malvada sin ningún motivo. Esos son los villanos más odiados y clichés

Ara:

No sé a qué te refieres, déjame escuchar la prédica, mi Ciela. 

Naty:

Lo siento por los pastores pero hay algo en la actitud de Sam que no me gusta nada

Ara:

Muchacha olvídate de eso y concéntrate en el culto.

No entiendo a qué viene el comentario de Naty pero lo dejo estar, no me parece que la hija de mis pastores sea una especie de villana cliché sacada de algún cuento, o novela. Es un alma triste, necesita acercarse al señor y alejarse de las cosas que solo la confunden y la apartan, como todos, es simple así. Puedo estar llena de complejos, compararme  con otras mujeres, aunque no lo exteriorice, pero no voy a ser irracional, no voy a sentir celos por el pasado de Jared, cuando él me ha aceptado con todos mis fantasmas. 

Sería muy injusto de mi parte. 

El asunto aquí es, ¿Por qué de todos los lugares, si su formación es distinta a la nuestra, vino para esta iglesia? si no le gusta que la confronten y prefiere escuchar un sermón sobre la prosperidad, ¿Qué hace aquí exactamente? 

Eso sí se lo concedo a mi amiga. 

Por otro lado, la esposa de Manuel no luce muy contenta tampoco, parece como si Sam hubiese salido con tres de los hombres que están más buenos, en la iglesia.

Aunque por supuesto este no es mi asunto, ni siquiera sé porque he pensado tanto en ella, quizás no solo porque sienta compasión, sino tal vez también porque es hermosa y no he dejado de pensar en lo poco atractiva que me veo a su lado.

. . .

En cuanto regreso a  casa mi celular suena... Es Jared.

—Infringí una regla no escrita de un noviazgo que está empezando. Me metí en un asunto familiar, culpable. No me incumbía, era entre Lissandro y tú. Ponerte un ultimátum tampoco fue bueno, perdóname por eso y todo lo demás. Fui muy duro, no me puse en tus zapatos así que creeme cuando te digo que me siento muy arrepentido. He hablado con tu hermano acerca de esto y traté de hacerlo entenderte, como ambos debimos haberlo hecho desde el principio. Así que perdón amor. De ahora en más, no pondremos situaciones familiares por encima de nuestra relación, sino que trabajaremos juntos en ello y nos apoyaremos. No lo usaremos como carta para manipular al otro. Te traté como una niña pequeña y no fue justo. De nuevo, perdón. Como te veo tan bien a veces olvido todo lo que pasó antes y lo muy afectada que estuviste, no porque no fuera importante sino porque tienes ese efecto en las personas more, transmites paz y tranquilidad, y es fácil acostumbrarse a ti en ese estado. No me justifico, estuve mal, pero te pido que rebobinemos y enfrentemos esto juntos como debimos haberlo hecho antes. Te quiero mi vida, perdóname.  

Suspiro y digo—: No mi amor, estuve mal yo también, no digo que la forma en la que actuaste fue correcta, pero tampoco la mía lo fue. Permití que un atisbo de mi pasado arruinara mi relación con mi hermano, me duele saber que no podrá estar cerca de nosotras sin pensar que lo relaciono con Carlos, cuando no es así. Pero bueno, sé que tengo que hablar con él, lo haré en un ratito. No me gusta que estemos peleados. Y hablo de los dos, esta fue nuestra primera pelea, creo y fue por una tontería pero se sintió muy feo, gracias por disculparte primero, aunque honestamente estaba a punto de hacerlo. 

El ríe y me pide que vaya a disculparme. Lisandro.

Entonces es momento de enfrentar la verdad.

Me levanto con Ana Rachel en mi costado y me paro frente a la habitación de mi hermano. 

Lo encuentro en su cama con sus enormes audífonos. Me le lanzo encima, Ana se le cuelga de su cuello mientras que yo escondo mi rostro en sus hombros.

—Perdóname, por favor, fui una idiota. 

Me mira y luego deja caer su mirada al piso. Me parte el alma verlo así. 

—Tú no eres y nunca serás Carlos, ¿Oíste? No hay forma en la que pueda decir o pensar si quiera que tú tienes algo que ver con ese hombre. Perdóname, el miedo me jugó una mala pasada. Ahora entiendo que no fue algo que vino de mi, porque todo ese pesar dolor y traumas Cristo los quebrantó, aunque siga día a día trabajando en ellos. Puedes llevar a tu sobrina a comer helado todas las veces que quieras. 

—No te preocupes, lo entiendo, de verdad. Ahora suéltame que me asfixias. 

—No te voy a soltar hasta que me perdones. 

—Te perdono mija ahora suéltame. 

—Nop, te extrañé mucho así que soportame por un par de minutos más. 

—Después de tantos momentos duros, fue un poco tonta la razón por la cual peleamos. 

—Nos viene bien un poco de normalidad. 

Se ríe de mi mal chiste y finalmente me regresa el abrazo. 

Quien quiera que sea que esté intentando hacerme caer de nuevo en el círculo vicioso de mi depresión, está equivocado. No voy a hacerlo, Cristo me hizo libre a precio de su sangre. Y no voy a invalidar la importancia de su amor y su misericordia por mí, así que no, no me voy a dejar zarandear porque como job, jamás le añadiré despropósito a mi Dios. 

Soy el testimonio vivo de que sí se puede seguir viviendo cuando sientes que han arrancado lo más preciado de ti, tu inocencia, cuando masticas polvo y todo a tu alrededor se desvanece, cuando ya no quieres continuar y te marchitas, de ahí del lodo cenagoso el señor entra su mano pulcra y te saca, te levanta y pone gente valiosísima a tu alrededor, para recordarte su amor. 

Puedo sin duda decir que la Ara de hace un año no es la misma de hoy, soy más fuerte y estoy llena de un deseo enorme de vivir. Tengo a Cristo en mi corazón y él es más que suficiente, por su gracia tengo una familia preciosa, imperfecta pero maravillosa y el mejor novio del mundo. ¿Qué más podría pedir? 


**********************************

1- No es chisme. Es para ponerlo en oración: "Pa ponerla en oración" canción de Alex Zurdo

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top