Capítulo 11 "Trampa"
Jane se quedó totalmente congelada cuando escuchó las palabras de Jim, no podía ser capaz de entender lo que pasaba. Él la miraba con diversión y daba pequeñas risas mientras tomaba un poco de alcohol.
—Eh... ¿Qué?
Y cuando Jane preguntó eso, alguien salió del baño, Jane casi se moría al ver a Pamela Courson tan campal, no estaba enojada ni confundida por su presencia.
—Oh... Dios, creí que Pamela estaba lejos...
—No, ella estaba en el otro cuarto.
—P...pero...
Antes de que Jane pudiera procesar y entender lo que sucedía, Jim tenía unas fotografías y las lanzó al suelo, ella las miró y recogió. Lo que veía era impresionante, eran ella y Jim, juntos, en la cama.
—Pam tiene un excelente ojo fotográfico, ¡Que precisión!—dijo Jim con sarcasmo.
Jane no dijo nada más y rompió las fotos con rabia y dolor.
—Son copias, querida—dijo Pam con alevosía.
—Las originales deben de estar en...—Jim miró su reloj— Llegando a los estudios de Abbey Road.
—P...pero ¿Por qué?
Jim y Pam se empezaron a burlarse deliberadamente. Ella acariciaba el cabello largo y esponjado de su novio. Jane quería correr lejos de ahí con todas sus fuerzas, pero sus pies se quedaron congelados y sin poder responder.
—Linda es buena amiga para nosotros, bueno, para mí, ambas queríamos algo; a Jim—dijo Pamela.
—Será una malvada, pero sus poderes de manipulación son sorprendentes, tal vez no quedamos en buenos tratos, pero si como amigos—explicó Jim con un tono sincero.
—Y ella...nos dijo que Jane Asher estaría aquí. Con esas fotos, Paul se dará cuenta de que Linda es la mejor, ¿Su gran amor con otra persona en tan poco tiempo? ¡Qué desgracia!—dijo Pam superior.
Jane simplemente no sabía que hacer o decir, su boca se abrió impresentable y ya sentía las lágrimas en su rostro.
—Y cuando te vayas... ¡Quítate mi short!—pidió Pamela enojada.
Jane no hizo caso y sus piernas empezaron a correr lo más que pudieron, no volteó a otro lado ni quería hacerlo, era simplemente horroroso todo lo que le sucedía. Lloraba mientras se dirigía a su departamento que tenía con Cynthia, las personas la miraban con extrañeza y algunas hasta con burla. Jane tocó la puerta desesperadamente y sollozaba sin césar.
Cynthia abrió la puerta muy asustada, creía que era algo malo. Pues no, era algo peor, se horrorizó al ver a Jane en semejante facha y no dudó en dejarla pasar. Jane se puso un pantalón y empezó a empacar sus cosas. Nadie entendía sus motivos, ni siquiera Julian.
— ¿Qué te pasa? ¿Por qué haces esto? Aún tenemos unos días...
— ¡Tenemos que regresar a Londres!—exclamó Jane sin ganas de decir que tuvo algo malo — ¡Reitero! Mejor dicho... A los estudios Abbey Road
—P...pero ¿Por qué?
— ¡¡HAZLO!!—ordenó furiosa.
Cynthia se apuró a empacar las cosas de Julian y las suyas, ya no tuvo ganas de comentar ni decirlo nada más. Jane se adelantó, madre e hijo tenían que seguirla a sus apresurados y turbulentos pasos.
Eso ocurrió en la mañana, por lo tanto, a las siete de la noche ya estaban llegando a dichos estudios de grabación, durante todo el regreso a Londres, Jane le contó la desgracia y la pena gigantesca que había sufrido ante la humillación de Jim y Pamela.
—Sabía que ese chico estaba mal, y te iba a llevar a cosas peores—dijo Cynthia.
—Lo sé, ¡Creí que era el plan perfecto!
—Un plan nunca es perfecto si dejas que el odio y la impotencia te ciegen.
Cynthia, por lo general, apoyaba a Jane y le daba un sabio consejo ante sus locuras o planes raros que hacia. Pero su última frase, la dijo con un tono que iban de lo orgulloso a lo superior, como si fuera una madre que tenía razones suficientes para regañar a su hija. Está vez, no sintió compasión por Jane.
Total, llegaron a los estudios dichos.Cynthia reconfortó un poco a Jane al decirle que abrían su correspondía a las 8 en punto, según lo que ella recordaba y hasta donde se había quedado.
Así que llegaron a la hora ideal, desgraciadamente, ellas ya no eran personas autorizadas para entrar, y por órdenes específicas de las nuevas señoras Lennon y McCartney.
—Yo vengo a ver a John, por unos asuntos de Julian—dijo Cynthia al guardia.
—Puede esperar, la señora Ono fue muy específica con sus órdenes.
—Que se pudra la maldita señora Ono—susurró y se fue.
No podían darse por vencidas, porque el tiempo se agotaba sin duda y ya no quedaba más, Cynthia conocía todo de los estudios, así que miró por la ventanilla del salón especial de los Beatles.
— ¡8 en punto! —dijo Ringo— ¡Hora del correo!
Cynthia observó como todos ya estaban acompañados de sus respectivas parejas, sintió un gancho doloroso cuando vio a Yoko a lado de John, y odio cuando miró a Linda con Paul. Este último estaba tan deprimido, decaído y todos los adjetivos terribles que se te ocurran.
—Tenemos que entrar—dijo Cynthia.
—Es inútil, mejor me hago a la idea de que nunca volveré con Paul—dijo Jane deprimida.
—No, nos podemos dar por vencidos. Paul aún no ve sus cargas.
Afortunadamente, alguien salió, alguien buena y bondadosa, dispuesta a ayudar lo más que pudiera.
— ¡Genial! Es Freda Kelly.
Así es, Freda salía normalmente y se iría rápido, hasta que Cynthia y Jane requirieron de su apoyo absoluto.
— ¡Espera!—gritaron con desesperación.
Ella reconoció de inmediato la voz de esas dos personas, mujeres y amigas tan maravillosas que había tenido. Como no era rencorosa y tenía bien en claro que los que estaban molestos con ellas eran John y Paul y no ella, no dudó ni un solo momento para acudir a su grito y pedido de auxilio.
—Eh...chicas, que tal...
—Necesitamos un gran favor, ¡Quítale las cartas a Paul!—fue lo primero que pidió Jane.
—No puedo, probablemente ya deben de estar leyéndolas.
—Entonces... ¡Ayúdanos a entrar!—pidió Cynthia.
— ¡Ah! ¿Qué?—cuestionó Jane temerosa.
— ¡Tienes que hablar con Paul! ¡Decirle tus verdaderos sentimientos!
—P...pero ¡No puedo, Cynthia!
—Deja tu orgullo de lado, ¡Haz las cosas bien! Así los dos tendrán una manera perfecta de como vencer a Linda.
— ¡No es orgullo! No entiendes, nadie puede hacerlo, son cuestiones propias y personales, ni con los mejores consejos podría tomar la iniciativa para hacerlo, es mi miedo interior, es algo que no puedo explicar. Simplemente, no puedo.
Freda escuchó con tristeza, así que tomó de ambas manos a Jane y a Cynthia, obligando a la primera a caminar, ella se moría del miedo, pero algo en su interior le decía que era momento de segui moviendo sus pasos y encarar sus problemas en vez de quedarse como una cobarde.
—Voy a pasar...—dijo Freda con astucia.
—Lo siento, señorita Kelly, sabe las reglas.
—Ellas pasarán conmigo, no con John, ni con Paul.
—La señora Ono...
— ¡La señora Ono no es encargada de mis asuntos! —gritó Freda estresada.
—Cualquier problema, a fuera.
—Oh, perfecto... ¡Ahora resulta que ella es la dueña! ¡Perdónanos la vida, señora Ono! Olvidé que ella no es una egocéntrica mandamás de mierda sólo con John, ¡Ella es la maldita jefa y dueña de los estudios! ¿No? No tardaré más de cinco minutos.
—Vale, está bien—finalmente, el guarura aceptó.
Los tacones de Jane rechinaban a más no poder, se deslizaba con terror y su cara denotaba lo mismo.
—Ahora, le pediré a Paul que...
Pero en ese mismo momento, la bomba ya había estallado.
— ¿QUÉ ES ESTO? —gritó Paul y todo se oía a millas de distancia.
—Buen torso que se carga Jim—dijo John, deduciendo obviamente que ya habían visto las fotos.
—Que zorra...—esa voz era de Linda.
—Mira, tarada...mejor cállate, que no eres la maldita madre Teresa —le dijo Pattie.
— ¿Y tú sí?
—No, pero por lo menos no reclamo.
Jane sentía su rostro lleno de vergüenza, se cubrió con sus manos, estuvieron tan cerca...pero tan lejos de lograrlo.
El guardia malvado estaba a punto de hacer acto de presencia, así que Freda condujo a las chicas a que se fueran a otro cuarto, lugar recóndito y cerrado. Allí se escondieron muy bien.
—Traeré a alguien que nos ayudará —dijo Freda y se fue.
Y eso haría, entró a los estudios, pero todo era una completa selva. Los chicos peleaban y discutían, sus mujeres también. John era el único que reía por ver las fotografías. Freda entró ante esa simulación de selva y estaba muy nerviosa, pero quería enfrentar a todos.
—John...
—Creí que ya habías ido a casa—dijo Ringo, el único normal y tranquilo.
Linda peleaba con Pattie y Maureen, George ayudaba a su esposa, Paul estaba llorando y sostenía las fotos con dolor. Yoko estaba con su típica cara de póquer que no decía nada.
—No, necesito hablar con John.
—Bueno—dijo divertido—, vamos.
—Te acompañaré—dijo Yoko.
—Es un asunto sólo de John—dijo Freda.
—Bueno... pues cualquier asunto de John también lo es mío.
—. ¡En privado!—Freda era muy pacífica, pero odiaba eso y que la tildaran de inmadura. Ella ya no era nada de eso.
Yoko hasta se espantó por la fase furiosa que tenía Freda en su rostro, John se levantó y se fue con ella, asegurando a su esposa que regresaría muy pronto. Salieron del show mediático que ofrecían los otros para ir a la tranquilidad de los pasillos.
Entraron al cuarto dónde estaban Cynthia y Jane, está última no dejaba de llorar y arrepentirse. Freda prendió la luz y pudo verlas.
—Las ordenes fueron claras—se refirió a Cynthia.
—Creí que llamarías a alguien más flexible, como George—ella entendió.
—Mira... ¿Por qué no mejor...?
—. ¡Basta!—Jane interrumpió su pelea— ¡No quiero nada de esto!
—Jane...—John aun le tenía cariño, así que se quedó por ella— ¿Qué pasa?
—Cynthia... dejémoslos solos—pidió Freda y ambas salieron.
Así quedaron en aquel cuarto oscuro de cocina, dónde había trastes sin lavar, limpios, secos y otros utensilios de cocina. Jane se recargó en el hombro de John y no dejó de llorar, él pudo entender el grave error que había cometido al reírse. Conoció el trasfondo de la historia de Jane.
—Y ese era mi plan...
—Hubiera funcionado perfectamente, Paul tomaría cualquier cosa para poder demandar a Linda y salir ganador—le apoyó John.
—Lo sé... pero nada salió como yo quería—Jane no dejaba de quejarse—, creí que podía manipularlo, todo salió al revés. ¿¡Ahora yo debo ser la mala del cuento!? ¡Estaba desesperada y quería buscar cualquier cosa para destruirla a ella! Pero como nada me sale bien... mejor ya me doy por vencida.
Jane dejó a John, iba a abrir la manija de la puerta, no dejaba de sollozar. Pero él entendió que ante ese gran amor, nadie podía hacer nada... más que ayudar.
—Jane—la detuvo.
— ¿Sí?
—Yo te ayudaré... me acostaré con Linda para que Paul pueda demandarla por adulterio y así, él pueda volver contigo.
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