Capítulo 4 "Descubrimiento"
Feliz año a todas!!
***************************************************************************************
Al percatarse en que su novia estaba en peligro, Paul inmediatamente se levantó y se puso frente a ella, extendía sus brazos para defenderla y miraba a los tres policías con determinación.
—Un momento, no le hagan nada a ella—dijo valiente.
—Oh, vaya, vaya... es el prófugo Paul McCartney—el policía seguía apuntándole, tenía un tono que iba entre lo sarcástico y mal intencionado—. ¿Sabes que todos te están buscando cierto?
—Tendremos que arrestarte—dijo el guardia que estaba a su lado izquierdo.
—. ¿Bajo qué cargos?—Paul no podía creer que fuera penado por no asistir a una boda.
—Por robarte mi corazón, "papú".
Diciendo estas palabras, los tres guardias se quitaron la gorra y los trajes policiales. Así quedó al descubierto que eran nada más ni nada menos que John Lennon (el que dijo la última frase), George Harrison y Ringo Starr, amigos y ex compañeros de banda.
—Eres un tarado—dijo Paul, fingiendo molestia, pero a la vez estaba feliz.
—Ese es tu único crimen, además de la demanda que te han metido los Eastman por fraude—dijo Ringo.
—No entiendo—intervino Jane preocupada—, ¿Cómo demonios se pudieron disfrazar de policías?
—No nos disfrazamos, los sujetos estaban en la casa de Ringo, se cruzaron con nuestros palos y les quitamos la ropa—dijo George—, era importante encontrarlos, necesitábamos ver que estuvieran bien.
—Gracias chicos—sonrió Paul.
—Dime, señor inteligente McCartney—dijo John con sarcasmo—, ¿Qué planes tiene?
—Este pueblo es perfecto para quedarse... pero no tengo dinero, y no es como para estar mucho tiempo en él.
—La gente no se dio cuenta que somos Jane Asher y Paul McCartney—dijo Jane—, pero no dudo que pronto lo hagan.
—Yo tampoco, la policía en serio te está buscando por cielo, mar y tierra—especificó George.
—Será mejor que se refugien un tiempo...
Paul tomó la mano de Jane con astucia, dijo palabras que sonaban miedosas, pero con aire cabal.
—No me importa lo que pase, no me separaré de Jane.
—P-pero Paul... se nos está acabando el dinero.
—Miren, robamos está patrulla...
—No, no Ringo—John no lo dejó terminar su oración—, no la robamos... la pedimos prestada.
—. ¿Ah sí? ¿Y por qué esos sujetos no querían dárnosla?
—Porque... sus cabezas se cruzaron con nuestros palos.
—Lo que sea—interrumpió George—, el punto es... ¡Que tienen que escapar de aquí!
—O acaso no me digan que quieren vivir en los maizales para siempre.
Paul y Jane se miraron, el problema de actuar compulsivamente es que nunca tenían planes o algo elaborado, eso debía pensarse desde hace tiempo.
—No, no queremos—aseveraron ambos.
—Hay una casita a dos kilómetros—dijo John—, lo suficientemente lejana de Londres y lo cerca de esta ciudad para comprar las cosas que necesiten.
—Si... pero ¿Habitarla?
—Es mía—señaló George—, a veces me iba allá y me refugiaba en la pesadez de las drogas. Pero ya no la he ocupado.
— ¿Estás diciendo qué?—preguntó Jane impactada.
—Exacto... se las presto.
—Preferiríamos rentarla—dijo Paul con pena.
—No, no, para nada. Todo por un amor bien hecho.
—Gracias, George—Jane sonrió alegremente.
—Ahora, suban a la patrulla, si alguien pregunta... ¡Están detenidos!—dijo John burlón.
—Claro, es lo menos que debería sobrar.
Paul y Jane entraron a la patrulla, George y Ringo se pusieron a sus lados y John en el asiento del piloto.
—Eh... Johnny—susurró George— No es por burlarnos o decirle que no a tu capacidad ante el volante, pero por el bien de los cinco, es mejor que yo conduzca.
—No, no, para nada... yo puedo bien.
—Es de madrugada y se te olvidaron los lentes.
—De acuerdo, cambiemos de lugar.
Dicha está acción, la patrulla empezó a irse rápidamente, deseando y rogando que nadie pudiese encontrarlos.
Eso pasó muy bien, lograron llegar a la casita de campo que había comprado George Harrison, estaba muy cerca de la granja que Paul tenía en Escocia, pero...
—Desgraciadamente, pasamos a verla y... ya han cercado todo, nadie puede entrar ni salir.
—Además—complementó Ringo—, hay como dos patrullas vigilando todo el tiempo.
—Pero en esta casa no, disculpen la marihuana y el desastre que puedan encontrar—dijo George.
El dueño abrió la casa con lentitud y todos pasaron. Era de un piso, con un baño, una cama, un sofá y todo un desastre entero. Jane quedó petrificada, Paul sabía porque, sabía que Jane no era de esas mujeres que pudieran acostumbrarse tan rápido, y mucho menos ante un espacio tan marginado como ese, pero sus palabras decían otra cosa a su actitud.
—Perfecto, podremos adaptarlo con el tiempo—sonrió Jane.
—Mmm... ¿No tienes problema?—preguntó Paul con timidez.
—No, no... claro que no.
—Gracias chicos—Paul miró a sus amigos con complicidad—, realmente... no sé cómo agradecérselos.
—Ya lo hiciste, finalmente... el molesto de tu ex suegro ha dejado a los Beatles en paz—John guiñó el ojo.
—Irreverente—Ringo le dio un codazo—, eso es verdad, pero ahora, no descansará hasta joder a Paul.
—No, no... Rich, no hay nada que lamentar. La única persona que merece ser jodida, soy yo.
—No digas eso, se solucionará esto, pero por ahora, disfruta tu tiempecito con Jane.
—Así será Ringo, se los agradeceré infinitamente.
Pero justo antes de que sus compañeros se iban a ir, Paul volteó y descubrió un gran problema.
— ¡Chicos!—gritó Paul antes de que sus amigos subieran a la patrulla— ¡Esperen!
John escuchó y bajó, le siguieron Ringo y George consecutivamente.
—. ¿Sí?
—No sé qué hacer—susurró con franqueza—, el dinero casi se me ha acabado... y si empiezan a ver movimientos en mis cuentas bancarias...
—Tranquilo hermano—John le tomó el hombro—, yo te prestaré todo el dinero que necesites.
—P-pero... ¿Cómo lo enviarás?
—Es cierto... Yoko me tendrá totalmente vigilado—susurró.
Los cuatro compañeros estaban deprimidos y suspiraban con dificultad. Paul ya estaba por decir que sería mejor volver a Londres, pero a John se le ocurrió una gran idea.
—A mí si... pero a Cynthia no.
—. ¿Qué? ¿Le dirás a ella?
—A ella le encanta ayudar. Iré a verla con el pretexto de visitar a Julian, le daré dinero para la manutención y ella se los dará a ustedes.
—Que maravillosa idea... pero... ¿Crees que diga algo?—cuestionó Paul inseguro.
—Lo dudo, ella es discreta y confiable. Además, después de todo el apoyo que tú les has dado... no creo que ella te quiera pagar con mala moneda—John guiñó el ojo.
—Estoy segura que la convencerás, también me gustaría ver a Jules... si se puede.
—Claro hermano—John le dio una palmadita en su cuello—, no te preocupes. Ahora, tú disfruta con Jane este tiempo.
—Gracias.
Y al parecer, esa situación fue el motor y motivo para que John Lennon y Paul McCartney se volvieran a sonreír con tanta confianza y cariño, algo que ya no hacían desde hace mucho tiempo.
(...)
En la madrugada, antes de volver a su casa en Tittenhurst Park, John pasó a ver a su ex esposa e hijo en los departamentos dónde se estaban alojando en el centro de Londres. Ciertamente, Cynthia se sintió enojada y desconcertada al ver a su ex marido frente a su puerta y con ropa de guardia de seguridad.
—Eh... ¿Qué?
—Shh—John la chitó con el dedo—, necesito que me hagas un enorme favor... bueno, a mí y a Paul.
—Si John... ya te dije que no diré nada de aquella vez en dónde los encontré...
—No, no, nada de eso.
John explicó brevemente la situación que Jane y Paul estaban viviendo. Cynthia escuchaba con impresión y sentía que si era parte de eso, las consecuencias podrían ser fatales.
—Emm... no sé, es algo ilegal, aunque hermoso.
—Oh vamos... fue hermoso que Paul haya compuesto "Hey Jude", ¿No?
—Pero no está bien... Paul cometió un crimen y...
John la miró con enojo y suspiró, sabía que no era buena idea en confiar en su ex mujer ultra conservadora y tradicionalista.
—Está bien, es cierto. Por la buena no lograré convencerte—se dio por vencido—, eres una cobarde.
—Di lo que quieras, no me importa—soltó Cynthia con orgullo.
—Podrá hacerlo Freda...
—Pídeselo a ella, entonces.
—Bien... pero te quitaré la custodia de Julian...
Cynthia se volteó súbitamente, y antes de que John se fuera, ella le dijo:
—No serias capaz...
—Ponme a prueba—sonrió pícaro y malvado.
—De acuerdo—suspiró abatida—, yo les daré el dinero.
Y Cynthia cumplió su palabra, al principio, ella se sentía mal y sucia por ser cómplice por algo que estaba bien y a la vez mal. Pero dejó esos sentimientos de culpa cuando vio que Jane era mucho más humilde y su amor con Paul floreció más que nunca, le agradaba ver a las personas felices.
—Te lo agradezco—siempre decía Jane en sus visitas semanales—, ve haciendo la cuenta de cuanto le debe Paul a John.
—Claro, no será nada—dijo Cynthia.
Como recordarán, ellas dos nunca habían tenido una buena amistad. Cynthia no dejaba de culparla y señalarla en su mente por las fechorías por amor que había cometido, pero conforme siguió yendo, se fue convenciendo que lo mejor era seguir ayudándoles.
Y se encariñó demasiado con ella...
Demasiado.
John iba cada miércoles de dos semanas a los departamentos donde vivían Cynthia y Julian, poniendo de pretexto a Yoko que visitaría a su hijo. A veces, hablaba pestes de su ex esposa con tal de mantenerla contenta, pero la verdad, era todo lo contrario. Los primeros días que iba, sólo era para darle el dinero, hablar con Julian e irse, pero pasó el tiempo... la verdad es que iba más por ella que por él.
—Y ¿Cómo están?—decidió abrir la conversación.
—Ellos están muy bien, les he dado cobijas y cosas para que vayan adaptando su pequeño hogar—explicó Cynthia feliz—, Jane me ha sorprendido... era tan diferente antes, acostumbrada a la vida de burguesa y ahora... es humilde y normal.
—Bueno... es que has ido mucho con ella, tal vez... se le haya pegado algo de ti.
—Ay... John...
Y Julian estaba feliz, no sólo porque su padre iba mucho más seguido a verlo y pasaban más tiempo de calidad con su familia unida. Sino porque también, veía a su madre mucho más feliz, como si se hubiera enamorado nuevamente, notaba que su padre la miraba con un brillo en sus ojos y su madre sonreía. La veía alegre y contenta después de regresar de la casa del "tío Paul".
Pero había alguien que no estaba feliz, exactamente, era Yoko Ono. Que bien, no era estúpida, empezó a sospechar que la manutención para Julian estaba siendo exageradamente elevada, que no era el acuerdo que habían firmado Cynthia y él, además... John no dejaba ningún evento social o de grabación por nada, y mucho menos por su hijo. Empezó a notar que él ya no era el chico tonto y manipulable de hace un año atrás, por lo tanto... decidió que seguirlo era lo mejor.
Se enojó totalmente cuando vio a la familia que le había costado tanto destruir, unida. John le hacía columpiarse a Julian y los tres corrían felizmente. Pero lo peor, es que notó que John y Cynthia empezaron a llevarse mejor y mejor. Todo lo que contrarrestaba con lo que le contaba John en casa.
—Sólo voy a dejarle dinero a Julian y listo, a veces ni me veo con ella, no tienes nada que preocuparte—recordaba sus palabras como vil mentira.
Por eso, ella decidió hacer de las suyas. Notó que Cynthia siempre salía los jueves, (un día después de que John le daba el dinero para Paul y Jane), entonces... la siguió sigilosamente desde su coche.
Y así, llegó a la residencia que tenían Paul y Jane, la captó perfectamente, recordó su ubicación, apariencia y lugar específico.
"Mi esposo mantiene a dos prófugos con mi dinero". Pensó enojada. "Pero no se lo seguiré permitiendo".
Cuando llegó a su casa, procuró ver que John no hubiese llegado, tomó el teléfono y llamó a la policía.
"Esto es por Linda". Volvió a pensar cuando colgó. "Si ella no es feliz, nadie lo será".
La policía londinense actúa muy rápido, eso les quedaría claro muy bien a Paul y Jane. En la madrugada de aquel viernes, ya hacían sujetos de azul, esperando en la puerta principal de la casa que ellos usaban. Jane estaba dormida, por lo tanto, cuando Paul abrió la puerta, no descartaron la opción de que él no estuviera aquí.
—Señor McCartney—dijo el verdadero oficial, que no era John Lennon—, está detenido.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top