Capítulo 9: Poder y dinero.
«Todos mis problemas se sienten como una disculpa mediocre y cada persona está varios pasos delante de mí. Intento alcanzarlo, pero el viaje no parece valer la pena».
Siempre me había resultado extraño lo poco que se hablaba de la sensación de tener todas las miradas clavadas en la nuca, hasta que comprendí que no a todos les ocurría. Era un recordatorio constante de ser el raro del instituto.
—¿Habéis escuchado que el rarito de Lyren se ha peleado con Aleix? —Las risitas de una chica llenaron el aula, cuya puerta estaba abierta de par en par.
—Dios, que deje de molestar —farfulló otra—. Encima, con el historial que ya tiene.
—Que se mate. —Reconocí la voz de Dorothea a la perfección—. De todas formas, no aporta nada.
—Lo dices como si tú fueras un gran añadido a esta clase —escupí, irrumpiendo en el lugar.
—Vaya, Lyren. —Ella sonrió cínicamente—. ¿No te han dicho que es de mala educación escuchar a escondidas?
—¿Y a ti no te han comentado que tienes una voz tan chirriante que atraviesa paredes?
Estaba tan harto de dejarme pisar.
—Eres un completo idiota. —Se bajó de la mesa en la que se encontraba sentada, pisando mi pie con la punta de su tacón.
—Al menos no soy un falso de mierda.
Trató de abofetearme, pero una mano la sujetó por la muñeca, impidiendo que el golpe llegara.
—¿Y a ti, Dorothea, te han dicho alguna vez lo mucho que todos te odian? —cuestionó Harlan—. ¿Sabías que solo te soportan porque tu papi tiene dinero? Ahora cállate antes de que me revientes un tímpano.
Ella abrió mucho la boca, tratando de generar una respuesta ocurrente. Sin embargo, el rubio le dio la espalda y tiró de mí hasta nuestros asientos.
—Es tan molesta —se quejó, tumbándose sobre su escritorio.
—¿Por qué te has metido? —pregunté con recelo.
—¿Porque me ha apetecido? —Apoyó su cabeza sobre su brazo, girándola en mi dirección.
—¿Has hablado con Aleixandre?
—No, ¿por? —Se veía confundido.
—Olvídalo. No necesitaba tu ayuda. —Me senté en mi sitio, dándole la espalda.
—Auch. Me tratas tan mal, Lyren. —Soltó una carcajada.
—No sé de qué hablas.
—Oh, vamos...
Trató de seguir conversando conmigo. Sin embargo, al ver que no recibía respuesta de mi parte, se rindió al cabo de cinco minutos. Me sentí aliviado cuando no insistió más, pero me equivoqué, pues su nueva estrategia fue ocupar el asiento de Aleixandre, quien aún no había llegado al aula.
—Lo siento, Lyren.
Fruncí el ceño, observándolo de reojo.
—Sé que no confías en nadie, pero jamás tuvimos esa intención que tú piensas.
—¿De qué hablas? —Giré ligeramente mi cabeza.
Debía ser sincero: había logrado captar mi atención.
—No tenemos intención de burlarnos, hacerte daño o lo que sea. Realmente queremos tus amigos —declaró.
—¿Y por qué tan caritativos? —ironicé.
—No es caridad —negó.
—¿Entonces?
Dudó. Tardó tanto en responder que pensé que a mitad había desistido de una vez por todas.
—Es triste verte tan solo.
—Ahora dime algo que sea válido. —Entorné los ojos.
—Joder —masculló—. Sé que nunca antes hemos hablado y... En mi caso, tenía curiosidad, ¿sabes? No sé qué piensan Solange o Leigh, pero me preguntaba cómo alguien que antes sonreía tanto ahora ya no es capaz de cambiar la expresión en su cara.
—¿Antes?
—Ya sabes. —Tragó saliva—. Hace uno o dos años... Antes de... Tobías.
Era cierto. Muchas cosas habían cambiado con el pasar del tiempo y sonreír era una de ellas. Algo tan sencillo como eso se había vuelto imposible.
—No veo razones para ello. —Me encogí de hombros.
—¿Y no es agotador? La monotonía, el silencio, la soledad...
—No es algo que pueda cambiar.
—¡Claro que puedes! Danos una oportunidad, Lyren. Seamos amigos —pidió.
—Suenas igual que Aleixandre.
—¿Que Aleix?
—Sí. ¿Alguna vez os han dicho lo lamentable que es suplicar por amistad? —Entrecerré los ojos—. No merece la pena. Los amigos te traicionan, hablan mal de ti, te apuñalan por la espalda, te mienten, te hacen daño.
—No sé qué tipo de amigos hayas tenido tú, Lyren, pero los amigos no son así. —Harlan arrugó la nariz.
—Verás que sí.
—Lyreeeeeen —pronunció con un tono de súplica—. Podemos hacerlo en tus términos, pero no te enfades con nosotros, porfaaaaa.
—No necesito amigos.
—Lyreeeeeen...
—Hola, rarito. —Mason apareció por la puerta, dándome un golpe en la cabeza al pasar a mi lado.
Lo solía hacer siempre y ya me había acostumbrado. A pesar de ello, no significaba que no me molestara. No obstante, ¿qué iba a hacer en su contra cuando había tanta diferencia entre nosotros? Solté un pesado suspiro.
—¡Eh, Mason! —exclamó Harlan—. No seas idiota y discúlpate.
—¿Eh? ¿Y a ti qué te importa, Harlan? ¿Te han retado a defender al rarito o qué? —se mofó.
—No, me han retado a dejar a los idiotas en su lugar. Ahora discúlpate —ordenó de forma seria.
—No necesito que me defiendas —siseé, tirando de su chaqueta para que se callara.
—¿Por qué lo haría? —Mason elevó su mentón.
—Porque lo digo yo. —Harlan me ignoró, cruzándose de brazos.
—No comiences con estas tonterías, Harlan. Tú y yo sabemos que esto no va a acabar bien...
—¿Por qué sois tan ruidosos a las ocho de la mañana? —se quejó Aleixandre, entrando a la clase cubriéndose las orejas con las manos.
—Mason estaba molestando a Lyren —declaró el rubio.
—¿Mason? —Aleixandre se rascó la nuca, y su expresión despreocupada cambió a una de clara molestia.
—¿Tú también, Aleix? ¿Qué os ocurre a los dos? —El susodicho soltó una carcajada nerviosa.
—Eso no importa. Discúlpate, Mason, o verás las consecuencias —amenazó Harlan.
¿Por qué una persona como Harlan defendería a alguien tan insignificante como yo?
—¿Consecuencias? ¿Cuáles, Winslow? —cuestionó con ironía Mason.
La discusión había llegado a un punto en el que no cualquiera podía intervenir. En el instituto Stellaris, los apellidos representaban el estatus de cada persona, marcando las diferencias de poder entre los alumnos. Para mi desgracia, detrás de Mason había un imperio que casi nadie podía igualar.
De los tres mil estudiantes, probablemente solo una decena estaba a su altura, y al menos la mitad de ellos estaban de su lado.
Harlan chasqueó la lengua con rabia, consciente de que no podía sobrepasar ese límite.
—Te dije que era inútil —susurré, encogiéndome en mi sitio.
—Pero Lyren —protestó, aunque volvió a su sitio de forma obediente.
Daba miedo cuánto poder ejercían el dinero y los apellidos sobre nosotros. Mason y su grupo rieron al unísono, como si anunciaran su victoria en una lucha de poder que nunca debió haber comenzado. Sin embargo, jamás pensé que alguien se atrevería a responderles.
—Deveraux —pronunció con severidad Aleixandre—. Discúlpate.
El mencionado, aturdido, observó al pelinegro fijamente.
—Debes estar bromeando, Aleix...
—No lo hago. Discúlpate o de verdad verás las consecuencias. —La oscura mirada de Aleixandre, quien además se encontraba de brazos cruzados, fue una imagen verdaderamente impactante en comparación con su postura relajada y su sonrisa ladeada de todos los días.
Mason se mordió la lengua con fuerza.
—Mis disculpas, Lyren —escupió en un tono muy poco amigable.
Estaba seguro de que aprovecharía cualquier oportunidad para golpearme en venganza.
—Lo que sea —mascullé, dándole la espalda.
—Hazlo bien, Deveraux. —Aleixandre frunció el ceño.
—¡Ya me he disculpado! No entiendo qué te ocurre, Aleix.
—¡No me hagas repetirlo! —exclamó el pelinegro.
Me preguntaba si él realmente me defendía porque pensaba que era lo correcto o por demostrar que tenía la razón.
—Lo siento, Lyren. No era mi intención burlarme o hacerte daño —siseó entre dientes.
Al parecer, eso fue suficiente para Aleixandre, quien se sentó a mi lado y soltó un largo suspiro. No hubo tiempo para más, ya que el profesor entró al aula de mal humor y, sin darnos un segundo de charla, nos abrumó con una avalancha de cuestionarios y deberes. Aproveché un momento de distracción para tirar de la chaqueta de Aleixandre, llamando su atención.
—¿Por qué has hecho eso? —pregunté en voz baja.
—¿Hacer qué? —Me miró con confusión.
—Usar tu apellido. Nunca lo haces.
—Mason es un pesado —contestó—. Y ya te dije que estaba de tu parte.
—Te vas a meter en problemas.
—No ocurrirá. —Me mostró una sonrisa reconfortante.
Aparté la vista, sin saber qué más decir.
Sí, el instituto estaba regido por el poder y el dinero que respaldaban cada apellido. Y en la cima de todos, se encontraba Sterling, dominando sobre los demás.
***
Qué difícil está siendo vivir últimamente, la verdad. Voy atrasada con todos mis proyectos, pero weno ALSKJDALSJD, es lo que hay.
En este capítulo se muestra la jerarquía que existe en el instituto de Lyren y podemos ver que se rige a base del dinero y poder de cada familia :P. Para los que hayáis leído AMDV, sabréis por qué Sterling es un apellido tan poderoso. Para quienes no, Sterling & Sol. es una de las compañías más poderosas que domina diversos ámbitos, aunque se dedican sobre todo a la moda y a la joyería.
No sé por qué lo cuento ahora porque se supone que saldrá más adelante en la historia, pero ya me da pereza borrar y como la mayoría ni se lee las notas, pues todo bien JAJAJ.
En fin, ¿qué tal os ha parecido el capítulo? ¿Qué os parece Harlan y por qué os encanta tanto como a mí? 🤨🥰
Besitos y espero poder actualizar pronto e incluir ilustraciones porque la verdad es que no me da tiempo a nada y esta semana que viene tengo un examen de ocho temas para el cual no he comenzado a estudiar jajaj TvT.
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