Capítulo 26 "Yo no lo hice"
Toda la fiesta improvisada que estaban celebrando en los estudios de Abbey Road, se vio fuertemente interrumpida ante la terrible noticia que el abogado de Paul comunicó. Es que era algo que nadie había previsto, ni siquiera él. Era lógico, no recordaba nada antes de haber sufrido un ataque con burundanga. Jane no quería decir o hacer ninguna acción, la música se detuvo, el abogado dijo un par de palabras y se fue. John estaba tieso, George y Ringo se pegaron en la cabeza consecutivamente al mismo tiempo. De ahí en fuera, todos los demás estaban con una incomodidad sorprendente y eran incapaces de poder hacer algo. Paul fue el primero en hablar, le había costado mucho trabajo, ya que se había quedado estupefacto como un cadáver.
— ¿Q-qué mierda? —emuló.
—Pa...Paul...—dijo Jane a su lado.
McCartney volteó a ver a sus amigos y compañeros, nadie dijo nada, salió rápidamente de los estudios y Jane le siguió, esquivaron a todas las Apple Scruffs, hasta llegar a un lugar recóndito y alejado de todos, ella pudo alcanzarlo, no necesitaba caminar rápido para hacerlo.
—Paul, ¡Alto!
—Demonios... carajo... ¡Mierda! —exclamaba sin parar— ¿Por qué me tiene que pasar esto a mí?
—Tranquilo... tranquilo... cálmate, Linda ha estado jugando sucio desde que esto paso. No puede superar ni aceptar que estamos juntos, hoy y siempre—dijo Jane y se recargó en su hombro.
—Lo sé, pero... ¿Por qué no podemos ser felices de una vez y por todas?
—Hay que demostrarle... que no importa todo lo que haga, que sus acciones malvadas no serán suficientes como para poder separarnos.
El atardecer hacía su grata presencia, algunos pajarillos volaban alrededor de Jane y Paul, las personas caminaban sin prestarles mucha atención. Era un lugar público y lleno, pero para nuestros dos enamorados, es como si el mundo se hubiera parado por completo, y ellos fueran los únicos sobrevivientes:
—Paul, he entendido algo muy importante desde que nos escapamos el 11 de marzo de 1969—dijo Jane mientras tomaba suavemente sus manos—, recuerdo que tú dijiste que el verdadero amor siempre triunfaba, algo que de verdad, yo no creía. Hasta ahora, lo creo, lo reafirmo y lo digo sin problemas, el verdadero amor... triunfa, y triunfará aquí, voy a luchar contigo hasta que todos nuestros enemigos entiendan de una vez que... nada podrá separarnos.
Paul sonrió levemente, pero escondió su rostro entre sus manos, era para ocultar sus lágrimas que salían con brusquedad.
— ¡Oh, Jane! —dijo adolorido y con tono trágico— ¡No sé qué decir! Lo único que puedo señalar es... que soy un idiota, un completo y verdadero idiota que engañó a una fantástica mujer muchas veces, un tarado que creyó que obtendría algo mejor con otra mujer... pero ese ciego que nunca contempló la belleza que podía tomar de sus manos, ha desaparecido, puedo asegurarlo, ha desaparecido total y enteramente. No existe más ese Paul que se justificaba de poder engañarte por el simple hecho de "no estar casados", ni siquiera que lo pusiera como argumento válido, cuando claramente... no lo era. Ese Paul arrogante, niño pegajoso y presumido ha quedado muerto para la sociedad y para mí. Este soy yo, un nuevo yo que agradece cada instante porque tú estás a mí lado, y será el hombre más afortunado por eso.
Ella limpió sus lágrimas con sus dos dedos pulgares, permitieron que sus labios se acercaran gratamente y se besaron con una intensidad apasionante y verdadera.
(...)
Decididos y como todos unos valientes, Paul y Jane regresaron a los estudios, evidentemente, las actividades habían vuelto a la normalidad y los otros Beatles ya se habían ido con sus respectivas parejas: era lo mejor, nadie quería hablar sobre la terrible noticia que acarreaba al pobre Paul, pero él, con la ayuda de Jane, podría superar esa y cualquier adversidad.
Su abogado era muy bueno, le dijo que ya estaba detallando todos esos asuntos desde que Lennon le explicó su situación con la burundanga y efectos secundarios.
—Así que—dijo en una sesión—, no hay que tener ningún problema o preocupación. Linda no podrá contra ti.
—Eso espero... ¿Cómo ha ido el proceso del divorcio? —preguntó Paul, en ningún momento soltó la mano de Jane.
—Excelentemente bien, ella no tiene pruebas contra ti. Tras las fotografías de John que presentaron un evidente adulterio, se quedó de manos vacías, no podrá pedirte nada a cambio y te quedarás con Mary. Claro, si es que la justicia británica se cumple como debería ser.
—Confío en ello—apoyó Jane.
Salieron más tranquilos de la sala de sesiones, nunca soltaron sus manos y quedaron incómodos por unos momentos, hasta que Paul dijo:
—Lo que más me molestó de todo este asunto del envenenamiento, fue que Linda se quedó con el anillo de mi mamá, se lo pediré mañana.
—No lo quiero—dijo Jane—, ese anillo ha tenido otra historia diferente, aunque me duela... no seré tu primera mujer.
—Oh, por favor—Paul le abrazó—, no importa ser la primera mujer, sino la única. Y lo serás a partir de ahora.
—Oh... Paul—se dieron otro beso.
En fin, la mañana llegó más rápido de lo que ambos lo habían pedido. Paul se había deshecho de su enorme y frondosa barba que ya había dejado crecer durante principios de la década, necesitaba presentarse lo más formal posible. Jane no tuvo que hacer gran esfuerzo, para cualquier cosa... ella lucía realmente hermosa.
Juntos y decididos, se presentaron con audacia ante la corte principal de Reino Unido, ahí se resolvían los problemas de paternidad y otros asuntos. Linda ya estaba presente con su padre, quién la representaba legalmente.
La demanda de paternidad... ¡No pudo ser más desdicha e incoherente! Linda testificó con muchas mentiras, para el jurado y el juez... ¡Paul había tenido la culpa de todo! Evidentemente, ella no contó lo que le hizo a Paul, ella no dijo ni una palabra de como atacó a Jane, ni de cómo manipulo a los dos a su antojo. No... ¡No! Se hizo la víctima de todo.
—Desde un principio, él me había hecho daño. Recuerden que por eso estaba a punto de pisar la cárcel, porque canceló un compromiso de tan alta magnitud así, yo decidí quitar toda la demanda por incumplimiento al saber que se casaría conmigo. Fue violento, me golpeó muchas veces y... ¡Me engañó con esa mujer una y miles de veces! Mary está mejor conmigo—fue uno de los tantos argumentos que uso.
Jane se moría de los nervios y no dejaba de mover sus manos en señal de vergüenza. Paul tuvo que hacer un esfuerzo sobrenatural como para no gritar, pero por su rostro lleno de furia y rojo del odio... se podía notar todo lo que tenía que tragarse, ya no podía disimular que estaba normal y tranquilo, no, estaba lleno de rabia y sus puños se seguían apretando, conforme seguían las declaraciones de su entonces futura ex esposa y ex suegro.
Al parecer, todo iba mal para ellos. Hasta que el abogado de Paul hizo efectos realmente milagrosos.
—Una vez que mi cliente y la señorita Eastman contrajeron matrimonio, se tienen pruebas y evidencias de que ella cometió adulterio durante este corto tiempo. Aquí, estimado jurado, pueden ver las fotografías que la comprometen con el señor John Lennon, mismo que ya se divorció de Yoko Ono.
El jurado observó con desdén las fotografías, no podían creerlo. Paul no entendía que ya tenía grandes puntos a su favor.
—Objeción—dijo el señor Lee Eastman—, esas pruebas invaden la privacidad de mi hija, y por lo tanto, no quedan como prueba legítima, asegurando que el señor John Lennon y el señor Paul McCartney prepararon toda esta trampa elaborada, para desprestigiar a Linda.
—Le recuerdo, señor Eastman, que su hija tampoco ha sido una perita en dulce con Paul, uso el chantaje emocional con él y su ahora prometida, Jane Asher. Así que no, no fue un plan, y en dado caso, ella pudo haberse negado a tener relaciones con Lennon, ¿No?
El jurado quedó satisfecho con la buena defensa que se había tenido en respaldo de Paul, Jane se sentía alivianada, pero su novio parecía que ya estaba fuera de este mundo y que se había desconectado completamente de la realidad.
—Bien—dijo el honorable juez—, mañana se determinará quién de los dos se quedará con la custodia de Mary Anna McCartney, he dicho.
Y eso mismo ocurrió:
Nuevamente ante el estrado, Jane siempre acompañó a Paul, todavía no salía de su estado de shock, pero está vez era algo natural. Linda entró con aires triunfales y seguros, estaba muy segura de que las leyes británicas le darían la custodia de su hija... pero...
—El jurado ha determinado, que por las pruebas y otras anomalías provocadas por la parte demandante, en este caso; la señora Linda Eastman-McCartney, no es apta para cuidar a un infante. Así que se le da la total y completa custodia al señor James Paul McCartney. El tiempo en que Linda Eastman podrá ver a su hija, será determinada por el señor McCartney, he dicho —golpeó el mazo..
Todos celebraron y aplaudieron, Jane era la más emocionada, pero Paul seguía con la cabeza impresionada, hasta que ella le dio un par de golpecillos para hacerlo reaccionar.
— ¡Paul, ganaste la custodia de Mary!
—Oh, cierto—sacudió su cabeza— ¡Qué felicidad! —abrazó a Jane.
—Lo sé, lo sé...—dijo con lágrimas.
Ambos voltearon a la parte demandante, Lee Eastman seguía ahí, pero Linda ya no, se había ido en cuánto el juez había dictado su orden específica. Rápidamente, Jane y Paul salieron del juzgado y se dirigieron al departamento de Linda, dónde Paul pediría que los dictámenes del juez debían ser total y estrictamente cumplidos, o sea, en pocas palabras, iba por Mary, no iba a perder más tiempo.
—No seas tan cruel con ella—dijo Jane mientras caminaban en el pasillo del edificio.
— ¿Qué? Oh vamos, ¿Me pides qué no sea cruel con la mujer que me drogó con burundanga y te tiró todo un mueble con platos de cocina? No, no somos los crueles, Jane, fue ella desde un principio, ahora lo entiendo.
—Sí, sí... puede que tengas razón, puede que lo que te pedí es como si le dijera a Cynthia: "Perdona a Yoko", lo sé, imposible y hasta irónico, pero entiéndela. No debe ser absolutamente nada fácil para ella tener que cederte a Mary así sin más. Y a lo que me refiero—explicó con tranquilidad—, es que no seas tan cruel en el sentido de las visitas, permítela verla cada vez que Linda lo desee, no la apartes de su madre. Yo seré muy buena con ella, te lo prometo, no es necesario erradicar a Linda de su acta de nacimiento, así que eso te pido Paul, no la separes de Mary.
—Tienes tan buen corazón—Paul le dio un pequeño beso en la nariz—, y sí, aunque corra la sed de rabia en mis venas... no podría ser así con Linda, aunque se lo mereciera. Pero reconozco que debo disculparme con ella, sé que fui muy malo al tratarla así. Si hubiera aclarado mi paz mental, mis sentimientos y lo que sentía desde un principio... probablemente, esto jamás hubiera pasado.
—Exactamente—apoyó Jane—, pero no apoyo sus razones.
—Sí, es verdad—ya estaban frente al departamento de Linda—, ahora... iré y traeré a Mary, por hoy, algún día... le diré una profunda disculpa, y espero que podamos llevar las cosas en paz, no será bueno para Mary si nos ve discutiendo o hacer un acto psicópata uno en contra del otro.
—Definitivamente—río Jane.
Así que Paul tocó la puerta, pero no había necesidad de esperar, ya estaba abierto. Aprovechó y entró tranquila y sigilosamente, cerró con cautela y no dijo más. Jane era paciente, pero algo en su famoso "sexto sentido" le indicaba que era momento de entrar, no sabía porque, pero sabía que debía interrumpir el momento (por si algo estaban diciendo), algo en ella le señaló que tenía que entrar antes de que algo malo pasara. Tocó la puerta, en espera de que alguien dijera una palabra, pero como nadie respondió... supo que era momento de actuar.
Tomó la manija con miedo y nerviosismo, no necesitaba más momentos malos, mientras abría la puerta... está chirriaba con lentitud y un tono tétrico que a cualquiera incomodaba. Su mente le jugó mini-malas jugadas con maldad, preveía que al abrir... los encontraría teniendo sexo, u otro ataque de burundanga se haría presente. Presentía que Paul diría que todo fue una broma y que jamás se separaría de Linda, su mente se imaginó voces siniestras de risillas malévolas por parte de ambos, pero no, al momento en que el entrada se hacía cada vez más grande, presente y espaciosa... pudo notar... el verdadero horror.
Paul no estaba en la cama con Linda, no se estaban besando, no tenía un ataque de burundanga... y mucho menos peleaban o discutían. No, Paul estaba arrodillado en el suelo, Jane tardó varios minutos en comprender lo que sucedía en realidad, sus ojos quedaron sin pestañear, hasta que tuvo que hacerlo con nerviosismo.
Paul tenía sus manos llenas de sangre, al igual que sus pantalones de la parte de las rodillas. Lo que sucedía, es que el cuerpo sin vida de Linda ya se hallaba frente suyo, a la altura de los pies de Jane, ella sencillamente... se quedó sin palabras y un gran nudo se hizo presente en su garganta, la sangre le hervía con rapidez, sentía como lágrimas de sudor se deslizaban suavemente sobre su frente. Paul la miró con los ojos inquisitivos y llenos de angustia, mostró sus dedos empapados de rojo y dijo:
—Yo no lo hice.
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