Capítulo 10 (con contenido sensible)
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ADVERTENCIA CAPÍTULO SENSIBLE
En este capítulo se manejarán actitudes que NO son correctas, se hablará con claridad acerca de temas como: pedofilia, sexualidad, ect.
De ninguna manera romantizo o valido como correcta la actitud del pedófilo en cuestión, actitudes como esta son INCORRECTAS y siempre lo serán.
Todo el que sienta atracción sexual por un niño, (más aun aquellos que no han desarrollado sus genitales o pechos por completo) es un paciente psiquiátrico, un enfermo sexual y una escoria. (Le caben mucho más insultos).
Queda bajo discreción de los espectadores continuar leyendo.
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Capítulo 10
No me voy a detener a describirles la panadería, porque no hay gran cosa que detallar en ella, es decir, es tan corriente como cualquier otra panadería. Además, no tengo el tiempo suficiente para fijarme en los detalles.
Mi jefe, el señor Manuel Cruz, designó un espacio para mí, con la mayoría de equipos pasteleros que necesito, algunos de segunda mano, aunque de buena calidad.
Me siento en el paraíso cuando él muy amablemente me dirige hasta mi nuevo lugar de trabajo.
Los primeros días estuve muy nerviosa.
Manuel me pidió que hiciera una lista de mis mejores postres y que los pusiera en el mostrador para que la gente los conociera.
Los que no se vieron tan bien me comí una parte y la otra la di a probar a mi jefe.
La mayoría de los clientes quiso probar los nuevos postres que la panadería estaba ofreciendo.
Y si les soy honesta en ningún momento pasó por mi cabeza, que estando Juana tan cerca del negocio, pudiera pasar por ahí a comprar, pero resultó ser que la fama de una nueva repostera llegó a sus oídos.
Y tras varios días estando allí, tras varios días de ir sanando poco a poco, buscando a Dios y pidiéndole que me diera fuerzas para continuar, el destino me jugó una mala pasada.
Pero no nos adelantemos a los hechos, permítanme contarles paso a paso para que me puedan entender.
Hoy en la mañana mi jefe me pidió que agregara unos cuantos postres nuevos al mostrador para que la gente viera variedad, y que en la tarde trabajaríamos con el menú de postres. Quedé con tía de que recogiera a Ana de la estancia* de la fundación si yo llegaba tarde y así estaría más tranquila.
En fin, hice todo mi trabajo y salí para el mostrador a colocar una gama de dulces fríos y calientes que había agregado. Incluso inventé con dulces tradicionales.
En la hilera de postres había: Mouses de chinola*, café, fresa, chocolate y limón; cheesecake tradicional, de caramelo y fresa; cupcakes básicos con suspiro suizo de colores y sabores, cupcakes de chocolate básicos, y con crema de chocolate; palmeritas, suspiro horneado, gelatina con sabor y leche condesada; donas básicas espolvoreadas con azúcar, brownies con almendra, y con caramelo; galletas con chispas de chocolate, macaroons, y en área tradicional: jalea de batata, coco tierno, dulce de leche, concón de leche y cortado de leche. ¿Qué cómo hice tantas cosas? Vale la pena llegar a las seis de la mañana al trabajo y trabajar sin descanso, ver la cara complacida de los clientes lo vale todo.
Y a ver, hubo un lapsus de tiempo desde que empecé a colocar los últimos postres y cuando me fui, de quizás 10 minutos, bien pudieron ellos elegir otro momento para venir, donde yo no fuese testigo de su llegada, aunque seguramente hubiesen hecho lo posible por llamar mi atención, o hubiesen hecho un drama para que me mandaran a buscar.
Termino de poner la última gelatina, en el mostrador frío y levanto la vista. Juana me mira como si estuviera esperando el momento justo en el cual le prestara atención, y entonces se acercan. Pienso que lo hacen para torturarme, y lo entiendo por parte de Carlos, pero ¿tía? Tanto daño cree que le hice, como para querer torturarme así.
No entiendo de verdad, sé que hay niños que por malcriados pueden inventar cosas, pero, ¿Abuso sexual durante años y una violación? No, yo creo que mi familia aparenta ser buena moralmente, pero están podridos por dentro.
—Quisiera unas palmeritas, por favor —dice ella, no me tomo mucho tiempo en mirarla.
—Sí señora —respondo, y busco un recipiente donde echárselas.
—No lucías tan complaciente cuando te acostaste con mi marido, ¿Verdad?
Los demás trabajadores detienen lo que están haciendo para mirarme, e incluso algunos comensales dejaron sus postres para mirarnos.
—Juana...
—¿Juana? Ahora me dices así... ¿Sabían ustedes mis amados, que la repostera nueva es mi sobrina?
Muchos parecen reconocerla porque la llaman por su nombre, algunos arrugan el gesto en mi dirección. Hemos llamado incluso la atención del jefe, quien se sitúa fuera de la oficina para ver mejor. No lo necesita, es bien alto, no sé por qué lo hace. Debe medir como 1,80.
—Sí, exacto —continúa la hermana de mi padre—. La jovencita que recogí después que la botaron de su casa y ella me pagó acostándose con mi esposo.
—¿No debió botar a su esposo si le fue infiel, señora? —Manuel sale en mi defensa y eso me sorprende, porque no me conoce en lo absoluto. A menos que... ¿Le habrán comentado algo Natacha o Susana?
—No, porque... ella lo sedujo.
—Pero aun así, si su marido le fue infiel, ¿Por qué no lo echó de la casa?
—No podría, sé que no fue su culpa.
—¿Pero no se enojó ni nada con él?
—No, porque...
—¿Y lo natural no es, que aunque usted se enoje con su sobrina, también se haya enojado con su marido? Discúlpeme señora, pero voy a tener que pedirle que se vaya. Ha causado un disturbio en mi establecimiento, y ha alterado el flujo de tranquilidad de mis clientes y mis trabajadores.
—¿Pero tú quién te crees que eres?
—Lo siento, pero, si no va a ordenar nada, tiene que marcharse. Si tiene algún problema con alguno de mis empleados, discútanlo fuera del local, y fuera de hora de trabajo.
Se detiene y frente a Juana y le señala la salida. Ella sale dando pasos duros como una niña, no me extraña que actúe así. Puede parecer todo lo dura y fría que quiera, pero le encanta llamar la atención.
Que desastre que me acaba de armar. Mi jefe me hace una seña para que entre en su oficina y se me ponen los vellos de punta.
Seguramente me va a despedir y no tengo ni un mes trabajando aquí.
Suspiro antes de entrar y él en cuanto me ve me señala la silla que está en frente.
—No tengo interés en exponer tu vida personal, Arabela. Me hubiese gustado que este episodio hubiese sucedido lejos de aquí, porque ahora lamentablemente saldrás perjudicada —no me distraigo mucho en el hecho de que ha decidido tutearme, lo ha estado haciendo desde que al parecer entró en confianza.
—Yo...
—Quisiera decirte un par de cosas antes de que hables. Para poderte ayudar necesito que me digas la verdad.
—No puedo señor, es muy personal.
—¿Así que es verdad?
—No, le aseguro que nunca seduje al esposo de mi tía.
—¿Él te sedujo, entonces?
—No, no hubo seducción de por medio.
—¿Un arranque de hormonas quizás, porque él estaba solo en la casa y tú embarazada?
Me siento pequeña mientras me interroga, no me gusta nada quedar tan expuesta ante la gente.
—Perdona que sea tan entrometido —dice—, pero necesito saber.
—No puedo decirle lo que sucedió, pero le garantizo que de mi parte no hubo ninguna colaboración. Sé que la panadería se verá afectada por esto, y entiendo si quiere despedirme, pero...
—No, ahora te explico. ¿No eres culpable entonces, y niegas las acusaciones de tu tía?
—Sí, señor.
—Bien. Quiero leerte una frase, está en uno de los libros más sabios de la historia.
Me encojo de hombros y él saca su teléfono.
No me detengo a fijarme en lo bonitos que se ven sus nudillos sosteniendo el celular.
—Dice Mateo capítulo cinco versículo once: Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo.
—¿Quería saber si lo que decía mi tía era cierto para leerme un versículo de la biblia?
—Quería decirte, que te prepares, porque no serán fáciles los días de ahora en adelante, pero que Dios sabe que están mintiendo sobre ti, y él dice en su palabra que bienaventurados somos cuando estas cosas pasen.
—¿Es usted cristiano?
—De hecho Ara, asisto a Puerta del Cielo Abierta, al igual que tú. ¿Por qué crees que estaba en la exhibición del trabajo en la fundación el día en que te contraté?
—Entonces... —frunzo el ceño—. Susana o Natacha le hablaron sobre mí, ¿No?
—No, no lo hicieron. ¿Hay algo que debería saber?
—No que sea demasiado importante como para que vaya a afectar la empresa.
—Discúlpame si te ofendí, no es mi intención. Quiero que estés segura en este lugar, Arabela, por eso incluso te ofrecí tu propio espacio. Así que no te dejes pisotear. Y no vengas aquí pensando que voy a despedirte y mucho menos a presentar una renuncia si crees que tu presencia aquí afecta a la empresa. Ahora, puedes continuar con tu trabajo.
No sé cómo sentirme, pero al menos, no me despidieron.
. . .
Luego del episodio en la panadería los clientes bajaron considerablemente, y más de una vez fui a la oficina pero Manuel me decía lo mismo: Dios proveerá los clientes, Arabela.
Me irrita que me mantenga ahí cuando soy de mala suerte, pero al mismo tiempo estoy agradecida de tener un empleo.
En poco tiempo se estabiliza una cantidad regular de clientes, pero no aumenta, aunque gracias a Dios tampoco disminuye.
Ahora estoy tras el mostrador escondiéndome de Manuel.
¿Qué por qué? Sencillo. Hoy se puso una camisa negra que le queda demasiado bien y no he podido dejar de mirarlo. Por supuesto que se dio cuenta y me llamó a la oficina pero no he ido, es decir, ¿Para qué? ¿Para decirle que está tan atractivo que no puedo dejar de mirarlo?
Me siento contenta, sin embargo. Que un hombre me resulte atractivo es casi un milagro para mí luego de todo lo que he pasado.
Verdaderamente Dios está haciendo un trabajo en mí.
No he menguado en cuanto a mis estudios de la biblia, y cada día que pasa trato de acercarme más a Dios. No existe una fórmula secreta, no hay que resolver un acertijo, no hay que unirse a una secta y sacrificar tres gallos... no, lo único que hay que hacer es hablar con Dios y seguir su palabra. O al menos eso dice mi pastor, José María.
Yo digo que en el poco conocimiento que tengo, he aprendido algo muy importante. No importa quién seas, si tú de todo corazón reconoces que necesitas una luz en tu vida, algo definitivo y contundente, reconoces que necesitas a Dios y lo llamas, él viene a ti.
Es algo muy bonito y difícil de describir. Pero yo soy el testigo vivo de que estaba sumida en lo más profundo de un hoyo, y de ahí poco a poco me ha ido sacando el señor.
Jesús es el amigo que siempre quise tener. De verdad, y no puedo decir que quisiera que fuera de carne y hueso, porque aun sin yo poder verlo puedo sentirlo en mi cuando lo llamo.
No pretendo, con esto hacer que alguno de ustedes, cambie su forma de vida, no. yo solo les estoy planteando que existe una salida, que yo la encontré, y solo si ustedes quieren pueden acceder a ella. No les impongo ni obligo a nada, de hecho ni siquiera soy tan valiente aun como para exteriorizar estos pensamientos, y respeto que cualquiera piense y crea en lo que quiera... pero esta es mi verdad y sé que algún día tendré el valor suficiente para poder compartirla.
¿Por qué llevo mi mente a esto? ¡Ah! Porque últimamente me gusta pensar en Jesús... y en Manuel también.
¡Ay! Estoy mal.
O quizás no...
Mi jefe aparece en mi espacio repostero y me cuesta no lanzar el cuenco de la harina por los aires.
Se ve demasiado guapo...
Trato de mirarlo a los ojos y él enarca una ceja.
—Arabela, te llamé a mi oficina, pero en visto de que no viniste, he venido yo mismo —había algo de reproche en su voz, pero no le di mucha importancia, estaba muy ocupada tratando de no mirar (fracasando totalmente) su camisa—. Básicamente quería decirte que en vista de que tienes mucho trabajo últimamente, con el incremento de postres, me he tomado el atrevimiento de buscarte un ayudante, porque... ¿Tengo algo en la camisa?
—No, señor.
Siento mi cara muy caliente, cuando dice eso, y lucho contra el impulso de esconderme. No es como que le vaya a decir que luce guapo.
—Bien, su nombre es Jared, y será tu aprendiz repostero de ahora en adelante.
—¡Hola!
Detrás de él sale un joven con apenas barba, ¿Cuál es el afan de los carajitos por dejarse tres pelos en la cara? ¿Creen que eso los hace ver más "hombres" o qué? El niño luce tan animado que no me inspira confianza.
Asiento para saludarlo y veo como su animosidad decae un poco.
Manuel sale y nos deja solos.
—Mi nombre es Arabela y...
—Sí, ya tío Manuel me dijo todo.
—¿Tío Manuel?
—Sí. Ahora, ¿Qué vamos hacer?
—¿Por qué te designó a repostería?
—Porque necesitabas un ayudante y yo estaba vagando en casa.
Oh, eso tiene sentido.
Jared es una mejor ayuda de la que esperaba, es obediente y eficiente para ser tan joven, además, es rápido. Dudo que realmente haya estado "vagando" como dijo. Es muy inteligente.
Ese día logré aumentar casi un 50% de mi trabajo, gracias a él, y me siento muy contenta.
Jared es muy comunicativo, pero no en exceso, hace muy chévere el ambiente, de hecho me hace pensar en cómo sería mi bebé cuando tenga su edad... edad, ¡Oh! ¿Y no que Manuel no admitía menores de edad? A este si porque es familia.
No puedo evitar enojarme con eso, es decir, ¿Un niño de 15 o 16 años y a mí con 17 no me quiso aceptar? Al finalizar el día me propongo encararlo, pero no sucede, porque como bien saben en mi cabeza soy un león, pero cuando me enfrento a la gente me convierto en un gatito, así que me guardo para mí, todo lo que llevo dentro.
—¿Qué edad tienes Jared? —le pregunto justo cuando se va yendo.
—Tengo veinticinco.
Ah... con razón lo contrataron, y yo haciéndome una película en la cabeza y tachando a mi jefe de inmoral, el pobre. menos mal que no fui a "encararlo" habría salido muy avergonzada, más después de todo lo que Manuel ha hecho por mi. No tengo derecho a reclamarme porque me rechazó, cuando me ha ayudado tanto en esta etapa de mi vida.
Por otro lado me cuesta ocultar mi cara de asombro, Jared es por mucho, mayor que yo, pero me siento más vieja. Él sonríe como si adivinara mis pensamientos y lleva su mano derecha a su hombro izquierdo.
—Deberías aplicar a algún otro trabajo en el cual te vaya mejor, es decir, ¡Mírate! Eres muy inteligente, ¿Por qué aplicar aquí? —boqueo como un pez, vergonzosamente, él parece no notarlo.
—Quiero hacerlo, no podría darte otra razón.
—Me imagino entonces que ya saliste de la universidad
Se encoje de hombros pero no me dice nada, y eso me frustra un poco, de verdad, odio cuando los hombres hacen eso. Que no comuniquen las cosas directamente.
—Pero, ¿Estudiaste al menos? —insisto, me dedica una miradita extraña, más, no dice nada al respecto—. Debes hacerlo...
—¿Debo? ¿Tú lo hiciste?
Achico los ojos y lo miro con desdén, este carajito no sé lo que se cree.
—No, pero...
—Pero nada, no estudiaste y tienes cierto éxito con la panadería, el éxito es subjetivo.
—No puedes decir eso, porque...
—La definición de éxito global es una, pero la definición de éxito personal, es precisamente como su nombre lo dice: personal.
—Ya vete cerebrito, tu tío te espera, no deberías desperdiciar tu coeficiente intelectual en hornear bizcochitos y acompañar a una vieja amargada.
—No eres vieja, amargada tal vez un poco, y sí, quizás tengas razón... así como tú deberías dejar de comerte a mi tío con los ojos y ya decirle que te gusta.
—¡Jared! ¿Cómo puedes...?
Me guiña un ojo y no puedo evitar estallar en carcajadas una vez desaparece detrás de la puerta. ¡Qué niño más imprudente! Pero me cae bien, a fin de cuentas. Creo que es una buena compañía siempre y cuando no me toque y no se inmiscuya en mis asuntos personales.
Me caía un poco mal al principio, quizás porque es... demasiado efusivo. Pero, le cogí cariño rápido
Salgo corriendo del local antes de que Manuel me vea, y pido un carrito de concho* porque los taxis están bien caros para Licey y el dinerito tiene que rendirme.
El primer cumpleaños de mi hija está a la vuelta de la esquina y tengo que ahorrar. Aunque ella no recuerde esta fiesta, no importa, igual tengo que hacérsela.
En cuanto subo al carro y cierro la puerta, me doy cuenta tarde de que la persona que está en el auto es Carlos.
Lleva una niña en el asiento de adelante, creo que es una de sus sobrinas. Yokayra, o algo así.
Intento abrir la puerta pero no cede.
Veo desde mi asiento como una de las manos del enfermo está peligrosamente cerca de la entrepierna de la nena. De inmediato me dan unas nauseas que no puedo controlar.
Llamo a la policía y espero a que contesten para ponerlo cerca de mi boca y hablar.
—Carlos, ¿A dónde nos llevas?
—A dar una vuelta mi amor, imagínate, Yoky es tan pequeña como tu hija, es como si fuéramos marido y mujer ¿No?
—Estás enfermo, eres el esposo de mi tía.
—No dijiste eso cuando te lo... —mira a la niña como si evitara decir una grosería, y miro con horror como toca el pecho de la niña.
Manuel me dio un teléfono de la empresa y lo saco para grabarlo, él me ve por el retrovisor y se incorpora de una vez—. ¿Qué haces? ¿Por qué me grabas? ¡¿Tú quieres que te estralle* el bendito celularcito ese?!
—¿Aló? —escucho en la línea donde llamé a la policía.
—¿En qué calle estamos y por qué tienes a esa niña contigo? Si quieres hacerme daño a mi hazlo, no a ella.
—No, tú ya eres vieja, era más fácil y delicioso tocarte cuando eras más chiquita. Debí habértelo hecho antes, cuando estabas más tiernecita, así como Yoky
—Eres un pedófilo, eso eres.
No dice nada al respecto, solo ríe.
—Carlos por favor para el carro y deja a la niña.
—No mi vida, a tu tía ya la quité del medio, es hora de que te vengas conmigo... en todos los sentidos.
—Un enfermo, eso es lo que eres, ¿Y cómo que quitaste a mi tía del medio, qué le hiciste? —no dice nada y yo me acerco al auricular del teléfono y digo claro y audible: — estamos en las carreras en un camry blanco, creo que de los ochenta no tengo idea de cuál es la placa —al oírme hablar, la bestia suelta el volante y lanza sus garras atrás para arrebatarme el teléfono—, el hombre que va al volante se llama Carlos y es sospechoso de violación a menores, estamos con él una niña y ¡No!
Carlos toma el teléfono y dice: —Esto fue una llamada broma, olviden todo lo que dijimos.
Puedo escuchar el disgusto del otro lado de la línea, la oficial con la que hablé no lucía muy contenta de haber sido timada.
—Por favor...
—Cállate un buen rato o tendré que dormirte.
La niña llora asustada y él le grita que se detenga. Tengo mucho miedo pero quiero ayudarla. Pongo la cámara del teléfono que me resta acostado en el retenedor de vasos que hay en el reposabrazos, de modo que enfoque por lo menos una parte de la reacción de él.
Me acerco e intento sacarla del asiento de adelante para atrás, pero él descuida de nuevo el volante para golpear mis brazos con fuerza y que deje de intentar.
Lloriqueo y me regreso para atrás con un dolor inmenso tanto en el alma como en mi brazo izquierdo, que fue el que más sufrió.
Levanto la mirada al cielo y clamo en silencio mientras las lágrimas brotan de mis ojos.
"Señor sácanos de aquí vivas" es lo que le suplico.
Lo único que atino a hacer es grabar el momento justo en el cual, el maldito entra sus manos por debajo de la faldita de la niña y mi alma se rompe. Jalo de su brazo y lo golpeo para que la deje ir.
Entonces de repente algo nos impacta. Una catástrofe que sucede demasiado despacio, y rápido al mismo tiempo.
Todo es luz y cristales rotos fugaces arañando tu piel, luego es un girón donde sientes que tus intestinos cambiaron de lugar con tu cerebro.
Todo a mí alrededor se apaga y no escucho nada.
¿Qué pasó?
. . .
Escucho una voz distante.
"Se volcó un camión" el sonido de un pitido taladra mis oídos. ¿Dónde estoy? ¿Dónde está mi hija?
"Pobrecita niña, no tiene ni idea" Quiero que se callen, todos, pero las palabras no salen de mi boca.
"El hombre que manejaba dijeron que era su tío, él está en muy mal estado" No entiendo nada, y me está explotando la cabeza.
Puedo sentir como alguien arrastra sus dedos sobre mi frente. Quiero abrir los ojos pero me pesan demasiado.
—Creo que despertó —dice una voz que desconozco—. Está intentando abrir los ojos.
Lo hago.
En mi derecha están Natacha, Flor, y ¿Mi mamá?
Parpadeo sin creérmelo, pero su rostro no me dice nada.
Débora está también en una esquina, ella se acera a mí y toma una de mis manos entre las suyas. Mi mamá la fulmina con la mirada, pero yo decido ignorarlo.
—Mi niña, nos tuviste muy preocupados, el pastor y Manuel se quedaron afuera intercediendo por ti.
¿Manuel?
—¿Qué pasó?
—Ibas en un carro de concho, una niña y tú. El conductor quedó desbaratado, y la niña está muy delicada también. Tú fuiste la mejor parada, y el accidente fue feo, dejame decirte.
—Fue la misericordia de Dios que te guardó —interviene Natacha—. Estoy muy feliz de que estés bien, créeme.
—Yo sé que sí, muchas gracias a todas. Tía Flor, ¿Y mi bebé?
—La tiene Susana, está afuera porque no podíamos entrar todos.
—Entiendo.
Quedó Desbaratado y la niña... ¡La niña!
—La niña, ¿Aparte de las heridas del choque, no revisaron otras áreas de su cuerpecito?
—Que yo sepa...
—Tía por favor, dile a una de las enfermeras que cheque la parte genital de la niña.
—¿Por qué? Es para movilizarla.
—Carlos la tocó, pero no sé si también la violó.
—Que cínica eres —comenta mi madre.
¿Saben? Estoy harta de bajar la cabeza cada vez que digo la verdad y no me creen. No creo que sea coincidencia que me encuentre en el mismo hospital donde me llevaron cuando la bestia me violó.
Quizás... sí, talvez podría denunciarlo.
Mi papá entra en la sala y se me hiela la sangre. No, no creo ser capaz de hacer nada, tengo demasiado temor.
—Juana está estable, despertó y dijo que no fue su marido quien la golpeo. Dijo que la atracaron en una esquina.
—Si nos disculpan, nos vamos un ratito —dice Débora dándole una miradita a Natacha.
—Gracias por venir, lo aprecio mucho, pastora.
Mi papá bufa cuando me escucha, pero Débora no luce ofendida, al contrario. Me sonríe de igual forma y muy amable sale de la habitación. No me preocupa que salgan, porque Flor se va a quedar conmigo. En cuanto cierran la puerta, mi papá arremete contra mí.
—Esas acusaciones falsas que estás haciendo contra tu tío, quiero que te detengas, han pasado demasiados años y sigues con lo mismo. ¡No entiendo por qué quieres llamar tanto la atención!
—Álvaro —dice mi madre—. Ya...
—¡Que ya qué carajo!
—¿Y no se les ha ocurrido, que si sigo diciéndolo es porque quizás sea verdad?
—¡Deja tu habladuría* muchacha del carajo!
—¿Cambiaría su forma de ver al inocente Carlos si les muestro un video? Tía, ¿Sabes dónde quedó mi teléfono?
—No va a cambiar nada, porque sabemos que es una manipulación tuya.
De repente la puerta se abre, un Alberto Miguel muy alterado entra interrumpiendo nuestra "escenita de amor fraternal"
—Mi niña, ¿Estás bien? Vinimos en cuanto pudimos.
—Sí, estoy mejor —le sonrío y él se acerca para dejar un beso en mi frente, luego se gira al notar el ambiente hostil.
—Supongo que ya se enteraron.
—¿De qué?
—De que Carlos falleció.
Mis padres abren los ojos y salen corriendo de la habitación.
—Así que les importa más el abusador que su propia hija —rio, pero es para evitar que salgan las lágrimas.
¿Por qué soy tan vulnerable? Es como si me odiaran, ¿Tan difícil es creer que me abusaron y me violaron? Si un niño sufre una situación como esta y sus padres no lo escuchan y niegan lo que el niño está diciendo, este crece con mucho dolor y poca confianza, tanto en la gente como en sí mismo. El niño abusado está condenado a vivir una vida desgraciada, a menos que Dios entre.
Y me da impotencia, que quienes fuimos las víctimas tengamos que cargar con el dolor y los traumas, que estemos tan dañados.
Carlos me rompió en lo íntimo. Pero mis padres rompieron mi confianza por completo. Y es lo más doloroso, porque se supone que son las personas que deben cuidarme y amarme.
Ahora, leí un versículo muy bonito en la biblia que me da mucha esperanza, desde que lo vi no he dejado de pensar en él, iba así:
"Aunque mi padre y mi madre me dejaran, Con todo, Jehová me recogerá." Y está en Salmos 27:10
Sé que mis padres deberían ser importantes en mi vida, pero, cuento con Dios que es mucho más importante, y esa es mi satisfacción.
No puedo decir que no me afecta o que no me importa, ya que son mis padres después de todo. Pero ya no tienen el poder sobre mí de destruirme, porque Dios está uniendo cada pedacito en mí día a día y mientras más lo busco mejor me siento.
Mi hermano me regala una sonrisa devolviéndome a la realidad y acaricia mi cabello.
—En realidad no ha muerto, lo dije para que se fueran.
—¿La pastora se fue?
—Sí, se fueron todos.
Con todos me imagino que también habla de Manuel, pero no me animo a preguntar, de hecho, en cuanto encuentre mi teléfono le voy a dar las gracias porque no me atrevo a decírselo en persona.
Un calor bonito se instala en mi pecho al pensar en Manuel orando por mi... es decir... es Manuel.
Sé que es mi jefe, y está mal que piense así... pero es muy guapo.
Me gusta.
¡Ay por Dios! ¡Me gusta!
Pero, ¿Cómo puedo afirmar que me gusta si no lo conozco?
Pues, ya quiero de una forma diferente. Y siento que Manuel tiene ese "algo" distinto que necesito. No es solo que esté buenísimo.
Ay no... ¿Qué estoy diciendo? Es mi jefe. Es un joven atractivo y autosuficiente, no creo que vaya a fijarse en una fracasada como yo, madre soltera para empeorarlo.
Además, ¿Yo con un hombre, cuando apenas me voy acostumbrando a dejarlos entrar de nuevo a mi vida? ¿Y si nos casamos y llega el momento de tener intimidad? No lo soportaría.
Solo lo hice una vez y fue traumática, porque solo pensé en el abuso que me hacían de niña, y la segunda vez fui forzada. Así que no tengo experiencias buenas a las cuales aferrarme.
¿Y si soy una de esas mujeres que no tienen apetito sexual? ¿Y si todos los abusos me inhibieron? ¿Tendré el don de continencia de Pablo?
Me sorprende el avance que voy llevando, con lo que acabo de vivir, puedo decir la palabra "abuso" —o al menos pensarla— sin sentirme tan vulnerable.
¡Ojalá encontrara mi teléfono para buscar el video!
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Nota de autora
NO apoyo que la gente, piense que ser madre/padre soltera/o te descalifica o te hace menos persona o "fracasada/o, pero recuerden que existe el prejuicio y estigma social, que desde que te embarazas fuera de tiempo ya eres un fracaso y encima si tienes que criarlo sola/o.
Ahora sí, vamos con la explicación.
Anexo
1- Estancia: Lugar público donde atienden bebés, tipo guardería.
2- Chinola: Maracuyá o fruta de la pasión
3- Concho: medio de transporte público barato dominicano, pero no más barato que el bus. (variación en la explicación de lo que es un motoconcho)
4- Estralle: estrelle
5- Habladuría: exageración o mentira // variación (más usada que la palabra original): jabladuría
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