Capítulo 9

Ella

—¿Hola?

—Hola Sean, soy Ella—dije—¿Te acuerdas de mi?

—Ella, sí ¡por supuesto!—exclamó el chico al otro lado del teléfono—Perdona, yo... no pensaba que me llamarías, me alegro mucho de que lo hayas hecho—confesó

—Bueno, yo... siento haberme comportado como una imbécil antes, he sido una estúpida al haberte hablado así—respondí fingiendo arrepentimiento.

—No te preocupes, Ella, estás completamente perdonada.

—Genial, espero que no sea demasiado tarde para aceptar tu invitación de ir a la fiesta... 

—Bueno... realmente estaba convencido de que tirarías mi número a la primera papelera que te encontraras por tanto le he pedido a Cassie que me acompañe—respondió

—Sean... se que hemos empezado con mal pie—comencé—pero creo que nos lo pasaríamos muy, pero que muy bien.—dije poniendo especial énfasis en la palabra "bien"—Ya sabes... tú y yo, juntos.—pronuncié lentamente. 

No pude evitar reírme silenciosamente, Abbie también estaba intentando reprimir una carcajada, las dos estábamos disfrutando de aquel engaño. La partida había comenzado y ahora nosotras lanzábamos los dados.

—¡Estupendo! ¿Te paso a recoger a las 8?—preguntó ilusionado. 

Tapé el teléfono con una mano y le dije en voz baja a Abbie:

—¡En el bote!—exclamé.

Destapé el teléfono y volví a la conversación con Sean. 

—¡Si, si!—respondí—A las ocho me viene perfecto—dije suavizando el tono de mi voz—¡No te retrases, eh!

—¡Jódete Casie!—exclamó Abbie.

 Alarmada de que Sean lo hubiese escuchado agité mis brazos en el aire e hice un gesto para que callase, Abbie se dio cuenta de lo que había hecho y gesticuló un "Lo siento". Le dirigí una mirada asesina y recé por que Sean no la hubiese oído. 

—¡Perfecto, te veo a las ocho guapa!—contestó.

—Hasta luego, Sean—suspiré de alivio y colgué.—Casi la cagas, Abbie.

—Ha sido la emoción—respondió riendo.

 Se levantó de un salto de la cama, abrió el armario y empezó a sacar unos cuantas prendas.

—A ver que nos ponemos Ella...—susurró—Tenemos que dejar a Cassie y a las asquerosas de sus amigas muertas de envidia cuando vean nuestros tipazos

Cuando extendió los conjuntos de ropa en la cama me percaté de que todos ellos eran lo más provocador que poseía. Abbie esbozó una sonrisa pícara y yo la imité.

—¡Bien!—exclamó eufórica—Yo creo que te tienes que poner esto de aquí. 

Me mostró un top negro cruzado que dejaba al descubierto la espalda y unos shorts bastante cortos de color blanco.

—Y veamos... zapatos...—Abbie abrió de nuevo el armario y guardó los conjuntos restantes en él. Cuando se dio la vuelta, me enseñó unas sandalias negras sencillas—¿Qué te parece?

—Para una fiesta universitaria en la piscina... ¡perfecto! —le dí un abrazo—Te haré caso, Abbie—respondí—Tú eres la experta en fiestas, la novata aquí soy yo.

—¡Pues llevas muy bien eso de ser novata!—exclamó—Todos te conocen y no llevas ni un mes aquí—continuó—Ella Connors, la que le plantó cara a Cassie—dijo orgullosa.

—Querrás decir: Ella Connors, el menú del día—contesté recordando la escena de la cafetería.

—Seguro que es por lo buena que estás.

Reí y le di un empujoncito poniendo los ojos en blanco.

—Entonces tu plan es en ir de mini-prostitutas a la fiesta...- dije mirando una vez más los shorts que Abbie quería que me pusiera.

—¡Exacto!—respondió—Vas con Sean, pero hay que ir mas allá de eso ¡Que se enamoren todos de nosotras, nena!

Me dio una palmadita en el culo y cogió una Coca-Cola de la mini-nevera, dio un sorbo y la dejó en la mesita de noche. 

—Dime, Ella ¿De que sirve tener un cuerpo como ese si no lo luces, eh?

—Estás loca y por eso te quiero—cogí la Coca-Cola y le robé un pequeño sorbito.

—Son las seis y media—anunció—¿Crees que debemos empezar a prepararnos?

—¡Me pido maquillarte!—grité emocionada mientras corría a por el maquillaje.

—¡Y luego me llamas a mi infantil!—se quejó Abbie divertida.

—¿Quién me lo habrá pegado?—pregunté dirigiéndole una mirada acusadora

—Ups.—respondió fingiendo avergonzarse de ello—Bueno, ya sabes lo que pienso de la madurez.

—Que está sobrevalorada.—dije antes de plantarle un beso en la mejilla y procurando hacer mucho ruido. 

Cogí la brocha y empecé a maquillar su rostro. 

—Ya verás lo arrebatadora que quedas—dije con una sonrisa.

Eran las ocho menos diez y Sean y Kyle no tardarían en presentarse en la habitación. Al final yo me vestí como Abbie me había aconsejado y ella se vistió con una camiseta roja ajustada y una falda corta vaquera con unas sandalias blancas con un poco de cuña.

 Cuando oí que llamaban a la puerta me apresuré a abrirla. A pesar de que no quería nada con Sean y tan solo lo estaba utilizando era para vengarme de Cassie, me sentía como si esperara a que mi novio de instituto me recogiera para ir al baile de graduación, cuando... Basta de pensar, no tenía porque amargarme la noche, estaba dispuesta a pasármelo bien. 

Aquello ya estaba más que superado.

Ahí estaba él, vestía de forma informal y sus cabellos se alborotaban de una forma irrestible, tanto, que me descubrí deseando acariciarlos.

Había que reconocer que Sean era muy guapo, tenía buen cuerpo y se le daban bien los deportes; era el sueño de cualquier chica. ¿Quien decía que no podía utilizarlo de rollo? Sin compromisos ni complicaciones.

 El me miró de arriba abajo deteniéndose en mi escote. ¿Me estaba desnudando con la mirada o qué?

—¡Ey Sean! Que se te va a caer la baba.—exclamó Abbie esbozando una sonrisa de oreja a oreja. 

Yo sonreí y tomé su mano en un intento de tranquilizarlo, él, avergonzado, me pidió disculpas y me acompañó al coche.

—Me siento afortunado por asistir a esta fiesta acompañado de la chica mas guapa del campus.—dijo antes de abrirme la puerta del coche.

—Y yo por asistir con el chico mas guapo y buenorro del campus.—respondí exagerando mi entusiasmo hacía su físico—Pero eso ya lo sabes ¿no?—dije guiñándole un ojo.—A pesar de ser el anfitrión de la fiesta has decidido venir a por mi.

—Para que veas que soy todo un caballero—dijo levantando la mirada del volante.—Bueno, en realidad es mi hermano el que organiza la fiesta, él las planea y yo me encargo de traer a chicas guapas como tú—confesó.

—Osea, que soy una mas ¿no?—fingí ofenderme.

—No que va.—respondió con tranquilidad—Es divertido estar con chicas sin compromiso, pero al final te hartas de que todo sea tan vacío,—dijo apretando el volante—yo busco algo más serio que eso. 

Al decir eso, sentí una punzada en el estómago, no podía sentirme culpable a aquellas alturas del juego. Recordé la gran cantidad de chicos que habían jurado y perjurado que era especial y única, todos ellos rompieron sus promesas.

—¿Y con Cassie lo has intentado?—pregunté.

—Bueno...—dijo incómodo—Todo el mundo cree que somos pareja. Incluso ella va diciendo por ahí que lo somos. Llevamos tanto tiempo juntos que parece que estemos casados—dijo dudando de contarme el resto—Pero yo no me siento a gusto con ella, no puedo hablar desde el corazón—confesó—Tan solo le importa sus falsas amigas y lo que puedan pensar de ella, de estar a la última y los cotilleos de los alrededores—dijo con amargura—Me cuenta sus problemas pero nunca escucha los míos. 

—Te entiendo—dije.

¿Qué? No, no debía entenderlo, debía entretenerlo.      

—Lo he intentado, he intentado quererla, pero no puedo.—concluyó.

Miré a Sean y traté de mantenerme fría. Pensaba que Sean se limitaría a hablarme sobre rugby o sus propios músculos, no que se abriera tanto a mi.

Apoyé la cabeza en el respaldo y miré por la ventana. No debía sentir nada por aquel chico, solo era un juego.

—¿Se habrá tomado bien que vengas conmigo?—dije rompiendo el silencio que se había formado.

—¿Bromeas?—rió—Se ha puesto hecha una furia en cuanto se ha enterado de que no iba con ella.

—Espero que no me eche la bebida encima o algo...—respondí haciéndome la víctima.

—Tranquila, eso no va a volver a pasar.—dijo—Me enteré de lo que te hizo en la cafetería y esta vez estaré yo para defenderte y evitar que te hagan nada.

Acaricié una de sus manos y sonreí

—Gracias—respondí.

Sean me devolvió la sonrisa.

En cierto modo me sentí aliviada al oír aquellas palabras, un poco de protección no me venía nada mal.

Llegamos una enorme casa llena de gente, dónde universitarios borrachos desataban su lado más salvaje.

 Al bajar del coche varios de ellos me dieron un repasón y yo les dirigí una mirada asesina.

 La piscina, que era enorme, por cierto, estaba llena de gente, chicos tirándose a la piscina, chicas sosteniendo sus vasos y bailando al ritmo de la música luciendo sus cuerpos en bikini... Se podría decir que la fiesta estaba en la piscina y no en la propia casa, aunque me equivoqué.

 Al entrar dentro descubrí que la verdadera fiesta se encontraba en el interior de la casa.

 Y, aunque me encantaban las fiestas, me sentía muy pequeña ahí dentro  ¡Mi primera fiesta universitaria! Estaba emocionada. 

En cuanto alcé la mirada me topé con la mirada de Cassie, quien me vio entrar con Sean y se moría de envidia, le mandé un beso con la mano y cogí a Sean del cuello. Este se sorprendió y respondió pasando una mano por mi cintura. Me empecé a mover al ritmo de la música y contemplé como, ella y sus amigas, se enfurecían cada vez más. No hicieron nada por evitarlo pues su batalla estaba perdida aquí, aunque sabía que Cassie se vengaría en otra ocasión...

 Me concentré en Sean y seguí bailando muy pegada a él. Acerqué mis labios a los suyos lentamente y noté como su respiración agitada acariciaba mi rostro. Apoyé mi nariz en la suya y observé como Cassie nos miraba alarmada. 

Sean me mostró una sonrisa embelesadora y yo me acerqué un poco más a él mientras pasaba mis brazos por su cuello. 

Nos besamos.

 Fue un beso largo y ardiente que se me hizo prácticamente corto. "¡Que bien besa este chico!" pensé volviendo a estampar mis labios con los suyos en busca de ese segundo beso que tanto necesitaba.

 ¿Dónde demonios estaba Abbie?

—¿Me acompañas a por algo de beber?—pregunté elevando el tono. 

Él asintió y tomó mi mano. 

Pasamos por delante de Cassie y de sus amigas que, con la mirada, me acuchillaban.

—Hola Sean.—dijo Cassie tratando de captar su atención, pero él, aquella noche, solo tenía ojos para mí y eso la molestó más que otra cosa.

—¡Ah! Hola.—dijo—Hasta luego—concluyó tratando de quitársela de encima. 

Ella se quedó perpleja y muy enfadada y yo no pude evitar reírme.

 Al fin llegamos al barril de cerveza. Me llenó un vaso y me dio un beso que yo correspondí como es debido. 

Mientras Sean saludaba a sus amigos vi a Abbie y a Kyle dándose el lote en la piscina. Seguramente ella ya estaba borracha y él a punto. Sonreí.

—Tío, siempre te llevas a las tías mas buenas.—escuché decir a uno de los amigos de Sean.

—Ya ves, tienes que dejar un poco para nosotros—respondió el rubio.

—Uf...—dijo el primero posando su mirada en mi trasero—qué buena está...

—Ni se os ocurra molestarla,—advirtió muy serio—os conozco y no quiero que os andeis con gilipolleces.—Creo que ella no es como las demás...

 Yo me hice la tonta y fingí que me distraía llenándome de nuevo el vaso.

—¿Estás de coña?—preguntó de nuevo el moreno—A esa tengo derecho a intentar follármela—"¡Pero bueno quién se cree que es!" pensé

—¡No nos seas marica!—exclamó el rubio dándole un golpecito a su amigo.

Sean se apartó de él con brusquedad y posó sus ojos llenos de rabia en los suyos.

—Le pones un dedo encima y me ocupo yo mismo de rompértelo.—dijo en tono amenazador. 

Me acerqué a ellos con paso decidido dispuesta a cantarles las cuarenta.

—Mirad, cerdos, ya he oído suficiente.—dije—Con el único con el que voy a pasar la noche es con él.—continué señalando a Sean.—Así que iros a molestar a alguna tía desesperada, la verdad es que hay muchas por ahí—dicho eso le pegué un patada al moreno en sus partes y me dí la vuelta y sonreí. Era justo.

—Me gusta tu genio preciosa.—dijo el rubio. 

Le mostré el dedo anular mientras me marchaba de allí con Sean.

-¡Guau!—exclamó sorprendido—Recuérdame por qué no tengo que hacerte enfadar.

Le dediqué una sonrisa y lo besé apoyando mi espalda contra la pared.

Él me cogió en brazos y se acercó al exterior, adivinando sus intenciones me puse a patalear y a gritar exigiendo que me bajara.

—¡Ni se te ocurra!—amenacé divertida.—No, no, no... ¡No!—grité al tiempo que el se lanzaba a la piscina y nuestros cuerpos se empapaban.

El agua estaba perfecta, ni fría ni caliente. 

Menos mal que me había puesto maquillaje a prueba de agua...

Salí a la superficie y busqué a Sean con la mirada, cuando le encontré le lancé agua a la cara fingiendo estar molesta con él mientras me regalaba una sonrisa traviesa.

 Sean se acercó a mi y nos fundimos en un beso apasionado.

 Me había vuelto adicta a sus besos y temía que eso pudiera crear sentimientos hacia él. 

Pero me deje llevar y por una vez me olvidé de hacer lo correcto. Los besos se volvieron cada vez más ardientes y decidimos salir del agua, quería más.—Vamos arriba ¿Vale?—le dije susurrándole a la oreja. Él asintió y yo me mordí el labio inferior.

Nos dejamos llevar por el momento de pasión, entre besos con sabor a tabaco y alcohol.

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